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Al calor del amor en un bar

en Hetero: Infidelidad

AL CALOR DEL AMOR EN UN BAR

Me llamó Arancha, tengo 28 años y trabajo como camarera. Fue así, en mi trabajo, donde conocí a Luís hace un par de años. Él era mi jefe y sin saber como me fui enamorando de él y él de mí, pero repentinamente me enteré de que estaba casado. Quería dejarle, pero él me juraba que iba a dejar a su mujer por mí. Aquel día cuando llegué al bar a las siete de la mañana como cada día Luís me juró y perjuró que iba a dejar a su mujer.

Vamos, princesa, te juro que voy a dejarla. Pero necesito tiempo. – me dijo por enésima vez.

Luís, llevo mucho tiempo dándote tiempo – le dije yo.

Vamos, olvídalo todo. Hoy estás guapísima – me dijo mientras sacábamos las coca-colas del almacén - ¿sabes? Aún tardaran un rato en venir los clientes – añadió acariciando mi nalga.

No, Luís, hoy no – protesté.

Venga, cariño – dijo Luís estrechándome entre sus brazos y besándome.

Está bien – acepté.

Así Luís se bajó la cremallera del pantalón y sacó su sexo erecto, mientras yo me quitaba las bragas. Luís me atrajo hacía él y volvió a besarme. Entonces empecé a masajear su sexo.

¡Oh, uh! – musitó él, luego se sentó en una silla que había tras él.

Yo me agaché frente a él y empecé a lamer el sexo, primero muy suavemente, introduciéndome el glande en la boca y masajeando el tronco con la mano. Luego aumenté el ritmo, chupando el sexo con avidez. Mientras Luís gemía.

¡Ah, oooohh!

De vez en cuando lamía el tronco para volver a chupar el glande introduciéndome el pene hasta la mitad y luego lamía de nuevo el glande con suavidad.

¡Oh, sí, ah! – gimió Luís, mientras yo seguía chupeteando. Hasta que Luís me ordenó:

¡Venga, siéntate en mi polla!

Me puse en pie a horcajas sobre él arremangándome la falda. Cogí el erecto pene con la mano y lo guié hacía mi vulva, jugueteé con él y finalmente me lo introduje suavemente en la vagina descendiendo sobre él mientras Luís me sujetaba por la cintura. Entonces empecé a moverme sobre él lentamente primero y acelerando el ritmo después.

¡Ah, ah, ah! – empecé a gimotear al sentir el masculino sexo entrando y saliendo de mi vagina.

Entretanto Luís me había desabrochado la blusa y el sujetador dejando libres mis pechos, que masajeaba y pellizcaba mientras yo saltaba sobre el pene erecto:

¡Oh, ah, oh! – gimió Luís.

Yo cabalgaba sobre sus sexo sin parar, haciendo que mis pechos se balancearan. Entonces Luís acercó su boca a uno de ellos y lo chupeteó.

¡Oh, sigue, sigue! – me animó.

¡Oh, uhm! – gemía yo excitada.

¡Oh, nena, date la vuelta! – me ordenó Luís.

Así que levanté, me puse de espaldas a mi jefe, guié de nuevo el erecto falo hacía mi sexo introduciéndomelo y empezando a cabalgar de nuevo a un ritmo lento y pausado.

¡Oh, más deprisa! – me suplicó Luis, aumenté el ritmo, recostándome sobre Luís que dirigió sus manos hacía mi sexo y empezó a masajear mi clítoris. Eso hizo que el placer aumentara en mí y empecé a gemir.

¡Oh, ah, oooohhhh!.

¡Vamos, nena, vamos! – me animó Luís que también empujaba en la medida de lo posible.

¡Oh, sí, sí, oh! – clamé presa del placer, cabalgando cada vez más deprisa.

Poco a poco el placer fue aumentando hasta llegar al punto culminante, haciendo que me corriera. También Luís descargó su semen al alcanzar el éxtasis máximo.

Cuando dejamos de convulsionarnos una voz gritó desde el bar:

¿Hay alguien?

Entonces me levanté, me puse las bragas y salí.

¡Hola preciosa! – me dijo Juan, nuestro primer cliente de cada mañana. – Pensé que no había nadie.

Si, estabamos en la trastienda – me disculpé empezando a preparar el café.

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