Habían pasado casi dos meses desde que Lidia llegó del internado. Alguna vez que otra se le permitía vestir algo de ropa, una camiseta y una minifalda, sin nada debajo.

Su vida se podría resumir en dar placer con su boca a los miembros de su casa, padre, madre, hermano, la criada Lola a pesar del asco que la daba y de vez en cuando a una criada joven, Silvia, de unos 25 años que aunque no se depilaba el sexo, al menos olía bien.

Le gusta hacerlo con la criada joven ya que también le hace cosas que la ponen muy caliente, sobre todo cuando la lame el ano y después le mete un dedo. Esto la encendía, pero como no estaban ni su padre ni su hermano, no podía llegar al final y aunque estuvieran era igual, ya que solo le habían permitido un día,  tener un orgasmo, bueno, fueron tres y brutales.

Su estado de excitación sexual era casi permanente. Le gustaba lo que le obligaban a hacer. Lo que no entendía era por que a un seguía siendo virgen, ni su padre ni hermano la follaban.

Desde que empezó a comprender su nueva situación, era una cosa que estaba esperando, pero no la desfloraban. Se lo pregunto a su madre y la respuesta fue concisa.

-Eso solo depende de tu padre y de tu hermano.

Pasaron varios días en los que buscaba Silvia. Ya que si sus a familiares les complacía a diario, a las criadas era más espaciado, y comiendo a la criada lo pasaba muy bien, aunque luego necesitara una ducha de agua fría.

Una tarde les visito su tía, hermana de su padre, con sus dos primos.  Afortunadamente, penso, era una tarde de las que estaba semi vestida, aunque sabía que ellos también practicaban la dominación, la avergonzaba que la vieran desnuda.

Tomaron un refrigerio mientras que llegó su padre. Después de los saludos de rigor, su tía fue directa al grano. Pregunto como iba la nueva sumisa. La informaron sin muchos detalles.

Su padre fue con sus sobrinos al porche a fumar. Al poco rato, Lidia oyó como su progenitor requería la presencia de las mujeres, todas esclavas.

Estando todos juntos, los primos de Lidia, comentaron que era muy bella, eso la gusto, los piropos nunca vienen mal.

-Hija, creo que deberías corresponder a la gentileza de tus primos.

-Claro papá –dijo la joven-

Los muchachos se sacaron las pollas, Lidia se arrodillo ante ellos, y comenzó a lamer a uno y al otro le iba masturbando. Le dijeron que pasara de uno a otro alternando la mamada y la paja.

Después de un buen rato, el que estaba comiendo se corrió en su boca, al momento el otro lo hizo en la cara de Lidia, llegando a mancharle el pelo. Sintió asco.

Su padre le dijo que fuera a asearse. Cuando se quedaron solos la tía comento a sus parientes, que tenían un diamante, una perra en celo y que esta segura que conseguirían una esclava de categoría.

La chica fue rápidamente al baño, quería ducharse y quitarse el semen que tenia en la cara y el pelo. Era la primera vez que eso ocurría. Recordó el asco y sobre todo la excitación. En la ducha comenzó a tocarse inconscientemente.

Cuando se dio cuenta paro en seco. Sabia que no debía,  pero nadie sabría que lo había hecho, se dijo. Alguien lo sabría, ella. Seria castigada y lo peor  decepcionaría a sus padres.

Durante la cena, Lidia, comento lo sucedido en la ducha.

-Has hecho lo que debías –dijo su padre- con el tiempo te controlaras perfectamente y cuanto más contento este tu amo, será mejor para ti.

Después de la cena, en un aparte, su madre le dijo que aunque se hubiera masturbado y conllevara un castigo, lo mejor que podía hacer era contarlo.

Un viernes, después del desayuno, Lidia fue llevada por su hermano, al sótano. La metió en la celda y la encadeno por el tobillo.

No la dijo nada, por lo que la chica se estrujo la cabeza, pensando que habría hecho mal para que la castigaran o quizás no había hecho nada. Quien estaba dentro de la mente de sus amos.

Predio la noción del tiempo, estaba medio adormilada cuando llega Lola. Entro en la jaula, le dijo que se pusiera a cuatro patas.

Lidia noto algo que entraba en su ano, donde los dedos de Silvia la excitaban tanto, al poco noto liquido frío penetrando en sus entrañas. Intento zafarse y la criada le dijo que estuviera quiera, eran dos enemas, que su padre había ordenado que le pusieran.

La mantuvo un buen tiempo así, luego le dejo que expulsara el liquido en un cubo y a continuación lavo la zona. Le dio una botella de agua.

-Tengo hambre Lola –dijo la joven-

-De comida no ha dicho nada –respondió, saliendo de la celda y del sótano.

Penso el motivo de los enemas que la había puesto la odiosa criada. No acertaba a ver el sentido de ese hecho. Aburrida se quedó dormida.

El ruido la despertó. Al otro lado de la reja estaban sus padres y hermano. La saludaron, su madre estaba desnuda, cosa que era frecuente.

Vio como la ataban por las muñecas de una de las cadenas que colgaban del techo, cerca de la celda, para que Lidia pudiera ver bien.

Su padre cogió algo de la estantería, ofreció a su hijo algo que la joven no vio. Su  hermano se aproximó a su madre y puso una pinza en el pezón derecho. A continuación su padre hizo lo mismo en el otro pezón. Vio la cara de dolor de su madre, pero ésta no se quejo.

Luego su hermano tomó unas piezas que parecían de metal. Colgó una de ellas de una pinza y la otra se la dio al padre.

Hicieron lo mismo en los labios vaginales, pinzas y pesas.

Todo ello de frente a la celda para que la chica vieran perfectamente lo que estaban haciendo.

Su hermano abrió la puerta y desato a Lidia. La costó un poco andar ya que tenia el pie entumecido. La acerco a la madre, mientras que la decía que se fijara.

-Hija –comenzó su padre- estamos contentos contigo. Has respondido bien  y progresando. Es momento de avanzar.

No dijo nada, su cara lo decía por ella, le gustaron las palabras de su padre.

Su hermano se aproximó y le pellizco los pezones para que se le pusieran duros, luego los lamió. Cuando ya estaban duros, su padre le puso las pinzas, no pudo reprimir un pequeño chillido. Su hermano la besó en la boca acallándola. Después vinieron las pesas, eran como la mitad de grandes que  las que tenia puestas su madre.

Noto el peso, como se estiraban sus pechos, pero era perfectamente soportable.

Se repitió la operación en su coño, la dolió mas que en los pezones y las pesas, aunque eran iguales, pesaban  que las que colgaban de sus tetas.

Observó como ponían una especie de caballete delante de su madre. La llamaron para que se acercara. La doblaron sobre la madera quedando su boca frente al sexo de su madre.

-Ya sabes lo que tienes que hacer –dijo su hermano-

De inmediato empezó a comerle los labios y el clítoris. Mientras que hacia esto, su madre era azotada. Con cada azote apreciaba el aumento de jugos en la vagina de su progenitora.

Noto en su ano que la ponían un liquido, algo pastoso, era un gel lubrificante. Sintió un dedo que entraba y metía la pasta en el culo. Recordó los agradables momentos que pasaba cuando Silvia le hacia eso, pero lubrificando con la lengua.

A continuación, sitio algo duro en su esfínter que lentamente fue entrado. Estuvo mucho tiempo lamiendo. El consolador de su culo fue cambiando dos veces por otros un poco más gruesos.

 Su madre pido tres veces permiso para correrse y las tres fueron denegadas y era azotada por su esposo e hijo.

Continuara.