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El lado sexy de la Arquitectura 3

en Lésbicos

Sophia se despertó aquella mañana sintiéndose extraña, pero extraña en el buen sentido de la palabra. Abrió los ojos poco a poco porque la luz del sol se escabullía por entre las cortinas de la habitación de Emma. Respiró hondo y sintió un aroma bastante peculiar, tenía un vago recuerdo de ese aroma en alguna parte, pero no sabía dónde. Entonces movió un poco su cabeza y respiró hondo y lo sintió más cerca. Abrió los ojos y se encontró viendo hacia la ventana, vio a su alrededor sin moverse y levantó la sábana sólo para asegurarse que su sueño había sido sólo eso, un sueño nada más, pero vio algo que no le pertenecía; era el brazo de Emma que la abrazaba por la cintura. Observó su mano por un momento y llegó a la conclusión que era perfecta; de tamaño mediano, dedos rectos, lo suficientemente flacos como para ser delicados pero sin mostrar más hueso de lo que debería, uñas cortas y en corte cuadrado con un baño de esmalte rosado muy, pero muy pálido, casi blanco. Notó un anillo, posiblemente de oro blanco porque no veía a Emma usando algo menos que eso, con un rubí incrustado en el medio en forma circular, a los lados del rubí alcanzó a leer una “S” y una “P”.

 

Cuando Sophia bajó la sábana para volver a dormirse, pues calculó que era muy temprano en la mañana todavía, Emma se movió un poco y la acercó más a ella con su brazo. Sintió la respiración de Emma en su cuello, cálida y relajada, digna de besar. Simplemente colocó su mano sobre la de ella y sintió unas cuantas venas o arterias saltadas, sí, esas manos eran perfectas. Cerró sus ojos y volvió a perder el conocimiento.

Emma se despertó de golpe por un ruido muy peculiar, un ataque sin piedad a su puerta principal. “Go away!” pensó una y otra vez. El ataque continuó hasta que Emma se puso de pie y abrió la puerta.

 

- ¿Qué ca….- gritó, callándose poco a poco al darse cuenta que era Natasha.

 

- ¡Amor, qué susto me has dado! Tengo dos horas de estarte llamando y no contestas- dijo Natasha, exaltada hasta el cabello. Entró al apartamento de Emma, directo a la cocina a sacar un vaso para llenarlo con agua.- llevo media hora tocando tu puerta, Dios, babe, ¡creí que habías muerto!

 

- Nate, baja la voz, por favor

 

- ¿Por qué, amor?- gritó, sabía que algo andaba raro y no necesariamente mal.

 

- ¿Emma, qué pasa?- preguntó Sophia con una voz insuperablemente sensual, adormitada, parada desde la puerta de la habitación de Emma mientras se rascaba un ojo.

 

- Emma, ¿por qué no me dijiste que tenías compañía?- sonrió Natasha, era esa sonrisa pícara.

 

- Nate… ¿cómo esperas que reaccione si vienes a tocar la puerta como si fuera el fin del mundo?

 

- Siempre tan exagerada, amor- dijo Natasha, dándole una nalgada a Emma. – Hola, buenos días…buenas tardes mejor dicho- vio su reloj, era la una de la tarde.- Natasha Roberts, un placer- le alcanzó la mano.

 

- Sophia Rialto, el placer es mío

 

- ¡Ah, Sophia! Al fin te conozco, Emma me ha hablado mucho de ti- sonrió para Emma, como diciendo “way to go, babe”.

 

- ¿Ah, si?- corearon Emma y Sophia.

 

- Sophia, perdón, Natasha es mi mejor amiga- dijo Emma, tratando de enmendar los “amor” que Natasha solía darle y la nalgada que le había proporcionado, de paso para cambiar el tema.

 

- Bueno, bueno, al grano…venía para algo importante…y bueno, Sophia, como ya tengo el placer de conocerte, al fin, vengo a invitarlas a una cena que tiene mamá en casa ahora en la noche, sé que es un poco muy de repente pero todas las del comité gastronómico vienen y es una cena pomposa y aburrida y James y Julie me dijeron que no, Phillip va porque es su trabajo, vamos, no me digan que no

 

- Nate, háblanos claro, ¿de qué me lucraré?- preguntó Emma, sabiendo que había algo que Natasha no le estaba diciendo pues si era el comité gastronómico, James jamás se negaría.

 

- Comida y bebida ilimitada, gente de “Page Six” estará ahí…

 

- ¿Alcohol? ¿Volovanes de atún? ¿Arroz con leche?

 

- Emma, querida, tú si sabes de lo que hablo…ahora la pregunta es, ¿Sophia nos acompañará?

 

- Natasha, muy amable de tu parte pero iría sólo si Emma va- confesó Sophia, no era nada fuera de lo normal, no iría sola a un lugar lleno de personas pertenecientes a la élite social neoyorquina para que la negaran.

 

- Em, cariño, el auto las recoge a las seis treinta, ¿entendido?- exhortó aquella mujer, levantando las cejas y arreglando su bufanda.

 

- Código de vestimenta es lo único que necesito saber, tú sabes, Nate, para no desentonar…mejor dicho para no matar a Margaret Robinson en presencia del comité gastronómico…

 

- Black tie, iré con un hermoso Valentino que Phillip me regaló justo para la ocasión y Phillip irá de Ottavio Nuccio…mamá quiere presentarnos como pareja, dice que tres años es porque ya pasamos la prueba de fuego…

 

Sophia escuchaba a Natasha hablar “Ottavio Nuccio” y no tenía la menor idea de quién era ese, si era sastre o qué, pero sólo asentía y abría la boca como de asombro cuando Emma suspiraba un “oh”. No sabía quién era Natasha, ni su procedencia pero, por como hablaba, podía notar que no era cualquier persona, era de aquellas personas que valía la pena conocer. Pero, “Margaret Robinson” se le hacía conocido, más con el “comité gastronómico”, pero fue algo que se le olvidó en cuanto Natasha se despidió efusivamente con dos besos y una nalgada.

 

- Perdona, Natasha tiene hiperactividad aguda- se disculpó con Sophia. – Bueno, creo que es hora de ir de compras, hay que dress to impress

 

- ¿De compras?- preguntó Sophia, sin saber exactamente qué pasaba.

 

- Sí, tranquila, no gastarás ni un centavo, lo prometo, ahora… ¿alguna vez has ido a la 5ta. Avenida?

 

- Si, he ido

 

- ¿Alguna vez has comprado en la 5ta. Avenida?

 

- Creo que la respuesta correcta sería “no”- Sophia se sonrojó, sabía que Calvin Klein no era a lo que Emma se refería con “comprar”.

 

- Bueno, tú sólo sígueme la corriente y verás cómo funciona el mundo de la 5ta. Avenida en shopping mode

 

Emma apuró a Sophia, no dejándola cambiarse de ropa, sólo ponerse sus sneakers Vans que había llevado la noche anterior y que estaban húmedos todavía. Le dio goma de mascar para revivirla un poco y llamó un Taxi al estilo neoyorquino para que las dejara exactamente en la puerta de Bergdorf Goodman.

 

- ¿En dónde estamos?- preguntó Sophia, con la boca abierta mientras veía el edificio hacia arriba.

 

- En donde van a hacer maravillas con nosotros, vamos adentro para que te presente a Oskar

 

Emma se escabullía entre mujeres en uniforme elegante, con peinados chic y las mejores manicuras de Nueva York, todo para llegar a unas puertas doradas y que se abrieran de par en par en cuanto Emma le murmuró algo al que “cuidaba” la puerta.

 

- ¡No puede ser!- gritó una voz masculina que hacía demasiado énfasis en la “s”.

 

- ¡Oskar, Darling!- tarareó Emma, tratando de seguirle el juego a aquel hombre que casi logra engañar a Sophia pues aparentemente era un hombre heterosexual pero, al verlo y escucharlo hablar; era una mujer femenina atrapada en el cuerpo de un hombre muy guapo.

 

- Amor, ¿qué te trae por aquí? Todavía no te toca corte de cabello- admiraba aquel hombre a Emma, como si estuviera enamorado de ella aunque era imposible.

 

- Oskar, tengo una cena donde Margaret- a lo que Oskar hizo un gesto sumamente gracioso según Sophia, pues lanzó un “oh” junto con la palma de su mano cubriendo su boca y con expresión de susto y/o excitación. – Te presento a Sophia- dijo Emma, tomando a Sophia de la mano y acercándola hacia aquel espécimen, sólo para que la mirara de pies a cabeza una y otra vez y diera su aprobación junto con un apretón de manos bastante forzado. – Arréglanos.

 

Y fue cuando empezó aquel escándalo de “código azul Robinson” el cual Sophia no entendía, tampoco intentaba comprender. Después de un masaje mientras cortaban cada cabello, limaban cada uña para después pintarla, y rociaban agua Evian comprimida para que no lloraran al ser maquilladas o no sudaran, Emma se deslizó en un Monique Lhuillier azul marino de manga larga, con un cinturón de cuero negro, y en unos Jimmy Choo negros y, Sophia, se deslizó en un Alexander McQueen negro de charmeuse y en unos increíbles y adorables Lanvin d’Orsay. Oskar estaba orgulloso de sus dos obras maestras y que había logrado sacarlas a tiempo, justo para que, cuando salieran a la calle, ya estuviera el auto esperándoles para llevarlas hasta Westport.

 

- Te ves muy bien- sonrió Emma a Sophia, intentando romper aquel silencio incómodo.

 

- Tú te ves más que bien…¿por qué no pagamos nada, o te debo algo específicamente a ti y no al señor Goodman?

 

- No, no debemos nada, te lo puedo asegurar- era de las cosas que su papá se valía para comprarla, pero no funcionaba puesto que sólo un par de veces había utilizado ese recurso, especialmente cuando se trataba de Margaret Robinson.

 

- ¿Por qué tanto alboroto por la cena de esa señora?- preguntó Sophia, dándose cuenta entonces de que no era “cualquier Señora”.

 

- Celebran que hace cinco años, Mrs. Robinson ganó su quinto Pulitzer- Sophia entendió por qué le sonaba familiar, si era la “Food-Culture” en persona, la única del New York Times que había logrado más de tres Pulitzers seguidos. Ahora entendía por qué Natasha no le parecía nada de clase media.

 

- Wait a second…¿Natasha es hija de Margaret y Romeo Robinson?- antes de que Emma pudiera contestar con un simple “si”, Sophia le robó el impulso. – Y el Phillip del que habla Natasha, ¿es el que se quitó la camisa para que las neoyorquinas donaran un millón de dólares para combatir el hambre en África?

 

- Si- rió Emma, con una carcajada como nunca antes. – Creo que ya sabes de quiénes estamos hablando, ahora los conocerás en persona

 

- ¿Cómo es que los conoces tú?

 

- Yo le diseñé el apartamento a Natasha, desde entonces somos amigas, a Phillip obviamente lo conozco por Natasha y así también a los demás

 

- Oh, Dios…entonces ¿Volovanes de Atún?

 

- No, Sophia, eso era una broma, prepárate para comer algo como nunca en tu vida y prepárate para conocer a mucha gente, en caso de que te guste hablar con desconocidos que vale la pena conocer.

 

Sophia tragó duro y, por reflejo, apretujó la mano de Emma, que si no es porque Emma se queja, Sophia no se habría dado cuenta. Emma subió la ventanilla que las separaba del chofer, sólo para tener un momento más privado con Sophia. Cruzó la pierna y dejó ver parte de su muslo por la abertura de su vestido, a lo que Sophia se le quedó viendo por un largo tiempo antes de que Emma se aclarar la garganta.

 

- So…tell me about this guy…- dijo Emma, bajando un poco la ventana para no inundar la cabina con el humo de su cigarrillo.

 

- What guy?

 

- El que te gusta pero que no sabe que te gusta

 

- Llamémosle “persona” mejor, porque es como de otro mundo- rió. A Emma le pareció raro que hubiera decidido llamarlo así, más porque ella había intentado lo mismo con Natasha. – Es una persona inteligente, bastante humana, muy amable y, ¿sabes qué es lo que más me gusta?- Emma se encogió de brazos y exhaló humo. – La forma en cómo fuma su cigarrillo…

 

Emma se ahogó con el humo se su cigarrillo, algo que nunca antes le había ocurrido. Tosió y tosió. Se puso nerviosa. Arrojó el cigarrillo por la ventana y la subió, se recompuso y sonrió de la peor manera que pudiera existir.

 

- Creo que ya estamos llegando, es mejor que te prepares para ver lo que nunca antes has visto…o vivido- dijo Emma, intentando obviar su intuición de que Sophia hablaba sobre ella.

 

El auto se estacionó y se abrió la puerta del lado de Emma. Le tendieron la mano para ayudarla a bajarse. Ciegamente la tomó y sintió que era la de Phillip. Le parecía raro que hubiera sido él quien la había recibido, más para bajarse del auto y no en la puerta, como cualquier hombre o cualquier anfitrión. Extendió su mano de nuevo para ayudar a Sophia a bajarse del auto.

 

- Emma, qué bueno que vienes, Natasha está que pierde la cabeza, su mamá no la deja libre ni un segundo, le ha presentado a media fiesta

 

- Phil, ¿qué pretendes que yo haga?- rió Emma, sabiendo que Natasha estaba desesperada por estar un momento a solas con Phillip. – Por cierto, ella es Sophia Rialto, Sophia, Phillip, el novio de Natasha- los presentó, sólo para que Sophia lo saludara con un apretón de manos.

 

- Sophia, aquí estamos en confianza- río Phillip, dándole un abrazo, apretujándola en su pecho y dejándola sentir aquel abdomen tonificado, rígido como una roca. – Señoritas, hermosas debo decir, acompáñenme a enfrentar por cuarta vez a mi suegra- rió Phillip. Era un hombre carismático, era imposible no encontrarlo como una compañía agradable.

 

Pasaron por la entrada principal, en donde recogieron copas de champán a su paso, por un pasillo de paredes blancas y piso de madera, en donde los Manolos no ponían resistencia alguna y en donde los Jimmys tampoco. Salieron al jardín, en donde ya era la fiesta verdadera, con carpas blancas y luces, mesas y sillas por doquier, un conjunto de violines, violas y cellos, meseros vestidos de Tuxedo blanco, gente riéndose, fumando y bebiendo algo que seguramente no era lo que Natasha y Emma bebían de una caja cuando estaban solas. Lo mejor de todo era la comida, parecía que con esa cantidad podía alimentarse un país entero y quizás la mitad del segundo, comida delicatesen; no era de Dean & Deluca, sino de Masa; sushi, sushi y más sushi.

 

- Un Whisky en las rocas para mí y…un Pomegranate Sour para la Señorita Rialto y un Ginger Shiso Mojito para la Señorita Pavlovic, por favor…- pidió Phillip a uno de los seis Bartenders. – Ahora sí, a saludar a la Agasajada.

 

Se abrieron camino por entre la gente hasta llegar a donde Mrs. Robinson. Era una señora imponente, que irradiaba autoridad y presencia; era una mezcla entre Glenn Close y Meryl Streep. Era la única en traje formal de pantalón, acosando y analizando a cada invitado con la mirada sólo para fruncir los labios por desaprobación.

 

- Emma, Darling, always a pleasure to see you!- exclamó Margaret, tirando besos al aire a cada mejilla de Emma. – You’re looking marvelous, if I must say, please, let’s take a picture; I promise it won’t be on tomorrow’s Page Six- bromeó, posando con una sonrisa ensayada mientras abrazaba a Emma.

 

- Mrs. Robinson, no me aguanto por leer su nueva columna, escuché que viene con un nuevo sabor a Trinidad Moruga Escorpión- Margaret rió encantada por el humor de Emma. – Le presento a Sophia Rialto…

 

- Natasha dijo que traerías a una amiga, pero no sabía que era una amiga tan…inspiradora y guapamente comestible- bromeó, haciendo que Sophia se sonrojara mientras besaba al aire.

 

- Al fin vinieron, madre, tendré que robarte a mis invitados un momento que tengo algo que compartirles…el sushi está delicioso, por cierto- gritó Natasha mientras halaba de los brazos a Phillip, a Emma y a Sophia. – Gracias por venir, qué guapas…me han dejado sin hablar- sonrió, sacando un cigarrillo de la solapa de Phillip y esperando a que algún mesero misericordioso se lo encendiera.

 

Se veía radiante, en un Valentino rojo, que combinaba perfectamente con el corbatín de Phillip. Se abrazaban por la cintura y los hombros mientras Emma y Sophia intentaban no imitarlos, aunque obviamente desconocían el deseo de la otra. Natasha se disculpó con Sophia y Emma, llevaba a Phillip a presentárselo al más importante, a su papá.

 

- Es una casa muy bonita- murmuró Sophia, quitándole una micro basura a Emma de su busto, por encima del vestido.

 

- Si, ven, te enseño la parte más bonita, seguro te encantará tanto como a mí…

 

La tomó de la mano y, con el vestido un tanto recogido entre la mano libre, se escabulleron hasta el interior de la casa y, sin que nadie se diera cuenta, subieron hasta el tercer piso, en donde Emma se agachó a la par de una pecera y sacó una llave, era obvio que Emma sabía todo sobre la casa y sobre los Richardson. Se dirigió hacia una puerta blanca de madera, introdujo la llave y la abrió, metió a Sophia a oscuras y cerró la puerta con llave de nuevo.

 

- Sólo es para asegurarme que no te me escapas- murmuró Emma.

 

- ¿De qué hablas?

 

- No puedo encender la luz porque los invitados nos verían, pero acércate aquí y verás a lo que me refiero…

 

Sophia caminó un poco en línea recta, siguiendo la voz y la mano de Emma hasta que llegó a un balcón con vista al mar. No había luna llena pero se veía hermoso, digno para estar a oscuras.

 

- De verdad que es de otro mundo esto…

 

- Sí, igual que la mujer que te gusta- susurró Emma al oído de Sophia y le dio un beso en su hombro desnudo.

 

Sophia se estremeció un tanto sorprendida, cerrando sus ojos e intentando despertar de aquello que parecía ser un sueño.

 

- ¿De qué hablas, Emma? ¿Cuál mujer?- se atrevió a jugar su carta desesperada por no admitir que era Emma la que le gustaba.

 

Emma le dio la vuelta y le plantó un beso en plena oscuridad, un beso con sabor a jengibre, un beso húmedo y exquisito. La empujaba un poco con su cuerpo hacia el borde del balcón, arrinconándola, queriendo apoderarse de Sophia en ese mismo instante, estaba impaciente y deseosa como nunca antes en su vida. La tomó por la cintura, posando las palmas de sus manos en aquella frontera entre la espalda y el trasero de Sophia, siguiendo con aquel beso que ni ella, ni Sophia, ni ustedes, ni yo queríamos que parara. Era el sonido de las olas el que las había embriagado de tanta pasión, tanta que, de no haber sido por un accidente, habrían sido una de la otra y viceversa.

 

La puerta de la habitación se abrió de golpe y se escuchó un “ouch” que era notablemente de Natasha. Se movía escandalizada, Emma creía que la andaba buscando pero, en lo oscuro, no la encontraría. La puerta volvió a cerrarse.

 

- Cuidado con el peinado, sino mamá va a sospechar- escucharon decir a Natasha, tan agitada como si hubiera corrido una maratón de diez kilómetros. – Luz, necesito luz- repetía Natasha, y se escuchaba que la buscaba.

 

- Creo que ya se le subieron las copas- susurró Sophia.

 

- No, Sophie, creo que estamos en el lugar equivocado- rió Emma, tapándole los ojos cuando la luz se encendió.

 

Natasha se salió de su vestido para no ensuciarlo o ajarlo y lo colocó sobre la cama. Emma y Sophia eran invisibles, podían ver todo el panorama pero el panorama no a ellas. Phillip apareció sin su chaqueta, con los pantalones al suelo y con Natasha trabajándole en la zona pélvica. No fue hasta que Philip levantó a Natasha del suelo para colocarla sobre el sillón que Sophia vio por primera vez a una mujer desnuda en la vida real y que no fuera ella. Se ruborizó, a lo que Emma pensó que era demasiado tierno.

 

- Qué ganas que te tenía con ese vestido rojo, amor- le murmuraba Phillip a Natasha a su oído mientras la embestía cariñosamente, chocando su pelvis contra aquel tonificado trasero.

 

- Amor, tienes una semana sin tocarme, tócame, por favor…- susurró Natasha, tocándose ella, lo que parecía notarse, desde aquella perspectiva, su clítoris mientras Phillip jugaba con sus pezones y con su abdomen y abusaba de sus labios y de su cuello a mordidas y a besos.

 

Sophia volvía a ver constantemente a Emma, sonrojada de manera permanente pero con una pincelada de excitación, queriendo decirle a Emma que así quería estar pero con ella, en ese momento tan personal, que en ese momento era desapercibidamente público, en ese momento tan apasionado y tan…rico. Emma no sabía si retirar a Sophia de la escena al decirle que había manera de salir sin ser vistas, pero tardarían más en salir que Phillip en saciarle las ganas a Natasha. Atrajo a Sophia hacia ella, hacia el costado del balcón, en donde no verían directamente a Natasha y a Phillip, sólo a ellas dos. Y la besó, y la besó, y la besó hasta que logró que Sophia se recostara en ella y se dejara llevar. Escucharon lo magnífico del clímax que vivieron aquel par de enamorados calenturientos, con las respiraciones pesadas y cansadas.

 

- Si para las cuatro no nos hemos logrado ir, ¿me traerías de nuevo aquí?- murmuró Natasha, entre aquel beso húmedo que le plantaba a Phillip.

 

- En dos Whiskys te podría traer de nuevo…te ayudo con tu vestido

 

- ¿Has visto a Emma, por casualidad? Tengo desde que se sacó la foto con mamá de no verla…

 

- Seguramente está conquistando a su “amiga” del trabajo…creo que sólo entre ellas no notan que quieren hacer lo que tú y yo acabamos de…vivir, por así decirlo- rió Phillip, haciendo que Emma se sonrojara y que Sophia sonriera a ras de los labios de Emma.

 

- ¿Te he dicho alguna vez que tienes un pene muy lindo pero una cara todavía más linda y un cerebro aún más atractivo? ¿Cómo sabías que a Emma le gustaba Sophia?- cerró la cremallera de su vestido y se arregló el busto dentro del vestido después de haberle acariciado una última vez el miembro a su cuasi esposo.

 

- Siempre supe que a Emma un hombre no la puede satisfacer, ella no necesita una mano dura, sino una fina y suave con la que pueda hablar de maquillaje y cositas cursis como de cómo decorar alguna cosa o algún lugar…y cuando saqué a Sophia del auto, supe que eran una para la otra, son hasta del mismo estilo…en cambio tú…tú necesitas hablar de la NFL con alguien, una mano dura como la mía para que te de unas cuantas nalgaditas y mi fuerza para subirte cargada en brazos hasta tu apartamento…

 

- Dios que tienes boca con qué hablar, guapo…se me antoja un poco de sushi, y de actually platicar con Emma y con su “amiga”, ¿me cargas hasta el primer piso?- se apagaron las luces y se cerró la puerta.

 

- Phillip no es tonto, ¿verdad?- preguntó Sophia mientras entraba a la habitación y sentía aquel olor extraño.

 

- No, por eso es novio de Natasha…Natasha detesta a los tontos…y a los que no tienen un pene lindo- ambas rieron a carcajadas, Sophia hasta lloró de la risa. – Ya te hice reír, ya me siento mejor, tenías una cara muy larga todo el camino

 

- Es un poco abrumador lo High-Class y Five-Star Lifestyle que tienen tus amigos

 

- ¿Es eso más abrumador que el haberte dado un beso?

 

- Eso no fue abrumador, eso fue exquisito…pero, ¿cuándo?

 

- No sé, sólo sé que tengo ganas de besarte y de abrazarte, claro, si estás de acuerdo

 

Sophia sonrió y se dejó besar. Era como vivir un sueño, un sueño de los que agradaba soñar, más porque era realidad. Bajaron con sumo cuidado de no dejar la dentadura en ninguna grada, pasando antes por un espejo para arreglarse el lápiz labial y salir como si nada hacia la búsqueda de algo de comida. Phillip fumaba un cigarrillo compartido con Natasha, es que tenían que compartir hasta eso.

 

- Em, ¿dónde se habían metido? Las anduve buscando por todo el lugar

 

- Fuimos por ahí a fumar un cigarrillo, tú sabes, en donde el viento es más fuerte que la luna- sonrió Emma, haciendo que Natasha se sonrojara y se riera de los nervios.

 

- ¿Qué les parece si comemos algo antes de que los novatos decidan que el sushi es la nueva moda?- comentó Phillip, arreglándose su corbatín con una sonrisa de película.

 

Los cuatro se sentaron a la mesa a comer una cantidad exorbitante de sushi, probaron uno de cada uno, en total cuarenta y tres rollos y dieciséis nigiri, dos inari y catorce temaki. Sophia comenzó a entender la relación que había entre Natasha y Emma, no era más que de amigas/confidentes, que se contaban todo y se las sabían todas una de la otra, y eran graciosas entre ellas, se molestaban con mucha facilidad y no se enojaban. Phillip y Emma era una relación más distante pero aún así, se notaba que se llevaban bien y no sólo por Natasha, sino porque podían contar uno con el otro, ahora, Phillip y Natasha era una relación rara, eran demasiado amorosos entre ellos, se veían demasiado enamorados como para tener tres años de ser pareja, y tenían relaciones con tal comodidad y tanto deseo que era raro, era como si esa chispa ahí siguiera, esa chispa que a Natasha le brillaba en los ojos cuando le daba un rollo a Phillip en la boca o como cuando Phillip veía a Natasha hablar y hablar con esa sonrisa, como si estuviera orgulloso de ella, era confuso para Sophia, pero era completamente entendible para Emma, sabía que Phillip tenía a Natasha como trofeo, la había perseguido por más de un año hasta que había logrado que aceptara un pedazo de pizza; y no pensaba dejarla ir porque era la mujer perfecta para él, era la única mujer que tomaba cerveza y comía chicken wings mientras veían a los Giants ganarle a los Patriots para luego hacer el amor, para amanecer con desayuno en la cama preparado por el mismo Phillip.

 

- Bueno, bueno, disculpen el abuso pero me veo en la dificultad de contenerme y tengo preguntarles algo- comenzó diciendo Phillip, a lo que las tres levantaron las cejas y dieron su aprobación.- ¿Cuándo van a empezar a “date” ustedes dos?- preguntó, señalando a Emma y a Sophia.

 

- ¡Phillip!- le pegó Natasha en el hombro junto con una mirada matadora.

 

- Pues…- rió Sophia.- No sé de qué hablas, Phillip

 

- Yo tampoco- sonrió Emma, clavándole la mirada a Sophia, pidiéndole disculpas.

 

- Perdón, Nate, pero es que… ¿no lo ves? Las dos desaparecen de la nada, regresan con su excusa de andar fumando cuando aquí se puede fumar abiertamente, regresan con lápiz labial igual cuando no venían así, además, Emma tiene un ligero roce de lápiz labial en su cuello…lo que quiere decir que…

 

- Que Phillip no sabe de lo que está hablando porque ya está ebrio, discúlpenlo, por favor- Natasha estaba enojada, queriendo matar a Phillip.

 

- Creo que es demasiado inteligente- rió Sophia apenada- y se fija en los detalles…hasta en los más mínimos. 

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