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Mi vecino mi amante (2)

en Dominación

El siguiente día que pudimos vernos en su casa, a modo de saludo me dijo:

-Creo que estás preparada –me dijo-

-¿Para qué?

-Para que me entregues tu virginidad.

-No lo sé –respondí, pero estaba deseosa de más placer-

-Eso no importa, yo la quiero ahora y tu  ¿Qué debes hacer?

-Obedecer, Bruno.

Me llevo al dormitorio. Termino de desnudarse. Hizo que me tumbara en la cama con las piernas colgando por el borde. Se tiro al suelo. Su lengua comenzó a lamerme los muslos. Creí morir cuando me lamio la cara interior. Es una zona muy erógena para mí. Claro que no fue nada comparado cuando me comió literalmente el clítoris. Mi vagina era una catara de flujo al que no hacía ascos. Entendí por que quiso correrse en mi boca y que me tragara su semen.

No tarde casi nada en correrme. Fue brutal, el mejor orgasmo de mi vida. A pesar de ello mi amante seguía con su lengua. Fue muy placentero, no sé cuando duro, pero fue genial.

Luego se tumbo junto a mí y nos besamos de forma salvaje. Estaba muy salida a pesar de todo lo disfrutado. Sabía que iba a perder la virginidad y cada vez que lo pensaba me ponía mas.

Se puso encima de mí, seguíamos besándonos mientras que nuestros cuerpos se rozaban. Ente beso y beso me explico que el himen al romperse podría dolerme  o solo tener simples molestias, que mi virginal vagina también me molestaría hasta que se acostumbrara a estar llena. No me importaba, estaba en tal estado que solo quería que me penetrara de una vez.

Se demoro, se tomó su tiempo. En un momento dado cruce las piernas sobre su cintura.

-Ahora si estas preparada –oí que decía-

Bajo mis piernas, flexiono mis rodillas y las separo.

-Abre las piernas todo lo que puedas –dijo-

Cuando estaba en posición, apunto su verga y comenzó a recorrer mis labios vaginales, llegando incluso al clítoris. Me moría de sensaciones nuevas. A continuación se tumbo sobre mi y comenzó a moverse. Sentía su pene como se deslizaba sobre mí y de vez en cuando apretaba e introducía la punta o eso pensaba yo. Estaba super mojada.

Me beso de nuevo varias veces. En medio de estos besos fue cuando me penetro, poco a poco. Entraba y salía. De pronto se paro con la polla dentro de mí. Me estaba besando cuando sentí algo raro. Supe que había dejado de ser virgen con unos segundos de molestias, no puedo decir que me doliera.

Siguió entrado y saliendo, abriéndose camino en mi coño.  Me sentía rara, llena, empalada. Bruno paro y dentro su verga donde estaba, todo esto sin dejar de besarme.

Luego comenzó a moverse lentamente, salía casi completamente y volvía a meterla. Cada vez que lo hacía me volvía sentir empalada pero gustaba, no sabría decir porque pero me encantaba sentirme así.

Cambio el ritmo y comenzó a follarme más rápido y sin sacar tanta verga. Me indico que moviera mis caderas tratando de ir acompasados. Ahora sé que fue un total desastre pero Bruno decía que lo hacía muy bien, que siguiera y no parece, supongo que para animarme. Paro un momento.

-Quiero que aguantes todo lo que puedas, que no te corras –me dijo- si no lo haces ya sabes lo que pasara. Pide permiso para correrte.

-Valeeeee –le grite- pero no pares.

Estaba como loca. Me movía frenéticamente aunque me decía que fuera más despacio. Quería llegar ya.

Pedí permiso tres veces, y tres fueron las negativas. Bruno dejaba de follarme y con el peso de su cuerpo impedía que yo me moviera. Luego volvía a la carga lentamente para ir subiendo el ritmo.

Repetí la petición y entonces me la dio.

-Abandónate -me dijo-

En segundos me vino. Fue genial correrme con ese trozo de carne caliente dentro de mí. No sé cuantos orgasmos fueron o uno muy, muy largo.

Me saco la polla y se la señalo.

No debió decir nada, le entendí. Me lance sobre la verga y comencé a chupársela. No tardo nada en sacarla y yo en sentir el semen en mi cara. Luego me la volvió a meter en la boca y comenzó a dar sonidos guturales.

Cuando termino, con sus dedos retiro  de mi cara el semen y me los dio a limpiar. Esta vez si me supo a gloria.

Antes de irme me enseño una especie de consolador.

-Deberás llevarlo puesto siempre hasta que lo indique –me dijo-

Debí poner una cara muy rara y de susto.

-No te asustes, es un dilatador anal, así se irá preparando tu culito para cuando me lo entregues. Ponte a cuatro patas –ordeno-

Me puso algún tipo de crema, luego supe que se llamaba lubrificante, que ingenua y desconocerá era por aquellos tiempos.

Me lo introdujo lentamente. Me produjo alguna molestia. Al poco me lo saco y dijo:

-Prueba a ponértelo tu misma.

A cuatro patas no lo conseguí, por lo que me recosté lateralmente, siguiendo las instrucciones de Bruno. Fue bastante fácil.

-Puedes usar cualquier ropa, no se nota que lo llevas puesto. Cuanto más tiempo lo lleves mejor –sentencio- Si te molestara en alguna ocasión, te lo quitas y descansas un rato. ¿Lo has entendido, preciosa?

-Creo que si –respondí- En caso de duda te preguntare.

-También es bueno que cuando estés en la cama, lo metas y saques como si te follaras.

Una vez vestida, llevando mi culo lleno. Me acompaño a la puerta.

-Has estado magnifica.

Nos dimos un beso de despedida.

Había sido genial. Nada parecido a lo que yo me figuraba y pensaba de mi primera vez.

Pasaron muchos días hasta que pude tener tiempo suficiente para ir a su casa sin peligro. Mientras tanto nos veíamos cuando podíamos o surgía la oportunidad. Lo hicimos en sitios peculiares, la mayoría en su coche, pero también en el garaje de casa que había unos aseos, incluso una vez en el ascensor. Eran polvos rápidos, satisfactorios.

También descubrí que mastúrbame con el consolador en el culo me resultaba mucho mejor que hacerlo sin el. Un día, por casualidad, se me ocurrió hacerlo metiendo y sacando el dilatador, fallándome al mismo tiempo que mis dedos se encargaban de mi vagina. Fue inimaginable. En esa época debía estar muy salida por qué no me saciaba fácilmente, me masturbaba varias veces al día, además de los encuentros con Bruno.

Le puse  un whatsapp diciéndole que en una hora iría a su casa.

Cuando iba a tocar el timbre, vi que la puerta esta entreabierta, la empuje. Bruno estaba en el salón. Vestido solo con un slip. Estaba tomando una copa de cava. Yo estaba nerviosa, las piernas casi me temblaban.

Me senté a su lado y el saludo fue un beso en la boca. Yo estaba excitada. Sabía que mi culo iba a dejar de ser virgen. A decir verdad, lo deseaba y lo temía. Había buscado información en la red sobre el tema. Encontré opiniones muy dispares por lo que me esmere mucho con el dilatador que me dio Bruno.

No sé si fue por nervios o que, le quite la copa y me la bebí. Por su cara supe que no le había gustado.

-Bruno sé que no puedo beber alcohol, pero si soy lo suficiente mayor y mujer para que me folles también lo soy para tomar una copa –le dije-

Se rió. Lleno de nuevo la copa y me la ofreció.

-Tienes razón. Pero bébela despacio, se saborea mejor.

Charlamos un rato de cosas intrascendentes mientras que tomábamos la copa. De repente me agarro del pelo y bajo mi cabeza hacia su verga que estaba fuera del slip. No me había dado cuenta cuando lo saco.

Comencé a chupársela y fui notando como crecía en mi boca. Cuando ya la tenía dura me retiro con cierta rudeza. Se puso de pie.

-De rodillas –me ordeno-

Puesta en posición me inserto la polla hasta la garganta. Sentí una arcada. Comenzó a moverse, no me dejaba chupársela, lo hacía muy rápido como con saña. Posteriormente me entere que eso se llamaba “follarte la boca”. No me gusto, me sentía usada, despreciada, no sé cómo explicarlo pero no podía quejarme por tener la boca llena y además Bruno lo quería así.

Se corrió entre gritos, me decía “así puta, así se hace” y cosas parecidas. Eso me encendió mas de lo que estaba y note como mis muslos comenzaban a mojarse con los jugos que salían de mi coño.

No me dejo limpiarle la verga como siempre quería que hiciera. Me agarro del pelo y me tiro al sillón. Yo no entendía nada. Nunca me había tratado de esta manera aunque yo sabía que le gustaba mandar, me lo había dejado claro y yo había prometido obedecerle.

-Ponte a cuatro patas, zorra –me dijo-

Obedecí naturalmente. Me saco el dilatador anal. Al momento comenzó a darme palmadas en las nalgas, no era la primera vez, pero yo no era consciente de que hubiera hecho algo mal. No sé cuantas me dio. Me ardía el culo.

-Ya está colorado –oí que decía- casi como a mí me gusta.

Aproveche para preguntarle el motivo de la azotaina. Que había hecho mal.

-No has hecho nada mal, solo que me gusta hacerlo.

-Pues si te gusta, sigue –conteste-

No sé cómo pude contestar eso. Realmente cuando estaba con Bruno perdía los papeles. Me dio otra tanda de azotes.

Luego me dejo descansar un rato. Vi como iba a su dormitorio. A la vuelta me enseño un cinto.

-¿Lo aceptas, Candela? –me pregunto-

Yo sabía que si decía que no, terminábamos y posiblemente para siempre. Pero tenía tantas ganas de sexo que respondí:

-Eso duele mucho.

-No te he preguntado eso.

-Acepto Bruno.

-Así me gusta puta.

Cada vez que me llamaba puta, zorra y otras cosas similares, sentía una oleada de calor y casi de placer.

Me acaricio la espalda y cuando más distraída estaba recibí el primer cantazo, en el culo. Fue horrible el dolor. Grite y caí sobre el sofá. Comencé a medio llorar. Mis manos masajeaban la zona.

-Ponte en posición.

-Por favor, Bruno –le roge, mientras me ponía en posición-

Su respuesta fue otro correazo en mi culo. Más flojo que el anterior. Me agarro del pelo nuevamente y me arrodillo a sus pies.

Se saco la polla e hizo que se la chupara. Siguió dándome correazos, en esta postura era en la espalda. Eran flojos pero fueron tantos que tenia la espalda al rojo. Fue doloroso pero al mismo tiempo excitante, no sabía porque, ahora ya si lo sé.

Cuando se le puso dura se separo de mí. Nos fuimos al dormitorio. Hizo que me pusiera a cuatro patas en la cama.

-Eleva el trasero, zorrita.

Sabía que me iba a follar el culo. Tenía miedo al dolor. Pero no podía evitar lo que iba a suceder, por obediencia a Bruno y porque lo deseaba. Si, deseaba que me penetrara analmente. A pesar de todos los orgasmos que llevaba últimamente estaba siempre salía y caliente.

Note el frio de una crema en mi ano, con sus dedos me la fue metiendo en el recto. No me molestaba en absoluto. El tiempo que había llevado el dilatador anal había cumplido su misión. Me tranquile sobre el dolor, bueno no del todo.

Sin avisarme, me abrió las nalgas. Había llegado el momento. Apoyo el grande en mi ano y comenzó a empujar. Lentamente, fui notando como se abría paso dilatando mi esfínter. Comencé a tener molestias. Empujaba un poco y paraba. Cada vez que me entraba un poco las molestias parecían que aumentaban, pero enseguida se pasaban.

De repente note casi dolor y oí que decía:

-Ya está la cabeza dentro. ¿Cómo estás?

-Bien, con algunas molestias, pero bien –conteste-

Volvió a la carga, fue eterno, poco a poco fue entrado en mi recto. No hizo falta que me dijera nada cuando metió toda la verga. Sus huevos toparon con mis muslos. Sentí una descarga eléctrica.

Me agarro por las caderas y  comenzó a bombear, despacio. A todo esto yo estaba loca de excitación. Mi vagina estaba mojada como nunca. Entraba y salía con parsimonia. Recreándose en la acción.

Yo tenía una mezcla de molestias con placer. De vez en cuando me daba un azote en el culo. Eso provocaba mas humedad en mi coño y yo sentía morirme de gusto.

Al rato, repente, saco su polla del todo y no volvió a meterla. Tardo unos segundos que se me hicieron eternos hasta que note que me la metía por la vagina. Me bombeo de forma salvaje. No tarde nada en estar a punto.

-Permiso para correrme –le dije-

-Ni se te ocurra, perra –me contesto, mientras me daba palmadas en las nalgas.

Si lo hizo para córtame el orgasmo, no lo consiguió, me excitaba mas. Pero no se por qué lo hizo.

Volvió sacar la verga de mi coño y la metió de nuevo en mi ano. No fue tan cuidadoso como la vez anterior. Me dolió un poco, pero en el estado que estaba me daba igual. Antes de comenzar a bombear me dijo:

-Cuando notes mi semen en tus entrañas te puedes correr. Si lo haces antes te vas a enterar.

Ni le conteste. Por un lado estaba deseando que nos corriésemos por otro quería prolongar aquello todo lo que pudiera.

Me follo todo el rato que deseo. No sé cómo pude contenerme, bueno Bruno me ayudo a conseguirlo, regulando la follada. Comenzó a jugar con el clítoris. Esto termino por volverme loca del todo. No puedo describir las sensaciones.

Dejo de tocarme el clítoris y note como me agarraba fuerte de las caderas. Supe que iba a terminar pronto. Yo comencé a masturbarme y a meterme dedos en el coño.

Noté como se tensaba y al momento, el semen dentro de mi culo. Me deje llevar. Chille como una posesa y me tapo la boca para que no se oyera después de caer rendidos sobre la cama.

Imaginaros como fue el orgasmo, que seguro que no lo acertáis.

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