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Buscando un semental

en Orgías

BUSCANDO UN SEMENTAL.

Me llamo Erika y voy a contaros lo que me sucedió hace un año. Era una noche de verano y salí como cada noche en busca de un semental que satisfaciera mi líbido. Me había puesto un vestido muy sexy y ajustado que remarcaba perfectamente mis atributos, compuesto por una minifalda y un top y me dirigí a un pub al que solía ir cada noche. Estaba allí tomando una copa cuando se acercaron dos tipos de unos 30 años guapisímos, ambos morenos.

¡Hola! Llevamos un rato observándote – me dijeron – y hemos pensado que quizás te gustaría tomar algo con nosotros y nuestro amigo – me propusieron indicándome una besa donde había otro chico de la misma edad, rubio y también bastante guapo.

Bueno – acepté y los acompañé hasta la mesa donde nos sentamos.

Bueno, primero nos presentaremos – dijo el que se había estado hablado conmigo – Yo soy Pablo y estos son Antonio y Mario.

Mucho gusto. Yo me llamo Erika.

El camarero nos ha hablado de ti.

¡Ah, si! – exclamé haciéndome la sorprendida - ¿y que os ha dicho?

Dice que te gustan mucho los hombre – dijo Pablo.

Pues claro, para eso soy mujer – bromeé.

Mira lo que en realidad nos ha dicho es que... – empezó a decir Antonio, pero Pablo le cortó preguntándome:

¿Qué tal si bailamos?

Vale.

Pablo se levantó y tendiéndome la mano me dijo;

¿Me concede este baile?

Por supuesto – respondí cogiéndole de la mano.

Me levanté y salimos ambos hacía la pista. Pablo me rodeó con sus brazos y empezamos a bailar.

¿Sabes? Eres muy guapa – me dijo y acercando sus labios a los míos me besó, introduciendo su lengua en mi boca. Nos besamos largamente, mientras sus manos me acariciaban el culo. Sentí como su sexo se endurecía bajo los pantalones. Cuando nos separamos me di cuenta que Antonio y Mario estaban a nuestro alrededor.

Yo también quiero uno – dijo Antonio.

Y yo – repitió Mario.

Me separé de Pablo y abracé a Antonio besándole como había hecho con su amigo. En mi mente una imagen empezaba a formarse, me estaba poniendo cachonda, sobre todo porque también a Antonio se le puso el miembro tieso.

¿Y a mi, cuando me toca? – protestó Mario.

Así que me separé de Antonio y abrazando a Mario le besé igual que había hecho con sus amigos y también sentí su verga hinchándose.

¿Qué tal si vamos a un lugar más tranquilo? – propuse – me estáis poniendo cachonda.

Vale, vamos a mi casa – dijo Pablo.

Así que los cuatro juntos abandonamos el local.

Tengo mi coche ahí mismo – dijo Pablo.

Vale.

Entramos todos en el coche. Pablo se sentó en el asiento del conductor y Antonio, Mario y yo nos sentamos en el asiento trasero. Yo en medio y ellos cada uno a un lado. Mario pasó su brazo por detrás de mis hombros y acercando sus labios volvió a besarme, además se tomó la libertad de acariciarme un pecho por encima de la ropa, cosa que me puso aún más cachonda, mi líbido estaba al cien por cien. Así que con mis manos decidí acariciar los sexos de mis compañeros.

¡Guau, esta tía está a cien! – exclamó Antonio mientras empezaba a acariciarme la pierna y a besarme en el cuello haciendo que mi piel se erizara.

Mario sin dejar de besarme comenzó a desabrocharme el top, al tiempo que yo les bajaba la cremallera a ambos y buscaba su erecto pene para acariciarlo. Mario me quitó el top y tras dejar mis pechos libre él y Antonio se lanzaron a chuparme cada uno un pecho.

¡Oh, ah! – gemí al sentir el placer que sus bocas me producían, e inmediatamente sentí una mano introduciéndose en mis bragas, cuando llegó a mi clítoris pegué un pequeño saltito.

¡Oh, Dios esta tía está más caliente que una tea! – exclamó Antonio mientras me quitaba las bragas. Mario seguía besando y chupando mis senos.

Repentinamente sentí de nuevo la mano de Antonio acariciando mi clítoris, suavemente con dos de sus dedos, a la vez sentí como dos dedos se introducían en mi vagina.

¡Estas mojadísima!- me susurró Mario al oído.

Quiero sentiros dentro de mí – les dije sin dejar de acariciar sus sexos.

Entonces decidí inclinarme sobre el sexo de Mario y empecé a chuparlo y lamerlo. Antonio siguió masajeando mi clítoris, produciéndome un maravilloso placer.

¡Oh, ah! – gimió Mario - ¡Esta tía es buenísima! – mientras yo seguí chupándole el sexo y él se convulsionaba excitado a la vez que me acariciaba un pecho con su mano.

Entretanto Antonio seguía masajeando mi clítoris a punto de provocarme un orgasmo. Al sentir el placer llegando dejé de chupar el sexo a Mario y empecé a gemir:

¡Aaaaahhhh!

Mi cuerpo comenzó a convulsionarse hasta llegar a la cúspide del placer. Cuando dejé de estremecerme me incorporé.

Quiero que me la metas hasta el fondo – le supliqué a Mario.

Muy bien. Ven aquí – me ordenó.

Así que me puse a horcajas sobre sus piernas, guié su sexo hacía mi vagina y me la introduje muy despacio, hasta que la tuve completamente dentro. Entonces le besé, Antonio se acercó a nosotros y también me besó.

¿Y yo que hago? – preguntó ingenuo.

¿Por qué no me la metes por detrás? – le propuse totalmente excitada, estaba casi fuera de mí, como drogada por el sexo, necesitaba sentirles dentro de mi.

Jo, tíos, me estáis poniendo como una moto – protestó Pablo desde su asiento. – Será mejor que busque un lugar tranquilo donde parar.

Yo seguí a horcajas sobre Mario, Antonio se había colocado tras de mí y sentía como su falo a la entrada de mi ano luchaba por abrirse camino.

¡Oh, oh! – gimió Antonio al introducir su sexo primero hasta la mitad y luego hasta el final.

¡Oooohhhh! – gemí - ¡Como me gusta!

Entonces empecé a moverme sobre el sexo de Mario haciendo que este entrara y saliera de mí, también Antonio comenzó a moverse introduciendo y sacando su sexo una y otra vez. En pocos minutos nuestros cuerpos lograron acompasarse. Pero súbitamente el coche empezó a botar, ya que Pablo había encontrado un camino de tierra por el que tiró, a cada bache aquellos dos instrumentos de placer se clavaban más profundamente, dándome un placer maravilloso.

Guau, que excitante – exclamó Mario – creo que me voy a correr.

Yo también – agregó Antonio mientras seguíamos brincando.

¡Oh, aaaaahhh! Yo también - exhalé sintiendo como me venía el orgasmo.

En poco segundos sentí como Mario me llenaba con su semen e inmediatamente después fue Antonio el que eyaculó; al sentir el caliente semen llenando mi cuerpo me hizo explotar en un fantástico clímax.

Cuando los tres dejamos de convulsionarnos nos separamos. Pablo había parado el coche en un pequeño bosquecillo.

¡Oh! ¡Qué maravilloso polvo! – les dije

Pues ahora me toca a mí – dijo Pablo - ¿no crees? Espero que aún estés dispuesta a dar lo mejor de ti.

Por supuesto – le dije – mi fuego aún no se ha apagado, cariño.

Pablo bajó del coche, abrió la puerta y tendiéndome la mano me dijo:

Ven aquí, princesa.

Le tendí la mano y salí del coche.

Lo siento amigos – le dijo a Mario y Antonio – pero ahora será sólo para mí.

Yo seguía excitada como una perra en celo. Pablo cogiéndome de la mano me llevó hasta la parte delantera del coche y allí tras desabrocharse los pantalones y sacar su miembro erecto me ordenó:

Anda chupa, zorra.

Yo me agaché, cogí el miembro con mis manos y comencé a chuparlo como si fuera un helado, primero el glande, después lamí el tronco de arriba abajo varias veces, a continuación chupé sus huevos y volví a lamer el tronco para terminar chupando el glande.

Pablo gemía diciendo:

¡Oh, ah, que bien! ¡Sigue, sigue!

Continué chupando el sexo durante algún rato hasta que Pablo excitado me dijo:

¡Para, para! ¡No quiero correrme aún!

Dejé de chuparle y ayudada por él me puse en pie.

Anda ven aquí – me dijo cogiéndome por la cintura y haciéndome sentar sobre el capó del coche aún caliente.

Me tumbé sobre él y Pablo comenzó a besarme, primero los pechos, después fue bajando poco a poco por mi abdomen, hasta llegar a mi pelvis y finalmente a mi sexo, comenzó a lamerlo, pasando su lengua muy despacio, después se centró en chupar mi clítoris por un rato, lo que hizo que mi cuerpo empezara estremecerse.

¡Uhm, aaaaahhh! – gemí mientras Pablo me lamía el sexo moviendo su lengua cada vez con más rapidez, lo que hacía que me convulsionara aún más.

¡Oh, ah! ¡Sigue, sigue! – grité enloquecida.

Su lengua se movía muy diestramente, primero alrededor del clítoris, después bajando hasta mi vagina e introduciéndose en ella. Era la primera vez que alguien me hacía el sexo oral tan bien y haciéndome disfrutar tanto.

¡Ay aaaaahhh, ah, ay! ¡Qué me corro! – exclamé al llegar al clímax.

Cuando dejé de temblar, Pablo se levantó, llevó su erecto y grueso sexo hasta la entrada de mi vulva y muy despacio me penetró. Cuando sentí su falo dentro de mí casi enloquecí. Empezó a moverse muy despacio haciendo que su sexo saliera de mí manteniendo sólo la punta dentro y volviéndolo a meter con lentitud, una y otra vez, mientras con sus fuertes manos me sujetaba por la cintura.

Poco a poco fue aumentando el ritmo.

¡Oh, que suave y caliente está! – musitó Pablo - ¿Te gusta?

¡Oh, sí, aaaaahhh, ah! – gemí yo con excitación.

Pablo cada vez empujaba más rápidamente y su sexo se hinchaba dentro de mí.

¡Oh, ah! ¡Qué buena eres!

¡Oh, ah!

Mi cuerpo se estremecía presa del placer que me proporcionaba aquel hombre. Ambos estabamos a punto de alcanzar el clímax final, Pablo se movía con rapidez, arremetiendo contra mí una y otra vez haciendo que mi cuerpo lograra el cenit del placer, pocos segundos después Pablo también se corría cayendo exhausto sobre mí.

¿Sabes? Eres muy buena – me dijo al oído, luego me miró me beso en la nariz y añadió:

¿Qué tal si nos vamos a mi casa?

Bueno – acepté.

Nos incorporamos, me bajé la minifalda que llevaba arremangada en la cintura y subimos a la parte delantera del coche.

Mira, se han dormido – dijo Pablo refiriéndose a Mario y Antonio, que estaban medio desnudos aún, en el asiento trasero.

Mario tenía mis bragas en su mano y mi top estaba junto a Antonio, los cogí y me los puse mientras Pablo sacaba el coche del bosquecillo y volvía a la carretera.

En pocos minutos llegamos a casa de Pablo, estaba situada en una urbanización a pocos kilómetros de la ciudad.

¡Hey, chicos, ya hemos llegado! – vociferó Pablo a sus amigos.

Antonio y Mario se despertaron y todos salimos del coche. Antonio y Mario aún medio dormidos se adelantaron mientras Pablo tras cerrar el coche y cogiéndome por la cintura me besaba.

¡Hey, chicos! ¿Por qué no seguís dentro? – gritó Mario desde la puerta.

Entramos en la casa y antes de que me pudiera dar cuenta Pablo me estaba besando, Mario detrás de mí intentaba quitarme el top y Antonio arrodillado en el suelo me estaba quitando la minifalda.

¿Lo has hecho alguna vez con tres tíos a la vez? – me preguntó Pablo cuando dejó de besarme.

No, nunca – le respondí con voz entrecortada, ya que Antonio me había quitado las bragas y con sus dedos, muy suavemente, acariciaba mi clítoris.

Mario detrás de mí, me masajeaba los pechos, mientras con su polla erecta jugueteaba con mis nalgas. Pablo me cogió las manos y las llevó hasta su sexo para que se lo acariciara. Comencé a toquetear el fláccido pene y poco a poco este fue aumentando de tamaño. Cuando los cuatro estuvimos a tono de nuevo, Pablo propuso:

¿Por qué no vamos a la habitación?

Nos dirigimos hacía la habitación y una vez allí, Pablo me ordenó:

Acuéstate, preciosa, hoy vas a gozar como nunca.

Me acosté sobre la cama boca arriba y Pablo se puso sobre mí de rodillas a la altura de mi cara apuntándome con su erecto pene, lo cogí con mis manos y me lo introduje en la boca, empezando a chupar y mamar aquel delicioso sexo. Entretanto Mario me había abierto de piernas y con su lengua me lamía el clítoris. Antonio a mi lado me masajeaba un pecho, mientras yo trataba de acariciar y manosear su sexo.

¡Oh, ah! ¡Qué buena eres mamando! – musitó Pablo excitado.

Antonio se puso de rodillas sobre mi cabeza y advirtió:

Yo también quiero.

Tranquilos, chicos, hay para todos – dije yo y cogiendo el sexo de Antonio lo chupé un par de veces.

Mario seguía recorriendo con su lengua mi sexo volviéndome loca de placer, hasta que enloquecida de placer y deseo supliqué:

Necesito una polla dentro de mí.

Antonio se acostó a mi lado con el falo en completa erección y dijo:

Anda ven y fóllame, que quiero probar tu coñito.

Pablo y Mario dejaron que me incorporara, me puse sobre Antonio y guiando su sexo hasta mi agujero vaginal me lo introduje despacio. Empecé a subir y bajar sobre la erecta verga hasta que Pablo se puso tras de mí y dijo:

Vamos a hacer un bocadillo de nena.

Guió su erecto pene hasta mi agujero trasero y me penetró con cuidado.

¡Oh, ah! – gemí al sentir los dos sexos en mí.

Ahora me toca a mí – anunció Mario, poniéndose de pie sobre la cama y dirigió su sexo hasta mi boca para que se la mamara.

Pablo detrás de mí, empujaba para que su polla saliera y entrara de mí, a la vez que yo subía y bajaba sobre el sexo de Antonio y trataba de chupetear y lamer el nabo de Mario. El placer era sublime, mi cuerpo se convulsionaba y agitaba excitado. Pablo aceleró sus movimientos, haciendo que también yo lo hiciera precipitándome hacía Antonio una y otra vez. En pocos segundos llegué al orgasmo, al sentir como ambos hombre me llenaban con su blanca leche y gemían llegando al éxtasis. Traté de seguir chupando el sexo de Mario para que también él se corriera y lo conseguí haciendo que me llenara la boca con su semen.

Agotados nos tumbamos los 4 en la cama y no sé como pero nos quedamos dormidos. Había sido una noche agotadora.

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