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La escuela (3) pobres senos y premio

en Dominación

El día siguiente fue similar que el anterior por lo que no voy narrarlo. Solo decir que en la sesión matinal debí satisfacer  sexualmente a cinco compañeras, lo que me puso muy caliente y así me quede ya que los instructores lo decidieron de esta manera. Por la tarde seguí comiendo coños y culos y por fin alguien se apiado de mi y dejo que me corriera.

El cuarto día de estancia en la escuela comenzó como todos, los mangerazos en las jaulas, comer y beber para todo el día. Luego los enemas, la ducha en el patio, la carrera y los ejercicios gimnásticos. Lo peor que llevaba era estar siempre completamente desnuda, me avergonzaba esta situación.

Después acompañada por otras dos chicas fuimos llevadas a una de las salas. Mi instructora del día, luego supe que era la única mujer instructora que había, me enseño la fusta que portaba en la mano y me dijo:

-Separa las piernas y pon las manos detrás de la cabeza.

Obedecí.

-Voy a ser bastante dura con tus tetas, espero no tener que atarte.

No constaste. Solo sentía miedo. Sabía que era doloroso por experiencia propia y el anuncio que me hizo fue para que me preparara a sufrir. Hice propósito de aguantar.

Ya no me decía que estaba loca, tampoco era que me gustaran los castigos, pero había ciertas cosas que no estaban mal. Había descubierto el sexo con mujeres y fue como una revelación,  los mejores orgasmos de mi vida. Esta confusa, muy confusa pero dispuesta a seguir.

Comenzó con una serie floja pero muy rápida. Aguante bien durante un rato, al final me dolían los pechos por la cantidad de azotes.

Me dejo descansar y paso su mano por mi vagina.

-Ya me dijeron que eres muy caliente, perra.

Me estremecí al oír eso. Perra, ya había comenzado a pensar que lo era y esta mujer lo afirmaba.

Cogió un gato. Los azotes fueros más espaciados pero más fuertes. Al tercero perdí la posición pero rápidamente la cogí de nuevo. Siguió azotando mis senos. En un momento hizo una pausa más larga y al sentir el gato en mi piel me recorrió como una corriente, un dolor muy intenso que hizo que doblara las rodillas y me masajeara las tetas.

Empecé a incorporarme para tomar la posición cuando me ordeno;

-Quédate como estas.

Supuse que me iba a atar cuando la vi dirigirse a la mesa donde estaban los utensilios. Dejo el gato y cogió una vara. Temblé al verla.

Se apoyo en la pared.

-Perra, acércate –me ordeno-

Volví a estremecerme al oír cómo me llamaba perra. No sé porque pero comencé andar a cuatro patas, como una perra y llegue junto a la instructora.

Se desabrocho el pantalón y le bajo hasta los tobillos.

-Es hora de relajarme. Cómeme –ordeno-

Acerque mi cara a sus bragas. Olían y no precisamente a pis. Me fije y estaban mojadas. La muy zorra se había excitado. Comencé a besarle, un muslo hasta que llegue a las bragas, luego pase al otro. Bese la tela, la verdad olía muy bien, note como me mojaba.

La ama me azotaba el culo con la vara. Tenía el efecto de que a cada varazo yo me mojaba más y trataba de hacerlo mejor.

Con los dedos las aparte un poco. No se depilaba el sexo pero si lo tenía recortado. Metí dos dedos y acaricie los húmedos labios, luego los abrí y penetre en su vagina. Hacia cosas que para mi eran desconocidas hasta hace unos días pero que me las habían hecho. No sé porque lo hacía, ella solo me ordeno que la comiera.

Supongo que le gustaba ya que me dejo hacer. Estaba descubriendo dar placer a una mujer y lo cierto era que me gustando.

Le baje las bragas todo lo que pude y comencé a lamerle el clítoris, con mis dedos dentro de su vagina. Los varazos se fueron espaciando hasta desaparecer mientras que aumentaban los suspiros y gemidos de la instructora.

No tardo mucho más en llegar, se corrió en mi boca. Me pareció que su flujo era diferente al de las otras chicas que había probado. Me encanto.

Agarrándome del pelo me separo y se subió la ropa. Me decepcione, esperaba limpiarla la vagina. Debió de verme la cara porque me pregunto:

-¿A qué viene esa cara?

-Creía que tendría que limpiarla, ama –respondí-

-Buena puta estas hecha. Ponte en pie.

Dejo la vara y cogió de nuevo el gato. Imagine que me iba a azotar de nuevo, ya que ese parecía el sino de las internas.

Sorpresivamente me agarro desde atrás. El brazo con el gato me lo paso por el cuello y con el otro me apretaba mis doloridos senos.

-¿Deseas masturbarte?

-Sí,  ama.

Me retorció un pezón, mientras que decía:

-Una sumisa solo le desea lo que su dominante desea.

Me tiro al suelo y me dio una patada en un muslo.

-Suplica que te deje mastúrbate.

Me sentí humillada, tener que rogar por eso me parecía un exceso. Cuanto tenía que aprender aun sobre la sumisión.

-Ama por favor, se lo suplico deje que me toque, estoy muy caliente, se lo ruego.

Me hizo repetir la suplica cinco o seis veces. Cada vez me sentía más humillada, vejada y más mojada.

Tiro del pelo, poniéndome de pie. Me agarro desde atrás, lo mismo que antes.

Giro la cabeza y me beso en la boca metiendo la lengua. Respondí al beso. Mientras tanto me acariciaba los pechos y los pezones que los tenia duros.

Esperaba sus órdenes, intuía que permitiría que me masturbara.

Su mano seguía acariciándome. De los senos bajaba al vientre y volvía a subir. Estábamos tan juntas que su restregaba contra mi trasero.

Di un respingo cuando note sus dedos en mi vagina. La penetro con dos dedos, luego metió tres. Yo estaba loca de calentura, sin poder articular palabra, solo gemía.

A continuación introdujo el mango del gato en mi coño. Sus dedos pellizcaron mi clítoris. Creí morir de placer. Comenzó a masturbarme rápidamente como con furia.

No tarde casi nada en estar al borde del final.

-Ama, por favor –comencé a decir con voz entrecortada-

-Puedes correrte, perra –me corto-

Me corrí enseguida, fue una autentica explosión de sensaciones aunque no sabía  si era por descubrir el placer lésbico o el de la sumisión, que importaba.

Cuando me soltó del cuello caí a sus pies y de forma natural, como si lo hubiese hecho siempre, comencé a besarle los pies. Supongo que fue la forma de darle las gracias, ya que como sabéis no podemos hablar sin permiso.

-Vamos fuera –dijo- es la hora del descanso.

Después de los ejercicios de la tarde, yo y otras dos chicas fuimos llevadas a una de las salas. Había dos instructores y que nos guiaba también se quedo. Una de mis compañeras fue atada en un cepo. Estaba de rodillas, con el culo en pompa y por el otro lado asomaba la cabeza y las manos.

Uno de los hombres se acerco a mi compañera, le alzo la cabeza y dijo:

-Te vamos a dar por el culo.

-Gracias amo –contesto ella-

Según la tenia sujeta le dio una sonora bofetada mientras le decía que quien la había mandado hablar.

Había llegado el momento, pensé, el temido y quizás deseado de forma inconsciente. Inmediatamente note como mi vagina se mojaba.

Gritó ante la primera embestida a su ano. Con la segunda el chillido fue más fuerte. Me eche a temblar. Si gritaba de esa manera y no era la primera vez que la sodomizaban para iba a ser terrible. Yo miraba la escena como hipnotizada, fascinada.

Al rato comenzó a suspirar y de vez en cuando daba un gritito.

-El siguiente –anuncio el tipo, mientras se retiraba-

La penetro otro de los hombres, entró mejor y aunque la joven se quejo no se puede decir que gritara.

Me ordenaron acercarme al cepo. Llegó el momento, pensé. Obedientemente me acerque y me pusieron en posición. Trate de prepararme para la sodomizarían.

-Cuatro –oí que decían- lubrifícale el ano.

Sentí una lengua que me mojaba el esfínter. No estaba mal el principio. Luego unos dedos fueron a mi vagina. Jugaron un poco con mis labios. Volví a mojarme. Luego me los metió en la vagina. No me estaba masturbando, pero yo estaba muy a gusto.

Mi ano estaba mojado. Me introdujo un dedo. Lo note perfectamente pero debo confesar que no me molesto lo más mínimo. Lo sacaba y metía. Volvió a la lengua y los dedos dentro de mi vagina.

Al ratito comenzó a introducirme dos dedos a la vez. En esta ocasión si sentí molestias, le costaba meterlos, pero lo hizo muy lentamente. Al final cesaron las molestias y siguió metiendo y sacando los dedos. Cuando se le secaban los llevaba a mi coño y seguía con la lengua.

No sé cuánto tiempo duro. Seguía con miedo, imaginaba que con una verga son sería lo mismo pero al mismo tiempo estaba muy excitada, mi compañera lo hizo francamente bien.

Estaba con los ojos cerrados cuando escuche mi número. Al abrirlos vi al director enfrente de mí.

-Vas a tener el honor y yo el placer de ser quien te desvirgue el culo –dijo-

Se saco el pene y acercándolo a mi boca me ordeno:

-Ponlo duro, perra.

Mi compañera seguía con mi ano.

El director no tardo mucho en conseguir una buena erección. Tenía una verga bastante larga y fina, por supuesto era la más grande que había visto, pero no la más gruesa.

Tenía miedo. Siempre me habían dicho que la penetración anal era dolorosa y nunca me lo había planteado como una opción sexual. Desde que ingrese en la escuela sabía que iba a ser sodomizada, me producía una excitación tremenda, pero el miedo era libre.

Mi compañera dejo de lamerme el ano y dio la vuelta al cepo. Me beso la cara y en la boca, me dijo en un susurro:

-Tranquila, no hagas fuerza con el ano, relájalo y deja que entre la verga.

No sé si alguien la escucho porque recibió varios azotes en su culo. Siguió besándome.

De pronto me abrieron las nalgas. Había llegado el momento temido y deseado a la vez. Sentí que algo se apoyaba en mi entrada trasera y que emperezaba a empujar. De pronto fue como si me desgarraran por dentro. De un solo envite debió entrar la cabeza del pene. Grite a pesar de tener la boca ocupada con mi compañera. Mi excitación desapareció del golpe.  Lloraba.

Quería que me soltaran y renunciar, solo tenía que decir la palabra clave, pero no fui capaz de decirla, eres tonta y  seguramente estás loca, me dije.

En dos horrorosos golpes de riñones sentí como los huevos del director chocaban contra mis nalgas. El dolor era tremendo, estaba partida por dentro. Salía hasta el borde de mi ano y de un golpe volvía a meter entera su verga.

El dolor fue bajando de intensidad, pero  no subía mi deseo sexual. El directo seguía entrando y saliendo de mis entrañas. Se tomo su tiempo o por lo menos me lo pareció.

Ya solo sentía molestias, mi ano y recto se habían acomodado a lo que tenían dentro. Poco después se corrió. Al notar el semen caliente me di cuenta que mi vagina se humedecía un poco.

Bueno, pensé, ya esta, ya estoy estrenada por el culo. El directo me puso la polla en los labios y sin que dijera nada comencé a limpiársela, sabía lo que tenía que hacer.

Estaba en estos trabajos cuando otra verga comenzó a abrirse camino por mi dolorido ano. Era más gruesa que la del director pero entro mejor, aunque también me dolió.

El proceso fue similar. Una vez que toda la polla estaba toda dentro me sentí llena. Tenía fuertes molestias, pero con menos intensidad dolorosa.

Cuando se corrió mi vagina se mojo. Debía excitarme notar el calorcillo del semen. Vino a que se la limpiara y sin pausa un tercer falo entro en mí. Me follo diferente, este tipo era más rudo. Me penetraba con violencia y afondo. Se corrió rápidamente y no sentí nada especial, solo lo que ya he contado.

Cuando le estaba limpiando el pene, una mano delicada comenzó a masturbarme. Comencé a suspirar. Rápidamente el cuarto educador enfilo su verga a mi culo. No se el motivo pero con este no sentí ni molestias. Debía tener el ano muy lubrificado con el semen de los otros y abierto, digo yo.

Me bombeaba casi como si me follara por el coño. Los dedos de mi compañera número cuatro seguían en mi clítoris y mi vagina. Comencé a gemir. Vi que no tardaría en llegar, así que pedí permiso para correrme.

-Cuando se corra el instructor, tu puedes hacerlo –oí al director contestarme-

El hombre siguió un rato, parecía que apropósito se refrenaba para durar más, no sé.

Cuando sentí su semen en mis entrañas no tarde ni cinco segundos en venirme. Fue brutal creí morir, sentí como calambres por todo el cuerpo. Analizándolo posteriormente decidí que fue genial a pesar de los malos ratos que había pasado con las penetraciones anales a las que fui sometida.

Nos soltaron de los cepos y fuimos llevadas al exterior, a la zona de ducha y aseo. Allí estaba la instructora que por la mañana me había castigado y golpeado las tetas, pero que me había regalado un orgasmo.

Fue ella la que nos llevo a la sala de jaulas. Fue introduciendo a mis compañeras dejándome para el final ya que mi número era de los últimos. Me pare junto a mi jaula, me dio un fustazo en el culo, diciéndome:

-Sigue hasta la celda, esta mañana te lo has ganado.

Por fin iba a poder dormir estirada, en un camastro, pero estirada y comer algo mas decente.

Abrió la puerta y cuando entraba la oí decir:

-Si te masturbas procura que no se entere nadie o lo pasaras mal.

Me gire, quería darle las gracias pero como teníamos prohibido hablar, le sonreí.

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