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Mi historia (43: Julio 2004)

en Grandes Series

01. Semana del 5 al 11 de Julio

En Julio lo normal es que el trabajo baje mucho y luego ya en agosto el bajón sea total. Históricamente yo me cogía un par de semanas de vacaciones en verano y luego otra en octubre o así para irme lejos de vacaciones. Pero con Rocío embarazada decidimos hacer unas vacaciones mas tradicionales y descansar una semana en Cuenca en Julio y luego una en Cuenca y otra en Menorca en Agosto. El lunes cinco de Julio llegué a la oficina y estuve con Marga y Alberto viendo el planning para los dos siguientes meses. Esos dos meses solo teníamos una inauguración, aunque casi en septiembre, y yo apenas tenía eventos. Tenía pinta de que iban a ser unos dos meses aburridos. Además, ya estábamos en jornada intensiva. Tras salir del trabajo comí con Raquel y luego nos fuimos a mi casa donde tras un rato llegó Rocío. Estuvimos los tres charlando un rato mientras tomábamos café. Ellas descafeinado, por supuesto. A eso de las cinco se unió José Carlos con la pequeña Susana y, tras un buen rato de charla, fuimos todos a cenar al VIPS. En cuanto terminaron de cenar ellos se fueron a su casa y nosotros a la nuestra aunque antes dimos una pequeña vuelta. Esa noche hicimos el amor, simplemente estuvimos abrazados un rato antes de irnos a la cama. Pasar la tarde con la pequeña Susana, que cumplía esa semana dos años, nos hizo pensar en nuestro bebé.

El martes yo tenía mi único viaje de trabajo del mes. Fui con Marga y Alberto para ver como iban las cosas por la oficina de Barcelona. Nos metimos un buen madrugón para intentar volver lo antes posible y poco después de las nueve estábamos ya en Barcelona. Nos dividimos la tarea y, mientras yo estuve todo el rato con el director de la oficina, Alberto estuvo con la gente que investigaba la apertura de nuevas franquicias de nuestras tiendas y restaurantes y Marga se reunía con los comerciales que llevaban nuestros negocios de importación en Barcelona. El reparto del trabajo nos permitió terminar algo antes de las tres y con el director y la subdirectora de la oficina de Barcelona nos fuimos a comer antes de coger un vuelo de vuelta a Madrid. Poco antes de las siete estaba yo ya en casa y me tumbé en el sofá con Rocío para descansar antes de cenar una ensalada ligerita. Esa noche, con amor y sin demasiada pasión, hicimos el amor.

Tras el largo día de curro que fue el martes tuve un miércoles de lo mas tranquilo. Tanto en la oficina como posteriormente en casa donde la tarde no tuvo nada de especial.

El jueves parecía que iba a ser un día normal de curro. Estaba reunido con Ana en la reunión que mantenía siempre con ella el día antes de nuestra reunión mensual. El caso es que esta se fue alargando y a las tres y media pasadas seguíamos reunidos. La oficina ya estaba vacía.

– Rubén está de viaje – dijo

– Interesante información – dije

– ¿Vamos a mi casa a comer juntos?

– Bueno – dije – Pero antes vamos a terminar esto

Seguimos currando otros veinte minutos y tras dar por finalizada la reunión nos levantamos y nos fuimos a nuestros coches. En el garaje, junto a su coche, un Mini One de color rojo, y tras asegurarme que nadie nos veía, la pegué a este con su espalda junto a la puerta del conductor y la besé. Mientras lo hacía metí una mano por debajo de su falda. Ese día había ido al trabajo con una falda negra, con poco vuelo y hasta las rodillas. Completaba su atuendo con una blusa blanca muy ajustada y unas sandalias negras de un tacón muy alto y fino. Nuestro beso estaba cargado de pasión en el ya vacío parking donde, además de los nuestros, solo había un par de coches. Mis dedos ya jugaban con su coñito sobre la braga y tras un rato ahí llevé mi mano al lateral de esta y se la empecé a bajar. Ella se separó de mi y me miró a los ojos con pasión. Yo me agaché un poco y bajé la otra mano que también metí en su falda para ayudarme a quitarla la braguita. Una vez se las quité me levanté y la di un beso en la boca.

– Nos vemos en tu casa – dije

Y sin darme siquiera la vuelta me fui andando a mi coche. Me metí en el y salí del garaje conduciendo. Cuando pasé junto a su coche la vi con la falda aun levantada, pegada al coche y haciéndose, claramente, un dedo. Sonreí para mis adentros y seguí conduciendo sin parar. Esa chica era un volcán. Aparqué frente a su portal y ella aun no había llegado. A los cinco minutos la vi llegar y me monté en su coche. Juntos entramos en el garaje. Una vez aparcados nos besamos y salimos del coche. De la mano, como si fuéramos pareja, nos fuimos a su casa. En el ascensor nos besamos con pasión y yo metí mi dedo dentro de su coñito. Una vez el ascensor llegó a su planta nos separamos y mantuvimos un poco las formas por si hubiera algún vecino en el rellano o cotilleando. Eso si, una vez entramos en el piso no tardamos nada en estar enganchados en un nuevo beso. Sin dejar de besarnos ni un segundo fuimos hasta su habitación y nos subimos en la cama. Apoyados un poco sobre las almohadas y a medio camino entre estar sentados y tumbados volvimos a besarnos. Tras un rato así yo llevé mi mano a sus piernas y empecé a subir por ellas de camino a su coñito.

– No seas malo que soy una mujer casada – dijo pícaramente mirándome a los ojos.

Yo la sonreí y nos tumbamos un poco mas, ahora ya estábamos casi tumbados del todo, volviéndonos a besar aunque esta vez con algo mas de pasión. Mi mano acariciaba su pierna, alrededor de la rodilla. Tras un rato dejé su pierna y llevé la mano a su cara donde la acaricie un rato con ternura tras lo cual fui bajando hacia su teta. Ella me volvió a apartar la mano.

– ¿Esto va a ser así toda la tarde? - La pregunté siguiendo el juego y mirándola a los ojos con cara de falso enfado

– Estoy casada – dijo – Me debo a mi marido

– Tu marido no está aquí y no parece que te esté importando besarte con tu jefe en tu cama matrimonial.

– No quiero serle infiel – dijo

– ¿Meter tu lengua hasta mi campanilla no es serle infiel?

– Es una manera de mostrarle mi aprecio al jefe, al hombre que me permite pagar esta hipoteca pero no significa más - dijo

– ¿Lo haces por tu trabajo entonces? - dije llevando mi mano a su rodilla de nuevo

– En parte y en parte … - dijo dejando la frase colgando

– ¿En parte que?

Ella me miró un rato a los ojos. Yo la mantenía la mirada. Mientras ella se fue tumbando un poco mas y yo empecé a darla besitos en la oreja.

– En parte creo que me gustas y si me tocas no creo que pudiera controlarme

Mientras decía eso yo acariciaba su pierna de nuevo y lentamente subía la mano hacia su coñito.

– Podría incluso llegar a enamorarme y querer que me hicieras el amor varias veces al año – dijo cuando mi mano ya estaba muy cerca de su tesoro

– Déjate llevar – dije mientras mi mano libre la llevaba a sus tetas.

La acaricié un rato mas y volvimos a besarnos durante unos cinco minutos en los cuales la pasión se volvió desatada con nuestras lenguas explorando las del otro constantemente. Ya estábamos totalmente tumbados y mi mano ya había llegado a su coñito. Su diminuto tanga llevaba en mi bolsillo desde nuestro aperitivo en el parking de nuestra empresa. Ella tras el beso se incorporó un poco y luego se arrodilló para ir acariciando todo mi cuerpo desde el cuello, donde estaban sus manos mientras nos besábamos, hasta mi polla sobre el vaquero que llevaba ese día. Tras acariciarla un rato sobre los vaqueros me desabrochó el cinturón y los botones. Yo excitado decidí ayudarla y levanté un poco el culo y bajé pantalón y calzoncillos hasta mis rodillas.

– Jefe me gusta su polla – dijo

– Sabrás que hacer con ella – dije yo

Ella la cogió con su mano derecha de la base y poco a poco se fue introduciendo una mayor cantidad de polla hasta que llegó a sus dedos. Una vez ahí lentamente se retiro de ella y empezó a subir y bajar sobre ella con la boca a una velocidad muy lenta. Tras un buen rato mamándomela pasó a chuparla como un caramelo. Estaba totalmente lanzada y me estaba causando un placer enorme. Tras un buen rato de mamada yo me levanté de la cama y me quité el pantalón y mi polo. Ella mientras me miraba con cara de pasión, de rodillas, desde la cama y se iba desabrochando la blusa muy lentamente.

– Enseñale a tu jefe esas tetas – dije

Nos besamos mientras terminaba de quitarse la blusa y quedaba su sujetador blanco totalmente expuesto. Estando yo de pie y ella de rodillas sobre la cama la hice acercarse a mi polla y metérsela en la boca. Así estuvo mamándomela un rato sin usar las manos para nada mientras yo acariciaba su pelo. Tras un rato mas de mamada la di la vuelta y puse su coño junto al borde de la cama, su falda seguía remangada alrededor de su cintura. Me arrodillé y empecé a chuparla su coñito con fuerza y ganas. Nuestros gemidos eran bastante altos y se notaba que ambos estábamos bastante excitados. No quería desperdiciar mi corrida y que esta cayera en el suelo. Así me puse de pie y apunté mi polla a su coñito en la posición en la que estaba. Estuve penetrándola durante mas de diez minutos mientras ambos gemíamos como locos.

– Me corro – gritó

Casi en ese instante, aunque en realidad unos segundos después, su coño empezó a masajear mi polla y esta acabó echando todo su contenido en semen dentro de ella. Tras eyacular me subí a la cama con ella y nos besamos un buen rato. Mas tarde iríamos a comer, volveríamos a la cama donde haríamos el amor una vez mas y acabaríamos en la ducha donde ella me haría una mamada. Salimos de la oficina hacia las cuatro y no llegué a casa hasta casi las nueve. Al llegar Rocío no preguntó. Una cosa es que me dejara mi espacio y otra era que quisiera saber los detalles. La verdad es que yo lo agradecía. Tras cenar juntos vimos un poco la tele y nos fuimos a la cama a dormir abrazados.

Desde las diez y media de la mañana hasta las tres estuvimos metidos en nuestra reunión mensual el viernes. La primera hora y media fue la presentación de Ana de los números y, una vez ella salió, nos metimos al análisis de los números. Tuvimos beneficios de cuatrocientos y pico mil euros pero eso ya no nos conformaba. Ya que fue sin gastos por ninguna apertura especial. Bien es cierto que ese mes se pagaban las extras de verano en nuestras empresas y eso suponía un gasto bastante alto. No obstante en ese momento ya teníamos más de docientos cincuenta empleados. Incluso alguna empresa, la distribuidora de móviles y la que acabábamos de comprar al padre de María, dieron pérdidas ese mes. A la empresa del padre de María aun nos estábamos haciendo y no nos preocupaba tanto pero el mal resultado de la empresa de móviles no nos gustaba. No conseguíamos facturar ni cincuenta mil euros al mes y el beneficio era muy bajo. Preveíamos que acabaría por debajo del 10% lo cual para nosotros era poco. Decidimos tomar una decisión sobre esa empresa cuando miráramos los números anuales de 2004 en enero de 2005. Tras la reunión María se fue corriendo a casa pues en Julio tenía a las niñas en casa todo el día. Mariely estaba con ellas pero ella debía llegar para que ella pudiera también descansar. El resto nos fuimos a comer juntos y luego cada uno a nuestra casa. Esa tarde Rocío y yo fuimos a hacer la compra pues estábamos casi sin comida y luego a dar una vueltecita por Madrid mientras buscábamos regalo para Susana. Cenamos fuera y tras descansar un poco nos fuimos a la cama a hacer el amor.

El sábado tocaba el cumpleaños de Susana y fue bastante entretenido. Yo estuve jugando con ella y Elisa. Eran casi de la misma edad y se podía decir que eran muy amigas. Siempre que nos reuníamos jugaban juntas. Tras un rato con ellas vi a Marta que estaba un poco celosa. Siempre jugaba con ella pero ahora estaba mas centrado en la cumpleañera y su hermana y se notaba que eso no le gustaba. Así tuve que dedicar un rato a mi ahijada para que no se enfadara. A pesar de tener que jugar con mi tiempo pude pasar un buen rato. Tras dar los regalos a la niña y charlar un rato los adultos nos fuimos todos a casa a eso de las ocho de la tarde. Rocío estaba encantada tras salir del cumpleaños y nosotros nos fuimos a dar una pequeña vuelta de enamorados antes de ir a la cama a hacer el amor varias veces pues la semana siguiente estaríamos en Cuenca.

El domingo sin prisa nos levantamos y preparamos la maleta para pasar una semana en Cuenca. Nos fuimos algo después de las once y llegamos a casa de los padres rondando las tres de la tarde. A tiempo para comer algo tarde. Esa semana estaríamos solos nosotros dos con los padres de Rocío que no tenían aun vacaciones esa semana. Tras la comida hablamos sobre el embarazo de Rocío y esa noche vinieron a vernos unas amigas de Rocío que aun vivían en Cuenca. Se quedaron a cenar y se fueron algo antes de la medianoche. En ese momento aprovechamos todos para irnos a la cama.

02. Semana del 12 al 18 de Julio

El lunes llegaron a Cuenca Mónica y su novio Raúl, que trabajaba para mi, mientras que al día siguiente llegarían Teresa y Pedro, que también trabajaba para mi. Antes de quedar a cenar con Mónica y Raúl pasamos todo la mañana paseando por Cuenca con mucha gente interesándose por el embarazo de mi esposa. A la hora de comer fuimos a la farmacia de la madre de Rocío donde se nos unió el padre y nos dirigimos a un restaurante a comer. Tras la comida la madre volvió a la farmacia mientras nosotros nos fuimos al chalet de lo padres. Allí Rocío se echó la siesta mientras el padre y yo charlábamos de mis negocios y de banca junto a la piscina. Cada cierto tiempo saltábamos a la piscina para refrescarnos un poco. Rocío se despertó hacia las ocho y nos duchamos para irnos a cenar con Mónica y Raúl. Al día siguiente era el cumpleaños de Raúl pero lo celebraría el fin de semana. Esa noche Rocío estaba cansada y a las doce nos despedimos de ellos que se fueron a seguir de fiesta en algún bar de copas.

El martes Rocío y yo no salimos de casa por la mañana y pasamos todo el día en la piscina. Rocío quería aprovechar esos días para descansar un poco. Tras la comida en casa de los padres nos vestimos y nos fuimos a dar una vuelta tras la cual quedamos con Teresa, Mónica, Pedro y Raúl para, primeramente, felicitar a Raúl pero también para que Rocío pudiera pasar un rato con ambas amigas. Esa tarde volvimos para cenar en casa de los padres de Rocío. Tras la cena y un rato de tranquilidad en el porche nos fuimos a dormir.

Miércoles y jueves fueron días de total tranquilidad. Comidas y cenas en casa, mucho tiempo junto a la piscina y solo salir de casa para ir a dar pequeñas vueltas por Cuenca.

Nos levantamos el viernes Rocío y yo abrazados y poco a poco fuimos tocando nuestros cuerpos. Era tarde por la mañana y los padres ya no estaban en casa. Hacía calor, mucho calor, y la noche anterior nos habíamos ido a dormir en ropa interior. En realidad yo con calzoncillo y Rocío solo con braguita. No la gustaba dormir con sujetador. Ella se dio la vuelta y yo acaricié su espalda. Tras un rato tocándola por ahí giró la cabeza y nos besamos. Eché mi mano sobre su cuerpo y acaricié sus tetas. Mientras yo la besaba en el cuello. Tras un rato mas de caricias suaves yo me incorporé un poco y me arrodillé en la cama. La giré un poco y poniendo un brazo a casa lado de su cuerpo empezamos un beso mucho mas intenso. Me dediqué a comerla la boca y mientras ella acariciaba mis brazos y mi cuello. Tras un rato en su boca pasé a alternar los besos de esta con las caricias de su cara. Estuvimos besándonos mas de cinco minutos hasta que ella abrió sus piernas y yo me metí entre ellas. Ahora ya no atendía a sus senos. Mi boca disfrutaba de su boca mientras ella acariciaba mi pelo. Al mismo tiempo mi cuerpo empezaba a ejercer fricción en la zona de sus labios vaginales. Solo que ambos estábamos aun con la ropa interior. Yo con unos calzoncillos blancos y ella con unas braguitas rosas. No había penetración pero el roce estaba consiguiendo sacar los primeros gemidos de cada uno de nosotros. Pasé mis manos por debajo de su cuerpo y me eché hacia atrás quedando yo de rodillas y ella con su conejito, aun protegido sobre la barriga, apoyado en mi polla y su culo rozando la cama. Cada una de sus piernas a un lado de mi cuerpo. En esa posición nos movimos un poco y el roce ya era maravilloso. La senté sobre la cama y llevé mis manos a sus pechos mientras mi boca mordía su cuello y la daba besitos. Pensé que íbamos a hacer el amor ese día pero quizás solo jugáramos. A mi me estaba encantando. Tras un rato así llevé mi mano a su entrepierna y jugué con su coñito sobre la braga. Pero no mucho mas de un minuto y volví a subirme sobre ella y besarla en la boca. Volví a jugar con su braguitas y la besé sobre estas. Ella gimió al notar el beso aunque debió ser por verlo ya que con la tela no puedo notar mucho. Tras volver a acariciarla un poco la besé en la boca y mientras lo hacía, tumbado sobre ella, metí mi mano por dentro de su braguita para acariciarla directamente sobre el coñito. Al hacer esto ella llevó su mano a mi paquete por primera vez y lo apretó. Yo con un subidón de adrenalina metí mi dedo en su coño y empecé a hacerla un dedo. Mientras no dejábamos de besarnos.

– Fóllame – dijo

La di un beso y fui besando todo su cuerpo hasta llegar a la braguita. Al llegar a esta se la bajé lentamente y la tiré al otro extremo de la cama. Ya sin ropa interior ella me tiré encima e hice que mi polla aun enfundada en el calzoncillo rozara su coñito ya liberado. Fue justo en ese momento cuando oímos que se cerraba la puerta de la casa

– Hola – Oímos como gritaba alguien

– ¡Mierda! – dijo Rocío – Que oportuna es Carmen.

Carmen era la mujer que ayudaba a los padres en la casa con la comida y la limpieza. Ambos nos miramos y nos echamos a reír. No pudimos hacer el amor pero al menos nos divertimos durante un buen rato. Yo me puse una toalla a la cintura y con la ropa me fui a la ducha mientras Rocío se ponía una bata y bajaba a saludar a Carmen y desayunar. El resto del día fue totalmente normal y no salimos de la piscina aunque por la tarde vinieron varias amigas de Rocío a cenar antes de que ellas y sus parejas se fueran de copas. Rocío no quería ir por el humo de esos locales.

Tras un sábado de relax por la noche fuimos a casa de los padres de Raúl para celebrar el cumpleaños de este en sociedad. Allí cualquier acontecimiento se celebraba a lo grande pero en especial si este era en verano donde las barbacoas estaban a la orden del día. Aguantamos hasta las dos y antes de irnos le dimos nuestro regalo que eran unas deportivas de adidas de running. A Raúl le gustaba correr todos los días un poco y Mónica nos contó que sus zapatillas ya estaban algo gastadas.

El domingo nos levantamos tarde y fuimos a comer a un restaurante con los padres antes de volver Rocío y yo a Madrid. Llegamos no muy tarde y pasamos la tarde descansando. Esa noche Rocío y yo cenamos en casa y nos fuimos a dormir. Mas descansados para seguir con el trabajo.

03. Semana del 19 al 25 de Julio

Tenía el lunes que atender a unas charlas de la cámara de comercio de Madrid a las que me había comprometido hacía mucho. No es que fuera un gran día pues Raquel y Alberto estaban de vacaciones pero no podía escaquearme. Pasé un rato por la oficina y a las diez me fui para llegar con algo de tiempo a mi charla que empezaba a las doce del mediodía. Tras dar la charla de tres cuartos de hora tuve unos diez minutos de preguntas. A la una había terminado pero me cogieron por banda y no me pude librar hasta las dos y media. Si volvía a la oficina a esa hora ya no llegaría hasta mas tarde de las tres cuando se iban todos. Así cogí un taxi que me llevara a casa y por el camino llamé a Marga para ver como había ido el día. Por lo visto todo fue fenomenal y no tuvimos problemas importantes que hubieran requerido mi presencia. A las tres y cuarto estaba ya en casa y esperé a que llegara Rocío mientras hacía la comida. Pollo a la plancha y ensalada. Tras la comida descansamos en el sofá. Se nos hizo entre lecturas y charlas las nueve de la noche y nos fuimos a dar una pequeña vuelta antes de cenar e irnos a la cama.

El día de trabajo fue normal el martes y tras este me fui con Mike y Marga a comer con Belén. La estuvimos contando que ellos buscaban una casa un poco mas grande pues la que tenían era de dos dormitorios y se les quedaba un poco pequeña. Dijeron que les gustaba la zona en la que vivían, Arturo Soria, y que el edificio tuviera parque y piscina. Yo le dije a Belén que era mejor que tuviera dos plazas y cuatro o cinco habitaciones. Tras la comida fuimos con ella a la oficina y nos enseñó los pisos. La mayoría rondaban los setecientos mil que ellos buscaban pero también había alguno de mayor precio que rondaba los ochocientos. Cuando salimos ellos decían que ochocientos mil les parecía mucho dinero y yo estaba de acuerdo pero también les dije que con sus sueldos en realidad la hipoteca sería poca cosa. Mike no parecía muy convencido aunque Marga si parecía algo mas dispuesta a ampliar el presupuesto. Yo sabía que podría convencer a Mike si encontraban una casa ideal. A visitarlas irían ellos solos. Yo no pintaba nada viendo las casas. Ellos iban a vivir en ellas. Tras salir del despacho de Belén fuimos a por el pequeño Miguel a la guardería y de allí a su casa donde se nos unió Roció. Cenamos con ellos y nos fuimos a la casa para descansar y hacer el amor antes de dormir.

El miércoles todo iba normal en la oficina pero un asunto inesperado de última hora me hizo tener que quedarme después de la hora de partida de los trabajadores, a las tres, para dejarlo resuelto. En ello estaba cuando a las cuatro entraron en mi despacho. Era María que había estado atada por otro asunto. Cerró el pestillo y se acercó a mi. Vestía una falda relativamente larga, hasta algo por debajo de las rodillas, de color blanco y un jersey azul marino de manga tres cuartos por encima de una blusa blanca. Era Julio y me extrañó lo del jersey pero al verlo mas de cerca me di cuenta que no llevaba blusa debajo, era un adorno del jersey, y este era muy fino. Llegó hasta mi mesa y se puso junto a ella.

– Hola amor – dijo

– Hola preciosa – dije

– ¿Trabajando hasta tarde?

– Si

– Lo malo de los marrones es no poder estar con mis hijas. Lo bueno es que a veces estás tu por aquí y me puedes dar una alegría.

Tras decir eso se quitó el jersey y vi sus senos protegidos por un sujetador rosa muy bonito. Me agarró de la cabeza y me pegó a ellos. Rara vez la había visto tan lanzada. Desde luego estaba cambiando en su actitud hacia el sexo aunque seguía siendo, en el resto de los aspectos, la misma mujer dulce y agradable. Amiga y compañera. Socia. Se sacó uno de sus senos del sujetador y lo llevó a la boca chupándolo yo con dulzura al principio y, tras un rato, gula. Yo llevé mis manos a su falda y la fui subiendo poco a poco. Cuando estas ya estaban en contacto con su culo la levanté en volandas y, sin dejar de chupar las tetas, la tumbé sobre la mesa. Tras chupar sus tetas en la mesa durante un ratito saqué su otro pezón y le di un tratamiento similar antes de besar a María con pasión en la boca. Tras el beso llevé mi lengua a su ombligo y fui subiendo poco a poco, dando besitos, hasta sus tetas. Tras besarlas volví a bajar al ombligo. Repetí esto un par de veces y nos volvimos a unir en un beso con una pasión enorme. Ella agarraba mi cuello con una mano mientras con la otra terminaba de quitarse el sujetador. Acariciaba todo su cuerpo y la daba besitos. Me arrodillé tras un rato junto a mi mesa y la quité la falda. Ya sin ella acaricié su coñito sobre la braga negra que llevaba. Ella inquieta apartaba la braguita y se metía un dedo dándome este a probar. Sus jugos tenían un sabor intenso pero a la vez maravilloso. No me dejaba chuparla el coño y mientras me daba un dedo a probar se metía otro en el coño. Así siempre tenía algo que disfrutar. Tras un rato evité sus dedos y llevé mi boca a la fuente de ese sabor tan intenso pero placentero. No era aun como las otras pero ese día María estaba desatada. Tan pronto mi boca rozó sus labios vaginales ella agarró mi cabeza y la pegó a su coñito. Tras un rato sujetándome la cabeza se echó hacia atrás en la mesa de mi despacho. Con una mano se acariciaba uno de sus pezones y con la otra separaba un poco sus labios vaginales para permitirme un acceso a su coñito mas fácil. Mi lengua penetraba en su coño como si fuera una polla y ella gemía cada vez mas. A mi me excitaba el sonido de sus gemidos y me encantaba notar como estaba cada vez mas húmeda.

– Quiero que me folles – dijo María – Pero me valdría con esto. ¡Que maravilla!

Yo no contesté, lo que hice en cambio fue meter mi lengua un poco mas dentro de su coñito. Tras dedicar un buen rato a su coñito me puse de pie y me bajé pantalones y calzoncillos. Mientras lo hacía María no dejaba de masturbarse y gemir. Con la polla en la mano me acerqué a ella y la puse junto a su entrada. Fui un poco malo y no se la metí de entrada. Jugué con ella y la moví arriba y abajo por la raja sin llegar a penetrarla del todo.

– Por favor – dijo – Métemela. ¡Ya!

Yo me eché sobre ella, la besé y, muy lentamente, fui penetrándola poco a poco. Su coñito iba abriéndose con cada centímetro que la introducía. En todo ese momento no dejé de besarla. María era la mujer que mayor ternura me provocaba y siempre que la penetraba me apetecía besarla. En realidad siempre que estaba con ella a solas me gustaba besarla. Poco a poco fui incrementando el ritmo de la follada y nuestros gemidos eran cada vez mas fuertes. Por suerte la oficina estaba cerrada ya. Bajé a María de la mesa y la puse de pie, de espaldas a mi y con las manos en la mesa, para penetrarla desde atrás mientras ella giraba la cara y nos comíamos la boca. Estaba pensando en sentarme en la silla y hacer que ella se sentara sobre mi y me cabalgara pero María movió sus caderas circularmente sobre mi polla de tal manera que termino por excitarme y hacerme explotar dentro de ella. Según explotaba yo ella hizo lo propio. No se si ese movimiento que hizo fue adrede para que nos corriéramos o salió espontaneo ya que estaba ya a punto de correrse pero lo cierto es que fue muy efectivo. Estuvimos un rato besándonos y fuimos a asearnos. Tras asearnos nos fuimos a su casa donde quedamos con Rocío para pasar la tarde juntos. Ya estaba allí Arturo que se había podido escapar y pasamos una tarde muy agradable con las niñas en el parque y luego cenando juntos. Al llegar a casa no era tarde pero Rocío estaba algo cansada y se fue a la cama dejándome a mi viendo una peli.

Tras un par de horas en la oficina el jueves me fui a ver a Rubén, mi asesor personal en el banco en el que trabajaba Rocío. Al principio iba mucho, con la idea de ligarme a Rocío, luego cada vez iba menos y ahora apenas iba una vez cada tres o cuatro meses. Ya casado con Rocío, y siendo una maravillosa profesional, era ella la que solía hablar con Rubén tras discutirlo antes nosotros en casa. No obstante esa vez me pidieron que fuera yo. Intenté que fuera Rocío pero no pudo ser. Al llegar no solo estaba Rubén sino también Antonio.

– Estoy aquí porque has ingresado el reparto de tres de tus empresas – dijo Antonio – Y ya has pasado de diez millones de euros de capital invertido. Agradecemos que estés con nosotros en esta oficina pero en cuanto me muevan, y parece que va a haber cambios en el banco, tendrás que ir a central. Nos presionan mucho por ti y solo te puedo mantener aquí por nuestra relación personal.

– Yo estoy muy a gusto aquí pero tampoco os quiero meter en un lío.

– Por ahora aguantamos – dijo Antonio – Ahora os dejo que sigáis con la reunión.

Durante la reunión vimos algunos cambios en la cartera que ya habían hablado Rocío y el un día antes. Durante el tiempo que Rocío fue mi asesora no solo me enamoré de ella sino que me encantó como trabajaba y ahora que era mi esposa confiaba aun mas en ella. Aun así aporté un par de pequeños cambios. Casi insignificantes. Tras la reunión volví a la oficina y me reuní con Marga ya que Raquel y Alberto estaban de vacaciones esa semana y la siguiente y debíamos coordinar nuestro trabajo. Por la tarde fuimos a dar una vuelta Rocío y yo con Diana y acabé comprando, acabaron comprándome, un par de pantalones y camisas. Tras cenar los tres juntos nos fuimos Rocío y yo paseando a casa donde hicimos el amor. Aun no se notaba su barriguita pero no me quitaba de la cabeza en ningún momento que estaba embarazada.

Sin pena ni gloria pasó el viernes, tanto en el trabajo como luego con Rocío en casa. Esa tarde fue de descanso.

Fuimos a cenar con Mike y Marga el sábado a su casa. Mike y yo éramos muy buenos amigos. Junto con Antonio era mi mejor amigo, y a Marga la apreciaba mucho. Estaba al borde de quererla. Rocío, por su parte, se llevaba muy bien con Marga. Sobre todo de un tiempo a esta parte ya que Marga cada vez estaba mas cómoda con nosotros y no se preocupaba tanto por dar buena imagen. Ya era parte del grupo. Su hijo Miguel tenía unos siete meses y ya intentaba gatear aunque no lo conseguía del todo. Pasamos un día muy agradable con ellos y cuando al niño le llegó su hora de ir a la cama nosotros nos fuimos a casa. Al llegar, aunque no era tarde, nos fuimos a la cama e hicimos el amor.

Llegaron a las doce de la mañana Antonio y Laura para comer. Mientras las chicas hablaban de sus embarazos yo cocinaba un besugo al horno. Según se cocinaba el besugo yo me tomaba una cerveza con Antonio y preparábamos los entrantes. Pusimos la mesa en la terraza y comimos el pescado y los entrantes que habíamos preparado. Tras la comida los cafés y una charla muy distendida con el que era mi mejor amigo, junto con Mike, y la mejor amiga de Rocío, aunque María y Raquel competían también por ese título.

– Lo mejor del embarazo es echarme en la cama con Rocío y abrazarla por la barriguita – dije en un momento de la conversación

– Pues para mi lo mejor es que esta ha dejado de fumar – dijo Antonio señalando a Laura

A todos nos hizo mucha gracia pues era la única de los cuatro que fumaba.

– Pues parece una tontería – dijo Laura – Pero voy a intentar dejarlo aprovechando el embarazo aunque no se si volveré a caer tras dar a luz

– Espero que no – dijo riendo Rocío – Sabes que queremos que lo dejes

Todos volvimos a reír. Los embarazos siguieron siendo el tema el resto de la tarde y se nos echó casi la hora de cenar. Antonio y yo hicimos unos sándwiches y cenamos prontito tras lo cual ellos se fueron a casa y nosotros a descansar. Tras un rato en el sofá nos fuimos a la cama donde hicimos el amor lentamente.

04. Semana del 26 de Julio al 1 de Agosto

Empezaba la segunda semana de vacaciones de Alberto y Raquel pero aun así Marga y yo no estábamos achuchados por el trabajo. Hasta un mes después no estrenaríamos nuestra siguiente tienda, la segunda de ropa interior, y todo iba bastante bien en cuanto a plazos. A la hora de comer fui con Mike y Marga puesto que María tenía prisa. Algo tarde se nos unió Rocío. Tras la comida Rocío y yo volvimos a mi despacho donde cogimos el coche y fuimos a ver a mis padres que habían pasado una semana disfrutando de mi casa de Menorca con unos amigos. Me agradecieron que se la dejara.

– La casa es vuestra – dije – Vosotros por lo que a mi respecta me habéis adoptado y sois mis padres. Ni me tenéis que pedir permiso ni dar las gracias.

– La piscina te va a encantar – dijo Mariano – Y la minicadena es una pasada con salida de música al exterior. Nuestros amigos han quedado encantados. Son mas de ir a Marbella a que les vean pero la privacidad de la cala y la tranquilidad de vuestra casa también les ha gustado.

– Estoy seguro – dije

Cenamos todos juntos y nos fuimos pronto a casa para poder descansar. Rocío llevaba unos días en los que estaba algo revuelta y queríamos que descansara.

El martes el día fue monótono hasta límites insospechados. Casi aburrido. Marga estaba reunida y María liada con una de sus ayudantes preparando cursos de especialización para nuestros empleados. Sin mucha actividad por ser casi Agosto, el día fue aburrido. Y por la tarde y noche nada especial. Todo el día en casa con Rocío.

El miércoles el día de trabajo pasó rápido entre reuniones con Marga y María. Con esta última nos fuimos a comer Rocío y yo a su casa y, a eso de las seis, nos fuimos para ir a la consulta del ginecólogo que, de nuevo, nos dijo que todo iba bastante bien. Como se acercaba el verano le dio unas cuantas recomendaciones como que no tomara tanto el sol y ciertas otras cosillas. Tras salir de la revisión nos fuimos a casa y descansamos antes de cenar una ensalada e irnos a la cama a dormir. No sin antes hacer el amor.

Jueves y Viernes fueron días de mucho trabajo pues yo debía ir cerrando cosas ya que las dos semanas siguientes estaría de vacaciones. Me reuní con Marga, María, Mike y Ana repetidas veces. Una de las veces en la que me reuní con Ana acabó ella haciéndome una mamada pero por lo general estuve trabajando duramente bastante mas allá de la hora en la que todo el mundo abandonaba la oficina. Ambos días cene con Rocío fuera de casa para despejarnos un poco y paseamos por nuestro tranquilo barrio tras la cena.

El sábado lo pasamos en casa de mis padres disfrutando de su piscina aunque Rocío evitaba el sol como dijo su ginecólogo. Comimos y cenamos con ellos y al filo de la medianoche volvimos para casa.

Rocío y yo nos levantamos el domingo hacia las diez y nos duchamos y preparamos para ir a comer a casa de María. Estuvimos con ellos buena parte de la mañana y disfrutamos de una maravillosa comida. Ya estábamos charlando en el sofá tranquilamente cuando salió el tema de las vacaciones. Ellos tenían la semana del 9 y la del 23 de Agosto. Además de la que ya disfrutaron en Julio.

– En la segunda semana nos iremos a mi pueblo – dijo María – Pero en la del nueve aun no sabemos que hacer. Estamos buscando playita pero nada nos convence

Yo miré a Rocío y ella no parecía entender mi mirada así que sin su aprobación me lancé.

– Nosotros esa semana estamos en Menorca. ¿Porque no os venís? - dije

Miré a Rocío y su sonrisa me indicó que, al menos, no la había cagado.

– No – dijo María – Te lo agradezco mucho pero es la última vez que podéis ir solos y seguro que queréis tranquilidad.

– A mi me vendría bien practicar con las niñas – dijo Rocío sonriendo

– Es un abuso – dijo María

– De abuso nada – dije – Nos encanta estar allí acompañados. El año pasado con Elena fue genial y nunca habéis venido a la barbacoa que organizamos todos los años. Elisa y Marta seguro que quieren volar por primera vez. Yo pago los vuelos pero os venís.

– Eso si que no – dijo Arturo – Tu ya nos has ayudado suficiente este año. Si vamos es con una condición: nosotros nos pagamos los billetes y los gastos los compartimos.

Miré a Rocío y en su cara vi que me pedía que aceptara.

– Acepto – dije – ¿María te encargas tu de comprar vuestros billetes?

– Si, esta semana estoy trabajando los compraré yo

– O mejor – dije – Que lo haga tu secretaria. Para eso la tienes y tienes que acostumbrarte. Que coja un coche más de alquiler que yo solo reservé uno.

Tras llegar al acuerdo se lo dijimos a las niñas que se pusieron muy contentas. Rocío no parecía menos contenta. A eso de las ocho cenamos con ellos y no mas tarde de las diez estábamos llegando a casa. De la mano llegamos al sofá. Rocío vestía un vestido bastante informal, verde botella, con unos tacones de seis centímetros bastante anchos. Sus tacones, según avanzaba el embarazo se iban ensanchando y rebajando en altura. Yo la decía que fuera en zapatos planos pero ella tenía muy claro que uno tiene que dar la mejor imagen que pueda en cada momento. Sus padres la educaron así y no iba a cambiarla. En el fondo ella tenía razón y ya tenía zapatos planos para cuando fuera necesario pero yo estaba un poco obsesivo con el embarazo. En el sofá estábamos ambos tumbados charlando sobre el día siguiente que teníamos análisis antes de irnos de vacaciones. Yo estaba en pantalones cortos y polo naranja de Ralph Lauren. Mientras hablábamos Rocío apoyaba su cabeza en mi hombro y su brazo derecho estaba unido a mi brazo izquierdo mientras nos mirábamos a la cara. Tras un rato ella llevó su mano izquierda a mi pierna y empezó a acariciarme sobre ella donde mis bermudas dejaban paso a la piel. No tardó mucho en bajarme la bragueta y desabrochar mi cinturón. Ya con los pantalones en el tobillo Rocío se puso de rodillas en el sofá y empezó a tocar mi ya evidente erección.

– Tengo que agradecer a este palo de carne que ahora esté embarazada – dijo

– Ahora soy un palo de carne – dije

Rocío me miró a los ojos y me besó.

– Tu no cariño. Tu tienes un palo de carne. Mi palo preferido.

– Lo que quieras – dije sonriendo y sabiendo que no iba a ningún lado la tontería

Ella, tras acariciarme un par de veces mas la polla, me la sacó y la llevó a su boca. Empezó a hacerme una mamada bastante tradicional y a escupir a mi pene erecto a ratos.

– Estoy empapada – dijo

Yo sonreí y me lancé a tocarla sus tetas pero de un manotazo me la apartó.

– Hoy yo marco el ritmo – dijo

Y yo me recosté en el sofá a dejarme hacer. Rocío se bajó de este y se arrodilló en el suelo para seguir con la mamada. Tras unos ratos dándome pequeñas lamidas ella se quitó un tirante del vestido y bajándose el sujetador se sacó una teta. Jugaba a ratos a chocar su teta con su polla aunque la mayor parte del tiempo mi polla estaba en su boca. Yo excitado como estaba me quité el polo y en ese momento ella se bajó el segundo tirante y se quitó el sujetador. Inmediatamente después se levantó y pasó a quitarse el vestido. Yo me incorporé para tocar su cuerpo pero ella volvió a empujarme sobre el sofá.

– Quietecito – dijo

Yo otra vez recostado en el sofá sonreí.

– ¿Sin tanguita? - dije

– Sin tanguita

Me sorprendió pues a ella no la gustaba nada salir a la calle sin tanga o sujetador.

– Esta mañana estaba caliente y como con ese vestido no se me ve nada me ha apetecido soltarme un poco el pelo – dijo

No dije nada pero asentí con la cabeza. Rocío se puso de espaldas a mi con una pierna a cada lado de mi cuerpo. Con tranquilidad y abriéndose el coñito antes se dejó caer sobre mi polla. Al principio me cabalgaba con los pies sobre el suelo pero pronto los subió al sofá junto a mi y empezó a cabalgar. Con cada embestida iban aumentando nuestros gemidos. Pronto empecé yo a mover también mi cintura y el polvo creció mucho en intensidad. Con cada penetración que la daba sus tetas botaban un poco. Ella no obstante, en esa posición, se cansaba rápido ahora que estaba embarazada y la hice ponerse de pie para follarla en otra posición pero antes de hacerlo me mantuvo tumbado sobre el sofá y me hizo una pequeña mamada. Tras esta yo ya me puse en pie y la hice arrodillarse en el sofá con la cara en el respaldo y su coñito hacia fuera. Acerqué mi polla a su coño y la penetré. Ella cada vez gemía mas y yo hacía un ruido muy característico mio que esta a medio camino entre el gemido y el gruñido. Así estuvimos un rato.

– Córrete – dijo Rocío – Tenemos que ir a descansar.

Ante tanto pragmatismo aceleré mi follada y noté como ella se iba calentando mas hasta que casi simultáneamente explotamos en sendos orgasmos. Fue maravilloso. Tras besarnos un rato Rocío me miró a la cara.

– Te quiero cariño – dijo – Vamos a la cama. Durmamos abrazados que mañana madrugamos.

– Te quiero - dije

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