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La escuela (4) la fiesta

en Dominación

Me desperté con el ruido al abrirse la puerta de la celda. Otra ventaja de dormir allí es que no te despertaban con la manguera de agua fría.

Los siguientes días transcurrieron  con la rutina habitual. La única novedad fue que todos los días era usada sexualmente por cualquiera de mis tres agujeros.

Había una cosa que me llamaba la atención y era que en casi una semana que llevaba en la escuela ninguna noche había sido requerida por los guardianes. No sabía si eran órdenes por mi condición o simplemente que pasaban de mí.

El domingo por la tarde se rompió la rutina, después de una sesión más larga de carrera y de ejercicios físicos  fuimos informadas que por la noche habría una fiesta y que éramos las invitadas especiales. Supuse lo que nos esperaba.

Nos pusieron un enema a todas. Luego nos metieron dentro de la casa y guiados por tres instructores, entre ellos la mujer que martirizo mis pechos, nos llevaron a una estancia desconocida para nosotras. Era una larga fila de duchas donde pudimos lavarnos y asearnos adecuadamente, por fin.

Nos condujeron a otra estancia donde había varios espejos.

-Disponéis de todo lo necesario para peinaros y maquillaros –dijo la guardiana- Hacerlo de forma discreta. Rimel, sombra de ojos, pinta labios y de uñas.

Hizo una pausa y nos miro a todas.

-Os revisare –prosiguió- y a la que tenga que corregir se quedara sin fiesta y pasara la noche colgada o en el potro. Tenéis media hora para hacerlo.

Yo elegí una sombra en azul claro que me gustaba mucho el color. Para los labios y las uñas use un tono rosa pastel.

Para el pelo, dadas las pésimas condiciones en que lo tenía, tome el camino fácil y me hice una cola de cabello.

Pasado el tiempo concedido nos fue llamando por orden numérico. La nueve y la veinte fueron echadas atrás, los guardianes se las llevaron.

Cuando me toco a mí, me miro de arriba abajo como hizo con todas pero creí ver una pequeña sonrisa en su cara. Me dio el visto bueno y me dijo en un susurro:

-Sabía que ibas a estar así de sencilla y de guapa.

Me dio una palmada en el culo a modo de despedida.

En una sala adjunta nos pusieron en fila. Eligieron cuatro chicas de la misma estatura y se las llevaron. Poco después mi “amiga”, la instructora, selecciono a otra joven y a mí e hizo que las siguiéramos.

Entramos en un amplio salón, lo que vi me dejo pasmada. Las cuatro compañeras estaban de rodillas sobre dos tarimas, es decir, dos en cada tarima y sobre sus espaldas sostenían un especie de placa de metacrilato trasparente. Ellas eran las patas de dos mesas que estaban llenando con platos de comida.

A mi colega y a mí nos tumbaron sobre unas mesas similares, mirando al techo.

-No os mováis –fue la orden que recibimos-

Llegaron el resto de chicas. Les señalaron donde estaba la cocina y les informaron que su misión consistía en llevar bandejas con canapés y bebidas para los invitados.

Aprecio el director que son su voz grave anuncio:

-Ya habéis sido instruidas de vuestra misión en la fiesta pero además de eso estaréis a disposición de los asistentes para lo que ellos quieran. Salvo las seis que están de “mesas”, mientras que sigan siendo mesas.

Hizo una pausa, como tomando aire.

-Lo pasaremos bien incluidas vosotras, pero claro depende de vuestro comportamiento. Hoy tenéis autorización para pedir permiso para hablar a la persona con la que estéis. Recordar que también debéis solicitar el permiso para correros. Cualquier queja sobre alguna de vosotras será castigada severamente.

Dirigió una mirada, nos conto.

-Veo que faltan dos –comento-

Uno de los hombres le contesto.

-Sr. Director, ellas no esteban adecuadamente maquilladas.

-¿Cómo han sido corregidas?

Se tomaba muy en serio su papel de director de escuela, aunque su finalidad era meternos miedo.

-Sí, han sido colgadas por los tobillos, boca abajo. Luego ha recibido cada una cincuenta latigazos con el látigo de bolas de plomo y siguen colgadas.

-Un principio de correctivo bueno, pero creo que deberían colgarlas de las muñecas, ya saben que no se debe abusar de colgar por los tobillos.

Inmediatamente un hombre salió de la estancia, supongo que a cumplir la sugerencia del director.

Al poco entro la mujer que ejercía de portera.

-Han llegado los primeros invitados –anuncio-

El director y la mayoría de los instructores salieron.

La instructora se llevo a dos jóvenes a la cocina. Salieron con sendas bandejas y se aproximaron a mí.

Comenzó a poner pequeños trozos de comida sobre mi cuerpo, de hecho, por lo que vi, se podían comer de un bocado. Solo mis brazos se salvaron de tener comida. Luego repitió la operación con la otra chica.

Se dirigió a las dos “camareras” y le dijo:

-Vosotras os ocupares de reponer lo consumido. Que sus cuerpos estén llenos de comida.

¿Qué mente retorcida se le habría ocurrido aquello?, pensé. Unas chicas de mesa y otras de bandejas humanas. Yo estaría loca por meterme en esto pero había gente que me ganaba.

Comenzó la fiesta. Había varios invitados entre ellos algunas mujeres, también estaban el director y los instructores.

Hicieron corrillos, hablando entre ellos y se acercaban a la mesa o las bandejas a coger algo de comer. Mis compañeras, como siempre desnudas, pasaban con las bebidas y otras viandas.

La comida depositada en mi cuerpo fue cogida directamente por la boca de los comensales. Sentía su lengua en mi piel mientras operaban para casi succionar los bocados. No sé si fue por esto o por la situación me fui excitando y al final estaba como una moto.

Cuando los invitados se fueron saciando, unos se sentaron y algunas de las chicas se pusieron de rodillas delante de ellos y usadas como reposapiés.

-Queridos amigos –oí que decía el director-ha llegado el momento de brindar.

Se abrió la puerta de la cocina y entraron a la sala mis dos compañeras que habían sido castigadas por el maquillaje.

Andaban a cuatro patas, como perras, llevaban un collar de perro y una correa que dirigía uno de los instructores. Sus caras reflejaban sufrimiento, el castigo anunciado por el directo debió de ser muy duro. Me quede mirándolas, yo seguía con algunos restos de comida en mi cuerpo.

Alucine cuando vi que llevaban insertadas una botella de champagne en el ano, pero por la parte ancha, solo asomaba el cuello, donde va el tapón. Seguro que lo pasaron mal, muy mal hasta que entraron las botellas en tan estrecha “cubitera”.

Resonó un aplauso de los asistentes y el director fue felicitado por tan genial idea.

Descorcharon el champagne y las jóvenes debían levantar el culo e inclinarse para ir llenando las copas. Las botellas vacías eran cambiadas por otras llenas.

Poco a poco fue comenzando la verdadera fiesta.  Pusieron a dos alumnas a hacer un “numerito” lésbico para caldear el ambiente.

Luego los invitados y los instructores fueron usando a las mujeres como mejor les apetecía. Por lo que puede ver se utilizaron fustas, látigos, palas incluso correas. El aire se cargo de mucho sexo, y la verdad lo hubo.

Mi compañera y yo, las bandejas humanas, seguíamos con comida en nuestros cuerpos y nadie se acerco a usarnos, de lo que me alegre.

Prosigo la fiesta. Para hacer un descanso y dar tiempo a que se recuperaran los asistentes, procedieron a quitar las botellas de champagne de los anos de las dos pobres castigadas.

Todo el mundo, incluso las alumnas,  fue invitado a castigar a las dos pobre desgraciadas. Se ensañaron con ellas. Verlo fue duro y no fui capaz de imaginar cómo debían sentirse. Pidieron clemencia, rompiendo la norma del silencio, no les hicieron caso y siguieron con saña. Al final estaban en el suelo, gimiendo y soportando golpes hasta que se fueron casando y se buscaron entretenimientos más placenteros.

La instructora y un compañero se acercaron  a donde estábamos las bandejas, iban desnudos.

-Ya nadie va a comer –dijo- es hora de os unáis a la fiesta.

Pasando el brazo por los cuerpos nos quitaron los restos de comida. Sonreí al pensar en que “mi” instructora se iba a ocupar de la numero veinticinco.

Me desilusione cuando una gruesa verga se apoyo en mis labios. Era el otro instructor que hizo que se la chupara. Al estar yo tumbada me fue entrando cada vez más a fondo, bueno, con la ayuda del tipo, notaba que casi me llegaba a la garganta. Me follo la boca.

Observe como mi compañera se ocupaba del coño de la jefa. Sentí deseos de pegarla y envidia. Me pregunte si me estaría enamorando de ella, deseche la idea, Me gustaba que me usara porque me dejaba correrme.

Al cabo de un rato, me separo las piernas y la clavó en mi sexo y digo clavó por qué fue de un solo golpe que me la metió. Me dolió pero menos mal que estaba muy mojada.

Me penetraba con fuerza y a fondo. Rápidamente estaba a punto de caramelo pero como ya había aprendido a controlarme aguante, no quería pedir ya permiso para correrme, descubrí que si me contenía el orgasmo era más fuerte.

Estaba yo con estas disquisiciones cuando me acariciaron el pelo, mire y vi que era ella, la instructora. A mi compañera se la estaba follando uno de los invitados y otro se acerco a su boca.

Se puso sobre mi cara. Tenía acceso a su sexo y a su culo. Los lamí y chupaba con frenesí.

No podía pedir permiso para terminar. Llego un momento que no pude controlar más y comencé a correrme. Ella se dio cuenta de que tenía como pequeñas convulsiones por lo que se echo encima de mío. Poco después el tipo se vació dentro de mi vagina y se marcho.

Sara, que así se llamaba la custodia, se bajo de mi cara. Le di las gracias.

-Calla perra –dijo- me debes una.

Me agarro del pelo y fuimos a uno de los sillones que estaba libre. Se sentó, se abrió de piernas y señalándose la vagina dijo:

-Recompénsame por disimular tu orgasmo.

Comencé besándole los muslos, el monte de venus y con mis dedos juagando con los labios vaginales. Suspiraba.

Luego la metí un dedo y con la punta de la lengua jugué con el clítoris. Me asombraba de hacer estas cosas que desconocía hasta unos pocos días. Mis compañeras eran buenas profesoras.

Seguí comiéndola el clítoris y fallándola con dos dedos. Gemía, bueno eran como berridos de un animal en celo. Se corrió en mi boca. Me pare y la mire a los ojos.

-Sigue lamiendo hasta que yo te diga –me ordeno-

Proseguí con el “trabajo”, poco después uno de los invitados me penetro la vagina. Quería protestar por romper el momento íntimo con Sara, pero no podía, tenía la boca ocupada y además no era apropiado.

El tipo iba alternando la penetración vaginal con otra anal. Me puso a más de 1000.

La instructora volvió a correrse y apretó mi cabeza contra su coño. Me deleite con sus flujos, eran deliciosos.

Yo también me vine y el hombre termino corriéndose en mi culo.

Poco después se terminó la fiesta y fuimos llevadas a las jaulas.

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