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Solamente una vez

en Erotismo y Amor

SOLAMENTE UNA VEZ.

(Nota: Esta es una historia totalmente real contada por ambos protagonistas, ambos autores de TR, la parte en negrita está contada por ella: Erotikakarenc y la parte en normal está escrita por él: Pabicol, si queréis leer otras historias de él aquí tenéis el perfil: http://www.todorelatos.com/perfil/558395/ ).

"Por el olor de tu pelo y el calor de tu piel, por tus manos suaves y tu dulce voz... merecería la pena para mí, compartir la cama contigo". Esas palabras me llegaron al corazón y fueron las culpables de que hayamos terminado compartiendo esta cama, aunque sea solamente una vez. Después de esta noche, todo volverá a ser como antes, volveremos a nuestras vidas con nuestras parejas y guardaremos esta noche como un bello recuerdo, un paréntesis en nuestras vidas, un momento de locura compartido.

Hago memoria de nuevo, intento recordar como sucedió, como hemos llegado hasta aquí.

Nos conocimos en el foro de autores de TR. Y enseguida conectamos. Me hacía reír con sus aportaciones, y eso es algo que siempre me ha atraído de un hombre. Así que poco a poco fuimos conectando el uno con el otro, hasta que aquel día en una más de sus insinuaciones dijo aquellas mágicas palabras. Y no pude evitarlo, aún a riesgo de parecer demasiado lanzada, le envié un privado en el que le proponía un encuentro, una noche de pasión compartiendo una cama, pero solamente una vez. Él acepto...

Tantas veces había soñado con ella, tantos pensamientos hermosos, tanto deseo inexpresado.
"Es solo un juego", me decía a mí mismo, "un juego, nada más. Es sólo una pequeña picardía de internautas".

Pero no podía pensar en otra cosa que no fuera ella. "Eres tonto, ni siquiera la conoces" me decía mi mente, pero no podía parar.
"Ella sólo se divierte un poco, no lo estropees". Intentaba tomármelo a juego, pero no podía, intercalaba bromas con insinuaciones, varias veces estuve a punto de enviarle un privado, pero no me atrevía. Por eso cuando recibí su mensaje, le contesté de inmediato, la deseaba tanto..

A los dos minutos de recibir su respuesta empecé a dudar, ¿Por qué me había metido en aquel lío? Si no le conocía, y no estaba segura de que cara a cara conectáramos tan bien como en el foro. Pero enseguida me dije a mí misma que por una vez no pasaba nada, que sólo sería una noche de locura entre dos personas que se aprecian.

Así que quedamos en vernos aquel fin de semana en una ciudad a medio camino entre Barcelona y Murcia, o sea Valencia. Cogimos una habitación en un hotel de tres estrellas y quedamos en encontrarnos en el mismo, el sábado sobre las doce del mediodía, que era la hora que ambos teníamos previsto llegar. Eran aún las doce menos cinco minutos cuando llegué al hotel. Mi corazón iba a cien por hora... Gracias a Dios Pabicol me había enviado una foto suya para que pudiera reconocerle. Saqué la pequeña equipaje del maletero y nerviosa, como nunca lo había estado en mi vida, entré en el hotel...

Se veía tan bonita, tan hermosa, tan frágil. Desde mi coche, aparcado a una prudente distancia, se la intuía inquieta, nerviosa. Dejé que entrara en el hotel sin dejarme ver. Tuve dudas. Salí del coche y muy despacio me encaminé al hotel. Le di tiempo suficiente para que ella llegara a la habitación 54. Pregunté, por disimular, en recepción y el joven que me atendió me miró con una sonrisa picarona, como si supiera exactamente lo que hacía yo allí. Empecé a ponerme muy nervioso. Subí por el ascensor, tratando de controlar mi respiración, tratando de relajarme. Atravesé el largo, casi eterno, pasillo hasta la habitación, dudé unos instantes y luego, respirando hondo, llamé a la puerta...

 

Al oír los golpecitos en la puerta mi corazón aún se aceleró más. Me miré al espejo y me arreglé, respiré hondo y temblando como una hoja me acerqué a la puerta. La abrí y allí estaba él. Nuestros ojos se cruzaron por primera vez.

¡Hola! – Acerté a decir.

¡Hola! – Me respondió él acercando sus labios a mi mejilla y dándome un par de besos.

Le dejé entrar en la habitación y dejó su maleta junto a la mía. Yo cerré la puerta tras de mí. Nuestros ojos volvieron a cruzarse y sentí como una corriente eléctrica recorría todo mi cuerpo. Me acerqué a él. Ninguno de los dos se atrevía a decir o hacer nada, quizás sería por los nervios, hasta que él, tras mirar el reloj, propuso:

¿Vamos a comer algo para romper el hielo?. Yo tengo hambre, ¿y tú?.

Yo también – le respondí tratando de tranquilizarme.

Dejamos las maletas donde estaban, cogí la llave, salimos de la habitación y nos dirigimos al ascensor. Yo iba delante y él me seguía. Mientras caminábamos por el largo pasillo, yo podía sentir su mirada sobre mi culo. Me había puesto una falda estrecha que me marcaba perfectamente las caderas y el culo y una camiseta de manga larga.

Era delgada, esbelta. Con unas piernas largas y el trasero firme. Tenía una media melena morena y ondulante, que caía sobre sus hombros y se mecía mientras caminaba. Era atractiva, guapa. No una belleza exuberante, sino madura, templada. Tenía el aspecto de una mujer que rondaría la treintena y que sabía exactamente lo que quería. El tipo de mujer con el que uno podría estar mil años y nunca se cansaría.
Rompimos el hielo comiendo en un pequeño restaurante y charlando. Hablamos sobre un montón de cosas, sobre TR y sobre el foro, sobre ella, sobre mí. Luego dimos un paseo por el centro de la ciudad. Como no sabía como actuar, decidí, simplemente, ser yo mismo... Y funcionó. Nos reímos mucho, me cogió la mano, la besé...

 

Aquel beso fue... tierno, romántico y terminó por convencerme de que existía entre nosotros la misma conexión que en el foro. Primero fue un beso suave y delicado sobre los labios. Luego mi lengua entró en su boca y buscó la suya, que le correspondió con deliciosa sensualidad. Lo abracé y dejé que mi cuerpo sintiera aquel beso. Y entonces el deseo empezó a surgir en nuestros cuerpos, sentí como su sexo crecía entre sus piernas, y cuando nos separamos, le dije mirándolo a los ojos:

¿Volvemos al hotel?

Vale – me respondió.

Pasó su brazo por detrás de mis hombros, yo pasé el mío por su cintura y andando como dos románticos amantes volvimos al hotel.

De repente parecía que teníamos prisa por estar juntos, por sentirlos en uno al otro, así que casi corrimos hasta el hotel. Entramos en el ascensor y empezamos a besarnos y acariciarnos por encima de la ropa, como si el mundo fuera terminarse en breves instantes. Hasta que el ascensor se paró y salimos en dirección a la habitación.....

 

Abrir, enroscarnos, desnudarnos y echarnos en la cama fue todo en un relámpago. Entramos en un frenesí en el que nos ansiaba descubrirnos, besándonos, acariciándonos. Besé sus pequeños pechos con ansia, de inmediato sus rosados pezones se inflamaron. Instintivamente mi mano bajó hacia su sexo por debajo de su ropa interior, (que era lo único que le quedaba puesto) buscando su humedad. Ella respondió con un pequeño gemido primero, y buscando mi boca con su lengua después.
Bajé, ya más calmado, mi boca por su cuello, besando, lamiendo, oliendo.
- Te deseo princesa. - Le dije, pues no sabía su nombre.
- Y yo a ti, mi humilde aprendiz. - Respondió con una sonrisa cautivadora...

 

Sus labios sobre mi escote, sus manos acariciando mis senos, me hicieron estremecer, mientras yo trataba de alcanzar su sexo con mi mano. Lo acaricié suavemente por encima de la tela del slip, en tanto que sus labios habían vuelto a mi cuello, haciendo que mi piel se erizara. Introduje mi mano entre la tela y toqué por fin su sexo, caliente, erecto. Lo masajeé delicadamente y le bajé el slip para facilitar el trabajo. Seguidamente, lo hice acostar bocaarriba y descendí hasta llegar a su sexo. Le quité el slip y besé el glande, el miembro saltó como si tuviera un resorte. Lo así con mi mano e introduje la punta en mi boca empezando a chuparlo, a saborearlo. Mordisqueé el glande, tracé círculos sobre él con mi lengua y volví a lamer aquel manjar como si fuera la última vez que lo haría.....

 

Me miró y sin soltar mi miembro, me sonrió de nuevo.
-¿Te gusta, aprendiz?
-S..s...si. Acerté a decir entre gemidos.
Luego aceleró el ritmo, haciendo que yo estuviera a punto de perder el control, en un frenético sube-baja con su boca y su mano. Ella debió notarlo, por que dejó mi pene y fue subiendo lentamente por mi vientre, mi pecho y por fin, mis labios. Nos besamos y jugueteamos un poco, luego la tumbé boca arriba y me dispuse a corresponder sus favores...

Sentí su pene rozando la húmeda entrada de mi sexo. Nos miramos a los ojos y así, me penetró suavemente, despacio, haciendo que su sexo entrara en mí por completo. Le abracé con mis piernas, y se dejó caer sobre mí. Empezó a moverse muy despacio y en pocos segundos el ritmo de nuestros cuerpos se acompasó. En aquel momento no existía nadie más en el mundo que nosotros dos, habíamos olvidado a nuestras respectivas parejas y la vida que cada uno había dejado en su ciudad, sólo existíamos él y yo, y aquel deseo que crecía con cada envite, con cada empujón de su cuerpo sobre el mío, con cada roce de su sexo en mi vagina.....

Llevado por el ansia, aceleré el ritmo de mis acometidas buscando el éxtasis. No había palabras, solo gemidos, miradas, deseo. Pasión desbocada. Noté que su cuerpo se estremecía, arqueando su espalda, temblando, gimiendo. Aceleré aun más las embestidas y entonces ella me sujetó, cruzando sus piernas sobre mí y abrazándome fuerte con sus brazos. Estaba teniendo un orgasmo. Paré de moverme, todavía con mi pene dentro de ella. Sentí, muy quieto, como ella me apretaba con fuerza durante su estallido y me soltaba poco a poco mientras se recuperaba. Nos besamos, tierna y pausadamente.
Tenía esa mirada profunda, intensa. Y esos labios carnosos, rojos, que se moldeaban en una preciosa e hipnótica sonrisa.
Empujándome suavemente, todavía con esa sonrisa en la cara, me hizo tumbarme bocaarriba y subió sobre mi....

 

Le besé de nuevo y luego apoyándome en sus hombros empecé a moverme despacio sobre él. Sus manos empezaron a masajear mis senos que bailaban al ritmo de mis movimientos. Sus ojos se clavaron en los míos, mientras yo iba acelerando las acometidas, sintiendo de nuevo como mi cuerpo sucumbía al placer. Gemíamos, sudábamos, mientras nuestros cuerpos bailaban el mismo son. Quería compartir aquel placer con él, que nuestros cuerpos explotaran a la vez, para retener aquel recuerdo el resto de mi vida en mi memoria, porque después de aquella vez, ya no habrían más. Cada uno volvería a su vida guardando aquel momento como un mágico y grato recuerdo.

Empecé a cabalgar cada vez más rápido sobre él, sintiendo como su verga se hinchaba dentro de mí, notando como el inconfundible cosquilleo del placer volvía a recorrer mi sexo, aceleré aún más mis movimientos......

 

Recordaré para siempre ese momento. Los ojos clavados el uno en el otro, los cuerpos mojados, los movimientos rítmicos, los espasmos, el placer, el amor.
Eyaculé dentro de ella, mientras se inclinaba sobre mí y me besaba en un profundo y ardiente beso. Luego, durante un buen rato, nos quedamos así, inmóviles. Podía escuchar el sonido de su palpitante corazón aún agitado por el esfuerzo. Sentía su aliento en mi oído. En realidad todavía puedo sentirlo sólo con cerrar los ojos. Luego se tumbó a mi lado y cerró los ojos.
La miré. Recorrí con mi vista toda su belleza. Acaricié con un solo dedo su pelo, su cara, su cuello, su cuerpo

Mientras, pensaba en todo lo que había sucedido, pensaba en ella...

 

Y ahora estoy aquí acostada a su lado, la noche ha terminado, y ahora dudo si irme sin decirle nada, o despertarle y despedirme de él. Me gusta así dormido. Sus ojos cerrados, esa tranquilidad en su semblante, su cuerpo desnudo. La verdad es que lo que de verdad haría, lo que me pide el cuerpo es volver a subirme sobre él y hacerle el amor otra vez. Pero ya es suficiente por esta noche ¿no?. Lo hemos hecho ya tres maravillosas veces, es mejor no abusar o esto nos creará una adicción imposible de vencer y prometimos que sólo sería una vez.
Me levanto, empiezo a vestirme y oigo su voz preguntándome:
- ¿Te vas ya?
- Sí, creo que es lo mejor. Ha sido una noche fantástica, pero recuerda que dijimos, que sería solamente una vez, y si me quedo temo correr el riesgo de desear más...
Empecé a recoger mis cosas, mientras él acostado en la cama me observaba.....

 

Ella tenía razón, era lo acordado. Pero no podía reprimir una insufrible sensación de vacío, de pena. A pesar de eso, a pesar de la tristeza, puse mi mejor sonrisa, me incorporé y le di un beso de despedida.
- Ya nos veremos por el foro.
- Si. - Dijo, y creí haber notado un ápice de tristeza en su voz.
Hubo unos momentos de silencio incómodo, triste. Nos mirábamos a los ojos. Tenía un torrente de sentimientos, pero no de palabras. Dudé si besarla y abrazarla o simplemente dejarla ir.
- No sé que decirte Karenc, ha sido maravilloso conocerte... y...
No pude terminar, me abrazó y nos fundimos en un intenso, dulce, pero triste beso final.
- Adiós aprendiz, hasta siempre. - Dijo mientras daba unos pasitos hacia atrás, sin quitarme la vista de la cara.
- Adiós. - Acerté a decir.
Y la dejé marchar. Y aunque en ese momento pensé que la angustia me ahogaría y estuve a punto de salir corriendo tras ella, permanecí inmóvil...

Cerré la puerta tras de mí, y lentamente caminé hasta el ascensor, a cada paso que daba pensaba que deseaba volver a aquella habitación, pero habíamos prometido solamente una noche, solamente una vez, no podía estropearlo ahora. Había sido maravilloso, pero debíamos volver a nuestras vidas.

Bajé hasta la calle, guardé la maleta en el maletero de mi coche, miré hacía la ventana de la habitación antes de entrar en el coche, él me observaba y ví como agitaba su mano en señal de despedida, yo hice lo mismo, y luego entré en el coche. Arranqué y volví a casa, a trescientos kilómetros de aquel sueño.

Fin

Autores: Pabicol y Erotikakarenc.

 

 

Esta obra está bajo una licencia Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 2.5 Spain de Creative Commons. Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/es/ o envie una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California 94305, USA.

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