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La paciente lasciva

en Sexo Anal

LA PACIENTE LASCIVA.

Cuando ví entrar a aquella bella muchacha en mi consulta, jamás imaginé que la visita terminaría de aquella manera.

Veréis, soy ginecólogo y desde que terminé la carrera a los 25, hace ya 10 años, tengo una consulta privada y me han pasado bastantes cosas curiosas en todos estos años, pero nada como lo que voy a contar aquí.

Era la segunda visita de aquella chica. Se llamaba Selene y tendría unos 25 años. En la primera visita me había dicho que tenía algunas molestias en el ano tras haber practicado el sexo anal con su novio. Le receté una crema y no volví a pensar en ella, hasta aquel momento. No puedo negar que la chica era guapa, alta, rubia, de piernas estilizadas, con un buen cuerpo que se marcaba perfectamente bajo la ropa ajustada que llevaba, compuesta por una minifalda de cuero y un top. Además entró en la consulta contoneándose y con la clara intención de provocarme.

Srta. Camponegro. Es un placer volver a verla ¿Cómo está? ¿Se le ha calmado el escozor?. – le pregunté cortésmente.

Sí, un poco, pero necesito que me explore otra vez.

Como usted desee – le dije.

Y sin que dijera nada más, la chica empezó a desnudarse sugestivamente, quitándose la falda mientras se balanceaba y me miraba con cara de leona. Se quitó las bragas con la misma provocación y lentitud, mientras yo trataba de guardar la compostura. Tenia el sexo totalmente depilado, y era tan irresistible.

Se acercó a la camilla y se apoyó sobre ella con los brazos, poniendo su culo en pompa y mostrándomelo lascivamente. Yo estaba nervioso y sudoroso. No sabía que hacer. Una de mis pacientes me estaba provocando y yo trataba de mantener la compostura, sin demasiado éxito, pues mi sexo estaba cada vez más erecto.

¿Sabe doctor? Aún tengo problemas con las relaciones anales... quizás mi orificio sea un poco estrecho – Me preguntó moviendo su culo de un lado a otro.

Me quedé anonadado, no sabía que hacer, ni como reaccionar. Aquella muchacha parecía estar pidiéndome a gritos que la follara, y yo cada vez me veía más incapaz de controlar mis verdaderos impulsos, ya que aquel precioso culito me atraía enormemente.

N-no, dudo que sea eso – titubeé – quizás con un poco de crema lubricante y el toque....adecuado...- dije mientras me ponía los guantes de látex para explorarla.

¿De verdad, me enseña como hacerlo? – Me preguntó con tono provocador.

De nuevo la sorpresa se reflejó en mi rostro, estoy seguro, pero ella actuaba con total naturalidad a pesar del continuo desafío al que me sometía aquella jovencita.

Traté de serenarme pensando que tenía que hacer mi trabajo, que aquella muchacha era sólo mi paciente y que como tal debía tratrarla, así que cogí un tubo de crema lubricante y lo abrí.

- Esto... de acuerdo.... – me unté los dedos con un poco de crema – con esta crema anti-irritante....

Me acerqué a la muchacha y empecé a extender la crema por entre sus cachetes. La chica parecía empezar a excitarse, gemía suavemente, y movía su culo apretándolo contra mi mano, lo que me animó a continuar y manipular su esfínter, acariciando suavemente aquel estrecho agujerito.

Mmmm.... – musitó en señal de aprobación, a la vez que se estremecía levemente.

Aquella actitud me animó a ir más allá, y osé meter uno de mis dedos en el estrecho agujerito y manipularlo suavemente, recreándome en la agradable sensación que me producía, masajeándolo suavemente, metiendo y sacando mi dedo como si fuera un pequeño pene.

Mmmm.. – volvió a gemir mi paciente, mientras se mordía un dedo.

Selene estaba cada vez más excitada, podía notar la humedad de su sexo embadurnando mi dedo mientras acariciaba con suavidad su esfinter.

Yo sentía que mi deseo por aquella mujer iba en aumento y ansiaba perderme entre sus nalgas, hacerla mía y poseerla hasta caer rendido sobre ella; pero de repente, recobrando la cordura y aclarando mi mente fui capaz de preguntarle:

¿Qué tal Selene? ¿Te estoy haciendo daño?.

Discúlpeme, - me dijo la paciente como si también ella despertara de un sueño - ¿no está usted olvidando su ética profesional?.

¿Qué?, ¡Oh, sí!! Perdón... yo no pensaba...- me disculpé avergonzado – Perdón, srta. Camponegro.

La muchacha se incorporó. Me miró con ojos de gata en celo y me preguntó:

¡Oh, otra cosa... ¿Tiene algún condón por casualidad? Verá, creo que no lo desenrollo correctamente.... si pudiera enseñarme.

Su tono de voz era tan sensual y atrayente, que sin saber porque sentí que no podía negarme. No podía negarle nada a aquella hermosa criatura, así que busqué un condón en uno de los cajones de la mesa.

Sí, siempre tengo alguno por si acaso.... – mi frase sonó canallesca, pero con aquella bella mujer desnuda frente a mí, no podía comportarme de otro modo.

Saqué el condón del cajón, abrí el sobrecito en el que venía y pensé que lo mejor era hacer una demostración sobre mi propio pene, que estaba ya totalmente erecto después de la manipulación del tierno agujerito femenino.

Me bajé la cremallera del pantalón, tratando de evitar la mirada de mi paciente. Extraje mi miembro y empecé la explicación:

Primero el miembro debe estar muy erecto.... – lo tenía duro como una piedra, e incluso me dolía.

La chica me miró con deseo, sus ojos brillaban.

Sujeté la punta del condón con un dedo y lo coloqué en la punta de mi pene erecto. Mientras ella seguía mirándome con aquella pasión dibujada en sus ojos. Creo que en aquel momento ninguno de los dos podía esconderlo, nos deseabamos irremediablemente

Así.... inténtalo tú – me atreví a pedirle.

La chica se acercó a mí, cogió el condón por la punta.

Ahora ponlo en la punta.... – le indiqué – coge el receptáculo con tus dedos y usa la otra mano para desenrollarlo alrededor del pene... – Ahora era yo el que trataba de provocarla, para que me dejara traspasar el límite que ella había impuesto.

La chica lo hizo como si lo hubiera hecho millones de veces.

Muy bien, perfecto. – Asentí cuando terminó. – En este momento tu puedes....¿sabes? – me sentía muy violento, pero a la vez deseoso de poseerla, porque adivinaba al mirarla a los ojos que ella lo ansiaba tanto como yo - ..tú podrías.... esto.... realizar el coito...

Volvió a mirarme con cara de tigresa y se apoyó de nuevo sobre la camilla con el culo en pompa diciéndome:

¿Así?.

Movió su culo para incitarme, yo estaba paralizado, quería poseerla pero no me atrevía a acércame a aquel precioso culo en el que quería perderme y disfrutar.

Venga, doctor. – Me animó – Sé que lo está deseando tanto como yo.- Aquellas palabras fueron el empujón definitivo. Ella lo deseaba tanto como yo, así que no podía hacerla esperar más.

Me acerqué a aquel atrayente trasero, rocé su sexo húmedo y noté como la punta de mi miembro resbalaba por sus labios vaginales sin ninguna dificultad. Restregué mi pene erecto por el húmedo sexo femenino. Ambos gemimos. El fuego ardía en aquella consulta y mi paciente y yo éramos las brasas.

- Venga, doctor, quiero sentirle en mi culo. – Me suplicó Selene con voz excitada.

Dirigí mi polla hacía el agujero trasero y empecé a empujar. Poco a poco y gracias a la lubricación de la crema que le había aplicado y a los jugos femeninos, mi sexo entró sin ninguna dificultad.

¡Ah, sí! – Exclamó Selene al sentirme dentro de ella.

¡Oh, Dios! – Clamé yo, sujetándola por las caderas y empezando un movimiento de vaivén.

Ambos empezamos a gemir excitados. Yo arremetía contra aquel suave culito cada vez más rápidamente. Sentía su estrechez apretando mi verga y me excitaba cada vez más. Mi paciente también empujaba hacía mí, para sentirme más adentro. Gemía y se convulsionaba de placer, lo que me excitaba aún más. Empecé a sentir el placer recorriendo mi sexo y a surgir de mí, quería aguantar más, pero escuchar los gemidos de placer de Selene y experimentar como empujaba hacía mí para sentirme más adentro, me hizo explotar en un maravilloso orgasmo, llenando su tierno culito con mi leche. Cuando dejé de convulsionarme la chica dijo:

¿Qué? ¿Esto es todo?.

Me separé de ella desconcertado y lo único que pude decir mientras me vestía fue:

Lo siento, estoy avergonzado, nunca me había sucedido esto antes.... – me disculpé – pero es que eres tan malditamente excitante.

Ya, uhm - dijo ella.

Selene se vistió y sin decir nada más salió de la consulta, mientras yo me quedaba alucinado sin encontrar ninguna explicación a lo que acababa de suceder.

Durante los siguientes meses no volví a ver a la paciente. Hasta que una aburrida tarde de invierno, estaba en casa, buscando algún canal digital que diera algo interesante y al detenerme en el canal de películas X, la ví siendo follada por el culo. Entonces entendí su actitud conmigo aquel glorioso día.

 

Erotikakarenc (del grupo de autores de TR y autora TR de TR).

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