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El lado sexy de la Arquitectura 13

en Lésbicos

-  ¿Cómo te sientes, mi amor?- susurró Emma al oído de Sophia, dándole un beso en su cabeza mientras Sophia pretendía estar muerta, sobre su estómago, en aquella gigantesca cama del “Hotel Commonwealth”.

 

- Un poco mejor, pero todavía…- murmuró Sophia, aparentando dolor y molestia.

 

- Siento mucho que tenga que irme, regreso en cuanto pueda, ¿si?- se disculpó Emma, con un inmenso pesar por dejar a Sophia, medio muerta, medio deshidratada y sola.

 

- Mi amor…sólo dame un beso, si no te da asco, ¿si?

 

- ¿Cómo me daría asco?- repuso, con una sonrisa  cariñosa, agachándose a la par de la cama, poniendo su rodilla sobre la alfombra, apretando su falda gris oscuro entre sus muslos y su trasero, quedando un poco alto todavía por sus Stilettos Alexander McQueen café oscuro, que no lastimaban sus pies gracias a que dominaba el arte de los quince centímetros mejor que muchas modelos británicas. No le importó que su abrigo blanco Armani, que le llegaba a la misma altura que su falda, limpiara aquella alfombra mientras que, con sus manos, acariciaba la cabeza de Sophia mientras le daba un beso de despedida. – Trata de descansar…te llamo cuando venga de regreso por si necesitas algo- susurró Emma, acariciando la nariz de Sophia con su dedo índice, haciendo que cerrara los ojos. – No dudes en llamarme, por favor, Sophia…si necesitas atención médica, dímelo, por favor- suplicó, haciendo que Sophia se sintiera extraña.

 

- Gracias, Em…que tengas un buen día, te voy a extrañar- murmuró Sophia, con sus ojos cerrados, pretendiendo estar a punto de dormirse.

 

Emma se puso de pie, saliendo de la habitación, colocando el rótulo de “Do Not Disturb” en la perilla de la puerta por la parte de afuera y cerró la puerta con sumo cuidado de no molestar a Sophia. Era el cumpleaños número veintiocho de Emma Marie Pavlovic Peccorini, día que ni la cumpleañera misma había sido capaz de recordar ser suyo por su inmensa preocupación por Sophia, quien la noche anterior había comido lo mismo que Segrate; un tipo de pollo al gratín y Sophia, al no tener una coartada para preparar todo para la sorpresa de Emma, se valió del malestar de David, fingiendo lo mismo pero no previniendo el nivel de preocupación de su…¿novia?...y ahora se sentía un tanto, si no es porque muy, culpable, por lo tanto tenía que esforzarse por esa velada.

 

Sophia se puso de pie en cuanto calculó que Emma había salido, con seguridad, del hotel, pues podría ser que regresara a la habitación por haber olvidado A o B. Nunca mencioné el problema de Sophia, aparte de haber tenido una relación fallida, una única relación en la que emocionalmente dolorosa perdió su virginidad, pero su problema no era ese; eso era cosa del pasado, el problema es que le faltaba aquel gen primordial que la mayoría de mujeres tenían, el gen fantasma del par número veinticuatro: “necesito un novio”, que se complementaba con “necesito ir a muchas fiestas”, por lo tanto, deduciblemente era lesbiana aunque tampoco tenía el gen socialmente masculino de: “necesito una novia”, que se complementaba con “necesito mucho sexo”, sino más bien padecía de una trisomía y no en el par veintiuno, sino en el par imaginario número veinticuatro: “quiero ser feliz” y “no importa si la gente me ve mal en el camino para serlo” y “quiero a Emma”.

 

Se vio en el espejo y por primera vez se dijo a sí misma: “Sophia, no estás nada mal para Emma; el epítome de la perfección.” Y se dirigió a la ducha, en donde se tomó el tiempo necesario para sentirse limpia, lavando su cabello exhaustivamente, aquella cabellera rubia, que últimamente, desde que había conocido a Emma, había tenido la decencia de comportarse, de no caerse tanto y de recuperar el brillo que alguna vez tuvo, encandeciendo sus rubios platinados y sus rubios miel, dejando un poco de cabello café claro en las capas inferiores, un color intensamente raro pero que sólo a Sophia, naturalmente, se le veía bien…por lo mismo, porque era natural. Tomó su teléfono y, notando que ya era hora de estar en el trabajo, llamó a Natasha.

 

- Oh, pero si es mi cuñada fa-vo-ri-ta – cantó Natasha con una sonrisa percibible a través del teléfono.

 

- Nate, ¿cómo estás? Buenos días- saludó Sophia, sonriendo mientras quitaba el vapor del espejo con su mano, viéndose desnuda, sólo con una toalla en la cabeza para quitar el exceso de agua de su cabello.

 

- Buenos días, preciosa, yo estoy muy bien, ¿y tú? ¿Cómo va todo con Emma?

 

- Oh, Nate, me siento tan mal…- suspiró, con el fantasma de la culpa parado atrás suyo, zapateando con los brazos cruzados y lanzándole una mirada de “you shouldn’t have done that”.

 

- ¿Qué tienes, Sophia? ¿Estás mal de salud? ¿Te peleaste con Emma?- atacó Natasha, levantando sus gafas sobre su cabeza y dejando de leer las críticas de la final de Project.

 

- No, estoy bien…estamos bien…

 

- Vamos, Sophia, confía en mí…por favor- ¿Qué era con el tal “por favor”? ¿Por qué no se podía resistir a un simple “por favor”?

 

- Fingí estar enferma para quedarme en el hotel y poder preparar todo- confesó, como si hubiera cometido un crimen, bueno, en sus ojos eso era; la preocupación de Emma, esa mirada de aflicción no tenía perdón.

 

- Ay, preciosa, me asustaste…- suspiró Natasha. - ¿Emma está preocupada y eso te está matando?

 

- Si…

 

- Oye, Sophia…no te sientas culpable, se lo compensarás…ni tienes que decirle la verdad, eventualmente ella lo sabrá y no te dirá nada…

 

- Nate, está demasiado preocupada…creo que no ha dormido nada en toda la noche…

 

- ¿De qué se supone que estás enferma?- dijo, sacando su psicólogo incógnito.

 

- Segrate y yo comimos un pollo al gratín anoche…y Segrate se enfermó, pero está como nuevo aparentemente porque ya puso una smiley en su Whatsapp…- Natasha explotó en una risa.

 

- Don’t tell me you faked diarrhea!

 

- No, porque pensé que si decía eso, Emma no querría ni verme- rió Sophia por primera vez en la mañana. – Sólo vómito…que sí vomité dos veces, pero no sé si por el pollo o porque Emma me intoxicó con media botella de Grey Goose…

 

- Amor, no es malo lo que has hecho…apunta esta dirección…-dijo Natasha, buscando algo en su escritorio y murmurando alguna cosa en francés; algo que Sophia no podía entender ni aunque quisiera. – 71 Newbury Street, go there…I’ll make the call. ¿A qué hora regresa Emma?

 

- Está instalando el piso donde los Hatcher…calculo que como a las cuatro

 

- Bueno, I’ll tell you what…estaré en contacto con Emma, tú vas a la dirección que te di…prepárate para que te consientan…sólo llegas y dices la palabra “Naphi” y sabrán que llegas por mi referencia…y disfrútalo…quítate esa culpa…

 

- Espera, soy un tanto idiota…no le dije “feliz cumpleaños” a Emma- dijo Sophia, horrorizada.

 

- Somos dos…pero yo más, tú más tarde le dices…por cierto, ¿tienes todo? Si te falta algo, puedo hacer que te lo lleven o puedo averiguar dónde puedes conseguirlo

 

- Ayúdame, ¿si?

 

- Repasemos, Sophia…respira, por favor- sonrió Natasha, recibiendo un paquete de Phillip y firmando de recibido. – Pantyhose

 

- Check

 

- Louboutins

 

- Check

 

- Suit

 

- Check

 

- Playlist

 

- Check

 

- Hornyness

 

- ¡Natasha!- solllozó Sophia, escandalizada y sonrojándose.

 

- Yup…you’re set. Ve a donde te dije…te hará bien…ahora, mantenme al tanto de cualquier cosa…te aviso cualquier cosa, llamada o iMessage, ¿tratarás de relajarte?

 

- Eres un ángel, Natasha Roberts…

 

- No, amor, no soy un ángel- suspiró, con una sonrisa mientras abría el paquete de Phillip y sacaba una peek-a-boo thong roja y leía una nota que decía: “Wear these tonight…we’re going to my parents’”

 

- Nate, gracias…gracias por confiar en mí- murmuró Sophia.

 

- No, gracias a ti por confiar en mí…now, go and pamper yourself- dijo, colgando su teléfono y guardando el “regalo” de Phillip.

 

Sophia respiró hondo y dejó de sentirse atormentada por haberle mentido a Emma…aunque no era una mentira dolorosa en realidad, pero a ella le dolía ver cómo Emma se preocupaba tanto. Había pasado toda la noche despierta, de eso estaba segura, pues la había abrazado toda la noche y había calentado sus pies y sus piernas con los suyos mientras peinaba, sin parar un segundo en toda la noche, su cabello, dándole besos en su cabeza. “I need her…” pensó Sophia, refiriéndose a esos diez días sin un roce sexual entre ella y Emma, no habían siquiera tocado el tema; todo en el estudio estaba hecho un caos, tanto por los Hatcher como porque habían despedido al Licenciado Harris tras haberlo encontrado abusando de los labios de una de las secretarias.

 

Mientras Sophia se preparaba en el Spa al que Natasha le había ordenado ir, Emma sufría de un ataque de histeria en la que sería la casa de los Hatcher.

 

- Vaffanculo, David! sai cazzo differenza tra me e te?!

 

- Emma, ¿por qué tanto alboroto por eso?- gritó de regreso David.

 

- David…eres un ingeniero, preocúpate por terminar lo que debas terminar…pero si te digo “hagan el techo antes de que pongan el piso” me refiero a que el techo tendría que haber estado no sólo asegurado, sino unido, también refinado y pintado…¿qué haces tú? Tú decides darle otra capa de blanco al desgraciado techo…¿y ahora qué tengo? A fucking freshly cured wooden-floor …with fucking White paint stains all over!

 

- What the fuck do you want me to do?! Did you fucking see me painting the fucking roof?!

 

- Those are your fucking workers…If I say “don’t” you just DON’T…Couldn’t you just have waited until the floor was fucking finished?!- Emma era una explosión de palabras soeces y gritos, y palabras soeces gritadas, con los típicos ademanes italianos; exagerados y vibrantes, más el tono británico que tanto intimidaba a David.

 

- And what’s the fucking problem?! You just polish it again and that’s fucking it, you cold heartless mad bitch!- gritó Segrate, dejando a Emma perpleja.

 

- What the fuck did you just call me?- preguntó Emma, hirviendo por dentro, que en tres…dos…uno…explotaría en una mezcla de Hiroshima y Nagasaki juntos.

 

- Nothing, Emma…just forget it…

 

- Oh, man up, you big faggot! Say it to my fucking face!- gritó, poniéndose roja y convirtiéndose en la peor pesadilla de David…y de cualquiera, hasta la mía.

 

- You. Are. A. Fucking. Cold. Heartless. Mad. Bitch.- dijo, pausando después de cada palabra.

 

- That’s fucking it! You’re fucking fired!- gritó, dejando salir a aquel demonio de su boca.

 

- So…now that I’m gone…I want you to know that I want to fuck you so damn deep in your ass until you get yourself together and behave like a fucking lady- dijo, con una sonrisa cínica.

 

- Oh, you wanna fuck my ass?- dijo Emma, acercándose a él y halándolo de su corbata.

 

- Fuck yes, you must be so tight…- saboreó David, no dándose cuenta de la mano de Emma que estaba a punto de…y sí, Emma lo golpeó, le dio una gloriosa bofetada que le dolió, pero qué bueno que tenía el anillo puesto, dejándoselo marcado en el pómulo, dejándole la mano marcada, sus dedos definidos.

 

- Get the fuck out before I accuse you of sexual harassment

 

David arrojó los planos al suelo como un niño caprichoso y se fue, arrastrando su dignidad hasta que se dio cuenta que Emma la tenía enterrada bajo su Aguja, profundo en la tierra. Emma vio cómo Segrate se subía al auto y era transportado al hotel de regreso. Pennington veía a Emma con miedo, veía que esa furia no terminaba de cesar. Él no era como Segrate, Emma le había ayudado muchas veces, no tenía nada en contra de ella y él estaba muy al tanto de que Emma no era una simple “empleada” en el estudio, sabía que era parte de las decisiones y le tenía respeto y estaba agradecido con ella por haberlo metido al proyecto, pues temía que lo despidieran por no tener ningún proyecto. Justo a tiempo. Habían terminado de instalar la cocina cuando llegó con un vaso con agua a donde estaba Emma, con su cara enterrada en sus manos.

 

- You ok?- preguntó en voz baja el Ingeniero Pennington, alcanzándole el vaso con agua. Emma levantó la mirada y Pennington sintió una puñalada al corazón, por primera vez veía que Emma era vulnerable, las lágrimas de furia corrían por sus mejillas, sus ojos rojos del esfuerzo por no llorar y las venas de su cuello venían más a la superficie; o tal vez sólo se dilataban por el flujo sensible de sangre. – Hey…- murmuró, sentándose a la par de ella sobre las gradas de piedra. – Don’t let it get to you…- puso su mano, un tanto temeroso, sobre el cardigan verde esmeralda de Emma, acariciando lentamente su espalda alta. – Drink some water… it’ll make you feel better…- se puso de pie y recogió los planos de Segrate. – I’ll take care of this, alright?- Emma asintió en agradecimiento. – I’ll get those spots off your floor…I promise…but be cool, ok?- Emma volvió a asentir, bebiendo sin parar su agua.

 

Emma se puso de pie y le murmuró a Pennington que estaría de regreso en diez minutos, que no tardaría. Se metió a otro auto y la llevaron a un Starbuck’s. Pidió veinticuatro cafés, de diferentes tipos, compró diez cajetillas de cigarrillos y ordenó paninis; cincuenta en total, mientras el chofer recogía bebidas en el supermercado, todo para que los trabajadores pudieran comer a gusto. Cuando Emma llegó, Pennington le ayudó con las bolsas de Starbuck’s y las metieron a la cocina, en donde los once trabajadores estaban reunidos con un pequeño vanilla cake y una candelita encendida para Emma, cantándole un sencillo pero alegre “Happy Birthday to You”; Emma logró sonreír y apagó su candelita; deseando que Sophia se recuperara pronto.

 

Mientras Emma se alegraba un poco más al ver que la pared que había levantado Pennington era perfecta en sus dimensiones y marcaba personalmente en qué partes debía ser taladrada para recubrirla de su precioso cedro, todo con una sonrisa, la sonrisa que a la mayoría de trabajadores les gustaba verle; no era la primera vez que trabajaban con ella: trece eran de su confianza, contratados uno por uno por referencias de proyectos anteriores, diez de ellos habían estado desde que era la asistente de Volterra; eran incondicionales, Sophia se deleitaba de un paquete de cuatro horas que Natasha le había regalado. “Otra vez sin pagar”. Consistía en un irresistible facial, un masaje de piedras calientes, todo muy zen, un tratado de manicura y pedicura deluxe y un peinado; sí, aquella sensual “ponytail” que Oskar había sugerido.

 

Julie Marshall: Gracias por decirme que estás fuera de Manhattan…felicidades. Te quiero mucho, un abrazo, call me.

Phillip Noltenius: Happy Birthday! Tengo un día un tanto ocupado, pero llamo en cuanto me desocupe. Te deseo lo mejor. Felices en-dos-años-treinta. Tenemos que celebrarlo a lo grande. =)

Thomas “Bruce Wayne” Mayer: Feliz cumpleaños. No sé cómo desear feliz cumpleaños. Take care. Work hard. Best wishes!

Laura: SUORA EMMA…buen compleanno. Hai desiderio di un ragazzo? Baci. James Doherty: Happy birthday, babe ;) Enjoy yourself, see you soon.

Mamma: Emma, tesoro, buon compleanno. Ti ama, mamma.

Robinson, Margaret: Emma, darling. Just to wish you happy birthday. We love you like a daughter. Best wishes, darling.

Natasha: HAPPY. FUCKING. BIRTHDAY. I’ll be raising too many glasses on your behalf. Miss you so much. TTYL, baby.

 

Emma leyó sus felicitaciones con una sonrisa demasiado grande, más después de la efusiva felicitación de Natasha, aunque su sonrisa se apagó en cuanto decidió buscar un mensaje de Sophia y no había ninguno. Se preocupó, sintiéndose culpable por haberse distraído tanto en el trabajo y, bajando las mangas de su cardigan hasta sus muñecas, sintió un frío preocupante; oh, Emma está paranoica. Estaba lista para llamar a Sophia pero pensó que estaría descansando, después de todo, Sophia la llamaría si necesitaba algo.

 

Emma: Happy Birthday to me :D

Natasha: Sweetie, ¿cómo la estás pasando? :D

Emma: Despedí a Segrate :D (Glory dance)

Natasha: :DDDDD

Emma: Too many smileys

Natasha: I agree, ¿cómo estás?

Emma: Muy bien, un poco cansada…Sophia está enferma

Natasha: Oh, no… :( ¿qué tiene?

Emma: Creo que la cena de ayer no le sentó muy bien…

Natasha: ¿Visitó el baño toda la noche?

Emma: No, amor, pero estoy preocupada por ella…se veía pálida anoche…no dormí nada

Natasha: Jeez, you must be dead tired

Emma: Pretty much…pero bueno, detesto ver a la gente enferma

Natasha: Ahora duermes, seguro Sophia ya se siente mejor :D

Emma: Llamaré a un médico si no se siente mejor

Natasha: Overprotective?

Emma: I know…anyway, ¿qué haces?

Natasha: Jugando con una bolita de papel sobre un papel, como un deslizadero…

Emma: Sounds like fun

Natasha: Estoy podrida en la oficina, ¿tú?

Emma: Packing my things…heading back to the hotel now

Natasha: Good, rest, ok?

Emma: You’re off-ing me?

Natasha: Claro que no, amor, sólo quiero que descanses tus ojos, debes estar exhausta y con una posible migraña, te conozco

Emma: No me había dado cuenta de la migraña hasta que la mencionaste. Thank you. TTYL

Natasha: Happy birthday, babe, TTYL :D

 

Natasha R.: Emma va en camino

Sophia R.: Oh nooooooo

Natasha R.: Respira….inhala…exhala…inhala…exhala…eso eso…you’ll be fine…just remember be sexy ;)

Sophia R.: Estoy nerviosa

Natasha R.: Don’t be…come on, you’re beautiful!

Natasha R.: Champagne already there?

Sophia R.: What Champagne?

Natasha R.: Enjoy yourselves. Take care. Me cuentas luego ;)

 

“¿Champán? Ah, claro…quince minutos y contando.” suspiró Sophia, ya vestida en su atuendo sensual, viéndose en el espejo mientras terminaba de arreglar su busto entre sus copas, tal y como Natasha lo había hecho en “La Petite Coquette”: no explotando, no escondiendo. Perfecto. Sophia se ve relajada en cuerpo, pero en mente se debilita; tiemblan sus manos y el nerviosismo la supera. Tocan a la puerta y Sophia, envolviéndose cuidadosamente en una bata de seda negra, abre la puerta y entra un mesero con un carro de servicio con cobertor blanco; que encima no sólo hay una cubeta con hielo con una botella de Perrier-Jouët, “Blason Rosé…pero por supuesto”, sino dos copas perfectamente talladas con un “You’re mine” un tanto cursi y de mal gusto, pero en el fondo Sophia lo quiere decir, también un bouquet con dos Kadupul flowers que sobresalen de una serie de flores de Vainilla; llenando aquella habitación con ese estupendo olor mientras el mesero encendía las dos candelas blancas y altas, liberando todavía más olor a vainilla. Sophia quiso darle propina al mesero, pero se negó con la cabeza y con las manos; diciéndole: “Todo está pagado ya, con su permiso, Señorita Rialto”. “Natasha…claro.”.

 

Sophia se deshizo de su bata y la colgó, taconeando con sus Christian Louboutin que ha estado acomodando en secreto por las noches, detrás de la puerta del baño. Vio la habitación, la contempló y estaba tal y como se la había imaginado: cero pétalos de rosa- “no es Valentine’s y tampoco entonces, subutilizado. “, cama perfectamente arreglada, persianas abajo; oscureciendo la habitación que, con la luz de las llamas y de la luz baja, inspiraba romanticismo, champán- “trillado también…pero a Emma le gusta un buen champán. Seguramente le gustará, Natasha lo escogió”. Colocó su iPod en el sistema central de sonido de la habitación y colocó la playlist a la que Natasha se había referido por la mañana:

 

Una Mattina – Ludovico Einaudi

Fly – Ludovico Einaudi

The Flower Duet – Léo Delibes

Étude Op. 10, No. 3 – Frédéric Chopin

Prélude Nr. 4 E Minor op.28 – Frédéric Chopin

Nocturne No. 2, Op. 9 in E-Flat Major – Frédéric Chopin

Clair de Lune – Claude Debussy

Divenire – Ludovico Einaudi

Nuvole Bianche – Ludovico Einaudi

 

“¿Por qué no lo hago más intenso y le bailo ‘Paris (Oh la la)’?...If I was from Paris… would say Oh-lala-lala-lalala…No, concéntrate, Sophia. You’re about to tell her how you feel…¿Sexy y Elegante? Estoy en una cosa de leopard, por Dios…y con música clásica, ¿cómo se categoriza esto? Sophia, cálmate. Respira. Inhala. Exhala. Inhala. No voy a poder. Exhala. Sí, sí puedo. Champán, sí. Hay que servirlo. ¿Dónde está mi regalo? Sé que es tonto en ambos sentidos: tonto darle un regalo y el regalo en sí es tonto pero, ¿dónde diablos están? Ah, aquí…”. Sophia era un nudo de nervios, calculaba cada minuto a la perfección, haciendo de su nerviosismo algo todavía más grande. Encendió su iPod y reguló el volumen, sonaba Einaudi, suave y lento, romántico y apasionado, seductor, entibiando la habitación. Sophia escuchó aquel reconocible taconeo que traspasaba cualquier alfombra, aquellos Miu Miu en los pies de Emma, era la autoridad y la seguridad y confianza con la que caminaba, con la que dominaba sus pasos, su contoneo. Sophia respiró hondo, tomó las dos copas de Champán en sus delicadas y recién manicuradas manos y esperó aquel sonido, sí, el de la llave entrando por la ranura. Respiró, escuchando la puerta abrirse.

 

- ¿Sophia?- dijo Emma, sin ver, pues la tarjeta, su llave, de la habitación se le había caído de las manos y fue cuando Sophia caminó hacia Emma a la distancia del carro, apoyándose en la pared, sosteniendo las dos copas a la altura de su busto y apoyando su tacón contra la pared con su espalda un tanto recostada y viendo hacia la puerta, sí, me roba el aliento.

 

-Charoúmena genéthlia sas, charoúmena genéthlia sas, charoúmena genéthlia agapi̱té Emma, charoúmena genéthlia sas…- susurró Sophia, cantándole un sensual “Feliz Cumpleaños” mientras Emma levantaba lentamente la mirada y veía a Sophia parada a la par del carro servidos, casi en lo oscuro pero todavía visible. Boquiabierta, sí, así como yo.

 

- Sas ef̱charistó̱…- murmuró Emma, perpleja, idiotizada.

 

Emma reaccionó un poco tarde, es que Sophia era su asesina. Con su cabello recogido en una cola alta y estilizada, con mucho volumen, hacía que su rostro se viera espectacularmente hermoso. Maquillaje: impecable; Smokey eyes, pestañas largas, ojos celestes resaltados, mejillas un tanto rosadas; por maquillaje y por estar sonrojada. Una sonrisa sensual y ardiente dibujada en aquellos labios rosado brilloso, apenas esos leves camanances, levantando una ceja, viendo a Emma con intensidad, con lujuria intensa. Y sí, Emma se desocupó de su rostro y bajó con la mirada por su cuello esbelto, limpio y suave, que de sus hombros colgaban unos tirantes de patrón de leopardo, fino, desembocando en un bustier sensualmente dividido en negro y en patrón de leopardo, aprisionando aquellos senos que en aquel momento se veían más grandes de lo normal; jugosos y apetecibles. Spandex rozando la cintura de Sophia, spandex negro, debajo panties con el mismo patrón, no sabía si tanga, hilo o bikini, pero le estaba faltando el aire; más que de costumbre. Y luego, para ponerle una cereza a todo, medias negras ajustadas a sus piernas desde su bustier, desembocando en unos hermosos Christian Louboutin negros.

 

Sophia causó una mejor reacción de lo que esperaba, realmente demasiado, far beyond, mejor. Caminó lentamente hacia Emma, no eran más de siete pasos, cruzando sus piernas, caminando como Natasha le había enseñado, seductora y deseosamente, con personalidad, con sexualidad y sensualidad, con autoridad y seguridad; confianza. El corazón de Emma sufrió un fugaz ataque, bajando sus pulsaciones, oh, divinas pulsaciones.

 

- Mi amor…¿te comió la lengua el gato?- susurró Sophia, alcanzándole la copa a Emma, con una sonrisa realmente hermosa, dejando ver sus dientes blancos y rectos.

 

- Ah…uh…mh…- Emma luchaba contra su percepción, intentaba volver al funcionamiento total de su cerebro y no lo lograba.

 

Sophia siguió caminando, empujando a Emma hacia atrás, cerrando la puerta de la entrada y arrinconando a Emma, teniéndola entre ella y la puerta. Qué autoridad sentía Sophia, control.

 

- Por tus hermosos y exitosos veintiocho sensuales años…s….alud- brindó Sophia, acentuando aquella “s” tan sensual que Emma dejó que su bolso cayera al suelo de golpe para tomar su copa con las dos manos y no chocarla tan fuerte contra la de Sophia. – Te deseo sólo…- susurró Sophia, acercándose al cuello de Emma. – éxitosss…- susurró a su oído, muy, pero muy bajo, mordisqueando el lóbulo de la oreja de Emma, provocando en Emma un gemido inesperado. – Mmm…Emma…Marie…Pavlovic…Peccorini… no planeo beber sola- sonrió, bebiendo un trago largo de aquel divino Champán, sintiendo las burbujas reventarse en su paladar. Emma la imitó, cerrando sus ojos, intentando reaccionar, no se sentía ella; Sophia le había robado toda claridad mental.

 

Sophia le alcanzó su mano a Emma. Emma se la dio, dejándose llevar en silencio y en completa estupidez visual por Sophia hasta la cama. Sophia se dio la vuelta y guió a Emma hasta el borde de la cama, sentándola delicadamente mientras Emma, poco a poco, recuperaba un poco de claridad mental a sus ojos. Sophia bebió su copa hasta el fondo y la colocó a un lado, hincándose ante Emma mientras juntaba sus brazos por sus muñecas, haciendo que sus senos se volvieran visualmente todavía más deliciosos y apetecibles. Se hincó entre las piernas de Emma, que había tenido que abrir ella misma, pues Emma parecía no responder.

 

- Tómate tu champán…tal vez un poco de alcohol te hace hablar…mi amor….- ouch, es que todo lo que decía era demasiado sensual. Emma asintió y rápidamente llevó la copa a sus labios y la bebió hasta dejarla vacía. Sophia sonrió y tomó la copa, poniéndola junto con la suya.

 

Se quedó ahí, hincada, rozando con sus dedos las piernas de Emma sobre aquellas medias negras, suaves… . Llegó a sus pies y le quitó lentamente los Stilettos a Emma, acariciando sus dedos para relajarlos después de un día de tortura y de trabajo, los masajeó lenta y suavemente, con sumo cariño. Acarició los pies de Emma, un tanto cosquillosos, sonrió por su espasmo nervioso. Guió sus manos hasta sus muslos por debajo de su falda y tomó el elástico de su media izquierda, halándola lentamente hacia afuera, liberando aquella perfecta y humectada piel a su tacto y a su vista. Lo mismo con la otra media, dejando a Emma con sus perfectos pies desnudos y cansados ante ella. Tomó su pie derecho y lo levantó ligeramente hasta la altura de sus ojos, haciendo que Emma se recostara un poco y, sorpresivamente, besó cada uno de sus dedos, una y otra vez, y otra vez.

 

“This is so hot” pensó Emma, notando que al fin volvía a tener pensamientos, no lo suficiente, pero era un progreso. Sophia hizo lo mismo con su otro pie, para luego, cariñosamente, subir con el roce de sus manos por sus piernas, acariciando sus rodillas y sus muslos. Sophia introdujo sus manos bajo la falda de Emma, esperando Emma que la tocara pero no, Sophia sólo buscó los elásticos de su tanga negra, la que había visto que se había puesto en la mañana, negra y de encaje; sensual, muy Emma, y la deslizó hacia afuera sólo con sus dedos mientras rozaba con las palmas de sus manos, los muslos y las piernas de Emma.

 

- Sophia…- suspiró Emma. Sí, al fin.

 

- You’re beyond perfection, my love- murmuró Sophia, tomando los bordes de la falda de Emma, Emma a la expectativa.

 

Comenzó a doblar en pequeños pliegues aquella falda gris Burberry, demorándose lo más que podía para crear en Emma lo que quería, después de todo, había sido una eternidad esperar ese momento; era la primera vez que la tocaba así en tantos días, la deseaba como nunca.

 

- Sophia…por favor…- suspiró Emma ante el roce de los dedos de Sophia en la parte interior de sus muslos.

 

- Dime, Emma…

 

- Sophia…

 

- ¿Qué quieres que te haga?

 

- Por favor, Sophia…- rogó entre otro suspiro, Sophia seguía doblando, llegando cada vez más cerca a aquella parte del cuerpo de Emma que se moría por besar.

 

- Dime, Emma…¿Qué quieres que te haga?

 

- Hazme el amor, Sophia, te lo suplico- y Sophia sonrió con picardía.

 

- ¿Cómo quieres que te lo haga?

 

- Por favor, Sophia…bésame- gimió Emma, Sophia había, accidentalmente, rozado sus labios mayores con su dedo del medio.

 

- ¿Dónde?- oh, esto era difícil para Sophia también, tenía demasiadas ganas de besarla toda, de sentirla suya, toda suya.

 

- Toda- murmuró, llevando su mano a su entrepierna.

 

Sophia detuvo su mano. Hizo que se pusiera de pie y, con una sonrisa, deslizó lentamente a Emma fuera de su abrigo blanco, fuera de su cardigan verde. Le desdobló su falda para poder bajar su cremallera pero, oh, estaba en la parte trasera. “Lucky me” suspiró Sophia.

 

- Sophia…no soy cebolla, por favor- rió Emma.

 

Sí, Sophia había recuperado a Emma. Y Emma sacó su blusa de botones con la mayor de las facilidades, quedándose en un sostén extraño, pues no era realmente un sostén, sino sólo un sticky-bra para mantener todo en su puesto. Sophia la besó cariñosamente mientras Delibes trabajaba su magia con aquellas dos voces femeninas. Esos labios, sí, los sentían deliciosos, era como si les hubieran prohibido tocarse o besarse, se besaban con deseo, con pasión, no bruscamente, pero si buscando sus lenguas, presionando sus labios, halándolos, mordiéndolos suavemente, mientras, Sophia bajaba la cremallera de Emma. Sophia bajó por el cuello de Emma y besó aquel lugar que nunca fallaba, detrás de su oreja, mientras que con sus manos acariciaba su espalda y su cintura y sus caderas. Emma se quedó quieta, dejándose llevar por Sophia; sí, se entregó totalmente, sin restricciones y sin pensamientos complicados, simplemente lo hizo, “se dejó llevar”.

 

Sophia besó aquellos hombros con aquellas pecas sensuales mientras apretaba el trasero de Emma entre sus manos, clavando mínimamente sus uñas en cada uno, levantándolos y sintiéndolos suyos, sólo suyos. Sophia bajó por su pecho, besando su esternón sobre la cruz que colgaba de una fina cadena de oro blanco, una cruz pequeña y delgada con un diamante en el medio. Se desvió a sus senos, besándolos despacio, besando antes su lunar, su sensual lunar, y, quitando aquella cosa rara, se encontró con los pezones de Emma, ya rígidos y erectos, perfectos para su lengua y sus labios. Emma gimió. Sophia la acostó en la cama, colocándose ella encima de Emma, volviendo a besar sus pezones, sus gloriosos pezones, eran suaves y tiernos, les gustaba que Sophia los halara suavemente con sus labios para luego pasarles su lengua en círculo y luego una fugaz y suave mordida. Emma gemía, sentía demasiado placer, dulce y sano placer. Sophia abrió las piernas de Emma y bajó por su abdomen, mordiendo levemente la falta de grasa que tenía Emma, dándole cosquillas a aquella hermosa y monumental cumpleañera.

 

Sophia se colocó entre sus piernas y bajo con besos hasta su monte de Venus,  soplando levemente y luego besando y mordiendo. Emma gimió, esta vez un poco más fuerte, no iba a aguantar mucho antes del primer orgasmo. Sí, ahora sentía poder tener dos…o tres…aunque Sophia tenía una meta: cinco, no menos. Colocó su nariz sobre sus labios mayores y respiró profundamente.

 

- Mmm…you smell so sweet- susurró Sophia en aquel tono. Emma se sonrojó pero no podía negarse, necesitaba los besos de Sophia en sus labios mayores, su lengua recorriéndola como nadie nunca la había recorrido, sus dientes, sus labios, la necesitaba a ella.

 

Sophia besó sus labios mayores de manera provocativa, haciendo aquel ruidito sensual y cariñoso en cada beso, haciendo que Emma perdiera la cabeza. Sí, y al llegar a donde ese divino trasero comenzaba, sacó su húmeda lengua y recorrió los labios mayores de Emma; desde su vagina hasta su monte de Venus y de regreso, pero con el reverso liso de su lengua, haciendo que Emma temblara y sintiera aquella contracción prematura en su vientre. La recorrió de nuevo, desde su zona perianal hasta su clítoris pero, esta vez, al llegar a la altura de su clítoris, realmente introdujo la punta de su lengua y lo sintió hirviendo e hinchado y, justamente cuando Sophia lo rozó con la punta de su lengua, Emma gimió, apuñando las sábanas en sus manos y elevando sus caderas, apretando sus dientes y cerrando sus ojos, sintiendo aquel orgasmo, que no pudo avisar, correr por todo su cuerpo, llenándola de vida y de calor, de feminidad y de placer.

 

- Mi amor…estás que ardes…me fascinas así…- murmuró Sophia, apreciando aquella imagen con una sonrisa.

 

- Soph…- suspiró Emma, liberando sus senos de su mano, dejando sus dedos izquierdos marcados en su seno derecho y liberando las sábanas. – Otro…por favor- suplicó, reposando su trasero nuevamente sobre la cama y abriendo sus ojos para ver a Sophia sonriendo mientras se acercaba de nuevo a su vulva.

 

Pero no, besó lentamente el pliegue entre sus muslos y su trasero, llevando a Emma a un mundo libre; parecido a los principios de la Arquitectura Lecorbusiana: Construir sobre pilares-excitarla, Planta libre-cinco niveles, cinco orgasmos, estimularla en diferentes zonas, Fachada libre-desvestirla a su gusto, Ventana longitudinal-sus gemidos y, por último, Terraza-tomando control de la Planta libre, poseyendo el control su cuerpo y teniendo una vista inhumanamente amplia del paisaje, de Emma. Sophia volvió a besar lentamente los labios mayores de Emma, sintiéndolos vibrando e hinchados, ya no tibios ni calientes, sino ardiendo, húmedos por su lengua pero, al abrirlos, sus jugos se desencadenaron e inundaron la boca de Sophia.

 

Acariciando sus labios menores con su lengua, desencadenando un gemido cada tres segundos, Emma sonreía y, de manera interna, se abrazada a sí misma, no podría ser mejor, gemido fuerte; Sophia atrapó su clítoris entre sus labios y lo expulsó aplicándole presión, repitiéndolo dos veces más mientras sonreía sin darse cuenta que empezaba a gemir ella también. Escuchar a Sophia gemir mientras hacía círculos pequeños lentamente en su clítoris, no pudiendo moverlo de lo rígido que estaba, pero saboreando aquella rigidez, candente rigidez, Sophia paseó sus manos por los muslos de Emma, haciéndole cosquillas suaves con sus uñas, retirando su cara mientras que, con su lengua, se limpiaba los jugos de Emma de sus propios labios y juntaba las piernas de Emma y las levantaba.

 

Los labios mayores de Emma se habían unido y, en su nivel de hinchazón, se veían más apetecibles de lo normal. Sophia, manteniendo las piernas de Emma elevadas, viendo que Emma acariciaba su trasero con sus delicadas manos, paseó su dedo índice por toda su hendidura, desde por encima de su clítoris hasta su zona perianal, haciendo que Emma dejara de gemir tan bajo y se liberara en un gemidos un tanto más fuertes. Introdujo lentamente su dedo en Emma, haciendo que Emma gritara. “Please, fuck me…fuck me hard…”. El dedo de Sophia hacía círculos dentro de Emma, construyendo en Emma cierto vacío, una presión que Emma no podía contener por mucho tiempo, que no pudo avisar pero que Sophia notó por cómo clavaba sus dedos en su trasero. Sacó su dedo y lo saboreó y luego lo metió de golpe, hasta el fondo, librando a Emma de aquella presión y llevándola a la inconsciencia temporal. El dedo de Sophia se rodeaba del orgasmo de Emma, más jugos y más calientes, menos densos.

 

Emma jadeaba, trataba de regular su respiración, de encontrar un poco de saliva que tragar. Sonriendo. Sophia sacó su dedo y lo llevó a su boca mientras Emma dejaba caer sus piernas de nuevo sobre la cama, viendo cómo Sophia devoraba that mine-salty flavor. Y justo cuando Frédéric Chopin decidió tocar su piano en aquellos Surround Sound Speakers que inundaban de lujuria aquella habitación, se volvió todo romántico, haciendo que Sophia se colocara encima de Emma y la besara apasionadamente en sus labios, tomándola por su mejilla y dejándose hundir en los labios, en la lengua de Emma, en la mano de Emma que había colocado sobre la mano de Sophia, su mano que tomaba a Sophia por el cuello, y sí, aquella lujuria se disipó gracias a Chopin.

 

- What are you doing to me?- murmuró Emma, suspirando entre aquel beso que no quería terminar.

 

- I’m trying to kiss you…

 

No era la respuesta que Emma esperaba, ni yo tampoco, pero Emma bajó la guardia por un momento, pues, muy de la nada; sin principio ni fin, sin origen y sin terminación, pensó que lo que estaba haciendo estaba mal y era un pensamiento que la había atacado un par de veces en los últimos días, pero quería a Sophia con ella, ah, qué dilema. Reanudaron su beso, Sophia dejando caer su peso sobre Emma, Emma paseando sus manos por su espalda, por sus hombros y su cuello, sintiendo las medias de Sophia rozarle sus muslos. Y en ese momento sintió lo que probablemente Sophia había sentido aquella vez en su apartamento; un nudo en la garganta, era la culpa de Chopin y su Prelude en E-Minor. Pero continuó besando a Sophia, intentando no llorar, pero no pudo. Una lágrima salió de cada lagrimal, Sophia no se asustó, simplemente comprendió lo vulnerable que era Emma también, adiós armadura, no, en realidad sólo había logrado quitarle el casco. Y Sophia dejó de besarla, Emma no abrió sus ojos por vergüenza, al fin se había visto débil. Sophia simplemente besó sus lágrimas y las secó suavemente con sus pulgares.

 

- Eres hermosa, Emma…¿de qué te avergüenzas?- susurró, recorriendo las mejillas de Emma con sus nudillos. Emma no respondió, no sabía qué responder, no sabía cómo. – Estoy aquí por ti…así por ti…contigo no existe el término “commitment issues” en mí, sólo quiero verte feliz…¿te hago feliz?- Emma asintió, abriendo sus ojos y encontrándose con una Sophia preocupada. – We’re just two people who found love…in eachother… no está mal lo estamos haciendo, mi amor…- murmuró, dándole un beso en su frente. – Dime…¿qué quieres hacer? Quiero complacerte…es tu cumpleaños…eres lo que me interesa de un tiempo acá, mi hobby…mi amor- murmuró, viendo a Emma a los ojos, notando una leve sonrisa en ellos. – Do you trust me?- Emma asintió, cerrando sus ojos. – Lo que te voy a decir ahorita ha perdido valor a nivel mundial…pero es primera vez que lo voy a decir, te pregunto de nuevo, ¿confías en mí?

 

- Sí, mi amor…- murmuró, en aquella voz quebradiza y llena de sentimientos encontrados.

 

- Te amo, ¿entiendes?- Emma la vio como si le hubieran dado la peor de las noticias, no sabía cómo responder. – This i show I feel…you can tell me how you feel when you’re ready, understood?- Emma no podía articular ningún pensamiento. – En diez minutos, en un mes, en un año, en una vida…algún día me lo vas a decir…y voy a esperar ese día sin presionarte, pero necesito que sepas que lo que siento por ti no es nada más que amor…- confesó, dándole otro beso a Emma en su frente y luego en su nariz. - ¿Qué quieres hacer? ¿Tienes hambre? ¿Quieres ver un poco de crappy TV? ¿Una baño?

 

- Primero…I’d like some more champagne if I may, please…

 

Sophia sonrió, dándole un beso a Emma en sus labios y luego retirándose para recoger las copas del suelo para llenarlas de champán. Emma se sentó sobre la cama, enterrando su rostro en sus manos, deshaciendo su moño para volver a hacerlo y ver que Sophia regresaba con ambas copas en una mano y la botella en la otra. Sophia tenía gracia y elegancia, más en ese atuendo que no se había quitado, se veía despampanante, era perfecta, tanto que Emma se cuestionó si era digna de Sophia.

 

- ¿Te gusta Chopin?- preguntó Emma mientras sostenía su copa para que Sophia la llenara.

 

- Sé que a ti te gusta…y creo saber por qué

 

- ¿Por qué?- levantó su ceja, chocando su copa suavemente con la de Sophia.

 

- Porque describe cómo te sientes en el fondo- Emma casi se ahoga en su sorbo de champán, sintiendo sus ojos y su nariz arderle por las burbujas. Sophia se hincó ante Emma y acarició su mejilla con sus nudillos, haciendo que Emma se inclinara hacia su mano. – Sé que para entrar aquí…- susurró, tocando el corazón de Emma con su dedo índice. – para que me dejes entrar…vas a necesitar tiempo…y no planeo quitarte tu armadura…eres libre de quitártela cuando lo desees- dijo, dándole un beso a su pecho, exactamente donde había paseado su dedo.

 

- ¿Qué pasa si te aburres de esperar?

 

- Emma, si estuvieras lista, créeme que me mudaría contigo cuando habíamos acordado…pero necesitas tiempo, tiempo para pensarlo bien todo

 

- Por eso rechazaste mi oferta…

 

- Sí, amor…pero confío en que pronto voy a encontrar la manera, effortlessly, de entrar…- sonrió, bebiendo de su copa hasta el fondo. – Ahora…¿qué quieres hacer?- Emma sonrió, sonrojándose. - ¿Mi amor?

 

- Quiero que hagamos el amor, tú y yo, no sólo tú a mí…- susurró, tomando la botella de champán de la mano de Sophia y bebiendo directamente de la botella.

 

- Emma Pavlovic…qué gesto más vulgar- sonrió Sophia, refiriéndose a la botella. – Should I take this off?- preguntó, poniéndose de pie, refiriéndose a su sensual atuendo.

 

- Do you want to take it off?

 

- I want to please you

 

- Do as pleased to please me…

 

- Quítamelo- susurró Sophia entre dientes, bebiendo directamente de la botella también, acabándose aquel Champán de una buena vez.

 

Emma se hincó ante Sophia y destrabó los elásticos que mantenían las medias en su lugar. Besando la parte de los muslos desnudos de Sophia, comenzó a bajar lentamente las medias, besando a su paso le piel de Sophia. Sophia veía la espalda desnuda de Emma, apenas el comienzo de su trasero, ese hermoso y formado trasero. Levantó sus pies para quitarle sus Christian Louboutin, que Emma tuvo que sonreír, pues había acertado; cuero negro y brilloso, originales por la suela roja, cuatro pulgadas si no se equivocaba, pointed toe, sensuales y elegantes. Emma se puso de pie, encontrándose con los camanances irresistibles de Sophia y la atacó con un beso mientras, al fin, la música da un giro de ciento ochenta grados: Into My Soul – Gabin, una de las favoritas de Emma.

 

Sophia movía sus caderas y sus hombros con ritmo, porque el ritmo era contagioso, haciendo que Emma sonriera entre aquel beso e hiciera que buscara el broche de su bustier para deshacerse de él. Emma quebraba su cadera al tempo justo, cantaba al oído de Sophia un sensual “I say leap into my arms, babe, come on dive into my soul, come on and jump into my heart, babe, come on dice into my soul” a su oído mientras tomaba los tirantes del bustier y los deslizaba hacia afuera por los brazos de Sophia, bajando al mismo tiempo por Sophia, todavía con ritmo, delighted, amused, Sophia: arroused de ver a Emma tan poseída por la música. Liberó sus senos, dejándolos caer naturalmente, con pezones pequeños pero dilatados, retirando completamente el bustier, dejando a Sophia en aquella tanga de leopardo. Emma sonrió, subiendo por Sophia, chasqueando sus dedos al compás de la música.

 

Y la guitarra eléctrica empezó junto con un grito. Wow, she likes Grace Potter and The Nocturnals. Sophia sonrió, contoneándose al ritmo de una de sus canciones favoritas, cantando el seductor “And if I was from Paris, I would say Ohlala-lalala-lala”, derritiendo a Emma con cada “la”. Sophia se acercó a ella con suma actitud imponente, fiera, a Emma le gustaba y la divertía. La tumbó con su mano sobre la cama, la empujó más bien, colocándose encima de ella y besándola calientemente. “We’re kinda bipolar” pensó Sophia. Emma abrió sus piernas y Sophia se colocó entre ellas, rozando y empujando el sexo de Emma con su pelvis mientras besaba su cuello y sostenía los brazos de Emma sobre su cabeza, elevando sus senos y sintiendo sus pezones rígidos rozarle en su pecho, rozando en Emma los suyos.

 

Sophia besó los pezones de su Arquitecta, introduciendo su dedo en su hendidura, haciendo círculos rápidos; frotando su clítoris con su dedo, haciendo que Emma gimiera sin poder moverse, tampoco quería moverse, sino interrumpiría la construcción de su hermoso tercer orgasmo. Sophia la frotó at warp speed de izquierda a derecha y Emma gimió al compás del último “Ohlala-lalala-lala” de la canción y arqueó su espalda, elevando su trasero, pegándolo a la pelvis de Sophia. Emma jadeaba, pero a Sophia parecía no importarle, aunque si le importaba, y, mientras empezaba algo de Madonna, muy funky y muy contagioso, el corazón de Emma empezó a latir al ritmo de la música mientras que Sophia introducía su dedo del medio en Emma, y penetraba a Emma a un tempo normal, promedio y delicioso.

 

- Bigger…bigger is better- gimió Emma entre dientes, sintiendo de nuevo cómo Sophia era capaz de provocarle esa presión en su vientre, ese calor, esas palpitaciones.

 

- Bigger?- preguntó Sophia, un tanto confundida, pues no tenía algo más grande. – Oh…- suspiró Sophia, entendiendo que quería otro dedo y así lo hizo, complaciendo a su Emma, quien para ese momento ya estaba empezando a ver borroso mientras Sophia liberaba sus brazos para bajar con besos sobre su abdomen y su vientre. – Tócate para mí, ¿si?- murmuró Sophia, llegando a su vulva de nuevo, dándole un beso a su clítoris, enseñándole a Emma a dónde quería que se tocara.

 

Emma llevó su mano a su clítoris y, con sus dedos del medio, comenzó a estimularse de manera sensual, en círculos pequeños, frotando y acariciando su clítoris con lujuria mientras Sophia penetraba su vagina con sus dedos y, con su lengua, coqueteaba con su perineo.

 

- Oh, fuck…- gimió Emma. Sophia se asutó. – Faster…faster…- y Sophia la penetró lo más rápido que su inexperiencia le permitió. – Fuck…shit…I’m gonna cum, I’m gonna cum…- y, Ah!, Emma liberó aquel magno orgasmo que la dejó temblando. “Holy shit, that was so sexy”, Sophia boquiabierta.

 

Sophia hizo cuentas y contó cuatro orgasmos: Emma 0- Sophia 4. Sophia tomó los dedos de Emma, que descansaban fatigados sobre su clítoris, y los succionó, los limpió con su lengua y sus labios y luego los besó, subiendo de nuevo con besos por el vientre de Emma hasta llegar a sus labios. Emma se saboreó en la boca de Sophia, más que todo mientras Sophia introducía su lengua en su boca.

 

- Do you trust me?- susurró Sophia sin despegar sus labios de Emma pero dejando de besarla.

 

- How could I not?

 

Sophia sonrió. Se retiró, levantando la pierna de Emma y la apoyó en su delicado hombro, pero así no iba a funcionar. Haló una almohada y la colocó bajo el trasero de Emma, ahora sí. Volvió a levantar su pierna y la colocó sobre su hombro, más bien su pie en su hombro, mientras Take That invadía el eco con “The Flood”. “I couldn’t be more stupid” pensó Sophia, viendo que todavía tenía su tanga puesta y volvió a bajar la pierna de Emma, haciendo que Emma se riera. Ahora sí, por fin, sí, el pie de Emma, que estando ahí arriba, abría un tanto sus labios mayores, ya empapados hasta casi sus muslos y fue cuando Sophia hizo lo que más placer le ha dado a Emma en toda su vida: llevó su mano a sus labios y lamió sus dedos para lubricarlos, llevó su mano hacia su vulva, sólo por si las dudas.

 

Se acomodó y dejó posar su vulva contra la de Emma, metiendo su mano en medio para lubricar a Emma con sus jugos y a ella misma con los de Emma. “Oh, fuck, Sophia” a Emma ya se le estaban dando más fáciles las palabras soeces. Y Sophia comenzó, lentamente, a frotar su vulva contra la de Emma, dándole una imagen a Emma demasiado erótica y sensual. Lo tomó como el equivalente a una embestida viril, pues de igual manera Sophia la embestía pero suavemente y de manera superficial, pero “Oh boy…this grinding of her pussy against mine…oh my”, Emma gemía pellizcando sus pezones con sus dedos, mordiendo su labio inferior con fuerzas para no gritarle al hotel entero la calidad de placer que Sophia le estaba dando.

 

Sophia, por el otro lado, sentía el desarrollo fisiológico de su orgasmo, y no quería parar hasta correrse encima de Emma, “Sounds nasty, though…whatever, it’s what I want.”. Y Sophia aumentó el ritmo de su roce, sintiendo como su clítoris y el de Emma se rozaban entre ellos, como sus jugos se mezclaban y como sus temperaturas llegaban a más de cien grados centígrados bajo aquel efecto de Crazy-Britney Spears. So 90’s. Emma estaba a punto de explotar cuando Sophia gimió, abriendo su boca y cerrando sus ojos, arqueando sus cejas y frunciendo su ceño, expulsando aquellos gemidos casi gritándolos, era demasiado sensual para Emma.

 

- Me voy…a…venir- gritó Sophia, haciendo de sus embestidas más rápidas y más presionadas, presionando ambos clítoris contra ellos.

 

Emma le pidió al dios del sexo que la hiciera correrse al mismo tiempo que Sophia, y así lo hizo. Las dos se hundieron en un gemido al compás de “I’m so excited, I’m in too deep, oh…crazy, but it feels alright, Baby thinking of you keeps me up all night”. Sophia bajó el pie de Emma y se dejó caer, exhausta, al lado de Emma, ambas jadeando, Emma con su clítoris hipersensible, Sophia pensando que un orgasmo era más que suficiente, era un orgasmo por día que no había tocado a Emma, eran alrededor de diez orgasmos concentrados en uno solo, intenso, sí.

 

- I’ve got a present for you, gorgeous- dijo Sophia, recuperándose antes que Emma y poniéndose de pie para ir a buscar un sobre.

 

- You know you shouldn’t have…- dijo Emma, un tanto molesta, pues no sabía exactamente por qué le molestaban tanto los regalos; tal vez porque la mayor parte del tiempo no le gustaban, pues ¿qué se le puede regalar a una Arquitecta que lo tiene todo? ¿Una agenda, una pluma? No.

 

- It’s not much…but I thought you might like it…if you don’t; I can always turn them back- murmuró, tomando la mano de Emma y dándole besos con una sonrisa, estando segura de que le gustaría.

 

Emma abrió el sobre, sólo había un ticket dentro. Lo sacó y era un ticket para “Totem” un Cirque du Soleil pasante que llegaría a Nueva York. Emma sonrió, esa sonrisa que no sólo era con sus labios, sino también con sus dientes y sus ojos. Volvió a ver a Sophia con esa sonrisa.

 

- Oh, es que no vas a ir sola, mi amor- sonrió Sophia. – Yo tengo el otro, sólo que me pareció raro poner el mío ahí también, es tuyo, tu cumpleaños y, para que sepas, es el asiento de en medio de la tercera fila, el más codiciado en el Radio City- guiñó su ojos. Oh, Sophia aprendía rápido.

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