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Mi novio y su hermana (1)

en No Consentido

Tenía novio desde hacía dos años, hacia unos meses que nos habíamos ido a vivir juntos. Me llamo Estrella y tengo 24 años, mi chico tiene dos más que yo y se llama Fernando, Fer para los amigos. Todo era felicidad en mi vida.

El único problema era mi su hermana pequeña, Lorena, mi futura cuñada. No me tragaba desde el principio y cuando nos hicimos pareja ya fue algo tremendo, siempre malmetiendo entre su hermano y yo. Procuraba encontrarme con ella lo menos posible.

Lorena no tenía novio, al principio pensé que sentía celos de nosotros. Al poco tiempo de vivir juntos nos llamó para presentarnos a su pareja. Resulto que era una bonita joven de 23 años los mismos que Lorena. Se llamaba Sara.

Me quede de piedra ya que no había sospechado nada de que fuera lesbiana. Pero bueno era cosa de ella y Sara era un encanto de mujer.

Llego la época de las vacaciones y Fer me comento de ir al Caribe. Nos pusimos de acuerdo enseguida.

Llego el día de partir y Lorena se ofreció a llevarnos al aeropuerto. En el último momento surgió un tema de trabajo a Fernando y decidimos que Lorena y yo iríamos juntas al aeropuerto y Fer iría en taxi desde la oficina.

Lo último que recuerdo fue que me entro un sueño tremendo y termine por dormirme en el coche. Luego supe que mi “cuñada” me puso un somnífero en un café que tomamos en casa.

Cuando comencé a despertarme note que me dolía el cuerpo, especialmente la boca, fui tomando conciencia poco a poco. Lo primero que vi fue que estaba en el suelo que estaba cubierto de paja.Quise gritar pero no podía, tenía una bola en la boca que me y me dolían las mandíbulas de tenerla tan abierta.

Trate de quitármela pero mis manos estaban atadas por la espalda. Las piernas dobladas por las rodillas y los tobillos atados también a mis manos.

Estaba totalmente indefensa. Me hice mil preguntas y llore mucho. No sé cuánto tiempo estuve en esta situación, pero si sé que tenía una tremenda sed.

De pronto oí ruido y apareció Lorena con una sonrisa maléfica.

-¿Cómo estas, puta? –fue lo primero que me dijo-

-Da igual, no me importa lo más mínimo –prosiguió- Te voy a informar de tu nueva situación

A continuación medio dos golpes con una fusta que lleva  y yo no había visto. Gemí de dolor.

-Tienes que saber que has desparecido de la faz de la Tierra. Oficialmente has muerto o estás punto de ser declara muerta. Con lo que nadie te buscara ni hará nada por ti.

Se me saltaron las lágrimas y pensé que Lorena estaba loca y tuve la esperanza de que Fernando me rescatara de sus garras.

-Desde ahora solamente harás lo que se te mande, obedecerás sin dudar y si cumples todo irá bien. Tienes prohíbo hablar si no se te pregunta antes.

Cada vez estaba más horrorizada, está loca, pensé, la creía capaz  de cualquier cosa.

-Si gritas o pides socorro nadie te escuchara, salvo yo y me gusta el silencio, serás castigada por ello.

Se agacho junto a mí.

-¿Has entendido lo que te he dicho?

Asentí con la cabeza.

-Te voy a quitar la mordaza y necesito que tu boca este en buenas condiciones.

Me la quito. Comencé a gritarle de todo, que me soltara, que esto que lo otro. Su respuesta fue azotarme con una fusta hasta que estuve un rato en silencio, solo gimiendo y gritando por el dolor. Después de eso se marchó. Quede sumida en un mar de lágrimas tanto por dolor como pensando en lo que me había dicho.

No sé cuánto tiempo paso hasta que Lorena volvió. La mire, venia prácticamente desnuda con una especie de mini vestido, tipo túnica, que prácticamente dejaban sus glúteos al aire y sus pechos a la vista. En la mano tenía la fusta. Menuda zorra, pensé para mis adentros. Decidí permanecer en silencio ya que sabía a lo que me exponía.

Se tomó su tiempo observándome, luego se acercó. Desato el nudo que unía mis manos a los tobillos. Por fin pude estirar un poco las piernas. Me giro colocándome boca arriba. Acaricio mi pelo y una mejilla, me dio asco que me tocara.

-¿Tienes sed?

Me moría por beber algo, asentí.

-Te he hecho una pregunta, contesta –me dijo mientras que me daba una bofetada-

-Si –respondí, mi cara ardía-

Vi cómo se subía el vestido. Se puso a horcajadas sobre mí. Horrorizada contemple como se acercaba a mi boca.

-Te voy a dar el agua que quieras, pero primero vas a sentir la humedad de mi coño y si lo haces bien tendrás también comida.

Dicho y hecho, me puso su sexo en los labios. No podía moverme, no creía lo que estaba pasando y pensaba que era una pesadilla. Pero no lo era, una bofetada me saco de mis pensamientos.

-Empieza ya, perra.

Llorando saque la punta de la lengua pero no llegaba, se acercó un poco y comencé a pasar la lengua por sus labios vaginales. Note cierta humedad, la puta estaba caliente. Por fortuna estaba totalmente depilada, con pelo creo que no hubiera sido capaz de hacerlo.

Con los dedos se separó los labios.Pude lamer sin problemas. Me sentía asqueada, era la primera vez que hacia eso.

-Mete la lengua –me dijo- fóllame con ella.

No era fácil, hacia lo que podía. Ella se movía lentamente y finalmente su clítoris quedo en buena disposición. Se lo lamí con fuerza, quería terminar con aquello lo antes posible. Comencé a notar sus flujos en mi boca. Fue una sensación horrible.

-Así puta –me decía-

-Venga Estrella haz que corra.

Iba a toda la velocidad que podía, no sé cuánto tardo en correrse pero se me hizo eterno.

Cuando termino de venirse me dijo:

-Espero que se calmara la sed con mis jugos.

Comenzó a reírse como una loca. Se levantó y salió del habitáculo donde estábamos.

Yo muerta de sed y la puta seguro que no me iba a dar de beber.

Poco después volvió con dos cuencos, tipo a los que se usan para dar de comer a los perros. Los coloco sobre la paja.

-Aquí tienes comida y agua.

Se marchó.

Tenía tanta necesidad de beber algo que como puede me puse de rodillas y me acerque a los cuencos. Lloraba de rabia e impotencia y ahora Lorena me humillaba de nuevo tratándome como si fuera una perra.

Bebí bastante, la comida era arroz con algunas verduras de un aspecto asqueroso, horrible pero también tenía hambre. Hice de tripas corazón y comí todo lo que puede, pero no llegaba a apurar los cuencos.

Y Fernando. ¿Que habría sido de él?, ¿Dónde estaba?, ¿Por qué no me rescataba? Me quede dormida haciéndome estas preguntas.

Me desperté sintiendo una presión en mi cuello. Cuando fui consciente vi a Lorena arrodillada sobre mí. Me aprisionaba con una rodilla.

-Despertó la bella durmiente –fue su saludo- Voy a prepararte para tu nueva vida, zorra.

Empezó a ponerme una especie de correas por la cabeza. A pesar de mis ataduras trate de zafarme de sus maniobras. Dejo el artilugio en el suelo, me puso de pie y medió una buena tanda de fustazos. Que aficionada era a la fusta y lo que me dolía. Lloraba desconsoladamente.

-Ahora estate quieta –dijo cuándo se cansó de azotarme-

Volvió a colocarme las correas por la cabeza, luego como guinda pasó un barra por mi boca y ajusto el conjunto por la parte de atrás. Con el tiempo me entere que era una cabezada con bocado, una copia de las que se usan para los caballos pero en este caso para personas. Luego engancho dos correas a cada lado del bocado a modo de riendas. Las ató a una anilla que había en la pared, un poco alta, lo que me obligaba a tener el cuello estirado.

Con unas tijeras cortó las cuerdas de mis muñecas y tobillos. Luego siguió cortando mi ropa, toda mi ropa, hasta que me dejo completamente desnuda. Mientras tanto me decía:

-Ya no te harán falta prendas como estas, nunca, perra.

Yo quería gritar, decirle de todo, pero no podía por la barra de mi boca. Al mismo tiempo pensaba que está loca pretende que este siempre desnuda.

Luego me puso un conjunto de correas que consistían en una anilla en el cuello, por delante colgaban dos correas que tenían un triángulo por donde metió mis senos, a modo de sujetador. Las paso por los bordes de mi vagina. Luego las subió por la espalda y las engancho en la anilla del cuello.

-Tienes demasiado pelo en el coño –me dijo, mientras daba tirones de ellos-

Yo lo tenía recortado, no rasurado como de ella, así que me imagine lo que iba a pasar. Me hizo alzar las piernas para ponerme unas botas con tacón alto pero no de aguja. Estaba como de puntillas, eran muy incomodas.

Me puso unas muñequeras con anillas que engancho a otras anillas que tenían las correas. Mis manos no servían para nada salvo para rascarme un poco de vientre.

Se marchó dejándome casi colgada de la anilla, El cuello comenzó a molestarme de tenerlo estirado.

Y mi novio sin rescatarme de la loca de su hermana.

Cuando volvió, llenó los cuencos de la comida y agua. Se me acerco por la espalda y con sus asquerosas manos comenzó a sobarme el cuerpo. La verdad era que me acariciaba pero mi sensación era otra. Su cuerpo se restregaba contra el mío. Poco a poco me estaba poniendo a tono y ella lo sabía.

Me toco los pechos y los pezones.

 -Tienes los pezones duros, zorrita –me susurro al oído con una voz increíblemente sensual-

Suspire. Ella me pellizco los pezones, pero no me hizo daño. Note como mi sexo se mojaba con los fluidos.

Sus manos bajaron a mi vagina y comenzó a masturbarme. Los suspiros se hicieron gemidos de placer. No entendía como yo podía estar así de caliente y responder a sus caricias. No me gustaban las mujeres pero Lorena me estaba haciendo gozar a pesar de todo.

Me llevo al borde del orgasmo pero en el momento clave se paró.

-Noooo –dije en un susurro, pero me oyó-

-Has hablado sin permiso, ya sabes que tienes un castigo por ello. Dime –prosiguió- ¿quieres correrte?

-Si Lorena.

-¿Así se piden las cosas?

Me trague el poco orgullo que me quedaba y le dije:

-Por favor Lorena haz que me corra.

-Eso está mejor.

Me beso en el cuello y fue hacia mi boca. Me dio asco solo de pensar en un beso así, pero abrí la boca para que hiciera lo que quisiera pero que me diera un orgasmo. Tal era mi calentura.

Reinicio los movimientos sobre mi clítoris metió dos dedos en la vagina comenzando a follarme con ellos.

De nuevo se detuvo. Se desnudó y apoyándose en la pared me dijo:

-No te puedes correr antes que tu dueña.

Se mostraba sensual, exhibiéndose. Sabía lo que pretendía y sabía lo que quería yo, así que volví a tragarme mis reticencias y me aproxime hacia ella.

Dándose cuenta de mis intenciones me abrazo. Nuestros cuerpos se juntaron y ella comenzó a moverse, al momento estábamos frotándonos. Me arrimaba su boca pero no me besaba, me di cuenta que pretendía que lo hiciera yo. Me resistí un poco, la verdad es que estaba tan excitada que estaba dispuesta a cualquier cosa. Le di un beso, luego poco a poco fui comiéndole la boca hasta que mi lengua entro entera. Ella hizo lo mismo.

Me soltó una mano y la llevo aun pecho. Lo acaricie, luego lo apreté y eso pareció gustarle más. Sin que me dijera nada baje mi boca y succione sus pezones.

La loca Lorena gemía como una autentica perra. Con la mano libre comencé a jugar con los labios vaginales y el clítoris. Al rato me arrodille y le comí todo el coño, el clítoris y me trague todo lo que manaba de su vagina.

La primera vez sentí repugnancia al hacerlo, nunca había estado con otra mujer y su flujo me dio asco, en esta ocasión también sentí asco, pero no sé por qué sabía que tenía que hacerlo y lo que era peor que debía acostumbrarme.

Se corrió entre grandes gritos con la respiración muy agitada. Me acaricio el pelo, yo seguía arrodillada ante su coño.

-Para ser primeriza lo haces bien, puta.

Me agarro de los hombros y me incorporo. Llevo sus manos a mi mojadisimo sexo.

-Pero que zorra eres –dijo- Ponte a cuatro patas, esclava.

Obedecí inmediatamente, aunque no me gusto para nada su comentario, como la odiaba, pero quería correrme y haría cualquier cosa por conseguirlo.

Abrió la vagina y metido de golpe tres dedos, me dolió por la brusquedad. Movió los dedos con ritmo relativamente suave. Como me puso. Comencé a moverme siguiéndole el ritmo.

-Bien puta –dijo cuando se dio cuenta- como si follaras con una polla.

Se giro un poco y comenzó a tocarme los pechos, me retorcía los pezones. Me dolían pero eso parecía que aumentaba mi excitación.

Me corrí entre gemidos y gritos, fue muy intenso. Fue la primera vez que una mujer me hacía llegar. De locura, fue de locura. Me temblaban las piernas y caí de bruces sobre la paja del suelo.

Volvió a sujetar la mano que tenia libre a la anilla de la correa. Me quede mirándola.

-Ahora come, puta, que te va hacer falta reunir fuerzas.

Me quede mirándola y le mostraba mis manos atadas.

-Los animales no usan sus patas delanteras para comer y tú eres un animal.

Me sentí muy humillada por esta loca.

Se giró para marcharse, pero paro en la puerta.

-Recuerda que tienes pendiente un castigo –dijo-

Se marchó dejando la puerta abierta.

Lo primero que hice fue comer y beber. Luego me incorpore y me asome a la puerta del habitáculo, por lo menos podía moverme. Vi una especie de granero o almacén en el que había dos habitáculos como los que se usan para guardar las caballerías.

Al ver aquello se me callo el mundo a los pies, bueno más caído que lo que ya estaba. Asumí que Lorena iba en serio en hacerme sentir como un animal. Volví a entrar y me tumbe sobre la paja, me quede dormida. Soñé con la bestia loca de Lorena, me maltrataba y no sabía porque.

Yo estaba dando paseos por el granero o cuadra. Cuando anocheció volvió mi secuestradora, traía más comida y agua que vertió en los cuencos.

Me quede mirándola, era despreciable. La odiaba. Se me acerco y me enseño una chocolatina. Las que sabía que más me gustaban.

-Te has ganado un premio –dijo-

Se la coloco en la palma de la mano. La puso a una distancia de mi boca que tenía que bajar la cabeza para poder comerla. Mis manos atadas a los costados no me servían de nada. Dude un poco si darle el placer de humillarme otra vez o darme el gusto de comer el chocolate. Venció mi deseo y comencé a bajar la cabeza. Lorena me acaricio el pelo.

-Bien potranca, veo que vas asumiendo tu nuevo papel.

Cuando ya casi estaba a mi alcance la golosina, bajo la mano. Me incline más y por fin me dejo degustar el chocolate.

-Descansa, mañana hablaremos de tu castigo pendiente.

Me trabo los tobillos con una pequeña cadena y se fue.

Me deje caer sobre la paja y llore, llore mucho. No tenía ni idea de que pudiera tener tantas lágrimas. La maldecía, la insultaba, echaba de menos a Fernando y me preguntaba dónde estaba y por qué no me rescataba.

Cuando me canse de llorar decidí cenar. La comida era buena, Lorena sabía lo que me gustaba. Verduras crudas y guisadas con algo proteínas.

Me quede dormida muy pronto.

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