miprimita.com

LA ESCUELA (6) secuela

en Dominación

Han pasado dos años desde mi ingreso definitivo en la escuela de sumisas donde permanecí hasta que fui vendida.

Cuando volví me asignaron el mismo número que tuve en la otra ocasión, el veinticinco. Pase por los mismos hechos relatados en la parte uno, por lo que no voy a repetirlos para no cansaros.

Desde el primer día del reingreso se el entrenamiento fue el mismo pero haciendo hincapié en el castigo de mi cuerpo, la verdad es que me hicieron dura y soporto muy bien el dolor. Especialmente Sara se esmeraba en mis castigos, pero luego me dejaba comerle el coño y me hacia feliz y ella lo sabía.

Mi culo fue usado todos los días por lo que no había ningún problema para penetrarlo y debo confesar que la sodomización  o como a mí me gusta decir, que me den por culo, me encanta.

No sé cuánto tiempo paso entre el ingreso y la subasta, ya que allí pierdes la noción del tiempo pero se me hizo largo.

Un día, tras el descanso para que comieran los instructores, repartieron a las alumnas, pero la chica con el número catorce y yo nos dejaron en el patio. Nos llevaron a la zona de lavado y aseo. Nos pusieron un gran enema. A catorce se lo repitieron, afortunadamente para mí con uno fue suficiente ya que aguante bastante con el líquido dentro de mí.

Nos dieron un rápido mangerazo con agua fría. Empapadas pasamos al interior del edificio y nos llevaron a la sala de duchas que recordé del día de la fiesta. Allí nos duchamos, la primera ducha desde que volví al entrenamiento. Pasamos a la sala adjunta donde teníamos los útiles de maquillaje.

-Veinticinco –dijo el instructor que nos acompañaba- tú ya sabes cómo tiene que ser, explícaselo a tu compañera.

Se dispuso a irse, pero desde la puerta dijo:

-Haceros algo bonito con el pelo.

Estaba nerviosa, me preguntaba para que era aquella preparación, para una fiesta no creía ya que con dos chicas poca fiesta, salvo que fuera algo muy reducido. Quizás había llegado el momento de…., pensé.

Cuando vinieron a buscarnos fuimos llevadas a una sala adjunta al despacho del director. En el centro había una tarima con dos postes verticales donde fuimos atadas. Solo podíamos estar de pie. 

-Ha llegado el momento –dije-

A la otra chica se le salto alguna lágrima.

-Mi amo –comento- se canso de mí y me dijo que me iba a vender y parece que va a ser ahora.

No sé cuánto tiempo paso hasta que comenzaron a entrar los asistentes. Eran cinco hombres  de unos 35 a 60 años y una mujer que como mucho tendría 35. No sé si nos miraron de reojo, pero creo que nos ignoraron completamente.

El director fue el último en entrar y el primero en hablar. Tras los saludos habituales comenzó con su discurso:

-La número catorce en una esclava de 24 años, con experiencia de 5 años, el motivo de venta es que su actual propietario la considera ya mayor para sus gustos.

¿Cómo era posible que con 24 años la considerara mayor?

La número veinticinco es una profesional de éxito en su actividad, tiene 26 años y tras una estancia en la escuela, descubrió su lado sumiso y después de una temporada buscando lo que le gustaba y no encontrarlo, reingreso voluntariamente hasta que fuera vendida. La experiencia que tiene es la recibida aquí.

Hizo una pausa.

-El precio de salida es de………  para cada una de las esclavas y por supuesto pueden comprobar la mercancía.

Se fueron acercando, nos examinaron, palparon la dureza de nuestras carnes, la firmeza de los senos, como si fuéramos un trozo de carne, uno incluso nos miro los dientes.

Y comenzó la subasta. La primera fue mi compañera. Su precio inicial fue triplicado y el comprador fue un tipo calvo de unos 45 ó 50 años, bastante gordo.

-Ahora la numero veinticinco.

Comenzaron las pujas, subieron rápidamente hasta algo más del doble inicial, luego se paro. Pues sí que valgo poco, pensé, comparándome con la otra chica.

De pronto el gordo comprador de catorce subió la puja hasta el triple de la posición inicial. Nadie respondió. Temí lo peor, no me gustaba el tipo, fue el que nos miro los dientes.

Cuando el director estaba anunciando la cifra de venta a las dos, la mujer hizo una seña y la oí decir una cifra que cuadriplicaba la inicial.

Nadie subió y fui vendida a la mujer.

Se fueron marchando de la sala, salvo los compradores, que fueron a hablar y hacer efectivo el pago con el director.

Nosotras seguíamos atadas en la tarima. Me sentí una autentica mercancía, humillada.

Mi compradora se acerco, me desato, me puso un collar que sacó del bolso y tirando de la cadena fui llevada al exterior.

Llegamos a donde tenía un todo terreno, abrió la parte trasera. Vi una jaula.

-Entra –me dijo-

Aunque estaba acostumbrada a las jaulas de la escuela, me costó trabajo entrar en esa. La portera se acerco y le entrego una bolsa.

-Esto es lo que trajo cuando ingreso –le dijo-

Lo puso junto a la jaula y cerrando la portezuela, arrancamos hacia mi nuevo destino. No era lo que yo hubiera preferido ya que me gustan las vergas e imaginaba que con ella no iba tener muchas pollas.

Cuando baje del coche, vi una casa, no muy grande pero que luego pude apreciar que para dos personas nos sobraba. Tenía un buen terreno alrededor rodeada de arboles que creaban una zona oculta a ojos indiscretos.

Del garaje pasamos al interior y al salón-comedor. Se sentó en un sofá, yo permanecía de pie.

-Acércate y ponte de rodillas –me dijo-

-Si ama –me atreví a decir-

-Te voy a poner en claro algunas cosas perra.

Buen comienzo pensé, con lo que me excita que me llamen perra.

-Estarás siempre desnuda, aquí no te hará falta ropa. Guardaremos la que me dieron entre tus cosas por si algún día hiciera falta.

-Si am….

-Silencio, ¿ya no te acuerdas de lo que te han enseñado en la escuela?

Permanecí callada.

-Te hecho una pregunta perra, contesta –dijo, dándome una bofetada-

-Me acuerdo de todo, ama.

-Bien, pues quiero que te olvides de todo ello. Ya me iras conociendo y veras que soy atípica. Hizo una pausa y prosiguió.

-Puedes hablar cuando quieras, lo único que tienes que haces es pedir permiso y esperar a que te lo de. ¿Lo has entendido?

-Si ama.

-Entre tus tareas habituales estarán ocuparte de la casa y prioritariamente de mí.

Asentí con la cabeza.

-¿Eres una perra caliente?

-Si –dije en voz baja-

-Ya lo vi. Cuando estabas en la tarima te brillaban los labios vaginales por tus jugos.

Se dirigió a un mueble y del cajón saco una cosa que no identifique.

Se acerco y me ordeno ponerme en pie.

¿Sabes qué es esto?

-No, señora.

-Es un cinturón de castidad, así te evitare que tengas tentaciones.

Acto seguido me puso el cinturón, era de metal pero forrado con una especie de cuero o pies suave. Tenía un agujero en la parte trasera para poder hacer mis necesidades con el puesto. Debo confesar que me costó un tiempo acostumbrarme a llevarlo. Siguió dándome algunas instrucciones más.

Mi vida era rutinaria pero estaba contenta. Me obligaba durante una hora hacer gimnasia y carrera. Entendí lo del cinturón, ya que en algunas ocasiones me dejaba sola y podía hacer lo que quisiera.

Todos los días sin excepción le tenía que satisfacer sexualmente con mi boca, incluso cuando tenía la regla, cosa que me dio muchísimo asco, pero a todo te acostumbras. Dormía en una alfombra a los pies de su cama.

Disponía de algunos consoladores que debía usar con ella. Para mi tenía un arnés con correas con el que sodomizaba.  En una ocasión me dijo:

-Tienes permiso para correrte siempre que te este dando por el culo.

Era complicado porque no podía masturbarme por el cinturón de castidad aunque me excitaba muchísimo y alguna vez creo que estuve a punto de correrme con la follada anal.

Otro consolador que le gusta mucho era uno que se anclaba en mi boca y yo la follaba con movimientos de cabeza, me cansaba mucho pero cuando se corría como una perra en celo, yo sentía una gran satisfacción.

Descubrí que lo que más la excitaba era que lamiera el ano, le metiera los dedos y luego la comiera el coño, previamente me daba una azotaina en mi culo. Esto también me excitaba a mí.

De vez en cuando nos visitaba una amiga suya y era usada por las dos

Era malvada, disfrutaba haciéndome sufrir. Un día en la hora de mi aseo, único momento en que me quitaba el cinturón, pero que tenía que hacerlo delante de ella, se me acerco y comenzó a tocarme los labios vaginales. La reacción fue inmediata además del tiempo que llevaba sin tener un orgasmo.

-Eres una puta perra caliente -dijo riéndose-

-Lo sé mi ama –conteste-

Me enseño una especie de huevo plástico, me lo introdujo en mi vagina.

-Esto es un instrumento de placer o de tortura. Podrás estar todo el tiempo caliente y preparada para correrte, pero con este mando a distancia, te dejare o no, según me apetezca.

 Me puso en cinturón y le dio al mando para ponerlo en marcha. El artefacto comenzó a vibrar y al rato estaba yo como una moto. La miraba a los ojos, suplicante.

-Dilo.

-Por favor ama, deme permiso para correrme.

-No –dijo con una voz dura como nunca se la había escuchado-

-Por favor párelo.

-No.

No sabía qué hacer para evitar lo que iba a ocurrir. Me movía, daba saltitos, me retorcía. Ella solo sonreía.

Y sucedió. Me corrí como una autentica perra. No solo gemí si no que también grite. Disfrute de un gran placer.

-Has desobedecido.

-Si ama.

-Imaginas lo que te espera.

-Desde luego. Sé que lo has provocado. Querías que no pudiera obedecerte, pero te doy las gracias, ama.

-Ahora me tuteas.

-Qué más da, si me vas a castigar.

-¿Por eso lo has hecho?

-No, en este momento he sentido que soy de verdad tu propiedad y no porque me compraras. Mi confianza en ti es total y me apetecía demostrártelo, pero no te preocupes que no pasara de nuevo.

-Eso que dices me complace. Dejaras de usar los tratamientos típicos de ama, señora, etc. cuando estemos solas me tutearas con respeto y me llamaras por mi nombre.

-¿Y cuál es?

-Sara.

-Muy bien Sara, creo que ahora tengo pendiente un castigo.

Me agarro del pelo y me puso sobre el respaldo de un sofá, los pies en el suelo, muy separados y las manos apoyadas en los cojines.

Empezó a darme palmadas en el culo. Después oí como abría un cajón y comenzó a castigarme los muslos por su cara interna. Supuse que estaba usando una fusta. Más tarde cambio y uso una pala.

Me ardían las nalgas, me picaban y el dolor se iba haciendo insoportable pero estaba contenta. Mi dueña me estaba castigando por correrme sin permiso, lo tenía merecido.

Me incorporo y en su mano tenía un “gato”. Fui a tocarme las nalgas y me dio un grito para que no lo hiciera. Obedecí.

-Manos detrás de la nuca –dijo-

Me puse en posición. Comenzó a castigarme los pechos, también me castigaba el sexo, que gracias al cinturón de castidad, no fue muy doloroso.

No sé cuánto tiempo duro el castigo, pero debió ser mucho. Estaba destrozada ya que fue duro.

Vi como dejaba “gato” y salía del salón.

Al volver me ordeno que me tumbara boca abajo en el sofá. Sentí algo frio que caía en mis nalgas, luego su mano me restregó la pomada.

En una ocasión me hizo preparar una cena especial ya que tendríamos invitados. Me sorprendió ya que aparte de su amiga/amante no habían venido otras visitas.

Cuando sonó el timbre y abrí la puerta quise que me tragara la tierra por la vergüenza. Había un apareja desconocida para mí y que me vieran desnuda me avergonzó, no me acostumbraba, no sé por qué, ya que siempre estaba desnuda.

Enseguida me di cuenta que era un Amo con su sumisa. Les lleve al salón donde estaba Sara.

-Ama ya están los invitados.

Se saludaron con un beso en la mejilla.

El hombre se dirigió a su sumisa:

-Desnúdate y ponte a las órdenes de la esclava de Sara.

-Si mi Señor –contesto-

Tras un refrigerio, serví la cena, no pensaba dejar a la intrusa ese trabajo aunque me ayudo a otras cosas.

Les serví una copa.

-Ven aquí perra –escuche que decía el Amo-

Mire a Sara que asintió.

Me acaricio las nalgas. Me estremecí. ¡Cuánto tiempo hacia que un hombre no me tocaba!

-Sara, por favor, quítale el cinturón de castidad.

Mi ama así lo hizo. El hombre rozo mis labios vaginales.

-Vete con mi perra y comer algo, ya os llamaremos.

Nos presentamos cuando fuimos requeridas. Cada dominante evaluó a la sumisa del otro.

Dijeron que la otra chica ganaba en firmeza y tamaño del pecho, claro que era más joven y yo gane en la firmeza de muslos y nalgas.

El hombre me rodeo con sus brazos de desde atrás y pellizco mis pezones. Con fuerza, me hizo ver las estrellas pero lo soporte sin gritar. Sara hizo lo mismo con la otra sumisa y si que grito. No aguantaba el dolor, otro punto donde ganaba yo.

Hizo que me arrodillara me puso la verga en la boca. Como loca comencé a lamerle y succionarle la polla.

-Despacio –ordenó-

-Lleva mucho tiempo sin un pene que llevarse a la boca –contesto Sara-

-Pues hoy se saciara –dijo entre risas-

La verdad es que me sacie. No sé cuantas veces me corrí con la polla del hombre dentro de mí.

Una vez que se marcharon, Sara y yo nos fuimos a su dormitorio. Estaba de pie junto a la cama. Me arrodille a sus pies y comencé a besárselos, mientras que le daba las gracias.

Cuando le pareció se acostó y yo comencé a dirigirme hacia mi alfombra.

-Perra sube a la cama.

Eso era nuevo.

-Me vas a comer el coño muy despacio hasta que me quede dormida. Te vas a quedar toda la noche en esa posición y pobre de ti si mañana no me despiertas comiéndome el clítoris.

No tardo mucho en dormirse, todo lo contrario que yo.

Pasaron dos o tres meses. Todo seguía la misma rutina, salvo que gracias al huevo vaginal tenía más orgasmos que antes y también más castigos ya que mi AMA SARA conseguía que me corriera sin permiso. Este juego le gustaba y porque no decirlo a mi también.

Un día me dijo que parecía triste.

-No es tristeza, Sara.

-¿Entonces?

-Me falta algo para ser completamente feliz.

-Ya se. Te falta una polla.

-Sí. Una de vez en cuando no estaría mal. Sé que a ti no te gustan y que decides sobre mi sexualidad, pero lo echo de menos, no puedo evitarlo.

-Aquí solo tenemos un macho…., si quieres con solo decírmelo te quito el cinturón todas las veces que lo desees.

Se estaba refiriendo a Pluto, el perro, ¿ahora quería que follase con él?  Que me lo mande si quiere, me quedare con las ganas de un verga pero yo no voy a pedírselo, no he caído tan bajo.

Mas de BrunoR

Hermanas

Lola

Lola -2-

Educando a la administrativa-5-

Educando a la administrativa-6 final-

Educando a la administrativa-3-

Educando a la administrativa-4-

Educando a la administrativa-2-

Educando a la administrativa

Camino

Vacaciones de verano

Judith (3)

Judith (2)

Venganza

Judith

La curiosidad de Melisa

Retomando el pasado

Licenciado

Cristina (2)

Cristina (final)

Cristina

Mi novio y su hermana (1)

Mi novio y su hermana (3)

Mi novio y su hermana (2)

Mi novio y su hermana (4)

Petra

Petra (fin)

La limpiadora

Mis vecinos (3)

Mis vecinos (4)

Mis vecinos (2)

Mis vecinos (1)

Trapy

Trapy

Los hermanos

Lorena

La escuela (5) final

La escuela (4) la fiesta

La escuela (3) pobres senos y premio

La escuela (2) el primer dia

La escuela (1) la entrevista

En el metro

Hermanos

De pablo a paula (7)

De pablo a paula (6)

De pablo a paula (4)

De pablo a paula (5)

De pablo a paula (3)

De pablo a paula (2)

De pablo a paula (1)

Secuestrada y esclavizada (3)

Secuestrada y esclavizada (2)

Secuestrada y esclavizada (1)

Sometido por un compañero

Mi vecino mi amante (2)

Mi vecino, mi amante

De vacaciones por la selva (2)

De vacaciones por la selva

La conversion

Compañeras (2)

Compañeras

Mi primera experiencia Zoo

Bitgirl(1)

Bitgirl(2)

Historia de andrea (3)

Historia de andrea (2)

Historia de andrea (1)

Laura

Cronica de mi primera humillacion (2-final)

Cronica de mi primera humillacion (1)

Amo-perro

Lo que él quería era a una puta.

La vecina canguro

“ chic@”--2ª parte

“ chic@”--1ª parte

Humillaciones (6)

Abusador (4)

Humillaciones (5)

Humillaciones (4)

Humillaciones (3)

Abusador (2)

Abusador (1)

En la cuadra

Humillaciones (2)

Humillaciones

El perro de la abuela

La presa

Vacaciones truncadas

El lobo

Mis sumisas (3)

Mis sumisas (2)

Mis sumisas (1)

La cazadora

Cuando a mis 42 años

Mi historia-iv

Mi historia-ii

Mi historia

La rubia iii

La rubia ii

La rubia-i

Una familia peculiar 8

“ chic@”--2ª parte

“ chic@”--1ª parte

Una familia peculiar 7

​atada en el bosque

Una familia peculiar 6

Una familia peculiar 5

Mery horror

Una familia peculiar 4

Una familia peculiar 3

Una familia peculiar 2

Una familia peculiar

Tara y lyly