La cena me la sirvió Luisa, como era su obligación. Cuando trajo el postre, le dije que se sentara. Obedeció.

Le pregunte sobre lo sucedido entre nosotros. No es que me importara pero me pareció bien para abrir la conversación.

Me dijo cosas interesantes como que se sintió ultrajada, que sabía que era una cosa que la podría ocurrir, pero que no lo esperaba de aquella manera y menos que fuera yo, que quiso pegarme y que si hubiera podido  me hubiera matado. Que si eso era el famoso sexo era una porquería y que no quería más. Callo y quedo pensativa. Me gusto lo que me dijo. Parecía una chiquilla inteligente y brava.

 -Queda algo mas, Luisa –era la primera vez que la llamaba por su nombre- Te avergüenzas por lo que sientes, cuando recuerdas lo ocurrido.

Se puso colorada  pero no bajo la mirada, como si me desafiara.

-Piensa en eso –proseguí- mientras que terminas tus tareas. Yo me voy a mi cuarto, te estaré esperando por si quieres subir.

Al cabo de casi una hora, llamaron a la puerta.

-Adelante –dije-

Desde luego que era Luisa, pasó y cerró la puerta quedándose junto a ella.

Yo estaba sentado en el gabinete, le dije que se acercara.

-Has venido, eso está bien –comente-Después de la conversación que hemos tenido antes, quiero que me expliques porque has subido.

-No lo sé, amo –contesto con la cara roja como un tomate-

-Yo creo que lo sé, Luisa.- dije- y tu también. Por eso quiero que te desnudes.

Sin decir nada, que quito la bata de trabajo. Su cuerpo, bello cuerpo, sobresalía sobre la fealdad del resto de ropa que llevaba.

Se saco ropa interior, realmente era bello ese cuerpo juvenil, aun sin terminar de formase, mi polla reacciono con una fuerte erección.

Me acerque y le acaricie el pelo y la cara.

-Muy bien Luisa, veo que has cumplido y te has depilado el coño.

No dijo nada. La tome de la mano y la lleve hacia la cama. Dio un respingo.

Nos acostamos y le hice varias preguntas sobre sus sensaciones. Concluí  que lo que más le gusto fue comerme la polla.

Me saque el bóxer que llevaba como única ropa. Mi pene estaba morcillón.

-Haz lo que te apetezca, pero quiero que me la pongas dura.

Con timidez comenzó a acariciar mi polla, yo pensaba en otra cosa tratando de que no se empinara. Al poco su lengua lamio el tronco desde la base a la punta. Se la metió en la boca. Mi pene comenzó a crecer rápidamente. Mientras tanto yo acariciaba su cuerpo. De vez en cuando se estremecía.

Me retire un poco y saque mi polla de su boca. Me miro sorprendida.

-Dime lo que más te ha gustado –le pregunte-

-Sentir como ha crecido en mi boca –dijo- sin dejar de mirarme a los ojos.

Pase los dedos por los labios de la vagina, se habían humedecido bastante comparando con la otra noche. Cogí su mano y la pase por su coño.

-Tienes los dedos mojados –dije- Te has excitado haciéndome la mamada.

-Supongo –respondió-

Aproxime su cabeza a mi polla, se la metió ávidamente en la boca y comenzó a bombear. La fui explicando y dirigiendo como debía hacerlo. Al rato ya no hizo falta, la putilla aprendía rápido. Me llevo al punto de no retorno por lo que me separe de ella. Me miro.

-Bien Luisa –dije- estaba a punto pero aun no quiero correrme. Ahora pasa tus dedos por tu vagina y dime como los sacas.

Una vez hecho, me dijo que húmedos. Se los lamí.

Luego la metí  un dedo, comencé a moverlo, al momento comenzó a suspirar, luego introduje otro. Los empape bien. Los saque y se los lleve a la boca.

-Chúpalos –ordene-

No dudo. Estaba muy caliente.

-Ya sabes a lo que “sabes” ¿Qué te parece?

-Me gusta, o mejor debería decir que “me gusto”

Rio con esa risa franca que se tiene en la adolescencia. Me beso. Su boca ávida buscaba la mía sin descanso. Giramos en la cama. Mi polla se puso más dura y aproveche para penetrarla. Dio un respingo y soltó un gritito. La folle un poco lento al principio y le susurre que moviera su culo al ritmo que la imprima. Lo intento se notaba la falta de experiencia pero se esforzó.

Luego la bombee con rapidez y profundamente. Entre suspiros y gritos decía “así me gusta”, “así me gusta”

Volví a follarla con lentitud. Movía las caderas como una loca. Me fui regulando hasta que note que se corría. Cuando termino se la metí en la boca y me vacié allí. Se trago todo mi semen.

Al rato la mande que me la pusiera dura de nuevo. Comenzó a tocarme el pene y los testículos. Empezó a crecer, se la metió en la boca. Le dije que lo hiciera despacio, que se recreara.  Me consiguió una dura erección.

-Dime como tienes el coño –la pregunte-

-Mojado –respondió-

Eso lo sabía sin necesidad de preguntarla, pero me divertía ver su cara de asombro ante preguntas de este tipo.

Le informe que ahora iba a follarla como a mí me gusta hacerlo. Que seguramente no le iba a resultar tan agradable como antes, pero que el sexo era así., dar y recibir.

La puse a cuatro patas y la penetre de un solo golpe. Se quejo. Comencé a bombear con fuerza, topando con el fondo de su vagina. En cada envite daba un grito de dolor pero al mismo tiempo decía que no parase.

Sentí que me venía por lo que fui más despacio mientras que le metía un dedo por el ano.  Incluso para descansar un poco y prolongar la follada, sacaba el pene y se lo apoyaba en la entrada de su culo y apretaba un  poco, aunque no tenia intención aun, de penetrarla por ese sitio a pesar de poner resistencia por su parte. Esta en un estado que hubiera hecho con ella lo que hubiera querido.

Me centre en follarla el coño y en mover sus nalgas para que me acompañara en los movimientos. Se dio cuenta y Luisa comenzó a moverse por lo que se puso muy rápidamente en el punto de no retorno del su orgasmo.

Nos corrimos casi al mismo tiempo, yo en su grupa. No había tomado ninguna precaución para evitar embarazos y no quería preñarla, aunque no me importaba lo que le pudiera ocurrir a una criada.

Me derrumbe sobre ella y así nos quedamos dormidos.