ABUSADOR (1)
Me convertí en abusador de mujeres casi por casualidad. Tenía 20 años, fuerte ya que hacía deporte y acudía a un gimnasio. Por aquella época por mi trabajo visitaba varios edificios de oficinas. Siempre había trasiego de personas por las zonas comunes, yo me fijaba especialmente en las chicas. No tenía novia ni pareja fija y siempre estaba caliente ya que follaba poco.
En uno de estos edificios coincidí varias veces con una mujer que debía estar cerca de los cuarenta años, pero bien, pero que muy bien llevados. Siempre vestía con falda o vestidos, nunca la vi con pantalones. No sabía ni su nombre, ni si sería ejecutiva o secretaria, pero me ponía a cien cada vez que la veía. Ella no conocía ni mi existencia.
Un día de forma accidental nos chocamos, se le cayeron unos papeles que llevaba, la ayude a recogerlos, me dio las gracias y se marcho, eso me dedico una sonrisa. Me pajee varios días pensado en ella y en su boca, pensando lo agradable que debía ser meterle la polla en ella.
Pasaron varios meses, me cruce con ella en más de una ocasión y ni que decir tiene que no me saludo y mucho menos reconoció.
Una tarde, ya a última hora, la vi que se paro en la recepción del edificio y le oí decir que se marchaba y se dirigió hacia los ascensores, eso era porque tenía el coche en el parking.
Sin pensarlo, baje corriendo por la escalera. Conocía bien el inmueble por mi trabajo. Espere en una esquina de los pasillos por donde yo sabía que pasaría para ir al estacionamiento.
Nada más que paso, me abalance sobre su espalda. Con una mano la tape la boca para que no chillara. Yo deseaba que me hiciera una mamada, pero sabía que no iba a ser posible. Temía que me viera la cara y pudiera identificarme. La introduje en unos aseos. Ya en la cabina, mientras que trataba de zafarse, le dije:
-Sabes lo que va a pasar, soy más fuerte que tu.
Trato de decir algo, pero mi mano en su boca lo impedía. Saque mi dura polla. Le subí la falda y aparte sus bragas. Ella trataba de soltarse, me dio una patada. Le agarre un pecho por encima de la blusa, busque el pezón y se lo retorcí todo lo que puede. Le debió doler bastante, trataba de gritar y algún gruñido salió de su boca a pesar de la presa de mi mano, pero se quedo quieta y comenzó a llorar.
Aproveche para abrir sus labios vaginales y en seguida apunte mi pene. De un solo golpe le metí la polla.
De cómo se movía pensé que le dolía, yo sentí cierto escozor por el roce, la puta estaba totalmente seca.
Comencé a follarla con rapidez, temía que alguien entrara, no era probable pero si posible. Ella estaba quieta y llorando.
No tarde mucho en correrme, lo hice en sus nalgas para poder limpiar el semen y tratar de no dejar mucho rastro.
Me resulto agradable, pero no tanto como había supuesto.
La baje las bragas y la falda. También la medio abrí la blusa y saque sus pechos para que perdiera algo de tiempo en componerse la ropa, por si salida disparada de allí, aunque cavia la posibilidad que se quedara un rato.
En los días posteriores, cada vez que pensaba en lo ocurrido tenía una fuerte erección. Cuando me masturbaba recreaba la situación logrando un placer como nunca.
Estas rememoranzas me sirvieron para darme cuenta de algunas cosas que use posteriormente, pero eso ya es para otras historias.