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La presa

en No Consentido

Hacía más de seis meses que Julia había sido sometida, azotada y violada por una desconocida. Ella que era una joven heterosexual, había gozado como nunca del sexo con su violadora. Ningún hombre le hizo alcanzar la intensidad de aquellos orgasmos, incluso cuando su ano virgen fue penetrado por aquella mujer.

Durante el tiempo trascurrido, Julia, trato de buscar a la cazadora, sabía que la había encontrado en un local de moda. Volvió muchas veces por el mismo sin verla, también anduvo por otros por si acaso la mujer cambiaba de territorio de caza. Todo fue inútil. Perdió la esperanza de encontrarla o de que la llamara, ya que se quedo con sus datos, número de teléfono, incluso de mail, pero no tuvo noticias de ella.

Empezó a frecuentar bares de ambiente para encontrar a otras mujeres pero las relaciones que consiguió, aunque calmaban algo sus deseos,  no fueron tan complacientes.

No sabía qué era lo que la excito tanto aquella noche. Si verse sometida, si estar a merced de lo que quiso hacerle la mujer, pero desesperadamente buscaba y buscaba a su “cazadora” ya que tenía la impresión de que no volvería a sentir lo mismo con otra persona.

Era viernes por la noche y había quedado con unas amigas para salir. Irían a cenar algo y luego al nuevo local de moda. Se arreglo el pelo, maquillo y se vistió con un vestido tan corto que casi dejaba ver sus nalgas.

La primera parte de la noche trascurrió sin novedades. Estando en el club, desde su mesa, se dedico a mirar por todas partes por si encontraba a alguien que le interesara aunque solo fuera para polvo rápido.

No encontró a nadie, estaba aburrida y decidió ir se a casa. Se despidió de sus amigas y salió a la calle dirigiéndose a su coche.

Abrió la puerta y cuando iba a montarse notó un pañuelo en su boca y mientras caía en el sopor del cloroformo pensó que la cazadora estaba allí.

ooOOoo

Comenzó a recuperarse. Tenía la boca seca. Poco a poco tomo conciencia. Estaba en una estancia completamente a oscuras. Estaba atada de forma peculiar. Colgada por su vientre, las manos y los tobillos estaban atados hacia atrás. Era incomodo.

Sus pezones y labios vaginales la tiraban. Pensó que tenía pinzas con pesos. La boca casi le dolía, tenia puesta una bola grande a modo de mordaza.

No se hacía idea del tiempo que llevaba así, era muy incomodo y la fastidiaba mucho las babas que caían de su boca, pero lo peor era el silencio y la oscuridad. Se sintió totalmente indefensa. Quería saber en manos de quien estaba. Deseaba y esperaba que fuera la primera mujer de su vida, estaba casi segura que era ella, pero la duda la hacía sufrir más que la incomodidad de la postura.

De repente recibió un golpe en sus muslos, con una vara o fusta. Dolió, pero por lo menos sabía que no estaba sola.

Recibió otros  cuatro o cinco golpes, un poco espaciados y cada uno más fuerte que el anterior. Quiso gritar pero la bola ahogaba su voz.

El tiempo trascurría lentamente, se sentía ahogada por la oscuridad y el silencio.

Al rato  vio un pequeño resplandor a su espalda acompañado con un pequeño ruido. La siguiente vez que lo oyó, sintió como un picotazo en sus nalgas, le siguieron muchos más, por sus muslos, culo y espalda. Cada vez más intensos. Le recordaba una descarga eléctrica, pero sin llegar a ser muy doloroso.

Volvieron el silencio y la oscuridad. El reloj parecía que se había parado. Esta segura que estaba en manos de ella, bueno era lo que deseaba, pero quería saberlo. Incomoda por la postura, tenía su vagina llena de fluidos.

La estancia se ilumino tenuemente, distinguió algunas formas. Noto como manipulaba la correa del bozal y le quitaba la bola. El alivio de su boca fue inmediato. No dijo nada.

-Veo que recuerdas que no debes hablar –oyó decir a su espalda-

Era su voz, era ella, pensó, por fin estoy en sus manos.

Julia siguió en silencio. Su cazadora aumento la luz de la estancia. Fue rodeándola mientras pasaba un dedo por su espalda. Sintió un escalofrío de placer. Estaba desnuda como ella.

-Has deseado que te cazara de nuevo.

La presa seguía callada. Más que una pregunta era una afirmación pero a pesar de ello Laura la dio una bofetada mientras que le decía que contestara.

-Si –dijo tímidamente-

-Si ¿Qué? No te oigo.

-Lo he deseado, cazadora –respondió-

Como respuesta recibió otra descarga.  Grito.

Laura se acerco poniéndole la vagina junto a su boca. Julia inmediatamente comenzó a lamer el coño tan generosamente ofrecido. Deseó tener las manos libres para apretar las nalgas de la cazadora y poder meter mejor la lengua.

Agarro la cabeza de Julia, la empujo contra su vagina, esto facilito que la presa lamiera con mayor facilidad. Lo hacía mejor que la otra vez. Ha practicado la zorra, se dijo.

Al rato se separo. Descolgó a la presa y le quito todas las cuerdas, ordenándola que se pusiera en pie.

Laura se pego a Julia, rodeándola, rozando cuerpo con cuerpo. La beso en la nuca. Noto el estremecimiento que había provocado en la presa.

Pasó los dedos por la vagina y se le mojaron.

-Estas chorreando, perra –le susurro en el oído-

No contesto. Estaba súper excitada. Cuando sus bocas se rozaron, Julia, aprovecho para dar a la cazadora un beso.

No se aparto, la dejo. Julia rodeo con sus brazos el cuerpo de su dueña.

Laura noto la pasión y el deseo que emanaba su presa.

La puso un collar en el cuello. La ordeno arrodillarse y engancho una cadena. La paseo por la estancia como si fuera una perra.

Se sentó y le dijo que le lamiera los pies, como hacen las perras con su ama.

No dudo en hacerlo. Luego la puso un comedero de perro con agua indicándole que bebiera y le dijo:

-Bebe siempre que puedas.

Julia, torpemente, comenzó a beber con su lengua. Le costaba trabajo. Pero se sentía bien viendo la cara satisfacción  de la cazadora, que de vez en cuando le palmeaba las nalgas, como si la animara a seguir bebiendo. Siguió lamiendo y besando los pies de Laura.

Cuando le pareció se acomodo y separo las piernas. La agarro del pelo y acerco su boca a su coño.

La perra comenzó inmediatamente a lamer los labios vaginales. Continúo con el clítoris, al tiempo que sus dedos iban penetrando en el interior.  La combinación surtió rápido efecto en la cazadora. Comenzó a suspirar y gemir. Y yo soy la perra, pensó Julia.

Laura se vació de flujos en la boca de su pieza de caza entre grandes gemidos. Una vez comenzó a recuperarse, le ordeno que limpiara los restos de jugos.

Hizo que bebiera de nuevo, apuro el bebedero y lo volvió a llenar para que continuara bebiendo.

Julia, de vez en cuando, besaba los pies de Laura. Se había dado cuenta que esto la gustaba, su cara la delataba.

Volvió a pasearla a cuatro patas. La puso de pie y ato sus manos a una barra vertical que había en el centro de la estancia. Enrollo la cadena. Julia quedo sujeta por el cuello y las manos a la barra.

Laura le susurro al oído:

-Me gusto tu beso, perra. Ahora vas a pagar por tu atrevimiento.

La joven no contesto, no esperaba un castigo, pero era lógica una reacción así  en la cazadora.

Cogió una fusta. La fue dando fustazos en la espalda, bajando a los muslos. Dosifico la intensidad ya que no quería que fuera excesivamente duro. La presa daba un brinco con cada golpe al tiempo que notaba como su vagina se iba humedeciendo cada vez más.

Se acerco y la trabo por el cuello apoyando la cabeza de Julia en su hombro. Sus dedos comenzaron a acariciar los pechos de la presa. Inmediatamente suspiro. Fue bajando por el vientre hasta que llego a su vagina. Se pringo los dedos con solo rozar los labios externos.

-Estás muy caliente –dijo-

Julia no contesto ya que Laura le tenía prohibido hablar.

-Estás muy caliente –repitió- Contesta perra. Seguía masturbándola

-Lo estoy –respondió- Tu me pones así.

-Eres una puta perra caliente.

-Pero solo contigo –repuso-soy tu puta perra caliente.

Alternaba la masturbación del clítoris de su presa con pellizcos en los pezones y penetrándola con los dedos.

Los suspiros de Julia pasaron a ser gritos de placer. Laura aflojo el ritmo ya que no deseaba que se corriera, la llevo tres veces al borde del orgasmo pero luego paraba.

Se separo de la chica. La desato y volvió a ponerla a cuatro patas. De la cadena la fue llevando por la estancia hasta que llegaron a un rincón. Engancho el collar a una argolla. Ato las manos de Julia por su espalda. Quedo en una posición incómoda.

Laura se puso un arnés doble, primero metió su consolador en su vagina. A continuación se aproximo a la joven y desde atrás comenzó a penetrarla lentamente. Una vez dentro de Julia, prosiguió con la lentitud dada la postura de la presa.

Fue una follada tranquila, los gemidos de las dos mujeres en confundían. Estaban tremendamente excitadas. Palmeaba fuertemente las nalgas de Julia. A pesar de ello, la cazadora, no dejo de controlar a su presa para que no se corriera. Le dijo que pidiera permiso para llegar al orgasmo. Cada vez que lo hizo, le fue negado.

Laura se estremeció cuando le vino el orgasmo, sintió como si le saliera de los huesos y se fuera expandiendo por todo su cuerpo.

Se derrumbo sobre Julia. Paro de follarla. Esta se decepciono, cuando noto que la cazadora sacaba el consolador, porque supo que ella no iba a correrse en ese momento y lo deseaba mucho.

Laura le daba besitos en la nuca, cuello y orejas. Mientras que le susurraba que se correría cuando ella lo decidiera.

-No, no, no –decía lo presa- por favor.

La dominante cogió un gato de varias colas. Se lo paso por la espalda y la dijo que había hablado.

Julia se estremeció, supo lo que vendría por su falta al haber hablado.

Laura comenzó a azotarle las nalgas, no muy fuerte pero si muy rápido. Luego fue espaciando los azotes pero incrementando la fuerza. Le puso el culo bien colorado. La joven no se movió, no trato de escapar al castigo, aunque no podía hacerlo. No volvió a decir nada, salvo los gritos que le provocaba el dolor de los latigazos.

Los gritos excitaron sobre manera a la cazadora. Vio las lágrimas de la joven. Tiro el gato y se arrodillo junto a Julia besándola apasionadamente en la boca mientras que la acariciaba el pelo.

-¿Por qué me pones tan caliente, perra?

Julia no dijo nada, pero le dedico una sonrisa.

Laura se pudo de pie, acerco su vagina a la cara de la presa y dijo:

-Me vas hacer la mejor lamida de tu vida, si no te espera el doble de los azotes que acabas de recibir.

Inmediatamente Julia comenzó a lamer y comer el coño que se le ofrecía. Se esmero, vaya que se esmero, no por miedo a los azotes, si no por complacer a su cazadora. Se sentía bien cuando lo lograba.

El dolor de su culo fue pasando mientras lamia y volvió a excitarse, deseaba correrse como nunca.

Llevo de nuevo al éxtasis a Laura. Esta se separo y salió del campo visual de Julia.

La cazadora se preparo. Se puso el arnes doble. Se acerco por detrás a la presa. Acaricio sus nalgas. Cuando sus dedos se acercaron, notaron la humedad de la vagina, metido dos de ellos y oyó como la joven suspiro de placer. Saco los mojados dedos y comenzó a jugar en el ano, los metía y sacaba. Los suspiros de Julia fueron transformándose en gemidos. Con la otra mano comenzó a darle azotes en el culo.

-Cada vez estoy más segura de que eres una autentica perra caliente –dijo Laura-

-Te lo he dicho antes –respondió Julia- solo contigo, tú me pones así, soy tu perra. Hazme lo que quieras, soy tuya.

La cazadora apoyo la punta del consolador en el ano de la joven. Comenzó a empujar hasta que metió un poco más de la cabeza. Se dio un respiro.

Luego de un golpe de riñones introdujo todo el consolador en el culo de Julia. Se estremeció y le dolió.

Inicio un movimiento lento para follarla como si se recreara entrando en Julia. Laura también se estaba calentando de nuevo con el pene de goma dentro de su vagina.

La presa volvió a gemir, estaba tremendamente excitada. La cazadora pensó que le gustaba mucho oír como gemía, bueno, de cómo gozaba la puta perra.

Al rato escucho como le pedía permiso para correrse, se lo negó.

-Por favor, por favor –suplico la pieza- Creo que puedo llegar por primera vez follándome el culo, déjame por favor.

Eso era nuevo, pensó Laura, así que decidió dejarla.

Al momento, Julia, gritaba de placer y poco después comenzó el orgasmo. La cazadora saco el arnes y lo metió en la vagina y comenzó a follarla con fuerza hasta que se corrieron.

Julia se tendió en el suelo agotada. Laura se puso a su lado y se permitió un momento de blandura y comenzó a besarla delicadamente, casi amorosamente. Le pregunto si quería quedarse a dormir. Julia no se lo creía, contesto rápidamente que si.

Una vez recuperadas, la cazadora engancho la correa de perra al collar de Julia y la llevo a cuatro patas hasta su dormitorio.

Laura ato la correa al cabecero de la cama y se acostó.

-Dormirás sobre la alfombra, como una perra –dijo, mientras acariciaba la cabeza de la joven.

Tu perra, pensó Julia, si tu perra y se acurruco mientras sentía las caricias de su cazadora.

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