MI HISTORIA
La historia comenzó hace mucho tiempo, era joven por aquella época y la puedo contar porque he recobrado mi libertad. Me llamo Alice, soy rubia natural, de piel blanca, demasiado blanca. De origen norte europeo, vivía en América. Todo empezó en el viaje fin de curso del instituto y el comienzo de la universidad.
Una noche que habíamos salido a bailar, tomar copas y pasarlo bien, me despisté de mi grupo de amigos y me perdí por la calles del pueblo. Eran oscuras pero no sentía miedo, supongo que por la carga de alcohol que llevaba encima. Me pareció oír unos pasos, volví la cabeza pero no vi a nadie. Me asuste un poco ya que no sabía dónde estaba.
Al poco note como me tapaban la boca con una mano y sentí un golpe en mi estomago. Me giraron y vi a un hombre de unos 40 años, gordo, feo y que me dio un puñetazo en el estomago.
Caí de rodillas al suelo. El tipo se arrojo sobre mi y me tumbo en el suelo. Comenzó a tocarme los pechos y a tratar de besarme. Intentaba zafarme pero no podía, aparte de que era más grande que yo, me dolía el estomago.
-Estate quieta –me dijo- o te vas a enterar de lo que son golpes de verdad.
Le deje hacer, muerta de miedo. Sus dedos se deslizaron hacia mi vagina, aparto el tanga que llevaba y metió sus dedos dentro. Me hacía daño. Al rato saco los dedos y note como su polla intentaba entrar en mi. Comencé a suplicar. Me abofeteo mientras me mandaba callar.
Yo me dejaba hacer, totalmente inmóvil y pasiva. De repente paró, volvió a abofetearme.
-Mueve el culo, puta –dijo- si no quieres una ración de puñetazos.
Comencé a moverme, pensado que así se correría antes y terminaría mi suplicio. Siguió fallándome, no sé el rato que estuvo haciéndolo, pero yo no sentía nada.
Note que se tensaba y me pareció que su pene se hinchaba un poco más. De repente me saco la polla y volvió a besarme en la boca y en los pechos, también me los apretaba hasta hacerme daño. Luego comenzó a pellizcar y retorcer mis pezones. Me producía un fuerte dolor. Le roge que parara, que me hacía mucho daño, pero no sirvió de nada, bueno sirvió para que retorciera con más fuerza en mis pezones.
Cuando le pareció me puso de rodillas y él se apoyo contra la pared.
-Ahora me vas a comer la polla, zorra y procura que me guste–me dijo mientras me daba otra bofetada y tiraba de mi pelo.
Me metí el pene en la boca y comencé a lamerla despacio, jugando con mi lengua. Eso pareció gustarle.
-Asi putita, así –decia- Mientras me acariciaba el pelo.
No se el motivo, pero comencé a tranquilizarme. Seguía comiéndole la polla a aquel gordo, feo y guarro tipo. Comencé a excitarme, bueno solo un poco, pero sabía que no iba a pasar a mayores y mucho menos llegaría al orgasmo.
Al rato comenzó a moverse, cada vez más rápido, era como si me follara, pero por la boca. Era la primera vez que me hacían eso y volví a sentir más jugos en mi vagina.
Vacio mi boca y comenzó a masturbarse muy rápido. Yo le miraba como lo hacía, no estaba muy dotado el cabrón. Pensé que me estaba haciendo de todo, cada vez más húmeda.
De repente dejo de masturbarse y al momento su semen se derramo por mi cara y pelo. Me dio un empujón y caí al suelo. El tipo se marchó, oí como se alejaban sus pasos.
Me dolía el cuerpo, comencé a masajear mis músculos. Eso acentuó mi excitación. Comencé a masturbarme y a restregarme el semen. No tarde mucho en llegar al orgasmo. Pensé que era una degenerada por masturbarme en esas circunstancias y una guarra por jugar con el semen de la bestia que me había forzado.
La cabeza empezó a darme vueltas, no sé si por el alcohol o los golpes o yo que sé. Me dormí o perdí el sentido, nunca lo supe.
Continuara.