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El lado sexy de la Arquitectura 7

en Lésbicos

- ¡Salud!- corearon las dos, viéndose a los ojos y sonriéndose. Golpearon suavemente sus copas, llenas hasta ¾ de Dom Perignon frío. Bebieron un sorbo de aquella espectacular bebida espumante, sintiendo cómo enfriaba desde su boca hasta su estómago y cómo ese frío lo calentaba la mirada de la otra.

 

- Sabe muy rico- dijo Sophia, tratando de romper el hielo.

 

- Es especial

 

- ¿Qué tiene de especial? A parte de ser caro, supongo

 

- Es un Dom Perignon Vintage…del ochenta y cinco, año en el que tengo entendido que naciste- sonrió, bebiendo otro poco de su copa.

 

- Eres muy detallista, nunca lo hubiera imaginado, ¿sabes?

 

- Don’t judge a book by its cover

 

- No te juzgué, sólo no me lo imagine…fue muy lindo lo de ahora por la mañana, en verdad me pusiste una sonrisa crónica

 

- Sí, esa sonrisa que hace que se me olviden todos mis problemas, esos camanances…- sonrió, apoyando su quijada en su puño mientras se apoyaba de la mesa con su codo, inclinándose hacia Sophia, quien se sentaba en frente suyo.

 

- Basta, me sonrojas…- era algo tan usual en Sophia desde hacía un par de días. – Bueno, a lo que vinimos, ¿te parece?

 

- Si, veamos qué vamos a comer…- murmuró Emma, abriendo la carta y desviando su mirada de los ojos de Sophia.

 

- ¿Me dejas escoger y pagar?

 

- Momento, no abuses, sólo puedo dejar que escojas

 

- ¿Cuándo voy a poder pagar algo yo?- preguntó Sophia, un tanto molesta e incómoda, pues desde que había empezado a trabajar con Emma, nunca había tenido la oportunidad de hacerlo.

 

- Eso es porque tú pagarás el postre…que no está en “Gilt”

 

- Emma, no me puedo comprar como postre, soy gratis, era una pregunta seria- dijo Sophia, todavía más molesta.

 

- Sophia, no era broma…- dijo Emma, un tanto a la defensiva y asustada por habérselo tomado de esa manera. – Se me antoja un poco de chocolate de “François Payard”

 

- Lo siento, creí que bromeabas

 

- Me pareció lindo que te consideraras un postre- sonrió, girando con sus dedos la copa de Dom Perignon desde el tallo, viendo cómo las burbujas salían a flote, soltando ese ataque de aroma floral al que Emma inhalaba como si fuera cocaína.

 

- ¿Y lo soy?- preguntó Sophia, con cierta malicia, paseando su dedo índice lentamente por su cuello, marcando exactamente en dónde Emma le había dado besos en la mañana.

 

- No, no te considero un postre, te considero una mujer; enteramente mujer, a la que me gustaría besar todo el día y toda la noche…y tal vez acompañarla a su apartamento y meterla a la cama

 

-¡Emma!- exclamó Sophia sonrojada, tan roja que hasta el pecho se le tornó un tanto rojizo.

 

- Digo, con “meterla a la cama” me refiero a acobijarla y esperar a que se duerma para poder yo estar tranquila

 

- ¿De verdad quieres hacer eso?

 

- En efecto

 

- Después de Payard, te llevo a mi cama, her-mo-sa- dijo Sophia, recordando cómo había separado Emma las sílabas por la mañana.

 

- Excuse me, Ladies, what can I get you for dinner?- interrumpió el mesero a las adorable Señoritas.

 

- We’ll be having Scottish Langoustine and Herloom Tomatoes and…two Border Springs Farm Lamb, please- ordenó Sophia, entregándole la carta en las manos al mesero mientras veía la sonrisa de satisfacción de Emma.

 

- It will be my pleasure, if you’ll excuse me- se excuse el mesero, llevándose ambas cartas y retirándose.

 

- Ahora si, Sophia, ¿me quieres conocer?

 

- I’m thrilled- dijo, con una sonrisa después de haber bebido hasta el fondo su copa de champán.

 

- Bueno, voy a empezar a hablar sin parar, si tienes alguna pregunta, adelante, pregunta, hermosa. ¿Te parece?

 

- Me parece excelente- respondió, mientras vertía un poco de champán en ambas copas, algo que en “Gilt” no era lo usual, el self-service era mal visto, pero Sophia no sabía y tampoco le importaba.

 

- Nací el ocho de noviembre del ochenta y cuatro, fue un jueves, por si te interesa…nací en Roma. Mi mamá se llama Laura…Peccorini- comenzó diciendo, dándose cuenta que estaba a punto de abrirse por completo con Sophia. – Mi papá es de origen eslovaco, vivió hasta los doce en Eslovaquia, se llama Franco Pavlovic. Mi mamá es, desde que me acuerdo, restauradora y curadora, hace como diez años que trabaja en el Vaticano en el grupo de curadores y restauradores. Tengo dos hermanos; mi hermano, Marco, es dos años mayor que yo, es consultor financiero igual que papá, no tenemos una buena relación, nunca la tuvimos…y mi hermana se llama Laura, es tres años menor que yo y ella se dedica al turismo- hizo una pausa.

 

- ¿En qué tipo de turismo está? Leí algo sobre el turismo tecnológico hace poco, no sabía que había tipos de turismo- interrumpió, bueno, no interrumpió pues Emma hizo una pausa para beber un poco de Dom Perignon.

 

- No, hermosa, mi hermana es turista- rió. Sophia rió por contagio, pero le gustó cómo Emma intentaba no hacerlo sonar tan mal. – Sigo: mis papás se divorciaron en el noventa y cinco

 

- ¿Por qué?- interrumpió Sophia, dándose cuenta que era algo sumamente personal y que no debía haber preguntado.

 

- Papá se metió un poco en la política, a mamá no le gustaba la vida pública, ya no podíamos ir a la escuela tranquilos, o de vacaciones porque se decía que todo lo pagaba Italia, que no era cierto, pero ese no es el tema. Después del divorcio, mi hermano se fue con papá, mi hermana y yo nos quedamos con mamá, desde entonces, Marco y yo no nos llevamos bien y no te sabría decir por qué exactamente, pues no fue hasta hace relativamente poco que tuve motivos para estar decepcionada de mi propio hermano, pero ese es otro tema. Bueno, me gradué de la “American School” en Roma en el dos mil dos, sólo llevé siete materias los últimos dos años, que fue en lo que me concentré; matemática, física, economía, inglés, italiano, español y política

 

- Por eso es que sabes algo de economía, hermosa, ya me había asustado que en Savanna no daban ese minor- rió. – Perdón, sigue

 

- Sé muchas cosas, como que tu talla de pantalón es dos con sólo verte, 34B, te gustan los Marlboro Gold aunque nunca me has negado uno Rojo, no eres una persona de vino blanco, no te gustan mucho las verduras; quizás sólo el pepino y la zanahoria, pero cruda, las frutas te gustan ácidas, you’re not a party girl, you weren’t one either, y estás sumamente interesada en la relación de Natasha y Phillip- sonrió y guiñó su ojo, callándose en cuanto vio que el mesero se acercaba con sus Entrées.

 

- Momento, momento… ¿cómo sabías de mis papás y de TODO eso?- preguntó Sophia, habiendo agradecido al mesero por  su entrada.

 

- Oye, se ve muy rico, buena elección- dijo Emma, obviando por un rato la pregunta de Sophia, sólo por hacerla esperar, pues la respuesta era sencilla.

 

- ¡Emma, me muero por saber!

 

- Mmmm…Dios, qué buen gusto tienes, Soph- saboreó el primer bocado.

 

- Está bien, no me digas, have it your way- rezongó, molesta y cortando un tomate cherry y atravesándolo con sensual furia con el tenedor.

 

- Lo que diré a continuación es sumamente raro: te ves triplemente hermosa cuando estás molesta…sólo molestaba, claro que te diré cómo lo sé todo- dijo, sincera y cálida.

 

- Ah, ¿Emma Pavlovic bromea?- rió.

 

- Mi personalidad no sólo grita “trabajo”, hermosa…pero bueno, al grano con la explicación. ¿Nombres de tus padres? Puse en Google “PASOK” y busqué el apellido “Papazoglakis” y voilá. Yo soy talla cuatro de pantalón y tú eres más delgada que yo, al menos de las caderas eres más pequeña, por lo tanto un cuatro no te queda, fumas demasiado despacio los Marlboro Rojos y mantienes muy poco tiempo el humo, pepino porque pediste extra pepino en el Kebap la vez pasada, zanahoria por tu bronceado, las frutas ácidas porque te he visto comer uvas verdes, granny Smith apples, partygirl no fuiste porque no te molesta ir a una fiesta, no eres partygirl porque disfrutas una fiesta tranquila como la de Margaret…y te interesa mucho Natasha y Phillip porque cada vez que menciono a alguno de los dos, siempre hay una pregunta que le sucede…

 

- You’re good…too damn good- dijo, casi boquiabierta, pues Emma no había hecho nada menos que leerla como persona.

 

- Gracias, hermosa, todo un placer- guiñó de nuevo su ojo derecho. Era algo que solía hacer sólo con Natasha y ahora con Sophia, algo que le salía natural cuando su ego se inflaba un poco más de lo normal o cuando quería seducir.

 

- ¿Qué música te gusta?¿Qué comida te gusta?¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?- atacó Sophia a Emma con preguntas, pues ella no sabía leer a las personas.

 

- Comenzaré por lo más sencillo, la comida. Como de casi todo, sólo la mayonesa no me gusta mucho, ni el relish o la salsa tártara…me fascina la comida oriental, hay un lugar de comida asiática en Brooklyn que es demasiado para mí, podría comer todos los días de ahí…me gusta el champán, no me gusta la cerveza, me gustan los cocktails; “Masa” tiene los mejores cocktails, de eso las caipirinhas, las margaritas, sex on the beach, Martini, common cocktails…me gusta el Vodka…no puedo vivir sin Pellegrino, y digo Pellegrino porque es la que más gas tiene. ¿En mi tiempo libre? Hago Fencing con Natasha…me gusta dormir, leer, viajar, comer…- terminó de devorar su entrada, viendo que Sophia hacía rato se la había terminado y sólo la escuchaba, con una sonrisa idílica. - ¿Música? Hermosa, a mí puedes ponerme a escuchar lo que sea menos eso que conocen en Colombia como el “Choque”, eso es como diez niveles por debajo de lo que es pecado en esta vida, sin ánimos de ofender a nadie…No escucho ni bailo “choque” ni eso del Daddy Yankee o lo que sea, grew up in Italy and in the nineties, entonces me gusta, por costumbre, Britney Spears, Laura Pausini, Spice Girls son mi placer pecaminoso, luego me gusta mucho Beethoven y Chopard, algunas de Mozart- concluyó, dejando a Sophia con tanta información en su cabeza, dándole vueltas sin sentido; un verdadero caos.

 

- Vamos por partes: ¿Qué te gusta leer? ¿A dónde te gusta viajar? ¿Qué es “choque”? ¿Laura Pausini? ¿Spice Girls?

 

- Leer, bueno, lo que no a todos les gusta porque no lo entienden o porque son demasiadas páginas

 

- ¿J.R. Tolkien?- rió Sophia, alcanzándole la copa al mesero para que la llenara de nuevo con Dom Perignon.

 

- Jaja, hermosa, me refiero a Vargas Llosa, García Márquez, Orwell, un poco de T.S. Elliot…pero en sus respectivos idiomas, sino no le encuentras el humor

 

- ¿Será que si me sigo acostando contigo, algo de tu cultura e inteligencia se me pasan?- bromeó Sophia, admirando a Emma cada vez más.

 

- Podemos intentarlo, hermosa, pero déjame enseñarte. “El Choque”, dícese de un baile que se deriva de una canción, si no me equivoco, que encierra un baila de tipo “Choque”; cadera con cadera, cabeza con cadera, infinitas posibilidades de chocar cualquier parte de tu cuerpo con el de tu “pareja” de baile…ahora, no tengo nada en contra de los que lo bailan o de los que cantan dicha canción, pero YO NO quiero eso para mi vida

 

- Suena gracioso en realidad

 

- Pues, yo lo creí gracioso hasta que fui a Colombia y un hombre chocó su cabeza con el trasero de una mujer- Sophia rió a carcajadas, tanto que los de la mesa de la par se volvieron a quejar. – Ahora, ¿viajar? Depende de la época del año, con Natasha vamos en el verano a una playa paradisíaca, el año pasado fuimos a las Islas Canarias, este verano fuimos a Cancún

 

- Ugh, ¿cómo te verás en bikini?- suspiró Sophia, sonrojándose pues su pensamiento se había materializado en voz.

 

Emma estaba a punto de decir algo, que no me acuerdo qué era, cuando el mesero interrumpió de nuevo para ponerles el plato fuerte en frente.

 

- Ahora, hermosa, cuéntame sobre ti, yo ya hablé demasiado- sonrió Emma, hundiendo su tenedor en aquel puré de patatas cocido a la perfección con un toque de queso ricotta.  

 

- De música no estamos muy lejos, sólo que no me agrada la música clásica, de leer no es mi hobby, prefiero diseñar lo que sea, no sé, me gusta diseñar cuando estoy aburrida o estresada, sino sólo me gusta sentarme en un café a leer el periódico, a leer cómo quieren desaparecer el euro de Grecia- rió, como si en verdad fuera gracioso; Emma asumió que era por su papá. – Sino, sólo me gusta estar tranquila, acostada, descansar, pensar; dormir. Y pues, ¿qué hago en mi tiempo libre? Cocino. Me fascina cocinar.

 

- ¿Ah, sí? Creo que empezaré a comer caliente – rió Emma, pensando lo sexy que se vería Sophia con un delantal blanco y un poco de harina por aquí y por allá. ¿Qué es lo que más te gusta cocinar?

 

- Croissants, me encanta el olor de cuando se están horneando

 

- Eres una cajita llena de sorpresas, Sophia- sonrió Emma, dándole un sorbo a su champán.

 

- ¿Cuál es tu motivación?- preguntó Sophia de la nada. Era una pregunta extraña, Emma no sabía cómo responder a tal versátil pregunta.

 

- ¿A qué te refieres?

 

- ¿Qué te mueve? ¿Qué buscas en tu vida?

 

- Interesante pregunta, ¿cómo haces para preguntar ese tipo de cosas?

 

- Creo que tienes una buena respuesta para mis preguntas y creo que tu respuesta sólo va a lograr una cosa

 

- ¿Ah, sí? ¿Y esa cosa qué es?

 

- Enamorarme más- sonrió Sophia, cortando su cordero.

 

- ¿Qué me mueve? Me mueve algo diferente a las demás personas

 

- ¿A qué te refieres?

 

- Bueno, ¿qué puede mover a una persona? Puedes vivir para hacer tu fortuna, o para hacerte una reputación, una fama; buena o mala, fama es fama,  puedes vivir sólo para sentirte poderoso ante alguien que en teoría no es tan “bueno” como tú, hay otros existencialistas que viven porque tienen que vivir, porque así es la ley de la vida y así les tocó vivir su vida, como una obligación

 

- Y tú, ¿a qué grupo de esas personas perteneces?- preguntó, estando un poco asustada de lo que diría Emma, pues lo anterior no era lo que esperaba escuchar, pero, al final, no podía cambiar lo que sentía por Emma fuera lo que fuera, probablemente la respuesta dolería.

 

- Yo…pues yo soy diferente hasta donde yo tengo entendido- Sophia respiró de alivio, aunque luego pensó, fugazmente, que podría ser peor. - ¿Qué es una persona sin amor? Digo, si tienes dinero y no tienes a alguien con quién disfrutarlo, si tienes fama, ¿para quién eres famoso?, si tienes poder, ¿sobre quién? Seguramente al poderoso pocas personas lo quieren desinteresadamente, ¿el existencialismo? Life’s full of beautiful things, it’s not meant to be a burdain, it’s not a punishment, si no te das la oportunidad para gozar la vida, ¿cómo la gozas?

 

- I’m not quite following you, could you be more…specific?- Sophia estaba sumamente interesada en Emma, perdida en sus palabras, tanto por complicadas como por profundas y como por verdaderas.

 

- Pienso que mucha gente busca cosas superficiales que de nada sirven en la vida, como las que te mencioné antes…se pierden de muchas cosas por las mismas superficialidades. Sí, a mi me gusta la buena vida, me gusta vestirme bien pero, al final, si no me conoces, no sabes ni con quién estás tratando…Creo que hay mucha gente que cree que las cosas físicas definen lo que pasa por aquí adentro- señaló a su cabeza con su dedo del medio. Sophia no entendió si era un simple señalamiento o era realmente algo que estaba destinado a ser de mal gusto. – Sigo, ¿de qué te sirve embadurnarte de juventud si no tienes pareja que te diga lo hermosa que te ves sin importar arrugas o flacideces? ¿Necesitamos Valentine’s Day? Ni mil docenas de rosas o chocolates podrían igualarse a lo que pasa aquí adentro- dijo, palpándose el pecho. – Si a nadie le importa lo que haces o lo que eres, ¿de qué te sirve todo lo que haces o lo que eres o quieres ser?

 

Sophia se quedó en silencio un momento, procesando de manera adecuada toda la información que había salido de la boca de Emma, en aquella voz un tanto aguda y sensual, con cada “s” más sensual que la anterior. Pensó en lo que Emma le había dicho y, aún así, no encontró respuesta concreta a su pregunta. Volvió a ver a Emma, quien la miraba fijamente, girando la copa de champán con sus dedos.

 

- ¿Qué me mueve? Es fácil…lo mismo que te mueve a ti. El amor. ¿Qué sería de una vida sin la idea de un amor? Suena infantil y hasta idealista, pero no hay momento más fulfilling en la vida que cuando uno siente que lo aman, y uno amar a ese que lo ama a uno de regreso…

 

- El amor…- murmuró Sophia, entendiendo por fin a Emma.

 

- Sí, Sophia, a mí también me rompieron el corazón alguna vez, así como puedo ver que a ti también…pero yo no quiero rompértelo, ni quiero darte razones para que me lo rompas

 

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