miprimita.com

Algo diferente

en Sexo Oral

ALGO DIFERENTE.

La observó mientras fuma frente a la ventana. No es que sea una chica especial, quiero decir que no es nada del otro mundo, no es muy guapa, pero tampoco es fea. No es alta, pero tampoco es baja, es una chica normal como cualquier otra, pero yo tampoco soy nada del otro mundo, también soy normal, bastante normal. Pero que importa como seamos si lo importante es lo que pasó. Lo importante es que aquella noche no sé como terminamos haciendo algo que jamás pensé que ella y yo acabaríamos haciendo, algo diferente a todo lo que habíamos hecho antes con otras parejas.

Pero la cuestión es que acabamos en esta habitación, y... ni siquiera sé por donde empezar. Yo jamás había hecho algo como aquello, y menos con alguien como ella. Me llevó hasta esta habitación y yo me dejé. Sabía que a ella le gustaban aquel tipo de numeritos, y me dejé hacer, me dejé llevar por ella. Entramos en la habitación y me besó con pasión. Sus labios rozaron los míos y el resto del mundo desapareció para mí, traté de concentrarme sólo en ella, en sus labios, en sus manos que empezaban a quitarme la camiseta. Mis manos se deslizaron hasta sus hinchados senos que acaricié muy suavemente.

Cuando nos separamos y pude observar la habitación, me quedé de una pieza. Aquello era demasiado para mí. Había una silla en el centro, con correas en los posabrazos y en la parte baja de la silla, a la altura de los tobillos. En un rincón junto a la ventana había una cama de matrimonio, y justo debajo de esta, una mesa llena de vibradores, consoladores, esposas, arneses, etc. Gabriela se acercó a la silla, acarició uno de los posabrazos muy suavemente con su mano izquierda y poniéndose detrás de esta, me miró fijamente a los ojos y me dijo:

Anda, siéntate.

Le hice caso sin pensármelo dos veces. Intuía lo que iba a pasar, pero aquella mujer, con sus intensos ojos verdes, me atraía enormemente y por eso le obedecí. Me senté en la silla. Gabriela se puso frente a mí, acercó su boca a la mía y volvió a besarme, sus labios me supieron a miel y sentí como descendian por mi torso desnudo, hasta mi pezón, que atrapó entre sus dientes y lo mordisqueó levemente. Sentí como mi cuerpo se estremecía con el contacto de sus dientes sobre mi piel y gemí cerrando los ojos. Siguió descendiendo, lamiendo mi piel con su lengua, hasta que arrodillándose frente a mí, llegó a los pantalones. Desabrochó el cinturón, mientras su mirada pícara, chocaba con la mía excitada. Su cara era todo un poema y por primera vez la veía tan hermosa y distinta a otras veces, era como si mis ojos la miraran de otra manera. Me bajó la cremallera del pantalón, y me lo quitó, mientras yo elevaba el culo para facilitarle el trabajo.

Mi cuerpo se quedó desnudo, ya que casi nunca llevaba ropa interior, sólo en ocasiones especiales. Gabriela me miró con deseo y acercó sus dedos a mi sexo y lo tocó durante unos segundos, pero enseguida, me ató las correas de los reposabrazos y luego las de los tobillos. Me quedé inmóvil, esperando que ella actuará. Entonces empezó a contonearse frente a mí, empezando a quitarse la ropa sensualmente. Se desabrochó la falda de tubo que llevaba y la dejó caer al suelo, mientras sus caderas se movían de un lado a otro. Se desabotonó la blusa sin dejar de mirarme fijamente a los ojos y moviéndose como si bailara al son de una imaginaria música, se la quitó y la dejó caer a un lado. Se giró de espaldas a mí, su espalda era perfecta, marcada por su columna vertebral. Acercó sus manos al corchete del sujetador y lo aflojó, volvió a girarse de cara a mí, sujetando el sostén con las manos. Se bajó un tirante, luego el otro y finalmente, cogió el sujetador y me lo tiró a la cara. Sus pechos redondos y firmes quedaron libres, y no pude evitar, lamer mis labios resecos. Deseaba a aquella mujer como nunca había deseado a ninguna otra, quería hacerle el amor, hasta que gritara de placer, hacerla mía por primera vez, pero las ataduras me impedían levantarme de la silla.

Su siguiente movimiento, tan estudiado como los anteriores, fue meter un par de dedos por la goma de las braguitas y dar una vuelta sobre si misma, mientras movía su culo como una bailarina mora al son de la danza de los velos. Se quedó de espaldas a mí, y muy suavemente se bajó las braguitas, mostrándome su redondo culo. Yo estaba a mil, cada vez la deseaba más. Totalmente desnuda ya, se giró hacía mí tapándose el sexo con las manos. Y diciendo:

¡Tachán! – las apartó, mostrándome su depilado sexo.

Suspiré sintiendo el deseo quemando en mi entrepierna, y la miré fijamente. Quería que se acercara a mí, y me acariciara o me hiciera algo, cualquier cosa, pero sentir su piel pegada a la mía y su aliento junto al mío. Se acercó, acarició mis rodillas, se arrodilló frente a mí y sus manos ascendieron por mis muslos hasta llegar a mi sexo y empezó a acariciarlo y manosearlo. El deseo por ella era cada vez más fuerte, a pesar de que para mí aquello era algo incomprensible, jamás había sentido tanto deseo por ninguna otra mujer, pero me dejé hacer. Sentí su boca sobre mi sexo, su lengua lamiéndolo y un estremecimiento cruzó mi cuerpo. Me senté al borde de la silla, con las piernas abiertas, para acercar mi sexo a su boca y facilitarle el acceso. Sus labios calientes sobre mi ardiente sexo, me hacía estremecer y estuve a punto de correrme, pero ella muy sabiamente, se apartó. Me desabrochó las ataduras y me dijo:

Ven, vamos a la cama.

Una vez más la obedecí. Hubiera ido al mismísimo infierno por ella y más en aquel momento. Me levanté y la seguí. Ella se tendió sobre la cama, y se acarició el cuerpo de arriba abajo.

Anda, dame placer, cariño. – Me dijo.

Me puse sobre ella y la besé en los labios. Luego fui descendiendo despacio, beso a beso, desde su boca, por su cuello, su hombro, hasta su pecho, en el que me entretuve, chupeteando y lamiendo su pezón, mientras con mis mano lo estrujaba suavemente, tratando de mimarlo. Lo saboreé y lamí, como si fuera un niño pequeño tratando de sacarle todo el jugo. Ella gemía y se retorcía de placer. Continué el camino ascendente hacía su ombligo y metí en él mi húmeda lengua, Gabriela volvió a retorcerse de placer, y yo seguí lamiendo hasta llegar a su clítoris. Lo busqué con la lengua y empecé a lamerlo suavemente, pasando la lengua alrededor del mágico botón. Gabriela empezó a gemir, sus gritos llenaban la habitación de éxtasis, mientras yo seguía lamiendo, descendía con mi lengua hasta su vagina y la introducía sintiendo el sabor de su sexo en mi boca, un delicioso sabor que sentía por primera vez en mi vida, lo que hacía que me pusiera a mil y deseara más y más cada vez. Volví a lamer su clítoris, mientras introducía un par de dedos en su vagina y empezaba a moverlos dentro y fuera como si fueran un pequeño pene. Gabriela aumentó el ritmo de sus gemidos, mientras su culito golpeaba el colchón con cada embate de mis dedos hacía el interior de su vagina. Empecé a explorar su punto g y a acariciarlo suavemente, intensificando el roce cada vez más, hasta que Gabriela se corrió entre gritos y gemidos de placer. Cuando dejó de convulsionarse se acercó a mí, y me dio un beso en la boca diciéndome:

Ahora te toca disfrutar a ti, querida.

Sí, quiero que me folles con uno de esos arneses – le indiqué señalándole la mesa.

Para ser tu primera vez con una mujer tienes muy claro lo que quieres ¿no, querida?.

La miré con ojos traviesos sin responderle. Ambas sabíamos lo que queríamos y lo que debíamos darnos en ese momento. Por eso aquel encuentro era algo diferente a lo que habíamos hecho antes, porque para ambas era la primera vez que estabamos con otra mujer.

Erotika (Karenc) del grupo de autores de TR.

Mas de Erotika

Atada (capitulo 8 sonia)

ATADA VII El club

Atada vi (un oscuro deseo)

CAPITULO 6 Un oscuro deseo

Atada v

Atada iv

Atada III

Atada ii

Atada

Dos hombres distintos

La venganza IV (cómemela como tu sabes)

LA VENGANZA 3 (Fóllame el culo)

La Venganza 2 (En mi boca)

La venganza (entre mis piernas)

Atada 2

El diablo vestido de mujer 2

Cediendo a sus deseos

La fantasía de mi novio

Bajo la mesa

El diablo viste de mujer

Atada

Memorias de una sumisa (3)

Memorias de una sumisa (2)

Memorias de una sumisa

A 500 km de ti, contigo

Traición

Amantes (5)

Cristales rotos

En sus ojos

Unidos

Imágenes (2: La venganza)

Imágenes (1: el castigo)

La cliente

Historia del acto sexual (4: el sexo)

Historia del acto sexual (3: las caricias)

Historia del acto sexual (2: el beso)

Historia del acto sexual (1: la mirada)

Con ese traje

Destino

El dulce nombre de Marcela

Desnudo

Amantes (4: Yana, tú y yo)

El triángulo (3: Pablo)

El triángulo (2: el novio de mi hija)

El triángulo (1: aquella mujer)

En manos del enemigo

Amantes (3)

Entre dos hombres (3 y último)

Entre dos hombres (2)

Buscando la pasión

Inspección ocular

Entrevista de trabajo

Le encantaba mirarme (3 y último)

Le encantaba mirarme (2)

Le encantaba mirarme (1: una mamada sensacional)

Mujer con zapatos de tacón

Secretaria y amante (10 y último: libre)

Secretaria y amante (9: fóllale el culo )

Secretaria y amante (8: hagamos un 69)

Secretaria y amante (7: Desnúdate)

Secretaria y amante (6: te voy a follar como...)

Secretaria y amante (5: Quiero que seas mía)

Secretaria y amante (4)

Secretaria y amante (3)

Amantes (2)

Secretaria y amante (2)

Secretaria y amante

Sumisamente tuya

Los nuevos valores de TR

Amantes

Un día cualquiera

Comprometidos (3: Perverso)

Comprometidos (2: el reencuentro)

Comprometidos

Intercambio

El amante compartido

La jovencita descarada

Despedida de soltera

A ti

Por el amor de mi hijo.

El reclinatorio

El vouyer

Examen oral

Hoy serás mi esclavo

Algo más

Solamente una vez

Hermanos

Sorpresas te da la vida

La paciente lasciva

Contra el plagio

Carolina, 16 años de vicio y el descaro...

Cazador Cazado

Gracias a todos

El primer día (5: Nuevos horizontes)

Entrevista con Ds1

El primer día (4: La sombra de una duda)

Juego de seducción

Mi perverso favorito

El primer día (3: Amandonos)

El primer día (2: Sintiéndonos)

El primer día (1: Conociendonos)

Cediendo a sus deseos

Muerte

El sexo a través de la historia

Los juego de Aecio y Kacena

Contaré las horas

¡Maldito cabrón!

Dolor y placer

Calor

Magnetismo

Nuestra Travesura

Diosa

Al sol del verano

A 300 por hora, detrás de tí

Mathew

Un simple mortal

Amor a dos bandas

Vale la pena amarte

Sólo tú

El más dulce tabú

Amores que matan

Poesía Virtual

Nuestra Pequeña Isla

Cuando Sociedad encontró a Erótika

Angel

Una larga noche

Siete besos

Maldito oceano atlantico.

Infiel

Trio virtual

El nuevo instrumento de Data

El pirata y la princesa

Labios de fresa

¡Vaya con la nena!

La srta. Bibiana

Rafa, Mario y Sara

La tarde aburrida de Wilma

Mousse de chocolate

Una chica para Rafa

Imaginandote a solas

Desierto de amor

Mi fantasía erótica

La mesa de billar

El helado (2: Irene pierde su virginidad)

El helado

Las apariencias engañan: La boda

Comprometidos

El desconocido

El novio de mi amiga

Una noche loca

Abuelo

La fiesta

Al calor del amor en un bar

El técnico de la nevera

El amigo de mi padre

El secuestro

Vacaciones en Cuba

Pasión en la cocina

Una nueva experiencia con Maripaz

La pasión nos venció

Mi primera experiencia lésbica

Vaya noche

El cliente de Francisco

El presidente y la secretaria

La encerrona

El modelo

La Fantasía de mi novio

El hombre de mi vida (5 - Final)

Mi ginecólogo

Buscando un semental

El hombre de mi vida (4)

El hombre de mi vida (2)

El hombre de mi vida (3)

El hombre de mi vida