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El lado sexy de la Arquitectura 11

en Lésbicos

Tres rondas de Bellini después, la bebida de la casa, Natasha y Emma salieron por un cigarrillo, apasionándose por un Davidoff Magnum que le habían robado a James, todavía se molestaron en encenderlo con un cerillo y no con encendedor de gas, pues arruinaría el sabor.

 

- ¿Qué dices si vamos a los Hamptons a mediados de noviembre?- preguntó Natasha, conteniendo el humo de aquel Davidoff en sus pulmones para luego expulsarlo despacio por su nariz. – Pero sería con Phillip, si no te importa

 

- No me importa si puedo invitar a Sophia

 

- Pues claro, eso no es problema, la casa es lo suficientemente grande, Em- guiñó su ojo, sosteniendo el cigarrillo entre sus labios mientras se volvía sólo con su cabeza hacia atrás para ver su trasero.

 

- Espero no tener que cancelarte esta vez, Nate…de verdad lo siento

 

- Oye, yo lo siento más porque después de todo es tu cumpleaños, pero tendremos tiempo para celebrarlo, ya verás...te debo una por mi excelente fiesta de cumpleaños en Bungalow

 

- Fue idea de Phillip, yo sólo ayudé

 

- No, Phillip no conoce de Bungalow o de buena música, tú sí…best Disco Party ever, I have to say

 

- Jaja, gracias, aunque al menos la comida si la escogió Phillip- rió, metiendo su mano en su bolsillo para buscar su teléfono. Sonrió. “Sophia R.: should I wear panties for dinner?”.

 

- Ohhhhh, ¡confiesa!- bromeó Natasha, sabiendo que era Sophia la que había escrito.

 

- Nada, nada, no es nada, es un mensaje de esos de AT&T- rió cínicamente Emma, respondiéndole a Sophia con un “Ven como yo vine”, no diciéndole si tenía o no puesta alguna de sus típicas tangas.

 

- Vamos, cuéntame- inhaló otro poco de su cigarrillo. - ¿Por qué no la invitas?- preguntó, haciéndose la que no sabía nada.

 

- Estoy demasiado caliente para contarte- rió Emma, esquivando su pregunta y su comentario.

 

- Dile eso…be unexpected, my love…te imaginas la cara de Sophia si le dices “uf, estoy que ardo, ven y cómeme”- rió, entre broma y en serio, riéndose de cómo se escuchaba eso.

 

- Oye, ¿que no te corriste ahora donde Phillip?

 

- Estoy orgullosa de ti, has usado bien la expresión “correrse”- aplaudió Natasha. – Y no, comimos un bagel de cebolla y queso crema juntos…eres una mente sucia con piernas, Emma Pavlovic- rió, expulsando con su risa el humo.

 

- ¿De qué ríen?- preguntó Julie, la novia de James, la futura esposa en realidad.

 

- ¿Te acuerdas de David?- dijo Emma, intentando intervenir, improvisar.

 

- Tú sabes, Jules, el que vive olfateando las pisadas de Emma- rió Natasha, terminando su cigarrillo. Julie asintió. – Pues Emma lo asustó ahora, de eso nos reíamos- complementó Natasha la improvisación de Emma.

 

- No entiendo por qué ríen…pero bueno…la comida ya está en la mesa

 

- Ahorita vamos, Jules- dijo Emma, viendo de nuevo su teléfono. “Sophia R.: Te ves hermosa riéndote. Look to your left” y Emma se sonrojó y volvió a ver hacia la izquierda para ver a Sophia bajarse de un Taxi, sólo ahí se le hizo agua la boca.

 

Sophia vestía impresionantemente sencillo pero la hacía ver demasiado bien; jeans ajustados a sus piernas, con sus Lanvin que había conservado del sábado, abrigo rojo abierto, dejando ver una blusa de lentejuelas negras y, todo eso, junto con la sonrisa blanca adornada por esos camanances, hicieron que Julie expresara un grotesco: “No es justo que esa puta se vea tan guapa”.

 

- Hey, gorgeous- saludó Natasha, dándole un abrazo y un beso en cada mejilla.

 

- Hola, ¿cómo están?- saludó Sophia de regreso, notando a Julie un tanto incómoda.

 

- Bien, ¿y tú, hermosa?- saludó Emma, dándole un abrazo y dos besos al igual que Natasha, susurrándole un “mmm” febril a su oído mientras la abrazaba. – Ugh, how rude…Julie, Sophia Rialto, Sophia, Julie Marshall- las presentó, Sophia, con una sonrisa, estrechó la mano de Julie, mientras Julie, perpleja, se dejaba estrechar la mano, pues le parecía injusto que “TODAS FUERAS MÁS BONITAS QUE ELLA”. – Vamos adentro, hace un poco de frío- dijo Emma, botando casi ¼ de Davidoff al suelo y pateándolo con su Christian Louboutin Creve Coeur.

 

- ¿Quién es esa arrogante?- susurró Julie a Natasha mientras seguían a Emma y a Sophia un par de pasos atrás.

 

- Trabaja con Emma, es la que usurpó su oficina

 

- ¿Y ahora Emma la invita a cenar? ¿Qué le hicieron a nuestra amiga?

 

- Jules, cálmate…es demasiado buena persona, no la juzgues antes de tiempo

 

- No la juzgo, es sólo que James no le quitará los ojos de encima, es demasiado…no es justo, ¿sabes?

 

- Jules, no es problema de ella que sea tan bonita, además…no temas por James, Sophia no es de ese tipo de personas…

 

- Ah, ¿Sophia? O sea que ya la conocías y eres su amiga también

 

- Jules, ¿qué te pasa?- elevó Natasha un tanto la voz, lo suficiente como para que Emma volviera a ver que Natasha y Julie discutían al final del pasillo.

 

- Creí que seríamos sólo nosotros cinco- se quejó, con furia en sus ojos, reclamándole no sólo con la voz y con la mirada a Natasha, sino también con un ademán matador.

 

- Es nueva, Emma sólo quiere que conozca gente

 

- Le fui infiel a James

 

- Bueno, eso estuvo mal, y no tiene nada que ver con Sophia, sólo tú eres la responsable de eso, seguramente tuviste tus razones, pero si James no lo sabe, no veo por qué habría de hacer lo mismo él…especialmente con Sophia, tranquilízate

 

- Si, si…¿sabes qué? Despídeme de todos, que tengan una linda cena- y así se fue Julie, dejando a Natasha en pleno desconcierto y confusión.

 

Emma ya había presentado a Sophia ante Thomas y ante James, que James no le hizo caso, mientras que Thomas la atacó con la pregunta más incómoda de todas.

 

- ¿Tienes novio?

 

- No, no tengo novio- dijo Sophia, hiriendo levemente a Emma. – Pero estoy viendo a alguien

 

- Te sacaron del parque, Tommy- se burló James.

 

- Julie se tuvo que ir, dejó dicho buen provecho- y todos vieron como James se enojaba y se disculpaba para salir detrás de Julie, con una pesadez histórica, una furia inminente, mientras que Thomas, en su inmensa pena por haber sido rechazado en el tiempo récord, se excusó diciendo que James lo llevaría a su casa de regreso.

 

- No tengo ni idea de qué acaba de pasar, lo siento mucho, Sophia- se disculpó Emma con una sonrisa un tanto falsa, pues todo había sido realmente confuso y de repente.

 

- No te preocupes, Emma- dijo, usando el “Emma” como un recurso para no delatarse ni delatar a Natasha y para, “según ella”, no delatar a Emma frente a Natasha.

 

- El único problema es que ahora tenemos cinco platillos y somos tres, espero que tengan hambre, porque yo sí- rió Natasha, llenando su tenedor de pasta con Ternero en salsa de limón.

 

Sophia se encargó de la langosta termidor mientras que Emma se devoraba un filete de robalo que acompañaban Sweet Maggies, otra bebida de la casa. La cara de Natasha se iluminaba cada vez que su iPhone se iluminaba con un recuadro de iMessage de Phillip, que hacían dos cosas: o que Natasha se riera en silencio o que bebiera o comiera rápidamente, lo cual Emma supo identificar como una genuina Sex-Talk.

 

- No puedo creer que mañana tenga que ir a trabajar de nuevo- se quejó Natasha, cortando un pedazo de Canelloni alla piemontese. – lo peor es que, desde que el imbécil de Seal dijo abiertamente que Heidi había fornicado con el servicio, o sea su guardaespaldas, Heidi se ha vuelto un poco más difícil de trabajar…pero la temporada ya se acabó el jueves, por eso pude tomarme ahora libre, por si a alguna le interesa- dijo, notando que Emma le sonreía raramente a Sophia.

 

- Y obviamente ustedes están a favor de Heidi, ¿no?- preguntó Sophia, teniendo y no teniendo idea, vaga, plena o absoluta, sobre lo que hablaba Natasha.

 

- Heidi me paga, por supuesto que estoy de su lado, además, ya me ha tocado cuidar a su hija Leni…es mi mejor amiga desde que perdí a Emma…- bromeó.

 

- ¿En dónde me perdiste?- dijo Emma, con una mirada de “ni se te ocurra” pero dándole un bocado de langosta a Sophia en la boca; Natasha pensó que había perdido a Emma en un buen lugar, en ese par de camanances que se formaban en Sophia cuando Emma sonreía.

 

- Pues, yo tengo un trabajo relativamente serio ahora…y tú…pues también, el tiempo para no perdernos es muy poco

 

- Natasha, ¿verdad que Emma es una workaholic?- preguntó Sophia, desconcertando a Emma.

 

- El que no lo sea en New York, está perdido, amor- rió Natasha, viendo su plato y viendo que se había devorado aquella pasta. – Pero aquí, en su situación, es bueno mezclar los negocios con el placer- dijo, cometiendo uno de los errores más estúpidos según Emma, pues creía que Sophia no sabía que Natasha sabía.- Sólo para que no se pierdan tanto una de la otra

 

- Creo que voy a necesitar más Sweet Maggies- se ahogó Emma en pena y en estrés, chasqueando sus dedos y apuntando a su vaso para que lo mantuvieran lleno…sí, Emma era víctima de la maldición gitana, si es que saben cuál es esa, sino pregunten.

 

Sophia hizo como si Natasha no hubiera comentado nada para no darle un paro cardíaco a Emma pero le divertía ver a Emma tan incómoda por creer que ella permanecía en la ignorancia. Eran alrededor de las nueve de la noche cuando Emma, quien bebía de manera promedio y casi nunca se emborrachaba, tenía ese calor y esa sonrisa estúpida de ebriedad y fallaba algunas veces en clavar su tenedor en su Triple Layer chocolate cake, mientras que Natasha y Sophia no decían mucho al respecto pero se reían de Emma con mucha picardía con los ojos.

 

- Señoritas, hermosas como siempre- saludó Phillip, dándole una sorpresa muy grata a Natasha, pues le puso una sonrisa de oreja a oreja y le cambió el temple.

 

- Phillip, ¿qué haces aquí?- preguntó Natasha, emocionada de verlo pero extrañada por lo mismo.

 

- Te extrañaba mucho. ¿Les importa si me quedo?- preguntó, dándole un beso a Natasha en los labios, dejando ebria de amor a Natasha.

 

- No, Felipe, ¿cómo estás?- dijo Emma, divertida, dándose cuenta que quizás, probablemente, estaba un tanto ebria, lo acababa de llamar “Felipe”.

 

- Muy bien y tú, ¿Emma María?- bromeó Phillip, dándole unas palmadas en su hombro. Emma levantó su mano, dibujando un “ok” con sus dedos  mientras luchaba con el exagerado bocado de cake. – Ah, Sophia, un gusto verte de nuevo, guapa debo decir- halagó a Sophia, algo que no le molestaba a Natasha porque Phillip mismo había deducido que Sophia era lesbiana y que había “embrujado” a Emma.

 

- Gracias, Phillip- agradeció sonrojada Sophia pues nunca había tenido tantos halagos concentrados como en los últimos tres días, se sentía bien, se sentía hermosa. Phillip chasqueó sus dedos y levantó su mano, haciéndole una seña extraña al mesero mientras Natasha lo traía a sus labios y le daba un beso que Sophia pensó que era potencial sexo en vivo y en directo, pero no sería la primera vez que lo vería. - ¿Cómo te sientes?- preguntó a Emma, que todavía luchaba con su segundo pedazo de cake.

 

- Cansada pero excelente, ¿y tú?

 

- Igual, vine porque no me iba a perder la oportunidad de conocer a tus amigos, no porque me hubiera quedado en mi cama, me siento un poco muerta- dijo, no dándose cuenta que sonaba un poco a queja.

 

- No sé qué pasó con Julie y James, fue todo muy raro, de Thomas…es otra historia- suspiró. - ¿Qué tienes para mañana?

 

- Absolutamente nada, ¿y tú?- Natasha y Phillip se seguían besando, quizás ya habían perdido la noción del tiempo y el espacio, pero ni a Emma ni a Sophia les importaba, menos a Emma porque eran los únicos en el Cipriani y no se explicaba por qué.

 

- Tengo que bombardear los planos de Natasha, tal vez quieras ayudarme, no puedes diseñar muebles ahí pero puedes ayudarme al decor- sonrió, mientras se hacía a un lado para que el mesero pusiera un Whisky en las rocas para Phillip, que fue cuando Phillip y Natasha reaccionaron por fin.

 

- Max, lo mismo de siempre, por favor- dijo al mesero, que aparentemente se llamaba Max.- Y otra ronda de Sweet Maggies para las Señoritas, por favor

 

- Oye, Emma, tal vez te interese a ti también Sophia, pensábamos ir a los Hamptons de viernes a domingo, viernes por la tarde para regresar domingo por la tarde- dijo Natasha, acariciando el cuello de Phillip. Sophia volvió a ver a Emma y supo que irían a los Hamptons.

 

- Perfecto, ¿qué llevamos?- preguntó Emma, sonriéndole a Sophia y guiñándole su ojos derecho con sumo cansancio.

 

- La cena del viernes y el desayuno del sábado, ¿te parece bien?- dijo Phillip, lo cual extrañó a Sophia, tenía ese estereotipo muy marcado; que el hombre no sabía mucho del manejo de una casa. Emma asintió. – Nosotros llevamos los juguitos y la cena del sábado y el desayuno del domingo

 

“¿Juguitos?” le mandó por iMessage a Emma, no entendiendo tampoco en dónde quedaba el almuerzo de ambos días, no pensaba morir de hambre

 

“Vino, champán, cervezas…los juguitos, preciosa” respondió Emma, arrepintiéndose de no haberle mandado un “no sabes las ganas que tengo de comerme tu cuello” adicional.

 

Un silencio incómodo invadió aquella mesa, todo porque Phillip se moría por dentro por saber el paradero de la relación entre Emma y Sophia, tal vez a Natasha se le había escapado en aquella visita para comer aquel bagel imaginario. Mientras, Emma intentaba inventarse una excusa para: a) salir de ahí con Sophia o b) salir de ahí para ir a tener una velada romántica e infiel con su cama.

Llevaron la ensalada de Phillip, que a Sophia le pareció ridículo que cobraran treinta dólares por una alcachofa partida en ocho pedazos, salteada con medio aguacate y dos o tres lascas que queso parmesano, que Phillip se la acabó en no menos de tres minutos.

 

La cuenta llegó, como nunca había visto Sophia, y, en cuanto el mesero la puso en el centro de la mesa, Emma, Phillip y Natasha pusieron su mano sobre el sobre, peleándose pagarla, halándola en tres diferentes direcciones; algo que en la vida de Sophia nunca había sucedido, menos en la Universidad, que siempre había uno que otro que nunca tenía dinero pero era el que más había comido. Fue cuando Sophia les cayó bien, de una buena vez y terminalmente a los tres, pues les arrebató el sobre y corrió a donde el mesero a que lo cargara a su tarjeta de crédito, dejando a Phillip con una sonrisa de orgullo, a Emma con una sonrisa de amor y a Natasha con cara de “that’s my girl”.

 

- Sabes, Emma…Sophia vale la pena- susurró Phillip.

 

- ¡Phillip!- susurró Natasha, tratando de impedir que Phillip cometiera una estupidez.

 

- No, Natasha, es que es cierto…míralas, son una para la otra. Emma, es una pregunta personal pero, dime que has concedido mis deseos inconscientes y ya la hiciste tuya- sonrió Phillip.

 

- ¡Phillip Charles Noltenius III!- gritó Natasha, sonrojada y enojada por la pena que la estaba haciendo pasar Phillip, después de todo, entre él y Emma no había tanta confianza, que ella supiera claro.

 

- Felipe, no se te escapa nada, ¿Verdad?- rió Emma, guiñándole su ojo derecho.

 

- No te creo nada, Emma María- repuso, bromeando. Siempre se llamaban por las traducciones de sus nombres, poniéndoles un tono de telenovela.

 

- Phillip, basta, por favor- suplicaba Natasha en murmuraciones.

 

- Nate, tranquila- reía Emma.

 

- Listo, ya no se peleen por la cuenta, ya está pagada- dijo Sophia, arrojando la factura sobre la mesa.

 

- Sophia, ven aquí- dijo Emma, invitándola a sentarse a la par suya.

 

- ¿Qué pasó?

 

- Siéntate a la par mía un segundo, quiero enseñarle algo a Phillip- dijo, divertida, tanto por los Sweet Maggies como por la cara de incredulidad de Phillip y Natasha que tapaba sus ojos con su mano. Y fue cuando Emma, en su inmenso cansancio, que no sabía diferenciar lo cuerdo de lo nada cuerdo, le plantó un beso a Sophia que la tomó desprevenida; un beso lindo y cariñoso, que hicieron que Sophia se olvidara de Natasha, Phillip y hasta el mesero que probablemente los veía, y puso su mano en el cuello de Emma para seguir besándola, no había nada en el mundo que disfrutara más que un beso de Emma Pavlovic. Phillip las miraba perplejo, Emma de verdad no estaba bromeando. Natasha, después de un rato de silencio, que se sintió eterno, levantó la mirada y vio como se besaban con los ojos cerrados, ahí había algo especial, que ella y Phillip concordaron con una tan sola mirada.

 

- Emma…- murmuró Sophia con una sonrisa de pena, volviendo sus ojos un tanto hacia su izquierda, señalando a Natasha y a Phillip.

 

- Bienvenida a la familia, Sophia- levantó Phillip su Whisky con una sonrisa.

 

Sophia sonrió de nuevo, sonrojada y hundiendo su rostro en sus manos mientras Emma, con una sonrisa infinita, acariciaba su espalda.

 

- ¿Desde cuándo son novias?- preguntó Phillip, provocando en ambas una especie de expresión que era de desconcierto.

 

- ¿Novias?- repitió Emma, viendo a Natasha.

 

- Mi amor, creo que ahorita no es momento para preguntas, sólo tienes que saber que se pueden besar, no, ¿Emma?- intervino Natasha, disculpándose con Emma con la mirada en nombre de Phillip.

 

- Tienes razón- dijo Phillip, con una sonrisa, volviendo a levantar su vaso.

 

Se necesitó que Phillip terminara su Whisky para que se fueran. Mientras Natasha y Phillip esperaban por el auto de Phillip en la acera, vieron cómo Emma metía en un Taxi a Sophia y se despedía de un beso, para que Sophia se metiera y luego saliera del Taxi para un último beso.

 

- Jamás había visto a Emma tan feliz y tan cómoda- dijo Phillip, viendo aquella escena de amor.

 

- Estoy feliz por ella, mi amor

 

- Yo estoy feliz porque a ti te hace feliz que Emma esté feliz…no sabes lo mucho que me importa Emma, sé que es muy importante para ti

 

- Lo es, mi amor…y no conozco mucho a Sophia pero puedo decirte que está dispuesta a todo, igual que Emma

 

- Muy buena intervención, Ella Natasha- sonrió Phillip, abrazando a Natasha por la cintura y posando su barbilla en su hombro derecho mientras Natasha ponía sus manos sobre las de Phillip.

 

- Let’s leave the “Ella” out, se faz favor- y Phillip le dio besos en su cuello, caléntandola, deseando que el auto llegara rápido y llegara rápido a Financial District, donde vivía Phillip, o que el auto llegara rápido y se tardara en llegar a Financial District para poder empezar y terminar la primera ronda cómodamente.

 

- Gracias por la noche, Noltenius- dijo Emma, refiriéndose a ellos como un matrimonio.

 

- Me alegro por ti, Emma María- dijo Phillip, viéndola con esos ojos que a Natasha volvían loca. A Natasha le encantaba que se llevara bien con su mejor amiga, algo que nunca había sucedido, más porque a Phillip le caía mal Julie, por efervescente, y Thomas por inmaduro, James le resultaba igual, pues no tenía nada en común con él, más que el afán por molestar a Thomas en su cara.

 

- Gracias, Felipe. Ahora, si me disculpan, me voy a mi cama a dormir

 

- ¿A dormir?- se sorprendió Natasha. – La noche es joven, amor…si es que sabes a lo que me refiero

 

Phillip rió, pues él si entendía aunque no había sido parte de las conversaciones anteriores y creyó que su novia se refería a ellos y no al “phone-sex” que Natasha le había recomendado a Emma hacía un par de horas, igual a Sophia. Emma caminó hasta su apartamento, en donde la Señora Davis le acordó a Emma del paquete que tenía en su apartamento para ella, pero Emma le dijo que lo recogería mañana, que sólo quería descansar, había tenido un día terrible. Entró a su apartamento, aventó su bolso y su abrigo en el sofá y caminó, con los pies pesados, hacia su habitación sin encender una tan sola luz, sólo guiándose por instinto y memoria. Su teléfono sonó, era llamada de facetime, probablemente Natasha, y aceptó la llamada, dejando su teléfono en su cama.  

 

- Hey, gorgeous- saludó Emma, no viendo que decía “Sophia R.” en la pantalla.

 

- Mmm…hola, mi amor- murmuró Sophia.

 

- Sophie- sonrió, tomando su teléfono.

 

- Ahí estás- sonrió Sophia. Estaba con la luz apagada, sólo una pequeña lámpara encendida. -¿Me ves bien?

 

- Si, hermosa…qué sorpresa- sonrió de nuevo, viendo la sonrisa de Sophia.

 

- Quería darte las buenas noches…pero por iMessage me pareció muy…que el tono no sería el mismo- sonrió, dibujando aquellos camanances un tanto más profundos.

 

- ¿Ya te vas a dormir?

 

- No, todavía no, se me quitó el sueño con verte y escucharte- respondió, mordiendo su lengua en una expresión graciosa e inocente.

 

- Ugh, qué cursi- guiñó Emma su ojo, con una sonrisa un tanto estúpida.

 

- ¿Qué haces?

 

- Iba a desvestirme para meterme a la cama

 

- Emma…déjame ver cómo te desvistes- dijo Sophia, con una picardía que a Emma sólo le provocaba darle gusto, pues, bajo otra circunstancia, o sea otra persona, se habría negado enseguida. Emma encendió la luz de su habitación y colocó su teléfono sobre un mueble para que Sophia pudiera ver bien.

 

- ¿Ves bien?- dijo Emma, alejándose del teléfono para que Sophia pudiera verla.

 

- Veo mucha ropa- rió.

 

Emma tomó los lazos de su blusa, la misma de la mañana, y deshizo la laza que con tanto cuidado había arreglado en la mañana, dejando aquella Kaftan-blouse aflojarse. Llevó las manos a su moño, un moño bastante elaborado para habérselo hecho ella sola; una trenza que iba por su lado derecho, bordeando su oreja y uniéndose con el resto del cabello en un moño verdadero, no como los que Sophia improvisaba. Soltó su cabello, dejando aquellas ondas caer sobre sus hombros. Cruzó sus brazos para tomar la blusa por las costuras y la levantó, sacándosela, quedando en un sostén negro, sencillamente negro que saltaba sus senos de una manera espectacular, dejando que en medio de aquellos senos ajustados cayera el nudo Argelino, que ahora que lo veía bien, era muchísimo más pequeño de lo que lo recordaba.

 

- Quiero ver ese nudo de cerca- dijo Sophia, mordiendo su labio inferior por la parte derecha. Emma se acercó y colocó sus senos frente a la cámara, inclinándose un poco, apretándolos con sus brazos un poco más, haciéndolos ver un poco más grandes. – Es muy bonito, Emma- murmuró, deseando estar ahí para poder morder suavemente esos senos. Emma pasó sus brazos hacia atrás, manteniendo esa posición, y desabrochó su sostén, sacándoselo pero sin dejar que Sophia viera más de lo que ya veía, pues se tapó con su brazo. – No es justo…déjame ver esos pezones, mi amor- suplicó Sophia, con un puchero que derritió a Emma, pero no lo suficiente para darle gusto.

 

Se volvió a alejar y arregló su cabello, más largo de lo usual, para que tapara exactamente sus pezones. Emma decidió aprovecharse de la situación, calentar a Sophia, aunque sabía que probablemente caería dormida en cualquier momento. Llevó su dedo índice a su boca y lo succionó sensualmente, sacándolo, rozando su labio inferior, rozando su cuello, en medio de sus senos, su abdomen, su vientre…metiendo su mano en su pantalón de cuero. Sophia estaba que se moría por estar ahí, pero quería seguir viendo. Emma se acortó quince centímetros en cuanto se quitó sus Stilettos, dándole una mejor vista a Sophia, aunque no tan buena porque, cuando Emma se desabrochó el pantalón, Sophia no podía ver más allá de su vientre cuando se había vuelto a erguir, ni podía apreciar el color de su tanga, que Emma sólo usaba tangas, o no usaba nada.

 

Emma se acercó a su teléfono y lo tomó, dejando ver sólo su cara mientras arreglaba su cama para acostarse; era la primera vez que no se lavaría los dientes, o se lavaría la cara, prefería estar con Sophia, aunque tuviera que levantarse a media madrugada a lavarse los dientes. Se acostó y volvió a ver a Sophia, con los ojos cerrados, mordiéndose su labio inferior y pensó lo sensual que era Sophia.

 

- ¿Te dormiste?- susurró Emma, porque si se había dormido, no quería despertarla.

 

- No…- suspiró, abriendo sus ojos, con un brillo diferente.

 

- Cuéntame, ¿estás acostada en tu cama?

 

- Sip…está muy rico- y Emma lo tomó como un reto.

 

- ¿Qué está rico, mi amor? ¿Tu cama?

 

- Si, mi cama está muy rica, muy calientita, pero todavía tengo frío…y tú no estás para abrazarme y calentarme- se quejó, en aquella voz áspera y sexy.

 

- ¿Quién te ha dicho que no puedo calentarte?

 

- Uy, quiero ver eso, ¿te vas a materializar en mi cama?

 

- Algo así…- susurró Emma, moviéndose ante la cámara, se estaba quitando su tanga.

 

- ¿Más cómoda?- se burló Sophia, pues parecía que Emma había dado mil cien vueltas.

 

- Uy, sí…ahora, cuéntame algo- suspiró Emma, cerrando sus ojos lentamente y llevando su mano a sus senos, rozando sus pezones con sus dedos fríos, erizándolos y haciendo que se encogieran.

 

- Todas mis pijamas están sucias, no he llevado mi ropa a la lavandería

 

- Mi amor, llévala al Estudio mañana para que llame al servicio de lavandería, yo invito- sonrió Emma, tanto por placer como por cariño.

 

- Muchas gracias, Arquitecta Pavlovic, siempre tiene una solución para todo- sacó su lengua.

 

- Oye, pero no estarás usando una pijama sucia, ¿o si?- interrumpió Emma, acertando con el comentario.

 

- No, para nada, mi amor…

 

- Creí que todas estaban sucias- enrolló sus ojos, pues había pellizcado su pezón izquierdo de la manera más placentera posible. Llevó su dedo índice a su boca para humedecerlo un poco.

 

- ¿Qué haces, Emma?

 

- Me molesta el dedo, creo que necesito mani urgente, hermosa- mintió, una mentirita blanca, pues su dedo estaba bien, y su pezón ahora más por lo húmedo de su dedo. – Pero bueno, si todas tus pijamas están sucias y no estás usando una sucia… ¿qué usas? ¿Ropa del trabajo?- rió, sabiendo que la respuesta era un tanto obvia: ropa deportiva.

 

- No, mi amor…I’m naked- Emma rió de nervios, haciendo que Sophia sacara aquel arsenal de sonrisas eróticas que sólo ella sabía ocupar.

 

- No te creo- suspiró Emma, guiando su mano hacia su entrepierna, sintiéndola tibia e hinchada.

 

- ¿No? Te enseño- dijo Sophia, dándole “flip” a la cámara para que Emma viera que, cuando se quitara las sábanas, estaba desnuda.

 

Y Emma vio cómo la mano de Sophia, todavía con el reloj puesto, quitó las sábanas y le mostró lo que tanto había querido ver en todo el día; nada de muebles, nada de medidas, sólo los senos de Sophia y su vulva.

 

- Qué coincidencia, mi amor- dijo Emma, sonriendo.

 

- ¿A qué te refieres?

 

- Yo también estoy desnuda- sacó su lengua, lengua que Sophia sólo quería que pasara por su cuerpo.

 

- Enséñame que tampoco te creo- dijo, levantando la ceja aunque Emma no viera su cara, sólo su cuerpo. Emma le dio “flip” a la cámara de su iPhone también y dejó que Sophia la viera; piernas abiertas, con sus pies apoyados en la cama, rodillas elevadas, pezones rígidos y que su pezón derecho estaba siendo atacado por dos dedos sensuales. Ambas viendo el cuerpo de la otra. Emma viendo cómo Sophia se acomodaba y abría sus piernas también, paseando su dedo índice por su ranura. – Estoy mojadita, ¿sabes?- murmuró Sophia entre dientes, haciendo que ese simple “mojadita” se escuchara tan sensual que Emma también se mojó.

 

- Mmm…mi amor, ¿qué sugieres? 

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