miprimita.com

Mi historia (01: El comienzo)

en Grandes Relatos

0. Intro

Hace nueve años exactamente mi vida era de ensueño. Tenía un precioso piso de dos habitaciones totalmente pagado junto a la Gran Vía de Madrid. Las dos habitaciones eran grandes y luminosas y el salón era directamente enorme. Compre la casa en una promoción que restauró el precioso edificio de finales del siglo 19 con todas las comodidades del mundo moderno. Incluyendo una preciosa cocina, trastero y dos plazas de garaje. Un verdadero lujo en esta zona de la ciudad. En ese momento contaba con 27 años y tenía una novia (prometida), de nombre Lucía, que era una preciosidad de 25 años que vivía conmigo. Economista como yo y que trabajaba en la empresa de importaciones de su acaudalado padre que era, por otra parte, el mejor amigo de mi padre, un abogado fiscalista de reconocido prestigio. La misma empresa de importaciones en la que empecé mi carrera y de la que salí para montar mi propia empresa de importaciones. Pero de buen rollo. El que iba a ser mi futuro suegro importaba, principalmente, bienes textiles mientras que yo monte mi empresa para importar alimentos no perecederos de EEUU hace 11 años, con la tierna edad de 25 tras tres años en su empresa.

Y digo el que iba a ser mi futuro suegro porque mi novia de entonces murió hoy hace 9 años en un devastador accidente de tráfico que, por si fuera poco, acabó con la vida de mi padre y mi madre. Mi vida de ensueño desapareció del tirón. Perdí mi familia (era hijo único) y la que iba a ser compañera de por vida (no se si era el amor de por vida, es más, la era infiel con mi entonces directora comercial). Estuve a punto de tirar todo por la ventana vender mis propiedades, las heredadas de mi padre e irme a vivir a un pequeño pueblo. No hubiera tenido ningún problema económico.

Por suerte no lo hice. Mi directora comercial, mano derecha y amante me ayudo a superar el trauma que me tuvo una semana encerrado en casa. Durante esa semana ella llevó la empresa con firmeza durante el día y me consolaba durante la tarde. A la noche se iba con su marido que el fin de semana acompañaba a su mujer cuando venía a darme compañía.

Tuve suerte de no tirarlo todo por la ventana pues mi vida ha mejorado considerablemente. Ahora no solo soy un empresario con un cierto éxito sino que soy multimillonario, tengo seis amantes regulares (para mi una amante es regular si lo hago con ella, al menos, diez veces al año) y una preciosa mujer que me permite mis escarceos (y participa en alguno de ellos) y me ha dado dos preciosos hijos (un niño y una niña) con el tercero en camino. Me he convertido en un hombre dominante sin dañar (algunos lo llaman ser firme), rico (tremendamente rico) y no feo (que no es lo mismo que atractivo). Las mujeres con las que comparto mi vida hacen, generalmente, lo que les pido pero no porque yo sea su amo sino porque son conscientes de que, en la mayoría de los casos, es lo mejor para ellas. Ni se me pasa por la cabeza dañarlas y aun menos castigarlas físicamente. No es mi estilo. Ni es el de destruir sus matrimonios o relaciones, si las tienen, aunque en un caso una de las parejas sabe de nuestra relación. Al fin y al cabo era su fantasía. Pero no adelantemos acontecimientos.

Mi intención es contarles mi vida a partir de ese trágico momento de mi vida. Durante muchos años he guardado un minidiario donde apunto todo lo que hago en el día pero en plan esquemático. Por lo tanto, las conversaciones no las tengo guardadas. Son tan reales como yo puedo recordar. El espíritu de lo que se habló sera real, las palabras quizás no

Voy aprovechar este primer capítulo para contar mi historia con la amante que me salvó del desastre y para ello me he de ir no nueve años atrás sino 11 cuando Raquel y yo (que así se llama) éramos compañeros en la empresa de importaciones de mi suegro. Yo era jefe de departamento (comercial) y su jefe inmediato pero ella era la segunda de a bordo y más que una compañera era mi mano derecha.

Por si a alguno le interesa yo soy un chico normal. Como he dicho antes no soy feo, mi cuerpo no luce una barriga cervecera pero tampoco es un cuerpo de gimnasio. Son 1,80 metros y 71 kilos. Los días de diario el traje es mi compañero si tengo reunión, en caso contrario uso chinos, camisa y una americana o traje sin corbata. En fin de semana y en mis ratos libres me gusta ir con vaqueros, una camisa y, en ocasiones, una americana. Si es verano la camisa es sustituida por un polo de manga corta. Todo de buenas marcas. Me lo puedo permitir.

Por cierto, perdonar mi descortesía, me llamo Carlos

1. Raquel, mano derecha

Como he dicho contaba con solo 25 años pero ya era el director comercial de una importante empresa de importación textil. Lo mío no era enchufe, era una central eléctrica en si misma. Pero estaba capacitado para el trabajo. Llevaba ya cuatro años en la empresa y tarde o temprano iba a llegar a ese puesto. Que mi futuro suegro y mejor amigo de mi padre fuera el dueño solo adelantó los acontecimientos un par de años. En mis cuatros años en el departamento comercial pase de ser un comercial a uno de los dos subdirectores a director del departamento cuando el anterior director se jubiló. El otro subdirector pasó a ser director de compras y yo elegí mis dos subdirectores. Uno fue Mike Espinosa, un americano, de origen puertoriqueño, que era un verdadero experto en textiles de origen americano y vendía las marcas de surf como si fueran verdaderas gangas. Y no lo son. Como es lógico le hice subdirector comercial de la gama juvenil. La otra Raquel Capdevila una comercial con experiencia y tres años mayor que yo (28 años en el momento) con la que yo tenía muy buenas relaciones (aun no eran sexuales) y a la que nombré subdirectora de la gama adulta.

Raquel era esbelta con un cuerpo impresionante que cuidaba gracias a los 4 kilómetros que corría todos los días. En ese momento estaba a cuatro meses de su matrimonio con José Carlos, su novio desde hacía 6 años, un hombre dos años mayor que ella y funcionario de nivel medio de profesión. El sueldo de ella era ya superior al de Él pero José Carlos aportaba una estabilidad a la pareja que no aporta una empresa privada donde, además, las horas extras están a la orden del día. Especialmente en puestos de responsabilidad.

Nuestra relación era muy buena. Junto con Mike formábamos un equipo muy eficiente y en solo un año superamos las previsiones de venta más optimistas en un 20%. Sobra decir que mi Suegro y el resto de los accionistas tenían que estar muy contentos. Además reducimos en un 10% los gastos de representación. Muy posiblemente porque al ser nosotros mas jóvenes que nuestros predecesores solíamos comer de manera mas informal en nuestros viajes. Muchas noches nos reuníamos en la habitación de hotel de uno de los tres y pedíamos unos sándwiches o una ensalada mientras comentábamos los avances del día. Lejos de la langosta que solíamos comer si las cosas iban bien cuando nuestros predecesores estaban al cargo. Los buenos resultados permitían a la anterior cúpula comercial esos lujos pero nuestros gastos mínimos se convertían en resultados aun mejores. Como es lógico nosotros también nos dábamos buenas comilonas en caros restaurantes pero solo si íbamos acompañados de potenciales buenos clientes. Si estábamos solos nuestros gastos eran mucho más razonables.

Para celebrar el resultado del primer año invite a Mike y su esposa y a Raquel y su marido a una cena en mi recién inaugurada casa junto a mi novia (Lucía). Era el 24 de Abril de 1999. Creo que debo describir a Lucía y Raquel. Lucía era mi novia desde que ella tenía 16 años y yo estaba a días de cumplir mis 19. Vivamos juntos desde que yo acabe la carrera pero la boda se iba dilatando. Hace 11 años estábamos a muy pocos años de la fecha final y nosotros ni lo sabíamos. Simplemente no queríamos dejar nuestras carreras para el matrimonio. Ella era increíblemente guapa. Alta y rubia natural de cuerpo turgente. Una belleza lógica pues su madre fue una importante modelo durante los años 70. Su 1,75 era normalmente 1,80 pues parecía abonada a los tacones de 5 centímetros. A pesar de su maravilloso 92-62-93 lo mejor era su cara. Tan dulce que algún dentista debía sentirse tentado a afirmar que su mera cercanía provocaba caries. A Lucía le gustaba vestir ropa de diseñadores famosos (menos mal que muchos de ellos eran amigos de la familia, sino me imaginaba las facturas y me daba un soponcio) y los zapatos de tacón. Raquel no se puede decir que tuviera peor cuerpo. Media 1,69 (que no esta mal) y los tres años que nos sacaba hacían que su cara fuera más "adulta" en aquellos momentos. Morena, su cuerpo estaba espectacularmente moldeado en el gimnasio (al contrario que Lucía que no necesitaba gimnasio para tener una figura estupenda). Pero aun siendo mas baja y mas adulta era una mujer muy guapa. No era un pivón que hace que todo el mundo gire la cabeza a su paso pero si lo hacían muchos hombres. Era delgada con unos pechos interesantes ni grandes ni pequeños y un trasero muy bonito. Lo mejor su abdomen plano sin pizca de grasa. En el trabajo siempre iba elegante. Hasta con vaqueros (los viernes mi suegro nos dejaba usarlos) era la elegancia personificada. Tacones de entre 3 y 7 centímetros en zapatos y botas de maravilloso clasicismo con un toque de atrevimiento. Sus botas me volvían loco algunos días en la oficina. En esos momentos nadie lo sabía pero me volvían loco las botas. Mi educación no veía eso como una desviación pero igualmente me impedía coaccionar a mi novia para que las usara más. Me educaron en el respeto y yo entendía que esto implicaba que ella vistiera como quisiera. Además, tenía carácter, igual que yo. Botas usaba pocas. Apenas tenía tres pares. Al menos le gustaban los tacones finitos. También me gustaban. Menos que las botas, pero también me gustaban. En todo caso, ambas mujeres eran muy guapas, quizás no supermodelos pero si estaban clarisimamente por encima de la media y alguna cabeza hacían girar por la calle.

Para la fiesta de celebración, mi novia, se vistió un vestido de punto rojo y unos zapatos de tacón rojo de un tacón bastante fino. Como siempre su elegancia era salvaje. Yo me puse un pantalón Dockers, una camisa a cuadros azules y blancos y una chaqueta americana de pana. Los primeros en llegar fueron Mike y su mujer Susan. Susan era la típica americana rubia del montón. Ni gorda ni delgada, normalita, era profesora de inglés particular. Más que nada para no aburrirse pues podría vivir con el sueldo del marido. Mike, para ser de origen dominicano no era muy moreno pero distaba de ser rubio. Medía unos 1,77 metros y era lo que se dice guapillo. En cuanto llegaron abrimos unas cervezas y pasamos al salón. No llevábamos ni 2 minutos sentados cuando sonó el telefonillo. Fui a abrir y se trataba, como era de preveer, de Raquel y su marido. No volví al salón sino que decidí esperar junto a la puerta pues no tardarían ni un minuto en llegar a la puerta. Cuando llegaron creo que debí babear. Saludé a José Carlos y le indiqué que los demás estaban en el salón con unas cervezas. Salió apresurado para tomar la primera. A Raquel la di un beso, una vez se fue su marido, muy cerca de la comisura de los labios. El más atrevido desde que la conocía, el primero no 100% casto pero su imagen me obligó. Esa tarde de primavera no del todo calurosa llevaba una falda estampada verde oscura, un jersey finito de cuello alto color verde y una magnifica cazadora del mismo color. La ayudé a quitarse esta mientras observaba sus maravillosas botas de medio tacón finito. La agarré por la cintura, me sonrió y nos enfilamos hacia el salón mientras ella también me agarraba. Cuando estábamos a punto de llegar nos soltamos con una sonrisa cómplice. No sabía donde me iba a llevar todo esto pero me gustaba e inquietaba a la vez.

Las cervezas habían corrido durante casi dos horas y estaba a punto de llegar la hora de cenar. Yo llevaba ese tiempo pensando en Raquel. Nuestra relación había sido 100% casta hasta ahora mismo cuando un beso en la comisura de los labios y un agarre de enamorados me había trasladado a otra dimensión. Creo que ambos nos habíamos mirado a veces con cariño pero no creo que pasara del típico que dos personas con una relación tan estrecha se tienen. O al menos eso pensaba yo.

Lo que mas me extrañó es que todo pasaba por mi mente a unos metros de Lucía. No sabia en esos momentos si la amaba. La quería, eso seguro, pero a veces dudaba si lo nuestro no iba a ser un matrimonio concertado. En el fondo no le daba muchas vueltas, hasta este momento. Con Lucía nunca hubo mucha chispa, teníamos buen sexo pero no impulsivo. Nada impulsivo ahora que lo pienso. Solo lo hicimos una vez en el salón. El resto fueron en la cama de nuestra casa o en un hotel de vacaciones. Para todos era la mujer perfecta para mi: culta, con un buen trabajo y de buena familia (es decir, no iba a por mi dinero) y muy guapa. Básicamente lo que todos los chicos de mi circulo socio económico buscan. Hasta hoy yo también pero ahora quería algo de chispa. Y, o me la daba la que fuera a ser mi esposa o me la buscaba fuera. Cambiar de esposa cuando uno ya está establecido es complicado, buscaré la chispa fuera y decido que será Raquel.

De repente oigo que dicen que vamos a cenar. Lucía había dejado la mesa hacía 30 minutos y yo no me había enterado. Llevaba 2 horas y media entre dándole vueltas a la cabeza e intentar mantener la conversación. A partir de ese momento me iba a centrar 100% en mis invitados pues ya tenía una decisión tomada. Lucía sería mi compañera de por vida, Raquel esperaba que fuera la chispa. Tendría que actuar con cautela para no cagarla.

A partir de ese momento la cena fue muy agradable. Mentiría si dijera que no volví a pensar en Raquel. Nos pusimos hombres enfrente de mujeres y pude ver que ambas eran preciosas. Infinitamente por encima de la media. Esa noche cenamos hamburguesas caseras para celebrar que incluíamos una nueva marca americana a nuestro portfolio de importaciones. Comentamos lo difícil que era conseguir en España buenas marcas de mostaza americana y que deberíamos importarlas como las camisetas. Lucía fue la que dijo que deberíamos montar nuestra propia empresa pues su padre no quería moverse de la ropa. Lo cierto es que eso lo sabíamos todos. No se habló mucho mas del tema empezamos a hablar de otras cosas como fútbol, política, NBA, cine,... lo normal en una cena de amigos. Pero estoy seguro que esa noche ninguno de los tres nos pudimos quitar de la cabeza la idea de importar comida.

Al día siguiente fuimos a cenar a casa de mis suegros (un precioso chalet en La Moraleja). Mientras tomábamos el aperitivo Lucía soltó que estábamos pensando montar una empresa de importación de alimentos. En ese momento pensé que quería que me tragara la tierra pero mi suegro reaccionó estupendamente bien. Dijo que para no enfadarse diéramos 15 días de preaviso por nuestra marcha y que ayudáramos en la transacción y que, por supuesto, ni se nos ocurriera entrar en el mundo de la moda. Yo le dije que fue una idea que salio en una cena donde se hablaron de mil cosas pero que si se lo tomaba tan bien nos daría menos apuro. En uno de esos momentos de sinceridad de suegro dijo: prefiero eso a que venga Juanito (así llamaba al dueño de su mayor competencia, al que odiaba) con un cheque que no podáis rechazar. Lucía y yo pasamos los 25 minutos de vuelta a casa hablando acerca de si hacerlo o no. Ella me animaba y dijo que hablara con Raquel y Mike el lunes. Antes de irme a la cama encendí mi ordenador y realice unos pequeños cálculos en una hoja excel.

El lunes (26 de abril) al llegar a la oficina digo a mi secretaria Maria que nos reserve mesa en un restaurante para Raquel, Mike y yo y que les informe de la comida. Pido que sea un restaurante algo alejado de la oficina y que no hagan citas de 2 a 4. Maria llevaba tres años siendo mi secretaria (bueno, al principio era del departamento en el que estaba y al yo ascender la puse como secretaria personal). En esos momentos tenía 29 años y una preciosa hija que iba a cumplir 5 años. Hablaba perfectamente ingles y francés y era absolutamente fiel a mí en el trabajo. Si pedía intimidad para mis compañeros se olía algo pero ni iba a preguntar mas ni iba a cuchichear por las esquinas. El restaurante que nos reservó era un asador que estaba a tan solo 5 minutos en Taxi de la oficina. Pero para ir andando se necesitaba casi media hora. No era un restaurante donde fuéramos a ver a más gente de nuestra oficina. Quizás si algún conocido pero podíamos estar preparando algo del departamento. Quedamos a las 2 de la tarde en mi oficina. La primera en llegar fue Raquel. Estaba preciosa pero tras un fin de semana obsesionado con ella quizás no fuera muy objetivo. Vestía unos pantalones negros con unas finas rayas tipo gangster de tela de vestir pero más ajustados en el tobillo, el corte era casi de vaqueros. Los acompañaba con una camiseta de color crudo por dentro de los pantalones y una americana del mismo color. Para rematar llevaba un pañuelo a la garganta tipo foulard, más por estética que por frío pues en Madrid ya hacía una temperatura agradable a finales de Abril. En sus pies unas espectaculares sandalias de tacón de casi 10 cm con plataforma. Nos saludamos con un beso, de nuevo, en la comisura de los labios. Tras el beso mantuve mi mano en su cintura un segundo, el segundo que tardamos en oír que llegaba Mike. Nos separamos y me premio con una sonrisa. Mike entró, beso a Raquel y me dio la mano. Dijo que estaba intrigado y les dije que nos íbamos a comer al asador.

Al llegar al asador nos sentamos en una mesa para cuatro. Yo en un lado y Mike y Raquel frente a mi. Mientras mirábamos la carta hablamos de cosas banales. Una vez la camarera nos tomó nota empecé yo a hablar.

– El domingo fuí a comer a casa de mi suegro – dije mientras apuraba un poco del vino que nos acababan de servir.

– ¿Nos has citado para contarnos tu vida social? - preguntó Mike

– No, déjame continuar. Lucía tuvo la brillante idea de decirle a su padre que estábamos pensando en montar una empresa de importación gastronómica.

– Y se enfadó, claro – comentó Raquel

– Pues no exactamente, comentó que con el necesario preaviso y si no nos metemos en ropa el no tiene problema. Es más,dijo que prefería eso a que nos fuéramos con "Juanito" y que en el fondo sabía que no íbamos a estar con el para siempre

Paramos de hablar un momento mientras nos traían los entrantes, un queso provoleta a la parrilla y unas alcachofas con virutas de jamón. Una vez se fue la camarera fuí directo al grano.

– Entonces, ¿nos animamos?

Ambos se miraron a los ojos con una mezcla de excitación e incertidumbre. El primero en hablar fue Mike.

– Yo tengo cierta incertidumbre, Susan y yo vivimos de mi sueldo y vivimos muy bien. Estaríamos hablando de perder el poder adquisitivo que mis 3800 euros netos me reportan a cambio de la posibilidad de ganar más y cierta libertad pero con el riesgo de que no funcione y tener que buscar un curro igual siendo unos años mas viejos

– Yo eso lo entiendo – comenté – Pero creo en vosotros como compañeros de viaje. Lance unos números en una hoja excel el domingo y creo que con 100.000 euros de capital inicial y rebajándonos el sueldo solo un poco podemos conseguirlo. Esto es lo que os puedo ofrecer: yo un 75% de la empresa y vosotros un 12,5% cada uno. Yo aporto el capital de vuestro 12,5% pero a cambio firmáis un contrato de tal manera que os veáis obligados a devolverlo de los repartos de dividendos. En cuanto a rebaja de sueldo yo me lo bajo un 25% de 130.000 brutos a 97.500 brutos y vosotros un 12% de 80.000 brutos a 70.400 brutos. Resumiendo, yo paso de 14 pagas de 5800 a 14 de 4500 y vosotros de 14 de 3800 a 14 de 3400. Como veis no perdéis mucho poder adquisitivo y yo no tengo problema en renunciar a esos 1300 euros. Ya subiremos los sueldos cuando nos vaya la cosa bien. ¿Que decís?

– Yo estoy dentro – dijo Raquel

– Yo tengo que hablar con Susan, pero me inclino por entrar.

– ¿No tienes que hablar con Jose Carlos? - le pregunté a Raquel con cierta malicia

– No. Es cosa mia – dijo Raquel sonriendo.

Los tres reímos con su respuesta. Raquel y José Carlos eran, a los ojos de todo el mundo, una pareja ideal. Quizás ella un poco guapa para lo que es el pero nada muy cantoso. Sin embargo todo el mundo tenía una cosa clara. La carrera profesional de Raquel era cosa de ella y no iba a dejar a su marido meter la cabeza donde nadie le había llamado. El resto de la comida lo dedicamos a preparar los preparativos de nuestra nueva empresa, valga la redundancia. Yo me encargaría de la estructura organizativa de nosotros tres y dejaría claros cuales serían los puntos a cubrir por cada uno en la nueva empresa. Mike haría en sus ratos libres un estudio de mercado preliminar que nos haría llegar en menos de una semana y con ese estudio Raquel crearía un plan de ventas y gastos. Tener los gastos controlados a la hora de emprender un negocio es fundamental. Los tres nos saltamos el postre y tras un café en el que hablamos de otros temas volvimos a la oficina.

Eran las 6, cuando María estaba a punto de irse, y sonó el teléfono. Al cojerlo es María que me comenta que ya se va y que hace pasar a Raquel que estaba con ella en la puerta de mi despacho. Lo cierto es que ambas se han terminado haciendo grandes amigas desde que María es mi secretaria. La digo que no tenga problema y se vaya y que pase Raquel. Oigo desde fuera que se despiden y cuando suenan las pisadas de María alejarse el picaporte empieza a moverse. Desde mi mesa del despacho veo la apertura, o al menos así lo recuerdo, como un proceso muy lento. Inmediatamente entra Raquel, vestida como ya comenté antes, y cierra la puerta tras de si.

– No me puedo creer lo que vamos a hacer – comentó

– ¿Que? - la pregunté sin saber a ciencia cierta a que se refería

– El que nos vayamos los tres de la empresa para crear la nuestra propia.

– Ahh – exclamé mientras me aproximaba – Pensé que te referías a esto

Según acabé la frase la agarre por la cintura, donde lo había dejado cuatro horas antes al llegar Mike y la atraje hacia mí dándola un beso en los labios largos al que ella no respondió durante unos segundos, que se hicieron eternos. Tras este breve lapso de tiempo Raquel abrió sus labios y nuestras lenguas se juntaron donde se encuentran las bocas. Quizás por los años de amistad o por poder separarnos fácilmente si alguien llegaba, ninguno de los dos metió la lengua en la intimidad del otro pero fue suficiente para mí el juego en ese campo de juego neutral. El beso no fue larguísimo, duraría un minuto, ni las manos buscaron rincones inexplorados, pero la sensación fue indescriptible. Cuando nos separamos ella dijo.

– Bueno, esto tampoco me lo podía creer

Ante su frase ambos reímos y nos miramos unos instantes en silencio.

– ¿Ahora que? - preguntó ella rompiendo el silencio.

– No se, llevo días pensando en esto y me ha encantado pero creo que quiero a Lucía.

– Yo quiero a mi manera a José Carlos, la misma manera en que creo que tu quieres a Lucía – dijo Raquel – No quiero divorciarme y que nos casemos. Pregunto a donde vamos con esto. ¿Lo dejamos en un beso o exploramos a donde nos lleva?

– Yo exploraría pero no correría - contesté

– Estoy totalmente de acuerdo – me dijo Raquel mientras se acercaba a darme un pico

Este beso ya fue casto, en los labios pero totalmente casto y de duración inferior a un segundo. Preveía muchos de esos en un futuro cercano.

– ¿Te vas ya? - me preguntó

– Si, quiero ir a El Corte Inglés a comprarle un regalo a Elena la hija de María que cumple los años dentro de unos días. ¿Que se le compra a una niña de 5 años?

– Ni idea – contestó ella – Un DVD de dibujos animados nunca puede fallar

Ambos nos dirigimos al parking de edificio de oficinas en el que mi suegro tenía la empresa. Era un moderno edificio cerca del IFEMA. Al llegar al coche de ella, un VW Golf gris de cinco años nos despedimos con un casto beso en las mejillas. No era plan que alguien nos viera.

Los días iban pasando y cuando teníamos alguna oportunidad la aprovechábamos para besarnos en la boca con mayor o menor intensidad, dependiendo de la situación pero no pasábamos de allí. Lo que si avanzaba era nuestra idea de dejar la empresa y volar libres. Mike preparó el estudio de mercado que lejos de asustarnos nos involucraba más en la idea y Raquel creo un plan de ventas y gastos que se ajustaba mas o menos a lo que había calculado yo. Con 100.000 euros de capital nos debía llegar. Yo por mi parte preparé una estructura organizativa que fue aceptada por ambos.

Así llegó el 13 de Mayo, unos días antes de San Isidro, patrón de Madrid. Día que cerramos los últimos flecos con una comida en Paulino, un buen restaurante del distrito de Chamberí, cerca de Nuevos Ministerios. Según mi plan yo seré director general y tendré un 75% de la empresa mientras que ellos ambos tendrán un 12,5%. Raquel será directora comercial y Mike director de compras. Creo que es lo ideal, y ellos lo entienden, pues Raquel es, en el fondo, mejor convenciendo y Mike mejor negociando. El capital de su 12,5% lo aportaré yo de mis ahorros pero ellos me lo devolverán de los beneficios obtenidos en un plazo máximo de cinco años. Si no hubieran devuelto todo el porcentaje tienen opción de pagarlo de su bolsillo y mantenerlo o darme el porcentaje aún no pagado. Con estos puntos también están de acuerdo. Solo quedaba ver que personal necesitamos. El presupuesto inicial nuestro era muy ajustado por tanto decidimos ir con un abogado especialista en temas de importaciones para el departamento de Mike, un comercial para el departamento de Raquel y una secretaria a compartir entre todos. Propongo que contratemos a un abogado de la empresa de mi suegro. Es muy bueno pero muy joven así que mi suegro no pondrá problemas. Propongo igualmente que la secretaria sea María. Acordamos que el comercial lo contratará Raquel de fuera de la empresa. Sin nadas más que negociar nos repartimos el trabajo inmediato. Mike tiene que convencer a Ricardo, el abogado joven, y Raquel y yo tendremos que convencer a María. Así podré yo, en la cena de esa noche con mi suegro presentarle las renuncias formales de los cinco que serían efectivas el viernes 28 de Mayo de ese año 1999. Sin esperar al postre o al café nos fuimos de vuelta a la oficina con el objetivo de convencer a las dos personas que nos queríamos llevar con nosotros. Como habiamos salido a comer pronto cuando llegamos a la oficina eran apenas las tres menos veinte. Aún quedaban veinte minutos para que volviera María y casi el 100% de la plantilla. Solo quedaba en la oficina algún trabajador terminando algo importante. Mike se fue a su despacho y Raquel se vino conmigo al mio. Al cerrar la puerta nos sonreimos.

– Lo vamos a hacer – dijo Raquel

– Si, así es. Vamos a ser socios – dije yo

– Seremos muchos más, pero esperemos a ser socios – dijo Raquel sonriendo y acercándose a mi

No pude más que sonreír y observar como iba vestida ese día. Llevaba un pantalón blanco de tela gruesa (no vaquera) ligeramente remangados pero aun así e largo normal. Un top de tirantes blanco iba acompañado de una chaqueta como de ganchillo muy fina y que solo cerraba a la altura del pecho abriéndose a lo largo de su cuerpo hasta la altura del cinturón. La chaqueta dejaba ver el top blanco y un cinturón de cuero marrón oscuro a juego con los zapatos de tacón y bolso del mismo color. Cuando más cerca estaba de mí me evito para llegar hasta mi mesa. Dejó el bolso encima de ella y se apoyo sobre esta con una pose bastante sensual. Ahora me tocó acercarme a mí y mover ficha. Me pegue a ella y, en poco segundos, ya estaba besándola con toda la intensidad, por primera vez nuestras bocas entrando mucho en territorio enemigo (habían pasado más de dos semanas desde nuestro primer beso y aún nos besábamos con nuestras lenguas jugando en territorio neutral). Mis manos buscaron el final de su espalda y se aferraron en un principio a sus glúteos, a los segundos era su culo. Las manos de Raquel fueron a mi cabecera para masajearme la cabeza mientras seguíamos con nuestro apasionado beso. Debimos estar así más de 5 minutos cuando lo dejamos. Quedaban unos 10 minutos para que llegara María y no queríamos que se notara en nuestros rostros la fogosidad de nuestro anterior beso.

Tras unos minutos empezamos a oir ruido de mi oficina. Evidentemente María ya estaba en su puesto de trabajo. Levanté el teléfono y la hice pasar. Al entrar se mostró algo extrañada pues no sabía que ya estaba en la oficina y aún menos con Raquel. La hice sentar alrededor de la pequeña mesa que tenía en el despacho junto a Raquel y a mi. Su cara no era tanto de nerviosismo como de incertidumbre. La mire a los ojos y a bocajarro la comenté:

– Raquel, Mike y yo nos vamos de la compañía para montar nuestra propia empresa de importaciones. Dentro de 15 días ya no estaremos aquí.

– En serio – nos pregunto alternando la mirada entre nosotros con mucha incredulidad.

– Si, lo comunicaré oficialmente a mi suegro esta noche pero el ya lo sabe y no pone impedimentos pues no importaremos ropa. No obstante, eso no es todo. Queremos que vengas con nosotros. Pasarías de ser mi secretaria a ser secretaria de todos hasta que tengamos suficientes ingresos como para que cada uno tenga la suya. Se que es una noticia demasiado chocante pero necesito la respuesta hoy mismo. Tomate la tarde libre y hablalo con tu marido. El sueldo te lo mantenemos. Que eso no sea problema alguno.

– Definitivamente tengo que hablarlo con mi marido. Si no os importa voy a recoger y te llamo esta tarde.

María salio por la puerta mirando al suelo y claramente contrariada, cerro la puerta, se oyo como recogía sus cosas, apagaba el ordenador y salía por la puerta. Me acerque a mi teléfono y llamé a Mike para informarme sobre si había conseguido convencer a Ricardo. Me dijo que sí y que tenía la carta de renuncia firmada. Colgué, di un pico a Raquel, sonreí y dije: "Ya está". Menos de un minuto después estaba Mike con su renuncia, la de Ricardo, la de Raquel, la mía y la de María. Firmamos los tres y ya solo quedaba María. Cada uno se fue a su puesto a terminar con su trabajo.

Eran sobre las cinco y media de la tarde cuando recibí la llamada de María confirmándome que se unía. Quede con ella en pasar por su casa para firmar la carta de renuncia y llamé a mi suegro. Quede a cenar con el en un reservado de un prestigioso restaurante. Antes de colgar me dijo:

– Ya se de que va esto

– Claro que sabes – dije yo.

– ¿Es necesaria una cena?

– Si, es necesaria para firmar un pacto de no agresión.

– Creo que tengo yo más que temer de vosotros que vosotros de mi. La empresa ha subido más con vosotros al mando en dos años que con vuestros predecesores en diez.

– Bueno, pues entonces estarás encantados de firmar. Queremos firmar porque te apreciamos mucho y queremos que nuestra relación profesional siga siendo de lo más amigable. Quien sabe, quizás podamos compartir alguna vez algún container.

– Nos vemos a las 9 - comentó como queriendo cortarme

Tras la llamada con mi suegro hice otras cuantas, a Lucía, a mis padres y a mis nuevos socios. Inmediatamente cogí el coche y me dirigí a casa de María, en el barrio de Argüelles, cerca de Ferraz y El Corte Inglés de Princesa. Tarde un rato en aparcar pero al final pude hacerlo y conseguir su firma. Me fui a El Corte Inglés para que pasara un poco el tiempo, compre un disco y un libro y me encaminé hacia la reunión con mi suegro en mi Audi A4. Cuando llegué al restaurante mi suegro aun no había llegado. Pedi una botella de agua y antes de que me la trajeran ya estaba mi suegro sentándose.

– En serio, no creo que esta cena sea necesaria – djo mi suegro yendo al grano – confío plenamente en vosotros y con vuestra palabra me vale.

– Lo agradezco pero asi te doy nuestra carta de renuncia y de las dos personas que nos queremos llevar

– Esto puede ser lo peor, no os llevareis a muchos seniors, ¿verdad?

– No, a mi secretaria María y a Ricardo el abogado nuevo

– Sin problema entonces, acepto vuestras cartas, enseñame el documento que quieres que firmemos.

Le alcance el documento mientras cogía sus gafas de leer del bolsillo de su camisa. Lo leyó durante 10 minutos y me pidió un boli para firmar, algo que hizo inmediatamente. Firme yo y pasamos la cena hablando de Lucía y de mí, de nuestras vidas, de política, futbol, dejando las empresas de lado.

Pasaron 15 días muy intensos. En la oficina trabajamos codo a codo con los sustitutos nuestros sin descuidar el día a día y todas las tardes nos reuníamos Mike, Raquel y yo para avanzar en nuestra empresa. La historia entre Raquel y yo seguí como antes, besos mas o menos ardientes y algún magreo si teníamos la oportunidad. Contratamos a una empresa que nos hiciera buena parte del papeleo. Así llego ese 28 de Mayo, ultimo día nuestro en la empresa de mi suegro. Los viernes entrabamos a las 8 y solo trabajamos hasta las pero yo llegué a las 7 a una oficina desierta. Vestía vaqueros y una camisa de Polo Ralph Lauren. Los viernes íbamos siempre muy informal. Cuando estaba por entrar en mi oficina oí un ruido, era el ascensor. No era el único en entrar tan pronto. Al abrirse el ascensor vi la figura de Raquel salir de este. Estaba espectacularmente guapa con unos Levis azul oscuro, unas botas marrón sin tacón por fuera del pantalón que le llegaban hasta casi las rodillas y un chaleco de punto beige con un cuello de pico como dobladillo. Era muy curioso, tantos años importando y vendiendo ropa y era incapaz de definir el estilo de ese cuello. Puedo decir que me parecía bonito, pero poco mas. Completaba su atuendo con un collar largo como de piezas de madera y conchas. Me acerqué a ella mientras ambos sonreíamos. Parecíamos intuir que habíamos llegado antes para trabajar pero que no íbamos a hacer mucho eso. Nos dimos un pequeño pico, nos agarramos de la mano y la dirigí a mi oficina. Inmediatamente tras entrar cerramos la puerta y nos besamos ardientemente. Tras poco más de un minuto de beso Raquel se separó de mi y me sonrió. Llevo 10 minutos esperando en el coche a que llegaras. Ayer dijiste que ibas a llegar antes y vine yo también para darte un regalo de despedida de la oficina. Tras decir esto se acercó a mi y me beso en los labios, paso a besarme el mentón y luego el cuello. No sabía a donde me iba a llevar esto pero, la verdad, me gustaba. Se fue agachando mientras mantenía sus manos en mi pecho, las manos fueron bajando según ella estaba cada vez más agachada. Cuando estuvo completamente de rodillas en el suelo sus manos estaban justo por encima de mi cinturón. En ese momento me alegré de no tener barriguita. No iba al gimnasio pero era bastante activo (juega a veces al fútbol sala con los amigos) y cuidaba mi alimentación. Fue bajando la mano poquito a poco hasta mi cinturón que empezó a desabrochar. Casi me alegré de ponerme un buen cinturón ese día. Era un cinturón de Dior, muy normalito, que mi padre me había regalado cuando empece a trabajar en la empresa de mi suegro y lo consideraba de la suerte. Desde luego, hoy me la estaba dando. Notaba sus dedos, con su maravillosa manicura, abrir mi cinturón y pasar a los botones de mis vaqueros. Una vez abierto me bajo los pantalones hasta medio muslo e inclinó la cabeza hacia arriba para sonreírme. Mientras me sonreía agarró mis calzoncillos y los bajo hasta la altura de mis pantalones. Mi pene en cuasi erección salió disparado. En ese momento Raquel bajo la cara y agarró mi pene masajeándolo lo justo para que alcanzará su mayor longitud. Mi pene era ligeramente por encima de la media. No tengo una de esas pollas de más de 20cm de los relatos. Mi aparato mide 17cm y creo que es suficiente para su cometido: orinar, darme placer y dar placer. Volvió a mirar hacia arriba, esta vez inclinando menos la cabeza y saco su lengua que tocó el capullo de mi pene. Sentí un escalofrío espectacular. Nunca había sentido nada así en la vida, al menos no lo recordaba. Cuando bajo la vista empezó a pasar su lengua por todo el recorrido de mi pene y, tras unos minutos, me dio un beso en el capullo y se metió toda la longitud de mi pene en su boca. No pude evitar agarrar su precioso pelo negro lacio y suave y ayudarla en el mete saca que me estaba llevando al placer mas absoluto. Sus labios me daban bastante gusto y un cosquilleo enorme. Unas cosquillas que no daban grima sino un placer absoluto. Llevaba ya ella unos minutos y no sabía cuanto mas iba a poder aguantar. El reloj de mi oficina marcaba aún las 7:20. Algún proceso mental paso por mi mente que me distrajo del placer absoluto para saber que hacer cuando me corriera. No podía mancharse. Teníamos todo el día por delante. Ella me miró con cara de extrañeza. No podía explicarse que hacía pensando en eso pero fue muy clara.

– No me puedo manchar, tendré que beberme todo tu jugo. Espero que no eyacules mucho – Me dijo con una sonrisa

– Haré lo posible – dije yo medio en broma

Tras este pequeño intercambio siguió con su trabajo y, en dos minutos me acercaba al momento de la eyaculación. Sus manos en mis glúteos y su lengua juguetona junto con sus labios me iban a hacer llegar en unos instantes. Opte por avisarla y unos segundos después estaba eyaculando. Ella bebió como loca y consiguió que no cayera nada al suelo. Se levantó, me sonrió, paso su mano derecha por mi barbilla y se fue.

– Voy a lavarme los dientes – dijo

– Te espero, no te retrases.

Pasaron 10 minutos por el reloj de mi oficina que ya marcaba las 7:38 cuando volvió a entrar Raquel que se acerco y me dio un beso impresionante.

– Ha sido maravilloso – dije

– Ha sido un paso más pero los dos sabemos a donde nos lleva esto.

– Ahora solo falta saber cuando ocurrirá - la dije según me acerque a ella y la bese ligeramente en los labios

– Por mi en la nueva oficina

– Es un trato.

Ese día pasó sin mas sobresaltos y con sonrisas cómplices entre Raquel y yo. A las tres nos despedimos de los que hasta entonces eran nuestros compañeros con unos vinos y canapés que compramos en una empresa de catering. A las cinco de la tarde nos despedimos de nuestros antiguos compañeros y quedamos los cinco para cenar en un restaurante que había reservado yo. Al ser viernes iríamos con nuestras parejas. Sería mitad cena de celebración, mitad repartirnos el trabajo.

El lunes siguiente Mike y yo visitamos cerca de 10 oficinas buscando la que mas nos interesara para poder entrar al día siguiente que era primer día de mes. Menos mal que ya teníamos la empresa legalizada en el registro y todo. Tras una llamada a Raquel con las dos finalistas decidimos coger una oficina en la zona de Castellana-María de Molina. Tenía 350 m2 con 4 despachos, dos zonas diáfanas y una zona de recepción. Además incluía tres plazas de garaje en el mismo edificio. El alquiler era bastante bueno, 3000 euros al mes. Esa noche cena de los tres en el VIPS de Velazquez con López de Hoyos y no muy tarde nos fuimos a cenar.

El 1 de Mayo empezó nuestra actividad pero la oficina no estaba lista. Teníamos que amueblarla y acondicionarla. Eso nos llevaría unos 15 días. Para no perder ese tiempo alquilamos una sala grande en un centro de negocios y nos reunimos allí los cinco. El primer día estuvo todo muy claro, Ricardo se empollaba las leyes específicas de importación de alimentos, María organizaba la oficina y Mike empezaba a contactar con proovedores. Raquel y yo nos fuimos a la nueva oficina para reunirnos con un comercial de muebles de oficina para amueblarla. Nuestro único requisito es que tenía que estar en 15 días. Quedamos en el VIPS de la noche anterior para desayunar. Al entrar ella casi me echo el café por encima. Llevaba un vestido gris no muy oscuro de punto cuya falda no llegaba a la rodilla y portaba un bolso negro grande que iba a juego con sus estupendos zapatos de unos 8cm de finísimo tacón y una pequeña abertura por donde se veían los dedos. Cuando llegó a la mesa nos dimos un rápido pico y nos dispusimos a estudiar el plano para poder tener las ideas claras cuando, treinta minutos después, nos reuniéramos con el comercial. La oficina era de todas las que vimos la segunda con mejor distribución y tamaño pero su localización era infinitamente mejor que la otra que se encontraba muy en las afueras de Madrid. La oficina, en un edificio íntegramente de oficinas tenía junto a la entrada una recepción. Tenía como tres alas. Detrás de la recepción un pequeño hall con dos estancias, una un poco mas grande que la otra, y ambos lados unas salas diáfanas con un despacho anexo cada una. Decidimos que lo lógico era que en una ala se pusiera el departamento comercial y en el otro compras ocupando Mike y Raquel los despachos correspondientes. Yo ocuparía el despacho más pequeño de las dos estancias centrales siendo, la más grande restante, configurada como sala de reuniones. Para ir adelantándonos a la expansión futura íbamos a poner una mesa delante de cada despacho y en cada una de las salas diáfanas pondríamos 5 mesas con separadores así como suficientes estanterías para catálogos, facturas,... Las salas calculábamos que acogerían, cómodamente a hasta 10 personas con sus separaciones para tener algo de intimidad. Tras apurar el desayuno salimos hacia la nueva oficina, dimos un pequeño paseo por ella esperando a que llegara el comercial de la marca de muebles de oficina que no tardó en llegar. Lo primero que hicimos fue ver la oficina y hubo bastante buena sintonía. Tuvimos que apretarle un poco para que se comprometiera a dejarlo listo todo para el día 15 pero como los muebles que pedimos eran bastante comunes al final se comprometió. Firmamos los papeles en unas mesas que había por allí y se fue, no sin antes comprometerse a llevarse las mesas viejas. Le acompañamos a la puerta y una vez en el ascensor Raquel y yo nos metimos en la oficina cerrando esta con llave.

Fue como un pistoletazo de salida. Empezamos a besarnos con una mezcla de pasión y agresividad inaudita incluso en nuestros mejores días. Cogí su bolso y lo deposite en el suelo. Ella lanzó sus manos a mi cuello y yo las mías a su culo que era especialmente agradable al tacto a través de su vestido de punto. Nos empezamos a mover sin dejar de besarnos hacia una de las mesas que rondaban por la oficina de los anteriores dueños. Estaban todas concentradas en uno de los alas e íbamos con cierta cautela pues el territorio aun no era muy conocido por nosotros. Cuando estábamos a punto de llegar a una de ellas solté una de mis manos de su culo para amortiguar el contacto con la mesa. Ella también puso algo más de cuidado y rompimos momentáneamente el beso manteniendo una sonrisa en nuestros labios mientras cruzábamos nuestras miradas. Una vez su cuerpo estaba apoyado en la mesa me volví a acercar a ella y continuamos con el beso. Esta vez, gracias a no estar en movimiento, muchos mas juntos con una de mis piernas dentro de las suyas e, igualmente, una de las suyas entre las mías. Mi pierna entre las suyas había conseguido que su vestido se subiera hasta medio muslo. Ahora mis manos buscaban sus piernas. Sentía un gran deseo por meter mi mano dentro de su vestido y bajarle las bragas de una vez pero por otro lado quería que todo esto durase lo mas posible. Mientras nos besábamos decidí empezar el camino a su ropa interior sin saber que podía encontrarme. Con el fin de no hacer un movimiento brusco tarde casi un minuto en llegar a su ropa íntima y, al tacto, me encontré con lo que parecía lencería de la cara. Raquel rompió el beso bruscamente y se agacho delante mía sonriendo con lascivia. Rápidamente me desabrocho el cinturón y me bajo pantalones y calzoncillos para soltar al mundo a mi pene casi totalmente erecto. Le dio dos lengüetazos y un par de profundas mamadas. No necesitó mas para poner mi pene a su longitud y dureza máxima, se volvió a levantar y rápidamente se bajo el tanga, ahora veía que si parecía lencería cara, quitándoselo de solo una pierna. Mirándome a los ojos me dijo:

– Ven aquí cariño, hagamoslo

– Me has pillado de sorpresa, no tengo condón

– Se que eres fiel a Lucía, yo lo soy a José Carlos, ninguno de ellos nos pone los cuernos

– Te veo muy segura – dije medio retándola

– Lo estoy

No necesité mucho mas. Tampoco iba a perder esta oportunidad por un condón cuando sabía casi al 100% que no tenía nada, me preocupaba mas el embarazo pero a ella no parecía preocuparle. Volví a pegarla junto a la mesa y esta vez la elevé un poco mientras subía su vestido a la cintura. Una vez en esa posición acerque mi pene a sus labios inferiores y empece a empujar suavemente a la vez que la besaba en la boca. Su coño se ajustaba perfectamente a mi polla tal y como había imaginado durante tantos días. Empece un mete y saca más bien tirando a lento mientras ella ponía sus piernas alrededor de mi. Notaba en mi culo desnudo sus finos tacones y eso me ponía aun mas caliente. Empece a darla con mas fuerza y ella comenzó a jadear. Unos segundos mas tarde empezaron mis sonidos guturales. Pronto los dos íbamos acompasados, físicamente y por sonidos. Estaba siendo un polvo espectacular. Me gustaban mis polvos con Lucía pero con Raquel tenían algo mas. Quizás el gusto de lo prohibido. Llevábamos 10 minutos muy intensos de penetración y yo sentía que estaba cerca de correrme

– Me voy a correr – dije

– Hazlo dentro mía cariño, quiero sentirte dentro

– Aunque no me lo pidieras es lo que iba a hacer, ahora mismo no me importa que te quedes embarazada

– No me importaría tener un hijo tuyo para que lo criara el cornudo. Tendría su gracia.

Este comentario me excitó ese puntito justo más que necesitaba para correrme en ella. Apreté hasta el fondo y, con un grito ahogado, note como iba a empezar a correrme. Fue salir el primer chorro de semen y empezar a correrse ella. Tras dos o tres chorros depositados en su interior me apoye sobre ella besándola y me fui retirando poco a poco. Al salir mi pene del todo tuve cuidado con no mancharnos que teníamos que ir a la oficina. Ella cogió un kleenex de su bolso y se limpio como pudo. Una vez vestidos nos dimos un beso muy largo y nos dispusimos a irnos a la oficina temporal donde los demás debían estar trabajando.

Mi historia con Raquel y Lucía continuó. Amaba a las dos, casi mas a Raquel, pero Raquel nunca dejaría a José Carlos. Su teoría es que es bueno que uno en la pareja sea el dominante, en su caso ella, ya que dos dominantes es demasiado para una pareja. Su teoría era, igualmente, que Lucía y yo no nos casábamos porque ambos eramos como ella. Y esto nos lo contaba a los dos algunas veces cuando venía a casa sin José Carlos. Nosotros nos reíamos pero seguíamos sin casarnos. Quizás tuviera razón. El siguiente capitulo de la serie da un salto de casi dos años hasta febrero de 2001. A partir de entonces iré narrando mi vida mes a mes y como esta fue volviéndose cada vez mejor tras la catástrofe.

Mas de relatador74

Mi historia (81: Septiembre 2007)

Mi historia (80: Agosto 2007)

Mi historia (79: Julio 2007)

Mi historia (78: Junio 2007)

Mi historia (77: Mayo 2007)

Mi historia (76: Abril 2007)

Mi historia (75: Marzo 2007)

Mi historia (74: Febrero 2007)

Mi historia (73: Enero 2007)

Mi historia (72: Diciembre 2006)

Mi historia (71: Noviembre 2006)

Mi historia (70: Octubre 2006)

Mi historia (69: Septiembre 2006)

Mi historia (68: Agosto 2006)

Mi historia (67: Julio 2006)

Mi historia (66: Junio 2006)

Mi historia (65: Mayo 2006)

Mi historia (64: Abril 2006)

Mi historia (63: Marzo 2006)

Mi historia (62: Febrero 2006)

Mi historia (61: Enero 2006)

Mi historia (60: Diciembre 2005)

Mi historia (59: Noviembre 2005)

Mi historia (58: Octubre 2005)

Mi historia (57: Septiembre 2005)

Mi historia (56: Agosto 2005)

Mi historia (55: Julio 2005)

Mi historia (54: Junio 2005)

Mi historia (53: Mayo 2005)

Mi historia (52: Abril 2005)

Mi historia (51: Marzo 2005)

Mi historia (50: Febrero 2005)

Mi historia (49: Enero 2005)

Mi historia (48: Diciembre 2004)

Mi historia (47: Noviembre 2004)

Mi historia (46: Octubre 2004)

Mi historia (45: Septiembre 2004)

Mi historia (44: Agosto 2004)

Mi historia (43: Julio 2004)

Mi historia (42: Junio 2004)

Mi historia (41: Mayo 2004)

Mi historia (40: Abril 2004)

Mi historia (39: Marzo 2004)

Mi historia (38: Febrero 2004)

Mi historia (37: Enero 2004)

Mi historia (36: Diciembre 2003)

Mi historia (35: Noviembre 2003)

Mi historia (34: Octubre 2003)

Mi historia (33: Septiembre 2003)

Mi historia (32: Agosto 2003)

Mi historia (31: Julio 2003)

Mi historia (30: Junio 2003)

Mi historia (29: Mayo 2003)

Mi historia (28: Abril 2003)

Mi historia (27: Marzo 2003)

Mi historia (26: Febrero 2003)

Mi historia (25: Enero 2003)

Mi historia (24: Diciembre 2002)

Mi historia (23: Noviembre 2002)

Mi historia (22: Octubre 2002)

Mi historia (21: Septiembre 2002)

Mi historia (20: Agosto 2002)

Mi historia (19: Julio 2002)

Mi historia (18: Junio 2002)

Mi historia (17: Mayo 2002)

Mi historia (16: Abril 2002)

Mi historia (15: Marzo 2002)

Mi historia (14: Febrero 2002)

Mi historia (13: Enero 2002)

Mi historia (12: Diciembre 2001)

Mi historia (11: Noviembre 2001)

Mi historia (10: Octubre 2001)

Mi historia (09: Septiembre 2001)

Mi historia (08: Agosto 2001)

Mi historia (07: Julio 2001)

Mi historia (06: Junio 2001)

Mi historia (05: Mayo 2001)

Mi historia (04: Abril 2001)

Mi historia (03: Marzo 2001)

Mi historia (02: Febrero 2001)