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De pablo a paula (3)

en Transexuales

Comenzó el nuevo curso. Yo seguí con el plan que había trazo de  cuidados de la piel y tomar unas pocas hormonas Comenzaron a crecer mis pechos, bueno incipientes pechos, lo suficiente para usar sujetador y marcar algo de canalillo pero totalmente insuficiente, pero eso ya lo arreglaría más adelante. Con el dinero ahorrado me hice una depilación laser.

Las relaciones con Octavio se intensificaron ya que deseaba tener el ano abierto para no tener problemas y encima me lo pasaba bien.

Seguía yendo por la tienda casi siempre me regalaba alguna prenda o vestido. Me lo ganaba, no penséis mal, no solo por el sexo sino que me utilizaba de modelo junto a Carmen, que era la dependienta que tenia, ya que nos hacia probar la ropa cuando venia la nueva temporada.

No se puede decir que me hiciera amiga de Carmen, pero si cogimos mucha confianza. Ella sabía perfectamente lo que yo era y que estaba liada con Octavio.

Al principio, cuando hacíamos los “desfiles”, cada una usaba un probador, con el tiempo la mayoría de las veces usábamos el mismo. Así comprobé que tenía un bonito cuerpo veinteañero, no era exuberante, pero si linda de verdad.

Más de una vez debí volverme para que no viera como se ponía de dura la polla al verla desnuda. Estaba claro que yo era bisexual. Me encantaba vestirme y comportarme como una chica y los polvos con Octavio eran geniales pero Carmen también me ponía. Más de una vez me masturbe pensando en ella.

Un día me acerque por la tienda a ver a mi amante, pero me dijo Carmen que le habían llamado y que se había tenido que ir.

-¿Por qué no te esperas? –Me dijo la joven- es casi la hora de cerrar y podíamos tomar algo.

Como no tenía otra cosa que hacer le dije que sí.

Salimos y fuimos a un bar del propio centro comercial. Nos sentamos en una mesa del fondo y pedimos unos refrescos. Hablamos mucho rato, de “trapitos”, de Octavio y otras cosas.

Me conto que al poco tiempo de estar trabajando, mi amante se le insinuó, que le dijo que no y nunca más había intentado nada.

-Eso sí, lo hizo de forma elegante y nada brusca.

-Eso no lo dudo –respondí-

Así fue pasando el tiempo, cada vez me sentía más mujer. El siguiente verano quería hacerme un arreglo de pecho. Tome mucha confianza en mí misma y salía sin ningún problema, incluso a bares de travestis donde hice alguna amistad, al mismo tiempo mantenía mis relaciones con Octavio que era un experto amante y me hice amiga de Carmen.

Una noche me acerque a uno de los bares tenía ganas de marcha. Cuando llegue me encontré  con mi amiga Tania, pedimos una copa y nos fuimos a sentar en los taburetes de una mesa alta. Hablamos un rato de nuestras cosas, la verdad es que mi amiga me había orientando mucho en todo este mundillo.

Luego dimos un vistazo por el local, viendo la gente. Había bastantes tíos con la idea de ligar a una travesti o pagar por sus servicios.

Me fije un chico de unos 20 años que estaba en la barra, solo. Le había visto en otras ocasiones y la verdad era que se tomaba sus copas y no se metía con nadie. Mi amiga se dio cuenta y me dijo que llevaba todo el rato mirándome, ya que ella le había hecho señas y no le respondió.

-Está por ti, Paula.

-Que va, lo que pasa es que se le ve tímido.

-No, si le llamas viene y si le invitas a follar imagínate lo que dirá. Dile que venga, anda, -insistió- al menos nos echaremos un rato.

No sé porque lo hice, pero le hice señas de que se acercara. No tardo ni un minuto en venir. Venia todo colorado, la verdad parecía muy vergonzoso. Se quedo de pie junto a nosotras ya que no había sillas libres.

Tras las presentaciones y un tiempo hablando de generalidades Tania le pregunto:

-¿Te gusta Paula?

-Si –respondió en voz baja y poniéndose rojo-

-¿Quieres montártelo con ella?

-Tania por favor –tercie yo-

-Deja que responda.

-Pues claro que quisiera, es divina.

-¿Por qué no vas a por unas copas? –dijo mi amiga-

-Este tío esta por tus huesos, niña.

-Parece –respondí-

-¿Te lo quieres tirar?

-Por qué no.

-Le voy a poner a prueba y si te apetece te lo llevas.

-Estás loca –dije yo entre risas, pero cabreada ya que no me gustaba nada de lo que estaba pasando.

Volvió con las copas.

-A ver chaval –dijo Tania- ¿Qué harías por esta diosa que quizás se apiade de ti?

-No se –balbuceo- Cualquier cosa.

-Para que veas lo que le gusta y que ella sepa si la mereces –prosigo- Te vas a meter debajo de la mesa y le vas a mamar la polla.

-Tania estás loca.

No había terminado de decir estas palabras cuando el chico estaba arrodillado debajo de la mesa  y con sus manos trataba de llegar a mi sexo. Mientras tanto mi amiga por señas me indico que no dijera nada y le dejara. Pues eso hice.

Era una situación muy morbosa. Un tío chupándome la polla en un local lleno de gente, en el que no era primera vez que ocurría algo así, yo lo vi en varias ocasiones.

No lo hacía mal, pero se notaba que no tenía mucha práctica en hacer felaciones pero consiguió ponerme a punto de caramelo. Le agarre del pelo y dije:

-Para y sal de la mesa.

Me compuse como pude y le mande a por otras copas para poder hablar con Tania.

-Joder, me ha puesto muy a punto.

-Si no le has dejado terminar es porque te lo quieres llevar, viciosa.

-Pues sí pero no hoy.

Cuando vino Carlos, que así se llamaba el chaval nos tomamos las copas y le dije:

-Vas a volver a meterte debajo de la mesa y seguirás con lo de antes, pero hazlo mejor.

Se puso colorado, pero no dudo en obedecer. Note como se esforzó  en hacerlo mejor. Me lamia la punta y con la lengua recorría mi polla, cuando llegaba a los huevos se los metía en la boca. Hacia el recorrido al revés y luego se la metia en la boca y mamaba con dedicación.

No tardo mucho en ponerme a punto de caramelo. Me controlo lo que puede para aguantar, cuando no pude más,  me corrí en su boca. Carlos siguió lamiendo, creía que moría con el orgasmo. Le acaricie como pude el pelo. Cuando dejo de lamer, le tire un poco para que asomara la cabeza.

-¿Has limpiado la verga? –le pregunte-

No dijo nada, volvió a su posición y comenzó a limpiarme la polla.

-Cuando termines incorpórate –le dije-

Así lo hizo. Estaba rojo, yo creo que mas de vergüenza que de otra cosa, pero tenía una sonrisa.

-Te puedes marchar –le indique- si quieres mas ya nos veremos otro día.

Me pareció ver una mueca de decepción pero no dijo nada y se marcho.

-Eres mala –comento Tania-

-Que se lo gane.

-Es un pasivo y seguramente sumiso, vas a tener un culito a tu disposición –dijo riéndose mi amiga-

-Ya veremos.

El viernes de esa semana me llamo Carmen por si quería ir a buscarla y tomar algo con ella cuando cerrarse la tienda, quede con ella.

Tomamos un refresco y se hizo algo tarde. Fuimos a un restaurante de comida rápida y comimos una pizza. Me ofrecí a llevarla a su casa.

Estábamos en el coche, aun en el aparcamiento del centro comercial, hablando. Hablando de nosotras, de Octavio, de sexo. En un momento dado sentí el impulso de besarla pero no quería que se asustara, así que me fui aproximando lentamente a su cara. Cuando menos lo esperaba la plante un beso en los labios. No los abrió.

-No Paula –dijo, sin mucha convicción-

-Eres muy bella, me gustas mucho Carmen.

Le agarre el mentón y volví a besarla. Esta vez entre abrió un poco los labios, pero aun no se decidía.

-A mi no me gustan las mujeres, Paula.

Me encanto escuchar eso. Para ella, yo era una mujer, lo que deseaba fervientemente.

-Soy una mujer un tanto especial –le conteste-

-Ya, ya

Comenzó a decir, la bese de nuevo, esta vez me resulto fácil meter la lengua en su boca, pero ella no me besaba. Le acaricie los muslos, no retiro la mano. Llegue a sus braguitas y note que estaban algo húmedas.

-Por favor Paula, déjame.

Estaba decidida, aparte la tela y pase dos dedos por los labios vaginales que estaban mojados. Carmen no hizo nada por impedirlo salvo decir que no quería.

Saque la mano y le enseñe los dedos.

-Estos dedos mojados dicen que tu cuerpo reacciona a mis besos. Sabes que vas a ser mía, hoy u otro día. No luches más Carmen.

Se quedo mirándome y como si hubiese tomado una decisión o rendido, se abalanzo sobre mí y me beso apasionadamente. Por descontado que respondí al beso, le tocaba las piernas, ella hacía lo mismo.

Comencé a masturbarla lentamente mientras que la besaba y acariciaba sus pechos. Yo tenía la verga dura de verdad. Al rato la puse como en posición fetal en el asiento del auto, la subí la falda y aparte sus bragas. Su vagina chorreaba. Me saque la polla y sin más la penetre, con cuidado, comencé a bombearla. No tardo casi nada en  correrse, yo no ni lo intente ya que tenía otras ideas.

Cuando se recupero, se sentó y la bese con pasión. Luego por el cuello y las orejas, le dije en un susurro:

-¿Vamos a mi casa?

-Sí, mejor que en el coche –dijo con una sonrisa.

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