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Una larga noche

en Grandes Relatos

UNA LARGA NOCHE.

(Versión libre, vista desde los ojos de uno de los protagonistas del relato de Sociedad titulado "La cena de los Autores").

"Alex y Todo Relatos te invitan a su aniversario, el próximo día 7 de agosto en el hotel Ritz a las 9 de la noche. Se ruega confirmación", decía la invitación, era una oferta tentadora que no podía rechazar, sin duda. Me puse en contacto con otros autores para saber si habían recibido la invitación.

Enseguida me respondieron que sí, tanto Champs, como Navegante, como mi querido Perraca, que al responderme me propuso quedar una hora antes para tomar un café y conocernos personalmente. Indudablemente acepté.

El día indicado acudí a la cita. Perraca me estaba esperando frente a la puerta. Al verme y reconocerme (ya que ambos nos habíamos enviado foto anteriormente), me sonrió, y yo también le sonreí. Estaba nerviosa. Al llegar junto a él me saludó, dándome un beso en cada mejilla.

¡Hola! Estás guapísima – me dijo al verme con aquel vestido rojo que había elegido para la ocasión.

Gracias, tú también estás guapo.

¿Sabes? Me alegro de conocerte, por fin- añadió.

Yo también

Vamos a la cafetería.

Entramos en el hotel y nos dirigimos a la cafetería. Durante un cuarto de hora estuvimos hablando de nosotros mismos, apoyados en la barra, uno frente al otro, hasta que Perraca me rodeó por la cintura, atrayéndome hacía él y me besó. Aquel beso me pilló desprevenida, pero le correspondí y nuestras lenguas empezaron a bailar saboreándose. Sentí su sexo aumentando por la excitación y nuestras manos recorrieron nuestros cuerpos, por encima de la ropa. Había deseo entre nosotros y cuando dejamos de besarnos, nos miramos a los ojos y ambos buscamos la puerta del lavabo. No nos hicieron falta palabras. Perraca me cogió de la mano y casi me arrastró hasta el baño. Con disimulo y procurando que no nos vieran, nos metimos en él. Tras cerrar la puerta, nos lanzamos el uno en brazos del otro y empezamos a besarnos y acariciarnos lujuriosamente. Las manos de Perraca se deslizaron hacía la cremallera de mi vestido y la desabrocharon, mientras yo desabotonaba sus pantalones. Ambas prendas cayeron al suelo al unísono. Entonces las manos de Perraca me quitó el sujetador rojo, a juego con las bragas y el vestido, y acariciaron mis senos haciendo círculos y pellizcando mis pezones, mientras seguíamos besándonos. Yo trataba de acariciar su pene, masajeándolo, arriba y abajo. Ambos estabamos excitados, deseosos de disfrutar de nuestros cuerpos por primera vez. Repentinamente sentí la mano de Perraca deslizándose por entre mis bragas, buscando mi clítoris, que enseguida halló, y comenzó a masajear suavemente. Gemí sintiendo el placer que me proporcionaba aquella sabia mano, mientras le abrazaba y besaba con furia. Sus dedos acariciaban mis labios vaginales y se introducían en mi húmeda vagina que estaba deseosa de sentirle. Le deseaba como nunca había deseado a nadie, así que le supliqué:

¡Házmelo!

Perraca no se hizo derogar, me cogió en brazos, me sentó sobre el mármol del lavamanos, me quitó las bragas y metió su dedo en mi húmeda vagina, haciéndome estremecer. Ansiosa, miraba y trataba de tocar su precioso y erguido pene. Nos miramos a los ojos y enseguida sentí su pene en la entrada de mi vagina, pugnando por entrar. Perraca empujó hacía mí y sentí como me llenaba, le rodeé con mis piernas y le abracé. Nos besamos y sujetándome por las caderas comenzó a empujar con fuerza, una y otra vez. También yo trataba de empujar hacía él.

Nuestros cuerpos se disfrutaban mutuamente, ambos gemíamos sintiendo el placer que recorría nuestros cuerpos. Yo sentía aquel masculino sexo llenando mi vagina, resbalando por sus paredes, proporcionándome un agradable placer. Perraca empujada cada vez con más fuerza, mientras gemía excitado.

En pocos segundos ambos alcanzábamos el éxtasis al unísono, estremeciéndonos de placer. Cuando terminamos, nos besamos y nos separamos. Nos vestimos y salimos del lavabo, procurando que nadie se diera cuenta.

Entonces Perraca miró el reloj:

¡Uf, son las nueve ya! ¿Vamos?.

Vamos – le dije.

Me cogió del brazo y salimos del bar en dirección al salón comedor donde estabamos citados. Entramos y sólo había una autora, era una mujer de unos 40 años, morena y con el pelo largo, elegantemente vestida con un traje chaqueta de pantalón color blanco, en su acreditación ponía, Soletina. Nos dirigimos hacía ella y la saludé con un beso en cada mejilla, luego la saludó Perraca. Nos acercamos los tres a la mesa y nos sentamos en el lugar que teníamos asignado. Enseguida entraron un par de camareros con una botella de vino y nos sirvieron. Justo en ese momento entró Navegante (al que reconocí inmediatamente, era igual que en las fotos que había visto de él), le acompañaban dos bellas mujeres, Horny y Cristinahot ponía en sus cartelitos. Nos saludamos y ellos también ocuparon sus lugares. Eramos ya seis. Brindamos, y estábamos bebiendo, cuando vi entrar a Champs, dejé la copa sobre la mesa y corrí a abrazarle. Me lancé alegre sobre sus brazos diciéndole:

¡Qué alegría, conocerte por fin!

Yo también me alegro – dijo abrazándome.

Detrás de mí, Perraca había acudido a saludarle también, así que nos separamos y sin soltarme la mano derecha, Champs abrazó a Perraca con el brazo izquierdo.

Mientras volvíamos a la mesa entró otro hombre, me giré hacía él, era Trazada, mi querido Trazada. Me acerqué a él, y le di dos besos y nos dirigimos a la mesa. Trazada se sentó junto a Soletina y Champs a mi izquierda.

Miré el reloj, eran ya casi las 9:30 y todavía faltaban algunos invitados, pero enseguida aparecieron Moonlight y Superjaime, me limité a saludarlos con un simple hola y Moonlight se sentó junto a Perraca y Superjaime a continuación.

Ya sólo quedaban dos invitados, pero enseguida apareció un tipo de mi edad, moreno, alto y de ojos marrones, al verle y antes de leer su cartelito pensé: "Ese es Soc, seguro", el letrerillo de su solapa me lo confirmó, nos saludó lanzando besos al aire y guiñando un ojo y se sentó en una de las dos sillas aún vacías.

Empezamos a hablar entre nosotros y casi nadie se percató de la entrada de la última invitada. Cuando la vi ya estaba sentada en la mesa. Sherezade, ponía en su cartelito. Todos la aplaudimos; por fin estabamos todos.

Entonces Navegante, se puso en pie, alzó su copa y dijo:

Brindemos por nuestro anfitrión, Alex. Ya que gracias a él hemos podido conocernos.

Brindamos todos, poniéndonos en pie y chocando nuestras copas. Y en ese momento empezaron a entrar camareros y comenzaron a servirnos. Comimos, mientras charlábamos. Recuerdo que Perraca me preguntó si seguí preparando recetas afrodisiacas:

Por supuesto – le contesté.

Te faltó la receta de la "Zarzuela" en el hilo – dijo Champs.

Hablábamos del hilo de Recetas afrodisiacas que había abierto en el foro de Dr. Amor hacía meses.

La cena estaba cada vez más animada, comíamos y bebíamos sin dejar de charlar. Poco a poco los malos rollos existentes entre algunos de nosotros parecían ir desapareciendo. Así, vi como Champs empezaba a hablar con Moonlight (que estaba frente a él) y luego también Superjaime se unía a su conversación. Vi que Sociedad y Soletina, cogiendo su copa, se levantaban de la mesa y se dirigían a uno de los sofás que había junto a la pared. Así que, tanto yo, como Trazada, Sherezade y Cristinahot decidimos imitarles. Perraca se dirigió hacía el equipo de música que estaba junto a la chimenea y empezó a trastear con él. De pronto una música árabe empezó a sonar e inevitablemente todos miramos a Sherezade.

¡Qué nos haga la danza de los siete velos! – gritó Champs desde la mesa, visiblemente animado.

Lo siento, no sé bailarlo – respondió ella poniéndose roja.

Bueno, pues si nadie se anima, bailaré yo – dijo Moonlight subiéndose a la mesa.

Los que seguían en ella se levantaron y Moonlight empezó a contonearse, y su corta falda empezó a trepar por sus piernas. No sé como, pero empezamos a palmear y ella siguió contoneándose sensualmente.

Navegante, botella en mano llenó de Pacharán mi copa vacía. Todos bailábamos animadamente. De repente, empezó a sonar la música pop. Mecano fue el primer grupo que sonó y no pude resistirme a dejar que mi cuerpo bailara a su ritmo. Navegante se acercó a mí, me cogió por la cintura y nos pusimos a bailar sensualmente, pegándonos el uno al otro. El roce de nuestros cuerpos, el alcohol y el ambiente distendido hicieron que empezáramos a calentarnos y sentí el sexo de Navegante creciendo entre ambos. Me quité los zapatos, lanzándolos a un rincón, ya que me apretaban un poco, tras lo cual las manos de Navegante se deslizaron hacía mis glúteos, apretándolos suavemente.

Mis manos acariciaron la espalda de Navegante, mientras nuestros labios se unían en un húmedo beso. Sus manos sinuosas me bajaron la cremallera del vestido en un gesto imperceptible, me bajó los tirantes cuando oí la voz de Sociedad: "Perraca, las manos quietas" sonreí y miré hacía ellos, les vi a ambos con Cristinahot en medio, acariciándoles. Mi vestido cayó al suelo y Navegante se concentró en acariciar mi piel. Sus manos suaves exploraron cada palmo de mi cuerpo, luego me desabrochó el sujetador, me lo quitó y lo dejó caer al suelo. Sus manos se posaron sobre mis senos y los acarició dócilmente. Fue entonces cuando ambos vimos los condones depositados junto al equipo de música, que estaba tras de mí. Navegante los cogió y empezó a lanzarlos al resto de los compañeros. Vi a Sociedad cogiéndolos al vuelo, mientras su boca chupaba uno de los erectos senos de Cristinahot, Perraca hacía lo propio con el otro. Trazada también lo atrapó al vuelo. Mientras que el paquete que lanzó a Champs cayó sobre su torso desnudo y Moonlight lo recogió con los dientes. Vi como un paquete caía sobre la cabeza de Sherezade, y Superjaime y Soletina se lanzaron sobre ella para recoger otro. La escena que vi era fabulosa, digna de uno de nuestros relatos, evidentemente, todos completamente desnudos, desinhibidos y excitados disfrutando del sexo.

Entonces sentí que Navegante se arrodillaba frente a mí y me giré hacía él, tratando de concentrarme en lo nuestro. Sentí su boca, caliente y húmeda cerca de mí sexo, así que entreabrí mis piernas a la vez que me apoyaba en la pared, y enseguida noté su lengua iniciando un agradable viaje por mi húmedo sexo; repasando cada pliegue de mis labios vaginales, introduciéndose en mi vagina y lamiendo el pequeño botón de mi clítoris. Mi cuerpo se estremecía de placer.

Desde allí, podía ver a Cristinahot arrodillada en el suelo, chupando la polla de Perraca una vez y la de Sociedad otra, alternándolas, una tras otra. Aquello aún me excitó más y sentí mi sexo inundándose con mis jugos, mientras Navegante tenía un par de dedos metidos en mi vagina y los movía como si fueran un pene. Le miré a los ojos y le supliqué:

¡Métemela ya!

Su polla desnuda, estaba erecta y radiante. Navegante se puso en pie, me besó, acercó su sexo al mío, lo guió sabiamente, mientras yo le rodeaba con mis piernas, y me penetró. Luego sujetándome por los muslos empezó a moverse suavemente haciéndome sentir su sexo. Apoyé mi espalda en la pared, dejando que Navegante me penetrara una y otra vez.

Poco a poco mi cuerpo empezó a estremecerse, sintiendo el placer esparciéndose por todo mi cuerpo, hasta llegar al éxtasis final. Un leve gemido salió de mi boca, mientras Navegante seguía empujando hasta alcanzar su propio placer. Cuando ambos dejamos de convulsionarnos Navegante me dejó en el suelo, y ambos nos sentamos en el sofá observando a los demás.

Vi a Horny abrazada a Trazada, estremeciéndose ambos. Moonlight se echó sobre Champs tras las últimas convulsiones. Soletina, sobre la boca de Superjaime, gemía de excitación, a la vez que Sherezade sobre su polla se convulsionaba alcanzando el orgasmo. Oí a Soletina que le suplicaba a Superjaime: "no te corras todavía, que a mí también tienes que follarme", entonces las chicas intercambiaron su posición y vi como Soletina descendía sobre la polla erecta de su compañero. Un poco más allá Sociedad, sentado sobre la mesa, tenía a Cristinahot sentada sobre su erecto pene, disfrutándolo. Vi que Perraca se acercaba a ella y le decía algo al oído, tras lo cual, Cristinahot afirmó con la cabeza. Perraca enterró, entonces, su polla entre las menudas nalgas de Cris.

Enseguida empezaron a oírse los gemidos propios del éxtasis logrado. Vi a Moonlight, como tras quitarle el condón a Champs, hacía que este se corriera en su boca.

Alguien pensó que dejar por el suelo los condones no era propio de personas educadas, por lo que todos le imitamos depositando los condones en las bandejas que los camareros habían dejado. El silencio inundó el salón, algunos aprovecharon para refrescar sus gargantas.

Media hora más tarde la cosa volvió a ponerse al rojo vivo. Caricias, besos, toqueteos. Enseguida se desencadenó una nuevo orgía con evidentes cambios de pareja. Miré a mi alrededor y todos excepto Champs y yo estaban ya emparejados. Le miré sugerentemente y él a mí también. Creo que ambos llevábamos mucho tiempo, (casi desde que nos conocimos en el foro) imaginando y deseando aquello. Por eso ambos nos acercamos el uno al otro, nos abrazamos y nos besamos, mientras nos tumbábamos en el suelo, sobre la alfombra. Mis manos se deslizaron por el cuerpo de Champs, tras tumbarse boca arriba; con el dedo índice, marqué una línea desde su ombligo hasta su pubis, luego lo pasé despacio alrededor de sus huevos, y finalmente empecé a acariciar su pene dormido, que poco a poco fue despertando. Acaricié sus huevos, jugueteando con ellos, como si fueran dos pelotitas choqueteando en mis manos. El pene, cada vez se erguía más, y sentí deseos de besarlo. Acerqué mi boca a él, besé la punta, luego la lamí con delicadeza, marcando un húmedo círculo sobre el glande e introduciéndolo luego en mi boca, para chuparlo como un helado, una y otra vez, y otra, y otra. Sentía el dulce sabor de aquel deseado sexo en mi boca y sentía que lo deseaba más que nunca dentro de mí, lo que hacía que mi sexo se humedeciera. Champs excitado, empujaba levemente sobre mi cabeza. Decidí, entonces, lamer el tronco hasta la base, lamí un huevo y luego otro, y después los chupé y volví a ascender por el tronco hasta regresar al glande y lamerlo y chuparlo otra vez.

Champs tiró de mi pelo y me indicó:

Si sigues así me voy a correr.

Abandoné el dulce manjar y me puse sobre él, le besé mirándole fijamente a los ojos; luego, cogí su pene y lo guié hacía mi húmedo sexo, sintiendo como aquel duro instrumento se introducía en mí. Cuando por fin, estuvo completamente dentro de mí, nos abrazamos y Champs me empujó haciendo que nos quedáramos de lado sobre la alfombra. Champs empezó a arremeter, primero despacio, haciendo que su polla entrara y saliera de mí, mientras con su mano derecha estimulaba mi clítoris haciéndome sentir el dulce placer del sexo. Ambos comenzamos a gemir excitados, mientras nos besábamos apasionadamente. Poco a poco, Champs fue aumentando el ritmo de sus acometidas, a la vez que con su mano libre acariciaba mis senos. La excitación aumentaba entre ambos, gemíamos sin parar y Champs cada vez empujaba con más rapidez, haciendo que mi sexo se llenara de jugos y sintiera aquel inconfundible cosquilleo previo al orgasmo, que se acercaba irremediablemente, hasta hacerme explotar en un éxtasis maravilloso. Mí cuerpo se convulsionó durante unos segundos y cuando dejé de estremecerme, Champs sacó su sexo de mí, y me hizo poner a gatas sobre la alfombra. Se situó tras de mi y sentí uno de sus dedos hurgando en mi sexo, acariciando mis labios vaginales con mucha delicadeza, haciendo que mis jugos se esparcieran por todo mi sexo, hasta mi ano. Introdujo uno de sus dedos en mi agujero trasero y lo movió dentro y fuera un par de veces. Luego sentí su lengua húmeda y caliente moviéndose sinuosa desde mi clítoris hasta mi ano, introduciéndose luego en él y produciéndome un agradable placer. Volvió a restregar su lengua por mi vagina hasta mi clítoris y jugueteó con él, mordisqueándolo y golpeando sobre él con la lengua, mientras introducía dos dedos en mi ano.

Gemí excitada, deseando volver a sentirle dentro de mí. Y no sé hizo esperar mucho, sentí que se acomodaba tras de mí, y guiaba su pene erguido hacía mi vagina, penetrándome fácilmente, debido a la extrema humedad de mi sexo excitado. Seguidamente, se recostó sobre mi espalda, sentí su aliento en mi oído y sus manos abarcando mis excitados senos. Empezó a moverse suavemente, poco a poco, en una lentitud torturadora que me hacía sentir como su sexo salía casi completamente y volvió a entrar lenta y perfectamente en mí.

¡Ah, sí! – gemí excitada.

Champs se incorporó y sujetándome por las caderas comenzó a acelerar sus movimientos, mientras introducía un par de dedos en mi ano. La excitación fue aumentando gradualmente en mi cuerpo, Champs sabía como moverse para hacer que mi sexo se electrizara en cada embestida. Y cuando estaba a punto de correrme por segunda vez, sacó su sexo de mi vagina y lo llevó hasta mi ano introduciéndolo con suavidad. Sentí como entraba con bastante facilidad, debido a la humedad recogida de mi vagina y la relajación que el deseo me daba. Una vez totalmente dentro de mi agujero trasero, Champs al sentir la estrechez empezó a moverse rápidamente, empujando rebelde contra mí una y otra vez. También yo retrocedía hacía él para sentir su sexo en mí. Gemíamos y nos estremecíamos salvajemente al unísono, cuerpo contra cuerpo, hasta que el placer se escapó por todos nuestros poros, dándonos un maravilloso y sincronizado orgasmo que nos hizo gritar a ambos y tras el cual caímos derrotados sobre la alfombra.

Unos minutos más tarde, Champs me abrazó y me susurró al oído:

Vamos junto al fuego. Te estás quedando helada.

Tenía razón, sentía un aire gélido sobre mi piel, así que nos acercamos a la chimenea junto a la que ya estaban sentados algunos de nuestros compañeros. Así, el calor del lar sobre mi cuerpo y mi cara hizo que el sopor me venciera, y terminara apoyando mi cabeza sobre el hombro de Champs y cerrara los ojos, mientras él fumaba un cigarrillo que le había ofrecido Sociedad. En ese momento, la voz de un camarero me sacó de mi ensueño:

Los Señores tiene a su disposición las 6 mejores habitaciones del hotel, por si desean descansar. Pueden ocuparlas de inmediato. Y no se preocupen por sus ropas, serán recogidas, lavadas y devueltas antes de que abandonen esta casa.

No pusimos en pie. Busqué a Perraca con la mirada y le sonreí, él me devolvió la sonrisa acercándose a mí, y cogidos de la mano nos encaminamos hacía la puerta donde un par de camareros nos pusieron un albornoz a cada uno y otro nos acompañó hasta una de las habitaciones.

¡Vaya cena! – exclamé entrando en el baño de la habitación - ¡Jolín, ven a ver esto Perraca!

El baño era grandioso y en una esquina había un jacuzzi lleno de agua y puesto en marcha.

Perraca entró en el baño:

¡Guau, habrá que probarlo!.

Me cogió por la cintura y me besó. Sentí sus manos desabrochando el cinturón de mi albornoz y abriéndolo para dejar al descubierto mi cuerpo desnudo. Me lo quitó y sin pensarlo me metí en el jacuzzi. También él se quitó el albornoz y se metió. El agua estaba caliente, y las burbujas masajeaban nuestros cuerpos, Perraca se acercó a mí, pasó su brazo por detrás de mis hombros, aproximó su boca a la mía y me besó. Sentí su mano por debajo del agua acariciando mi pierna. Mi piel se erizó y sentí la otra mano masajeando mi pecho. Deslicé mi mano hacía su sexo, que ya estaba erecto. Acaricié sus huevos, y luego su sexo con suavidad. Seguíamos besándonos, mi lengua bailaba con la suya. Sus dedos acariciaron mi pubis, de modo casi imperceptible, pero muy excitante. Sentí el cosquilleo en mi sexo, los dedos moviéndose en busca del clítoris, que empezó a masajear en círculos. Mi cuerpo empezó a vibrar, ardiendo de deseo, humedeciéndose de placer. Mientras yo sobaba su sexo, moviéndolo arriba y abajo. Nuestros cuerpos ardían en un fuego intenso. Perraca dejó de besarme, tomó aire y se hundió en el agua, me separó las piernas y sentí su lengua lamiendo mi clítoris y mi vagina con mucha suavidad. Aquella dulce caricia, unida al masajeo del agua, me provocó un agradable espasmo de placer. Perraca salió del agua y se sentó a mi lado. Entonces tomé aire, y fui yo la que se hundió bajo el agua, me introduje el glande en la boca, lo chupé y lamí con vehemencia y luego salí para tomar aire de nuevo. Nos miramos a los ojos y nos besamos. Perraca me acercó a él, yo me abrí sentándome sobre sus piernas, guié su erecto sexo hacía el mío y dejé que me penetrara. Sin dejar de mirarle a los ojos con cara de pantera, puesto que estaba muy excitada, empecé a cabalgar sobre aquel potente instrumento, sintiendo como se hundía en mi, como me llenaba, como rozaba las paredes de mi vagina y me producía el inconfundible placer que sólo el sexo proporciona. Perraca también empujaba hacía mí haciéndome sentir más profundamente su pene, mientras masajeaba mis senos y los besaba y lamía con suavidad. Me abracé a él, y él también me abrazó, sentí sus manos descendiendo por mi espalda hasta mis nalgas. Las apretó con fuerza y enseguida sentí uno de sus dedos introduciéndose en mi ano, lo que me provocó un fuerte espasmo de satisfacción.

¡Uhmmmm, me pones a mil! – me susurró al oído.

Eso hizo que aún me excitara más y empezara a cabalgar con más fuerza sobre su polla, hasta lograr que mi cuerpo estallara en un demoledor orgasmo. Así, y sin casi darme tiempo a nada, Perraca me hizo poner de rodillas sobre el asiento, de espaldas a él, y guió su pene hacia mi agujero trasero empujando con rudeza, haciéndome gemir de placer. Enseguida empezó a arremeter contra mí, mis senos se bamboleaban al ritmo de sus arremetidas, mientras él me sujetaba por las caderas y empujaba una y otra vez. Mi cuerpo se estremecía, mi piel se erizaba y sentía que mi sexo volvía a humedecerse, y que un nuevo orgasmo empezaba a extenderse desde mi sexo hasta el resto de mi cuerpo, por todos los poros de mi piel. Estallé de nuevo, justo en el mismo instante que también Perraca estallaba en mi interior llenándome con su caliente semen. Cuando ambos dejamos de convulsionarnos, me abrazó y me besó en el cuello. Luego se apartó de mí y ambos salimos del jacuzzi. Nos secamos y le dije a Perraca:

Estoy agotada ¿vamos a dormir?.

Sí, creo que por hoy ya tenemos suficiente.

No sé que hora sería, pero como de costumbre me desperté a altas horas de la madrugada. Durante unos minutos traté de volver a dormir, pero el maldito insomnio me lo impidió. Después de dar vueltas y más vueltas sobre la cama decidí levantarme. Fui al lavabo, me lavé la cara, luego me puse el albornoz y tras salir decidí ir dar una vuelta. El pasillo estaba desierto, y avancé por él hacía la sala común que estaba al final. Tras las puertas de las habitaciones se oían ruido en algunas, en otras ronquidos, y en otras nada. Llegué hasta la sala de estar, donde había una tele justo frente a la puerta y tres sofás a su alrededor, en uno de ellos mirando la televisión estaba Sociedad.

¿Qué haces aquí? – le pregunté curiosa.

Nada, no podía dormir, ¿y tú, Princesa?.

Yo tampoco podía dormir.

También él llevaba el albornoz puesto.

¿Me puedo sentar tu lado? – le pregunté.

Por supuesto, princesa.

Sabía que me encantaba que me llamara así, por eso no paraba de decírmelo. Me senté junto a él e instintivamente recliné mi cabeza sobre su hombro, mientras él pasaba su brazo por detrás de mis hombros y me abrazaba contra él.

¿Qué estás viendo? – le pregunté mirando el televisor.

Nada interesante, las chicas guapas de la teletienda. ¿Qué te ha parecido la cena? – me preguntó.

Bien, muy bien. Aunque debo confesar que me hubiera gustado coincidir contigo – le dije con tono sensual.

¡Uhmmmm! Ya está atacando mi Princesa.

Si, ya me conoces – dije, introduciendo mi mano por su albornoz en busca de su sexo.

Sociedad suspiró, me miró a los ojos, me besó y añadió:

¡Uhmmmm! ¿Realmente eres como las protagonistas de tus relatos?

No sé, pero estás a punto de descubrirlo. – le respondí, apartando la tela del albornoz y dejando al descubierto su ya erecto sexo, que se alzaba ante mí imponente.

Me recliné sobre él, y di un suave lametón sobre la punta, el sexo se movió. Seguí lamiendo el glande, trazando círculos sobre él, me lo introduje en la boca y comencé a chuparlo. Primero tranquilamente y después acelerando el ritmo, usando mi boca como si fuera mi vagina, tragando aquel maravilloso instrumento. Sociedad puso sus manos sobre mi cabeza, acompañando los movimientos de esta sobre el erecto falo, que me sabía a gloria.

Sociedad dirigió una de sus manos hacía mi culo, apartó la tela del albornoz, y descendiendo despacio buscó mi sexo. Sentí su dedo índice alcanzando mi vagina y como empezaba a masajear mis labios vaginales, mientras yo seguía lamiendo aquel delicioso manjar, descendiendo con mi lengua por el duro tronco, hasta alcanzar los huevos, que chupeteé también. Mi cuerpo se estremeció al sentir el dedo de Sociedad entrando en mi sexo húmedo y deseoso.

Que agradable sensación. Decidí incorporarme, besé a Sociedad en los labios y me puse sobre él, guiando su erecto pene hacía mi húmeda vagina. Muy despacio, descendí sobre el aparato y dejé que me penetrara. Sentí como me llenaba y enseguida empecé a cabalgar sobre él. Mi cuerpo ardía de deseo, llevaba toda la noche deseando ser poseída por Sociedad, y no pensaba desaprovechar aquella oportunidad que se me acababa de presentar.

Estaba cabalgando sobre aquel erecto pene, sintiendo las manos de Sociedad masajeando mis senos, cuando oí una sensual voz femenina diciendo:

¡Vaya, vaya, veo que os estáis montando una fiestecita solos!.

Mire hacía la puerta y vi a Sherezade observándonos.

¡Ven aquí, preciosa y únete! – la invitó Sociedad.

Sherezade se acercó a nosotros, se sentó junto a Sociedad y la miré fijamente a los ojos. Seguí cabalgando a Sociedad, mientras acercaba mi boca a la de Sherezade y la besaba tiernamente. Ella también llevaba el albornoz del hotel puesto, así que le desabroché el cinturón y dejé libres sus turgentes pechos. Enseguida la mano de Sociedad se deslizó entre las dos y acarició uno de los pechos de Sherezade, mientras la otra seguía afanada acariciando mi seno izquierdo. Sherezade por su parte tampoco se mantuvo quieta, su mano derecha se deslizó hacía mi sexo y sentí como hurgaba en busca de mi clítoris, que empezó a masajear. Empecé a gemir excitada, pues aquellas caricias de Sherezade, unidas a la profunda penetración de Sociedad en mi sexo, hacían hervir mi sangre, produciéndome un agradable placer.

Dejé de besar a Sherezade, y vi como la mano de Sociedad se deslizaba sinuosa hacía su sexo. Dirigí mis manos hacía los senos de Sherezade y los amasé y acaricié, apreté sus pezones, mientras Sociedad acariciaba el sexo de nuestra compañera y ésta gemía placenteramente. Yo seguía cabalgando sobre el erecto pene masculino, que poco a poco me llenaba más, se hinchaba dentro de mí, produciéndome el mejor de los placeres, haciendo que mi cuerpo se convulsionara. También Sherezade estaba apunto de lograr el placer, ya que Sociedad le había metido un par de dedos en la vagina y los movía dentro y fuera de ella como si fueran un pene.

En pocos segundos el orgasmo explotó en mi cuerpo, y también Sociedad se corrió al sentir los espasmos que mi vagina producía sobre su pene. Sherezade tardó sólo unos pocos segundos en correrse gritando de placer.

Me senté junto a Sociedad y apoyé mi cabeza sobre su hombro, a la vez que Sherezade hacía lo mismo. Cuando desperté, el sol empezaba a entrar por las ventanas.

¡Chicos, despertad! – traté de despertar a Sociedad y Sherezade. – Tenemos que irnos ya.

Ambos abrieron los ojos despacio, nos levantamos y volvimos a nuestras habitaciones.

Cuando entré en la mía, Perraca aún estaba durmiendo. Entré en la ducha, me bañé y volví a ponerme el albornoz. Cuando salí del baño Perraca ya estaba levantado.

Acaban de traernos la ropa – me dijo.

Cogí mi vestido y mi ropa interior y me los puse, mientras Perraca entraba en la ducha.

Cuando ambos estuvimos listos salimos de la habitación y bajamos al Hall, algunos estaban allí esperando a que saliéramos el resto, cuando estuvimos todos apareció un tipo que dijo ser Alex y nos dio un DVD a todos y cada uno de nosotros y nos agradeció que hubiéramos asistido a la cena. Luego se despidió de nosotros.

Seguidamente, le di mi dirección y teléfono a Perraca, Sociedad y Champs y a algunos más. Me despedí casi con lágrimas en los ojos de Navegante, pues sabía que viviendo en Argentina tardaríamos en volver a vernos. Y prometimos seguir todos en contacto para repetir aquella experiencia alguna otra vez.

Erotika (Karenc) del grupo de autores de TR.

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¡Maldito cabrón!

Dolor y placer

Calor

Magnetismo

Nuestra Travesura

Diosa

Al sol del verano

A 300 por hora, detrás de tí

Mathew

Un simple mortal

Amor a dos bandas

Vale la pena amarte

Sólo tú

El más dulce tabú

Amores que matan

Poesía Virtual

Nuestra Pequeña Isla

Cuando Sociedad encontró a Erótika

Angel

Siete besos

Maldito oceano atlantico.

Infiel

Trio virtual

El nuevo instrumento de Data

El pirata y la princesa

Labios de fresa

¡Vaya con la nena!

La srta. Bibiana

Rafa, Mario y Sara

La tarde aburrida de Wilma

Mousse de chocolate

Una chica para Rafa

Imaginandote a solas

Desierto de amor

Mi fantasía erótica

La mesa de billar

El helado (2: Irene pierde su virginidad)

El helado

Las apariencias engañan: La boda

Comprometidos

El desconocido

El novio de mi amiga

Una noche loca

Abuelo

La fiesta

Al calor del amor en un bar

El técnico de la nevera

El amigo de mi padre

El secuestro

Vacaciones en Cuba

Pasión en la cocina

Una nueva experiencia con Maripaz

La pasión nos venció

Mi primera experiencia lésbica

Vaya noche

El cliente de Francisco

El presidente y la secretaria

La encerrona

El modelo

La Fantasía de mi novio

El hombre de mi vida (5 - Final)

Mi ginecólogo

Buscando un semental

El hombre de mi vida (4)

El hombre de mi vida (2)

El hombre de mi vida (3)

El hombre de mi vida