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Secuestrada y esclavizada (2)

en Dominación

Tras la gran follada, las cinco mujeres fueron llevadas a la celda. Maria y Silvia se acomodaron para dormir. Las otras tres además de las incomodidades propias de los azotes recibidos unieron las de tener las manos atadas a la espalda.

La rubia tetona fue la primera en hablar:

-Os habéis corrido como perras en celo.

-Si –dijo Silvia con una sonrisa.

-A pesar de los azotes me he puesto muy caliente –contesto la rubia- Y no puedo masturbarme.

-Está claro que aquí nos tenemos que ganar las cosas –repuso Maria- y vosotras parece que no lo habéis hecho.

Maria se acerco a la chica, la miro y le acaricio el pelo, luego los pechos y al final toco la entrada de la vagina.

-Silvia nosotros seremos perras en celo, pero la “amiga” nos gana, esta toda mojada –dijo riéndose-

- No seas cruel –contesto la rubia-

La dos jovencitas presenciaban la conversación con los ojos bien abiertos. Maria se acerco a ellas. Directamente llevo su mano a las vaginas de las vírgenes.

-Ja, ja, ja –rio- ni te digo como están las niñas.

Entonces Maria se acerco a Silvia para hablar con ella.

-¿Te apetece que las aliviemos de su calentura?

-Nunca lo he hecho con una tía –contesto Silvia-

-Eso no importa, además en cualquier momento nos van a obligar a hacerlo entre nosotras. Estos tíos son unos viciosos y mejor haberlo probado con tranquilidad.

-¿Tu te lo has montado con mujeres? –preguntó Silvia-

-Sí, alguna vez. No está mal.

-No sé, si te apetece móntatelo con la rubia.

-¿Y tú?

-Mirare y si me aburro me dormiré.

Maria se separo un poco de Silvia y señalando a la rubia la dijo:

-Tú, ven aquí.

Cuando llego la joven, con sus manos y tobillos atados, le indico que se sentara junto a ella. La rubia tenía una sonrisa.

-Según tu, soy una perra en celo y sigo así. Si me quitas la calentura yo te quitare la tuya.

La rubia comenzó a besarla. Se daban besos con lengua. Luego paso a los pechos y lamiendo sus pezones. María suspiraba.

Silvia que tenía intención de dormir, no podía aparta la mirada de las dos jóvenes amándose. Maria comenzó a tocar a la rubia y al momento comenzó también a suspirar. Apretaba los voluminosos pechos y gemía de placer.

Al rato bajo la cabeza de la mujer a su vagina. No necesito decirla nada, la rubia comenzó a lamer el coño de Maria. Lo hacía rapidez como desesperada por su propia calentura, pensó Silvia, esta notó como se iba humedeciendo su propia vagina.

Miro a las dos jovencitas, estaban extasiadas viendo a la pareja de mujeres follando. Una de ellas se frotaba los muslos con la esperanza de llegar al orgasmo. Silvia comenzó a tocarse. Estaba muy salida, pero le daba reparo hacerlo con mujeres y abusar de las otras.

Recordó lo que le había dicho Maria sobre que las obligaran a tener sexo entre ellas y que mejor haberlo hecho antes por si las moscas.

 Hizo una seña a una de las chicas. Se acercaron las dos.

-¿También estáis calientes? –les dijo, era una pregunta retorica, bien sabia como estaban-

-Claro.

-Sí –contestaron al mismo tiempo-

-Yo nunca he estado con una mujer –confeso-

Vio cara de decepción en las jovencitas. Pero estaba decidida.

-Si conseguís que goce más que ella –dijo señalando a Maria- Vosotras también lo pasareis bien.

Sin mediar palabra comenzaron a besarla por todos los lados. Le resulto sumamente placentero  cuando le lamieron los pezones y especialmente excitante los besos en la boca con lengua.

Suspiraba fuertemente, las niñas se esforzaban en complacerla. Cuando sintió una mano en su vagina fue como una descarga eléctrica.

-Ponte de rodillas, a cuatro patas –le dijo la que parecía algo mayor-

Así lo hizo. Sus pechos colgaban y tuvo la sensación de que eran mayores a lo que en realidad era. La que había hablado se metió debajo de Silvia. Lamia sus pezones. La otra recorría la espalda de Silvia que sentía un estremecimiento cada vez que pasaba por su columna.

Gemía de placer, pero que no fue nada comparado con los gemidos que prodigo cuando la chiquilla que estaba debajo se lanzo a su vagina. La lengua jugaba con su clítoris como nunca lo habían hecho. Nada parecido a lo que alguno de sus escasos amantes había hecho. Las niñas serian vírgenes pero sabían cosas que ella desconocía.

La compañera beso todas sus nalgas y paso un dedo por los flujos que salían del coño de la joven. Lo llevo al ano y comenzó a pasarlo, cuando se secaba volvía a mojarlo y mientras tanto besaba la zona mojándola con saliva. De pronto sintió como le metía el dedo en el culo. Quiso decirle que no hiciera eso, pero se dejo llevar por la calentura. Nunca había estado tan excitada sexualmente como en ese momento.

Silvia comenzó a masturbar a la otra joven mientras que su coño estaba siendo bien, muy bien lamido o eso la parecía a ella.

Oyó como Maria se corría entre grititos. Giro la cabeza y la vio como se estaba colocando sobre la rubia para comenzar a comerla la vagina. Se voltearon un poco y se lamian mutuamente en un magnifico 69.

Se fijo como lo hacían, la cara de Maria, lo poco que veía de ella, era de un placer sumun.

¿Por qué no?, se preguntó. Bajo la cabeza y fue acercando lentamente su boca a la vagina de la jovencita. Notaba cierto reparo. Quería hacerlo pero algo la frenaba. De repente su ano se abría mas, la otra putita le estaba metiendo dos dedos. Tras la sorpresa, sus flujos aumentaron y se le quitaron todos los reparos. Se lanzo al coño que tenía enfrente de su boca y comenzó a lamerlo, con rapidez, con cierta furia.

-Despacio, me haces daño –oyó que alguien decía-

Se freno y fue lentamente. Los abundantes flujos de la chica no la desagradaban como había pensado que ocurriría.

Se corrieron casi al mismo tiempo. Fue brutal. Silvia se derrumbo sobre su amante y pensó que se había pedido muchos orgasmos por no hacerlo con chicas.

Miro hacia Maria y la tetona, estaban abrazadas besándose con ternura. Luego agarro del pelo a chica que se ocupo de su culo.

-Tú eres un poco guarrona.

Se puso colorada pero no contesto. Aun tenía vergüenza a pesar de estar como estaban.

Según la tenia sujeta por el pelo la beso en la boca. Luego la puso a cuatro patas, pero era complicado con las manos atadas a la espalda por lo que Silvia se metió debajo de ella dejando su vagina al alcance de la boca de la jovencita que no dudo en lamer.

La joven comenzó masturbarla, tenía el coño más mojado ella misma. La otra seguía tumbada, eso no le gusto nada a Silvia.

-Come y follale el culo –la ordeno-

Se puso a la tarea inmediatamente.

Silvia tardo en correrse, cuando lo hizo la jovenzuela lo había hecho dos veces.

Maria y la rubia seguían abrazadas y parecía que dormidas.

-Ahora a dormir –dijo Silvia-

Las chicas se acurrucaron junto a ella y así se durmieron.

Por la mañana fueron tres tipos a buscarlas. Estaban aun dormidas.

-Vaya, vaya –dijo uno de ellos-

Las despertaron y salieron al patio para el baño con la manguera. Después pasaron a la cocina para desayunar. Una vez que terminaron unieron los collares de Maria y la rubia. Luego unieron los de Silvia y las niñas y así las llevaron al salón donde esperaba el jefe de la banda.

Nada más verlas así pregunto:

-¿Esto a que se debe?

-Han dormido así.

Se acerco a Maria y agarrándole de la cara la espetó:

-¿Has aliviado la calentura de tu compañera?

-Si –contesto con miedo en la voz-

-¿Y ella te alivio a ti?

Asintió con la cabeza, no se atrevía a hablar.

Soltó a Maria y agarro por el pelo a Silvia.

-¿Supongo que vosotras también?

-Si –respondió con voz algo más firme-

Se acerco a sus hombres  les comento:

-Tengo que ir a la ciudad a preparar la venta, mientras que vuelvo que las putas hagan ejercicio.

En voz baja añadió:

-Que corran mucho, especialmente la que sabéis. Animarlas con la fusta, si es necesario.

Silvia se inquieto a oír lo de la venta ¿a qué venta se refería? Pero se sorprendió por su reacción a oír la palabra puta.

Comieron todos juntos en la cocina, ya con el jefe de vuelta. Después llevaron a Maria y Silvia a una habitación donde nunca habían estado. Vieron diversos artilugios para azotar y para inmovilizar.

Las pusieron sobre una especie de potro que consistía en un tablón horizontal y patas ancladas en el suelo. Ataron las manos a las patas delanteras del artilugio. Los tobillos siguieron atados con la cadena que llevaban.

Las dejaron allí solas un buen rato. Les dio tiempo en pensar y comentar entre ellas lo que iba a suceder.

Oyeron abrirse la puerta, giraron las cabezas y vieron entrar a las otras tres mujeres y a los secuestradores.

Inmediatamente las pusieron unas pizas con pesas en los pezones y en el clítoris y labios vaginales. Gritaron al sentir el mordisco de las pinzas y más fuerte gritaron cuando dejaron los pesos al aire y sus pechos se estiraron.

-Ahora zorras –hablo el jefe- vais a repetir lo que hicisteis anoche para que nosotros lo veamos.

No lo pensaron, las chicas fueron hacia Silvia, una comenzó a besarla y la otra a lamerle los pechos. La rubia hizo lo mismo con Maria.

Las chicas se turnaban en lamer el coño de Silvia. Siguieron así hasta que se corrieron las dos mujeres atadas.

Maria lo consiguió primero. Uno de los hombres  agarro del pelo a la rubia y la llevo ante la cara de su compañera, ésta imagino perfectamente lo que querían  y comenzó a lamer la vagina de la rubia.

En el caso de Silvia, una de las chicas fue llevada también a la cara para que la joven atada “comiera” el virginal coño. La otra recibió instrucciones de que lamiera el ano de Silvia y que la metiera un dedo.

La rubia no tardo mucho en tener un orgasmo. Luego fue atada de la misma manera que sus compañeras.

Las jóvenes intercambiaron su posición cuando la primera se corrió y la joven prosiguió con la vagina de la otra.

Una vez logrado el orgasmo de las cinco jóvenes, dos de los tipos penetraron a Maria y a la rubia. El otro se decidió por la boca de la rubia y metiéndole la verga en ella.

El jefe se decanto por Silvia. Lo primero que hizo fue introducir dos dedos en la vagina de la joven que estaba rezumante de jugos. Luego se los metió en el culo, primero uno y luego el otro, le estaba gustando que jugaran con su ano. La joven suspiro.

Las nalgas de Silvia fueron separadas por unas robustas manos. Sintió miedo, imaginaba lo que vendría después y sabía que dolería.

Noto la punta de la polla en la entrada de su ano. Aunque estaba muy caliente se tenso cerrando su esfínter. El hombre empujo un poco. Le dolió y grito.

-Silencio –dijo el violador, mientras que palmeo varias veces el culo de la joven-

Si me duele no sé como estaré cayada, pensó la mujer.

Una de las chicas se arrodillo delante de la mujer.

-Aguanta –le indico- te besare todo el rato y así no gritaras.

Le dio las gracias con un hilo de voz.

El hombre siguió empujando. Metía un poco de verga y paraba. Silvia veía las estrellas con cada apretón.  No se la oyó gritar por los besos de su compañera, pero las lágrimas corrieron por su cara.

-Ya está toda dentro –dijo el secuestrador- Relájate, puta.

¿Qué me pasa? Se pregunto la mujer. La estaban dando  por el culo, mejor dicho, estaba siendo violada. Le dolía, pero oír que la llamaba puta le producía un escalofrió de excitación que recorría su cuerpo.

El hombre comenzó a moverse. Cada envestida le producía una oleada de dolor por el cuerpo. La chica seguía besándola insistentemente.

El dolor se fue trasformando en molestias. El tipo la follaba lentamente mientras que la seguía llamándola puta.

Al rato, Silvia, comenzó a sentir cosas nuevas, parecidas a las sensaciones de una penetración más normal.  A una señal del hombre, la otra chica se metió como pudo entre las piernas de la joven atada y comenzó a jugar con el clítoris.

Mientras tanto los otros secuestradores seguían con la rubia y Maria.

El jefe fue controlando la follada del culo de Silvia. Notaba perfectamente cómo ésta iba excitándose.

Aumento las acometidas, eran rápidas y profundas. No tardo en descargar en las entrañas de la mujer. Poco después la joven exploto en un prolongado orgasmo.

El hombre hizo salir a la chica de entre las piernas de Silvia.

-Límpiame la verga –ordenó-

Inmediatamente la chica se introdujo la polla en la boca.

-Esta puta tiene abierto el culo –anuncio a sus hombres-

Solo el que estaba siendo lamido hizo uso del anuncio. Se acero a Silvia y la penetro de un solo golpe. La joven grito por la inesperada violencia del golpe y porque lo que tenia dentro era más grueso que la polla del jefe.

Su compañera volvió a besarla. Esta vez no se corrió pero le resulto agradable.

Pasaron tres días de ejercicios físicos, sobre todo correr, parecía que las querían tener en forma. Las alimentaban bien y eran usadas sexualmente todos los días y por las noches, en la celda, entre ellas. Silvia se aficiono a las lamidas de su coño, también le gusta sentir como iban brotando los flujos vaginales cuando era ella la que lamia a alguna de las otras mujeres. Solo las dos jovencitas se libraron de ser penetradas por los secuestradores.

Hacía ya unos quince días desde el secuestro. Parecía que se habían acostumbrado a la nueva situación aunque de vez en cuando la rubia tetona y las jovencitas tenían momentos de bajón.

Un día, después de la comida, se rompió la rutina habitual. Fueron llevadas a la celda excepto Maria. Cuando volvieron los tipos la llevaron a un cuarto de baño. Se le alumbro la cara. Hacia tanto tiempo que no se bañaba en condiciones. La ordenaron que se bañara y maquillara ligeramente los ojos, se pintara los labios así como las uñas de las manos y los pies. Tenía que estar bien guapa para la noche, que había llegado el momento de la subasta.

Una tras otra fueron pasando por el baño y a todas las dijeron lo de la subasta.

Cuando llego el momento de partir las subieron a la parte trasera de una furgoneta, sentadas en el suelo y por la argolla del collar las sujetaron a la pared de chapa para evitar accidentes. Después les pusieron unas capuchas y partieron.

Cuando llegaron a su destino y antes de bajarlas les ataron las manos a la espalda y les trabaron nuevamente los tobillos.

No vieron mucho del sitio donde estaban ya que era de noche. Entraron a una sala donde las dijeron que se sentaran. Faltaba el jefe de los secuestradores.

Cuando llego, les hablo:

-Bien putas, llego el momento de deshacernos de vosotras. Seréis subastadas como esclavas.

Maria empezó a protestar, la rubia se unió a ella y las chicas empezaron a llorar. Silvia por su parte sintió que se le hundía más el mundo, su mundo, pero permaneció callada.

-Silencio –prosiguió, su discurso el jefe- Mas os vale que hoy seáis compradas por algún asistente porque el destino de la que no sea vendida es de lo peor que puede ocurriros.  Os venderemos algún prostíbulo del puerto para trabajar de putas de los marineros que lleguen y sobre todo estará siempre disponible ya que allí no hay horarios.

Se miraron unas a otras, en las caras se veía reflejado el miedo.

-Por vuestro bien haced todo lo posible para que os compren.

Dirigiéndose a las chicas, les dijo:

-Vosotras dos componeros el maquillaje.

Con las lágrimas se les había corrido el rímel.

Al rato las llevaron a una nueva sala, más amplia, donde había varios sillones y mesas. Junto a una pared había un estrado donde las hicieron subir. Colgaban anillas y fueron atadas a ellas. En un extremo estaba Maria, luego iba la rubia tetona, a continuación las niñas y en la otra puntal pusieron a Silvia.

Al rato empezaron a llegar los compradores, eran unos 20 y al final llego una mujer de unos 35 años, delgada y no muy alta pero atractiva, pensó Silvia.

Había una barra de bar donde cada uno se sirvió lo que le apetecía beber.

Silvia se temía lo peor. Ella era con mucho la menos agraciada de las cinco mujeres que iban a ser vendidas. Alta, delgada y desgarbada. Las niñas siendo vírgenes seguro que tenían salida y de Maria y de la rubia pensó que también, pero ella….

Los asistentes fueron subiendo a la tarima y las fueron examinando especialmente los pechos, vulva y ano. La mujer asistente a la subasta dejo a Silvia para el final del su revisión. Aparte de fijarse en lo que todos, admiro su altura y fuertes piernas.

Cuando volvieron a sus asientos, el jefe se encaramo al tablao. Comenzó a hacer propaganda de la mercancía por la rubia, luego por Maria. No se entretuvo mucho con ellas.

Luego les toco el turno a las jovencitas. Alabó sus cuerpos.

-Puedo garantizar y ustedes pueden comprobar –dijo- que las dos son vírgenes tanto por delante como por atrás. Solo han sido usadas por la boca y algún contacto con sus compañeras aquí presentes.

De Silvia dijo, que aunque no era una belleza, tenía otras virtudes y que además todos sus orificios estaban abiertos. Al oírlo la joven sintió vergüenza.

Las primeras en salir a la venta fueron las chicas, alcanzaron un muy alto precio. Cerradas las operaciones fueron retiradas de la tarima y entregadas a sus compradores.

Luego fue la rubia tetona que también fue vendida a buen precio o eso le pareció a Silvia. Continúo Maria que fue adjudicada a un precio un poco más alto que la rubia.

Ya solo quedaba Silvia. Su precio de salida fue casi de la mitad que el de Maria y la rubia. Se sintió decepcionada, que poco valía, pensó.

Al principio nadie pujo por ella. Se temió lo peor. Oyó una voz que hizo una oferta y miro hacia allí. Observo que quien había pujado era uno de los secuestradores.

Luego otro hombre hizo una seña y subió el precio. De repente escucho una voz femenina que hizo una oferta que casi igualo el precio de la rubia. Nadie pujo más y fue vendida a aquella mujer.

Cuando la compradora recibió a su adquisición, lo primero que hizo fue ponerla una mordaza y enganchar una cadena al collar que llevaba. La saco del local y la hizo subir y entrar en una jaula en la parte trasera de un todo terreno con lunas tintadas.

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