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Mi novio y su hermana (2)

en No Consentido

Me desperté con hambre, comí lo poco que quedaba en el cuenco y bebí agua. Al rato apareció Lorena.

-¿Cómo está mi animal preferido? –Ese fue el saludo de la puta, mientras me acariciaba el pelo-

La deje hacer no quería cabrearla ya que llevaba la fusta en la mano y sabia de su facilidad para usarla.

-Tenemos que hablar de tu castigo.

Oírlo fue como si me cayera encima un gran peso.

-Dime ¿Te estarás quieta aceptado tu castigo o tendré que atarte?

Pero que pretendía ésta loca. Dijera lo que dijera me iba a dar una tunda. Estaba en estas disquisiciones cuando  un repentino dolor en un pezón me hizo reaccionar.

-Contesta –oí que me decía, mientras que retorcía mi pezón-

-No lo sé, Lorena –se me ocurrió decir-

-Mira –dijo mientras me acariciaba el pelo y la cara- te voy a decir una cosa, sabes que me gusta darte con la fusta, me excita, para diferenciar cuando sea castigo, voy hacer lo que hacían las mojas en el colegio te castigare en las manos con una regla u otro instrumento.

-Lo que quieras –conteste, consciente que no podía hacer nada al respecto, estaba en sus manos-

De un bolsillo trasero del pantalón saco una especie de pala corta, forrada con lo que parecía cuero negro, luego soltó mis manos de las anillas. Me quede quieta, esperando.

-Las manos –dijo Lorena-

Tenía miedo pero lentamente fue ofreciéndole mis manos con las palmas hacia arriba.  Rozo la paleta varias veces por las manos. Cuando no lo esperaba recibí el primer golpe en la derecha. Dolió y grite. Lorena se quedó esperando a que volviera a poner las manos en posición, me dio cinco palmetazos en cada mano. Termine de rodillas, llorando y aullando de dolor.

La loca me incorporo y abrazo, acariciándome el cuerpo.

-No me gusta tener que castigarte –me susurro al oído- Me duele más que a ti aunque no me creas.

Sera puta la tía,  le dolería pero joder, la que lloraba era yo.

-Comportarte, se buena para que no tenga que volver a hacerlo.

-La fusta –me atreví a decir aun sabiendo que podía caerme otra tunda-

-Lo sé –dijo ella- pero eso es para educarte y además me excita, con el tiempo tú también te excitaras con eso.

Loca, de verdad esta tía está loca, como puede pensar que me excitara que me pegue con la fusta. Fernando ¿dónde estás?

-Piensa que si yo estoy contenta –prosiguió- todo ira mejor.

Me fui tranquilizando, la verdad que Lorena hacia lo posible para que así fuera, no dejo de abrazarme hasta que paso un rato que deje de llorar. Me decía cosas amables, lo guapa que era, lo bella que me veía con mi nuevo atuendo.

-Vamos a trabajar.

Me puso el bocado en la boca, en las anillas puso unas correas, volvió a inmovilizar mis manos. Luego tirando de las correas me saco del cubículo y del granero. Al salir al exterior vi un gran prado de césped, al fondo había unos frondosos árboles y en un lateral cerca de la casa, se disponía una zona en tierra que estaba vallada.

Me dirigió allí, entramos y cogiendo una cuerda del cercado la engancho en el bocado.

-Camina –me dijo-

No sabía lo que quería que hiciera, pero un par de fustazos en mi culo me hicieron andar. No sé cuantas vueltas di en el vallado.

-Soooo caballo –oí que decía-

Me pare en seco. Empecé a comprender lo que Lorena estaba haciendo. Me estaba tratando como a una yegua. Mi odio se hizo más intenso, quería patearla, pero no podía, la maldita fusta y tener las manos inmovilizadas me hicieron pensar que era una empresa inútil.

-Arreeeee potranca.

Y como una cabalgadura sumisa comencé a andar de nuevo. Al rato me dijo:

-Al trote.

Me dio un suave fustazo para reforzar su orden. Comencé a correr. Si consideraba que flaqueaba unos cuantos fustazos en mis nalgas hacían que aumentara la velocidad.

Así pasamos la mañana. Sude como nunca había sudado en mi vida. Hicimos varios descansos en los que me daba agua y al final me ofreció una golosina en su palma. Como la vez anterior la puso baja por lo que tuve que bajar mucho mi cabeza  para llegar, pero la tentación era grande y además creo que necesitaba recupera algo de fuerzas.

Cuando le pareció volvimos al granero. Antes de entrar ato las riendas en una anilla que había en la pared. Con una manguera me mojo entera, incluido el pelo. Luego se puso un guante y me lavo de pies a cabeza. Me aclaro el jabón con la manguera, me seco y me masajeo todo el cuerpo. Fue reconfortante.

Entramos al granero, Me hizo arrodillar y de un armario saco un cepillo y un peine. Me desenredo el pelo y me peino.

-A mi reina que no le falte de nada –dijo burlona-

Su reina, ya, y no le temblaba la mano para sacudirme con la fusta cuando quería. La verdad es que el lavado me vino muy bien. Me llevo al cubículo, bueno debería decir establo porque eso era para mí, cosa que me quedo clara ese día.

Me dejo allí y se marchó. Tenía hambre y los cuencos estaban vacíos. Tardo en volver pero venía con la ración de comida. No pensé desde mi cautiverio que me alegraría de verla.

Me lleno los cuencos y volvió a acariciarme el pelo.

-Me gusta mucho como lo tienes –dijo- pero está demasiado largo, te voy a recortar la crin para que sea más fácil su cuidado. Quiero que siempre estés bella, Estrella.

Era la primera vez que me llamaba por mi nombre. Esta tía o me toma el pelo o está loca de remate. ¿Estaría enamorada de mí? Como ya dije era lesbiana.

-Descansa –fue su despedida-

Fui a comer y observe que me había puesto mucha cantidad, Fui incapaz de comerla de una vez. Me lleve la sorpresa que entre las verduras había chocolate. La zorra sabía bien lo que me gustaba y estaba convencida de que trataba de ganarse mi confianza.

El nuevo día comenzó mal. Me ato a la anilla de la pared, con el cuello estirado.

-Vamos a calentar los músculos – dijo-

Me dio fustazos por todo el cuerpo, especialmente en los muslos, pechos y vagina. Me hizo llorar, gritar, gemir, me llevo al punto de pedir clemencia pero me acorde del castigo sufrido y calle.

Esta vez no me consoló, supongo porque no era un castigo. Se paso los dedos por su coño y me los enseño. Totalmente mojados y al separarlos sus flujos hacían hilos entre los dedos.

-Mira como me pongo cuando te azoto. Tendrás que remediarlo.

Me soltó de la anilla y me agarro del pelo obligándome a arrodillarme. Acerco mi cabeza a su coño. No hacía falta que dijera nada. Comencé a lamerle. Le gustaba que fuera con rapidez y con cierta violencia. Mejor para mi ya que terminaba antes y además de vez en cuando le mordía donde más le dolía pero la zorra parecía que lo disfrutaba más.

Una vez que se corrió salimos al cercado y realizamos los mismos ejercicios del día anterior. Después del primer descanso volvimos a la rutina de entrenamiento como ella le llamaba.

Al rato hizo que me pusiera a cuatro patas. Cuando quise darme cuenta Lorena estaba sentada encima de mi culo y con la fusta me daba en las nalgas al grito de arreeeee caballo.

Comencé a caminar a cuatro patas. La humillación que sentía no la puedo describir, las lágrimas corrían por mi cara. La impotencia era total, podía tirarla al suelo, pero temía su reacción, seguro que me machacaba a golpes. La tierra y las pequeñas piedras se me clavaban en las rodillas y pase un mal rato.

Me hizo parar y por fin se bajó.

-Bien Estrella, poco a poco cogerásmás fuerza y el paseo será más largo.

Joder, pensé, esta mujer ha perdido la cabeza y yo con ella,  no se me ocurría otra explicación.

Esperaba una chocolatina pero esta no llego.

La mañana pasó así, alternando la carrera con la monta como decía Lorena.

Me baño  como el día anterior, pero antes me recorto un poco mi melena. No me gusto perderla pero reconozco que en la situación en que estaba ere mejor tener el pelo más corto.

Con la comida venia un sorpresa. Lleno los cuencos como siempre.

-Come rápido –dijo con un tono de voz que supe que era una orden y que sería mejor que la cumpliera rápidamente-

Lo hice todo lo rápido que puede. Al terminar la vi salir de mi establo, pero si hablo como si fuera un equino, bueno realmente lo soy para ella e incluso para mí.

-Muy bien, potranca. –Dijo desde fuera- Hoy me has satisfecho y te advertí que si yo estaba contenta sería bueno para ti.

Entro con un pastel bañado en chocolate, mi perdición, lo reconozco.

-Toma, te lo has ganado.

Más que comerlo lo devore. Termine con toda la cara manchada.Me puse de pie, Lorena se acercó y con la punta de la lengua fue limpiando mi cara, sorprendiéndome que lo hiciera y eso era mejor que estar pringosa. Al mismo tiempo acaricio mi culo y fue lentamente hacia mi sexo.

Me masturbo el clítoris, yo estaba mojada como casi siempre desde mi secuestro. La puta loca sabía cómo calentarme. Me corrí entre fuertes gemidos y gatitos diciendo su nombre. Menos mal que no lo tomo en cuenta y me castigo por hablar.

-Follar contigo me gusta más que con Sara –fue su despedida-

Me quede con sentimientos encontrados, por un lado la odiaba pero por otro sabia como hacerme disfrutar sexualmente, aunque no era suficiente para contrarrestar lo que me estaba haciendo, secuéstrame, esclavizarme, hacer que me comportara como un animal y lo peor desear sus besos, caricias y los orgasmos que me proporcionaba.

Fernando donde coño estas, sálvame.

Perdí la noción del tiempo, No sécuántos días o semana llevaba en esta situación: Los días se sucedían, cada vez corría más deprisa y también aguantaba bastante con ella montada en mi grupa. Por cierto me puso unas rodilleras para que no me lastimasen las rodillas.

Uno de los días se presentó con su novia. Esta veníadesnuda, a cuatro patas, con el pelo recogido en dos coletas que le colgaban a los lados de la cabeza. La llevaba de una correa que salía de un collar que tenía en el cuello.

-Estrella –me dijo- esta es mi mascota, ya que no quiso ser mi sumisa por las buenas, la he convertido en mi perra por las malas.

Me quede pasmada, la miraba atónita.  Llevaba unas correas en los codos y en los muslos, unidas por una fina cadena. Eso le obligaba a estar permanentemente a cuatro a patas.

Me fije que llevaba una especie de aro dentro de la boca que la obligaba a llevarla abierta y le caía  saliva por los costados. Asomaba la lengua, no podía meterla dentro de la cavidad bucal porque tenía puesta una especie de pinza de madera y que su función era precisamente que llevara la lengua fuera.

-Lleva la pinza porque es una perra mala –dijo Lorena- Ha intentado morderme y no obedece las ordenes.

Lástima que no le arrancara un bocado, pensé, se lo merecía. La dejo en el granero y fue mi compañera de cautiverio. Estábamos todo el día juntas ya que la sacaba con nosotras cuando entrenábamos. Su comida era pésima en contra de la mía que la loca se preocupaba de que fuera buena. Normalmente le dejaba un poco en el cuenco. Sara me lo agradecía dándome lametones con la lengua, porque no le quito la anilla bucal.

Siempre que teníamos relaciones sexuales lo hacíamos delante de ella. Desde que  trajo a la perra, ésta no disfruto de ningún momento de sexo, ella no podía complacerse, Lorena la ignoraba y yo no quería cabrear a la puta loca. Alguna vez la vi frotarse contra un montón de paja o algún objeto. Debía estar ya desesperada sin sexo.

Así pasaron los días.

Una noche cuando ya habíamos terminado de cenar asomo por la puerta del granero una figura.

-Hola –dijo Lorena-

-Hola hermanita.

¡Por fin!, Fernando estaba allí y me iba a rescatar.

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