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El lado sexy de la Arquitectura 21

en Lésbicos

- Emma, ¿Boston?- preguntó Volterra.

- La casa está literalmente lista, la estructura con sus alteraciones, sólo falta el jardín y los muebles, aunque no estoy segura, creo que la Licenciada Rialto ya los mandó- respondió, cruzando su pierna sobre su rodilla y cruzándose de brazos.

- ¿Qué dicen los Hatcher al respecto?

- Están conscientes de que, si les instalo el jardín ahorita, sería un poco…- dijo, pensando en las palabras que podían describir tal decisión. – irracional…- continuó, con una sonrisa divertida mientras veía a Sophia sonreírle al otro lado de la mesa de reuniones.”Licenciada Rialto” rió Sophia en sus adentros. – Les dije desde un principio que la casa estaría lista a principios de marzo, estuvieron de acuerdo…porque no les urge mudarse, revisa el contrato de nuevo, está en las clausulas- dijo sin quitarle la mirada a Sophia.

- Sophia, ¿los muebles para cuándo?- Volterra estaba un poco molesto por la actitud de Emma, aunque era estúpido, pues le gustaba más la Emma sonriente y relajada que la “bitchy” Emma.

- Ya están allá, los mandé el dieciocho si no me equivoco- respondió, volviendo a verlo con una sonrisa que lo desarmó.

- Bueno, perfecto.- dijo, poniéndose de pie y paseándose por la alfombra. – Tenemos cuatro proyectos nuevos…Pennington, en vista de que Segrate ya no es parte del equipo y era el jefe de los Ingenieros- dijo, volviendo a ver a Emma con cara de “ya no está porque tú lo despediste”, a lo que Emma sonrió bajando la mirada.

- Yo creo que Pennington sería buen jefe de Ingenieros- interrumpió Emma.

- Gracias por quitarme las palabras de la boca, Arquitecta- rió Volterra. – Como te decía, quieren demoler y levantar una casa en los Hamptons, la quieren lista para pasar ahí el verano, pero ya tienen los planos- Pennington asintió, sonriéndole a Emma en agradecimiento. – Ahora, Hayek y Ross, el mantenimiento de Prada en Soho les queda a ustedes y la remodelación de la fachada del Bank of America de la 5ta. … Emma, si no puedes por Meryl y los Hatcher, no hay problema, me encargo yo, pero me gustaría que tomaras West Hampton Dunes, al menos eso quieren los van De Laar…- Emma asintió con una sonrisa. – Para eso te puede socorrer Pennington o Bellano, aunque Bellano ya tiene el edificio, es de platicarlo con él. – Bellano era el único ausente, y Emma prefería trabajar con Pennington, mil veces, todo porque Bellano era el “Wannabe-David-Segrate”. – Ahora, Emma y Sophia, pueden trabajar juntas en éste último, o sólo Sophia, pero han pedido que Sophia tome parte- dijo, encogiéndose de hombros. – Es en el Archstone de Chelsea

- Alec…- murmuró Emma. - ¿En qué piso?- su mirada era escéptica, como si supiera quiénes vivían ahí, y de verdad sabía.

- En el treinta y seis- dijo, con mirada confusa, viendo que Emma se relajaba, o no tanto. – En el transcurso del día les hago llegar la información.- concluyó la reunión. – Emma, ¿me permites un momento?- dijo, viendo que todos tomaban sus cosas y se retiraban, Emma se volvió a sentar, dándole una sonrisa de “te veo luego” a Sophia, que salía un tanto indiferente de aquel salón. – Te noto distinta- sonrió, juntando sus manos sobre su estómago y entrelazando sus dedos.

- ¿Distinta en el buen sentido o en el mal sentido?- preguntó, cruzando la pierna de nuevo y apoyando sus codos en los brazos de la silla, apoyando su quijada entre su pulgar y su índice derechos, rozándose el labio superior con su dedo del medio.

- No lo sé, eres más…persona- sonrió, empujándose las gafas por el tabique hacia arriba. Emma sonrió, dándole la razón pero sin darle explicación. - Tu secreto está a salvo conmigo, hija mía- sonrió. “¿Por qué no me diste un papá como Alec, Dios?”.

- No sé de que hablas- repuso, a la defensiva, intentando no vomitar el corazón.

- Yo guardo tu secreto, sano y salvo, pero no te des a conocer en frente de los demás en el Estudio, ¿de acuerdo? Por el bien tuyo, de Sophia…y del Estudio…- susurró, tomándola de la rodilla.

-  Tú…- resopló Emma, con la mirada cuadrada de la impresión. - ¿Cómo sabes?

- Camilla me lo dijo…me hizo muchas, demasiadas preguntas sobre ti…

- Debí haberlo previsto- rió Emma, diciéndose “tonta” una y otra vez. - ¿No me vas a despedir?- dijo, tomando en cuenta que era lo que venía, probablemente, pero sonrió.

- ¿Bromeas? Si tú te vas, esto va a la quiebra antes de que salgas por esa puerta, ni loco dejo ir a mi Arquitecta estrella- sonrió. – No sólo porque me sirves, sino porque te tengo cariño, Emma, eres como la hija que nunca tuve…

- Alec…- murmuró Emma, poniéndose de pie y poniendo su mano en el hombro de Volterra.

- Ya, ya…no nos pongamos sentimentales que los dos sabemos que no es nuestra fachada. No la lastimes, ¿entendido?- rió con una mirada seria, dándole unas palmadas a la mano de Emma. Ella asintió y recogió sus cosas. – Una cosa más…- dijo, haciendo que Emma se volviera hacia él desde la puerta. – Architectural Digest quiere hacer un artículo sobre ti, piénsalo- sonrió.

- Que se comuniquen con Gaby- guiñó su ojo y salió de ahí con una sonrisa un tanto extraña.

Taconeó hasta su oficina, de alguna manera sentía rico estar en el trabajo de nuevo, de un tiempo acá le gustaba ir a trabajar, corrección: desde que Sophia llegó, le gustaba ir a trabajar. Se acordó del día que le dijeron que Sophia iba a llegar a trabajar, la pesadez con la que había empezado el día, lo mal que se sentía, lo poco que había dormido, lo mal que había dormido toda su vida; y el giro que dio su vida con la presencia de aquella mujer en Duane & Reade aquella mañana, que le dio su espacio para pagar porque no quería que le vomitara sus Christian Louboutin, que, cuando volvió a ver a sus pies, eran los mismos de aquel día y sólo quiso sonreír. Sophia estaba de espaldas a la puerta, trabajaba en la caja de luz. Emma se detuvo en la puerta y apoyó su sien al marco, se cruzó de brazos con una sonrisa y vio trabajar a Sophia; era delicada y frágil en lo que a su físico se refería, aunque tenía curvas; a Emma le gustaba observarla. Se acordó de esa mañana, que se habían despertado juntas al compás del reloj biológico de Emma, revolcándose en las sábanas tibias con sonrisas y besos madrugadores, con un beso que a Emma la tenía tan sonriente y se trasladó a cuando se habían duchado entre risas y bromas, y la hacía sonreír y sonrojarse. Entre aquella sonrisa suspiró para tomar el momento y guardarlo en su cerebro como de los pocos momentos buenos, realmente buenos, al menos que lograban opacar a aquellos malos momentos. Caminó en puntillas, todo un esfuerzo en quince centímetros, sólo para tomar por sorpresa a Sophia; abrazándola por la espalda y pasando sus brazos por su cintura.

- Mi amor…- murmuró Sophia, poniendo su lápiz sobre la caja de luz y cerrando los ojos. – Te extrañé…

- Sólo no estuve por cinco minutos…- susurró Emma a su oído y luego mordió su lóbulo. Hizo que Sophia se acordara de aquella deliciosa tortura el primer día del año y gimió casi mudamente, lo que un recuerdo puede hacer.

- Compórtate, Emma- sonrió, poniendo sus manos sobre las de Emma en su abdomen y echando su cabeza un poco hacia atrás mientras Emma se inclinaba un poco para posar su barbilla sobre su hombro. Le empezó a besar el cuello, era lo para lo que servía el moño de Sophia en ese momento. – Me tienes malacostumbrada…me tienes sin poder despegarme un segundo de ti- sonrió Sophia, sonrojada por los besos de Emma.

- Odio estar en mis días- susurró Emma y apretujándola más hacia ella.

- Por favor, no hablemos de eso- rió, nerviosa, porque sabía que la conversación le iba a afectar más a ella que a Emma, como siempre. - ¿Qué quería Volterra?

- ¿Quieres saberlo todo o sólo lo importante?- Sophia se despegó de ella y se dio la vuelta, viendo si alguien venía y no, le dio un beso fugaz en sus labios. – Volterra ya lo sabe- rió Emma.

- ¿Qué sabe?- y otro beso, esta vez un poco más largo.

- Que tú y yo tenemos algo

- Qué cara…- murmuró, con la misma mirada cuadrada que tenía Emma cuando hablaba con Volterra, pero ella no sonrió. Emma asintió mientras la tomaba por la cintura y la traía a ella para darle otro beso. - ¿Mamá?- susurró, y Emma asintiendo mientras intentaba besar a Sophia, quien todavía estaba un tanto estúpida.

- Pero tranquila- murmuró Emma pegajosamente después del beso y peinando el flequillo de Sophia. – Le da igual…sólo que…literalmente me sacó una AK-47 y  me amenazó de muerte si te lastimaba- rió, dándole un beso en la frente a su novia.

- ¿AK-77?

- Cuarenta y siete, una metralleta- rió, tomando sus manos y besándolas. “¿Qué me pasa ahora que sólo quiero besarla?”

- No voy a preguntar lo obvio…- murmuró, despegándose de Emma como si estuviera molesta y pretendiendo no preguntar de dónde sabía Emma el nombre de un arma de fuego. - ¿Qué más te dijo?

- Que hay unas personas que quieren entrevistarme- frunció su ceño. - ¿Por qué te enojas?- preguntó, encogiéndose de hombros y cruzando sus brazos mientras veía a Sophia pasearse de ida y de vuelta enfrente de ella.

- Nada personal- dijo, simplemente a secas.

- Lo que te pase a ti se me hace personal a mí- repuso, arreglándose los botones de su camisa que, hasta ese momento, se dio cuenta que se había corrido un botón en uno.

- Emma, this is serious…stop teasing me, it’s not gonna work- y lanzó una mano para detenerla.

- Sólo me la arreglaba, ¿crees que me voy a desvestir a media oficina? Sophia, por favor- rió, abotonándose bien la camisa.

- Si tan sólo no hubieras contactado a mamá, Volterra no supiera nada- y ahí estaba de nuevo, aquel problema que según Emma ya habían dejado en el pasado.

- Sophia, ya me disculpé una y mil veces por lo que hice- dijo Emma, ya un poco molesta y cruzada de brazos mientras comenzaba a rozarse su uña del dedo de en medio de la mano derecha con su pulgar, la seña de la desesperación.

- Está más allá de tu alcance- sonrió, pero no con alegría, sino con pesadez, como diciendo “lo hubieras pensado antes”, esa sonrisa fruncida con dientes apretados y una ceja arriba.

- Pensé que era a mí a la que me iba a costar aceptar que estoy con una mujer, claramente me equivoqué- dijo, paseando su pulgar ya por todos sus dedos, Sophia la volvió a ver con asombro. – “A mí no me importa lo que piensen los demás de mí…me preocupa que a ti sí”- le acordó sus exactas palabras de algún día. – Y veme a los ojos al menos cuando te estoy hablando- murmuró, como si estuviera realmente calmada, haciendo que Sophia levantara su mirada. – Una vez me dijiste que no tenía que avergonzarme…y mírame, no lo hago, es más, con una sonrisa le tomé la noticia y con la misma desgraciada sonrisa le acepté lo nuestro- dijo, haciendo con su dedo ese gesto de “tú y yo”.

- Emma…yo…- tartamudeó Sophia, boquiabierta de lo que salía de la boca de Emma. ¿Cuándo se había vuelto tan “libre” para hablar del tema?

- ¿Tú qué? ¿Será que te avergüenza aceptar que sales conmigo?- preguntó, con una sonrisa que confundió a Sophia, pero todavía rozaba sus dedos con su pulgar.

- A ti te debería dar vergüenza salir conmigo- murmuró, agachando la mirada y hundiéndola en el suelo. “Que tengo miedo por mí…y por ti…que profesionalmente todo por lo que has trabajado se te caiga…por mí…o por tus ideas desproporcionadas e impulsivas como traer a mamá”.

- ¿What the fuck are you talking about?- Emma se acercó y levantó el rostro de Sophia con su dedo. – Yo no me avergüenzo de ti…¿o te parece lo contrario?- Sophia sacudió su cabeza, no siendo capaz de ver a Emma a los ojos. – Mírame al menos cuando te hablo, por favor, que me enoja que me reclames por algo y no me veas a los ojos, es como si supieras que lo que dices no tiene fundamentos desde un principio, te pediría que me vieras a los ojos, pero ni mirarme puedes- y Sophia la veía sonreír con pena.

- ¿Cómo puedes estar enojada y sonreír al mismo tiempo? Eso es imposible…

- Te presento a Imposible, Sophia…habemos personas que no nos gusta sacar la furia que tenemos dentro…con las personas que amamos, que en mi caso se reducen a tres que cuatro- guiñó su ojo y le dio un beso en los labios.

- ¿Qué tan enojada estás?- preguntó sonrojada y cerrando sus ojos como si le fuera a pegar. Eso era, Sophia lo había descifrado…según ella.

- Del uno al diez, no mucho, un quince…

- ¿Por qué?- seguía sin abrir sus ojos.

- Dos puntos: primero, ya te pedí dos veces que me veas a los ojos, ni siquiera me miras, segundo, me tienes miedo y no sé por qué, por algo cierras los ojos, tercero, me reclamas por algo que yo no le veo tanta relevancia dado que Volterra dijo que no le diría a nadie y tú sabes que Volterra es un hombre correcto- murmuró, dándole otro beso en sus labios, esta vez succionó los labios de su novia que no respondieron el beso.

- Tienes ganas de pegarme, por estúpida, ¿verdad?- vomitó Sophia, mucho antes de que se diera cuenta de lo que estaba diciendo, dándose cuenta que eso era compararla con su papá.

- ¿Te parezco violenta a caso?- sonrió.

- Ves, sonríes cuando estás enojada, ¿cómo debo tomar eso si no es como que no dejas salir la furia que llevas dentro? Cuando no la sacas, lo natural es ser violento, y pegar es una de esas…y me das besos y sonríes, te enojas raro- al fin vio a Emma a los ojos, y vio que Emma si tenía “enojada” escrito en la frente, y que se borraba poco a poco mientras aparecía la palabra “iracunda”- Es un poco…twisted..que sonrías cuando estás que tiras el escritorio por la ventana

- Si te das cuenta de lo que me estás diciendo, ¿verdad?- soltó la barbilla de Sophia y se alejó, con mirada de susto.

- Perdóname, por favor…- susurró, acercándose a Emma mientras ella daba un paso hacia atrás. Emma estaba sensible, como si le tuviera miedo a Sophia. Y tuvo un flashback: “Sí, eso dijo papá la primera vez que me pidió perdón, pero dejé que se acercara y me volvió a pegar porque tuvo que pedirme perdón, como si fuera mi culpa.”- Tú no eres como tu papá…

- Insinuaste lo contrario hace menos de un diez segundos…- se dio la vuelta y se sentó a su escritorio. – Creíste que te iba a pegar…aunque eso no me molesta tanto como lo demás- dijo, escribiendo algo en su ordenador.

- Sé que no me pegarías…que primero te suicidas antes de pegarme…o pegarle a quien sea- se acercó al escritorio, tratando de medir la distancia en términos de tensión; si pasarse del lado de Emma o no.

- Pues, para que sepas…le pegué a Segrate- sonrió, como si estuviera orgullosa de eso, pero todavía no veía a Sophia. – Y, para que sepas otra cosa…yo no me hago novia de personas que se ven de menos o que se autodestruyen al menospreciarse- su sonrisa se hizo más ancha. Golpe bajo, cosa que a Emma le dio risa interna, esa pelea no iba a ningún lado más que a su propia risa.

- Eras novia de Fred- respondió, con un golpe bajo también, pero Sophia sonrió, no tomándoselo personal y no sabía por qué. Emma lanzó una carcajada al aire. - ¿Te parece gracioso que te pelee de regreso?

- Creo que we’re fighting over…nothing- rió.

- Por algo teníamos que pelear, mi amor- sonrió Sophia, acordándose de cuando Emma le dijo de los platos blancos o rojos.

- ¿Tú de verdad crees que tengo ganas de pegarte?

- No, la verdad no…y no sé qué me poseyó que te lo dije, te suicidarías antes de pegarme…- Emma asentía mientras la volvía a ver a los ojos, buscando sus ojos celestes.  - ¿Qué sentiste al pegarle a Segrate?

- Fue la vez que comprobé que no estoy diseñada para pegarle a alguien sólo porque hirió mi ego…creí que se sentiría bien defendiéndome a mí misma con una dulce bofetada, pero en realidad sólo me enojó más porque…pues…I got shit on my hand…- murmuró, dándole a entender a Sophia que, para ella, pegarle a Segrate había sido rebajarse a su nivel.

- ¿Con qué mano le pegaste?- caminó hacia el lado de Emma.

- Con ésta- dijo, levantando su mano derecha. Sophia se apoyó del borde del escritorio de Emma con su trasero y tomó su mano; la besó, dedo por dedo, su palma, toda su mano y luego succionó cada dedo, desde la base hasta las puntas. - ¿Qué haces?- murmuró, asombrada y un tanto extrañada.

- Trying to clean the shit from your hand- elevó su ceja y besó su anillo. Emma sonrió y la haló hacia ella por la cadera y la sentó en su regazo con una sonrisa. – Emma…nos van a ver- susurró, pasándole los brazos por el cuello e importándole poco lo que ella misma había dicho, le dio un beso en sus labios, pidiéndole perdón en labios, lengua, dientes y saliva, un perdón que Emma aceptó mientras le respondía con uno igual, acariciando su espalda baja.

- Te amo, Sophie… - dijo a ras de los labios de su novia.

- Yo también- y le dio un beso fugaz, más rápido que un abrir y cerrar de ojos, se puso de pie para evitar levantar sospechas, pues la puerta seguía abierta. – Ahora, dos preguntas- sonrió viendo de reojo a Emma mientras se dirigía a la caja de luz para seguir trabajando. - ¿Entrevistarte?

- Sí, Alec dijo que Architectural Digest quiere una entrevista conmigo…y como pocos leen la revista, quizás se las dé- rió, poniéndose de pie y buscando, entre los tubos, el plano del apartamento de Meryl.

- ¿Quién vive en el Archstone?- disparó, la pregunta que venía teniendo desde que Emma preguntó en qué piso. – Sé que Natasha vive en un Archstone pero en el de Kips Bay

- Fred, pero no vive en el piso ese…

- Te pusiste nerviosa- murmuró, volviendo a verla.

- ¿Estás celosa?- rió, extendiendo los planos en la mesa de dibujo.

- ¿Celosa? ¿Yo?- resopló. - ¿De quién?- se volvió a Emma, considerando la remota posibilidad.

- Ve cómo te pones, preciosa

- ¿Qué habría pasado si era Fred?- preguntó, probando a Emma con la respuesta.

- Lo acuso de acoso sexual- sonrió, haciéndose un moño alto y sin volverla a ver. – No, en realidad Fred sólo me incomoda con su presencia…y no tomaría el proyecto, hay personas que quiero que salgan de mi vida…y Fred es una de ellas…pero no es Fred, es otra persona- sonrió, lanzándole un beso por el aire a Sophia y volviéndose al plano para corroborar las dimensiones de uno de los baños.

- ¿Sabes quién es?

- Tengo mis sospechas…y si es quien creo que es, no tomaré el proyecto y te pediría que no lo tomaras

- ¿Por qué?

- Confía en mí, Sophia…no digo que sea quien creo que es, pero si lo es, es para protegerte

- Si vive en el Archstone dudo que sea un lunático sociópata, mi amor- sonrió un tanto incrédula para luego beber de su café.

- Oh, trust me…there are some- rió, pensando en la clase de estereotipo que tenía Sophia “comenzando por Fred…siguiéndole Natasha, que sólo es una lunática”. – Sabes…necesito decirte algo- susurró, haciéndose camino a la puerta y cerrándola en silencio. – Siéntate- exhortó cariñosamente apuntando a su silla.

- Me asustas…- murmuró. - ¿Mi amor?- volvió a murmurar, viendo que Emma se ponía frente a ella y empezaba a hincarse en una rodilla. - ¿Qué haces?- Sophia estaba nerviosa.

- Sophia…sé que no es el momento ni el lugar adecuado- murmuró, tomando las manos de Sophia en las suyas, viendo a Sophia a los ojos, clavándole la mirada y entendiendo que estaba malinterpretándolo todo: la rodilla, las manos, las palabras.

- Emma, por favor…no lo hagas…no estoy lista…

- Sophia, sólo quiero…- murmuró, besando sus manos y poniendo ambas rodillas sobre la alfombra. – Pedirte perdón de la única forma que no te lo he pedido…perdóname, por favor, mi amor- dijo con una voz cortada que era tanto por la desesperación de pedir perdón como del dolor de quitarse su atuendo de orgullo y ego y rendirse a los pies de Sophia, arrodillada y pidiendo perdón.

- Emma, párate, por favor- la voz de Sophia era de sorpresa, y no de la buena, pero Emma no se paraba, sólo seguía besando sus manos. – Emma, por favor…te perdono, ¿está bien?- murmuró, levantando el rostro de Emma por su barbilla, así como típicamente lo hacía Emma con ella. – Ponte de pie…- y Emma le hizo caso. – No vuelvas a hacer eso- exhortó un tanto molesta.

- ¿Pedirte perdón?- Emma extrañada.

- No, ponerte de rodillas…no lo vuelvas a hacer, es una orden- dijo, en tono seco y plano en aquella voz ronca y mimada. Emma, como niña recién regañada por sus padres, asintió y bajó la cabeza. – Hey…you told me to look at you, look at me, too- susurró, haciendo que Emma la viera directamente a los ojos.

- ¿Me perdonas?

- Si me vuelves a pedir perdón por eso…te juro que me enojo…y te voy a castigar por eso- sonrió, paseando su mano por la mejilla de Emma.

- Arquitecta Pavlovic- interrumpió Gaby, la secretaria de Emma, justo cuando Sophia le acariciaba la mejilla. Sophia retiró su mano lo más rápido que pudo. Ahora sí estaban a mano, Sophia las delató frente a Gaby, Emma frente a Volterra, aunque con Gaby corrían el peligro de que la voz se corriera.

- ¿Qué me traes, Gaby?- dijo Emma con naturalidad, como si nada hubiera pasado, aunque Gaby la miraba con escepticismo, pues jamás había visto a alguien poder tocar a Emma, menos en la cara.

- La información sobre sus proyectos- sonrió, viendo de reojo a Sophia y alcanzándole las carpetas a Emma. – Y tengo a alguien de Architectural Digest en la línea para usted

- Bien, pásame la llamada, por favor- sonrió, y fue algo que desconcertó a Gaby, había dejado de creer que había algo sospechoso por lo “fresca” que estaba Emma, se olvidó del asunto en cuanto se retiró y Emma todavía pensó en reprenderla con decirle “Hazme el favor de tocar la puerta, para la próxima, por favor” pero fue inteligente y no se lo dijo, como si no tuviera nada que ocultar, y se la creyó. – Revisa el que te dieron mientras atiendo esto- sonrió Emma dirigiéndose a una petrificada Sophia mientras le alcanzaba las carpetas.

Interior Designer D: Rialto, Sophia.        

Addt.: +

Archstone Chelsea                                                                                       

800 6th Ave., New York, NY 10001                                                         

Building 01, Apt. 36E (1,229 sq. ft.)

Mr. M. Blair      

Bedrooms: 2

Bathrooms: 2

Budget: ˃$25,000.00

Sophia veía el bosquejo, en realidad un plano miniatura en aquella carpeta y no le molestaba trabajar. Era un apartamento pequeño y relativamente fácil de encontrarle lógica; pisos de bambú, paredes tristemente blancas, cerámica/granito/aplicaciones en blanco, “me pregunto por qué quiere que lo decoremos” rió Sophia internamente con un toque de sarcasmo, mientras levantaba su vista para ver a Emma sonreír al teléfono y asentir sin cesar.

Architect D: Pavlovic, Emma M.                                              

Addt.: Volterra, Alec.

Interior Designer D: Pavlovic, Emma M.                              

Addt.: -

West Hampton Dunes   (0.3 Acres)

NY 11978                                                                           

Mr. Falco/Mrs. Denisse van De Laar

Type: House                      

Process:

I. Demolition- 2,745 sq. ft. 3 Stories.

II. Deisgn- 4 Bedrooms, 5 Bathrooms, 2 Living-Rooms, Pool, Sauna, Min . 4 Parking-spaces, Basement, Min. 2 Balconies, Eat-in Kitchen, Dining-Room, Playroom, Veranda

III. Construction: Promptly-June, 15th 2013

V. Décor: A.S.A.P

 Budget:             

a) Demolition: Granted

b) Construction: ≥$3,000,000.00

c) Décor: ≥$500,000.00 (T.B.Dl/h)

d) Additional: $850,000.00 (T.B.Dh)

- Sabes, es de mala educación leer correspondencia ajena- sonrió Emma mientras le cerraba la carpeta a Sophia frente a sus ojos con suma delicadeza.

- Sólo quería saber qué tipo de proyectos te llegaban- sacó su lengua, ah, Sophia infantil al ataque.

- ¿Te pareció interesante?- preguntó, tomando sus carpetas y poniéndolas sobre su escritorio.

- No soy arquitecto…y por lo mismo veo que tu documento está redactado de manera distinta al mío, ¿qué es “T.B.D”?

- “To be discussed” y la “h” es para “higher” y la “l” para “lower”- sonrió, sabiendo a dónde iba a llegar Sophia con eso.

- ¿Y “Additional?”? Supongo que en este caso no es quién más podría hacer el trabajo, ¿verdad?

- Mira, te explico- dijo, abriendo la carpeta y sacando la primera página, sosteniéndola frente a las dos. – La casa ya existe, pero hay que demolerla, lo que significa que pagarán lo que se deba pagar, usualmente conocen a alguien que puede demolerlo, tú sabes, de sus amiguitos- sonrió, pasando su dedo índice, todavía rojamente manicurado por Sophia, al siguiente punto de desglose. – Tres millones o menos para la construcción en sí, ahí se incluye no sólo materiales, sino que gastos inmediatos, trabajadores, etc., para montar la casa, medio millón- sonrió, retirando la página de la vista de Sophia.

- Sigues sin responderme- dijo, Sophia, deteniendo a Emma por su brazo para que no retirara la página.

- Piensa qué es lo único que falta en todo eso…- murmuró, dándole un beso a Sophia en su frente y saliendo de la oficina hacia donde Pennington.

Sophia se acercó hacia el teléfono de la oficina que estaba sonando. – Dime, Gaby…Hazlo pasar- dijo confundida y frunciendo su ceño para luego colgar el teléfono y pasear su mano por su rostro. Se retiró a la caja de luz a seguir trabajando y escuchó un golpeteo juguetón en la puerta.

- Buenos días- dijo aquella voz lasciva; ronca, profunda y un tanto porosa, como si naciera desde la más oscura de las entrañas y se deteriorara a su paso en cuanto salía por entre los labios, Sophia se congeló y se rehusó a darse la vuelta, el miedo la invadió; esa voz… .

- Buenos días, tome asiento por favor- dijo Sophia con una voz fría y distante. - ¿Qué puedo hacer por usted?

- Soy tu nuevo cliente- sonrió, con su amplia sonrisa burlona y altanera, admirando a Sophia de espaldas, pensando en todo lo que podía hacerle a ese trasero.

- De eso no estoy segura- Sophia se dio la vuelta, encontrando la mirada de aquel rubio, aquella mirada lasciva y violenta, con sed de sexo por venganza o de venganza por sexo. - ¿Qué haces aquí?- caminó hacia Matt, aquel primo ***** de Natasha (censurado).

- Soy tu nuevo cliente, ya te lo dije, y espero que hagamos muchas compras juntos- sonrió, pasando su lengua por su labio inferior mientras desnudaba a Sophia de aquel atuendo Armani azul marino. Emma estaba parada frente a la puerta, observando la escena, se le había olvidado el plano de Meryl, observó el odio con el que Sophia miraba a aquel hombre, ella creyó que sólo ella lo veía así, pero Sophia la superaba.

- Lamento decirle, Mr. Blair, que no puedo realizar su proyecto- dijo Sophia, abrazándose por reflejo al recuerdo de aquel hombre presionando su miembro contra ella.

- Ya el estudio me dijo que el proyecto había sido tomado

- No he firmado ningún contrato, Mr. Blair- Sophia estaba repuesta, enojada, sí, llena de rabia.

- El estudio sí, si no lo haces, reclamo el rompimiento del contrato, y tú no quieres eso, ¿verdad?- se levantó, tomando a Sophia por los brazos mientras Sophia, indefensa y nerviosa, cerraba sus ojos aparentando dolor, un dolor mental y emocional mientras sacudía su cabeza. – Aquella noche me dejaste deseándote…- murmuró, casi inentendible para Emma, pero lo alcanzó a escuchar. – Sueño con el calor de tu escote- dijo, halándole el escote a Sophia con su dedo índice.

- No me toques- gruñó.

- Me gustas difícil, ya te lo dije…- dijo, acariciando el cuello de Sophia con sus dedos mientras Sophia intentaba detenerlo pero Matt le ganaba en fuerza y detenía sus manos que trataban de defenderla con su otra mano. – Eres un desperdicio si es cierto que eres lesbiana…pero te voy a quitar eso- gruñó, poniendo las manos de Sophia contra su bulto, Sophia sollozó. Emma no estaba segura de lo que estaba viendo, necesitaba verlo bien para acusarlo de algo, se estaría echando encima a los Blair y a los Roberts, que no sería nada bueno, tenía que verlo bien, aunque su enojo era, por primera vez, más grande que su autocontrol y que su ego juntos. – Voy a follarte hasta que me pidas perdón por haberme dejado deseándote aquella noche…y lo haré por aquí- y le dio una nalgada a Sophia, haciendo que cerrara los ojos por dolor, y eso, peor que lo de las manos de Sophia sobre su bulto, lograron sacar a Emma de todo autocontrol. Ni Emma era capaz de darle una nalgada a Sophia, ni la más suave y cariñosa de la historia y ahí estaba ese ***** creyéndose con el derecho de hacerlo.

- Suéltala- gruñó, cerrando la puerta de golpe. “¡Nadie toca a mi novia…!”.

- Emma- suspiró, soltando a Sophia. – No es lo que parece- dijo, con una sonrisa. – Dile que no es cierto, Sophia- exhortó, con una mirada obligada. Sophia bajó su mirada, no sabía por qué no podía ver a Emma. – Dile, lesbiana estúpida- gruñó, empujando a Sophia por su delicado hombro, haciendo que se tambaleara.

Suficiente. Emma canalizó todo lo negro, lo oscuro, todo el enojo, toda su frustración, todo su dolor y lo convirtió en aquella violencia de la que Sophia hablaba hacía un rato. Caminó con autoridad hacia Matt, Sophia le tuvo miedo, miedo verdadero a Emma, esa mirada negra, ya no verde, ya no era Emma, se hizo a un lado, de verdad le daba pavor.

- ¿Cómo la llamaste?- susurró, entrecerrando sus ojos del enojo.

- Lesbiana estúpida…porque eso es lo que es, una lesbiana estúpida que me buscó para probarse a sí misma que no lo era- rió, poniendo su mano sobre el hombro de Emma, ensuciando de “mierda” su blusa Carolina Herrera de seda y, antes de que Matt pudiera decir algo más, Emma tomó la mano de Matt y la torció, acordándose de lo que Luca Perlotta, el hijo de aquel Arquitecto, alguna vez le había enseñado en la universidad para cuando tuviera que defenderse de algún delincuente de Roma, pasándola por detrás de su espalda. – Suéltame, perra- gruñó.

- Llámame “perra” de nuevo y te vas a arrepentir- gruñó a su oído.

- Emma, cálmate- siseó Sophia, intentando de separarla.

- Hazle caso a la lesbiana ofrecida, es lo primero inteligente que ha dicho, perra- sonrió, sintiendo el dolor en su brazo, que luego dejó de sentir, pues se le trasladó a un calor inexplicable en su rodilla después de que Emma la pateara con todas sus fuerzas concentradas en su Stiletto, haciendo que cayera con su rostro sobre la alfombra. - ¡Perra!- gritó ahogadamente, tomando su rodilla, no fue suficiente para alarmar al resto del estudio. Emma le soltó la patada de gracia, en aquel miembro que intentó matar en nombre del ultraje que había cometido con Sophia. Ah, sí, Sophia veía a Emma con ojos resecos, mirada perdida y con asombro, con miedo. Matt se lamentó mientras no sabía qué tomarse ni cómo, le dolía su entrepierna y su rodilla.

- Next time, think before you speak, ok, Pumpkin?- sonrió Emma, agachándose para darle unas palmadas fúricas en la frente. – Deberías considerar no presentar cargos…sabes que te llevo abajo si lo haces

- Esto no se va a quedar así- murmuró entre dientes por el ardor en su entrepierna y aquella sensación de quemadura en su rodilla.

- Sé dónde vives, sé dónde trabajas, sé quién eres, ya veremos a quién prefiere defender Romeo después de que le cuente y le demuestre la clase de sobrino que tiene…y si te le acercas a Sophia, si la vuelves siquiera a mirar, escúchame bien- dijo, con una sonrisa, tomando en su puño el cabello rubio de Matt y halándolo hacia arriba para que la viera. – No te voy a matar…pero te voy a hacer sufrir, eso te lo juro, y lo voy a disfrutar- sonrió, volviendo a poner su cabeza en  la alfombra.

Se puso de pie y volvió a ver a Sophia en su muerto silencio, tragándose sus palabras y sin poder ponerle atención a sus propios pensamientos, viendo alternadamente al ahora minusválido y a su irreconocible novia.

- Arriba- dijo, cruzándose de brazos y viendo a Matt desde casi diez centímetros para ser dos metros. – Dije, “arriba”- repitió, poniendo la punta de su tacón en la rodilla de Matt. – Ugh…inútil de paso- suspiró, tomándolo por la chaqueta y, haciendo no tantas fuerzas por la adrenalina, lo puso de pie. – Vas a caminar como si tuvieras un calambre, si no lo haces, ya lo sabes- sonrió, tomando a aquella basura de hombre por la cintura y poniendo su brazo sobre su hombro.

Salieron de aquella oficina, Sophia tratando de procesarlo todo. Estaba asustada, Emma si tenía la capacidad de ser violenta, muy violenta, le había pegado, ¡Le pegó! ¡Le pegó con sus manos, con sus pies, como si fuera la rata más sucia de todas! Pero no, ella no pega, ella no es así, ¿qué le pasó?” y sólo Sophia no podía comprender lo que había pasado, Emma simplemente estaba defendiendo lo que era suyo, pero Sophia tenía demasiado presente los ojos de Emma, el placer con el que le pegó, un placer que confundió. Hundió su rostro en sus manos, intentando pensar coherentemente, pues siempre aparecía el “¡pero le pegó!”, y todo se hizo negro, un negro distinto al de cuando se tienen los ojos cerrados.

“Sophia…Sophia…Sophia…Sophia…despierta, Sophia…por favor…Sophia, despierta, por favor…”. Eso es lo que poco a poco puedo escuchar, todo me pesa, me pesan los párpados, escucho que me hablan, pero no sé si son muchas voces o sólo es una, mi nombre rebota en mi interior, sin tener sentido, sólo sé que así me llamo. Ah, ¿qué es ese olor tan molesto? Huele demasiado fuerte…y feo. Muevo un poco mi cabeza y escucho un “tranquila, Sophia, despacio” que hasta cierto punto me parece sonriente. Hablando de mi cabeza, fuck it hurts like shit. Empiezo a abrir los ojos y todo va de negro a gris a una gran luz que no logro distinguir ni definir las formas que se mueven. Ahí está ese olor otra vez, siento que me penetra hasta el alma, qué fuerte, me duelen los ojos. Muevo mis brazos y están un poco torpes. Muevo mis pies y no los siento normal, auch, me golpeo un talón con el suelo, bajo el otro pie un tanto más despacio aunque igual cae de golpe. ¿Dónde están mis zapatos? ¿Qué zapatos me puse ahora? “Sophia, ¿me escuchas?” dice aquella voz plana y preocupada, esa voz que me hace sonreír aunque no sé si mis labios sonríen, pero yo sí estoy sonriendo. Vuelvo a abrir los ojos y trato de enfocar bien. “It’s ok, I’ll take it from here” dice aquella voz que me ha estado hablando. Duh, es la voz de Emma. La puerta se cierra y sólo queda su respiración un tanto subida de tono. Se me abren y se me cierran los ojos involuntariamente, pero siento su mano tomarme por la nuca y levantar mi cabeza y…mmmm…qué rico, tus labios están calientitos y humectados, sabes a preocupación y un poco salado.

- ¿Por qué lloras?- logró decir Sophia con la garganta seca y pegajosa, tratando de aclararse la garganta.

- You scared the shit out of me…- susurró, abrazándola, sin soltarle su nuca, simplemente se echó encima de ella. – Te prohíbo que te desmayes de nuevo…es una orden- sonrió, dándole besos por todos lados a Sophia. Sophia sólo sonrió, todo le daba vueltas todavía. - ¿Puedes ponerte de pie?- murmuró, viéndola a los ojos, notando que todavía estaba un tanto desubicada. Sophia asintió.

Emma pujó del esfuerzo para levantar a su casi-peso-muerto por novia que tenía en sus brazos, pero la logró sentar en su silla, la comodísima silla negra que abrazaba. Emma acariciaba las mejillas de Sophia y paseaba sus dedos por su flequillo. Colocó sus dedos en la carótida de su novia y, sabiendo “no shit” de eso, calculo que su pulso no estaba tan mal como hacía diez minutos, que a ella le parecieron una eternidad. Emma se levantó sólo para alcanzarle un vaso con agua y una vil aspirina, pero Sophia no estaba en condiciones de hacer fuerza alguna.

- ¿Qué pasó?- murmuró Sophia, rascándose los ojos para enfocar mejor.

- No lo sé, salgo de la oficina un momento y lo siguiente que veo, es que no te veo y, cuando voy a buscar mi teléfono a tu escritorio, estás cual muerto en el suelo- murmuró Emma, poniéndole los Jason Wu a su novia en los pies, que rezó, en ese momento, por que no se le ocurriera pararse.

- Le pegaste a Matt- susurró, todavía sin despegar sus ojos de sus dedos.

- Hasta donde tengo entendido, sí- sonrió, poniéndose de pie y tomando el vaso en su mano y la aspirina en la otra. – Abre…- dijo, colocando la aspirina en la lengua de Sophia y poniendo el vaso en sus labios, inclinándolo poco a poco para no derramar agua sobre su novia. – Tenemos que hablar sobre él, ¿no te parece?- murmuró, retirando el vaso de los labios de Sophia y acariciando su mejilla con sus nudillos.

- Le pegaste…- repitió. -¿Por qué?

- Sólo protegía lo que era mío…- sonrió, dándole besos a Sophia en su mano mientras Sophia al fin se dignaba, más bien, era capaz de abrir sus ojos sin marearse.

- Yo puedo protegerme- dijo, con un poco de humor.

- No, Sophia…tú te puedes defender, yo te puedo proteger, y bueno, no es como que tú te sepas defender ante Mr. Sex- sonrió. - ¿Por qué no me dijiste que se te había insinuado en Año Nuevo?

- Porque no lo hizo…-suspiró. Momento de decir la verdad. – Casi me…- dijo, con una pesadez en su garganta.

- Si lo hubiera sabido, lo hubiera matado…

- ¿Estás enojada?

- ¿Contigo? No…con ese filho da puta…- rió. – Sólo que algo así, Sophia…- dijo, enseriándose, y viéndola a los ojos con la mayor de las seriedades. – Me lo tienes que decir, no puedes ocultarme algo así de grave, ¿entendido?

- Lo siento…- murmuró, sonrojada por el regaño, pero tenía razón. ¿En qué momento se le ocurrió no decirle? ¿Qué hubiera pasado si Emma no hubiera llegado? ¿Esa llave de dónde se la sabía Emma?

- Ya, mi amor- su tono era dulce y consentidor. - ¿Estás bien?- Sophia asintió, sentándose recta. - ¿Quieres ir al doctor?- Sophia sacudió la cabeza. – Llamaré a uno para que venga, entonces

- Estoy bien, Emma…no es necesario- sonrió, apoyando su cabeza entre sus manos sobre el escritorio.

- No era pregunta, preciosa…- dijo, en aquel tono “se hace lo que yo digo y fin de la discusión”.

Sophia no terminaba de sentirse bien, físicamente, y se sintió incómoda cuando el Doctor Cole llegó sólo para hacerle el “standard procedure”, sólo para que le dijera lo que ya sabía; que tenía que descansar, pero que antes comiera algo, no sólo para tener comida en el estómago, sino para alegrar el espíritu. Emma hizo que Sophia comiera con ella, por primera vez, su steak con ella.

- ¿Tienes un momento?- tocó Emma a la puerta de Volterra, hablaba por teléfono. Era un hombre grande, alto y ancho sin llegar a gordo, simplemente como si hubiera sido muy, demasiado, atlético en su vida pasada; calvo, de ojos grises, con una sonrisa un tanto torcida y, lo único que le molestaba a Emma, era su afán por pretender verse más joven al usar jeans, camisa polo y una chaqueta deportiva, siempre con coderas de cuero y, lo peor de todo, unas zapatillas deportivas blancas con beige, al menos eran Ferragamo.

- ¿Cómo está Sophia?- preguntó al instante de colgar el teléfono, viendo a Emma pensativa, un tanto perdida en sus pensamientos.

- Gracias por Maxwell- comenzó, agradeciendo por la atención médica, que Volterra había insistido que corriera por su cuenta. Él sólo asintió. – Le dijo que tiene que descansar, ahora y mañana de ser posible

- ¿Y por qué te noto tan preocupada?- murmuró, sacando un pañuelo y limpiando sus gafas. Emma rió un tanto incómoda. – Entiendo…- suspiró, volviendo a ponerse sus gafas. - ¿Puedes trabajar en el proyecto de Meryl y en el de los van De Laar desde casa?

- ¿A qué te refieres?

- A que te estoy mandando a que cuides a Sophia…

- ¿No te parece un poco evidente si mandas a Sophia a casa y, de repente, yo me voy y desaparezco por el mismo tiempo que ella?

- No si se hace con cautela- sonrió. – Le diré a Gaby que me urge que vayas a una reunión fantasma hoy por la tarde y que tienes que ir a revisar mi proyecto del Mandarin Oriental

- Tú me estás cubriendo tal cual adolescente- rió Emma, hundiendo su rostro en sus manos.

- No estaría tan tranquilo si no hubiera visto cómo casi te mueres a la par de una Sophia simplemente desmayada…eres una dramática- rió, con esa risa grave. – Además…me acabo de enterar que Sophia se fue del apartamento que le había conseguido, que me parece extraño porque tuvo que pagar una multa de siete mil dólares por irse de improviso…- dijo, levantando su ceja y viendo a Emma sonreír con pena. – No voy a juzgar la rapidez con la que manejan lo que sea que tengan…pero gracias- sonrió.

- ¿Gracias?

- Tú no lo ves, ¿verdad?- se inclinó hacia ella, ofreciéndole un Ferrero de un recipiente de vidrio. Emma tomó uno con una sonrisa, como si su niña interna hubiera salido a flote, frunció sus labios para darle a entender a Volterra que no, no entendía. – Tú viniste aquí, a esta ciudad, con dos cosas: nostalgia y ambición, pero viniste aquí sin tener tres cosas: un lugar donde vivir, amigos y éxito. De alguna manera, extraordinaria debo decir, te las arreglaste, no creí que duraras ni tres meses durmiendo en un sofá, más cuando sabía que eras un tanto consentida, al menos así te noté el día que te entrevisté; tus ropitas de diseñador que sólo tú conoces, tu cabello, todo perfecto, y aún así, durmiendo en un sofá…

- Alec…¿tu punto es?

- Que Sophia vino sin más cosas, la ambición no la tenía, vino aquí para poder sobrevivir, te conoce a ti y ahora quiere apoderarse de Manhattan- rió. – Pero la nostalgia, Emma…si tú crees que tú te veías destrozada tres veces por semana, Sophia estaba peor…hasta que creo que encontró todo lo que buscaba en una tan persona…

- ¿Que es qué?- sonrió, tomando otro Ferrero.

- Una amiga, la cura para la nostalgia, la ventana para la ambición, el trampolín para el éxito y, lo mejor de todo, la comodidad de un hogar…porque, según el conserje, Sophia no dormía ahí más de tres noches a la semana

- Sabes, eso se llama acoso- bromeó. – Lo que tú haces averiguando todo eso…y lo de tu conserje también…

 - En fin, al grano, llévate a Sophia a donde sea que estén viviendo, hazla descansar que se veía ridículamente mal…si necesitas algo, por favor, házmelo saber, ¿de acuerdo?- dijo, en un tono imperativo que le devolvió a Emma la noción de jefe-empleado, que no era tan cierta.

- Eres un jefe demasiado extraño- sonrió con escepticismo pero poniéndose de pie antes de que se retractara de su decisión. Volterra rió. - Si tú juegas a Cupido conmigo…te juro que yo jugaré a Cupido contigo- bromeó,

- ¿Emma?- preguntó un tanto confundido, viendo que Emma se ponía de pie y salía de la oficina. - ¿De qué hablas?- gritó, haciendo que Emma se riera silenciosamente a lo largo del pasillo y sin responderle.  

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