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El lado sexy de la Arquitectura 2

en Lésbicos

Emma veía a Natasha y a Phillip besarse con demasiada pasión, la misma pasión con la que ella quisiera besar a alguien. Cuando pensaba en “alguien” ya no pensaba en Ryan Reynolds o en Josh Duhamel, sino más bien sólo el nombre “Sophia Rialto” le pasaba por la cabeza. Veía cómo Philip se desvivía por Natasha, él era tan guapo por sí sólo que hasta Emma lo consideraba guapo, primer novio de Natasha al que consideraba “extremedamente out of this world y sensacionalmente guapo”. Era alto y fornido, siempre usaba traje con tal desdén que lo hacía ver sexy y hasta despertaba las curiosidades de los homosexuales ahí presentes. Cabello negro y significativamente largo, lo suficiente como para peinarlo hacia atrás y al lado izquierdo. Piel blanca, ojos café claro como miel, nariz recta y un tanto gruesa del tabique, con barba de tres días que lo hacía ver aún más interesante. Tenía manos grandes y fuertes, parecía que Natasha podía quebrarse entre sus musculosos brazos. Tenían sexo de todo tipo: como bestias y como un par de enamorados. Habían decidido no vivir juntos para permitir la sobrevivencia de la vagina de Natasha y mantener el deseo, mientras decidían casarse, demasiado despierto.

 

-Te noto pensativa, Em, ¿todo bien?- gritó Natasha a su oído por el ruido de la música.

 

-Vamos afuera, hay mucho ruido aquí- gritó de regreso, tomándola de la mano y dirigiéndose hacia afuera.

 

- Looks like someone needs a hug- Natasha encendió un cigarrillo e inhaló una vez, luego se lo dio a Emma. Nuestra Arquitecta se dejó abrazar, ya necesitaba uno de esos, uno de los que sólo Natasha sabía darle cuando más lo necesitaba, de esos que sólo su mamá había podido superar, sí, Emma sufría todo el tiempo de homesickness, Emma no era de piedra. – Ahora sí, déjame limpiarte esa lágrima y cuéntame lo que pasa, I’ve got your back no matter what, ¿entendido?

 

- Nate, ¿alguna vez has pensado en qué pasaría si Phillip te dejara?

 

- Oh, we’re talking big leagues here, go on

 

- O sea, no puedo describir ni imaginarme lo mucho que lo adoras, pero si te llegara a dejar, después de tu depresión, o en medio de tu furia, ¿considerarías reemplazarlo con otra persona?

 

- ¿Persona? Vamos, Em, sólo dilo

 

- No me hagas decirlo, ya sabes a lo que me refiero

 

- Em, tienes que estar cómoda con ello, sólo dilo y se te quitará un peso enorme de encima

 

- ¿Odiarías a los hombres y considerarías una mujer?

 

- Emma Marie Pavlovic Peccorini, ¿quién es la que te está causando esa inseguridad?

 

- Vamos, no es como que haya alguien, sólo pregunto

 

- Y yo me chupo el dedo…

 

- Pues- rió- de que te lo chupas, te lo chupas

 

- Eres una asquerosa…- rió Natasha, arrojando la colilla de su cigarrillo al suelo y pateándola. – No sé si me estaría pasando de la línea de la confianza aquí, pero me permito opinar al respecto, y digo dos puntos: tu relación con Fred, si es que se le puede llamar relación, es más dañina que el cáncer, presiento que debe ser una mujer muy, pero muy indescriptiblemente despampanante para que te haga considerarlo, ¿sabes si a ella le interesas? No respondas todavía, el punto es que…vivimos en el Siglo XXI, en donde hombres bailan con hombres, mujeres con mujeres, mujer y hombre viven juntos sin haberse casado, sólo el 19% de las mujeres Pop-Culture llegan vírgenes al matrimonio, vamos, Emma, ya no estamos en la era de piedra, tú y sólo tú puedes juzgar lo que haces, ¿quieres tener un poco de diversión? Para eso existe una fila de machos que conozco que estarían dispuestos a tener una cita contigo, pruébalos. ¿Quieres experimentar otros aspectos de la vida? No te metas en las drogas, métete con otras personas nada más, métete a yoga, a algo, no sé. ¿Quieres tener una aventura? Pues, tu compañera de trabajo está como Dios manda y, por tu expresión, supongo que de ella hablamos, la tal Licenciada Papazoglakis, ¿no?

 

- Eres la segunda persona que la llama Papazoglakis, ¿qué con eso?

 

- Oh, Em, mi trabajo es correr perfiles de todo el mundo, para eso hay una cosita muy graciosa que se llama “List-Running-Software” y es lo que utilizamos todos y cada uno de los que hace PR para Project Runway…ahora, Sophia Papazoglakis es la misma Sophia Rialto, se deshizo del apellido de su papá por no sé qué motivos, pero ambos apellidos me suenan demasiado sensuales y, en su fotografía de CV no se veía nada mal, parecía postre- rió. – Además, Rialto…su tatara-tatara-uuuu-tatarabuelo fue el que construyó el puente de Rialto, en Venecia

 

- Eres una stalker, babe, pero gracias por la información

 

- Gracias por el cumplido. Entonces, no es como que estarías cometiendo un crimen si decides explorar los labios de una mujer y con labios me refiero a…bueno, tú sabes… sólo asegúrate de que no tenga ninguna ETS…y dejarás de preocuparte por la disfunción eréctil de Fred y su pequeño Fetiche por tus tangas…Have fun, you only live once…y si no quieres que se enteren, soy una tumba, babe

 

- Gracias, Nate, supongo que tienes razón…pero, ¿cómo sé si es o no es o si estamos en la misma página?

 

- Llevan semana y media trabajando juntas…ya no es la confianza del desconocimiento, ¿la tienes en iMessage o en Whatsapp?

 

- Y en Spotify y en Facebook y en Twitter, ¡Claro que no!, apenas y tengo su número de teléfono…

 

- No cabe duda que la tecnología es tu peor enemigo, sólo sabe de Sketch-up y de Indesign y de no sé qué más…pero de algo tan simple como Whatsapp no…irónico, pero por eso te adoro, Em…

 

- Tu punto era que….

 

- LLÁMALA o mándale un mensaje de texto si tanto te da pena llamarla

 

- ¿Y si no funciona?

 

- No lo sabrás hasta que lo intentes, hermosa. Ahora, cambia esa cara y ven adentro a tomar un Martini seco conmigo- Nate la tomó de los hombros y la iba empujando hacia adentro, saludando de paso al Bouncer.

 

- Estoy cansada, en un rato me voy- gritó Emma ya en contra del abrumador ruido, era algo como una mezcla de Whitney Houston con The Wanted, nada agradable, mal DJ. Natasha pidió los Martinis y los bebieron hasta el fondo, Emma pidió otro mientras Natasha era secuestrada por los brazos de Phillip.

 

- Tengo algo para ti- susurró Fred al oído de Emma.

 

- Sólo me va a emocionar si comienza con S y termina con A…o si es un cigarrillo- dijo Emma, dándole un último trago a su Martini.

 

- No te entiendo, hermosa, pero traje un par de líneas para que tú y yo nos pongamos en sintonía

 

- Fred, tú no cambias…ya te he dicho que no quiero probar tus líneas de polvos mágicos, inhálalas tú solo, tienes más para ti- y Emma se fue, sólo haciendo una parada para despedirse de Phillip y de Natasha, quienes bailaban algo que no se podía bailar.

 

Tomó un Taxi porque no quería caminar y, al llegar a su apartamento, después de abrir la puerta, se sintió, por primera vez, sola y miserable, como si su carrera y su trabajo no fueran nada. Extrañó aquellas veces que tuvo a Fred, a un Fred distinto, con el que podía acostarse y abrazarse toda la noche y despertar junto a él para ver la NBA. Fue ahí, y sólo ahí, que Emma cometió el primer error del que nunca se iba a arrepentir. “¿Qué hace mi compañera de oficina un viernes por la noche y ya metida en su cama lista para dormirse?” le escribió a Sophia, no sabiendo si era cierto.

 

Sophia: Tengo miedo, ¿de qué ventana me estás espiando?

 

Emma: No puede ser, ¿de verdad estás acostada ya? Apenas son las dos de la mañana

 

Sophia: Tengo un poco de frío, por eso estoy acostada, ¿tú qué haces ya lavándote los dientes?

 

Emma: Ahora la que tiene miedo soy yo, ¿cómo sabías?

 

Sophia: Sonrisa blanca amerita cinco veces al día

 

Emma: Bingo. Estoy aburrida

 

Sophia: Creí que tenías una fiesta o algo por el estilo

 

Emma: Así de aburrida estaría que aquí sola estoy más entretenida

 

Sophia: Oh, sí que estaba aburrida jaja

 

Emma: Indescriptible. ¿Tú qué haces?

 

Sophia: Esperando a que me de un poco de sueño, pero creo que esto de esperar me da hambre

 

Emma: Uf, ¿qué se te antoja?

 

Sophia: Un Kebap con extra salsa

 

Emma: Ya me diste hambre, ¿en qué calle estás?

 

Sophia: 40 y 8va

 

Emma: Te veo en 55 y 6ta en 20

 

Sophia: Perfecto

 

Y así fue como empezaron sus escapadas nocturnas. Sophia se deslizó en lo más chic que encontró en la oscuridad de su apartamento, pues la verdad es que estaba acostada porque no había electricidad y el ascensor no funcionaba, ni loca salía para después subir cuarenta y un pisos con el poder de sus piernas. No se explicaba por qué por ver a Emma sí. Se encontraron justo en frente del carro de Kebaps y cada una ordenó uno a su gusto, con Mountain Dew y Dr. Pepper y se sentaron a la calle a comer como seguramente comieron en su época de estudiantes.

 

- ¿Por qué estaba tan aburrida la fiesta?¿De quién era?- preguntó Sophia, sabiendo que a Emma le incomodaría

 

- Era de Fred, Alfred James Weston

 

- ¿Y ese tono? ¿Qué tiene que ver contigo él?

 

- Estoy en proceso de terminarlo- a Sophia le dolió el pecho y no necesariamente por el bocado de Kebap que había tenido que tragar de improviso.

 

- No sabía que tenías novio

 

- Es que no tengo, dejó de serlo hace mucho, ¿tú tienes novio?

 

- No

 

- Habría jurado y vuelto a jurar que sí, eres demasiado…guapa como para no tenerlo

 

- Encontré a la persona que me interesa pero no sé si esa persona ya se dio cuenta que me interesa…creo que yo no le intereso en realidad- confesó, hablando de Emma, obviamente, aunque Emma no se percató de ello.

 

- Pues, disculpa que me entrometa, pero qué tipo más tonto- rió Emma, imaginándose a un troglodita despótico que no se daba por enterado.

 

- Es un poco complicado- murmuró, sonrojándose y apartando su vista de Emma.

 

- Bueno, no hablemos de eso, ¿qué tal está tu Kebap?

 

- Muy rico, tenía desde que empecé a trabajar con ustedes de no comerme uno, creo que eso fue lo que no me sentó muy bien el día que empecé, por eso compré las pastillas para las náuseas

 

- Sólo espero que no tengamos que comprar mañana…- ambas rieron, Emma pensó que la risa de Sophia era un crimen, sintió que casi la mataba, demasiado hermosa. – Oye, ¿puedo preguntarte algo?

 

- Claro, te debo una respuesta elaborada- rió, refiriéndose a cuando le había preguntado la clave del éxito hace semana y media y sin conocerla.

 

- El Arquitecto Harris se refirió a ti como “Papazoglakis” pero en tu archivo dice “Rialto”…¿puedo saber por qué?

 

- Pregunta justa- respondió, con la boca llena de aquella carne jugosa.

 

- No es necesario que contestes

 

- No, no, vamos, no es tan horrible…

 

- Bueno, tómate tu tiempo, soy toda oídos- un sorbo de Mountain Dew y limpiándose los labios llenos de tzasiki.

 

- Papazoglakis es de mi papá, griego puro, Rialto de mi mamá, italiana pura. Mis papás se divorciaron el año pasado porque mi papá es congressman del PASOK

 

- ¿PASOK?- interrumpió Emma, tenía expresión de no entender nada.

 

- Partido político en Grecia... el Movimiento Socialista Panhelénico…y bueno, mi mamá era ama de casa porque el Señor no la dejaba trabajar, decía que eso era para la plebe…y bueno, ves cómo son las cosas en Grecia ahorita

 

- Lígo axiolýpiti, yo sé

 

- Exactamente, entonces mi mamá se fue de viaje por el báltico el verano pasado y tuvo que regresar antes de tiempo, cuando llegó a casa, encontró a mi papá con alguien menor que yo. Mi mamá le pidió el divorcio y, mi papá, por manipularnos a todos, nos dijo que si se divorciaban, no íbamos a ver ni un centavo de su herencia, yo me cambié el apellido porque desconocía a ese hombre, mi hermana se quedó con él…pero ahora mi mamá trabaja en la Sapienza, en la administración

 

- Lo siento mucho, de verdad- dijo Emma, apenada por haber preguntado algo tan personal. - ¿Cómo fue que llegaste al estudio entonces?

 

- Bueno, yo trabajaba en el equipo de diseñadores de Armani Casa en Milán pero hicieron recorte de personal y, al país al que vayas, es como la quimioterapia para conseguir trabajo. Volterra no es mi tío en realidad…Volterra era el novio de mi mamá cuando eran jóvenes, pero siempre fueron amigos, él se casó, mi mamá se casó, él enviudó y, cuando se enteró que se habían divorciado, no pidió otra oportunidad, sino más bien le preguntó por nosotros, mamá le contó que yo no tenía trabajo, y así fue como él me invitó a trabajar aquí

 

- ¿Armani Casa, eh? Ten cuidado con la Arquitecta Hayek, siempre se queja del mantenimiento que hay que darle a los muebles de ahí…

 

- Nosotros sólo diseñábamos la primera etapa, es decir la estructura, luego estaban los “Wood-men” que decidían qué material utilizar, luego estaban los de textiles, era como una burocracia

 

-Bueno, pues que alegría tenerte en el equipo, sabiendo los clientes que trabajabas ahí, seguramente dejan esa fijación al lado y te llueve trabajo…¿fumas?- preguntó Emma, sacando un cigarrillo con la boca de la cajetilla.

 

- No con la frecuencia de un estudiante pero sí, gracias- dijo, agarrando un cigarrillo y atrapándolo con sus labios para que Emma le acercara la llama para encenderlo.

 

- Mi época de estudiante fue una chimenea, no soportaba más de tres horas sin un cigarrillo pero ahora, ocasionalmente, no me gusta mucho el olor que deja

 

- Cuesta quitarlo, sí… ¿puedo preguntarte algo, Emma?- preguntó Sophia, provocando en Emma una sonrisa pues era la primera vez que la llamaba por su nombre.

 

- Sólo pregunta, no preguntes antes si puedes preguntar algo- guiñó su ojos derecho, casi mata a Sophia.

 

- El Ingeniero Segrate tiene serios problemas contigo, está como perdidamente enamorado, ¿lo sabías?

 

- David- rió, expulsando el humo de su cigarrillo por la nariz y dándole el último bocado a su Kebap. – El día que llegué al estudio, el primer día, me saludó con una rodilla en el suelo, besó mi mano y me dijo “tu futuro esposo, David Segrate”- Sophia rió a carcajadas, no podía creer lo dramático que podía ser. – no hay una tan sola semana que no me invite a algo, ya sea a comer, a correr, a jugar póker, lo que sea, sólo necesita una excusa…y siempre le digo que no

 

- ¿Por qué le dices que no?

 

- David tiene algo que no me agrada…y es que su ego y el mío no pueden vivir juntos, no pueden estar más de cierto tiempo en las mismas cuatro paredes, además, David no es mi tipo

 

- ¿Y cuál es tu tipo?

 

- Esa es una pregunta engañosa, no lo sé, ¿tú tienes tipo?- preguntó Emma, terminándose su cigarrillo y apagándolo en la lata vacía de Mountain Dew.

 

- No tengo tipo, pero como te dije antes, hay alguien que me interesa, primera vez en mucho tiempo que alguien me interesa tanto

 

- Esperemos que ese se de cuenta pronto, yo sé lo que es estar esperando, créeme…está comenzando a llover, será mejor que regresemos a casa, no quiero resfriarme, sino me durará hasta abril

 

- Claro, veamos si podemos conseguir un taxi

 

Emma hizo la señal para tomar el Taxi y se paró uno en frente de ella y se subió en él. Cuando le indicó al taxista que eran dos direcciones, el taxista se negó y dijo que sólo iba a ir a la más cercana, que era la de Emma. Emma aceptó antes de que Sophia se diera cuenta de ello, no quería que Sophia se mojara o que caminara hasta su casa, más porque a las tres y media de la mañana y lloviendo, era casi imposible conseguir un taxi.

 

- Vamos rápido, no me quiero mojar tanto- dijo Emma, arrojándole un billete de veinte dólares al taxista y saliendo del taxi sólo para correr hasta el lobby del edificio, empapadas, totalmente empapadas.

 

- ¿En dónde estamos?

 

- Aquí vivo yo, no te preocupes, es que es imposible conseguir un taxi para Chelsea, vamos, me muero de frío

 

- No quiero ser una molestia, cuando baje la lluvia me voy…

 

- Como quieras pero, hasta que no baje la lluvia, no te dejo ir, tampoco creo que seas una molestia- rió.

 

Iban en el ascensor, calladas, Emma sólo pensaba en lo que Natasha le había dicho. Se imaginó un asalto en el ascensor, un asalto improvisado y apasionado en el que Sophia quedaba contra la pared y Emma abusaba de sus labios mientras que, con sus manos, jugaba con ese cabello mojado, con esas ondas. Sophia, por el otro lado, prefería no desviar su mirada del panel de botones del ascensor porque había notado que Emma andaba una blusa blanca de algodón muy ajustada y, por el hecho de estar empapada, un par de pezones rígidos se asomaban apenas, pero, sabiendo esto, Sophia hacía su mayor esfuerzo por no darse por vencida, sabía exactamente lo que quería hacerle a Emma y cómo y cuándo. Exactamente en el piso ocho, se subió una señora que notó cierta tensión, Emma pudo notarlo por cómo había sonreído, esa sonrisa sínica, “¿Qué hace despierta a las tres y media de la mañana?”.

 

- Emma, querida, tengo un paquete para ti, lo he olvidado en mi apartamento, recógelo mañana entre once y doce, lo recogí del repartidor de DHL la semana pasada, olvidé decirte o dejarte dicho con Abraham…

 

- Muchas gracias, mañana lo recojo. ¿De visita en el octavo piso, Señora Davis?

 

- Oh, Emma, es que el Señor Kramer y yo tuvimos una cita- rió pícaramente la Señora Davis, una señora alrededor de los cuarenta y seis años.

 

- Buena suerte con eso, pase buenas noches- Emma salió del ascensor en el piso once, Sophia detrás de ella, pero la Señora Davis la tomó por el brazo y le susurró un hiriente “No es la primera vez que veo a alguien desear tanto a Emma, no lo hagas tan obvio, ella no es para ti”. Y con eso, la entrometida Señora Davis soltó a Sophia. Tenía ganas de llorar, ella ya sabía que Emma estaba fuera de su alcance pero dolía que alguien desconocido se lo recordara.

 

Emma abrió la puerta de su apartamento y dejó a Sophia boquiabierta, su apartamento estaba decorado a la perfección, no wonder todos querían que Emma no sólo construyera, sino también diseñara. Tenía la cocina a la izquierda, con suficiente espacio para cocinar cómodamente, no muy típico de Nueva York, a la derecha el living-room con sillones y sofás de cuero correctamente ocre, al fondo, no había pared, sino una ventana del tamaño de todo el apartamento.

 

- Vamos, entra, te voy a dar ropa seca y una toalla- susurró Emma, notando el encantamiento por el que pasaba Sophia.

 

Emma se paseó por el piso de madera y, dejando un par de gotas en el camino, se quitaba su suéter. Sacó ropa seca y caliente para Sophia, calculó que todo le quedaría bien pero, acordándose de lo que Natasha le había dicho, no se inclinó por algo de pies a cabeza, sino algo por algo que mostrara un poco de piernas y un poco de brazos. Puso un paquete encima de la toalla y la ropa y se la entregó a Sophia, sí, el paquete era una tanga nueva, las que Segrate le mandaba por docenas y las utilizaba para cuando algo así sucedía, aunque según Segrate, la subscripción a Hanes tenía que haber acabado en enero, más no sabía que le había pagada una dotación de una docena mensual de por vida a Emma.

 

Justo cuando Emma se armó de valor para desvestirse en frente de Sophia, alguien llamó a la puerta y logró que Emma se volviera a encasillar en su moralidad. Se extrañó un poco, tal vez era Natasha, aunque, por ser transición de Viernes a Sábado no podía serlo, seguramente estaría con Phillip en su apartamento. Volvieron a tocar, esta vez más fuerte y ahí supo quién era.

 

- Fred, ¿qué pasa? ¿Por qué tanto escándalo?- se alteró al abrir la puerta.

 

- Nena, traje la fiesta a tu casa, te fuiste temprano, ven, compartamos un par de líneas juntos- dijo, en aquella voz de ebriedad extrema.

 

- Fred, tienes que irte, ya es tarde y ya te dije que no quiero de tus líneas

 

- Nena, ¿por qué tan de mal genio conmigo? ¿No quieres que reviente tu vagina como solíamos hacerlo?- gritó, tan fuerte que Sophia escuchó y sintió despedirse del mundo carnal.

 

- Alfred James Weston, ¡estoy harta de ti y de tu déficit de comprensión! ¿No entiendes que esto se acabó hace mucho?

 

- Vamos, Nena, deja que te arregle ese humor…déjame meterte en la cama y darte nalgaditas como tanto te gusta

 

- Alfred, ¡he dicho no! ¡Se acabó, finito, over!

 

- Nena, ¿por qué ese cambio de actitud conmigo tan…derrapante?

 

- Se dice “de repente”…- dijo Emma, sabiendo que la conversación debía acabar cuanto antes.

 

- ¿Has estado reventando la cama con otro hombre?

 

- Fred…

 

- Está aquí…- murmuró, abriendo la puerta de par en par y viendo a Sophia parada en el fondo mientras se secaba su cabello. – Nena, ¿por qué no me dijiste que querías un trío?

 

- Fred…¡basta ya! Por favor…te lo ruego, vete ya, estás demasiado ebrio y drogado…

 

- Nena, tenemos que aprovechar la noche, tu elección está muy rica, ven aquí, Nena- dijo, refiriéndose a Sophia y llamándole con su mano.

 

- Alfred, ¿verdad?- preguntó Sophia, molesta ya.

 

- Así es, Nena, ¿y tú quién eres?

 

- ¿Por qué no le mostramos a Alfred quién soy, Emma?- Emma se quedó petrificada, no entendía a lo que Sophia se refería. Ah, pero sí que entendió cuando Sophia le plantó un beso en sus labios.

 

- No puede ser, Emma, te hice lesbiana…- sollozó Alfred, dándose la vuelta, dirigiéndose a la puerta. – Perdóname, Emma, soy un mal novio, seré mejor ex-novio, lo prometo- concluyó, cerrando la puerta y soltando un gemido de llanto que le partió el corazón a Emma, después de todo lo quiso alguna vez.

 

Sophia se quedó ahí, estática, pensando únicamente lo tonta que era, seguramente ese era el fin de lo que quisiera que pasara, eso era todo, ya no más fantasías idílicas entre ella y Emma, cero. Emma terminó de cerrar la puerta, estaba confundida, sólo podía pensar un educado “what the…just happened?” y apoyó su frente contra la puerta. Soltó la perilla, respiró hondo y volvió a ver a Sophia. Era hermosa, sí, pero… ” ¿Qué acaba de pasar, perdón?”. Quiso decir algo, Sophia también, pero ninguna de las dos supo exactamente qué decir.

 

- Me debes una, Emma- murmuró Sophia con una sonrisa avergonzada. – De nada por quitarte al tal Fred de encima- guiñó su ojo.

 

- Gracias, Sophia, creo que al fin se acabó todo con Alfred- Emma estaba un tanto dolida, eso significaba que ese beso, para Sophia, había significado tanto como para ella significaba la MLB. – Me iré a dar una ducha, ya regreso, ¿si?

 

Emma se retiró a ducharse para evitar un resfriado de los mil demonios, se desvestía con la puerta abierta, esperaba que la curiosidad llamara a Sophia, esperaba que llegara intempestivamente a plantarle un beso, uno de verdad, por eso se desvestía despacio, muy despacio, como si no tuviera prisa aunque si la tenía. Sophia nunca llegó. Se metió a la ducha, a bañarse con el agua más caliente que pudiera soportar, tarareaba “Your Song”, canción que estaba consciente que nunca olvidaría. Acariciaba su cuerpo con el jabón, lavando hasta el último rincón de su piel, pensando en Sophia, sintiendo que Sophia era la que la acariciaba con aquel jabón de manzanilla.

 

Sophia estaba al tanto de que Emma se estaba bañando, escuchaba el agua correr, lo que le permitió asomar su cabeza y ver toda una nube de vapor inundar el baño de Emma. Ganas no le faltaban para meterse con ella, sabiendo que estaba desnuda, con el agua corriéndole por su piel, relajada, más tibia. Por algo no había cerrado la puerta, Sophia quería creer que Emma quería que la viera, pero no se iba a regalar ni a arriesgar, prefería que Emma viniera a ella y no al revés, ella ya lo había intentado unos segundos atrás. Se sentó en el sofá y esperó a que Emma saliera, veía el agua correr por las ventanas, los relámpagos encenderse, sentía el frío meterse por entre la ropa.  

Emma salió de su habitación, arropada con un suéter de cachemira y un pantalón de pijama mientras se peinaba con los dedos cuando vio a Sophia ahí sentada, como viendo al vacío. Veía esa espalda delgada, agarrada a esos hombros esbeltos, la recorría de arriba abajo y sabía que había algo que le estorbaba; tal vez era esa cara triste, esa mirada perdida.  

 

- ¿Estás cansada, verdad?- preguntó Emma, sentándose en el mismo sofá.

 

- Un poco, se me cierran los ojos ya

 

- Ven, lo menos que puedo ofrecerte tras haberme librado de Fred es mi cama, es muy cómoda y caliente, vamos, creo que yo me uniré a tu sueño, ya es tarde- la tomó de la mano, una mano fría pero suave.

 

Se acostaron y apagaron las luces. Emma le deseó buenas noches a Sophia, quien ya había cedido sus fuerzas y su tristeza al sueño. 

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