UNA NUEVA EXPERIENCIA CON MARIPAZ.
Vuelvo de nuevo para contaros como sucedió mi segundo encuentro con Maripaz. Sucedió tras regresar de las vacaciones, teníamos que preparar el inicio del nuevo curso, aquel día yo me sentía triste y Maripaz lo notó enseguida. Nuestra relación en los últimos días y tras lo que sucedió entre nosotras se había intensificado. Yo estaba en mi habitación arreglando los libros cuando entró Maripaz.
¿Te pasa algo? me preguntó. Llevas todo el día muy triste.
No, estoy bien. Será por el regreso a la rutina. le dije.
Entonces Maripaz se acercó a mí y me dio un beso en la boca, me desnudó poco a poco sin dejar de besarme, mientras también ella se desnudaba, cuando ambas estuvimos desnudas Maripaz tomó la iniciativa y comenzó lamiendo y chupando mis pechos, chupeteó mis pezones, los succionó y los lamió provocándome un gran placer, cuando consideró que ya estaba preparada, me hizo sentar al borde de la cama, con las piernas abiertas y acercando su boca a mi sexo empezó a lamer mis labios sexuales muy suavemente, dando pequeños lengüetazos sobre mi clítoris haciéndome estremecer de placer; introdujo su lengua en mi sexo, varias veces en un rápido movimiento logrando que entre espasmos y gritos de placer alcancé el primer orgasmo. A continuación Maripaz se puso en pie y empujándome levemente me hizo recostar sobre la cama y entonces ella se subió a la cama, se puso sobre mi formando un sesenta y nueve y de nuevo se volvió a lamerme el sexo, pasaba su lengua por mi sexo suavemente, luego daba lengüetazos sobre mi clítoris y terminaba introduciéndola en mi vagina. Yo trataba de hacer lo mismo sobre su sexo aunque tal vez un poco más torpemente. El placer entre ambas era total.
Repentinamente Maripaz se incorporó, y abandonó la cama diciendo:
Vamos a probar algo nuevo se dirigió al su cajonera (desde el regreso de vacaciones compartíamos habitación), abrió un cajón y sacó un dildo, se acercó de nuevo a la cama, se subió a ella, se colocó el dildo y yo le ayudé. Era casi perfecto, como un pene humano y bastante grueso y largo. Lo untamos con una crema especial, mientras Maripaz con cara traviesa me decía:
Ya verás como te gusta.
Terminamos de untarlo y Maripaz añadió:
Me sienta bien.
Nos besamos en los labios y yo me puse a cuatro patas de espaldas a ella, Maripaz restregó el aparato por mi vagina, hasta encontrar el agujero, entonces lo introdujo muy despacio, pues era bastante grueso.
¡Ah, ah! gemí yo mientras ella introducía el dildo muy despacio.
Luego, también despacio inició un movimiento de mete-saca, mientras yo retrocedía para sentir más adentro aquel instrumento. Poco a poco Maripaz aceleró sus movimientos.
¡Oh, ah! gemí yo.
¿La sientes bien? preguntó ella.
Si, la siento mucho respondí yo excitada - ¡oh, así!
Maripaz se movía despacio a lo que yo gemí:
¡Más, ah, fuerte!
Ella aceleró su mete-saca.
¿Así? preguntó de nuevo.
Sí, así respondí yo sintiendo el aparato entrando y saliendo de mi vagina y produciéndome un agradable placer.
Maripaz se movía suave, pero firmemente y con rapidez mientras sus manos acariciaban mis nalgas y sentía aquel instrumento rozando mis paredes vaginales. De repente, Maripaz se echó sobre mi espalda, buscó mi boca con su boca y nos besamos dándonos la lengua, mientras su mano acariciaba uno de mis pechos y luego descendía hasta mi clítoris y volvía a ascender hasta mis tetas para acariciarlas suavemente sólo como una mujer sabe hacerlo. Cuando dejó de besarme volvió a incorporarse y continuó con el mete-saca en un rápido movimiento acompasado con el mío.
¡Ah, ah, ah! gemía yo.
Volvió a recostarse sobre mi espalda para empujar con más fuerza introduciendo todo el aparato, mientras yo retrocedía hacía ella, me acarició los pechos y luego volvió a incorporarse y sujetándome por las caderas empezó un frenético mete-saca, sabiendo que yo estaba a punto de correrme.
¡Oooohhhh, oh! gemía ella y en un alegre gimoteo alcancé mi orgasmo mientras ella empujaba sin cesar.
Hasta que terminé de convulsionarme y sacó el dildo de mí. Nos miramos y nos abrazamos.
¿Te ha gustado? me preguntó.
Desde luego ha sido genial.
¿Qué tal si intercambiamos los papeles? preguntó.
De acuerdo acepté yo.
Bien, vamos al sofá.
Nos bajamos de la cama y ella se quitó el dildo y me lo díó a mí. Nos dirigimos al sofá y ella se recostó en él con las piernas abiertas mientras yo me ponía el dildo. Me acomodé de rodillas entre sus piernas y dirigiendo el instrumento hasta su sexo la penetré suavemente y con cuidado muy despacio, a la vez que acariciaba su vientre y sus pechos. Conseguí introducirla la mitad del aparato y entonces le pregunté:
¿Te gusta?
Ella con voz excitada dijo:
¡Oh, sí!
¿La quieres más adentro?
¡Oh, sí, un poco más! musitó ella.
Le introduje un poco más y empecé a moverme adelante y atrás al igual que ella.
¡Oh, me gusta, como la siento! dijo excitada.
Yo me movía despacio haciendo que el sexo entrara y saliera despacio una y otra vez.
Maripaz se incorporó y empezó a besarme y acariciarme los pechos, yo también se los acaricié a ella, luego volvió a acostarse y empecé a moverme más deprisa. Maripaz volvió a recostarse y comenzó a gemir:
¡Ah, ah!
Alargó sus brazos y cogiéndome por el cuello me abrazó fuertemente diciendo al borde del éxtasis:
¡Ah, empuja fuerte!
Yo empujé y empujé hasta que ella dejó de convulsionarse alcanzando el orgasmo. Cuando terminó nos abrazamos. Tras eso saqué el dildo de ella, y me lo quité.
¿Cómo estás? me preguntó Maripaz.
Mucho mejor, eres la mejor amiga que pueda tener.
Volvimos a abrazarnos y nos acostamos en la cama juntas. En pocos minutos nos dormidos.