El tiempo fue pasando. Para Lidia más rápido que para el resto de su familia. Además de su padre y hermano tenia que atender los requerimientos de las dos criadas y cuando se lo ordenaban a su madre.

Visitaban a sus tíos y primos una vez por semana y ellos también solían visitarles una vez. Algunas veces iban a casa de los amigos de sus padres o venían ellos a su domicilio. Tenían unas sesiones muy buenas. Conoció  una amplia muestra de dominantes y sumisas. Amigas suyas de la infancia y sus madres.

Vivía en un permanentemente estado de excitación sexual del cual era muy difícil que saliera, ya que solo la permitían tener un orgasmo de vez en cuando, como media, uno al mes y nunca en las visitas de amigos y familiares. Su tensión, ansias y ganas de sexo la atormentaba, pero le gusta ese estado permanente de excitación y por supuesto no se masturbo en ningún momento ya que considero que era una falta a su padre y hermano y ella iba a pasar un mal rato hasta que lo contara y otro con las consecuencias.

Se acercaba el verano, faltaba poco para su cumpleaños número 17 y a pesar del todo el sexo que había tenido durante el ultimo año seguía siendo virgen. Bueno solo por un sitio, pero el más importante.

Una noche, durante la cena, su padre le pregunto por lo que deseaba de regalo para su cumpleaños a demás de los que su madre y hermano le hicieran.

-No sé –papa-

-Piensalo, puedes pedir lo que quieras.

-¿Lo que quiera? –Dijo, mirando a su padre.

-Lo que desees, Lidia.

-Mañana en el desayuno te lo diré, papa –respondió la muchacha-

-Esta bien.

Esa noche la costo dormir, pensando en que podía pedir, una oportunidad como esa no se le iba a presentar fácilmente. Fue desechando cosas que se le iban ocurriendo, ninguna la convencían del todo. Por fin se durmió sin decidir nada.

Por la mañana, sabia  lo que deseaba, lo había soñado.

Durante el desayuno le dijo a su padre que ya tenia pensado su regalo.

- Pues dilo –dijo su hermano-

-Papá como regalo, quiero a Silvia.

Se ruborizo al decirlo. Quizás no había entrado eso en los planes de su padre.

-¿Cómo dices? –pregunto-

-Deseo pasar una noche de amor con Silvia.

-Eso no depende de mi –respondió- No puedo obligarla, ella es una empleada, pero es libre.

-Puedes preguntárselo, ojalá este conforme –dijo Lidia-

-No dudes que se lo preguntare, hija.

El resto del día paso sin novedad, por la mañana debió satisfacer a Dolores y por la tarde a su hermano que la follo el culo.

La cena transcurrió tranquila, su padre no comento nada sobre su “regalo”, no le extraño ya que en todo el día vio a Silvia.

Lidia se retiro temprano a dormir. Fue directa al baño se aseo un poco y se puso una camiseta larga que solía usar como pijama.

Apago la luz y salió del baño. A oscuras se dirigió a la cama. Cuando abrió las sabanas, se encendió la luz, oyó decir:

-¡Sorpresa!

Era Silvia. La joven se abalanzó sobre ella y dándole besos en la cara, no para de darle las gracias.

-Tu padre –dijo- me comento solo tu petición de que fuera tu regalo. ¿Concretamente que deseas?

-Conque pases la noche conmigo es suficiente....... –contesto Lidia- pero si la pasamos haciendo el amor será genial.

La criada se abrazó a la chica, besándola con dulzura. El beso fue correspondido. Las manos de ambas acariciaban el cuerpo de la otra. Silvia fue bajando su mano hasta que encontró la vagina de Lidia. Los dedos empezaron a jugar con el clítoris.

Lidia hizo lo propio con su regalo, pero esta le aparto la mano, diciéndole aun no. Ambas chorreaban jugos.

Silvia paro cuando noto que su compañera estaba cerca de llegar al orgasmo. Se cruzo sobre ella, juntado sus vaginas y clítoris. Comenzó a moverse, Lidia se sorprendió, pero rápidamente también empezó a moverse, como si se penetraran mutuamente. Se acoplaron en una perfecta tijera.

La joven sumisa fue la primera en llegar, fue brutal. No paro de moverse hasta que su compañera disfruto del orgasmo

Se relajaron unos segundos, Silvia comenzó a comer el coño completamente empapado de su amante, poniéndose en posición para un 69. Lidia no dudo e inmediatamente lamió los labios y clítoris de la joven criada.

-Despacio –dijo- recréate y disfruta de mi coño.

Fue una comida lenta, sin prisas, disfrutando de cada rincón de la otra hasta que explotaron casi al mismo tiempo.

Descansaron un rato mientras que se recuperaban. Silvia hablo

-Quiero que te pongas esto.

Saco un arnés que tenia bajo la cama. Ayudo a Lidia a ponerlo. A continuación se puso a cuatro patas. Levanto sus nalgas, ofreciendo su coño.

-Follame –dijo- Follame cielo.

Lidia no lo dudo, se puso detrás de ella y comenzó a introducir el pene de goma. No lo hacia mal del todo, además su amiga estaba muy mojada, cuando termino de meter todo el consolador, comenzó a moverse. Despacio y con suavidad. Silvia comenzó gemir.

Al rato cambiaron de posición. El clásico misionero. Eso permitió que mientras que era follada, sus manos acariciaban el cuerpo de Lidia y no dejaban de besarse.

El orgasmo llegó casi de improviso, fue violento pero super agradable. A Lidia le encanto ver la cara de su amiga, se fundieron en un abrazo.

Lidia tenia ganas, muchas ganas de saciarse de orgasmos, esa noche tenia libertad y no quería desaprovechar la ocasión. Volvió a la carga, los olores se mezclaban, el sudor, el de los flujos vaginales, todo. Quería más.

Hizo que Silvia se pusiera el arnés y la ofreció su redondo culo. La entró bien, las pollas de su padre y hermano lo tenían ya bien abierto. Después de un rato, Silvia, salió de su amante. Se tumbo en la cama y la dijo:

-Sientante.

Le ayudo apenetrarse, siempre había sido a cuatro patas. La nueva situación espoleo a Lidia, se movía como una loca, con desesperación. Las manos de Silvia no paraban de recorrer el cuerpo de su amante. La locura se produjo cuando rozo el clítoris.

Se abrazaron. Lidia la susurraba al oído:

-Te quiero, te quiero......

Fue una noche larga e inolvidable.