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Petra (fin)

en Lésbicos

 

Al día siguiente me llego por comunicación interna del PC un mensaje de Petra.

“¿Quieres se mía?”

Al leerlo me dio un vuelco el corazón. Deseaba a Petra y  quería ser suya, eso me quedo claro la noche anterior. Así que le conteste.

“Quiero”Conteste.

“El viernes cenamos en mi casa, nos vamos desde aquí y tráete algo de ropa, no sé cuándo terminaremos”

¡Me acababa de invitar a cenar en su casa o quizás a pasar el fin de semana con ella! Genial. No me lo podía creer.

Se me hizo eterno el tiempo hasta que llevo el día señalado. Durante ese periodo no mantuve mas contacto con Petra que los saludos de rigor y en presencia de otras personas. Fuimos discretas y eso me gusto, pero yo hubiera deseado otra cosa.

Hice una pequeña maleta con mis cosas y con la ropa que me pondría, ya que para ir a trabajar me vestí de forma habitual. Por el contrario mi futura amante si se había preparado.

Casi a la hora de salir me mando un whatsapp

“Sal diez minutos después que yo, te espero en el garaje”

Le conteste con un lacónico OK.

Fui al baño en cuanto puede y me cambie la ropa interior. Para la ocasión me había comprado un bonito conjunto trasparente en blanco de sujetador y mini braguitas, sin llegar a ser un tanga. Como ropa de calle opte por un top en rosa, sin tirantes y una falda por encima de la rodilla pero no demasiado corta. Como complemento me puse unos zapatos de tacón y así no quedar demasiado baja junto a Petra.

Mire el reloj y había pasado un cuarto de hora, no me gustaba llegar tarde a las citas pero en el fondo casi me alegre, que esperara un poco no vendría mal y que se ganara un poco su conquista, jejeje.

Cuando salí al garaje vi a Petra apoyada en su coche. Me acerque despacio para que me viera bien.

-Ha valido la pena el tiempo de espera –dijo, dándome un pico.

Petra también estaba vestida para la ocasión. Estaba preciosa. Como era pronto fuimos a un centro comercial a dar una vuelta. Tomamos un refresco.

Yo estaba muy nerviosa. Deseaba y temía el momento en que Petra se abalanzara sobre mí para hacerme suya. Ella estaba muy tranquila, se le notaba las tablas que tenía en estos menesteres y no dijo ni hizo nada que diera a entender lo que tendríamos esa noche.

Llego el momento de irnos. No tardamos mucho en llegar a su casa. Era un bonito apartamento de dos dormitorios, con unas vista magnificas ya que era una planta dieciséis.

Le ayude a preparar la mesa. La cena solo teníamos que calentarla. Cenamos hablando de generalidades, aunque yo había esperado que hubiéramos entrado en materia.

Tomamos café en el sofá. Tire un poco sobre el platillo.

-Tranquila Claudia –me dijo con una sonrisa-

-No puedo, Petra –le conteste-

-Solo pasara lo que tú quieras que pase.

Puso música, melódica, relajada. Durante un rato permanecimos en silencio. Me relaje un poco, aunque no sabía el motivo.

Petra se puso de pie y me ofreció la mano.

-Bailemos –me invito-

Me incorpore y comenzamos a danzar lentamente, poco a poco me fue acercando y apretándome contra ella. Estaba ya tranquila pero muy excitada. Notaba como mi sexo estaba mojando.

Mientras que bailábamos me fue besando por el cuello, las orejas. Sus manos permanecían quietas, llevándome en la danza.

Me di cuenta que le gustaba llevar la voz cantante, casi mejor dada mi nula experiencia en el sexo entre mujeres. Por mi parte asumí que Petra iba hacer conmigo lo que quisiera y que yo lo aceptaría con agrado. No le iba a negar nada.

Me fue desnudando y yo a ella. Nos paramos un momento.

-Es muy bonita la ropa interior que te has puesto.

-Es para ti, por cierto la tuya tampoco está mal –conteste-

Me beso de nuevo y al ritmo de la música me llevo a su cuarto y por tanto a su cama. Nos acostamos.

Como si jugáramos nos quitamos la ropa interior. Cuando me acaricio un pecho y paso su palma por el pezón sentí un escalofrió de placer. Poco a poco fue acariciando mi cuerpo y luego pasaba la punta de la lengua. Mi excitación fue creciendo hasta un punto insospechado.

Mi manos comenzaron por su espalda, fui bajando hasta las nalgas y no me atreví a seguir más abajo. Ella seguía con lo mismo que hacía.

En un momento dado uno de sus pechos estaba a mi alcance. Me dije por qué no y lo acaricie incluido el pezón. Me resulto agradable. La otra mano la dirigí al otro pecho.

Me dio la vuelta y me puso boca abajo. Se inclino sobre mi cuerpo y comenzó a trazar círculos sobre mi espalda con la palma de una mano. Fue bajando hasta llegar a la zona lumbar. Separe un poco los muslos, estaba en la gloria solo con ese especie de masaje. Se pego al interior de mis piernas, apoyando todo el peso para hacer más presión.

Gemí suavemente cuando su sexo se apoyo en mi culo y mi humedad se hizo más intensa. Estuve a punto de girarme y devorarla en ese momento pero me contuve.

Se detuvo cuando llego a mis caderas, como dudando que hacer. Seguro que era estudiado.

-Más abajo –dije en tono de suplica me pareció-

Apreté la almohada con mis brazos mientras que Petra masajeaba la carne del trasero. Gemía en voz ahogada por la almohada, pero estoy segura que ella se daba cuenta. Pasaba los dedos por mi piel primero masajeando con fuerza, luego acariciándola apenas con la punta de los dedos.

Al cabo de un rato bajo por cada muslo y el dorso de las piernas y las pantorrillas. Luego inicio el camino inverso.

Cuando llego de nuevo a mi trasero, los gemidos que salían de mi garganta eran perfectamente audibles.

Era fácil ver mi excitación ya que era incapaz de disimular mi deseo. Supongo que vio mi sexo abierto y expuesto, reluciente de jugos.

Con una mano siguió frotando mi culo y con la otra se fue deslizando hacia mi entre pierna de carne húmeda. Metido dos dedos. Creí morir de placer con solo eso. Al poco se arqueo mi espalda y note como sus dedos llegaban más afondo, así que me apoye todo lo que puede en la cama para mantenerme en esa posición.

De repente sentí como un escalofrió o una corriente eléctrica cuando su pulgar rozo mi clítoris. No sabía cómo conseguirlo pero quería apretarme contra sus dedos, fui probando pequeñas presiones hasta que conseguí lo que deseaba.

De repente todo se paro ya que me había sacado los dedos.

-Dentro –grite- quiero más, mete todo lo que pueda entrar.

Volvió a meterme dos dedos y yo empuje todo lo que pude, luego metió otro dedo y volví a empujar, me sentía como empalada. Estaba ya a casi cuatro patas, con la mano libre me sujetaba del trasero y con el pulgar masajeaba el clítoris.

Verdaderamente me sentía follada por una mujer, así que comencé a moverme rítmicamente para acompasarme a sus movimientos. De vez en cuando bajaba el pulgar para recoger flujo lubrificante y retornaba al clítoris.

Siguió penetrándome con los dedos que luego supe que eran cuatro. Note que mis piernas temblaban e indicaban la proximidad del orgasmo.

De pronto sentí un pequeño dolor que paso rápidamente y una sensación de estar llenar, me había metido también el pulgar dentro de mi coño. Me volví loca y comencé a empujar contra su mano. Le puse difícil que pudiera estar permanentemente sobre mi clítoris.

Grite, fuerte, grite como nunca había gritado al tener un orgasmo, decía su nombre una vez y otra y caí sobre la almohada respirando con dificultad.

Saco lentamente el pulgar y el dedo menique, manteniendo el resto dentro de mí y antes de que se me pasaran los últimos temblores del potente orgasmo comenzó a mover los dedos en mi interior. Los torcía a los lados y estiraba para llegar al fondo. Volví a gemir. Medio otro rápido orgasmo o quizás fue empalmando uno con el otro, no importa. Mi cuerpo se desplomo en la cama, con los pulmones pidiendo aire.

Se tendió a mi lado abrazándome y nos besamos como auténticas locas.

-No sé cómo te voy a complacer después de lo que me has hecho gozar –le dije- no voy a estar a tu altura.

-No te preocupes, actúa con naturalidad –me respondió- No me imites, se tu misma.

-Pero no va a ser lo mismo.

-Lo que importa es que sea lo que tu quieres hacer y eso es muy excitante para mí. Relájate y hazme gozar.

Hice una pequeña comprobación, Petra estaba completamente mojada. Comencé besándola, que original soy. Luego le fui acariciando y bajando hacia sus pechos. Me encanto lamerle los pezones, quizás por oírla gemir. Debo confesar que me he convertido en una experta en ello y me excita mucho sentir como se van poniendo duros en mis labios.

Bajaba por su vientre pero al poco volvía a sus pechos. Me tenían como hipnotizada. Poco a poco mi mano fue hacia su sexo. Acaricie los labios. Lentamente los fui abriendo y metí un dedo. Cuando lo saque estaba completamente mojado. Pensé en chuparlo, más que nada para probarlo ya que el único flujo que conocía era el mío.

Petra me vio chuparme el dedo y note como me acariciaba la cabeza. No me desagrado.

Volvía hacia su coño pero introduje dos dedos, los moví un rato. Luego me centre en su clítoris y mis labios en sus pezones.

Petra movía las caderas. Tenso el cuerpo y entre gritos se corrió. Tenía la respiración agitada.

No le di mucho descanso, me baje y comencé a lamer su sexo, primero por fuera y recogiendo sus jugos. Me resultaron deliciosos esta vez. Incluso metía la lengua todo lo que podía.

Luego me centre en su clítoris. Se lo lamí muy lentamente, casi hasta que le exaspere. Lo note por que no paraba de moverse y de gritar, nada de gemidos.

Se vino en mi boca, al grito de:

-Seca, déjame seca.

Juro que lo intente y casi lo conseguí pero el coño Petra no dejaba de manar.

Nos acurrucamos y sin hablar nos dormimos.

El resto del fin de semana fue así, una constate de orgasmos, con lengua, consoladores, vibradores, me follo con un arnés. Una locura, nunca había tenido un finde así ni creo que vuelva a tenerlo.

Petra me indico tres o cuatro compañeras de la oficina que también eran como nosotras por si me interesaba probar cosas diferentes, dijo.

Ciertamente que las probé, también con ella repetí, incluso hoy en día, ya casada y con un hijo, por lo menos un par de veces al mes me doy un revolcón con alguna amiga.

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