Me quedaba menos de un mes para terminar mi contrato con el ejército y había decidido no prorrogarlo ya que la vida militar no era para mí. Me aliste por que no vi otra salida ante la falta de trabajo creada por la famosa crisis. Había conocido gente, eso era bueno e hice algunos amigos, especialmente con el primero de mi compañía, Pedro.

Los días fueron pasando sin novedad y llego por fin el último. Habíamos quedados unos cuantos para tomar unas cervezas por la tarde a modo de despedida.

Las cervezas se convirtieron en copas y de los siete que éramos nos quedamos tres. Para acabar la noche fuimos a tugurio del centro de la ciudad. Ya íbamos pasados de copas. Pedro y yo fuimos al aseo para echar una meada.

Nos pusimos uno al lado del otro y vi a mi amigo que miraba como lo hacía. Estábamos solos. No me incomodo aunque no era homosexual, debo confesar que durante la adolescencia disfrute de alguna relación esporádica.

Pedro comenzó a tocarme la polla. Yo observaba su verga, más grande que la mía, más gruesa, poderosa. Estaba ensimismado viendo aquel pene.

-Vamos a ir a tomar una copa a mi casa –dijo-

No conteste, salimos de allí y nos fuimos para su piso.

Nada más entrar en el ascensor, medio bajo mis pantalones y comenzó a acariciarme las nalgas. Lo hacía salvajemente. Me gustaba ese punto de violencia.

Ya en la casa me ordeno que me desnudara, no tarde casi nada en estar en pelota picada delante de mi antiguo primero.

Me empujo hasta el sofá. Yo notaba cada vez más duro mi pene. Me dio varios azotes en las nalgas. Su verga también se ponía más poderosa.

Al rato me dijo que le hiciera una mamada. Sin pensarlo me arrodille y me la metí en la boca. Jugué con mi lengua en el glande, luego fui recorriendo el tronco y llegue al escroto.

-Chúpame los huevos –oí que me decía-

Como un autómata lo hice, era la primera vez que tenía unos testículos dentro de mi boca. No sé si fue por el alcohol que lleva dentro o simplemente porque me lo había mandado, me estaba gustando.

Volví a su verga, me la metí entera en la boca. Pedro comenzó a llevar el ritmo moviendo mi cabeza. Fue aumentando el ritmo.

De vez en cuando paraba y de un solo golpe de riñones la metía a fondo, hasta la garganta, me daban arcadas.

-Traga, traga, como una buena puta –me decía-

Mi polla estaba a tope, comencé a masturbarme al tiempo que me follaba la boca.

De pronto paro, pensé que se iba a correr, pero no. Metido un par de dedos en mi boca, hizo que se los chupara.

Agarrándome del pelo me puso de pie, me giro y me magreo con fuerza el culo. Volvió a meter los dedos en mi boca. Se los lamí con ansia. Con la otra mano seguía tocándome las nalgas.

Me separo los cachetes del culo y note como introducía un dedo en mi ano. Di un respingo.

-¡Que estrecho! –dijo-Seguro que no ha sido perforado por una verga.

-No –dije con un susurro-

Me puso de nuevo de rodillas y siguió follándome la boca y yo volví a masturbarme.

Su verga se puso más dura, si eso era posible y la saco. Creo que con dos o tres movimientos de mano se corrió en mi cara entre sonidos guturales, a mi vez acelere para correrme también. Fue genial, una corrida como nunca.

-Recoge la leche con los dedos y trágatela.

Con el asco que me daba eso, nunca lo había hecho ni con la mía. Pero el tono de su voz no dejo dudas que debía hacerlo.

-Quiero tu culo –me dijo-

-¿Ahora? –era incapaz de negarme a pesar el temor que sentía-

Agarrándome del pelo  me obligo a arrodillarme. Apretó mi cara obligándome a abrir la boca, me escupió dentro. Note un escalofrió al sentir su saliva en mi lengua. Estaba abusando pero me volvía loco que lo hiciera. A continuación me obligo a chuparle la polla. Como ya sabía cómo le gustaba empecé a devorarla más que a chupársela.

-Afondo –me dijo-

Me la trague hasta que la punta toco mi garganta, puede controlarme y no sentí arcadas como me paso en el garito.

Pedro comenzó a sacarla lentamente y cuando estaba la punta en mis labios de un solo empujón la metió a fondo, repitió varias veces esto. Yo tenía una erección tan fuerte que casi me dolía la polla.

Siguió así un rato, yo estaba muy excitado y comencé a masturbarme. Se dio cuenta, me saco la verga de la boca y fue a por algo, cuando vino me dijo que me pusiera de pie. Me cogió  las manos por la espalda y me las ato. 

-Te correrás cuando yo te diga.

-Vale –conteste-

Se arrodillo y separándose las nalgas me ordeno que le lamiera. Comencé por sus huevos, solo podía usar la lengua, oí como gemía y yo empalmado sin poder tocarme. Me frustre pero al mismo tiempo estaba excitado como nunca. Seguí lamiendo los testículos y la base del pene.

-El culo, comete mi culo –dijo-

Dirigí mi lengua hacia su ano, fui mojándolo y metiendo la lengua todo lo que podía. Pedro movía el culo, mi cara chocaba con sus nalgas. Mi pene lanzaba pequeñas gotas de líquido preseminal.

Al rato se puso de pie y agarrándome del cuello hizo que me arrodillara.  Me separo las cachas del culo y me lamio el ano, mojándolo con saliva y metiendo la lengua. Metió un dedo en mi boca e hizo que se lo chupara.

Sabía lo que iba a ocurrir, me lo había dicho. Mi culo iba a ser follado por primera vez y aunque temía que me doliera, estaba deseando sentir la verga de Pedro en mi interior. Suponía que se me pasaría la excitación pero ya llegaría el momento en que yo también disfrutaría con la penetración. Estaba dispuesto a aguantar lo que fuera.

Metió el dedo en mi ano, fue bien, lo note sin molestias. Cuando se secó volvió a mi boca para que lo mojara y me escupió en el ano. De nuevo sentí el dedo, al rato metido dos y note algunas molestia pero no me importaba. Yo quería lo que quería.

Cuando intento meter tres dedos me dolió, apreté los dientes. Le costaba trabajo por lo que fue a por algo.

-Es lubrificante –dijo cuando volvió-

Note frio en el ano y luego los dedos de Pedro, entraron bastante bien. Me estuvo follando un rato con los tres dedos, mi polla había recuperado la dureza que perdió con el dolor.

Luego me llevo hacia el sofá. Se la chupe un poco. Hizo que apoyara la cabeza en el sillón y sus poderosas manos abrieron mis posaderas. Había llegado el momento deseado y temido, no importaba solo quería su verga.

La apoyo en la entrada, o sea, en mi esfínter y empujo. Le costaba trabajo supongo que por mi virginidad anal y por qué no usaba todo su poderío. Poco a poco fue metiendo el glande. Notaba como mi esfínter se abría dejando paso, me molestaba y alguna vez dolía pero soportable.

De repente sentí como si me abriera en canal, su glande había entrado completamente y me rompió, se me saltaron las lágrimas, pero  curiosamente mi pene no se bajó del todo.

Pedro dejo de empujar lo que poco a poco produjo que mi ano se fuera acomodando a lo que tenía dentro. El dolor fue pasando. Me la saco lentamente.

Volvió a ponerme lubrificante y ataco de nuevo mi esfínter. Creo que entro mejor o por lo  menos me lo pareció. La acometida final para meter el glande fue también dolorosa, pero algo menos que la primera vez. De nuevo dejo la verga dentro de mí y al rato la saco.

Por tercera vez inicio la penetración, yo estaba como loco, por un lado temiendo la entrada del glande pero al mismo tiempo deseando tenerlo dentro.

La verdad fue mejor que las veces anteriores. Tras un tiempo de acomodo rectal Pedro comenzó a moverse. Sentía como se abría paso en mi recto. Era una sensación agridulce pero me puso la polla dura, así que supongo que debió gustarme.

De repente note como topaba contra mi culo. Supe que tenía toda la polla dentro. Tras una pausa reanudo el bombeo, despacio. Me gustaba la sensación de estar lleno, pero me dolía. Suponía que debía ser así las primeras veces y estaba dispuesto a soportarlo por Pedro.

Poco a poco fue aumentando el ritmo y mis dolores fueron remitiendo también poco a poco. Me gustaba, cielos, claro que me gustaba.

Al rato volvió a sacarla del todo. Note como ponía más lubrificante en mi ano. Me la clavo otra vez. Fue mejor que las otras veces.

-Ahora te voy a follar de verdad –me dijo-

Comenzó con un lento mete saca pero fue aumentando el ritmo. Cada vez llegaba más fondo y yo estaba gozando como una perra en celo a pesar de que no podía tocarme la polla. Perdí la noción del tiempo, no sé cuánto rato me estuvo follando el culo. Me dolían los huevos y la polla por la excitación, nunca la había tenido tan dura.

Me desato las manos e inmediatamente comencé a masturbarme. Pedro acelero las acometidas y poco después se corría dentro de mi culo. Yo no tarde mucho en hacerlo. El mejor orgasmo de mi vida.

Mi amigo dejo la verga dentro de mí hasta que se le fue bajando, luego se puso de pie.

-Límpiame la polla, puta.

No dude,  me la metí en la boca, limpiándole la verga como se merecía un tío que tanto placer me había dado.

-Ahora vamos a dormir un rato –dijo cuando termine de asearle las partes bajas- Luego continuaremos con tu desvirgamiento.