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Mi historia (18: Junio 2002)

en Grandes Series

01. Semana del 3 al 9 de Junio

El lunes llegué a la oficina antes de lo normal para mirar mi email ya que ese día no tendría mucho tiempo. Raquel y yo pasaríamos el día ayudando a Ana, la chica que habíamos contratado como Directora Financiera, a establecerse en su puesto. Ana había trabajado cono consultora en una de las grandes empresas de consultoría españolas haciendo auditoria para grandes empresas. Ahora no tenía que auditar cuentas sino hacerlas pero la idea era la misma. Era un año y unos meses mayor que yo, con treinta años cumplidos en febrero de 2002. Era soltera, con novio, y monilla. No era una hiperbelleza pero tampoco era fea. No era ni delgada ni gorda. Quizás mas cerca de delgada pero básicamente normal. Su pelo no muy largo, de media melena, era rubio de bote. Aparte de su buen curriculum lo que nos hizo decidirnos por ella fue que no tenía problemas en comunicar. Otros de los candidatos parecían mejores con los números, con más formación, pero ella habló mejor delante de nosotros. Y nosotros necesitábamos alguien que preparara los números y luego nos los presentara en la reunión mensual. Fuimos a comer con ella, comida a la que se apuntaron Mike, Marga y Alberto, y tras volver la dejamos la tarde libre para que fuera preparando la contratación de su equipo que consistiría en dos personas para administración/contabilidad y una secretaria. La contratación de la secretaria la haría conjuntamente con María ya que cuando volviera del embarazo sería, ademas de asistente personal de Mike, Raquel y mía, jefa de secretarias. Como estaba de baja por maternidad solo vería los CV y decidiría cuales prefería. Al llegar a casa esa noche me llevé a Rocío a cenar unas tapas por el barrio y, tras ver una peli, nos fuimos a la cama sin echar un polvo.

Martes y miércoles los dediqué a ayudar a Ana a preparar los números de mayo. Era un trabajo que yo venía haciendo por mi cuenta y que, a partir de entonces, pasaría a hacer ella. Primero la enseñé como lo hacía yo y ella me comentó ideas para hacerlo ella. Yo dejé en sus manos que lo hiciera como mejor le pareciera pues era responsabilidad de ella y su equipo. Lo único era que debía estar listo para el segundo viernes de cada mes. Como ese mes aun no tendría equipo la ayudaría yo aunque ella haría casi todo. Yo lo hacía antes en dos semanas sin necesidad de mucha ayuda. Ambos días cene en casa con Rocío y ambos días hicimos el amor.

El jueves participé en unas jornadas sobre creación de empresas en la Carlos III. Era un evento enfocado a estudiantes. Casi siempre que iba a un evento eran eventos de empresarios y no sabía que esperar. A este evento fui porque uno de mis amigos del futbito es profesor en la Carlos III y me lo pidió como favor personal. No fui capaz de decir que no. E hice bien. La charla fue una que ya había usado alguna vez en otro evento aunque ajustada al nuevo público y las preguntas que hicieron ellos fueron muy interesantes. Bastante mas interesantes que las que hacían los empresarios. Salí gratamente sorprendido. Ese mediodía comí con mi amigo y algunos de sus compañeros. Por la tarde estuve ayudando a Ana hasta las siete y media cuando la dije que ya podía irse. Los demás trabajadores se habían ido hacia casi ya una hora.

– En la consultora trabajaba horas y horas – dijo – Lo normal era llegar a casa a las diez y media.

– Yo prefiero que trabajes bien ocho o nueve horas y que tengas vida fuera de la oficina – dije – Si luego un día nos tenemos que quedar hasta las diez u once nos quedamos pero no queremos que sea la norma. Queremos trabajadores que nos duren. No quiero que estés quemada en dos días. A casa.

Y tras la charla me fui a mi despacho a trabajar. Una cosa es que ella, trabajadora, se fuera a las siete y media y otra es que me fuera a ir yo. La empresa era de Mike, Raquel y mía y mis teorías no eran aplicables a nosotros. Es mas, mi teoría es que nosotros siempre estábamos trabajando. Cuando quedábamos a comer un fin de semana estábamos haciendo equipo. A las diez salí yo de la oficina para casa y como llegué antes que Rocío empecé a preparar la cena. Cuando ella llegó aun seguía en la cocina y, tras cambiarse, me empezó a ayudar. Esa noche cenamos hablando de nuestra semana. Yo estaba de muy buen humor tras la charla de esa mañana y ella me escuchaba con paciencia. No encendimos la tele ese día y pasamos un buen rato en el sofá hablando. Yo sentado y ella tumbada con su cabeza en mi muslo. Estos momentos eran los mejores. Podíamos hablar de nuestro día o, muy habitualmente en esa época, de ideas para nuestra boda que ya, por entonces, sería en menos de un año. Tras un rato así nos fuimos a la cama donde hicimos el amor. Amor. Con mayúsculas.

El viernes fue un día de trabajo normal que lo repartí bastante bien entre ayudar a Ana y reunirme con Mike y Raquel para tratar temas relacionados con la nueva empresa. Ana antes de irse pasó por mi despacho y me dio un paquete con los cinco CV que había seleccionado para su secretaria. Según habíamos acordado yo se los llevaría a María, ella elegiría tres y luego Ana entrevistaría a las tres para tomar una decisión final. Ese domingo comía con María así que no habría problema. Por la tarde fui con Rocío a El Corte Inglés pues ese sábado iríamos a comer a Toledo para celebrar los cumpleaños de ambos hermanos de la madre de Rocío que apenas se llevaban una semana. No se porque no lo habíamos celebrado el fin de semana anterior que pasamos en Toledo por la boda del hijo del hermano de mi suegra pero no iba a discutirlo. Tampoco tenía nada mejor que hacer. Tras comprar los regalos nos fuimos a cenar y luego a casa a dormir pues al día siguiente salíamos a las diez de las mañana.

Nos levantamos a las nueve y cuarto para ducharnos y, a las diez, estar ya camino a Toledo pues habíamos quedado en casa de Mercedes, la tía de Rocío, alrededor de las once. Llegamos mas o menos a esa hora y pasamos al salón donde hablamos hasta que llegaron todos los invitados. Una vez estuvieron las familias de los tres hermanos completas nos fuimos a dar una vuelta todos por Toledo a tomar el aperitivo. Solo faltaban Roberto y su recién estrenada esposa que estaban de luna de miel. Nos dividimos en grupitos con los jóvenes por un lado y los padres por otro pero todos yendo a los mismo bares. Alrededor de las dos de la tarde nos fuimos a casa de Mercedes donde tomamos una comida muy buena. De primero unas migas manchegas y de segundo un guiso de carne bastante bueno. Tras los cafés en el salón entregamos los regalos, los nuestros triunfaron, y estuvimos charlando hasta las nueve de la noche cuando Mercedes sacó unos sándwiches para cenar. A las diez y media mas o menos salimos de vuelta a Madrid y, hacia medianoche, ya estábamos Rocío y yo de vuelta en casa y durmiendo.

A las doce del domingo estábamos ya aparcando para ir a casa de María a comer. Nos abrió Arturo pues María estaba dándole el pecho a la niña. Fuimos al salón donde María daba de comer a la niña y jugamos con las otras hijas a la vez que hablábamos con los padres. Yo dejé en la mesilla los CV que tenía que leer para elegir los tres que mas le gustaran. Tenía que ir acostumbrándose a ser jefa de secretarias a la vez que nuestra asistente personal. Tras sacarle el aire a la niña la metieron en el Moisés para que durmiera mientras las dos niñas mayores y los cuatro adultos comíamos. Fue un día genial y ayudamos a María a romper un poco la monotonía que la niña ejerce en muchas madres ya que tienes un calendario de tomas muy estricto y puede resultar cansino. A las nueve nos despedimos y nos fuimos a casa. Una vez allí nos sentamos acurrucados en el salón. Era ya casi una tradición que volver de casa de María significara que nuestras hormonas estaban desatadas. Ese día ambos fuimos muy informales a casa de María. Yo con unos bermudas y polo naranja y ella con unos piratas blancos y un polo Ralph Lauren negro sin mangas. Calzaba ella unas sandalias de finas tiras doradas y yo unas adidas clásicas de paseo. Acariciaba el pelo de ella mientras ella acariciaba mi cuerpo por encima del polo. Nos empezamos a besar y nuestras lenguas lucharon por ser las dominantes en la boca del otro. Ella subió las manos a mi cuello y, sin romper e beso, pasó a sentarse sobre mi con sus piernas a los lados de las mías como si estuviera lista para cabalgarme. Pero ambos estábamos totalmente vestidos. Yo moví mis manos a ese punto donde acaba la espalda y empieza el culo perfectamente marcado por el borde de su polo. Empecé a jugar a ratos tocando la parte superior de su culo y otras la parte inferior de su espalda hasta que empecé a, muy lentamente, quitarla el polo. Cuando este llegó a su cabeza tuvo que romper el beso para que saliera el polo. Una vez ella estaba en sujetador sin polo no volvió al beso a pesar de buscarlo yo. Ella se arqueó hacia atrás y con un dedo me decía que no mientras sonreía picaramente. Rápido hizo el gesto de quitarse el polo y entendí que quería que yo me igualara. A toda prisa me quité el polo y ella volvió para volver a unir nuestros labios y a pelearnos con nuestras lenguas. Mientras nos besábamos yo llevé mi mano a su cintura y empecé a, poco a poco, desabrochar su pantalón. Ella decidió hacer lo propio con mi bermudas y empezó por mi cinturón pasando rápidamente a encargarse de mis bermudas. Yo terminé solo unos segundos antes que ella y metí mis manos por la abertura que los pantalones habían dejado. A ese mismo tiempo abandoné su boca para centrarme en su maravillosos pechos aun resguardados por el sujetador. Los besaba por encima de este. A Rocío estaba excitándola con ese juego y ella misma fue la que se quitó el sujetador para permitirme acceder mejor a su pene. Tras quitárselo volvió a llevar la mano a mis bermudas y, haciéndose hueco, empezó a masajearme la parte de mi polla a la que tenía acceso. La sensación de sentir sus maravillosas manos alrededor del capullo de mi pene hizo que mi sangre hirviera. La agarré de sus nalgas y me levanté con ella. La dejé en el suelo y terminé de bajarme los pantalones y calzoncillos. Ella inmediatamente hizo lo propio con sus pantalones y tanga quedando ambos totalmente desnudos excepto por el calzado. Me senté en el sofá, desnudo, y ella se puso de nuevo encima mió solo que esta vez no teníamos ningún impedimento para que nuestros sexos se gozaran. Ella empezó a moverse sobre mi de tal manera que su sexo se frotaba con mi polla. Esta tardó unos pocos segundos en ponerse a cien. Cogí la polla con la mano y la apunté a su coño. Con la mano que quedaba libre la levanté un poco y ayudé a que me penetrara cayendo sobre la polla que apuntaba a su coño. Una vez dentro empezó a cabalgarme llevando ella el ritmo de la follada. Estuvo un buen rato subiendo y bajando hasta que no pude mas y la dije que me iba a correr.

– Por tu madre, aguanta – dijo

– Mi madre esta muerta – dije haciendo el primer chiste sobre la muerte de mis padres un año y medio antes

– Tu otra madre – me dijo Rocío medio cabreada por bromear con ese tema

– No creo que pueda aguantar pero lo intentaré – dije

– Y la deje seguir montándome durante un rato pero al minuto empecé a correrme. Tras tres escupitajos pensé que ella no llegaría pero al final noté como su vagina apretaba mi ya cada vez mas deshinchada polla y, a la vez que me mordía la oreja, se estremecía su cuerpo. Tras un rato en esa posición fuimos ambos juntos a la ducha y nos aseamos. Volvimos al salón, recogimos un poco el caos de ropa tirada por todas las esquinas y cenamos algo antes de irnos a la cama a descansar.

02. Semana del 10 al 16 de Junio

El lunes llegué a la oficina con las pilas cargadas. No se exactamente cual era la razón pero me sentía pleno de fuerzas. Trabajé sin descanso hasta las siete cuando llegó Rocío a recogerme para que fuéramos a dar una vuelta y cenar. Esa noche con ella, tras cenar, nos tumbamos en mi terraza y disfrutamos de una agradable charla al fresco de la noche. Bueno, lo de fresco es un decir, pero no se estaba mal.

El martes fue un día de buenas y malas noticias. La buena fue que firmamos con Mariano la incorporación de su empresa como clientes a nuestra empresa de diseño y programación. La mala salió de esa misma reunión y es que me comentó que nuestros enemigos íntimos y socios en la empresa de Mariano habían pedido ya la reunión anual. Se celebraría el miércoles tres y estábamos seguros que iban a pedir, de nuevo, reparto de dividendos. Esa noticia me jodió el día y pasé toda la tarde de mala leche. Raquel intentaba calmarme pero la costaba. Yo quería bajar a nuestra empresa de importación de calzado para ver como fastidiarles pero ella me decía que lo que tenía que hacer era calmarme y dejarles a ellos trabajar. Finalmente la hice caso. A las siete me fui a casa y me di un baño para relajarme. A las nueve y media hice la cena y le conté todo a Rocío que me calmó con un masaje. Pronto me fui a la cama acompañado por Rocío que, nada mas tumbarse, se abrazó a mi. Sentirla cerca era lo único que en esos momentos me daba algo de paz y tranquilidad.

El miércoles era un día normal hasta que mi nueva secretaria me dijo que tenía una visita. La dije que entrara y grande fue mi sorpresa al ver a María.

– ¿Que haces aquí? - dije

– He venido a traeros los tres CV que mas me gustan y así de paso ya conozco a Ana. Mi madre esta con las peques y Elena en el cole.

– Podías haber llamado – dije

– Bueno, he aprovechado también para ir a la peluquería que como sabes voy a una que está aquí al lado.

Llamé a mi secretaria de nuevo y la dije que hiciera venir a Ana. Al minuto o así llego Ana y, tras las presentaciones, se pusieron a ver los CV en la mesa de reuniones de mi despacho. Me hizo algo de gracia como María, puesto que fue ella la que tomó la iniciativa, se apoderó de mi despacho. Tras un rato decidieron cual era la mas apropiada y se fue Ana a su despacho. Un par de minutos después fue María la que se fue. Seguí trabajando normalmente y a las siete salí hacia casa para ir con Rocío, Arturo y Laura a cenar. Tras la cena en una terraza de la plaza de Santa Ana tomamos una copa por la zona y nos fuimos para casa. A eso de las doce estábamos Rocío y yo en casa haciendo el amor.

El jueves fue un gran día para el equipo de Mike pues, tras varios meses de trabajo lanzábamos nuestra linea de comida mexicana. Esperábamos que fuera muy exitosa pues en esa época empezaba ya a estar de moda la comida mexicana en España. En Madrid el número de restaurantes mexicanos parecían incrementarse cada mes. Tras trabajar toda la mañana normalmente a mediodía cogí a Mike, Marga y Alberto y me los llevé a comer a un buen restaurante mexicano para celebrar. No les dije donde íbamos y cuando llegamos les hizo mucha gracia. La comida se alargó mas de lo normal y no llegamos a la oficina hasta las cuatro y media. Nada mas llegar Ana se reunió conmigo para pasarme los números finales antes de que los viéramos al día siguiente en la reunión mensual. La reunión duró solo hasta las seis pero, siendo jueves y teniendo Rocío masters, yo decidí seguir currando hasta casi las diez. A las diez y cuarto, casi a la par que Rocío, llegué a casa y cenamos algo ligero. Vimos un poco la tele y nos fuimos a la cama a descansar.

El viernes empezábamos unas nuevas reuniones mensuales pues se unía a ellas Ana. La recientemente contratada directora financiera. Hablamos que el proceso sería que Ana nos haría un briefing sobre la situación de la empresa y luego entraría en detalles sobre cada una de las empresas. Para el final dejaría la situación de la caja de la empresa pues una cosa es la facturación y otra los cobros que hacíamos aunque solíamos tenerlo bastante controlado. Luego se iría y tomaríamos las decisiones apropiadas entre Mike, Raquel y yo. El mes de Mayo no había sido muy malo. Tuvimos casi, no llegamos, 400.000 euros de beneficios con una facturación de poco más de 1,3 millones. El % de beneficio de ese mes, rondando el 30% era el ideal. Empresa a empresa la inmobiliaria, nuestra empresa de importaciones de comida y la de diseño, nuestras tres primeras empresas, estaban en sus números habituales. El restaurante, nuestra franquicia de moda, las zapaterías y la empresa de importación de calzado batieron records de facturación pero, lo cierto, es que no fueron records impresionantes. Apenas unos miles de euros. Tras la reunión nos fuimos a comer todos con Ana. A ella la mandamos para casa a las cuatro y los demás volvimos a trabajar. Raquel estaba a menos de un mes de salir de cuentas y ella y yo nos dedicamos a ver como hacer el traspaso de poderes. Miraríamos que hacer de tal manera que su ausencia se notara lo menos posible. El estar ya liberado de las cuestiones contables iba a ayudar mucho a que pudiera cubrirla sin problemas. A las seis me fui para casa donde ya me esperaba Rocío. Descansamos un rato y nos fuimos a cenar y a tomar una copa en una terraza cercana a nuestra casa. Tras la copa, y a eso de la una de la mañana, nos fuimos a dormir.

El sábado fuimos a casa de Mariano y Manuela a dar por inaugurada la temporada de piscina. Con una temperatura máxima ese día de 35 grados la verdad es que apetecía. Llegamos a las doce y nos unimos a ellos alrededor de la piscina para charlar un rato. A eso de la uno nos metimos en el agua y estuvimos hasta las dos cuando salimos para ir preparándonos para comer. Comimos en el porche de la casa una deliciosa comida cocinada por el servicio de Mariano y Manuela. Por la tarde seguimos en la piscina y por la noche, tras una cena bajo las estrellas, nos fuimos a casa. Llegaríamos a eso de la una y, tras hacer el amor, nos fuimos a dormir.

Nos levantamos a eso de las once el domingo y tras darnos una ducha y vestirnos salimos a dar una vuelta por el barrio. No habíamos llegado a la esquina de nuestro edificio cuando nos encontramos con Gerardo y Carmen, los clientes de Rocío, que iban a visitar a su hijo.

– Hola – dijo Rocío

– Hola bonita – dijo Carmen

Y nos saludamos todos, yo con un beso a Carmen y dándole la mano a Gerardo. Tras los saludos fue Gerardo el primero en hablar

– Felicidades por la boda, ya nos contó el martes cuando estuvimos con ella y nos enseñó el anillo. A Carmen la impactaste

– Tiene lo que se merece – dije mirando a Rocío a los ojos y agarrándola de la mano.

– Que amor – dijo Carmen mirando a Rocío en los ojos – Que no se te escape

– Ya es mío – dijo mirando a Carmen y echándose ambas a reír

La conversación siguió un rato sobre el tema de la boda cuando Gerardo volvió a dirigirse a mi.

– He estado investigando sobre ti y tus empresas – dijo – En un principio pensé en comprarte, la gente no me sabía decir si sería capaz o no. Hasta que hable con Mariano Alameda en el club de golf. Y me dijo que era mas probable que me compraras tu.

– Exagera – dije – No tengo tanto dinero

– Bueno, el lo que me dijo es que te gusta demasiado ser empresario y crear empresas y que no venderías tu negocio para pasar a trabajar para otro.

– Eso si es verdad

– Parecía conocerte bien – dijo Carmen

– Un día os cuento mi vida – dije echándome a reír

– Esta semana que viene a comer. Vamos los cuatro. ¿Cuando os viene bien? - dijo Gerardo

A mi me impactó un poco la premura pero acepté. Mire a Rocío y dije:

– ¿Cuando te vine bien, cariño?

– El jueves mejor – dijo ella

– Pues el jueves, ya concretamos detalles con Rocío. Ha sido un placer volver a verte Carlos – dijo Carmen

– Igualmente – dije

Y tras despedirnos seguimos Rocío y yo con la vuelta. Durante todo el paseo estuvimos hablando sobre que querrían. Rocío dijo que probablemente solo quisieran que nos conociéramos. Yo, que soy precavido, decidí llamar a Mariano y quedé con ellos a cenar al día siguiente para tratar ese tema. A las dos y media fuimos al Pinocchio de Eduardo Dato a comer. Por la tarde nos acercamos un momento por casa de María para verla a ella y a las niñas y, antes de cenar, ya estábamos en casa. Entramos ambos jugueteando en casa y al pasar el quicio de la puerta de entrada a casa cerramos esta y fuimos besándonos al salón. Ese día yo iba con bermudas, polo y unos náuticos marrones mientras que ella llevaba un vestido floreado de color rojo predominante que acababa casi diez centímetros por encima de la rodilla. Era cortito. El vestido era algo raro porque al rededor de la parte superior de sus senos dejaba de ser floreado para ser totalmente blanco. Si mirabas de lejos esa parte podía parecer una camiseta . Pero era parte del vestido. En los pies llevaba unas manoletinas rojas muy bonitas. Una vez llegamos al salón nos dejamos caer en el sofá. Últimamente lo hacíamos casi mas en el salón que en la cama. Exagero un poco pero lo hacíamos allí mucho. El beso no lo rompimos y con el paso del tiempo se volvió mas juguetón con las lenguas peleando por dominar a la otra a la vez que rompíamos el beso para morder el labio inferior del otro. Yo pasé a acariciar su piernas, en la zona donde acababa su falda, mientras ella tenía sus manos en mi cabeza. Una de sus manos abandono mi cabeza y paso mi pecho donde empezó a acariciarlo de manera circular. Al principio ambos estábamos sentados en el sofá pero no paso mucho tiempo hasta que ella puso cada una de sus piernas a un lado de las mías sentándose así encima de mi. Seguimos besándonos mientras nuestros cuerpos se rozaban y aumentaban la temperatura del salón de manera brutal. Ella bajó ambas manos al borde de mi polo y de un certero movimiento me lo quitó dejándome con el pecho descubierto. Pecho que pasó a besar y a chupar con su lengua mientras miraba hacia arriba y me sonreía. Yo me olvidé de su torso superior e izándola solo un poco conseguí que su vestido quedara a la altura de su cintura. Cuando la dejé caer sobre mi su tanga quedó en contacto con el bulto que ya era evidente a través de mis bermudas. Volvió a mi boca y seguimos besándonos mientras ella acariciaba mi pecho con una de sus manos y cada una de las mías acariciaba la pierna mas cercana. Cada vez estaba mas dura mi polla y ella tenía que notarlo pues estaba en contacto con su tanga a través de tan solo el pantalón bermudas veraniego. Su mano abandonó mi pecho y esta, junto con la otra mano, pasó a acariciarme alrededor de la cintura de mi pantalón para, solo unos segundos después, empezar a desabrochar mi cinturón y, posteriormente, mi pantalón. Se echó a un lado y terminó de desabrochar el pantalón. Yo levanté mi culo del sofá para que fuera más fácil sacármelo y ella tiró del pantalón y los calzoncillos. Yo me encontraba desnudo y ella aun no había perdido ni una sola pieza de su vestuario. Pero me daba igual, estaba demasiado caliente como para querer igualar el partido. Ella seguía a mi lado y me sonrió. Se agachó un poco y me beso la polla. Se la metió en la boca y cuando ya pensaba que ese día era el afortunado ganador de una mamada por el amor de mi vida se sacó mi polla de la boca y me sonrió. Se sentó sobre mi, de nuevo con ambas piernas a los lados de las mías, y se aseguró que su vestido siguiera alrededor de su cintura. Empezó a mover su cuerpo, aun con el tanga, y mi polla ya se puso al 100%. Lleve mi mano izquierda a mi polla y la derecha a su tanga. Con la derecha aparté este para apuntar mi pene con la izquierda. Una vez tuve mi polla junto a su entrada levanté mi culo del sofá y la penetré hasta el fondo. Ella parecía juguetear como no queriendo que la penetrara pero una vez dentro no pudo hacer otra cosa que cooperar. Mis manos pasaron a sus glúteos y la ayudaban a entrar y salir de mi polla. Ella ponía todo de su parte en que la cabalgada fuera todo lo bueno que pudiera ser. Llevábamos juntos poco mas de un año y nuestra sintonía ya era increíble. Mientras follábamos ella pedía más, yo la decía que la quería e intercambiábamos saliva gracias a nuestros besos. Tras un rato ella empezó a correrse pero yo aun no estaba listo. Su coño ejerció su maravilloso masaje en mi polla. Cuando su orgasmo parecía que estaba desapareciendo apareció el mió y me empecé a correr dentro de ella. Tras un rato en que su mandíbula se apoyaba en mi hombro, ella se echó hacia atrás. Nos miramos a los ojos y empezamos un beso que duro un largo rato de verdad. No sería inferior a la diez minutos. Eso seguro. Tras el intenso y largo beso nos miramos a los ojos.

– Te quiero – dije

– Y yo a ti. Mas que a nada en esta vida.

Se apoyo en mi hombro, con su cara mirando hacía a mi y en un susurro junto a mi oído dijo:

– ¿Nos saltamos la cena y vamos a la cama?

Fui incapaz de decir que no a esa proposición y acabamos en la cama, sin cenar haciendo el amor una vez mas y, tras ese polvo y el momento de relax posterior, hablando en la cama sobre nuestro futuro y nuestra boda. Hasta que caímos dormidos en los brazos del otro.

03. Semana del 17 al 23 de Junio

Trabajé el lunes intensamente hasta las cinco y media poniéndome al día de los temas que estaba llevando Raquel. A las cinco y media salí de la oficina y me fui a buscar a Rocío para ir a casa de Mariano para hablar de Gerardo, el cliente de Rocío y, ya de paso, darnos un baño. Al llegar Rocío se dio un baño y yo hablé, resguardado por una sombrilla, con Mariano y Manuela acerca de Gerardo. Les conté un poco lo acontecido el día anterior y fui al grano

– ¿Es de fiar? - pregunté – No me importa contarles lo de mis padres y Lucía y que sois como mis nuevos padres. Eso lo sabe medio mundo. Tampoco que Manuela será mi madrina. De eso estoy muy orgulloso

– Gracias cariño – dijo Manuela

– Mi pregunta es si puedo hablar de mis negocios sin que vaya a joderme. ¿Cuanto le conocéis?

– Le conozco bien. No entré en detalles sobre tus empresas cuando me preguntó porque eso es cosa tuya pero si le dije que eras un gran empresario y que no podría comprarte. Espero que no te molestara.

– ¡Como me va a molestar!

– El sabe de mis líos con Rodrigo y Marcos y me ha dado buenas ideas. - dijo Mariano - A el tampoco le caen especialmente bien. Sabe que tengo un socio joven hijo de un socio que murió. No sabe que eres tu.

– Vale, que puedo hablar sin entrar en detalles de todas mis empresas. Perfecto. Eso me tranquiliza.

Tras la charla me tiré a la piscina de cabeza y fue a donde estaba Rocío dándola un beso en la boca y empezando a jugar a hacernos aguadillas. Había llegado ese punto de mi relación con Mariano y Manuela que no me importaba besar a Rocío y ser cariñoso con ella delante de ellos. Verdaderamente eran mis padres. Tras el baño hablamos un rato en las tumbonas y pasamos a cenar en el porche. A las once nos volvimos a casa e hicimos el amor tiernamente.

El dieciocho de junio, martes, fue el primer gran día de nuestra empresa de importación de calzado pues llegaron a las tiendas los primeros zapatos de la primera marca nueva que habíamos firmado. Habíamos firmado dos contratos, uno con una empresa francesa y otro con una italiana y estos eran los primeros en llegar a las tiendas. Me fui a comer con Ángel y David para celebrar. Esa tarde trabajé hasta las ocho y cuando llegué a casa descansé un rato hasta que hice la cena para Rocío. Tras cenar descansamos y nos fuimos a la cama a descansar. Sin hacer el amor pero abrazados.

El miércoles fue un día bastante monótono en cuanto al trabajo y a la vida fuera de este. Trabajé hasta tarde y Rocío y yo pasamos la tarde noche en casa.

Y por fin llegó el día de la comida con Gerardo y Carmen, los clientes de Rocío. No tenía muy claro que es lo que querían y eso me tenía algo nervioso. Cuando acostumbras a tener todo bastante controlado cualquier desviación de lo proyectado te puede volver loco. Trabajé hasta la una y media cuando cogí el coche y me fui a buscar a Rocío. A las dos y cuarto, hora en la que habíamos quedado, estábamos ya llegando al restaurante en que nos habíamos citado con Gerardo y su mujer. Dejé el coche al aparcacoches y me acerqué a Gerardo y Carmen que nos observaban desde la acera. Entramos y una vez sentados fue Gerardo el primero en hablar:

– De ti me impacta casi todo – dijo

– ¿Y eso? - pregunté intrigado

– Te esperaba en un Porsche. Mi experiencia es que la gente que gana el dinero que, por lo que creo, tu estas ganando y tiene tu edad se compra un deportivo.

– Creo que esa es la gente que nunca ha tenido dinero – dije yo – Mis padres tenían dinero, mucho dinero, y no tengo necesidad de mostrar al mundo el dinero que tengo. Mi coche es funcional y transmite la imagen de seriedad que quiero dar en mis negocios. Lo mio es la robustez y no la velocidad.

– Que bien amueblado estás – dijo Carmen – Has dicho que tus padres tenían dinero.

– Creo que ha llegado el momento de contaros un poco mi vida y que sepáis porque Mariano os parecía que me conocía bien.

Y pasé a contarles como mis padres y Lucía murieron. Como heredé todo lo de mis padres y como ahora eramos socios y eran, en esencia, mis padres. Veía la cara de sorpresa en sus caras. Me aseguré de dejar claro que antes de la muerte de mis padres mi empresa iba como un tiro y como esta crecía con sus recursos y no con los de mis padres. Una cosa era la empresa de Raquel, Mike y mía y otra lo heredado de mis padres.

– Y Manuela será la madrina en nuestra boda – remató Rocío

– Vaya. Así que tu eres el joven hijo del socio de Mariano del que alguna vez he odio hablar. El mundo es un pañuelo – dijo Gerardo.

– Nuestro mundo es un pañuelo. Estoy seguro que tanto yo como vosotros tenéis algún amigo o conocido en común con todos los clientes de Rocío.

– Eso es verdad – dijo Carmen

– Os hemos citado para comer por dos razones. - dijo Gerardo - La primera por conocerte mejor. Estamos encantados con Rocío. Es la mejor gestora que hemos tenido nunca.

– Me vais a hacer sonrojarme – dijo Rocío

– Va un paso mas allá de sus obligaciones y eso se agradece. - comentó Gerardo - Y que su novio, ahora prometido, sea un empresario con el suficiente éxito como para vivir donde vives nos llamó la atención. La segunda razón es que tu nos conozcas. Me has impresionado y el feedback que he recibido de ti ha sido excelente. Curiosamente el que menos soltó prenda fue Mariano. Ya hablaré yo con el – dijo echándose a reír.

– Me parece bien, conocer a otros empresarios siempre es interesante – dije yo

Y empecé a contarles todos nuestros negocios. No entré en detalles de la facturación de cada negocio pero si hablé un poco a rasgos generales del holding. Comenté todos nuestros negocios con el y dijo que era mucho curro lo que estábamos haciendo. Lo erá pero al estar contratando ejecutivos para cada empresa nos quitábamos mucho trabajo de encima. El paso a contarme sus negocios. Tenía una fabrica en la comunidad de Madrid que se dedicaban a la fabricación de ventanas de aluminio y daba servicio a muchas empresas constructoras. Igualmente tenía una empresa de alquiler de maquinaria, tres concesionarios oficiales de coches, dos de marcas normales y uno de lujo, con sus respectivos talleres y una pequeña constructora de pisos que operaba, principalmente en Castilla y León. En total sus empresas estaban facturando unos ochenta millones de euros. Nosotros estimábamos que ese año estaríamos alrededor de los veinte millones de euros. Así era dos cuatro veces mas grande que nosotros en cuanto a facturación. De beneficios no hablamos pero puesto que ellos ya no estaban creando nuevas empresas seguro que tenía unos beneficios ya establecidos que superaban los nuestros que, por estar creando empresas continuamente, eran casi inexistentes. Estuvimos hablando de la estructura de nuestras empresas, me preguntó cual era nuestra estimación de ingresos para los siguientes tres años y no fui capaz de contestarle. Nuestro enfoque era ir abriendo nuevas empresas, unas tres al año excepto ese año que estábamos centrados en la empresa de importaciones y nos era imposible calcular pero si me hizo ver que, fuera cual fuera la empresa que montáramos si tendríamos que marcarnos unos objetivos. El resto de la conversación fue muy interesante y me dieron muy buena impresión ambos. Si bien casi solo hablábamos de las empresas Carmen y Rocío estaban totalmente integradas. Carmen era miembro del consejo de administración de las empresas de su marido, aunque no tuviera puesto ejecutivo, y Rocío, si bien tenia un background de banca era economista y tremendamente inteligente. Cuando llegaron los postres ya hablábamos de otros temas. Hablamos de las familias, de la boda y de esas cosas. La comida fue extremadamente agradable. Me costó pero conseguí pagar yo y a eso de las cuatro salimos del restaurante. Como ya era tarde para que Rocío volviera a trabajar para estar una hora la lleve al Masters donde iría a la biblioteca una horita o así. Yo si volví a la oficina y bastante agradado por la comida me puse a trabajar hasta que me di cuenta que eran las diez y me fui corriendo a casa para cenar con Rocío. Esa noche hicimos el amor con dulzura.

Esa semana Laura y Rocío tenían Masters. Así el viernes decidí quedarme trabajando en la oficina hasta tarde. Cuando a las tres estaba todo el mundo yéndose a casa yo estaba volviendo de una rápida comida en el VIPS. Estuve viendo como podíamos hacer proyecciones de facturación para años siguientes. Era extremadamente complicado e iba, básicamente apuntando ideas que a la semana siguiente discutiría con Raquel, Mike y Ana. A las siete oigo ruido fuera y al momento veo que entra Raquel en mi despacho. Esta ya gordísima por el embarazo. Da la sensación de que en cualquier momento, si no da a luz explota. Y eso que aun la quedaban tres semanas para salir de cuentas.

– ¿Que haces aquí? - dije

– He venido a por unos papeles y he visto luz en tu despacho. ¿No te vas a ir a casa con tu futura esposa?

– Hoy tiene Masters

– Vaya – dijo Raquel – Mi niño esta solo. Normalmente te follaría

Y se echó a reír

– Pero no estoy para follar - dijo

– Es una pena – dije sonriendo

Fue a la silla enfrente de mi mesa y se sentó.

– Pero sabes que por ti me sacrifico – dijo con una enigmática sonrisa - ¡Ven aquí!

Ante esa orden cualquiera se planta. Me levanté y me acerque a la silla en la que estaba sentada. Ella, sin romanticismos, llevó su mano a mi cintura y empezó a desabrochar mi cinturón. Tras esto fue a los botones de mi pantalón y, uno a uno, fue sacándolos de su ojal. Tras liberar el último botón de mis vaqueros me empezó a bajar los pantalones con tranquilidad a la vez que me miraba a los ojos y sonreía enigmáticamente. Cuando los pantalones estaban poco mas a bajo de mis rodillas ella ya no podía agacharse más, por la panza, y soltó sus manos llevándolas alrededor de mi pene donde agarraba mi polla con una mano y, con la otra, acariciaba mis huevos. Tras un rato poniendo mi polla a tono con sus manos paso a besarme la polla. Un par de pequeños besos en mi capullo terminaron de poner mi pene al 100% de excitación. Paso a besar ya no solo el capullo sino la totalidad de mi pene con besos a lo largo de mi polla. Tras un rato así empezó a introducirse toda mi polla en su boca. No dejaba en ningún momento de mirarme a los ojos y sonreír mientras metía y sacaba mi pene de su boca. Una cosa que hacía a la perfección, y creo que ella enseñó a María, era meterse mi polla en su boca y mover la lengua de tal manera que acariciaba mi capullo. Esto hacía que el gusto aumentara exponencialmente. Tras este jugueteo dejo los movimientos suaves para pasar a una mamada salvaje. Mi polla entraba y salía a toda velocidad. Parecía que me estaba follando su boca pero en realidad era ella la que llevaba todo el ritmo. Yo apenas hacía nada. Estaba muy caliente y se lo hice saber. Ella no hizo nada al respecto y pronto estaba corriéndome en el interior de su boca. Ella, incluso durante la eyaculación, lo único que hacía era sonreírme. Vi como se tragaba todo mi semen y, la parte final de este, se lo tomaba muy lentamente sonriéndome. Cuando se lo bebió todo me dio un beso en los labios y se fue. No metió lengua ni abrió boca pero pude notar algo el sabor de mi propio semen. No me era totalmente desagradable, al fin y al cabo era mio, pero tampoco me agradaba en exceso. A los cinco minutos volvió a asomar la cabeza en mi despacho, supuse que había ido a asearse, y me dijo que se iba y que nos veíamos ese domingo. Seguí trabajando hasta las nueve, Raquel se debió ir hacia las ocho, y me fui a casa para pasar la noche con Rocío. Pronto se fue a la cama y yo con ella pues tampoco tenía mucho mejor que hacer.

El sábado, puesto que nuestras novias estaban en el Masters, Antonio y yo aprovechamos para ir a jugar al futbito con los amigos. Los dos nos levantamos pronto para ver como España era eliminada en cuartos por Corea del Sur del mundial de fútbol y quedamos después del partido, que llegó a penaltis. Nos hubiera gustado que España ganara pero no nos dolió mucho en el corazón y lo pasamos bastante bien jugando nosotros. Además había sido un mundial raro ya que, puesto que era en Japón y Corea, los horarios no eran demasiado buenos y habíamos visto pocos partidos. Cuando a las dos salimos del poliderportivo llamamos a las chicas y quedamos en un restaurante cercano a donde ellas estaban dando el Masters. Tras comer fuimos a nuestra casa a tomar un café. Un café que se convirtió en una tarde de charla y esa charla en una cena por el centro de copas. Volvimos a casa comentando la suerte que teníamos con Antonio y Laura. Que mi mejor amigo y su mejor amiga fueran pareja, y una pareja perfecta, es algo que no tiene precio.

El último día de la semana nos levantamos tarde y, nada mas hacerlo, nos fuimos a casa de Raquel pues comíamos con ella y José Carlos. Por ninguna razón especial. Raquel era mi mejor amiga y Rocío y ella se habían hecho grandísimas amigas. Hasta el punto de quedar alguna vez a tomar café sin mi para hablar de sus cosas. Yo con José Carlos igualmente me llevaba bien. Era un buen tío. Tras la comida estuvimos charlando y hacia las siete nos fuimos para casa. Esa tarde de domingo no ocurrió nada en particular. Descansamos todo lo que pudimos. Y hacia las once nos fuimos a la cama. A echar un polvo y luego dormir.

04. Semana del 24 al 30 de Junio

La última semana de Junio era la semana en la que celebraría mi cumpleaños que era, en realidad, el lunes siguiente, día 1 de Julio. Ese lunes fue un día monótono y aburrido. Esperaba que fuera el contrapunto del domingo siguiente.

El martes fue otro gran día para nuestra empresa de calzado pues esta vez celebrábamos la firma de una nueva empresa. En este caso una empresa italiana, de la Toscana, que empezaba a ser famosa. Era una firma vital. No empezaríamos a distribuirla hasta la colección de Otoño-Invierno pero esperábamos que aportara 100.000 euros al mes los primeros meses y que en los siguientes años subiera de manera importante. Nos habíamos asegurado un contrato de diez años y eso era muy raro en el sector. Ayudaron muchas cosas, entre otras las marcas que ya teníamos de Italia que nos daban seriedad y que Raquel conociera bien a una marca de ropa italiana cuyo dueño era amigo íntimo del dueño de esta marca de calzado y le dijera que éramos la mejor opción. Ese día a la comida con Ángel y David se unieron Raquel y Mike. Como casi siempre que Rocío tenía masters esa noche trabajé hasta tarde. La diferencia fue que en vez de ir a casa a preparar la cena me fui a buscarla y fuimos a cenar fuera. Quería celebrar con ella la firma de la nueva empresa de calzado.

El miércoles fue como el lunes de esa semana. Totalmente monótono.

El jueves me levanté algo antes que Rocío y me duché pues iba a Barcelona a dar una charla en la cámara de comercio por la tarde. Aproveché para ir por la mañana pronto y visitar a algunos clientes y luego comer con Pablo antes de ir al lugar de la charla. A las ocho estaba en el aeropuerto y pude embarcar en el vuelo de las ocho y media. Tras las visitas de cortesía a dos clientes me fui a comer con Pablo. Como siempre fue genial pues éramos buenos amigos. En esa comida salió la idea de celebrar la despedida de soltero de Antonio, que aun no tenía fecha, en mi chalet de Menorca. Seríamos solo unos diez tíos y para ese tamaño era perfecta. Se lo comentaría a Ramón e iríamos buscando fechas. Tras la comida y el café me fui al salón de actos donde, esa tarde a las seis, sería mi acto. Tras el acto tomamos un vino del Priorato con buenos productos de la tierra y a las nueve y cuarto me fui pitando para poder coger el último vuelo del puente aéreo que salía a las diez y media. Llegué a casa bien pasadas las doce de la noche, cansado y con Rocío ya durmiendo. Sin hacer ruido me tumbé a su lado y disfruté de unos segundos de tranquilidad antes de caer dormido.

El viernes antes de salir hacia la oficina recibí una llamada de María que me pedía que pasara por su casa. Llamé a mi secretaria y la dije que llegaría tarde y que me llamaran al móvil si ocurría algo importante. Hacia las diez llegué a casa de María. Al entrar en su casa y cerrar la puerta me dio un beso en la boca y me agradeció que hubiera ido a verla. Me llevó de la mano al salón y me sentó en el sofá junto a ella. Vi que solo estaba la recién nacida y me dijo que las niñas estaban en el cole. La pequeña en la guardería.

– Estarás preguntándote la razón por la cual te he llamado

– Pues si – dije

– ¿Sabes que día es hoy?

– 28 de Junio pero no se significado ves a esta fecha, lo siente si es un día especial y no me acuerdo.

Me miró con ternura y me beso

– Eres un encanto, no te has olvidado de ningún día importante – dijo – Hoy es el día que por fin me encuentro con fuerzas para volver a hacer el amor. Y quiero que tu seas el primero. Amo a mi marido mas que a ti pero en mi mente, cuando se trata de sexo, apareces tu primero

– Vaya – dije – Esto si que no me lo esperaba. Me alegra oír que quieres a tu marido mas que a mi. Casi tanto como me gusta oír que piensas en mi para el sexo – dije sonriendo.

Y ella volvió a besarme. Mordía mi labio inferior a ratos y otros ratos abría su boca para dejarme meter la lengua todo lo que podía dentro de su boca. Mis manos se movieron por todo su cuerpo acariciándola. Ese día llevaba puesto un vestido negro y unas sandalias sin tacón del mismo color. Evidentemente se había vestido de tal manera que tuviera fácil acceso a ella. La verdad es que lo agradecía. Mientras yo acariciaba sus muslos ya un poco por dentro de la falda ella empezó a desabrochar mi camisa. Lo hacía pausadamente y, tras desabrochar cada botón, iba acariciando mi pecho. Al tiempo nuestro beso era cada vez mas intenso y pasional. Nuestras lenguas peleaban por ver quien entraba mas lejos en la boca del otro, cual era la ganadora de nuestra batalla pasional. Mi nivel de excitación iba creciendo por segundos y en mi mente solo resonaban sus palabras, yo era lo que aparecía en su mente cuando pensaba en sexo. Poco a poco fui haciendo que mi mano se acercara mas al tesoro que su vestido resguardaba. La besaba con mas pasión si cabe y la miraba. Esperaba llegar a la tela de su braga cuando de repente noté el pelo de su coño. Separé mis labios de los suyos y la miré a la cara. Ella solo sonrió picaramente. Yo volví a besarla y, mientras uno de mis dedos empezaba la exploración de su coño la hice tumbarse en el sofá. Yo me tumbé sobre ella y mientras la besaba y acariciaba sus senos por encima del vestido ella hacía todo el trabajo para quitarme el pantalón. Una vez con todo desabrochado fue capaz de bajármelo hasta los glúteos pero yo tuve que ayudarla a que pasara de ese punto. Con mi pantalón ya fuera y ella desnuda debajo del vestido la hice levantarse un poco y se lo saqué quedando mi cuerpo denudo encima del suyo. Puse mi polla en la entrada de su coño y empecé a penetrarla con delicadeza durante aproximadamente un minuto mientras besaba sus tetas. Una vez dejé estas libres de mi boca moví mi cabeza a su boca y, mientras la besaba, empecé a acelerar el ritmo de la follada. Ella empezó a gemir. Para mi era relativamente fácil la penetración pues su coño aun se notaba algo mas amplio de lo normal. No me apretaba nada y podía entrar a lo bestia sin miedo a lastimarla. Ella empezó a correrse tras un rato de penetración volviéndose su beso casi violento con unas mordidas de labio bastante agresivas. Yo aun no me había corrido y es que su coño algo mas amplio de lo normal seguí un rato dándola pero decidí incorporarme, sentarme en el sofá, y subirla de nuevo encima mio. Ella tomó la iniciativa y apuntó mi polla a su coño dejándose caer sobre ella. Una vez estuvo toda dentro me besó y, poco a poco, empezó a subir y bajar a la vez que se movía adelante y atrás. Ese movimiento extra empezó a hacer que la follada fuera mucho mas interesante y excitante para mi y empecé a gemir con cada movimiento de ella. Mientras yo gemía ella no dejaba de cabalgar y, tras unos minutos, me corrí en su interior. El tercero de mis chorros causó en ella un segundo orgasmo y, besándome, se echó sobre mi. A horcajadas la levanté y fui con ella a su habitación mientras nos besábamos. Una vez allí entre en el baño de la habitación y la dejé en el suelo. Mientras seguíamos besándonos me quite los zapatos y calcetines, única ropa que me quedaba, y la lleve a la ducha. Nos duchamos juntos y, una vez fuera me limpie y me fui a la oficina para pasar un día normal. Esa noche salí a cenar con Rocío y lo pasamos muy bien juntos. Al llegar a casa hicimos el amor.

El sábado fue un día de mucho ajetreo ya que fuimos Rocío y yo a varios sitios para comprar todo lo que necesitábamos para celebrar mi cumpleaños el sábado. Haríamos una barbacoa en la terraza pero además de la carne, que compramos en el mercado de Chamartín, compramos vinos y cervezas así como refrescos y aperitivos. Después de comer habíamos quedado en casa de Mike con Marga y Alberto y su novia. Era la primera vez que hacíamos una cena con Alberto y sin Raquel pero ella se excuso ya que la tripa cada vez la tenía mas grande. María tan bien estaba invitada pero era el cumpleaños de una de las mejores amigas de Elena y era bastante lío cuadrar todo. Al final fue una cena con la mitad de la gente que había sido invitada pero lo pasamos muy bien y pudimos hablar de la empresa.

El domingo Rocío me besó nada mas levantarnos y me dijo:

– Arriba dormilón que hoy es tu día

– Mi día es mañana – dije

– Bueno, pero lo celebramos hoy y tienes que atender a la gente hoy

Tras desayunar me fui al Mallorca para recoger los últimos aperitivos que quedaban pendientes y cuando llegué ya estaban María, Arturo y las niñas ayudando a Rocío. A la comida vinieron los habituales además de amigos míos del futbito y las dos mejores amigas de Rocío de Cuenca, y sus parejas, que ya casi eran amigos míos, y uno de ellos trabajaba para mi con cada vez mas responsabilidad. Al final veinticinco personas invitadas. Mariano y Manuela estaban invitados pero como iba a cenar a la noche siguiente con ellos decidieron que mejor fuera un día de jóvenes. Fue un día a la vez increíblemente bueno y cansado. La comida fue buena, la gente charlaba con todo el mundo y lo pasamos muy bien. Las niñas de María, como siempre, se portaron perfectamente bien y Elena estuvo ayudándome a mi con la barbacoa y a Rocío a sacar los aperitivos. Tras unas copas trajeron los regalos. Demasiado como para enumerarlos todos. Mucha ropa, mucho DVD,... lo típico. Rocío, que eso si os interesará, me regalo un relojazo que debió costarla mucha pasta y algo de ropa. Me encantó el reloj. Cuando todos se fueron Rocío y yo estuvimos en el sofá hasta la hora de irnos a la cama. Me metí en la cama mientras Rocío terminaba de preparase para irse a la cama. Cuando la vi entrar en la habitación aluciné

– Este es otro regalito – dijo dando un giro sobre ella misma

Llevaba un impresionante babydoll rojo con mucha transparencia que la convertía, sin duda, en la diosa del amor. Con parsimonia se acercó a mi y me beso en la boca. Yo estaba en la cama con la sábana cubriendo mi estómago y con ella al lado me quité la sabana de encima para que mi cuerpo, apenas cubierto por una camiseta y calzoncillos pudiera tener el máximo contacto con ella posible. Tras un rato besándonos con amor y dulzura ella llevó su mano a la parte inferior de mi camiseta y me ayudó a quitármela. Una vez sin la camiseta me recostó sobre la cama y beso todo mi pecho. Empezó justo por encima del ombligo y acabó alrededor de mi pecho. Mientras ella besaba mi pecho yo me relajaba y acariciaba su perfecto cabello. Cuando llegó a mi boca nos besamos y yo hice ademán de ir a quitarla el babydoll pero inmediatamente me atizó en la mano. Rompió el beso y me miro a los ojos. Movió su cabeza de izquierda a derecha dejándome claro que me prohibía quitárselo esa noche. Tampoco iba a hacer un drama de ello. Desnuda era espectacular pero con esa pieza de lencería no lo era menos. No era un fetichista de la lencería pero tampoco era ciego. La sentaba como un guante y resaltaba todos sus atributos. Puesto que no podía quitarla el babydoll metí mi mano por dentro de este hasta llegar a sus senos, no sin cierta dificultad, y empecé a acariciar estos alternando caricias suaves con pequeños pellizcos. Tras un rato así, mientras nos besábamos, saque mi mano de tan arriba y la lleve al encuentro de su conejo pues sabía por la transparencia, que no llevaba ni tanga ni braga. Fue tocar la entrada de su coño y su mano fue a mi polla aun cubierta por el calzoncillo. Me acarició por encima de este mientras yo la tocaba por el exterior de su raja jugueteando con cierta malicia. Fue introducir un poco uno de mis dedos y ella, como un resorte, se lanzó a bajarme los calzoncillos. Rompió el beso, se movió, saliendo mi dedo de su interior y me bajó el calzoncillo. Según volvía me beso la polla y me sonrió mientras seguía subiendo. Fue lamiendo todo mi pecho hasta llegar a mi cuello donde me dio un beso previo a volver a buscar mi boca. Ella se subió sobre mi y se remangó un poco el babydoll, cogió mi polla con la mano derecha y se la acercó a la entrada de su coño. En ese momento me miró a los ojos tras dejar de besarme y sonrió mientras su coño iba aceptando poco a poco mi polla. Una vez estuvo bien penetrada se quedó quieta volviéndome a besar. Nos besamos un rato y ella empezó a moverse, sin sacar mi pene de dentro de ella, creando una sensación en mi maravillosa. Tras estar un rato así la agarré de su culo y la levanté un poco para dejarla caer haciendo así que empezáramos ambos a gemir. Ella ya no dejé ese movimiento y entraba y salía mi polla de su cueva al ritmo que ella marcaba. Ambos gemíamos bastante estruendosamente hasta que yo empecé a correrme en su interior y, casi a la par, ella explotó en un orgasmo que, con sus contracciones musculares, termino de ordeñar todo el semen que tenía en mi interior. Ella se dejó caer sobre mi. Tras un rato se movió a la cama junto a mi y, durante un buen rato nos besamos y miramos. Ella cayo dormida tras un rato en mis brazos. Yo seguí su camino unos minutos después.

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