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Hermanas

en Dominación

Somos dos hermanas de 21 y 22 años, estudiantes universitarias que por suerte hemos podido estudiar juntas y tener una apartamento para no tener que vivir en una residencia universitaria.

Yo me llamo María y soy la mayor y Susana es mi hermana pequeña. Somos atractivas, en Susi destaca su precioso pecho, de tamaño óptimo sin ser grandote y en mi brilla un bonito y redondo culito.

La historia empezó cuando teníamos 18 y 19 años. Yo por aquel entonces había tenido algún escarceo con chicos, nada serio, era virgen y lo que si debo confesar es que tenía una amiga, Yolanda, desde la primaria, con la que me llevaba muy bien y nos lo montábamos de vez en cuando, aunque a las dos nos gustaba los hombres.

Según me confeso mi hermana ella tampoco tenía relaciones de ningún tipo, salvo algunos besos con chicos.

Por una mera cuestión operativa nuestros padres decidieron que compartiéramos dormitorio.

Una tarde después de llegar del instituto, estando en nuestro dormitorio sucedió lo que cambiaría mi vida y la de mi hermana.

-María mira que video tengo –me dijo mientras me tendía el móvil-

Comencé a verlo y me quede helada. Yolanda y yo, desnudas, en mi cama y claramente se veía como nos masturbábamos la una a la otra. Fue un día que mis padres se fueron y yo pensé que Susi no estaba en casa, un par de meses atrás.

-Si quieres seguir puedes verlo entero, pero te anticipo que esta todo grabado, hasta el final, incluso como os ponéis la ropa.

Intente borrarlo pero  Susi me paro en seco.

-Puedes borrarlo, tengo varias copias y cada una en sitios diferentes porque suponía que ibas hacer algo parecido.

Estaba colorada, me sentía mal, con ganas de darle una bofetada, pero en lugar de eso dije:

-No se lo enseñes a nuestros padres, por favor, me matarían.

-Precisamente eso es lo que voy a hacer, además lo colgare en las redes sociales.

-Por favor no lo hagas, por favor –y comencé a llorar por el temor-

-No mereces otra cosa, lesbiana que eres una lesbiana.

-No Susi, a mí me gustan los chicos solo lo hago con Yolanda cuando nos apetece.

-Estas condenada, prepárate.

Mi padre era bastante severo y no lo aceptaría. Desesperada se me ocurrió decirle una cosa,

-Hare lo que quieras pero no se lo enseñes.

Me miro sonriente.

-¿Harás todo lo que quiera, sea lo que sea? –me dijo con una voz que me pareció muy fría.

-Si –conteste en voz baja-

-No te oigo.

-Si –repetí- Lo que quieras.

-Esta noche cuando suba a costarme quiero que estés esperándome ¿entendido?

-Entendido Susi.

Cenamos con cierta calma aunque yo creo que estábamos tensas. Ella se comportaba con normalidad. Luego nos sentamos a ver la televisión.

-Voy al baño y a la cama.

Me levante como si un muelle me impulsara. Me despedí y subí rápidamente a la habitación ya que vi como entraba en el baño que había en el pasillo. Cuando entre mi hermana no había llegado. Tardó en llegar o a mí se hizo largo el tiempo de espera.

-¿Estas preparada a obedecer y complacerme? –fue lo primero que me dijo-

-Por favor Susi, no me hagas estos, somos hermanas.

-No has contestado a mi pregunta –dijo fríamente-

Vi su determinación y eso me asusto. Volví a suplicarle, permaneció en silencio y a mí se me saltaron las lágrimas. Me tire a sus pies, de rodillas.

-Por favor, por favor, no me hagas esto.

Ni se inmuto, me dejo un poco de tiempo en esa posición.

-Bésame los pies o ya sabes lo que pasara.

La mire implorante, pero con un gesto de su mano supe que iba en serio. Así que me trague mi orgullo y le bese los pies.

-Ves como no es tan difícil ser una buena chica. –Me dijo con una cínica sonrisa-

Me agarro del pelo poniéndome de pie. Di un pequeño grito más porque no lo esperaba que por dolor.

-Ahora quiero verte desnuda.

-Susi que somos hermanas, no hagas esto.

Se quedó mirándome y me enseño el móvil. No hizo falta más, sabía que enseñaría el video. Comencé a desnudarme, cuando me quite el sujetador me di la vuelta para que no me viera los pechos. Me quede parada.

-Las bragas, María.

Me las quite quedándome de espaldas.

-Gírate que ya te he visto el culo.

Me gire tapándome los senos con un brazo y con la otra mano el sexo.

-¿Estas de broma? Manos fuera.

Obedecí. Susi se acercó y acariciándome el pelo me dijo:

-No lo pongas difícil y se buena –me dio un beso en la mejilla-

-María me gusta cómo vas depilada, sin ningún pelito. ¿Te lo haces tú o tu amiguita?

-Yo –respondí-

-Supongo que tendrás lo necesario en el baño.

-Si –respondí-

-Ve preparándolo que me vas a depilar como lo tienes tú.

Entré en el baño de nuestro dormitorio y prepare los útiles. Susi entro desnuda. Tenía unos bellos pechos, mejor que los míos. Le indique que se sentara en bidet y procedí a rasurar el coño de mi hermana. Cuando termine y la limpie por pura casualidad roce los labios vaginales y los note húmedos. Se había excitado. Supuse que ahora tocaría lo que más temía.

-Bueno ahora a dormir que madrugamos mañana.

Durante los siguientes días fue abusando cada vez más de su posición dominante obligándome a hacerle los deberes del colegio, las tareas domésticas, recogerle la ropa sucia, es decir, en plan criada. Solo me pregunto cada cuanto tiempo me depilaba el sexo para saber cuándo se lo tendría que depilar a ella. Parecía que no estaba interesada en otros temas sexuales. Cuando ya nos íbamos a dormir me obligaba a estar desnuda hasta que nos metíamos en la cama, solo me dejaba ponerme un pantalón cortito y los pechos desnudos.

Habían pasado diez días cuando se iniciaba el descanso de media mañana en el instituto recibí un mensaje. Me decía que antes de volver a clase le tenía que enviar alguna foto y un pequeño video besándome con Yolanda. No había terminado de leerlo cuando recibí otro en el que me indicaba que sería interesante ver las tetas de mi amiga. Me temblaban las piernas de puro miedo.

Pensé rápido, fui a por Yolanda y me la lleve al baño, en una cabina la morree un poco mientras que sacaba fotos, creo que ella no se dio cuenta.

-Tengo ganas de ti – le decía, sé que eso le gusta-

Con la mano libre le toque los pechos y por suerte llevaba una blusa por lo que fue fácil sacarle los pechos y grabarlos.

Nos recompusimos la ropa y en cuanto pude le envié las fotos y el video de unos 10 segundos. Recibí un mensaje de Susi.

“ASI ME GUSTA”

Paso el día sin más novedades.

Ya en nuestro dormitorio, desnuda como siempre a esas horas, surgió el tema.

-Te ha gustado el encargo de esta mañana –me pregunto-

-Lo he pasado muy mal, por favor no me obligues a hacer estas cosas.

-Contesta, ¿te ha gustado?

-No ha estado mal –respondí-

-Te has portado muy bien, mereces un premio.

Era la primera vez que decía algo parecido pero me dio una sensación rara, a saber por dónde iba a salir la niña.

-Siéntate en el borde la cama.

Luego me ordeno que me tumbara y que abriera todo lo que pudiera las piernas.

-Tócate para mí.

-Estás loca, Susi ¿Cómo lo voy hacer delante de ti?

Se acercó y se sentó en la cama. Sin aviso agarro uno de mis pezones y me lo retorció, luego el otro. Volvió a repetir los tirones. Casi se me saltaban las lágrimas y encima no podía gritar. Lo pase mal.

-Vale, vale –dije- lo hago pero deja hacerme eso.

Comencé a masturbarme. Estaba seca. Me costó trabajo que mi vagina se fuera humedeciendo, además de los toqueteos de mis dedos me ayudo pensar que allí estaba mi hermana, mirando cómo me hacía un dedo y eso me dio un subidón.

Suspire varias veces antes de empezar a gemir. Note unas manos que acariciaban mis pechos. Sabía que era mi hermana pero que placer, luego fueron recorriendo mi cuerpo.

De pronto sentí como un dedo entraba en mi virginal vagina. Luego otro y así me corrí entre gritos que Susi ahogo con su boca.

-Ves lo bien que lo pasas cuando eres una buena perrita.

No conteste. Mi hermana se fue a su cama acostándose. La mire perpleja. No me parecía bien tener relaciones con mi hermana pero esperaba que me pidiera algo ya que ella había tomado la iniciativa y yo no había protestado.

Me incorpore y me acerque a su cama. Nos mirábamos en silencio y no sabía qué hacer.

Al verme retiro la ropa de cama, como invitándome a acostarme.

No me lo pensé y tumbándome comencé a besarla y acariciarla. Estaba muy excitada a pesar del reciente orgasmo. La jodida niña me ponía mucho.

Sin ningún pudor lamí sus pechos y pezones mientras que mi mano buscaba su coño. Daba algún gemido de puro placer. Fui pasando la lengua por su liso vientre hasta que llegue a su clítoris. Se lo frote con la punta y ya gemía sin contención.

Con cuidado le metí un dedo en la vagina, sabía que era virgen y no quería hacerle daño, deseaba que disfrutara como nunca. Me aprecio que estaba a punto de caramelo y afloje un poco la intensidad de mis lamidas.

-No pares zorra –me dijo, mientras que empujaba mi cabeza contra su sexo-

Reanude las lamidas hasta que exploto en un magnifico orgasmo mientras que seguía apretando mi cabeza por lo que me obligo a tomar todo el flujo que manaba.

Ya recuperada me informo de la situación que teníamos.

-María eres mía, sabes que lo eres, harás siempre lo que te diga y si no lo haces te castigare. ¿Estas conforme?

-Conforme Susi, las dos sabemos que soy tuya, además tienes el video.

-Eso no es problema, te prometo no usarlo, sé que serás obediente, solo en un caso lo usaría.

-¿Cuál caso?

-Quiero que no tengas orgasmos, solo cuando yo te lo permita. Sé que me puedes engañar y si te pillo en una mentira sobre eso, el video ira a las redes sociales y a nuestros padres.

Tarde unos segundos en contestar, me gustaba demasiado el sexo para no correrme pero no se me ocurría como salvar la situación.

-Como digas ama, supongo que quieres que te llame así.

-Me puedes llamar como quieras siempre que sea de forma respetuosa y ahora a dormir que mañana tenemos colegio.

Pasaron varias semanas en esta situación, me mandaba cosas, casi todas las noches nos montábamos unos polvos memorables para ella, ya que a mí me tenía a “dieta”, solo me dejaba llegar al orgasmo cuando ella quería y no solía ser a diario.

Mis relaciones con Yolanda se fueron dilatando en el tiempo aunque ella si me presionaba. Una tarde mientras que esperaba a que mi hermana terminara las clases para irnos a casa, Yolanda me abordo y me dijo que necesitaba acostarse conmigo, me lo suplico. Llego Susi y nos dispusimos a irnos. Mi amiga nos acompañó hasta la calle y allí nos despedimos.

-¿Qué le pasa a Yolanda?, la he visto un poco alterada.

-Me estaba suplicando que me acostara con ella –ya estábamos en un punto que no teníamos ningún problema en hablarnos claramente-

-¿Tú quieres hacerlo?

-Eso no importa –conteste- será lo que tú desees, mi ama.

Se sorprendió, era la primera vez que la llamaba así, desde que me dijo que podía llamarla como quisiera. “Mi ama” me gusto como sonó.

-Ya veremos que se hace puta.

Oír el tono de su voz al llamarme puta hizo que me humedeciera de inmediato.

El viernes supimos, que nuestros padres, se iban de fin de semana a la mañana siguiente.

Esa noche permitió que me corriera dos veces. Muchas veces dormíamos juntas en la misma cama, desnudas, rozando nuestros cuerpos sudorosos después del sexo.

-Mañana –me dijo- vas a llamar a Yolanda y la invitas a la piscina y a comer en casa. Estaremos las tres, luego yo desapareceré y  vosotras follareis.

-¿Estas segura de eso Susi? –Fue mi estúpida respuesta-

-Desde luego, puta.

Tarde en dormir tratando de adivinar lo que estaba tramando mi hermana, porque seguro que estaba tramando algo.

Pasamos una agradable mañana en la piscina, mi hermana me mando preparar la comida.

Cuando estaba fregando los platos, Susi se acercó a la cocina.

-Yo me voy, perrita, en cuanto termines, vosotras os vais a dormir la siesta –dijo, guiñándome un ojo- Por cierto puedes correrte todas las veces que quieras.

Cuando termine, Yolanda estaba viendo la tele y no había rastro de mi ama. Estaba segura que tramaba algo.

Obedientemente agarre de la mano a mi amiga y al oído le dije ahora a dormir la siesta. Puedo decir que verdaderamente Yolanda tenía muchas ganas de estar conmigo o quizás con una mujer. Literalmente me devoro y me proporciono unos magníficos orgasmosque yo procure devolvérselos y creo que lo conseguí. Fue una magnifica tarde.

De mi hermana no sabía nada, preparando algo de comer apareció Susi. Hicimos una merienda-cena. Yolanda se marchó.

Cuando nos fuimos a la cama me enseño un video en el que se registraba toda la tarde que habíamos pasado. Alucine. No sabía cómo había podido grabarlo.

-Eres muy puta –me dijo Susi-

-No sé, supongo que soy en lo que me has convertido.

-Encima va a ser culpa mía –me contesto mientras me daba una bofetada-

Por primera vez me ato las manos a la espalda. Se sentó en la cama e hizo que tumbara sobre sus rodillas.

-Cómo eres una perra caliente y hoy has tenido un montón de orgasmos te voy a castigar por ello.

-Por favor Susi solo he cumplido lo que me mandantes, que me corriera todas la veces que quisiera.

-El castigo es por ser tan puta.

Comenzó a darme azotes en el culo. Uno en cada cacha. Al rato la oí decir que tenía un precioso color rojito en mis nalgas. Aumento la cantidad de azotes y la fuerza. Lloraba y gritaba suplicando que parase.

-De pie –me ordeno-

La piel ardía, quería acariciarme a ver si sentía algún alivio pero mis manos atadas me lo impedían.

Fue a coger algo. Cuando regreso me agarro del pelo, tirando mi cabeza hacia atrás y volvió a darme azotes pero esta vez fue con una zapatilla. A los pocos azotes aullaba de dolor. Lloraba como no recordaba haberlo hecho.

Mire su cara, estaba fuera de si, desencajada, pero bellísima con su sonrisa. Estaba disfrutando de pegarme. Me asuste. Me azoto hasta que se cansó. Al soltarme el pelo caí al suelo. El culo me dolía tremendamente. Me dejo unos minutos en el suelo y ella se sentó en la cama.

Acudí a su llamada inmediatamente. Acariciándome el pelo, me hablo:

-Los azotes han sido por ser tan caliente, me gusta que lo seas pero debo corregirte y tratar que no te pases. Ese ha sido tu castigo. Lo de la zapatilla también comenzó como castigo, pero cada zapatillazo  me fue gustando  más y más.

-Me he dado cuenta a  pesar del dolor –conteste- Susi puedes desatarme las manos me pica mucho el culo.

No contesto pero lo hizo. Fui directa a rascarme.

-Quieta –me paro en seco- Tienes varias heriditas.

Entonces se me ocurrió tomar la iniciativa. Pase mis dedos por sus labios vaginales. Estaban mojados.

-Si te pones así, azótame cuanto quieras.

Dicho esto me lance a comerle el coño. Intentando que fuera el mejor orgasmo de su vida.

A la mañana siguiente me lavó y curó las heridas de mis maltrechas nalgas. Se preocupó mucho hasta que sanaron. Durante unos quince días no pude sentarme bien.

Una noche, acostadas juntas y después de una bonita sesión de besos y caricias me dijo:

-Tengo que aprender a darte los azotes para que no pase lo que ha ocurrido.

- ¿Cómo lo vas a hacer?

-Solo se me ocurre una forma, practicando.

-Me lo imaginaba.

Paso el tiempo, nosotras seguíamos nuestra relación ama-esclava, de vez en cuando me dejaba pasar una tarde con Yolanda y me imponía periodos de castidad.

Cuando cumplió diecisiete años, yo tenía dieciocho, hubo un cambio significativo pero eso queda para otro relato.

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