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El modelo

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EL MODELO

Me llamo Victoria y trabajo como modelo de fotografía para catálogos, con lo que me pago mis estudios de psicología en la Universidad. Tengo 21 años y soy bastante normal.

Lo que voy a contar me sucedió hace unos meses. Era Enero y llevaba unas semanas sin recibir ninguna llamada de la agencia.

Ya sabes que en Enero no hay mucha cosa. – me dijo Yolanda, mi representante.

Pero algo habrá, algún catálogo, no sé, cualquier cosa.

Bueno, tengo algo para una escuela de dibujo, pero no sé si te interesa. – me anunció.

Mientras me paguen lo suficiente para sobrevivir, me basta. Ya lo sabes – le dije.

Esta bien.

Yolanda me dio la dirección y la hora a la que debía estar y el nombre de la persona por la que debía preguntar.

Así al día siguiente fui a la escuela, en la secretaría pregunté y enseguida se acercó a mí un chico joven de unos 35 años moreno y con un aspecto muy moderno.

Yo soy el profesor, me llamo Luís. Ven conmigo, la clase empieza en cinco minutos.

Nos dirigimos hacía la clase mientras él me explicaba lo que debía hacer. Me contó que no posaría sola, sino que lo haría con un chico que llevaba ya bastante tiempo haciéndolo, que tenía unos 25 años y que seguro que me entendería con él. Al llegar a la clase los chicos se sentaron cada uno en su sitio nada más verle.

Ven – me indicó acompañándome hasta una puerta que había tras su mesa y junto cuando él iba a abrirla salió un chico que llevaba una bata. Era bastante guapo, moreno, de ojos negros y bastante alto.

Mira este es Fede – me lo presentó Luis.- Esta es Victoria.

Mucho gusto – dijo el chico tendiéndome su mano.

Lo mismo digo – le dije.

Bueno, aquí dentro puedes desnudarte, ahí tienes una bata. – me indicó el profesor.

Entré en la pequeña habitación y Luís cerró la puerta tras de mí. Me desnudé y me puse la bata y salí de la habitación.

¿Ya estás lista? – me preguntó Luís.

Sí.

Ven – me indicó cogiéndome de la mano, me llevó hasta la tarima donde estaba Fede de pie esperándome y Luís me indicó como debía ponerme frente a él. Luego cuando ya estabamos colocados nos dijo:

Ya podéis quitaros las batas.

Ambos lo hicimos y al ver el cuerpo perfecto de Fede me quedé impresionada, no tenía ni un solo gramos de más y tenía el cuerpo perfectamente musculado y esculpido. Me sentía avergonzada a su lado.

Bien, ahora abrazaos – nos pidió Luís.

Un poco incómoda me acerqué a Fede y nos abrazamos.

Tranquila – dijo él al notar mis nervios – no pasa nada.

Sentí sus brazos rodeando mi cintura y apretándome contra él y su sexo entre mi piernas.

Muy bien, así es perfecto – dijo Luís.

Durante un buen rato nos quedamos así mientras los alumnos dibujaban y Luís les daba algunas indicaciones. Finalmente Luís nos dijo:

Ya podéis vestiros.

Así pues, tanto Fede como yo nos pusimos la bata y nos dirigimos a la habitación. Entramos y Fede cerró la puerta con el cerrojo.

¿Eres nueva en esto, verdad? – me preguntó Fede.

Sí. ¿Tú llevas mucho?

Unos dos años ¿nos sentamos? – me propuso indicándome el sofá- debes estar cansada.

Bueno – acepté sentándome.

¿Quieres un café? – me ofreció.

No, gracias.

Te has puesto muy nerviosa, ¿verdad?

Si, lo siento, no he podido evitarlo – me disculpé.

No te preocupes con el tiempo se pasará. También me he dado cuenta que no te he sido indiferente – se insinuó.

Me sonrojé y traté de excusarme:

Lo siento yo...

Entonces cogió mi mano entre las suyas:

¡Oh, no te preocupes! ¡Debo decirte que para mí también ha sido difícil tratar de mantener el tipo para no excitarme! Tienes un hermoso cuerpo.

Gracias.

Me levanté del sofá y me dirigí hacía la silla donde había dejado mi ropa, cogí mis bragas para ponérmelas. Pero Fede que también se había levantado y estaba tras de mí, me las quitó de las manos diciéndome:

Ahora no te harán falta.

Me mantuve quieta, mientras él me desataba la bata y me la quitaba.

Eres muy hermosa – dijo tirando la bata sobre el sofá.

Con su mano acarició mi largo y lacio pelo y a continuación también él se quitó la bata.

Yo seguía inmóvil y muy nerviosa. Fede cogió mi mano derecha y la dirigió hacía su sexo que estaba totalmente erecto.

Mira, está así por ti – me advirtió susurrando en mi oído – desea poseerte.

¿Aquí? ¿Ahora? – pregunté nerviosa y asustada.

No te preocupes. En esa clase aún le queda un rato y además he cerrado con pestillo. Vamos masajéala – me suplicó.

Empecé a acariciar la verga erguida de arriba abajo, cuando sentó como su mano acariciaba mis nalgas, mi cuerpo se erizó. Dirigió su mano hacía mi sexo y lo acarició suavemente. Sentí su dedo moviéndose, acariciando mi sexo y luego introduciéndose en mi vagina. Lo movió diestramente, mi cuerpo se erizó:

¡Oh, ah! – gemí.

Eso es cariño – musitó él.

Yo seguía acariciando su sexo, pero repentinamente apartó mi mano y guió su miembro hasta mi agujero vaginal, yo entreabrí un poco más las piernas y sentí como aquel instrumento se introducía insondablemente en mi.

¡Ah! – gemí.

¿Te gusta, eh?

¡Oh, si! ¡Sí! – musité.

Fede me abrazó y empezó a moverse muy lentamente, sentí como su falo entraba y salía de mí, mientras sus manos acariciaban mi cuerpo de arriba abajo y se detenían en mi sexo. Una de sus manos buscó mi clítoris y al encontrarlo comenzó a masajearlo.

¡Oh, ah, ah! – gimoteé.

Mi cuerpo vibraba de placer mientras su verga seguía acometiendo contra mí una y otra vez.

Eso es, zorra, disfruta – murmuraba él en mi oído mientras con la mano que tenía libre masajeaba mis senos.

El placer era maravilloso.

Vamos, córrete – me dijo al oído mientras su sexo se movía cada vez más rápidamente.

¡Aaaaahhhh! ¡Sí, síííí! – gritaba yo.

Fede me penetraba una y otra vez sin parar, cada vez con más fuerza y gemía también al igual que yo. Las piernas me flaqueaban, apoyé la cabeza sobre el hombro de Fede. Él seguía embistiéndome, hasta que mi cuerpo estalló en un éxtasis demoledor, tras el cual sentí como extraía su sexo de mí y expulsaba todo su semen sobre mi culo.

¡Guau! – gritó - ¡Ha sido increíble!

Me abrazó entonces fuertemente y tras ponerme la bata me llevó hasta el sofá y me hizo sentar en él.

Tendríamos que vestirnos ¿no te parece? – me preguntó.

Oye ¿haces esto muy a menudo? – le pregunté

¿El que?

Follar con tu pareja de pose.

Bueno, eres la primera, de verdad. Es que cuando te he visto no he podido evitarlo – me explicó – me he sentido atraído por ti y claro...

Se sentó junto a mí, acarició mi largo pelo y me besó apasionadamente. Entonces llamaron a la puerta.

Chicos, la clase ha terminado. – dijo Luís desde el otro lado de la puerta.

Ahora salimos – respondió Fede.

Nos vestimos rápidamente y salimos de la habitación:

Bueno ¿cómo estás? – me preguntó el profesor.

Bien.

Yo me voy tengo cosas que hacer, hasta mañana – se despidió fugazmente Fede.

Quise decirle que me esperara pero ya había salido de la clase.

Lo has hecho muy bien. Fede es muy bueno y enseguida transmite tranquilidad a sus parejas. ¿Ha pasado algo entre vosotros ahí dentro? – me preguntó Luís.

No, no, sólo hemos hablado un poco. – le mentí.

Bueno, ten cuidado por que no es trigo limpio – me advirtió – Ya le ha destrozado el corazón a unas cuantas.

No te preocupes. Tendré cuidado . – Traté de tranquilizarlo.- Me voy, nos veremos mañana.

Sí, hasta mañana.

Después de eso me fui a comer a un pequeño restaurante cercano a la escuela y cuando terminé me fui a casa. Y al entrar en el portal sentí que alguien me empujaba hacía dentro, por lo que me asusté bastante.

Tranquila – me dijo la conocida voz de Fede al oído – Ven.

Me arrastró hasta el hueco que quedaba bajo la escalera y poniéndose frente a mí me besó con pasión.

¡Dios, me vuelves loco! – dijo Fede cuando nos separamos.

Subamos a mi casa – le pedí.

No, no. Hagámoslo aquí.

Pero... – intenté protestar, pero Fede volvió a besarme y sus manos empezaron a subir mi falda, sentí una de sus manos introduciéndose en mis bragas y empezó a acariciar mi clítoris.

Seguidamente se puso de rodillas en el suelo, entre mis piernas, me bajó las bragas y noté como su lengua lamía mi clítoris y entreabrí las piernas, mientras su lengua pasaba por mi sexo haciéndome enloquecer. El saber que en cualquier momento podía entrar alguien y descubrirnos me ponía nerviosa y a la vez aumentaba mi excitación.

Repentinamente Fede dejó de lamerme e introdujo un dedo en mi vagina, y luego otro y empezó a meterlos y sacarlos como si fueran un pene, a la vez que con su lengua lamía mi clítoris. Mi cuerpo se convulsionaba de placer.

¡Ah, ah! – gemía hasta que alcancé el primer orgasmo tras el cual Fede exclamó.

Fabuloso.

Se levantó, se bajó la cremallera y extrajo su erecto y largo sexo que acaricié.

¡Ven! ¡Date la vuelta! – me ordenó poniéndome cara a la pared.

Entonces guió su sexo hasta mi húmeda vagina y lo introdujo.

Eso es – musitó.

¡Ah, oh! – gemí yo al sentirle en mi interior.

Comenzó a empujar rápidamente y tras unas cinco o seis embestidas sacó su sexo de mí, lo guió hasta mi ano y separando mis nalgas con sus manos me penetró de un solo empujón.

¡Aaaaayyy! – grité al sentir un dolor caliente y demoledor.

Fede me tapó la boca y acercándose a mi oído me susurró:

Tranquila. Me encanta tu culito, ya verás como te gusta.

Fede comenzó a empujar y poco a poco el dolor fue desapareciendo y dejó paso al placer. Fede me sujetaba por la cadera, controlando los movimientos, primero impulsando su sexo hacía mi interior lentamente y luego algo más lentamente y luego algo más rápidamente.

¡Oh, Dios que maravilloso placer! – profirió Fede con un tono lleno de pasión.

¡Oh, ah, ah! – gemí yo al sentir como el placer crecía poco a poco en mi cuerpo.

En pocos segundos alcancé el orgasmo a la vez que también Fede lograba el éxtasis. Entonces sacó su sexo de mí, me abrazó y tras arreglarse un poco cogió mis bragas del suelo y se las metió en el bolsillo. Me di media vuelta, entonces él me dio un beso y dijo:

¡Hasta pronto, princesa! ¡Nos veremos!

Salió del portal y me dejó allí sola sin darme tiempo a que dijera nada. Cuando salí a la calle había desaparecido.

Desde aquel día no volví a verle. Yo volví a ir a las clases de dibujo, para hacer de modelo, pero él no ha vuelto en todos estos meses. Yo cada día cuando entro en mi portal espero y ansió que me abordé como aquella tarde, pero lamentablemente, aquello no se ha vuelto a repetir.

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