MIS VECINOS (3)

Durante un par de días no le mande ningún correo. Quería que estuviera pendiente, tensa y ansiosa. Incluso no iba a casa hasta después de la hora de que llegara Carlos. Uno de esos días hice un descubrimiento sorpréndete que me aclaro algunas cosas sobre el soplagaitas.

El jueves por la mañana la llame por teléfono.

-Dime Julio –fue su respuesta-

-Quiero que vayas al baño de la oficina y que te masturbes.

-¿Ahora?

-Sí y grábate un video con el móvil. Quiero ver como empiezas y tu coño mojado cuando te corras.

-No puedo ahora, tengo una reunión dentro de nada.

-En 15 minutos quiero el video –y colgué sin darle tiempo a replicar-

A los 12 minutos recibí el aviso de llegada de mensaje. Lo abrí inmediatamente. La calidad era pésima, pero  vi como estaba en el aseo, se levantaba la falda y comenzaba a masturbarse. Había un corte y seguía supongo que hacia la mitad metiéndose dos dedos y con otro tocándose el clítoris. Después de otro corte me ofrecía  el final, la intensidad frenética de sus dedos fallándose y sus flujos colgado de los mismos. Lo último era una imagen enviándome un beso.

Ese mismo día, una media hora antes de que llegara su marido, le enviéun whatsapp para que viniera a mi casa, desnuda.

A los pocos segundos oí como entraba, ya que había dejado la puerta abierta. Llegó al salón. Estaba colorada, eso de venir desnuda le daba vergüenza y cierto temor aunque en el rellano no vivía nadie más

Yo estaba sentado en el sofá con la polla fuera del pantalón pero flácida.

Le hice señas para que se acercara.

-Chúpame la verga.

Se arrodillo y comenzó a lamerla, pasando la lengua por toda su extensión. Mi verga fue poniéndose dura poco a poco, luego se la metió en la boca y comenzó a succionar como le había enseñado. Se ayudaba con la mano.

-La mano a mis huevos –le dije- para la polla usa solo la boca.

Obedeció sumisa. Paloma tenía un gran potencial e iba a sacárselo con el tiempo.

Iba un poco rápida, supongo por la hora.

-Más despacio –le dije-

Me miro con ojos de súplica, sabía que estaba preocupada. No la hice ningún caso. Prosiguió con su trabajo. Me succionaba bien, me gustaba como lo hacía.

Llego el momento de correrme. Como llevaba casi tres días sin vaciar mis testículo iba a recibir una buena cantidad de semen. Sujete su cabeza y me vacié en su boca, trato de separarse cuando se le lleno e intento separarse pero se lo impedí. No le quedo más remedio que tragarse mi corrida.

Cuando terminamos me dijo:

-Podías haberme avisado, joder.

Le di un bofetón, me miro con ojos llorosos.

-Eso por decir tacos.

La incorpore, le di un beso en la mejilla y le pregunte:

-¿Te has masturbado estos días?

-Claro Julio, voy como una moto y cada vez que rememoro lo que hacemos me pongo más.

-Desde este momento no lo hagas más de una vez al día salvo que yo te lo mande.

-Que sepas que me va a ser difícil cumplir.

-Si me entero de que no obedeces ya sabes……

-Me castigaras.

-Exacto, vete para casa que no tardará en llegar tu marido.

A primera hora del día siguiente le puse un whatsapp que decía:

“Cuando llegues a casa desnúdate y espérame que voy a follarte el culo”

Al poco recibí su contestación:

“No me hagas eso, es asqueroso y dicen que duele mucho”

A lo que conteste:

“¿De quién eres y que eres?”

“Tuya y tu perra”

“Con mi perra hago lo que quiero”

“Cabrón”

Di por finalizado el intercambio de mensajes. Me estaba gustando que me llamara cabrón, no era un insulto.

A las 13:30 entraba en el garaje de casa, en el trabajo había dicho que no me encontraba bien.

Toque el timbre de la casa de Paloma. Note como miraba por la mirilla e inmediatamente abrió la puerta. Estaba desnuda.

-Así es como me gusta que mi perra me reciba –le dije, dándole un beso-

Entramos y fuimos al dormitorio, por el camino me pregunto:

-¿Qué puedo hacer para quitarte la idea de follarme el culo?

-Nada.

-Lo imaginaba, pero tenía que intentarlo.

Ya en el dormitorio pase la mano por los labios de su coño, estaba empapada.

-Por lo mojada que estas has pasado toda la mañana pensando en lo que te voy hacer.

-Dalo por seguro, Julio.

La bese y acaricie el pelo.

-No tengas miedo, las primeras veces te dolerá un poco hasta que tu esfínter se acostumbre pero gozaras.

-El miedo es libre –contesto-

-Hazme caso y todo irá bien, relájate, no aprietes el culo porque eso hará más difícil que te lo abra.

-Tengo miedo, Julio. Pero me mojo solo con pensarlo.

-Es normal ante algo nuevo y de lo que has oído cosas malas.

Le enseñe bote de lubrificante y le explique para que servía.

-Si realmente es insoportable y no puedes aguantarlo, me lo dices, pero recuerda que un mal trago al principio  hará un final feliz.

Nos tumbamos en la cama. Comencé a besarla y acariciarla, como si fuéramos a hacer el amor de la forma tradicional. Quería que estuviera lo más tranquila y excitada posible, no deseaba hacerla daño sin necesidad.

Mis dedos fueron a su clítoris y su coño. Eso la excito más aun. Con un dedo bien mojado en su flujo comencé a metérselo por el ano virginal. Paloma ya gemía. Era una mujer caliente y con facilidad se excitaba mucho.

Volví a mojarlo y a meterlo en su culo. En la tercera vez que le metía un dedo, comencé a meterle otro. Cuando lo sintió note que daba un pequeño respingo. Pero se dejaba hacer sin oponer resistencia.

Cuando los saque me pregunto:

-Tu perra quiere chuparte la polla, ¿puedo?

Le dije que sí, ya que pensé que mejor se tranquilizara aun más.

Se tragó mi verga de forma delicada y de la misma forma me la mamo. Yo seguí mojando mis dedos en su coño y metiéndolos en su ano.

Al rato dejo de hacerlo.

-No sé el motivo, pero me gusta chuparte la polla –me dijo-

La sonreí.

La pared donde estaba la cama tenía un mural de espejo que me permitiría ver su cara, así que la puse a cuatro patas mirando hacia el espejo.

Lo primero que hice fue lamerle el ano, mojándoselo con saliva y metiendo la lengua. Inmediatamente comenzó a gemir. Le estaba gustando.

Luego se la metí en la vagina, fallándola despacio. Al mismo tiempo comencé a ponerle lubrificante en el ano y metiendo todo lo que podía los dedos.

Estaba ya cerca del orgasmo cuando saque mi verga y la apoye en el ano de Paloma.

-Venga desvirga el ano de tu perra –me dijo-

Me puso mucho oírle decir eso. Comencé a introducir la polla, poco a poco, centímetro a centímetro. Metía un poco y paraba, incluso sacaba un poco. Oía como respiraba, pausadamente, de vez en cuando suspiraba. La veía en el espejo. De vez en cuando hacia gesto de dolor y daba algún grito ahogado.

Para animarla le dije que ya la tenía casi toda dentro. Seguí entrando despacio un poco más.

Di un golpe de riñones para terminar de metérsela entera. Por su expresión deduje que la había dolido pero no dijo nada. Comencé a moverme lentamente sin sacar mucha verga.

-¿Sientes mis huevos en tu culo?

-Si –dijo lacónicamente-

Según metía y sacaba fui notando como su recto se acomodaba al grosor de mi verga. De vez en cuando le daba azotes en las nalgas. También apretaba sus tetas. Poco a poco se fue poniendo de nuevo y la expresión de su cara fue cambiando.

Aumente el ritmo y la perra comenzó a gemir. Yo le metía los dedos en el coño y trabajaba su clítoris. Considero que una mujer, cuando es enculada por primera vez, tiene que gozar de un orgasmo.

Aguante lo que puede y me corrí en su culo. Seguí follándola hasta que ella también llego.

-Límpiame la polla –le ordene en cuanto se recuperó un poco.

Inmediatamente lo hizo, no dudo a pesar de que mi verga tenía alguna suciedad.

Nos quedamos tumbados en la cama, se apretujo contra mí y me abrazo.

-¿Estas contento? –me pregunto-

-Claro, eres una sumisa obediente –la respondí-

-Creo que sí, me gusta que me mandes, pero obedecerte me pone a mil.

-El soplagaitas no te merece, Paloma.

-Lo sé, bueno estoy descubriéndolo. El cornudo está recibiendo lo que se ha ganado en todos estos años.

-Descansemos un poco antes de comer.

Al final nos quedamos dormidos un rato.

Me desperté con una agradable sensación en mis partes bajas, rápidamente me di cuenta, Paloma m estaba lamiendo la verga.

-¿Qué haces?

-Tu perra tiene hambre y no había otra cosa más a mano.

-Es la segunda vez que hoy te refieres a ti como mi perra –le dije-

-Será que lo he asumido, además cuando me llamas así me gusta, no dejes nunca de hacerlo.

Termino de hacerme la mamada y fuimos a la cocina a picar alguna cosa.

oo0oo

Como ya he comentado en otra entrega por pura casualidad descubrí el lado oscuro de Carlos por lo que algunos días los dedique a seguirle cuando salía del trabajo y cuando iba a correr. Lo que hacía en esos ratos me iba a facilitar mucho las ideas que tenía en la cabeza.