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Laura

en Dominación

Hoy hace un año, cuatro meses y veintidós días que Laura no tiene un orgasmo.  Creo que es tiempo suficiente para darle uno, además es su cumpleaños y será el mejor regalo.

Seguramente os preguntareis, lectores, como es posible esto. Todo empezó la noche que conocí a Laura. Tenía 26 años, estaba con unas amigas tomando unas copas, no era especialmente escultural, pero no estaba mal dotada de pechos y su culo también me llamo la atención. Ideal para un ligue de una noche.

Por mi parte estaba con dos amigos tomando también unas copas y si surgía alguna oportunidad aprovecharla.

Comenzamos a hablar, algún baile, pero se sentó pronto, yo tampoco soy muy bailón, me senté junto a ella y charlamos casi todo el rato. Incluso nos intercambiamos los números de nuestro móviles.

Los amigos seguían a los suyo por lo que la invite a tomar una copa en otro sitio. No dudo y salimos de la discoteca. La lleve a un bonito bar de copas, con música tranquila, que había cerca.

Nos sentamos en una mesa del fondo y pedimos una copa. La charla fue derivando hacia temas más personales y pronto comenzamos a besarnos. Al poco estábamos en mi coche y sin hablarlo, fuimos a un sitio tranquilo.

Cuando desnude sus pechos me abalance a besarlos mientras ella me sacaba la polla y con movimientos suaves me iba masturbando. Era una chica caliente o quizás llevaba tiempo sin sexo, no importa, pero cuando mis dedos tocaron su braga, estaba mojada, por lo que inmediatamente introduje mis dedos.

Follamos en el asiento de atrás y fue un buen polvo.

La lleve a su casa y como despedida le dije:

-La próxima vez en cama.

-Desde luego –contesto, mientras me guiñaba un ojo.

Nos vimos otras tres veces. Comprobé que Laura era una mujer muy caliente y sexual. Le gustaba el sexo y su cuerpo emanaba sexualidad. Ahora sigue igual, pero controlada por mí. Durante este tiempo di cuerpo a la idea que tenía en mente.

La última vez fue en su casa. Después de follar como locos y de ella se corriera varias veces, prepare unas copas, donde le puse un somnífero suave. Al rato nos quedamos dormidos.

Me desperté relativamente pronto y puse en marcha mi plan. Baje al coche a por unas cosas que me hacían falta.

Cuando volví, Laura, seguía profundamente dormida, desnuda.  De la bolsa saque un cinturón de castidad. Me costó algo de trabajo ponérselo, pero como podía moverla a mi antojo no supuso mucho problema. Se lo ajuste bien. Podía orinar con cierta facilidad y para la zona trasera venia preparado para que pudiera evacuar sin problemas y lavar un poco esa zona. Estaba confeccionado en metal y forrado de un agradable cuero que me aseguraron que no molestaba. No era cuestión de hacerle daño innecesariamente. Ni se enteró de mis manipulaciones. En la mesilla le deje unos folios explicándole la situación.

En resumen le decía que le había puesto un cinturón de castidad, que la inutilizaba sexualmente, pero que sus necesidades fisiológicas las podía realizar sin problemas. Le decía que iba a estar unos días fuera por mi trabajo y la quería bien caliente a mi vuelta.

Le recomendaba que no intentara quitárselo ya que no podría por la aleación de metales del que estaba hecho, era muy duro para serrarlo y quizás solo con un soplete se podría romper, pero que pensara en la vergüenza que pasaría para explicar por qué lo tenía puesto y las graves quemaduras que podría sufrir.

Pasaron cuatro días hasta mi regreso. Cuando abrió la puerta de su casa y me vio, lo primero que hizo fue intentar pegarme, pero como me esperaba algo así, estaba preparado y logre esquivarla. La sujete por las muñecas y me abrace a ella. Intento soltarse pero no pudo. Comenzó a llorar por impotencia.

Comencé a besarle el pelo, se fue calmando. Luego con una mano le sujete las muñecas y la fui acariciando y consolándola.

Ya tranquila, nos sentamos en el sofá.

-Te odio –fue lo primero que dijo- ¿por qué lo has hecho?

-Ya te lo decía, quiero que estés totalmente caliente.

-¿Crees que no soy capaz de aguantar cuatro días sin sexo?

- No lo sé –respondí- y así me he asegurado y no serán cuatro días, serán bastante más.

- Estás loco –dijo- quiero que me quites esta cosa y lo quiero ya.

-No te lo voy a quitar, primero me vas a escuchar.

-Mira me tengo que volver a marchar un par de días, quiero que sigas con el cinturón puesto. A mi regreso hablaremos de nuevo. Eres una mujer caliente y quiero que ardas.

Cambio de táctica y de tono.

-Quítamelo, por favor, no puedo estar más tiempo con esto.

-Piensa en cómo has estado estos días, unos ratos malos pero en general has estado muy puesta, súper caliente y excitada –le dije- estas mojada, tu vagina rezuma líquidos y deseas que echar un polvo.

Me levante y me dirigí al baño.

-Piénsalo, mientras que vuelvo. Si de verdad deseas que te lo quite, lo hare y no nos volveremos a ver más.

Me demore en retornar, quería que pensara.

Cuando regrese no la dije nada, solo la mire. Tenía la cara roja parecía avergonzada. Supe su respuesta.

-De acuerdo, dos días –me confirmo-

Hice que se levantara y se acercara. Le acaricie el pelo y la cara y la di un profundo beso en la boca.

-Vamos al baño para que te asees.

Se desnudó rápidamente.  La observe. Estaba muy bella, desnuda, con el cinturón de castidad puesto.

La llave la tenía en el llavero con mis propias llaves y se lo quite. Se quedó allí esperando.

-Si quieres hacer pis, hazlo y luego a la ducha.

Me miro fijamente.

-Necesito intimidad para eso –dijo-

-No –respondí-, no quiero que tengas la tentación de demorarte más de la cuenta en tus labios y vagina. Lo harás delante de mí.

No dijo nada, se sentó en la taza. Orinó. Luego fue a la ducha. Cuando terminó salió de la ducha. Estaba esplendida. Nunca la había visto así.

-Estas bellísima –dije- la castidad te sienta bien.

-No me jodas –fue su respuesta-

Le puse el cinturón, colaboro en la acción.

La bese y mientras tanto me saque la polla, lleve su mano hacia abajo. Cuando toco mi pene, su beso se hizo más intenso.

-Cómeme la polla –le susurre al oído-

Se arrodillo, necesito muy poco para ponerme totalmente duro.

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Al regreso de mi viaje fui a su casa.

-Eres un cabrón –fue el saludo que me dedico-

Le di una bofetada, mientras que la indicaba que se callara. Nos sentamos en el sofá.

- Espero -dije- que hayas tomado una decisión.

Le entregue la llave del cinturón de castidad.

-Te la quedas o me la das para siempre.

Tardo unos segundos en entregarme la llave.

-Bien –comente- desde ahora dependes de mi y de mis caprichos, eres mía y si no cumples serás castigada.

La lleve al baño, quitándole el cinturón, se aseo adecuadamente, como siempre delante de mí.

Volví a ponérselo y en el salón hice que me comiera la polla. Luego puse de rodillas en el sofá y empape con lubrificante su ano. Lentamente empecé a meterle un dedo, luego dos. La fui abriendo su segundo agujero. Cuando considere que estaba suficientemente dilatado, me puse junto a su cara hice que me la chupara de nuevo.

Luego me puse de nuevo frente a su redondo culo y volví a lubrificar y meter mis dedos. Por lo cerrado que lo tenía seguramente no había sido usado nunca.

Cuando noto que apoyaba mi pene en su ano, comenzó a moverse y a decir que por ahí no, que era virgen, le dolería y tal y tal.

Le palmee las nalgas con fuerza.

-Estate quieta –dije- Te tienes que acostumbrar a que te folle el culo. Sera la única forma en que podrás tener todos los orgasmos que puedas sin que yo te lo permita.

La penetre muy lentamente, no tenia que sufrir innecesariamente. Cada vez que metía un poco ella suspiraba y apretaba los dientes. Yo dejaba la polla quieta para que se fuera acostumbrando su recto a la dilatación.

Después de un buen rato tenía toda mi polla dentro. La folle con suavidad. Quería que con el tiempo apreciara las penetraciones anales.

Cuando ya entraba y salía bien, comencé a bombear más rápido, hasta que me corrí dentro de ella.

Luego hice que limpiara mi verga de semen y de lo que tenía ella dentro. Lo hico con asco, pero tuve castigarla porque no se negó.

Preparamos algo para cenar y después me marche.

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Así fuimos montando la rutina. Todos los días la visitaba, ella se aseaba, luego o me hacia una mamada o la follaba el culo o las dos cosas.

A los dos meses por comodidad decidimos vivir juntos, yo no tendría la obligación de ir todas las tardes para su aseo y ella estaría a mi disposición en cualquier momento.

Hace un año, cuatro meses y veintidós días desde que inicie esta extraña relación, ni le he dado un orgasmo ni ella lo ha pedido, tampoco lo ha tenido por follarla el culo, aunque dice que le excita mucho pero que le falta un punto para llegar.

Decididamente hoy la voy a dejar que se sacie y me prometo no tenerla tanto tiempo así, como mucho tres o cuatro meses. Se lo ha ganado.

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