miprimita.com

El primer día (4: La sombra de una duda)

en Hetero: Infidelidad

EL PRIMER DÍA (4ª parte. La sombra de una duda.)

Para saber que ha sucedido hasta llegar aquí debes leer:

EL PRIMER DÍA (1ª PARTE: CONOCIÉNDONOS). http://www.todorelatos.com/relato/37197/ 

EL PRIMER DÍA (2º PARTE. SINTIÉNDONOS). http://www.todorelatos.com/relato/37422/

EL PRIMER DÍA (3º PARTE, AMÁNDONOS). http://www.todorelatos.com/relato/37586/

 

Pasé la tarde muy nerviosa. Esperando la hora de que mi marido se fuera. Le preparé la maleta con todas las cosas que me había dicho que necesitaba.

Cuando llegó del trabajo ya estaba todo listo. Se cambió, se duchó y se despidió de mí, dándome un apasionado beso en los labios justo antes de salir por la puerta.

Una vez se hubo marchado empecé a darle vueltas a mi cabeza. ¿Por qué le había sido infiel, en realidad, a mi marido? ¿Había dejado de amarle? ¿O había otras razones?. Indudablemente, seguía amándole, jamás desde que había empezado con Pierre había pensado en dejar a mi marido, ni una sola vez. Pero supongo que Pierre me daba la pasión que se había apagado en mi relación con mi marido, le daba color a mi vida, un color que hacía tiempo había perdido, me daba ilusión y eso era lo que me movía a seguir con aquella relación extramatrimonial.

Estaba inmersa en estos pensamientos cuando sonó el timbre. Eran casi las doce de la noche. Fui a abrir la puerta y allí estaba él. Pierre, tan guapo como siempre.

¡Hola guapo! – Lo saludé con un dulce beso en los labios.

Le hice entrar y tras cerrar la puerta empezamos a besarnos.

Espera, espera – traté de tranquilizarlo ante la ansiedad de sus movimientos – Tenemos todo un fin de semana por delante.

Es cierto, pero es que no puedo resistirme a ti, te haría el amor todo el día.

Sonreí ante aquellas palabras. Sentirse deseada de esa manera era el mejor de los regalos que una mujer pueda tener, y más si el que la desea es alguien 13 años más joven. Entré en el comedor llevándolo de la mano. Y allí, girándome hacía él, volví a besarlo. Pierre posó sus manos sobre mis nalgas, apretándolas. Le encantaba esa parte de mi anatomía y a mí me encantaba que le encantara. Apreté mi cuerpo al suyo y sentí su sexo ardiendo por mí, entre sus piernas. Sus manos empezaron a desabrocharme el vestido.

Cariño, ¿porque no vamos a la habitación? – Le sugerí.

No, quiero hacértelo ahora y aquí. – Dijo él.

Así que dejé que me desnudara, mientras yo le desnudaba a él. Despojado de su ropa ante mí, me arrodillé frente a su erecto miembro y lo tomé con una mano. Acerqué mi boca a él y lo besé. Miré a Pierre, él me miró a mí, estaba excitado.

Sí, perrita, chúpamela. – Dijo.

Empecé a lamer el glande, despacio, pasando la lengua por el agujerito, circundándolo, saboreándolo. Me metí la verga en la boca, hasta la mitad y empecé a tragar y chupar con devoción, mientras miraba a Pierre, él también me miraba a mí con evidente excitación, gimiendo y agarrándome de la cabeza para dirigir los movimientos. Su pene se iba hinchando dentro de mi boca y Pierre gemía a la vez que me decía:

Eso es, perrita, chúpamela así.

Yo estaba cada vez más excitada, así que me puse en pie. Abracé a mi amante y le susurré al oído:

Hazme tuya.

Tus deseos son ordenes, mi musa – me dijo dulcemente.

Me llevó hasta la mesa que estaba sólo a unos pasos de nosotros, y me apoyó sobre ella. Se encajó entre mis piernas abiertas, guió su erecto mástil hacía mi húmeda vagina y de un solo empujón me penetró. Gemí al sentir como entraba y entonces le supliqué:

Dame fuerte, cariño, la quiero fuerte.

Pierre empezó a empujar con fuerza, salvajemente, dándome un inmenso placer que me hacía desearle cada vez más y más. Una de sus manos me sujetaba por el culo y la otra acariciaba mi seno excitado, mientras yo le abrazaba y con mi boca en su cuello lo besaba y lamía dulcemente.

¿Te gusta perrita?

¡Ah, sí, me vuelves loca, ya lo sabes, vamos dame, dame así!

Pierre arremetía cada vez con más fuerza, haciendo que la mesa se moviera tras de mí. El deseo y el placer bañaban nuestros cuerpos de sudor, e inundaban el comedor de gritos de pasión. Mordí a Pierre en el cuello justo en el momento en que alcanzaba el primer orgasmo, y mi vagina estrujaba entre sus paredes la verga de Pierre.

¡Oh, sí córrete, perrita! – Grito Pierre empujando con fuerza.

Cuando dejé de convulsionarme Pierre sacó su pene de mí, me hizo ponerme dándole la espalda, y acarició mi culo. Le fascinaba esa parte de mi anatomía y a mí me fascinaba que le atrajera de esa manera. Me hizo doblar sobre la mesa, y al imaginar lo que iba a hacer no puede evitar emitir un gritito de aprobación.

¿Quieres que te folle el culo, perrita? – Preguntó Pierre visiblemente excitado.

Sí, la quiero dentro. – Le respondí, incitándole.

Sentí como me abría las nalgas y como acercaba su boca a mi ano y empezaba a lamerlo suavemente, haciendo que mi cuerpo se estremeciera. Su lengua se introdujo en el estrecho agujero y un suspiro de placer escapó de mi garganta. El deseo crecía por momentos entre mis piernas, sentía mi ano palpitando por ser poseído. Mientras él seguía torturándome con su lengua, moviéndola de mi ano a mi vagina, en un demoledor baile. Mi respiración sonaba cada vez más entrecortada. Y entonces sentí como se situaba detrás de mí y apuntaba con su verga hacia mi agujero. Apretó metiendo la cabeza y luego de un solo empujón hizo entrar todo el resto, grité levemente. Pierre se quedó un rato quieto, recostándose sobre mi espalda. Acarició mis senos con suavidad, besó mi cuello y giré mi cara para buscar sus labios. Nos besamos y luego volvió a incorporarse. Asiéndome por las caderas, empezó el mete-saca, primero suavemente.

¡Más fuerte! – Le reclamé.

¿La quieres fuerte, perrita?

Sí.

Aceleró sus movimientos, empujando con fuerza una y otra vez, haciendo que sus huevos chocaran contra mis labios vaginales. Sentía el calor de mis nalgas enrojecidas por el traqueteo, y Pierre gemía mientras gritaba palabras soeces, haciendo que cada vez me excitara más, hasta el punto de que el orgasmo estalló de nuevo en mí. Pierre al borde también del orgasmo, sacó su pene de mí, me hizo arrodillarme frente a él, abrí la boca y su semen empezó a salir disparado hacía mi cara y mi boca. Lo tragué, saboreándolo y cuando terminó de eyacular, lamí su polla limpiándola. Una vez limpia, ascendí por su vientre, lamiéndolo, luego por su tórax, hasta llegar a su cuello que mordí suavemente, y finalmente llegué a sus labios, lo besé, nuestras lenguas se enredaron en un baile de pasión, mientras nuestros cuerpos se pegaban para sentir ese calor que sólo el sexo deja en el cuerpo una vez ha terminado el asalto. Le rodeé con mis brazos y le susurré:

Te amo.

Y yo a ti, mi musa.

¿Qué tal si vamos a la cama? Tengo sueño.

Vale, pero no sé si podré dormir mucho contigo a mi lado.

Eres insaciable, amor – le dije mirándolo con picardía.

Nos acostamos en la cama, desnudos y a los pocos minutos estabamos dormidos.

Desperté al sentir su cuerpo sobre el mío y sus besos sobre mi boca, abrí los ojos despacio. Sería ya de madrugada, porque por las rendijas de la persiana entraba un poco de luz.

¿Quieres más? – Le pregunté.

Como respuesta él acercó su sexo al mío, que enseguida se humedeció por el contacto, le rodeé con mis piernas, nos besamos tiernamente y de un solo empujón me penetró.

Nos quedamos quietos unos instantes, mirándonos fijamente a los ojos, sintiéndonos el uno en el otro, hasta que ninguno de los dos resistió más y empezamos a movernos. Mientras él se movía a un ritmo cadencioso sobre mí, sus manos acariciaban mis senos y yo le empujaba hacía mí con las piernas en un delicioso vaivén de cuerpos entregándose. Su sexo entraba y salía de mí, haciendo que toda mi piel se erizara. Los gritos de placer de ambos llenaban la habitación de una música celestial. Y ambos llegamos al orgasmo al unísono, abrazándonos el uno al otro.

Cuando desperté de nuevo, era ya bien entrada la mañana, el reloj que había en mi mesita marcaba las 10. Pierre seguía plácidamente dormido a mi lado. Me levanté sin hacer ruido y tras ponerme una bata, me dirigí hacía la cocina. Puse música suave y empecé a preparar el desayuno. Me encanta la música, así que me resultaba imposible no mover mis caderas al ritmo de los acordes de una canción. De repente sentí unas manos sobre mi cintura y un cuerpo de hombre pegarse al mío, haciendo chocar su erecto mástil contra mis nalgas.

Pierre acercó su boca a mi oído y me susurró:

- ¡Qué excitante estás, mi musa!

Oír su voz en mi oído me excitó al instante. Sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo por encima de la bata, primero, y tras desabrochar el cinturón se adentraron en ella, para acariciar mi piel. Me estremecí con el dulce contacto de sus manos. Pego su cuerpo desnudo al mío, mientras sus manos recorrían mis senos, acariciándolos con suavidad, y descendían por mi piel hasta llegar a mi sexo. Empezó a masajear mi clítoris muy suavemente, obligándome a apoyarme sobre él, recostando mi cabeza sobre su hombro. Besó mi cuello con ternura y susurré.

¡Te deseo!

Sus dedos se adentraban en mi sexo, haciéndome estremecer, mientras sentía una de sus manos acariciando mi culo. Me quitó la bata dejándola caer al suelo. Y sentí su piel pegada a mi piel. Me hizo inclinar sobre el mármol, se agachó frente a mi culo y noté como su lengua se adentraba entre los pliegues de mi sexo. Me estremecí, y gemí al sentirlo. Su lengua se movía con rapidez por mi sexo, lamiéndolo, introduciéndose en mi vagina, lamiendo el ano, introduciéndose en él. Empecé a suspirar enloquecida de deseo. Sentí sus dedos hurgando en mi agujero trasero y como introducía uno de ellos moviéndolo despacio dentro y fuera, mientras su lengua se metía en mi vagina. Se puso en pie, me sujetó por las caderas noté como acercaba su sexo al mío, lo guió hasta el húmedo agujero y de un fuerte empujón me penetró. Ambos suspiramos al sentirnos, y luego él empezó a arremeter con fuerza.

¡Ah, sí, más fuerte, más fuerte! – Le animé yo.

¿Te gusta que te dé fuerte, eh, perrita? – Me preguntó.

Síiiiii

Su sexo entraba y salía de mí a gran velocidad, cada vez más rápidamente, haciéndome estremecer de placer. Sentía los huevos de Pierre chocando contra mis labios vaginales y sus manos apretando mis caderas. Los gemidos de ambos se confundían en un canto de pasión.

Pierre siguió diciendo guarradas, mientras yo me excitaba cada vez más y apunto de llegar al orgasmo sentí como mi amante sacaba su pene de mi sexo y lo llevaba hasta mi agujero trasero preguntando:

¿Quieres que te folle el culo, perrita?

Sí, sí, fóllamelo, venga.

No se hizo derogar, y con la misma fuerza que utilizó anteriormente me penetró. Me estremecí al sentirle de nuevo dentro de mí y enseguida empezó a empujar diciendo:

¡Toma, perrita, toma mi polla, siéntela!!!!

¡Aaaaahhhh, síiiii!!!!!

Empezó a arremeter enloquecido contra mí, haciéndome gritar desesperada, se recostó sobre mi espalda para acariciar mis senos, estrujándolos con fuerza, logrando que me corriera por fin. Cuando dejé de convulsionarme, sacó su pene de mí, me hizo acercar la boca a él y empecé a tragar saboreándolo, mientras su semen seguía cayendo sobre mi cara y mis tetas. Se la limpie de cualquier resto como a él le gustaba y cuando terminé me puse en pie y le abracé.

Desayunamos tranquilamente y mientras él se duchaba llamé a mi marido, pues desde que había marchado de viaje, la noche anterior, no había sabido nada de él y ya eran más de las diez de la mañana.

Buenos días, cariño.- Me dijo al coger la llamada.

Buenos días, ¿cómo estás? ¿Fue bien el viaje? – Le pregunté.

Sí, perfecto. ¿Y tú, como estás?. – En ese momento me pareció oír la voz de una mujer cerca de él.

Bien, ¿dónde estás, cariño?.

En el hotel, acabo de levantarme ¿por qué?.

Por nada, oí la voz de una mujer.

Debe ser la tele – me mintió. Lo notaba en su voz, aún así no quise darle más importancia. Quizás el estar sumida en mi propia aventura extraconyugal me distraía de cualquier otro problema que pudiera existir entre mi marido y yo.

Bueno, te dejo, debes tener cosas que hacer.

Sí, dentro de un rato tengo una reunión. – Me dijo – Esta noche te llamo.

De acuerdo, hasta luego.

Colgué y me dirigí a la habitación para vestirme. Desde allí oía el agua de la ducha correr, imaginé a Pierre desnudo y me excité con sólo pensarlo, pero traté de resistirme. Aún quedaban muchas horas por delante para disfrutar de aquel fin de semana, así que me contuve.

Estaba ensimismada en mis propios pensamientos, en mi marido, en la voz de la mujer que había oído, en como era nuestra relación en los últimos meses, cuando la voz de Pierre me sacó de aquellos pensamientos:

¿Por qué te has vestido? – Me preguntó pícaramente, llevaba una toalla pequeña anudada a la cintura y el torso desnudo, su pelo mojado y un par de gotas cayendo por su cuello me excitaron nada más verlo.

No querrás que vaya todo el día desnuda ¿no?.

Sí, me encanta verte desnuda. – Respondió.

Pero tengo cosas que hacer, amor. Además tenemos que hablar.

Se acercó a mí quedándose de pie. Toda yo temblaba al sentirle tan cerca. Le deseaba más que a nada en el mundo, pero trataba de resistirme, pues aquel desmesurado deseo por él me parecía incluso exagerado para una mujer casada con otro hombre.

Me cogió suavemente la mano y la estrechó con la suya diciéndome:

¿Y de que tenemos que hablar?

De nosotros. – Le dije por fin.

Se acercó aún más y me estrechó entre sus brazos, sus ojos chocaron con los míos. Había tanta ternura en aquella mirada y tanto amor, más del que jamás había visto en los ojos de mi marido y sobre todo en los últimos tiempos.

Yo te amo – empezó a decirme, acariciando mi mejilla. – Y me da igual ser tu amante, lo seré hasta que tú quieras, nunca dejaré de amarte.

Lo sé, pero me siento tan egoísta..... – me hizo callar dándome un beso en los labios.

Ya hablaremos de esto amor, disfrutemos el momento. – Me dijo al separarse de mí.

Erotikakarenc (del grupo de autores de TR) 11 de noviembre de 2005

Si te ha gustado este relato puedes leer: AL CALOR DEL AMOR EN UN BAR http://www.todorelatos.com/relato/23394/

Mas de Erotika

Atada (capitulo 8 sonia)

ATADA VII El club

Atada vi (un oscuro deseo)

CAPITULO 6 Un oscuro deseo

Atada v

Atada iv

Atada III

Atada ii

Atada

Dos hombres distintos

La venganza IV (cómemela como tu sabes)

LA VENGANZA 3 (Fóllame el culo)

La Venganza 2 (En mi boca)

La venganza (entre mis piernas)

Atada 2

El diablo vestido de mujer 2

Cediendo a sus deseos

La fantasía de mi novio

Bajo la mesa

El diablo viste de mujer

Atada

Memorias de una sumisa (3)

Memorias de una sumisa (2)

Memorias de una sumisa

A 500 km de ti, contigo

Traición

Amantes (5)

Cristales rotos

En sus ojos

Unidos

Imágenes (2: La venganza)

Imágenes (1: el castigo)

La cliente

Historia del acto sexual (4: el sexo)

Historia del acto sexual (3: las caricias)

Historia del acto sexual (2: el beso)

Historia del acto sexual (1: la mirada)

Con ese traje

Destino

El dulce nombre de Marcela

Desnudo

Amantes (4: Yana, tú y yo)

El triángulo (3: Pablo)

El triángulo (2: el novio de mi hija)

El triángulo (1: aquella mujer)

En manos del enemigo

Amantes (3)

Entre dos hombres (3 y último)

Entre dos hombres (2)

Buscando la pasión

Inspección ocular

Entrevista de trabajo

Le encantaba mirarme (3 y último)

Le encantaba mirarme (2)

Le encantaba mirarme (1: una mamada sensacional)

Mujer con zapatos de tacón

Secretaria y amante (10 y último: libre)

Secretaria y amante (9: fóllale el culo )

Secretaria y amante (8: hagamos un 69)

Secretaria y amante (7: Desnúdate)

Secretaria y amante (6: te voy a follar como...)

Secretaria y amante (5: Quiero que seas mía)

Secretaria y amante (4)

Secretaria y amante (3)

Amantes (2)

Secretaria y amante (2)

Secretaria y amante

Sumisamente tuya

Los nuevos valores de TR

Amantes

Un día cualquiera

Comprometidos (3: Perverso)

Comprometidos (2: el reencuentro)

Comprometidos

Intercambio

El amante compartido

La jovencita descarada

Despedida de soltera

A ti

Por el amor de mi hijo.

El reclinatorio

El vouyer

Examen oral

Hoy serás mi esclavo

Algo más

Solamente una vez

Hermanos

Sorpresas te da la vida

La paciente lasciva

Contra el plagio

Carolina, 16 años de vicio y el descaro...

Cazador Cazado

Gracias a todos

El primer día (5: Nuevos horizontes)

Entrevista con Ds1

Juego de seducción

Mi perverso favorito

El primer día (3: Amandonos)

El primer día (2: Sintiéndonos)

El primer día (1: Conociendonos)

Algo diferente

Cediendo a sus deseos

Muerte

El sexo a través de la historia

Los juego de Aecio y Kacena

Contaré las horas

¡Maldito cabrón!

Dolor y placer

Calor

Magnetismo

Nuestra Travesura

Diosa

Al sol del verano

A 300 por hora, detrás de tí

Mathew

Un simple mortal

Amor a dos bandas

Vale la pena amarte

Sólo tú

El más dulce tabú

Amores que matan

Poesía Virtual

Nuestra Pequeña Isla

Cuando Sociedad encontró a Erótika

Angel

Una larga noche

Siete besos

Maldito oceano atlantico.

Infiel

Trio virtual

El nuevo instrumento de Data

El pirata y la princesa

Labios de fresa

¡Vaya con la nena!

La srta. Bibiana

Rafa, Mario y Sara

La tarde aburrida de Wilma

Mousse de chocolate

Una chica para Rafa

Imaginandote a solas

Desierto de amor

Mi fantasía erótica

La mesa de billar

El helado (2: Irene pierde su virginidad)

El helado

Las apariencias engañan: La boda

Comprometidos

El desconocido

El novio de mi amiga

Una noche loca

Abuelo

La fiesta

Al calor del amor en un bar

El técnico de la nevera

El amigo de mi padre

El secuestro

Vacaciones en Cuba

Pasión en la cocina

Una nueva experiencia con Maripaz

La pasión nos venció

Mi primera experiencia lésbica

Vaya noche

El cliente de Francisco

El presidente y la secretaria

La encerrona

El modelo

La Fantasía de mi novio

El hombre de mi vida (5 - Final)

Mi ginecólogo

Buscando un semental

El hombre de mi vida (4)

El hombre de mi vida (2)

El hombre de mi vida (3)

El hombre de mi vida