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Sometido por un compañero

en Gays

Tenía veintitrés años y llevaba unos meses de aprendiz de pintor en una obra. La verdad era que no se daba nada bien el curro. Finalmente el encargado me mando con un compañero que sabía mucho a ver si hacia carrera de mí. Al principio todo iba bien, Pepe que así se llamaba  mi maestro, era un negro guineano de metro ochenta, de unos 35 años, bastante atlético, luego supe que iba al gym. 

Por la evolución de la situación económica, la empresa comenzó a realizar reformas, además de las obras de nueva construcción. A nosotros nos encargaban la pintura de estas reformas, ya que requerían un buen acabado y Pepe lo lograba.

Una de estas obras fue la instalación de una tienda de ropa para mujeres. Nosotros éramos los últimos que entrabamos, una vez que albañiles, fontaneros y demás fauna terminaba sus trabajos.

Cuando terminábamos de currar, si teníamos ocasión  nos solíamos duchar Un día me anticipe y fui a ducharme cuando aun mi compañero no había terminado y le vi en plena acción. Me sorprendió su cuerpo, magnifico cuerpo, el color negro brillante de su piel y sobre todo su pene. Siempre había oído comentar lo bien dotados que estaban los negros, pero Pepe parecía que no estaba, su pene era más grande que el mío pero no me pareció que fuera un súper dotado, aunque no sabía mucho del tema, mas allá de lo que había visto  en fotos y películas porno. No sé si sufrí una decepción o no.

Pasaron dos o tres días, yo casi me había olvidado del asunto. Una tarde, casi a la hora de terminar, estaba subido en una escalera cuando Pepe comenzó a tocarme el culo. Lo hizo sin ningún disimulo, me estaba magreado en toda regla. No supe o no pude reaccionar, pero la que si supo cómo reaccionar fue mi polla que se puso dura.

Pepe seguía magreándome el culo, luego paso una mano hacia delante, tocándome  el pene por encima del pantalón.

-Lo sabía –le oí decir-

Inmediatamente metió su mano y comenzó a masturbarme. Al poco rato me bajo el pantalón y el slip. Siguió con los tocamientos. Mi polla estaba dura, muy dura y yo cada vez másexcitado. De pronto se paró.

-¿Quieres que siga? –me preguntó-

-Si –respondí-

-Pídelo, di que quieres que te pajee.

-Sigue con la paja-conteste-

Bajo su mano a mis testículos y mientras que los apretaba ligeramente me dijo:

-Así no se piden las cosas

Como no respondí, hizo más presión sobre mis huevos, ante el dolor opte por complacerle.

-Por favor, Pepe, mastúrbame, no me dejes así.

-Eso está mejor.

Prosiguió con la tarea hasta que me corrí. Luego como si no hubiera pasado nada, terminamos el trabajo hasta que nos fuimos.

Esa noche me masturbe dos veces recordando lo ocurrido.

A la mañana siguiente estaba nervioso, no sabía cómo actuar ante Pepe pero él mismo medio la pauta, no hizo ningún comentario al respecto, yo tampoco lo hice.

Pasaron cuatro días sin novedades. Yo estaba deseoso de que volviera a suceder algo parecido pero no ocurrió nada. Esa tarde me decidí y cuando mi compañero estaba duchándose, me acerque a la puerta y me quede mirándole.

Cuando me vio, se sonrió.

-¿Qué quieres? –me pregunto-

-Más –no sé cómo fui capaz de contestar eso-

-Más ¿Qué?

-Más de lo del otro día –dije-

-¿Quieres que te masturbe?

-Sí, deseo que me masturbes, Pepe.

-Mira lo del otro día fue un regalo, si quieres mas tendrás que ganártelo –me contesto, mientras que cerraba el grifo y comenzaba a tocarse la polla.

Entendí lo que pretendía. Me acerque y cogí su pene. Era la primera vez que tenía una polla en la mano que no era la mía.

Comencé a meneársela y comenzó a crecer. Enseguida se puso dura como una roca y creció bien, tendría 18 ó 20 centímetros de carne palpitante.

Seguí masturbándole, de vez en cuando le miraba la cara y se le veía complacido.

Tardo un poco en correrse. Lo hizo en mi mano pero algo me salpico la cara.

Salió de la ducha y comenzó a vestirse. Me quede mirándole decepcionado. Una vez que estaba vestido me hablo.

-Mira –me dijo- hoy solo has empezado a ganarte que yo me ocupe de tu placer. Tienes que hacer mucho más para conseguirlo.

Se marcho dejándome con la polla dura y aun de rodillas. Me masturbe pensando en lo que había pasado y cada vez que recordaba lo que me dijo mas dura se me ponía.

Pasaron dos días en los que casi me mato haciéndome pajas. Al tercero no me contuve y cuando acabamos  de comer me acerque a Pepe y comencé a sobarle por encima el pantalón. Le mire y se sonreía con cara de lujuria.

El mismo se bajo los pantalones y cogí en mis manos aquella polla que tanto me ponía, sobre todo cuando crecía.

Le masturbe lentamente. Note como si su verga se pusiera más dura e intuí que se iba a correr.

Al momento me obligo a ponerme de rodillas mientras que seguía pajeandole. Poco después se retiro un poco y el mismo se dio unos toques y recibí su semen en mi cara.

Me miro mientras que se subía los pantalones. No tenía que decir nada. Yo sabía que aun no había cumplido con lo que él pretendía, pero es que no lo sabía.

Aparte de decepcionado me sentía humillado por su silencio y por correrse en mi cara, aunque me había gustado.

Volvimos al trabajo. A media tarde no aguante más y le pregunte:

-Pepe dime lo que tengo que hacer porque parece que no acierto con lo que deseas.

-Piensa –me dijo- que si lo que me haces no es suficiente cual crees que el siguiente escalón.

Se fue a otra habitación dando por zanjado el asunto.

No había que ser muy listo para imaginar cual era el siguiente escalón ¿sería capaz de subirlo? Me dije que ni de coña, que eso no lo haría.

Pobre ingenuo. En cuanto entro en la ducha, me desnude y me metí con Pepe. Le fui pajeando hasta que se empalmo. El agua caía sobre nuestros cuerpos.

Estaba decidido, pero me daba cosa.

-No lo pienses y hazlo –me dijo mi compañero-

Sonó como una orden y obedecí de inmediato. Me metí la polla en la boca. No tenía idea de lo que debía hacer, salvo lo que las chicas me hacían en ocasiones similares.

Pepe me ayudo un poco y me decía que lo hacía bien. Tardo un poco pero se corrió en mi boca. No saco la verga y me dijo que me lo tragara. No tuve opción. Me trague el lefazo.

Me puso de pie. Me acariciaba los muslos, las nalgas. Mi polla se puso dura rápidamente.

-Eres un putito –oí que decía- Vas a ser mi “hembra”.

Esas palabras me turbaron pero tuvieron un efecto descomunal.

Comenzó a masturbarme y con la otra mano seguía acariciando mis nalgas. Yo estaba como una moto. Excitado como nunca.

Pepe lo notaba. En un momento dado me metió un dedo en el ano y al mismo tiempo me beso en la boca. Sentí una mezcla de asco y de deseo. Mi libido estaba por las nubes.

Siguió con el dedo en mi culo y pajeandome. Cuando me corrí se me doblaron las piernas, menos mal que Pepe me tenia sujeto si no acabo en el suelo. Fue la mejor paja de mi vida.

-Vámonos que es tarde –me dijo-

Cuando salimos fuimos a tomar una cerveza pero no hablamos de lo sucedido, no era necesario. El sabía que yo era suyo y lo peor o quizás lo mejor, yo sabía que era de Pepe.

Paso un tiempo en que seguíamos con estos juegos. Casi todos los días le comía la polla. Cuando le parecía me masturbaba y yo creía llegar al séptimo cielo., mientras tanto me mataba a pajas.

Tenía la seguridad que me iba a dar por el culo. Eso me aterraba por todas las cosas que oían de lo que dolía las primeras veces. Comencé a buscar información por la red, leí muchas cosas. Llegue a la conclusión que lo mejor que podía hacer era ir preparando mi ano. Me compre lubrificante y  comencé a meterme dedos, primero uno y luego mas. Me resultaba placentero y me masturbaba cada vez que me dilataba.

Después de unos días pensé que debía pasar a otro nivel, ya que en cualquier momento Pepe me la iba a enchufar. Lo que más fácil me resulto encontrar por casa fueron las zanahorias, así que me penetraba con esos vegetales, aunque iba aumentando el grosor. Por precaución siempre llevaba lubrificante encima, por si acaso.

Un viernes cuando salíamos del trabajo me dijo que si tenía planes.

-Nada en especial –respondí-

-Quedamos para cenar y luego vamos a tomar una copa.

Evidentemente le dije que sí. Lo que esperaba desde hacía tiempo iba a suceder, por fin. Pase todo el rato empalmado, pero me contuve quería estar en plena forma para la noche.

Ya en casa me prepare. Tome una ducha, limpie mi recto como había visto que se decía en la red. No quería que nada me estropeara la perdida de virginidad anal.

La cena trascurrió normalmente, dos amigos cenando. Después fuimos a un pub a tomar algo y luego a otro. Me llamo la atención de que ninguno era de ambiente, pero conociendo a Pepe, se podía considerar como algo normal que lo fueran o no.

Luego fuimos a otro. Allí nos encontramos con dos amigos de mi amante. Uno blanco y otro negro. Al rato nos fuimos los cuatro. Por mi cabeza paso la idea de que al final esa noche no iba a ocurrir nada.

Llegamos a casa de Pepe. Un rayo de esperanza cayó sobre mí, pero desapareció rápidamente, cuando invito a los dos amigos a subir.

Mi compañero nos puso unas copas y comenzamos a hablar de cosas intrascendentes. No sé cómo fue pero al final solo hablaban de mí. Comencé a ruborizarme cuando Pepe dijo:

-No os podéis hacer idea de lo buen mamón que es.

Me molesto que lo dijera, pero al mismo tiempo me sentí satisfecho por el reconocimiento. Siguieron discutiendo sobre ese tema.

De pronto Pepe se saco la verga.

-Vamos a demostrar lo que he afirmado-me dijo- Chúpame la polla.

Estaba alucinando en colores, le mire como diciéndole que estaba loco.

-No me hagas repetirlo, puto.

Ante esa afirmación me lance sobre su verga y me la metí en la boca olvidándome  de los espectadores y me esmere en hacerle la mejor mamada de mi vida.

Se corrió en mi boca y me trague la lefada, como siempre.

-Ahora vas a complacer a mis amigos –me dijo-

Cuando les mire tenían las pollas en la mano y duras. El negro la tenía más larga que Pepe, pero más fina. La del blanco era corta, pero muy gruesa y con unas venas bien marcadas.

Empecé con el blanco ya que estaba más cerca y al otro le masturbaba al mismo tiempo. Mi boca fue alternando de una verga a otra. La verdad es que me puso muy cachondo el hacerlo. Pepe por su parte me bajo los pantalones lo que pudo y me masturbaba.

Los dos hombres suspiraban ruidosamente. Primero se corrió el blanco, pero lo que me dejo anonadado fueron los gritos de placer que emitió el negro al llenarme la boca de semen. En ese momento Pepe dejo de pajearme, lo que me fastidio mucho ya que estaba a punto de correrme.

-Es bueno el putito –dijo el negro-

-Ya os lo dije –contesto Pepe-

-Estoy de acuerdo –repuso el blanco-

-Bueno –prosiguió mi compañero- Le voy a desvirgar el culo delante vuestro. Espero que me ayudéis.

Me sorprendió el anuncio. El momento temido pero también deseado había llegado. No era lo que yo había imaginado, pero Pepe era el que mandaba.

Me puso de rodillas en el sofá. La cabeza en el respaldo y con las nalgas hacia fuera.

El blanco se me acerco y comenzó a meterme un dedo en el ano. Menos mal que me había ido dilatado previamente. Luego me lamio el culo. Era la primera vez que me lo hacían y creí morir de placer. Estaba como una moto. Sentía su lengua como entraba y salía de mi ano, jugando con el esfínter. Me trabajo un buen rato, mientras tanto el negro no dejaba de sobar mi escroto y verga. Vi como el negro comía a Pepe, bueno lo que estaba haciendo era mojándole la polla.

Cuando se retiro de mi ano oí que decía:

-Bien rico y cerradito como me gustan a mí.

Pepe separo con mis manos las nalgas.

-Abre todo lo que puedas, relájate y así entrara mejor.

Sentí como apoyaba la punta de su pene en mi ano. Empujaba un poco y paraba. Cada centímetro que avanzaba me dolía, pero paraba y volvía a apretar. Quería que me la sacara pero al momento deseaba que siguiera entrado en mis entrañas. Tenía sentimientos contradictorios. Evidentemente no dije nada, pero si me quejaba entres suspiros.

Cada vez me sentía más lleno. De pronto sentí que Pepe chocaba con mi culo. Lo dijo pero hacía falta, yo sabía que su polla estaba totalmente dentro.

Me follo lentamente. Bien asido a mis caderas, entraba hasta el fondo y luego salía casi hasta sacar la cabeza y otra vez para adentro.

Fue aumentando el ritmo. El blanco se tumbo en el sofá y comenzó a chuparme el pene y los huevos.

Pepe me giró un poco para que pudiera llegar mi boca a la polla que me ofrecía el negro.

Mi compañero seguía fallándome cada vez con más ímpetu y velocidad. Al cabo de un rato sentí algo caliente en mis entrañas, se estaba corriendo. Yo seguía con mis tareas con sus amigos.

Cuando termino de correrse, se intercambio con el negro, me metió la polla en la boca. Tenía un sabor raro a su leche y a mi culo. Note como mi pene se puso más duro.

El amigo negro me separo las nalgas y me penetro de un solo golpe. Como dije la tenía algo fina pero larga, la sentí bien a fono.

Poco después me corrí en la boca del blanco. Fue genial el orgasmo con una polla en la boca y otra en mi culo.

El negro me bombeo a tono, me resulto agradable ya que no sentía ninguna molestia. Se corrió dentro de mi culo y al notarlo mi polla que estaba a medio gas se puso dura de nuevo. Yo seguía comiéndole la verga a Pepe.

El negro se separo y ocupo su lugar el amigo blanco. Le costó algo de trabajo metérmela ya que la tiene bastante gruesa, debo decir que en algún momento me dolió. El negro se ocupo de comerla de nuevo.

Note como a cada embestida mi ano se abría mas hasta que se trago todo ese pollón gordo sin problemas.

En cuanto note el lefazo en mi culo, volví a correrme en la boca del oro amigo. Pepe lo hizo poco después.

Quede derrengado en el sillón, pero feliz y satisfecho de mi primera enculada.

Hoy en día soy el putito sumiso de Pepe, obedeciéndole en todo  lo que me manda.

Como me conoce y no se fia mucho me ha puesto una funda de castidad que impide que me masturbe sin su permiso y que si tengo una erección me resulta dolorosa ya que es algo pequeño.

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