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Mi historia (33: Septiembre 2003)

en Grandes Series

01. Semana del 1 al 7 de Septiembre

El lunes nos levantamos pronto, hacia las nueve, y no fuimos al aeropuerto pues nuestro vuelo salía a las doce y media. Llegamos a las once y media y tras hacer el checkin tomamos una coca-cola mientras esperábamos la salida de nuestro vuelo. Una vez en Madrid, puesto que ya eran casi las dos, fuimos directamente en taxi a casa de María. Una vez allí nos esperaba esta que ya había salido de su primer día de curso de Recursos Humanos. Durante los tres siguientes meses no iría a la oficina. Nada mas ver a su madre Elena se lanzó a sus brazos y la dio un beso. Estuvieron abrazadas cerca de un minuto y Elena salió corriendo para ver a sus hermanitas.

– Pasar anda – dijo María después de quedarse un ratito mirándonos.

Ambos la dimos un beso y entramos al salón donde estaban las tres peques.

– Elena – dijo María – Llévate a Marta a tu habitación y cuéntala que tal todo.

Una vez Elena se fue María se nos quedó mirando.

– Ya os vale – dijo – A Arturo le da mas igual y se rió con tu tontería pero yo ya no se que hacer con vosotros.

– Lo siento – dije

– ¿Sabes que es lo que mas me fastidia? - dijo María

Ambos la miramos sin contestar.

– Que en el fondo no os puedo reñir. Mi hija es obviamente feliz. El abrazo que me ha dado ha sido sincero. No va a dejar de quererme porque la miméis un poco. Y cuando está con vosotros estoy hipersegura de que no la va a pasar nada.

– Pues no nos riñas – dije sonriendo

– No te hagas el gracioso – dijo María – Os quiero mucho pero, por favor, intentar controlaros.

– Sabes que lo intentamos. Pero no siempre podemos. - dije – En este caso ni me di cuenta.

Seguimos hablando un rato pero pronto nos tuvimos que despedir de María y sus hijas, en especial de Elena claro, para ir a casa, cambiar de maleta e irnos a casa de los padres de Rocío en Cuenca. A las cuatro y media llegó a nuestra casa Diana y nos fuimos. Llegamos a Cuenca a tiempo para cenar. Estaba el hermano de Rocío con su mujer de vacaciones y estuvimos contándoles a todos nuestro pequeño viaje por las islas. Estaban todos alucinando y reían con las anécdotas. Tras un rato mas de charla, a eso de la una de la mañana, nos fuimos a a la cama.

De martes a jueves tuvimos una vida muy relajada en Cuenca. Es lo que mas me gustaba de pasar allí unos días. Vivíamos muy bien pero siempre mucho mas relajado que en Madrid. Quedábamos con alguien a comer o a tomar un café, dábamos vueltas por la ciudad, salíamos al campo a pasear o simplemente pasábamos la tarde tumbados en una hamaca de la piscina de sus padres.

El viernes el día en si fue igual pero por la tarde nos fuimos a tomar una copa al pub preferido de Rocío y sus amigas. Allí vimos a sus amigas y sus parejas y les estuvimos contando las vacaciones. Todos alucinaban y Diana metía a Pablo en la conversación siempre que podía.

– A ver cuando conocemos al tal Pablo – dijo Mónica, la amiga de Rocío

– Ya lo conoces. Es amigo de Carlos.

– Conocerlo de verdad. Se que es el que tonteaba contigo en la boda – dijo Mónica

– Mañana en la barbacoa de mis padres – dijo Diana

Todos la miramos extrañados. Diana me miró, se rió y me dio un beso en la mejilla.

– Para que veas que yo también se mantener un secreto. Viene a pasar el fin de semana y la semana que viene conmigo.

Eso explicaba la cama grande en su habitación. Pensé que era pensando en el futuro pero se ve que era por el presente. Seguimos allí hasta las tres hora en la que nos fuimos a casa de los padres a dormir.

El sábado Diana se quedó esperando a su novio con María Rosa y el pequeño Jorge mientras los demás nos íbamos a comprar lo necesario para la barbacoa que esa tarde organizaban sus padres. Padre e hijo se fueron a por la carne a una carnicería de confianza mientra Rocío, su madre y yo nos fuimos a un hipermercado a comprar, principalmente, aperitivos y bebidas. En ese rato me mantuve callado y oí con interés como madre e hija hablaban sobre el nuevo novio de la pequeña. Ambas se mostraban contentas pero protectoras. Pablo era un buen chaval e incluso podríamos decir que un buen partido. Obviamente Rocío en ese sentido había salido ganando de cara a Cuenca, donde esas cosas aunque parezca mentira aun importaban. A los padres de Rocío les daba igual pues querían la felicidad de sus hijos pero es cierto que en su entorno había detectado como la presentación de los novios y novias de los hijos eran poco menos que la lectura de un curriculum vitae. Cuando volvimos a la casa ya estaban todos, incluyendo Pablo, alrededor de la mesa de la piscina tomando una cerveza. Era un gran día. Fui a la nevera a por una cerveza para mi y dos cocacolas para mi mujer y mi suegra.

– Bienvenido a la familia – dije al volver

Todos se echaron a reír pues era típico de mi poner a la gente en pequeños aprietos con una sola frase. El se puso un poco rojo.

– Ahora cuidadito con lo que haces a mi cuñadita que eres mi amigo pero ella es mi protectora en esta ciudad y yo soy un ventajista.

El se puso un poco mas rojo. Todos volvieron a reír mientras yo me sentaba a su lado y le daba un abrazo.

– ¿Ya estas rojo? - dije – No sabes donde te has metido. Esta noche preparate.

– Carlos, déjale en paz – dijo Rocío

– Vaya, ahora va a ser mentira que hoy va a hablar con casi cincuenta personas que van a evaluarlo.

– Cariño – dijo Pablo mirando a Diana – Te quiero mucho pero me acabo de acordar que me tengo que ir.

Todos nos echamos a reír.

– Esa es la actitud – dije

Seguimos un rato con el aperitivo antes de comer. Tras la comida Pablo se fue a dormir la siesta pues había madrugado para venir hacia Cuenca. Rocío, Diana y yo nos quedamos en la piscina. A las seis apareció Pablo y se unió a nosotros durante una hora y cuarto. Hasta que tocó ir a arreglarnos para preparar la cena de esa noche. La cena fue una pasada. Buena comida, buenas conversaciones, amigos de la familia y, sobre todo, dejar de ser el nuevo. Las amigas mas marujas tenían una nueva presa y, a pesar de que aun alguno nos preguntaba por la luna de miel y esas cosas, ya no era el centro de atención. Pero Pablo era mi amigo y a ratos estaba con el aunque solo fuera para que sintiera una cara conocida alrededor. A las dos ya casi no quedaba gente y los jóvenes charlábamos con copas. Las amigas de Diana y algunas de Rocío daban caña a Pablo y Diana. Ahora me tocaba a mi pasar el capote. Al final, a eso de las cuatro, nos fuimos a la cama.

El domingo amanecimos todos pasado el mediodía. Rocío y yo preparamos las maletas y nos fuimos todos a comer a un restaurante del centro. Tras la comida nos despedimos de todos y nos fuimos a Madrid ya que al día siguiente volvíamos al trabajo. Llegamos tarde pero a tiempo para cenar algo y ver una peli. Tras la peli Rocío, tumbada con su cabeza apoyada sobre mi muslo, y yo nos miramos y nos sonreímos. En una semana no habíamos hecho el amor. Ella llevaba aun el vestido blanco estilo Ibicenco que habíamos comprado en Ibiza ese verano. Sus sandalias de tacón marrones, de solo tres centímetros de tacón, estaban tiradas por el suelo del salón. Ella se incorporó y se sentó junto a mi. Mientras me miraba a los ojos acariciaba mi muslo y sonreía.

– ¿Tienes ganas de ir a dormir? - dije sabiendo la respuesta

– No – dijo

Y me empezó a besar. Nuestro beso era cada vez mas salvaje y nuestras manos acariciaban cada rincón de nuestro cuerpo. Mientras ella tocaba mi paquete por encima de mis Dockers y acariciaba sus perfectos senos sobre el vestido. Con su mano derecha agarraba mi cabello para que no rompiéramos el beso. Una de mis manos tocó su intimidad bajo el vestido. Tras un rato mas besándonos ella se separó de mi y me agarró de la mano.

– Pero si quiero ir a la cama donde estaremos mas cómodos – dijo

Yo como un perrito faldero me levanté y la seguí. Ella se sentó sobre la cama, me miro con cara dulce y volvió a sonreír. Sabía perfectamente que para mi su sonrisa era el mejor de los regalos.

– Quiero una cosa – dijo dejando una pequeña cosa – Que me folles

Yo sonreí pues era evidente pero ella para dejarlo mas claro me cogió de las pelotas y me acarició con tanta fuerza que casi parecía que iba a querer hacerme daño. Yo llevé ambas manos a su cabeza y la bese. Mientras nos besábamos ella empezó a desabrochar mi pantalón pero yo no la dejé y me senté tras ella bajando lentamente su vestido. Una vez con la parte superior el a la altura de la cintura la quité el sujetador y empecé a subir la falda del vestido. Yo acariciaba sus tetas y pasé uno de mis dedos por encima de su braguita blanca. Quité la mano y dediqué un rato a tocar sus tetas mientras ella se empezó a tocar un poco. Tras un pequeño rato así me levanté y ella rápidamente se arrodilló junto a mi y me quitó el pantalón. Mientras me lo quitaba yo me despojé de mi polo y ella ya sin mi pantalones y calzoncillos de por medio pasó a chuparme la polla. La chupaba con mucho amor alternando las largas penetraciones de mi polla en su boca con las lamidas a toda la extensión de esta. Ello sin dejar a ratos de simplemente darme besitos en los huevos y diferentes zonas de la polla. En un momento que sacó la polla de su boca yo me incorporé un poco y la besé y, cogiéndola en volandas, la tumbe junto a la cama con su coñito junto al borde. Era mi momento de arrodillarme y chupar sus labios vaginales tras apartar la braguita. No metía mi lengua dentro sino que solo chupaba el exterior para que fuera subiendo poco a poco la excitación. Tras un rato así metí dos dedos y, con la mano libre, acaricié sus tetas. Volví a chupar un rato tras deshacerme de sus braguitas. Cuando ella ya empezó a gemir bastante era mi momento y me levanté para follarla. Acerqué la punta de mi polla a su conejo y empecé a lentamente penetrarla. Ella gemía mucho con cada penetración que la daba y se agarraba a las sabanas de la cama para contrarrestar un poco mis violentos movimientos. Tras un pequeño rato yo también empecé a gemir y tocaba jugar con ella. De mi violento polvo pase a casi no moverme dentro de ella. Si me movía pero muy lentamente mientras agarraba sus muslos. Cuando se acostumbraba a la pausa aceleraba durante unas pocas penetraciones y volvía a casi parar. Estuve así un rato hasta que me salí de ella y rápidamente me tumbé en la cama. Ella se montó sobre mi, mirando hacia afuera, y empezó a cabalgarme con sus pies sobre el colchón y las manos a sus espaldas. Ahora llevaba ella el ritmo y el control pero aun así para sorprenderla a veces movía yo mi cuerpo. No obstante no abusé mucho de ello y casi todo el rato ella marcaba el ritmo. Tras unos minutos de cabalgada ella empezó a gritar que se iba a correr y yo aproveché, para ahora si, tomar el control del polvo moviendo mi polla a toda velocidad y sacando una corrida de ella que hizo una presión sobre mi polla increíble. Con ese masaje es imposible contenerse y me corrí junto a ella. La dejé caer junto a mi, aun con la polla en su interior, y nos besamos tras girar ella la cabeza. Estuvimos así un rato pero como ya era tarde, serían las doce y pico, nos adecentamos un poco y nos fuimos a dormir.

02. Semana del 8 al 14 de Septiembre

El lunes en la oficina me esperaba una cantidad de trabajo brutal. Al menos ya habíamos abandonado la jornada intensiva y tendría mañana y tarde para intentar ponerme al día. A las diez de la mañana estaba aun leyendo mails cuando entró Mike. Tras hablar un poco por encima de mis vacaciones me comentó que quería comer conmigo hoy. Le dije que ok y seguí currando. Por suerte no tuve mas interrupciones a lo largo del día y pude contestar a casi todo el mundo. A las dos y media me fui a comer con Mike y sus dos directores.

– ¿No te acuerdas que día es hoy? - dijo Mike ya en el restaurante

– No la verdad es que no – dije

– Tío – dijo – Hoy lanzamos Grecia

– Lo siento – dije – Tanto curro y ya se me había pasado. ¿Todo bien?

– Todo perfecto. Vamos a celebrarlo

Y estuvimos comiendo y me contaron como iba todo, cuantos productos comercializábamos y cuantas tiendas los vendían. Estaban contentos pues habían conseguido ponerse en la parte alta de la horquilla. Tras la comida llamé a Raquel, Marga y Alberto para ver como iban sus empresas. Luego un poco mas de trabajo en mi despacho y, cuando me quise dar cuenta, ya eran las ocho de la tarde. Salí para casa y cuando llegué besé a mi esposa y me la lleve a cenar y tomar algo por ahí. Al día siguiente era fiesta en Madrid y no madrugábamos.

Que el martes no madrugáramos no significaba que tuviéramos el día libre. Era fiesta en Madrid ese día pero también era el cumpleaños de María y habíamos quedado en su casa a comer. Tras levantarnos al filo de las once nos duchamos y, tras un café, nos fuimos a casa de María. Yo me quedé en el salón con Arturo y las niñas mientras Rocío ayudaba a María. A ratos Elena se iba con ellas pero la mayor parte del tiempo estuvo conmigo y Marta jugando. A eso de las dos de la tarde empezaron a llegar el resto de los invitados y, hacia las tres de la tarde, ya estábamos comiendo los de la oficina, los padres de María, su hermano y familia y una pareja amiga de María y Arturo. Suerte que la casa de ellos era grande. Tras la comida y los cafés repartimos los regalos, nosotros la regalamos un bolso de marca y unas botas sin tacón para el otoño que ya estaba a las puertas, y poco a poco se fue yendo la gente. Nosotros fuimos de los últimos y, cuando llegamos a casa tras cenar un poco en casa de María, eran casi las diez. Vimos una película y nos fuimos a la cama.

El miércoles trabajé toda la mañana en mis cosas pero a las doce recibí una llamada de María para que fuera a comer con ella. Lógicamente acepté. Cogí mi coche a las dos y fui a buscarla al lugar donde daba el curso de recursos humanos. De ahí fuimos directamente a su casa. Al llegar estaba su madre con las dos niñas pequeñas y en cuanto llegamos se despidió. Elena estaba ese día en casa de una amiga. Una vez solos, excepto por las niñas que jugaban a nuestro alrededor, nos sentamos en el salón.

– ¿Me has perdonado ya? - dije con cara de niño bueno

– Claro, cariño – dijo – Os quiero demasiado, a los dos, como para enfadarme mucho tiempo. No me gustó pero lo hicisteis porque queréis a mi hija. Eso lo sé apreciar.

Sin darnos cuenta ya estábamos cerca el uno del otro acariciándonos las manos.

– Sabes que yo también te quiero y te puedo asegurar que Rocío también

– Lo se – dijo – Quería agradeceros la ayuda. No tener que cuidar a Elena me quitó un peso de encima. No merecéis que me enfade con vosotros cuando lo único que estabais haciendo es ayudándome.

– Si te puedes enfadar. Nos diste unas normas que debimos cumplir y yo metí la pata. Me alegro que ya estés mejor pero tu primera reacción fue lógica.

Nos miramos a los ojos y nos dimos un pequeño beso en la boca. Era la primera vez que nos besábamos con las niñas presentes pero creo que ninguna de las dos vio nada pues estaban muy metidas en su juego. Ambos nos dimos cuenta de ello y rompimos el contacto para dar de comer a las niñas y que se acostaran la siesta. Eso nos daría algo de tiempo para estar juntos. Aprovechamos para comer nosotros también y, tras acostar a las niñas volvimos al salón.

– Manuela ya está con la búsqueda de la chica para que te ayude con tus hijas – dije

– Deja eso para otro momento – dijo

Y acercándose a mi me beso.

– Es el momento de demostrarte mi amor – dijo mientras acariciaba mi pelo

– No tienes que demostrarlo.

– Pero quiero. Te quiero.

Y me beso de nuevo. María se había puesto para ir ese día a su curso un vestido azul oscuro de manga larga que iba adornado con un cinturón color plata. Las sandalias, también plateadas, tenían unos cinco centímetros de tacón. Algo que hubiera sido imposible que llevara María un año antes un día normal. Cada vez se sentía mas a gusto con su cuerpo y su sexualidad. Me acerqué a ella y la besé en el hombro antes de pasar a besarla en el cuello, darla un pico en la boca y besar su seno derecho sobre el vestido.

– Umm – dijo María – Estos momentos son increíble. Luego cuando te vayas me voy a sentir fatal por engañar a mi marido a una de mis mejores amigos pero cuando estoy a solas contigo solo puedo pensar en que me beses, me quieras y me folles.

– Pues piensa solo en eso – dije

Y acariciando su barriguita sobre el vestido fui subiendo hasta llegar a sus senos a la vez que ella llevaba su mano a mi polla sobre los chinos que llevaba ese día. Yo apretaba sus tetas y ella mi polla cuando nuestras bocas se encontraron y no pararon de jugar una con la otra durante unos minutos. Dejando el polvo para luego y prefiriendo disfrutar de nuestro amor. Cada vez estaba mas prendido de María, llegando esta a situarse al nivel de Raquel en mi corazón aunque ambas no tenían nada que hacer con el amor de mi vida, Rocío. Pero podía amarla. Y quería amarla. Y mi forma de amar a una mujer dulce como María era jugar con su cuerpo pero sobre todo besándola. María era tan dulce que para ella el beso todavía tenía un sentimiento especial aunque empezara a apreciar otras variantes del acto sexual. Mis mano bajaron de sus tetas al borde de su vestido y empecé a subirlo con su ayuda. Cuando ya lo dejé alrededor de su cintura pude apreciar, al tacto, que llevaba un tanga espectacular que apenas cubría su culito y su coño.

– Hace unos años no te hubieras puesto ropa interior así – dije

– Ni hace unos días – dijo – Solo me lo he puesto hoy porque tenía pensado llamarte. Es mi ropa interior de los días especiales. Bien sean contigo o con Arturo.

– ¿Y hoy es un día especial?

– Contigo los días siempre son especiales – dijo sonriendo.

Yo me eché a reír y tras pensar en lo que me acababa de decir la besé con una explosiva mezcla de ternura y pasión. María me hizo levantar y se arrodilló ante mi. Llevó sus manos a mi pantalón y empezó a desabrochármelo. Ya con el pantalón a la altura de mis rodillas ella llevó su boca a mi polla y la lamió como si fuera una piruleta. Tras pasar toda su lengua por la longitud de mi pene empezó a meterse mi polla en la boca y a hacerme una mamada como se deben dar. Su primera mamada me la dio a mi solo unos dos años antes y ya sabía perfectamente como satisfacerme. Se ayudaba con la mano para pajearme a la vez que me la mamaba. Además hacía ruidos raros cada cierto tiempo creo que para calentarme. Y no es que hiciera falta.

– Me encanta mi juguete – dijo

Yo solo la sonreí porque tampoco estaba en condiciones de comentar muchas cosas debido al placer que me estaba dando Ella aprovechó un momento en que solo usaba su boca para bajarse la parte de arriba de su vestido de tal manera que este colgaba de su cintura. Yo estaba muy caliente y no quería correrme en su boca. La levanté de las axilas y agarrándola de su cuello la besé. Tras poco segundos de beso me separé un poco de ella y la miré a los ojos.

– Te voy a follar – dije

– Eso espero – dijo – Si me dejas así ahora me muero

Y volví a besarla. Terminé de quitarme pantalones y calzoncillos y ella se sentó en el sofá para seguir chupándomela un poco. Yo la aparté un poco y la recosté en el sofá para poder sacarla su tanguita. La tumbé en el sofá y con una pierna hacia el suelo y la otra hacia el cielo apunté mi polla a su coño. La penetré lentamente al principio tomando posesión de mi territorio para lentamente ir aumentando el ritmo de la follada. Ella empezó a gemir muy rápidamente y alcanzó el nivel de excitación en el que yo ya estaba gracias a la mamada. No paraba de decirme que era mucho mejor de su marido y yo me eché sobre ella para besarla mientras no dejaba de penetrarla en una posición parecida a la del misionero. Tras un rato follándola así, y con la intención de poder besarnos mas, puse mi cuerpo por detrás del suyo y la follé de tal manera que ella estaba casi totalmente tumbada y yo de lado por el poco espacio en que ella estaba de costado. En esa posición no dejamos de besarnos durante mas de diez minutos en los que no dejé de penetrarla. El polvo era totalmente sensacional pero además estaba lleno de amor. Era casi un polvo de reconciliación tras nuestra pequeña cagada en Menorca con su hija. Sin dejar de penetrarla me senté sobre el sofá y a ella la giré de tal manera que me pudiera penetrar llevando ella el control. Estuvo cabalgando durante mas de quince minutos hasta que se corrió dando a mi polla un masaje tal que causo mi propia corrida. En esa posición nos quedamos un rato y luego ella salió de mi yéndose corriendo a limpiarse para no manchar el sofá con el semen que salía de su coño. Pronto volvió ya con el vestido puesto y se sentó junto a mi para besarme. Tras un rato en el sofá me di una ducha rápida y me despedí de ella. Eran casi las cinco y volví a la oficina para terminar unos asuntos que había dejado pendientes. Esa tarde llegué a casa hacia las nueve y Rocío ya tenía la cena lista. Cenamos tranquilamente y vimos una peli antes de irnos a la cama y hacer el amor.

Todo era normal el jueves de esa semana. Parecía un día tranquilo. A la hora de comer Ana nos pidió a Raquel, a Mike y a mi que fuéramos con ella. Ninguno teníamos compromisos previos y aceptamos. Ya en el VIPS Ana nos dio la noticia. Se casaba en Junio del año siguiente. Los tres la felicitamos.

– Estoy contento por ti – dije – Pero permíteme que esté mas contento por nosotros.

– ¿Por vosotros? - dijo Ana

– Si. Con tanto misterio estaba seguro que nos ibas a decir que dejabas la empresa. Me alegro que no sea el caso.

Todos rieron y tras un rato de bromas Raquel me miró con una sonrisita enigmática que sabía por donde iba. Tras una buena comida volvimos a trabajar. Esa tarde al llegar a casa vi que Rocío y Raquel estaban en el salón.

– Nuestro juguetito se casa – dijo Rocío

– ¡Joder! Que pesadas sois – dije

– Mira que nervioso se pone – dijo Raquel sonriendo.

Yo movía la cabeza a los lados mostrando incredulidad.

– Creo que deberías tirártela antes de la boda. Después quizás sea mas difícil que caiga y queremos ver hasta donde llega por ti – dijo Rocío

– ¿Pero vosotras dos os oís?

– Es un experimento sociológico – dijo Raquel

– Estáis locas

Las dos se partieron de risa y Raquel se levantó y tras darme un pico se fue.

– No te enfades – dijo Rocío – Es un juego.

Yo pasé de seguir con el tema y lo cambié. Tras un rato charlando nos fuimos fuera a cenar. Esa noche en la cama Rocío fue un volcán.

El viernes tocaba la reunión mensual en la que veríamos los número de agosto. El record de beneficios del mes de Julio no fue superado. Como sabíamos que iba a ocurrir. Agosto siempre era un mal mes y esta vez no fue una excepción. Por si fuera poco en Septiembre abríamos un restaurante y tuvimos muchos gastos en Agosto para construir este restaurante nuevo. Si no fuera por el restaurante, donde hicimos una inversión de mas o menos medio millón de euros, habríamos ganado unos ciento veinte mil euros. Que era poca cosa pero otros años en Agosto habían sido aun peores. Tras presentarnos Ana los números empezamos la reunión sin María pues estaba en el curso que la llevaría a ser nuestra directora de recursos humanos. Marga y Alberto nos contaron que el restaurante estaba ya casi terminado, a una semana de la inauguración y que el personal estaba ya casi contratado en su totalidad. Igualmente nos contaron que la apertura de la cuarta tienda de moda ya estaba en marcha con el local elegido, era el primero que elegían ellos sin estar Raquel y yo encima, y que estaba planeada la apertura de una segunda tienda de ropa para niños para Diciembre de ese año. Igualmente nos comentaron que en nuestra empresa de importación de calzado estaban hablando con tres marcas, una de ellas muy importante, y que esperaban que al menos dos pudieran pasar a nuestro catálogo antes de final de año. Muy probablemente en Diciembre. Nos gustaba lo que oíamos y parecía que el beneficio ese año iba a ser alto. Mike dijo que si se nos ocurría en que gastarlo y yo dije que quizás debíamos tener beneficios un año y repartir beneficios para que el y Raquel se vieran recompensados. Alberto y Marga sobre eso prefirieron no opinar. Y me pareció una decisión prudente pero inteligente. Dimos por finalizada la reunión y yo seguí trabajando hasta las tres cuando fui a buscar a Rocío a su oficina para ir a pasar el fin de semana a casa de mis padres. Llegamos para comer, aunque fueran casi las cuatro, y luego pasamos la tarde en la piscina pues aun hacía calor ese año a mediados de septiembre. Esa noche fuimos los cuatro a cenar fuera, pagaron ellos, y al volver a casa charlamos con una copa antes de irnos a dormir.

El sábado nos levantamos y fuimos con mis padres a su club. Ese día no jugamos al golf Mariano y yo sino que echamos un partido de tenis por parejas y luego fuimos al Spa para, posteriormente, ir a comer al restaurante del club. La comida fue espectacular como siempre y tras charlar en la casa club con varios amigos de ellos volvimos a su casa. Allí pasamos la tarde en la piscina, aprovechando los últimos días que podía ser usada, y luego cenamos una mariscada que preparó la cocinera de ellos. Tras charlas y unas copas nos fuimos a la cama.

El domingo nos levantamos a eso de las diez de la mañana y desayunamos todos juntos al sol en el jardín. Ese día no teníamos nada planeado y estuvimos hablando de futuro durante el desayuno, comida y cena. Y eso significaba algo de trabajo pero sobre todo de niños.

– ¿Cuando os vais a poner? - dijo Manuela

– A poner en serio no se – dijo Rocío – Pero creo que dejaré de tomar la píldora pronto. Y si viene será bien recibido.

Yo puse cara de poker pues esto era nuevo para mi.

– Bueno – dijo Manuela – Menos da una piedra.

Mi padre y yo nos mirábamos y su mirada me daba a entender que Manuela estaba loca por el nieto pero que no corriéramos por ellos. Que siguiéramos nuestro ritmo.

– ¿Y vas a seguir trabajando? - preguntó Manuela a Rocío

– Claro – dije

– Pues no se porque es tan claro. Con tu trabajo os llega.

– Nos llega – dije – pero Rocío es una de las personas mas inteligentes que conozco y su carrera en el banco puede ser espectacular. No es justo que ella tenga que dejarlo y yo no. La ayudaré en todo lo que pueda, contrataremos gente que nos ayude y haremos todo por nuestros hijos pero no está previsto que dejemos nuestras carreras.

Rocío me sonrió y acarició mi mano. Esto era algo que si habíamos hablado, no como lo de la píldora. Que no me molestaba pero si me pillaba de sorpresa. Cuando volvimos a casa, ya cenados, hablamos de ello y me dijo que era una idea pero que no sería mañana. Que sería en unos meses y que obviamente sería consensuado. Eso me tranquilizó mucho y, una vez llegamos a casa, sentí la necesidad imperiosa de hacer el amor. Cada vez tenía mas claro que pronto tendríamos que ponernos a buscar el niño.

03. Semana del 15 al 21 de Septiembre

El lunes madrugué, me levanté antes de las seis, para coger el puente aéreo a las siete y media de camino a Barcelona con Alberto. Una vez en Barcelona fuimos a la presentación de un nuevo centro comercial. Nos invitaban ya a todas estas presentaciones pues sabían que estábamos pensando en expandir nuestros negocios a Barcelona. Alberto y yo tomamos nota y tanteamos a otros posibles clientes en el posterior cóctel pues nuestro conocimiento de la ciudad no era tan bueno como el de ellos. Me hubiera gustado que estuviera también Marga pero estando ya embarazada de seis meses no tenía mucho sentido que hiciera un viaje así de corto. A mediodía comimos con clientes de nuestra empresa de importaciones y, tras la comida, nos cogimos el avión de vuelta a Madrid. A las siete ya estábamos en Madrid y, una hora después, estaba yo en casa listo para pasar un rato con Rocío y cenar en casa. Esa noche hicimos el amor aunque estoy casi seguro que no dí la talla.

El martes era uno de esos días en los que en principio no tenía mucho lío y tenía planeado ayudar a Alberto y Marga con la apertura, ese viernes, del tercer restaurante. Pero hacer planes cuando eres la cabeza de tantas empresas es un riesgo. No pude dedicarle ni un minuto a ayudar a Alberto y Marga ya que estuve apagando fuegos con Raquel básicamente todo el día. Y no es que fueran problemas muy grandes. Una secretaria que se iba y, sin María, teníamos que ver quien hacía la selección, un dinero que quería cobrarnos una de las franquiciadoras con lo que no estábamos de acuerdo y un par de chorradas mas. A eso le añadimos una comida a la que tuve que asistir con Mike y tenemos que estuve de nueve a siete currando sin parar y sin poder echar una mano con el negocio que estábamos a punto de lanzar.

Miércoles y Jueves no ocurrió nada excepcional y pude dedicarme a ayudar a Alberto y Marga en los últimos asuntos del restaurante. Prefería ayudar y que Marga se quedara en la oficina y no estuviera danzando por el centro comercial con su barriga de seis meses. Ya estaría allí todo el viernes, día de la inauguración, como para que estuviera además miércoles y jueves. El jueves a mediodía ya estaba todo listo. Ambos días cene en casa tranquilamente con Rocío y vimos la tele juntos como una pareja normal.

Marga y Alberto pasaron todo el día en el centro comercial ayudando y observando la evolución de este junto con Nuria y Luis, los directivos de la empresa de restauración. Yo trabajé como cualquier otro viernes normal aunque a la hora de salir me fui al centro comercial para comer con Marga, Alberto, Nuria y Luis. Raquel y Mike se apuntaron y los siete comimos juntos. Esa tarde llegaron nuestras parejas así como María, Arturo y las niñas y Laura y Antonio. Las chicas se fueron de compras por el centro comercial mientras nosotros cuidábamos de las peques en una cafetería. A la hora de la cena todos cenamos en nuestro restaurante, probablemente poniendo bastante nerviosos a los empleados que veían ahí a todos los jefes y familia. Tras la cena cada uno se fue a su casa excepto Laura, Antonio, Rocío y yo que nos fuimos de copas. Alberto y Celia estaban invitados pero Celia estaba demasiado cansada. Nosotros no nos fuimos muy tarde y a la una estábamos en la cama haciendo el amor.

A las diez del sábado me levanté e hice café para los dos. Tras tomarnos este nos duchamos, nos vestimos y fuimos a casa de María y Arturo pues ese día era el cumpleaños de este. Como ya era casi tradición fuimos los primeros en llegar y yo jugaba con Marta y la peque mientras hablaba con Arturo. Rocío, Elena y María preparaban la comida en la cocina. Al rato llegaron el resto de los invitados, de nuestro círculo social y otros amigos de ellos, y comimos. Con los cafés repartimos los regalos, nosotros le dimos una chupa de cuero para el otoño. Tras una merienda cena nos empezamos a ir todos siendo nosotros de los últimos a eso de las diez y media tras acostar yo a Marta. Adoraba a mi ahijada. Al llegar a casa esa noche vimos un poco la tele pero muy pronto nos fuimos a la cama a hacer el amor.

El domingo no hicimos nada en especial por la mañana. Una vuelta por el barrio y comida fuera. A las cinco estábamos en casa leyendo ambos en el sofá. Tras un rato metidos en nuestros respectivos libros empecé a acariciar el cabello de Rocío. Era muy común en nosotros que yo leyera sentado con los pies, descalzos, en la mesa de centro y ella se tumbara en este con su cabeza en mis muslos. No tardó ni un segundo en dejar su libro en la mesa de centro y mirarme a los ojos. Mantuvo la mirada durante unos segundos y sonrió. Aun llevaba el vestido de tejido polo y color blanco con el que habíamos dado la vuelta por el barrio aunque en sus pies ya no quedaba ni rastro de sus bailarinas que debían estar en algún lugar del suelo del salón. Yo estaba en vaqueros y polo. Nos miramos, sonreímos y acariciamos durante un pequeño rato. Podría, bien es cierto, pasarme horas así pero también tenía ganas de hacerla el amor. Ella se incorporó un poco y me besó en la boca con mucha ternura. Yo quería hacerla el amor y la besé de vuelta pero mientras lo hacía empecé a subir su vestido y rompiendo el beso lo saqué por su cabeza. Ella me sonrió y me dio un par de pequeños picos ya solo vestida con un precioso sujetador de encaje rosa y un tanga del mismo color. Mientras yo desabrochaba su sujetador ella me ayudaba a quitarme el polo con una mano y llevaba su otra mano a mi bragueta para empezar a desnudarme. En un pequeño rato estábamos ya ambos desnudos excepto por su tanguita. La hice levantar y me arrodillé junto a ella. Besando en su ombligo llevé mi mano al lateral de su tanguita y según iba bajando este yo iba besando su cuerpo mas abajo. Una vez llegué a su coño se lo chupé y seguí bajando el tanga aunque ya sin bajar yo el objetivo de mi boca. Pasé mi lengua por toda la extensión de sus labios vaginales y empecé a sacar de su boca unos primeros gemidos muy débiles. Cuando hice un poco mas de fuerza y mi lengua entro un poco en su coño ella soltó un gemido mucho mas alto de los que estaba haciendo hasta esos momentos. Acerqué a Rocío a la mesa del comedor que estaba en nuestro salón y la apoyé sobre ella. Yo me acerqué por detrás y, levantando una de sus piernas, puse mi polla junto a la entrada de su coño. La penetré muy lentamente. Tarde creo que mas de un minuto en solo hacer la primera penetración completa. Tras esta penetración empecé a meter y sacar la polla de su coño primero lentamente y luego con cada vez mayor fuerza. Ella giraba su cuerpo un poco para agarrarme el cuello, besarme y mirarme a los ojos. En estos momentos ya estábamos ambos gimiendo como locos. Follar en esa posición era bastante cansado y la llevé de la mano de vuelta al sofá donde la puse a cuatro patas en este mientras que yo, de pie, volvía acercar mi polla a su coño. Agarré ambos glúteos con mis manos y empecé a follarla lentamente cambiando la velocidad de las folladas que iba dándola. Ambos gemíamos con fuerza y tras un rato me corrí. Notaba que estaba cerca pero aun no se había corrido y lo que hice fue seguir percutiendo sobre ella mientras me corría. Tras un par de penetraciones mas ella también se corrió y acabamos exhaustos. Ambos fuimos a la ducha donde nos aseamos juntos y nos volvimos a vestir para salir a cenar. Cenamos por el barrio y esa noche acabamos en la cama besándonos y acurrucados pero no volvimos a hacer el amor.

04. Semana del 22 al 28 de Septiembre

El lunes fue uno de esos días en los que, una vez inaugurado el restaurante, me dedicaba a molestar a todos mis directivos. No es que lo hiciera conscientemente pero a veces me pongo un poco pesado pidiendo informes y el problema no es tanto eso sino que solía quererlos para ya. Es algo que con el tiempo he limado pero en ese puesto no estaba acostumbrado a no tener el control y cuando no tenía mucho trabajo me encontraba con la necesidad de analizar todos los papeles. Mis directivos ya lo sabían y con Ana, me conseguían suficientes informes como para que me calmara. A mediodía tenía el despacho lleno de informes y me puse a trabajar. No salí a comer, a pesar de que Mike dijera que me vendría bien, y mi secretaria me trajo un sándwich y una coca-cola. Lo cierto es que todo parecía bajo control, cosa que ya debería saber de nuestras reuniones mensuales. No obstante me fijé que en nuestra inmobiliaria, de la que solo teníamos una participación del cuarenta por ciento, los resultados no eran como yo esperaba. Ganaba bastante dinero pero creo que por eso se habían acomodado. En el 2003 el precio de la vivienda en España ya subía bastante pero nuestra facturación no subía tanto. Tenía que hablar con Belén. Eran las siete cuando la llamé a su móvil.

– Hola – dijo

– Hola preciosa. Tenemos que quedar.

– ¿Me quieres follar? - dijo susurrando y con tono de niña mala

– Bueno quería hablar de la empresa. Pero después podemos hacer lo que quieras. ¿Estas sola?

– Estoy en casa y mi marido e hijas están en el salón. Yo estoy cambiándome en la habitación. Por eso te he susurrado.

– Pensaba que era por ser mas sexy – dije - ¿Cuando podemos quedar?

– ¿Mañana a las doce menos cuarto en mi casa?

– ¿En tu casa? - dije – Tengo cosas importantes de las que hablar.

– Te prometo que hablamos. Y luego... bueno, tu ya sabes – dijo echándose a reír.

– Venga. Quedamos a las doce menos cuarto. ¿Te vestirás para mi?

– Siempre. Un beso

– Un beso

Y colgó. Tras la llamada me fui a casa y con Rocío salí a cenar. Al volver a casa vimos un rato la tele pero pronto nos fuimos a la cama a hacer el amor.

El martes fui pronto a la oficina para ir viendo correos y haciendo algunas llamadas antes de ir a casa de Belén a hablar de negocios y, casi seguramente, tirármela. A las once y media cogí un taxi hacia su casa y justo cuando habíamos quedado estaba llamado a su telefonillo. Una vez pasé el umbral de la puerta y la cerramos ella se tiró a mis brazos y me besó.

– Te he echado mucho de menos – dijo cogiéndome de la mano y llevándome hacia el sofá.

No la contesté pero miré su atuendo. Ese día llevaba un vestido negro hasta justo unos centímetros debajo de sus rodillas. En sus pies unas botas negras, de tacón, muy elegantes. Como adornos llevaba un cinturón negro y metálico y unas pulseras plateadas en su muñeca izquierda. Estaba contento. Ella sabía como quería que vistiera para mi cuando íbamos a follar y cumplía los requisitos. Nada mas sentarnos me miró los ojos y me besó con mucha lengua subiéndose sobre mi.

– Vamos a trabajar antes – dije

– Me apetece mucho mas follarte porque me tienes abandonada. Te cuesta entender que te quiero. Haría muchas locuras por ti.

– Tienes que empezar a olvidarte de eso. Disfruta de tu vida y si echamos algún polvo de vez en cuando mejor pero sabes como están las cosas.

– Ya – dijo – Pero es mas fácil decirlo que hacerlo. Bueno a trabajar.

La conté todo lo que había visto en los números y la dije que teníamos que empezar a facturar mas. Ella me dio su punto de vista y me comentó el problema de las agencias nuevas que se ofrecían como de lujo y eran unos amateurs pero que cobraban mucho menos por la auditoria. Con el tiempo ella pensaba que los clientes volverían a un trabajo mas personal como el que ofrecían ellos. Tras charlar de la empresa ella me miró

– ¿Ya estas contento? - dijo

– Si – dije

Y ella se tiró a mis brazos y me beso. Tras el beso me cogió de la mano y me llevo con ella delante, moviendo su cuerpo elegante y esbelto de mujer madura que se cuida, hacia su habitación de matrimonio. Fue entrar en la habitación, plantarnos junto a la cama y explotar los dos en un beso de una pasión aparentemente incontrolable. Sus manos se agarraban con firmeza a mi cuello mientras las mías acariciaban su espalda. Según avanzaba el beso nuestras manos buscaban otros lugares de nuestra anatomía. Las mías jugaron con sus pechos y su culo alternativamente aunque siempre por encima del vestido. Tras un rato rompimos el beso y me empezó a decir que me quería.

– ¿No es un poco pronto? - dije

– ¿Pronto? - dijo

– Aun no te la metido y ya me estas diciendo que me quieres. Que vas a hacer cuando estemos follando.

– Lo de siempre – dijo sonriendo – Te diré que soy tu puta y tu te enfadarás.

Yo moví la cabeza hacia los lados pensando que estaba loca y ella, bastante violentamente, me empujó sobre la cama quedando yo sentado. Ella siguió de pie pero se juntó a mi y se bajó los tirantes del vestido para darme a mamar sus tetas puesto que no llevaba sujetador. No lo había notado pues el vestido era bastante ancho pero he de reconocer que me entusiasmo bastante. Tras un rato chupando sus pechos y mordiendo sus pezones ella subió una de sus piernas, la izquierda a la cama plantando sus botas de tacón sobre las colchas. Esa posición y su destreza a la hora de manejar su vestimenta dejaron a la luz otra sorpresa. Tampoco llevaba bragas. Estaba lista para la acción. Se me debió dibujar una sonrisa pícara en la cara y no pude dejar de besarla en la boca una vez mas. Ella mientras llevo sus manos a mi polla y empezó a desabrochar mi cinturón. Solo desabrochó este pues yo volví a pegarla a mi y dedique un rato a chupar sus tetas. Tenía que levantar algo la cabeza y era incomodo así que la senté sobre mis muslos y la empecé a mamar ambas tetas. Dedique un buen rato a sus tetas mientras ella no dejaba de decirme cosas como que me quería, que era mía y que haría cualquier cosa por mi. Me ponía un poco nervioso lo sumisa que estaba ese día y volví a besarla pero principalmente para que se callara. Mientras la besaba la abrí un poco de piernas y subí mas su vestido para poder acceder con mi mano a su coñito y darla un pequeño masaje. Tras un rato así ella me hizo levantar y beso mi polla sobre el pantalón. Yo me desabroché este mientras ella se me ofrecía en la cama con las piernas abiertas, su vestido a la cintura y sus botas sobre la cama con ambos tacones apoyados en la colcha. Me arrodillé junto a la cama y llevé mi boca a su coño donde conseguí sacarla unos primeros gemidos a la vez que se tocaba las tetas.

– Sigue amor – dijo – Eres maravilloso. ¡Ojala tuviera esto todos los días!

Chupaba su coño con dedicación y ella movía su pelvis ofreciéndome su conejo para que metiera mi lengua mas profundamente. Tras un rato mas chupándola subí por su cuerpo, besando todo lo besable que encontraba en mi camino, hasta llegar a su boca donde nos unimos en un beso espectacular. Tras un rato besándonos ella se levantó de la cama y se arrodilló junto a mi cogiendo mi polla y, lentamente y mirándome a los ojos, metiéndosela en la boca. Dedicó un rato a una buena mamada donde no solo chupaba toda su extensión y se la metía en la boca sino que también jugaba con ella en sus pezones y acariciaba el capullo con la punta de la lengua. Sujetaba un poco su pelo para que no molestara en la mamada y veía sus botas sobre la alfombra y su vestido en la cintura y me entraban unas ganas locas de follármela. La tumbé sobre la cama, con las piernas bien abiertas y me arrodillé junto a la entrada de su coño para darla una buena follada. Ambos empezamos a gemir rápidamente pues la frecuencia de mis penetraciones era muy alta. Mientras la penetraba agarraba una de sus piernas de la bota pero la otra mano la dedicaba a jugar con sus pezones y así excitarla un poco mas. Estaba cumpliendo con mi cometido pues noté como se iba excitando mas con cada embestida y, tras muy poco tiempo, se corrió con unos gritos escandalosos y un masaje de su coño en mi polla. Yo no dejé de follarla ni un segunda tanto durante como después del orgasmo. La cama se moví violentamente y pronto sus gritos volvieron a ser bastante altos. Me preguntaba que pensarían los vecinos de su vecina la pija perfecta ya que obviamente la estaban follando bien follada en su cama. Yo estaba un poco cansado de estar de rodillas y me tumbé poniéndola de lado. Desde atrás la penetré y pudimos estar besándonos durante los diez siguientes minutos de follada. Nos dábamos besos de unos cuantos segundos unidos a pequeños picos entre peticiones de ella de que no dejara de follarla. Yo no estaba para hablar pues estaba haciendo todo el esfuerzo físico. Hasta que llegué . Y me corrí dentro de ella llenando su perfecto coñito con mi semen. Ambos acabamos abrazados y besándonos.

– ¿Que pensaran tus vecinos? - dije

– Los de otros pisos no saben si es con mi marido el polvo – dijo – Mi vecina de enfrente si se enterara que has sido tu quien me ha dado el mejor polvo del año.

– ¿Sabrá que he sido exactamente yo?

– Pues claro. En cuanto te vayas tendré que ir a contarla detalles. Ella me cuenta los de su vida. Mi fantasía de sumisión a ti y de ser tu puta es un poco culpa suya que está enganchada a la polla del jefe de su marido e incluso le ha ayudado con alguno de sus clientes.

– ¿En serio? - dije – Vaya con las vecinitas

– Pero a ella ni te acerques.

– Tranquila – dije – Mi único coño en este portal es el tuyo. No necesito a una loca que me haga la vida imposible.

Ella rió ante mi comentario y nos besamos durante un rato. Nos aseamos tras el polvo y volvimos al salón.

– Te prometo que haremos todo lo posible por aumentar el rendimiento. Nuestros comerciales van a comisión y ahora ganan tanto que no necesitan vender mucho mas. Haré lo posible por aumentar el negocio. Te lo prometo.

– Te creo – dije mirando a sus ojo.

Ella se lanzó a mi y me beso.

– Estarás orgulloso de mi – dijo tras el beso

– Eso espero – dije dándola un piquito y levantándome para irme.

Al llegar a la oficina era la hora de comer y me llevé a Raquel para hablar con ella de mi conversación con Belén. A ella le encantó que tomara la decisión de visitar a Belén y dejarla las cosas claras y entendió que me la había tirado. Tras la comida volvimos a trabajar y les conté a Marga y Alberto mi reunión con Belén. Sin la parte mas personal, claro. Tras salir de la oficina hacia las siete me fui con Rocío a la inauguración de una exposición de arte en una galería en la que la habían invitado. Sin ser un experto el tiempo que pasaba con Rocío me hacía entender algo mas y no me disgusto mucho. Fue una sorpresa para mi encontrar en la inauguración a Gerardo y Carmen, los clientes de Rocío, así como a Javier, el ex-socio de mi verdadero padre y ahora socio mio, y su mujer. Estuvimos ahí charlando con ellos durante el espectacular cocktail y hablando con la artista. Una mujer joven, de veintiocho años, muy agradable. Javier me dijo que mis nuevos padres iban a haber ido pero que un compromiso de última hora se lo impidió. Al parecer esa era una de las galerías donde mis padres compraban mas arte y alguno de los regalos que habían hecho a Rocío salieron de allí. Tras acabar la fiesta nos despedimos de todos y llegamos a casa a las once de la noche donde fuimos directamente a la cama a hacer el amor.

Miércoles y Jueves no ocurrió nada especial. A menos que consideremos especial que el jueves era el cumpleaños del padre de Rocío y le llamamos para felicitarle. A parte de eso trabajo de oficina, comidas con mis amigos y noches con Rocío.

El viernes el día de trabajo fue de lo mas normal. O aburrido. Mi secretaria apenas me pasó dos o tres llamadas y me pasé el día leyendo un par de informes y contestando mails. Tras reunirme un ratito con Alberto y Marga me fui con Rocío y Diana a Cuenca. Ese fin de semana celebraríamos por duplicado el cumpleaños del padre de Rocío. Llegamos el viernes a media tarde y estuvimos charlando con los padres hasta las diez. A esa hora nos fuimos Rocío y yo a cenar con unos amigos de ambas. A mitad de la cena llegó Pablo que en dos meses ya era uno de los de la familia. Rocío y yo no sabíamos que venía y Diana nos sonrió una vez mas pues nos había vuelto a pillar. Tras la cena unas copas y a las dos nos fuimos a la cama pues todos estábamos cansados.

Por la mañana el sábado salimos a comprar carne pues el padre de Rocío celebraría ese día su cumpleaños con una barbacoa por la noche. Rocío se fue con Diana y su madre al hipermercado y Pablo y yo nos fuimos con el padre de Rocío a comprar la carne. El hermano de Rocío se quedó con su esposa en la casa de los padres pues su pequeño hijo había pasado una mala noche. Yo hice un poco de nexo de unión entre el padre de Rocío y Pablo pues yo ya si era, literalmente, de la familia. Y me llevaba, muy bien, con mi suegro. Mi suegro parecía que también apreciaba a Pablo. Tras comer y charlar un poco por la tarde nos pusimos a ayudar a los padres con los preparativos. Esa noche el protagonista fue el padre de Rocío y Pablo estuvo bastante mas relajado que en la fiesta anterior y pudo disfrutar de la fiesta, principalmente, con la gente mas joven. A las cuatro ya se habían ido todos los invitados y pudimos irnos todos a dormir.

El domingo como ya casi era tradición era la celebración mas íntima en un restaurante de la zona. Tras comer y dar los regalos al padre, todo el mundo le regalo ropa, nos fuimos Rocío y yo para Madrid donde llegamos a eso de las ocho de la tarde. Vimos un rato la tele y tras ver un poco la televisión nos fuimos a la cama donde, antes de dormir, hicimos el amor.

05. Semana del 29 de Septiembre al 5 de Octubre

Empezaba la última semana de Octubre y todo estaba bastante calmado tras un mes en el que habíamos tenido una apertura de restaurante, que era la mas dura pues tenía mucho empleados, y el lanzamiento de una nueva linea de negocio en nuestra empresa de importaciones. Durante el mes de Octubre lo único que teníamos importante era la inauguración de una tienda de moda pero, al ser la cuarta y solo tener que contratar tres empleadas, Marga y Alberto lo tenían muy controlado junto a Marisa y Gloria. De lunes a miércoles no hice nada especialmente interesante. Trabajé casi todo el rato en el despacho con pequeñas pausas para pequeñas reuniones. Por las tarde a casa a pasar el tiempo con mi mujer y hacer algún pequeño recado, cenar, ver la tele, dormir y, algún día, follar.

El jueves era el cumpleaños de Marisa, la directora general de nuestra empresa de moda, y como era costumbre la invité a comer. Puesto que era amiga/conocida de Raquel la dije a esta que viniera y hablamos un poco de como veía ella el trabajo desde un punto de vista menos de negocio y mas personal que es lo que me gustaba hacer en esas ocasiones. Me preocupaba un poco Marisa pues era de todas las directivas y directivos la que para mi, junto con Oscar, tenía una mejor proyección y no quería que nos la robaran. Tras la agradable comida, que se alargo mas de dos horas y media, volví a la oficina y curré un rato hasta que llegó la hora de irme a casa a pasar un rato con mi esposa. Cené fuera con Rocío y su amiga Teresa y Raúl y nos fuimos a casa a eso de las once y media para dormir antes de echar un polvo.

El viernes trabajé hasta mediodía, como todos los viernes, y luego me fui a comer con María y Rocío. No veía tanto a María ahora que estaba en el curso y la echaba algo de menos ya que era muy importante para mi. Tras comer los tres y reírnos fuimos al cole a por las dos mayores y a la guardería a por la peque. Pasamos un ratito en casa de María con las niñas y nos fuimos directamente a un restaurante del centro donde habíamos quedado con Diana y Pablo que iba a pasar el fin de semana en Madrid. Estuvimos hasta la una o así y nada mas llegar a casa nos fuimos a dormir.

Estábamos en pie pronto el sábado por la mañana pues habíamos quedado con mis padres para comer con ellos y unos amigos de ellos. A Manuela le hacia mucha ilusión que su hijo estuviera presenta en algunas de sus comidas de amigos y nosotros estábamos encantados de hacer todo lo posible por satisfacerla. La comida fue relativamente bien, conocíamos mucho a todos los asistentes, y terminó convirtiéndose en una cena y copas posteriores. A eso de las doce decidimos que era tarde para volver a casa y nos quedamos a dormir en casa de mis padres. Mis nuevos padres.

El domingo nos levantamos tarde y desayunamos con mis padres y decidimos quedarnos a comer pero debíamos irnos pronto pues, al parecer, Rocío había quedado con Raquel que iba a llevarnos algo a casa a las seis de la tarde. A las cinco y media estábamos en casa y, media hora después, llegó Raquel puntual a su cita. Fue Rocío a abrir la puerta y yo me quedé en el sofá leyendo un libro. Un par de minutos después ambas entraron por la puerta y me sonrieron. Por primera vez ese día pensé que quizás no habían quedado porque Raquel nos trajera algo, lo cual era posible, sino que habían quedado para, vamos a decirlo así, pasarlo bien. Rocío estaba vestida como había salido de casa de mis padres pero estaba preciosa. Unos vaqueros gastados de fábrica, una camisa de rayas azules y blancas remangada a tres cuartos y unos zapatos de interminable tacón marrón eran suficientes para convertirla en una diosa. Como únicos complementos el cinturón de sus vaqueros y un par de pulseras plateadas en su muñeca. Por su parte Raquel iba espectacular. Demasiado arreglada, incluso para ella que como Rocío se ponía tacones hasta para sacar la basura, para ir simplemente a dar algo a una amiga. Llevaba puesto un precioso vestido de color gris verdoso, aunque mas verde que gris, con un cinturón negro de cuero adornando y unas botas hasta algo por encima de la rodilla, un poco arrugadas y con tacón relativamente ancho de unos diez centímetros. Las botas eran de un color parecido al vestido. Yo sonreí desde el sofá y ellas me miraron pícaramente. Tras un segundo en que no dejaron de sonreírme giraron sus cabezas, se miraron a los ojos y se dieron un beso con lengua donde se las notó demasiado preocupadas por que viera como sus lenguas jugaban con la de la otra. El beso duro unos cuantos segundos y yo me estaba calentando bastante. Ver a tu mujer besando a tu amante que es, a la vez, gran amiga suya y amiga y socia mía es complicado de explicar. Las manos de ellas no quedaron quietas y empezaron a acariciarse para acompañar el beso. Lo único que conseguían era aumentar mi temperatura. Que en el fondo es lo único que querían. Tras un rato mas besándose y magreándose se acercaron a mi y me hicieron levantar. Dejé mi libro en la mesilla, sin preocuparme de marcar la página en la que estaba, y pase cada una de mis manos a las cinturas de ambas mujeres. Raquel estaba a mi derecha y se pegó a mi cuerpo mientras me acariciaba el paquete. Mientras Rocío, también pegada a mi, me acariciaba con ambas manos en el pecho por encima del polo que llevaba ese día.

– ¡Sorpresa! - dijo Rocío antes de darme un piquito

– Y muy buena – dije

Mientras seguían acariciándome no parecían muy interesadas en besarme pero yo aproveché para poder robarle algún besito a Rocío aunque fuera en su mejilla. En ese momento quería besarla mas que nada en este mundo. Ella mientras desabrochaba los botones de mi polo y Raquel se concentraba en en hacer lo propio con el cinturón. Cuando todos los botones de mi polo estuvieron desabrochados Rocío se pego un pelín mas a mi y me besó con amor.

– Te quiero – dijo Rocío a mitad de beso

Yo iba a contestarla pero su boca volvía a estar en la mía con nuestras lenguas en plena exploración del otro. Dejó un segundo de besarme mientras Raquel sacaba mi polo por mi cabeza pero una vez este estuvo fuera llevó su mano a mi pecho y me besó. Nuestras lenguas estaban en plena lucha cuando Raquel bajó mi pantalón y calzoncillo hasta la altura de mis rodillas quedando mi pene, ya casi totalmente erecto, al descubierto. Raquel llevó su mano derecha a mi pene y Rocío la izquierda y ambas se miraron con cara juguetona. Yo tenía mi mano en la cabeza de Raquel y con un movimiento suave la guié hasta mi polla para que se la metiera en su boca.

– ¿Quieres ser tu la primera? - preguntó Raquel a Rocío antes de meterse mi polla en la boca

– No – dijo Rocío – Hoy es tan tuya como mía. Tu ahora dale sexo que yo voy a darle amor.

Y mientras Raquel se metía mi polla en la boca Rocío empezó a chupar uno de mis pezones y subir con su lengua por mi cuerpo y cuello hasta llegar a la boca donde nos unimos en otro beso lleno de pasión. Estaba concentrado en darle todo el placer que pudiera a Rocío con el beso pero el placer que Raquel me daba a mi con su mamada hacía que fuera difícil de conseguirlo. Tras un rato con ese reparto Rocío se fue agachando y, cuando llegó a la altura de mi polla, Raquel se separo. Rocío no tardó nada en empezar a mamarme la polla. Poco mas tardó Raquel en subir y darme el primer beso de la tarde mientras mantenía una de sus manos en mis huevos. Yo la bajé un poco su vestido de tal manera que tuve acceso a sus tetas. Llevaba un sujetador negro pero la duró menos que un suspiro y rápidamente tenía mi boca en su pezón derecho. Chupaba este siguiendo la intensidad con la que Raquel me hacía la mamada. Rocío separó de mi polla y, mientras Raquel volvía a chupármela Rocío se quito la camisa primero y el sujetador después para quedar, como su amiga, con los senos al aire.

– Que bien mamas – dijo Rocío – Me cuesta creer que solo lo hagas con tu marido y Carlos.

– Pues creelo – dijo Raquel – Eso si, a mi marido esto se lo hago tres veces por semana mínimo

– Que sexy – dijo Rocío antes de lanzarse a compartir mi polla con su amiga.

Era complicado tener dos bocas en mi polla pero lo cierto es que la de Rocío apenas chupaba mis huevos mientras Raquel mostraba su destreza. Como compartir era complicado volvieron a alternarse entre chuparme la polla y besarme hasta que volvieron a encontrarse abajo y me tocaban algo con su lengua en mi polla en lo que era, realmente, un beso de ellas dos con las lenguas fuera. Tras un rato dejaron de disimular y a pocos centímetros de mi pene se liaron a besarse con muchísima pasión. Rocío volvió a poseer mi pene y Raquel se dedicó a ayudarla desabrochando y bajando sus pantalones. La costaba mas de lo que parecía pues estaba de rodillas y no es fácil con lo apretados que eran los vaqueros.

– Chúpasela mientras yo me quito los pantalones – ordeno Rocío

Raquel se lanzó a mi polla y mientras ella se termino de quitar los pantalones y su tanga dejándose los taconazos. Tras ello pasó totalmente de volver a mamarme la polla y se tumbó en el sofá.

– Fóllame por favor – dijo Rocío

– Haz lo que te dice – dijo Raquel abandonando mi polla

Ese tipo de órdenes las cumplo sin mayor problema y en un momento me encontraba apuntando mi polla a la entrada de su coño. Tenía una pierna en alto y empecé a penetrarla mientra Raquel, arrodillada junto a su cara, jugaba con los pezones de Rocío. En cuanto empecé a penetrarla ellas dos se fundieron en un beso brutal con mucha lengua que duro varios minutos.

– Te quiero – le dijo Rocío a los ojos de Raquel cuando dejaron de besarse

– Y yo a ti amor – dijo Raquel

Raquel se incorporó un poco y me besó con pasión mientras follaba a mi mujer, su amiga, y me miró a los ojos.

– Te quiero – dijo

– Y yo a ti – dije sonriendo

– Yo también te quiero Carlos – medio gritó entre gemidos Rocío

Yo hice lo posible por agacharme y besar a Rocío. Tras conseguirlo la miré a los ojos y la sonreí.

– Yo a ti mas que a nada en este mundo. ¿Lo sabes verdad? - dije sin dejar de penetrarla.

– Siii – grito Rocío

No sabía si el si era una respuesta afirmativa o un pequeño orgasmo pero me di por satisfecho con la respuesta. Seguí un rato mas follándola y ella me pedía mas entre gemidos. Gemidos que pronto volvieron a ser ahogados por los besos que Raquel la daba en la boca.

– Da también a Raquel – dijo Rocío y se salió de mi con un movimiento brusco que no se como no me lesionó el pene.

Yo puse a esta de rodillas sobre el sofá y me acerqué a ella por detrás juntando mi polla junto a su coño. De un empujón brusco la penetré y saqué de ella un gemido profundo que pronto fue tapado por un beso en la boca con mucha lengua de Rocío. Ellas dos volvieron a besarse mientras yo me follaba a mi amante, socia y amiga. Tras un rato besándose ellas Rocío se aceró a mi y me beso. Estuvimos varios minutos besándonos mientras no dejaba de dar a Raquel por detrás aumentando el nivel de sus gemidos.

– Haz que se corra – me susurró Rocío al oído

– ¿No quieres tu ser primera? - la susurré de vuelta

– ¡Hazlo! - ordeno Rocío en una mezcla entre susurro y gemido por la excitación

No pude dejar de cumplir la orden y aceleré mis embestidas hasta que noté como ella se corría salvajemente. Hubiera preferido aguantar para cumplir mejor con mi esposa pero la violencia de su orgasmo hizo que yo me corriera igualmente y llené su interior de semen caliente. Raquel no dejó de gritar durante el orgasmo que duró varios minutos. Una vez estuvo mas calmada me salí de ella y me senté para coger algo de aire pero fue mala idea pues en esa posición Rocío puedo chuparme con bastante facilidad y luego, una vez mi polla volvía a estar dura, empezar a cabalgarme. Acababa de correrme hacia solo un par de minutos y ya tenía a mi esposa, la mujer mas espectacular que había conocido en mi vida, con mi polla en su coño y cabalgando. Mientras cabalgaba una Raquel ya recuperada chupaba como podía sus tetas pero sobre todo se besaban con pasión y se decían cosas bonitas. Rocío no dejó de cabalgarme durante varios minutos, yo creo que mas de un cuarto de hora seguro, hasta que sacó de mi una segunda corrida que inundó su coño de semen. Una vez esta acabó los tres nos besamos durante un rato y Rocío nos guió de la mano a la ducha. Allí los tres nos limpiamos entre besos y caricias. Tras salir de la ducha y volver a vestirnos nos sentamos los tres en el sofá. Yo en el medio con una mujer a cada lado bastante juntas y aun parecía que juguetonas.

– ¿Te ha gustado? - dijo Rocío

– Sabes que me ha encantado.

– Pues tenemos una propuesta – dijo Raquel

– Soy todo oídos – dije

– El último fin de semana de Noviembre os vais de viaje de negocios a Barcelona – dijo Rocío

– Si – dije yo

– Nuestra propuesta es que vaya yo y pases ambas noches en la cama con las dos – dijo Raquel

– Acepto – dije con una sonrisa

– No es tan fácil – dijo Rocío – Tenemos un juego. Para cumplir eso tu tienes que psar una prueba

– ¿Que prueba?

– Tienes que ligarte y follarte a Ana antes de que acaba el mes de Octubre – dijo Rocío

– ¿Os habéis vuelto locas? - dije

Ambas se miraron y rieron

– Estamos locas – dijo Rocío

– Por ti – dijo Raquel

– Queremos jugar – dijo Rocío – Ya lo sabes. Y como vemos que por las buenas no lo vas a hacer queremos darte un incentivo. Una vez te la hayas follado estamos seguras que ella hará todo lo que quieras. Será como Belén pero aun mas sumisa.

– Estáis como putas cabras. Pero acepto. Si os empeñáis en que me tire a una mujer que, además, esta bien no voy a poner muchos impedimentos.

Rocío y Raquel sonrieron.

– Ahora – dije yo con una sonrisita – No voy a dejar de follarme a María

– Como dejes de follarte a mi amiga te enteras – dijo Rocío desafiante

– Ella parece que es la única que me quiere sin condiciones – dije volviendo a sonreír

– Nosotras te queremos sin condiciones – dijo Raquel – No hemos dicho que no fuéramos a hacer mas tríos. Pero para tener dos noches enteras tenemos este pequeño juego.

Yo pasé de discutir y besé a ambas. Pronto cambiamos el tema de conversación y hablábamos como amigos de temas mas normales. Era rara mi situación con Raquel. Lo era todo. Amante y gran amiga. Cuando se fue a su casa para pasar el resto de la tarde y la noche con su marido Rocío y yo nos estuvimos besando casi media hora. Luego fuimos a cenar y cuando volvimos fuimos directos a la cama. A hacer una vez mas el amor.

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