Todo comenzó cuando tenía 16 años. Me llamaba poderosamente la atención la lencería y ropa interior femenina. Siempre miraba los escaparates, iba a centros comerciales y me extasiaba viendo los sujetadores, bragas y tangas .Luego me aficione a ir a las tiendas de chinos, que aunque de pésima calidad, podía tocar la ropa.

Una noche se me presento la oportunidad de coger un tanga usado de mi hermana y sin pensarlo me lo lleve a mi cuarto.

Me retire pronto esa noche, me desnude completamente y me puse el tanga. Tenía una minúsculo triangulo en la parte delantera y el resto era de los llamados de hilo. Me mire en un espejo. Mi pene que estaba en reposo, sobre salía por un lateral. Me gustaba lo que veía y la verga fue creciendo hasta que se me salió del todo.

Muy despacio comencé a tocarme el torso, por fortuna casi no tenia vello, solo un poco en las piernas.

Mis pezones se pusieron duros y la polla más dura. La sentía palpitar debajo del tanga. Lentamente comencé  a masturbarme por encima de la pequeña tela.

Poco a poco me acerque a la cama y me tumbe. No se cuanto tiempo estuve masturbándome pero fue bastante. El orgasmo el mejor de mi corta vida sexual y el semen me salpico hasta la cara.

Me limpie como pude y dormí con el tanga puesto.

Cada vez que tenía oportunidad repetía la experiencia. Por supuesto siempre que pillaba ropa intima de mi hermana mayor y también compre algunos tangas.Nunca agradeceré a mi medio novia de la época los calentones que me provocaba y yo luego me pajeaba con los tangas. Porque a mí me gustaban las mujeres, pero también me gustaba su ropa intima.

Así fue pasando el tiempo hasta que termine la secundaria y pase a la universidad. Por suerte para mí, me tenía que desplazar a otra ciudad para continuar con los estudios. Mis padres alquilaron un apartamento y en cuanto pude me saque el carnet de conducir.

El primer año pasó sin novedad, salvo que cada vez tenía más ropa de chica. Tops, faldas, pantaloncitos cortos, y vestidos. Aprendí a maquillarme y me deje crecer el pelo, llevando un corte que podía valer para chica o chico.

Comencé a depilarme como hacen las nenas. Usaba cremas tanto en la cara como corporales para tener una bonita piel. Cada vez me sentía más femenina. Pero desgraciadamente lo disfrutaba yo solo y en casa. Navegue muchísimo por la red, creo que me vi todas los videos de CD y travestis. También leí todo lo que pude sobre el tema. Todos los días me masturbaba dos veces.

Cuando termino el curso, pase 15 días con la familia y me volví ya que mentí diciendo que tenía un trabajo de verano para tres meses.

Al día siguiente de volver de las “vacaciones familiares” tenía pensado hacer mi primera salida a la calle vestido de chica.

Me arregle primorosamente, peinada, maquillada y con una falda veraniega que dejaba más de medio muslo a vista. Me puse una blusa para poder llevar un sujetado con relleno. Me di cuenta que no disponía de zapatos. Histérico por el fallo, decidí que tenía que comprar zapatos pero no podía ir vestida así y con zapatillas.

Me quite la falda y me puse algo más acorde con las zapatillas, unos mini pantalones.

Baje al garaje y salí con el coche. Di una vuelta. Tenía la sensación que la gente me miraba.

Fui a un centro comercial de las afueras, no sé si me atrevería a salir del auto. Claro que me atreví y compre una par de sandalias, una de tacón normal y otra con taconazo.

Por suerte conseguí un trabajo veraniego lo que me permitió hacerme con algún dinerillo para mis caprichos.

Casi todos los días salía vestida de chica. Me sentía muy mujer. Me fijaba de forma disimula en cómo me miraban los hombres. Creo que les gustaba.

Me replantee muchas cosas, incluso el tema de relaciones con hombres, ya que algunos me excitaban mucho.

Una tarde calurosa de domingo me arregle y fui a un centro comercial ya que allí por lo menos tendría aire acondicionado.

Me entretuve viendo los escaparates y en uno vi una minifalda vaquera que me encanto. Entre  a verla y a tocarla.  Era caso la hora de cerrar por lo que había poca gente, una vendedora jovencita, de unos veinte años, que puso mala cara al verme y un hombre de unos treinta y pocos, que parecía el gerente o el dueño.

Di una vuelta y decidí probarme la minifalda vaquera. Entre en una de las cabinas. La falda me quedaba un poco holgada para mi gusto. Me estaba recreando viéndome en el espejo.

De repente oí una voz varonil que me decía:

-¿Qué tal le queda, señorita?, es hora de cerrar.

Me quede sorprendida.

-Un poco grande –acerté a decir-

-¿Le traigo una talla menos?

-Si no es molestia por la hora, se lo agradecería.

-Descuide.

Unos minutos después, vi como una mano entraba por el lateral de la cortina con la falda.

-Aquí tiene.

La cogí y me apresure a probármela. Cuando me quite la otra falda, vi en el espejo que la cortina estaba discretamente corrida.

Seguro que el tipo estaba mirando, aunque no le vi. Eso hizo que me excitara. Me daba morbo que me vieran. Mi verga se puso dura y sobresalía del tanga.

Estaba nerviosa,  pero a pesar de ello, me subí lentamente la vaquera. Me la ajuste y al mirarme en el espejo, vi que me quedaba ideal. Antes de que pudiera decirme algo comente:

-Esta es perfecta, me la quedo.

Con la misma lentitud comencé a quitármela, me sabía observada y me gustaba. Cuando tenía la faldita en los tobillos, sentí una mano en mis nalgas. Que osado era el tipo.

-¿Pero qué hace? –le dije-

-Lo que me apetece –respondió- y espero que a ti también.

Entro en el probador y con la otra mano comenzó a acariciarme el vientre mientras que seguía sobando mi culo. Mi verga esta dura al máximo.

-Tranquila, he visto lo que eres y me gusta, además ya estamos solos y la tienda cerrada, no hay prisa.

Se apretó contra mi cuerpo. Sentí su polla dura. Me besaba el cuello, que sensación más agradable. Con una mano me abrazaba y con la otra comenzó a tocar mi pene por encima del tanga.

No tardo en sacarlo y en masturbarme. Era la primera vez que alguien me lo hacía. Estaba en la gloria.

Por tres veces me llevo al borde del orgasmo pero dejaba de masturbarme en ese momento.

Me cogió una mano y me la llevo hacia atrás, girándome un poco, hasta que agarre su pene. Era más grande que mi polla y eso que la mía no estaba mal del todo ya que tenía 16 cms. No lo dude, comencé a meneársela. El volvió por cuarta vez a masturbarme.

Estaba súper excitada. Nunca había estado así. La primera vez que tenía sexo con otra persona. Yo era virgen en todo, tanto con chicas como con chicos.

No sé si era por la excitación o porque aquel tipo lo hacía bien, no tarde casi nada en correrme. Nada comparable a mis fabulosas pajas. Deje de masturbarle durante el orgasmo.

Cuando termine reinicie los movimientos de mano y me dijo al oído:

-Me gustaría que me la chuparas.

Lo había visto en muchos videos y además creo que se lo merecía y yo tenía ganas. Asique me arrodille y comencé a lamerle la cabeza con la punta de la legua. Luego me la metí poco a poco. Con la mano le tocaba los testículos. El tipo bufaba de placer.

Creo que me desate y comencé a mamársela como había visto en los videos. Alternaba rapidez con lentitud. Le masturbaba mientras que le comía el glande. Luego me la metía todo lo que podía y se la mamaba.

Me voy a correr, oí que decía. Intento separarse y sacármela la verga de la boca, pero le aferre las nalgas y las apreté contra mí. Quería su rica leche en mi boca. No tardo, lleno la cavidad bocal de semen. No me lo trague, del bolso saque unos pañuelos de papel.

Nos despedimos en la puerta de la tienda. Me dijo que volviera cuando quisiera y me regalo la dichosa minifalda vaquera.