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Mis sumisas (2)

en Dominación

Cuando vi en la pantalla del móvil el número que me llamaba me puse nerviosa, era él, mi nuevo amante. Físicamente era normal,  de algo más de cuarenta años. Le gusta ser obedecido, es dominante y me excita mucho esa faceta suya, debo decir que yo no soy sumisa, pero desvivo cuando pide algo.

Conteste rápidamente y me indico que prepara una cena en mi casa para él, Alba y yo, lo más pronto posible y que al día siguiente no tuviéramos que trabajar ninguna de las dos. Que le avisara.

 Cuando tenía preparada la velada, le llame, me indico que se lo dijera a mi compañera y que esta me contara lo sucedido en la cafetería del hospital. Coincidía que trabajábamos las dos de tarde y al día siguiente entrabamos en turno de noche.

-Magnifico –me respondió- os recogeré en el bar de siempre.

Esto era así para no quedar en el hospital donde trabajamos.

El día en cuestión salimos lo más rápido que pudimos, no queríamos hacerle esperar, solía enfadarse.

Allí estaba, en la barra, tomando una cerveza. Le saludamos y nos beso en la cara. Nos pidió una cerveza y rápidamente nos fuimos a mi casa.

Nada más llegar, justo en la entrada nos paro.

-Alba ¿le has contado a Cristina lo sucedido?

-Si –dijo con su suave voz, pero más alto de lo habitual en ella-

-Bien, ¿qué te dije que eras?

-Una perra –dijo- una perra en celo, añadió.

Yo miraba un poco asombrada, no suponía que mi amiga fuera así de sumisa.

-Los animales –prosiguió- no llevan ropa.

Inmediatamente Alba se desnudo.

Nuestro amante o debería decir nuestro Amo, aunque no nos había indicado que le llamáramos así, saco un collar de perro, que puso en el cuello de Alba, ella se dejo hacer. Luego saco de un bolsillo de su americana una correa, la engancho en el collar y dijo:

-Ponte a cuatro patas.

Obedeció sin protestar y fuimos al salón como paseando a la “perra”.

Tomo asiento en el sofá, la perra a sus pies.

-Imagino ¿que habéis cumplido mis deseos?

- Si –dijo Alba- desde el otro día no me he masturbado.

-¿Ni habrás tenido relaciones con otras personas?

-Desde luego que no –respondió-

-¿Y tu Cristina?

-Ya sabes que no, respondí.

-¿Te has masturbado?

-No –dije en voz baja- Ciertamente me había masturbado un par de veces, pero no debía saberlo.

-Tengo la impresión que me estas mintiendo, Cristina. Eso tiene un castigo.

Joder dije y antes de terminar la palabra me dio una bofetada. No sé como supo que mentía, supongo que me delato el hablar en voz baja.

-Habla bien, no quiero que mis “chicas” sean mal educadas.

Avergonzada y con la cara roja admití que me había hecho un dedo. Mire a mi compañera estaba como alucinada, luego me dijo que era porque no podía creer que hubiera desobedecido y encima mentir. La verdad, me sentí mal por lo que había hecho, sobre todo por tratar de engañar a mi amante y a mi amiga. No sabía cómo me castigaría, pero estaba segura que lo haría.

Hizo que me tumbara sobre sus rodillas, me acaricio el trasero, luego subió la falda y con la mano me fue dando azotes suaves, pero cada vez más fuertes. No sé cuantos fueron, pero me fueron doliendo cada vez más y más mojada estaba yo. Me excito el castigo.

-Este es el castigo por masturbarte, podía haberlo pasado por alto, pero el intento de mentirme lo ha hecho imposible.

Acaricio a la perra, dio un paseo con ella por la casa llevándola de su correa. Yo me quede en el sofá, no me importaron los azotes por la excitación que había logrado, deseaba que rápidamente me hiciera suya.

A su regreso, dio una chuchería a la perra que la comió rápidamente.

-Desnúdate –me ordeno-

Como un resorte me incorpore. Quede desnuda ante los dos, eso hizo que mi vagina se mojara más.

Me pellizco los pezones con fuerza, me dolieron, pero hizo que me pusiera más caliente si eso era posible.

Luego  me indicó que me tumbara en el sillón, me abrió las piernas y vi con miedo como se quitaba el cinturón. Supe que lo iba a usar en mis carnes. Mi castigo no había terminado.

La mentira es una cosa que no se puede dejar pasar por alto, dijo, Cristina has intentado mentirme y eso es más grave que no cumplieras con mis instrucciones.

-¿Estas dispuesta a recibir tu castigo por mentir?

- No –me sorprendí respondiendo- Nunca estaré dispuesta a recibir un castigo, pero si quieres aplicármelo, hazlo, se que lo merezco. Dije, tratando de arreglar el no, que me salió tan espontáneamente.

Paso la punta del cinturón por mis muslos, por los labios de mi vagina, me notaba el clítoris algo hinchado.

Cuando más tranquila estaba, sentir un fuerte golpe en mi vulva, el muy carbón me había dado un correazo en el coño. Como dolía, la sensación de quemazón era muy fuerte. Había comenzado duro.

Siguió pasando la punta del cinturón por mi piel, Yo esperaba otro azote pero siguió por el vientre, pechos, muslos y cuando estaba descuidada me dio el segundo correazo también en mi vagina.

Comencé a llorar. Sentí el golpe más, no sé si por ser mas fuerte o por lo dolorido del correazo anterior.

Recibí otros tres correazos más en el mismo sitio. Mi coño echaba fuego. Lloraba fuertemente.

-Espero que hayas aprendido a no mentirme –dijo-

Lo que más me dolió fue su desprecio y humillación cuando me dejo en sofá sin más y se puso a jugar con su perra.

Cuando le apeteció me ordenó que pusiera la mesa con dos platos para cenar. Así lo hice aunque me sorprendió, pensé que iba a cenar con Alba.

Traje la comida y le encontré sentado a la mesa, con la perra a sus pies, me senté y comenzamos a cenar. De vez en cuando le daba algo  a Alba o se lo tiraba y ésta iba a cuatro patas a recoger el trozo de comida.

Una vez terminamos de cenar, preparo un plato con la cena, se dirigió al sofá y se sentó. Puso el plato en el suelo y llamo a Alba. Esta se puso a comer directamente del planto, sin usar las manos, como una perra,  lo que era.

Yo estaba recogiendo la mesa. Verla de esta manera me excito, note como si sexo se humedecía a pesar de lo dolorido que estaba.

-Trae un cacharro con agua –me dijo-

A mi regreso me hizo ponerlo junto al plato de mi amiga. La acariciaba el pelo cuando subía la cabeza para poder tragar.

Cuando termine me hizo sentar a su lado tras poner unas copas para los dos. Me acariciaba y me besaba. Alba seguía comiendo.

Una vez que acabo, la perra puso su cabeza sobre las rodillas de nuestro “amante”, bueno no sé muy bien cómo llamarle.

-Cristina –dijo de pronto- la perra necesita ir a la peluquería.

Le miramos sorprendidas. Se incorporo, cogió la correa de Alba y fue hacia el baño haciéndome señas de que los siguiera.

Se sentó en la taza del inodoro.

-Perra tu en el bidet y con las piernas bien abiertas.

Mi amiga obedeció rápidamente. Supo que su sexo iba a ser rasurado como el mío y como le gustaba a él. A mí me hizo sacar unas tijeras y demás útiles para depilar que tenia. Yo suelo usar cera caliente para este tema.

Me indico que preparara la cera. Luego me dijo que recortara el vello púbico de Alba con las tijeras. Lo apure lo máximo posible.

-Albita –comenzó a decir- imaginas lo que viene ahora.

-La cera –respondió la pobre-

-Supongo que alguna vez la has usado para depilarte y sabes las molestias que esto produce.

-Claro.

-Prepárate que Cristina va a comenzar a aplicarte la cera.

Probé en mi brazo la temperatura. Procedí a aplicar la primera capa de cera. Alba puso cara de sorpresa pero no se quejo. Luego di el tirón para retirar el depilatorio. Emitió un suspiro al sentir como se desprendían sus cortos pelos. Proseguí con la aplicación de la cera, su cara fue poniéndose roja y los suspiros se fueron cambiando por pequeños gritos. Más tarde comenzó a saltársele las lágrimas sobre todo cuando me ocupe de su culo.

Una vez terminada la depilación, le aplique un poco de crema sobre la zona. Estaba mojada como una perra en celo y yo debo confesar que también.

Entonces nuestro hombre se acerco a Alba y la dio un beso en la frente y fue bajando hasta su boca. La hizo arrodillar y de la correa la llevo al salón, sentándose en el sofá.

Saco su polla y con una indicación la perra comenzó a lamer ávidamente el falo. Le perra tenía ganas de pene. Yo miraba fascinada.

Al rato me indico que la comiera el coño. Nunca lo había hecho pero no dude, estaba tan caliente y salida que hubiera hecho cualquier cosa.

Alba comenzó a gemir, estaba disfrutando mucho.

-Más despacio –oí de repente-

No se para quien era la orden, pero yo obedecí por si acaso, no quería otra sesión de correazos. Mi amiga también ralentizo la mamada.

Poco después oí como Alba decía:

-Me voy a correr.

-Aguanta, perra –dijo él- no tienes permiso.

Seguimos con la doble mamada. Yo estaba muy excitada y chorreando por mis muslos, no recordaba nada parecido.

De pronto mi amiga grito:

-Amo, mi amo, por favor, me corro, por favor amo.

-Córrete –dijo- y tú no pares de lamerle.

Desde luego que no pare y cuando note que aumentaban sus jugos me aplique con mi lengua. El orgasmo fue brutal. Cayó desplomada, con la polla en la boca. Sentí envidia, mucha. Aunque tenía la esperanza de que ya me tocaría a mi, pero no estaba segura.

Me senté junto al amo de Alba. Esta retomo su posición de perra a los pies de su dueño.

Al rato, mi amigo, comenzó a tocarme los pechos, los acariciaba, los apretaba fuerte y volvía con las caricias. Me fui poniendo, la verdad es que soy fácilmente excitable con eso, de vez en cuando, me pellizcaba los pezones, que estaban muy duros. Notaba mis jugos por la vagina.

Cuando comenzó a tocarme la vulva y el clítoris, di un respingo, me dolía un poco el roce por el castigo recibido.

-Esto es  lo que pasa cuando no eres obediente –me dijo- Veremos si puedes correrte.

Mando a Alba que me lamiera el sexo, mientras que él seguía trabajando mis pechos Era la primera vez que una mujer me hacia eso y me estaba gustando. . Al poco de sentir la lengua de la perra en mi clítoris comencé a jadear momento que aprovecho para separar a Alba.  Casi le odie, estaba muy cerca de tener un orgasmo.

Me hizo girar y poner el culo en pompa y dirigió la cabeza de la perra hacia mi vagina. Comenzó a lamerme y siguió dirigiéndole hacia mi ano mientras la decía:

-Mójale bien la zona, métele la lengua.

Supuse lo peor, me iba a encular y yo era virgen de ese sitio. Temblé, era sabido que la penetración anal es dolorosa, por lo menos las primeras veces. Pero él lo quería así, pues que fuera así, estaba tan excitada que admitía cualquier cosa.

La verdad es que Alba se esforzó en mojarme. Casi me corro cuando sentí su lengua entrado en mi culo después de jugar un rato en la entrada.

Luego incorporo a la perra, la puso junto a mí, por lo que quedamos a la misma altura, nos besamos sin dudarlo, él por su parte me penetro por el coño, al poco note su dedo como se abría paso por el otro agujeró. Estuvo un rato metiéndolo y sacándolo. Lo humedecía en mis propios jugos vaginales. Continúo con dos dedos. Creía que me iba a morir de placer, follada por los dos sitios.

 No sé porque pedí permiso para correrme, lógicamente me fue negado. Dejo de follarme la vagina y note su polla en la entrada de mi culo. El momento temido pero a la vez deseado había llegado. Fue presionando lentamente. Entraba un poco y se quedaba quieto por lo que mi esfínter tenía tiempo para acostumbrarse a lo que estaba entrado. Poco a poco y con algo de esfuerzo entro en mi ano, al final note los testículos cachando contra mis nalgas. Tuve algunas molestias pero dolor lo que se dice dolor poco y solo al principio.

Me follo el culo con lentitud y durante bastante tiempo, mi amiga me fue masturbando al mismo tiempo, no recuerdo cuantas veces pedí permiso para correrme, entonces Alba dejaba de tocarme.

De repente sentí algo caliente dentro de mi recto, era la corrida del hombre. Me excito más si eso era posible.

-Mi amo, por favor, déjame que me corra –dije-

Córrete puta, respondió, mientras seguía fallándome el culo.

Caí desplomada sobre Alba y nuestro amo sobre nosotras.

Cuando me recuperé, me hizo limpiarle el pene desde la punta a los testículos, y la perra fue lamiendo lo que salía de mi trasero.

Mire a Alba, pensé que nos habíamos convertido es dos sumisas porque el Amo sabía lo que nos convenía y nos excitaba,  su cara  decía  lo mismo que pensaba yo.

-Cristina –dijo-procura mantener tu ano abierto para tu amo, la próxima vez no seré tan delicado.

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