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Mi historia (56: Agosto 2005)

en Grandes Series

01. Semana del 1 al 7 de Agosto

El lunes empezaba el mes de agosto, mi hija cumplía medio año y no iba a ir a la guardería pues esta cerraba durante agosto. Al irnos Rocío y yo a trabajar dejamos a nuestra hija con Elizabeth que cuidaría durante tres semanas a nuestra hija hasta que llegáramos de trabajar. Las dos últimas semanas del mes iríamos a Menorca y Elizabeth tendría vacaciones esas semanas. Ese día salí del trabajo a las dos y media pues estaba necesitado de ver a mi hija. Elizabeth me daba confianza pero aun así era su primer día con la niña. Cuando llegué aun no eran las tres y la niña estaba en su habitación echando la siesta. Que fuera su habitación era muy importante, ya que ese día iba a ser su primer día durmiendo en su habitación y no en la nuestra. Elizabeth comía con nuestra asistenta Teresa mientras charlaban. Me saludaron y me preguntaron si quería algo.

–    ¿Os importa que coma con vosotras?

–    No claro – dijo Teresa

Yo mismo me cogí un plato y me puse un par de cazos de las lentejas que había cocinado Teresa. Estaban de muerte. Teresa era una esplendida cocinera. Me di cuenta que me preocupé por la niña pero no tanto por como se iban a llevar a Teresa y Elizabeth. A pesar de la diferencia de edad, Teresa ya era una mujer madura con hijos de la edad de Elizabeth, parecían llevarse bien. Tras la comida estuve comiendo con ellas. Teresa se iba a poner a planchar pero la pedí que se quedara a hablar. No debía ser el jefe más normal del mundo pero no me gustaba tratar a mis empleadas como esclavas. Tampoco debían ser amigas pero si podíamos compartir un plato de comida de vez en cuando. Pasadas las tres y media llegó Rocío y comió un plato de lentejas tras lo cual se unió a nuestra charla. Charla en la que conocimos mejor a Elizabeth pues de Teresa ya sabíamos mucho. La charla se vió truncada cuando lloró la niña a las cuatro y cuarto dejándonos claro que se había despertado. Elizabeth fue a por ella pero la dije que ya se podía ir a casa y yo me encargaría. Teresa aun tenía un poco de jornada pero básicamente la tarde fue muy familiar. Al llevar a la niña a la cama todo fue bien. No extrañó nuestra habitación y se quedó dormida sin problemas.

Martes y miércoles fueron dos días de lo más normalito. Curro por la mañana y niña por la tarde. El miércoles era el cumpleaños de Teresa pero ya lo habíamos celebrado con ella y esta seguía en Cuenca. Así nos limitamos a llamarla y poco más.

El jueves llegaba a casa a las tres y media cuando me encontré con Cristina en el garaje. Estaba muy guapa. Como siempre en ella elegante. En cuanto me vio se acercó a mi, caminando seductoramente, y me dio un beso en la mejilla.

–    Hola guapa – dije

–    Hola cariño – dijo

–    ¿Que haces aquí a estas horas?

–    En Agosto libramos una tarde por comercial porque baja mucho el trabajo. Hoy me toca a mi.

–    A ver a la niña entonces

–    No – dijo con una media sonrisa – La niña está con mis padres en el pueblo.

Yo asentí mirándola a los ojos.

–    Y mi marido con su padre en Barcelona. Vuelven mañana.

–    ¿Vas a comer solita entonces? - dije

–    A menos que tu quieras comer conmigo – dijo con una sonrisa

–    Vale – dije

Ella sonrió y me dio un piquito como con miedo de que nos vieran. Yo la miré a los ojos y llevé mis manos a su culo antes de meter la lengua hasta su garganta.

–    Vamos – dije

Y con una mano en su culo la guié hasta el ascensor. Una vez dentro de este mi boca buscó la suya y nos besamos con pasión. Mi mano en ningún momento abandonó su culo. Al llegar a su piso iba a retirar la mano de su culo cuando ella me miró y sonrió.

–    Mis vecinos están de vacaciones

Yo sonreí y mantuve mi mano en su culo hasta que abrió la puerta y entramos. Una vez dentro la besé con pasión y la cogí en volandas. Ella puso sus piernas alrededor de mi cuerpo.

–    ¡Fóllame! - dijo ella

–    A ello voy – dije – En la cama en la que te lo hace tu marido

–    Ahh – dijo ella simplemente en una especie de pequeño orgasmo psicológico. Totalmente mental.

Fui hasta su habitación besándola con ella en volandas y una vez allí la puse de pie junto a la cama donde volvimos a besarnos. Ella llevaba ese día un traje de chaqueta y falda muy formal aunque la falda era, posiblemente, unos centímetros más corta de lo habitual. Bajo la chaqueta una camiseta de seda con bastante escoté sin ser provocativo y en sus pies unas altas sandalias de tacón. llegar a la habitación ella se quedó de pie junto a la cama tras dejar su chaqueta en la silla mas cercana. Mirándome a los ojos y sonriéndome se sentó en la cama y yo me pegué a ella. Ese día yo iba super informal. Con vaqueros y polo. Me encantaba no dar la imagen que cualquiera pudiera tener de un empresario de hiperéxito. Pijo si, pero moderno y no siempre en traje. Ese era mi padre. Mi padre actual y mi difunto padre. Ambos iban en traje inmacualado a trabajar si o si. Pero aceptaban perfectamente mi estilo igual que yo aceptaba el suyo. Jugué un poco con Cristina chocando mi paquete contra su falda. La levanté y, tras besarla, la di la vuelta. Mientras la besaba y mordía su oreja movía mi paquete sobre su culo. Ella tomó las riendas y me tumbó en la cama boca arriba. Se subió sobre mi con una pierna a cada lado de las mías. Me sonrió y me agarró del cuello del polo de el hacia ella. Use mis codos para sujetarme con el tronco en un angulo de cuarenta y cinco grados sobre la cama.

–    Me alegro de haberme encontrado contigo en el garaje – dijo sin soltar el cuello de mi polo – Estoy hambrienta de ti.

–    Ya es hora de comer – dije sonriendo

–    ¡Que tonto eres! - dijo ella divertida

Levantó su camiseta sobre su pecho y yo acaricié un poco sus senos sobre el sujetador antes de que ella terminara de quitarse esta. Ya sin camiseta jugué con sus tetas aun aprisionadas en su sujetador aunque no duró mucho puesto ya que rápidamente se lo quitó y lo tiró al suelo. Yo me tumbé de nuevo y tiré de ella para llevar sus pechos a mi boca. Tras dar un par de chupadas a sus tetas ella bajó su cara y nos besamos con tremenda pasión. Aproveché el beso para ir subiendo su falda hasta la cintura. Ya con la falda en la cintura ella me hizo incorporar y yo chupé sus tetas de nuevo mientras me hacía quitarme la chaqueta y tirarla al suelo con su camiseta y sujetador. Alterné su boca y su pecho, la hice ponernos en pie de nuevo, y la ataqué por detrás para amasar sus pechos y besar primero su cuello y luego su boca. Ella llevó su mano derecha entre nuestros cuerpos para masajear mi polla sobre el pantalón mientras la izquierda ayudaba a mis manos a masajear sus tetas. La hice apoyarse sobre la cama y me arrodillé para bajar sus bragas hasta los tobillos y besar un poco su coñito.

–    Umm – dijo – Mi marido no me hace esto

Yo la miré a los ojos y la cogí en volandas depositándola sobre la cama dejando justo su coño en el borde de esta. Tras arrodillarme llevé mi boca y mi lengua a su perfecto coñito para jugar con el y cumplir sus órdenes. Primero la daba placer con mi lengua lentamente y, con el paso de los minutos le iba dando algo mas de profundidad a las mamadas. Mi lengua en su coño sacaba de ella gemidos y es que tras tres años de relación ya sabía donde tenía que tocar para que ella estuviera mas cachonda.

–    ¡Quiero tu polla! - Exclamó

Y tras decirlo puso sus pies en mi pecho y me empujó alejándome de ella para poder levantarse. Me levanté con ella y lo más rápido que pude me quité los pantalones y calzoncillos. Ella se arrodilló ante mi polla y la metió en su boca. Estuvo un buen rato dándome una buena mamada sin manos y sin soltar la polla ni un segundo. Yo acariciaba sus cabellos mientras me la chupaba. Me calentaba y me entraban ganas de follarla. Tras un rato me pidió que la penetrara y sin tardar ni un segundo la levanté y la puse de costado sobre la cama con su coño en el borde de esta. Acerqué mi pene a su coño y la empecé a penetrar sin tardar ni un segundo. Tampoco tardamos nada nosotros en ponernos a gemir con la follada pues creo que ya íbamos bastante calientes ese día.

–    Sube a la cama amor – dijo

Y no hace falta ser un físico nuclear para saber que subí. Jugueteamos un poco sobre esta hasta que acabamos conmigo en la cama boca arriba y ella sobre mi cuerpo. Bajó su coñito hasta donde estaba mi polla y besándome la fue guiando a su interior. Yo movía mi pelvis y ella su cuerpo para poder penetrarla mientras nos besábamos. Tras un rato así me corrí en su interior y ella, tras notar mi corrida, se unió a mi placer con su propio orgasmo. Tras calmarnos un poco con mi polla, ya flácida, en su interior ella se echó a mi costado y nos acariciamos los cabellos mirándonos a los ojos.

–    Genial – dijo

La besé un rato más y tras unos poco minutos me vestí para irme a mi casa, sin comer, por supuesto. Para mi Cristina era un polvo. Un buen polvo, eso si, pero no era nada más. Ana estaba un nivel por encima y Raquel y María varios. Rocío estaba en otra liga para todas ellas. Cuando llegué a casa era tarde y le conté la razón a Rocío. No se enfadó por que lo hiciera con Cristina sino por no avisarla que iría tarde a comer. Me tocó recompensarla esa noche con un polvo en la cama.

Con Mike, Marga y Alberto de vacaciones las dos primeras semanas de agosto no íbamos a tener la reunión mensual hasta la tercera semana cuando solo Raquel estaba de vacaciones aunque asistiría a la reunión. Así fue un primer viernes de mes algo raro. Yo por mantener un poco las costumbres me reuní con Ana para ver los números de Julio. Mientras los veíamos yo acariciaba su pierna y ella la mía. Puede parecer un momento de cachondeo pero entre los frotamientos encontrábamos tiempo para trabajar y así lo hacíamos más a gusto. Esa tarde tras salir del trabajo comimos Rocío y yo con Raquel y María y tras la comida nos fuimos a casa a por la peque. Ya con la niña cogimos el coche y  nos fuimos a casa de mis padres a pasar el fin de semana. El viernes tenía algo de trabajo con mi padre. Cada vez era más habitual que mi padre me pidiera opinión. Nuestra relación padre-hijo ya parecía una relación real. Y el consideraba mi opinión en lo empresarial como importante igual que yo a veces le llamaba para pedirle consejo. Mientras trabajábamos mi madre y mi esposa tomaban el sol. La niña se echaba la siesta en su habitación. Cuando se despertó la nena mi padre y yo decidimos dar por terminada la reunión y pasar el resto de la tarde en familia. Aprovechamos ese momento para llamar a Alberto, que estaba de vacaciones, y felicitarle por su cumpleaños. Por la noche, tras acostar a la peque, cenamos y tomamos unas copas mientras charlábamos. No nos fuimos muy tarde a la cama.

El sábado mis padres nos acompañaron a la sede de una empresa de catering que ellos conocían para ver el menú que queríamos poner en el bautizo de Sandra. Aunque aun quedaban unos meses queríamos ir cerrando cosas. Se celebraría en casa de mis padres que para eso era enorme. Tendríamos casi cien invitados y nos parecía el lugar más apropiado. Ellos, lógicamente, encantados. Como si fueran a negar algo a su nieta. Le habíamos pasado un presupuesto a la empresa de catering de 80 euros por persona y pedimos que fuera informal. Lo que nos presentaron fue un entrante tipo cóctel seguido de un buffet frío y caliente con mesas para sentarse no asignadas. Todo con barra libre de vino, cerveza y refrescos. Probamos muchos platos y nos gustó bastante. Tras verlo y contratarlo nos fuimos al club para comer, poco tras probar muchos platos en la empresa de catering, y pasar la tarde en la piscina de este. Allí siempre veíamos a amigos de la familia y a clientes. Un buen lugar donde relajarse y socializar un poco. A la hora de la cena volvimos a casa de mis padres.

No teníamos ninguna prisa el domingo por volver a casa y así estuvimos en casa de mis padres todo el día. En agosto era un placer disfrutar de su piscina. Una piscina espectacular para una familia. Algunos bloques con decenas de casas  en Madrid tienen piscinas más pequeñas. Y mis padres disfrutaban mucho con la niña. A los seis meses son una pasada. Cuando no les duele nada sonríen, aprender a jugar con los muñecos y agitan cualquier cosa que les des. Al final estuvimos con ellos hasta las nueve de la noche tras una cena temprana con ellos. A casa llegamos a las nueve y media y lo primero que hicimos fue meter a la peque en la cuna. Una vez ella estuvo durmiendo Rocío y yo nos fuimos al salón y vimos una peli antes de irnos a la cama.

02. Semana del 8 al 14 de Agosto

Mike, Marga y Alberto seguían de vacaciones. Aun así esa semana teníamos una apertura de una tienda de ropa interior. Eso significó que yo me tendría que dar esa semana la paliza que se daba Marga en los estrenos y María ayudarme. Para prepararlo llamé a María a mi despacho.

–    Mira que poner un estreno en las vacaciones de Marga – dije – Planeamos durante tres días la vacaciones  y no se como se nos pasó

–    No cariño – dijo María – Nosotros lo hicimos bien pero por problemas con el local se tuvo que echar atrás un mes la inauguración. Y ya era tarde para cambiar las vacaciones.

Parecí pensarlo

–    Tienes razón – dije – Como siempre. No me acordaba. Fue un problema de humedades o algo así, ¿no?

–    Exacto

Tras un rato viendo como me podía ayudar me fui al centro comercial a ver como iba todo y me quedé impresionado. Estaba casi todo terminado. Me comentaron que Marga se había metido una paliza ayudando antes de irse de vacaciones y que el mes que estuvo el local parado ellos estuvieron trabajando. Al final podríamos inaugurar casi ya. Llegué a la oficina por la mañana pensando en la paliza del estreno y me fui pensando que no tenía casi curro en ese aspecto. Mejor que todo fuera bien a ir a la carrera. Al llegar a casa acababa de llegar Rocío y comimos con Teresa y Elizabeth. Que Teresa estuviera en verano hasta las seis hacía que tuviéramos dos horas con ella en casa en las que trabajaba peor pues nosotros y la niña casi molestábamos a la hora de limpiar. Así Rocío y yo lo hablamos en nuestro cuarto y, cuando se fue ese día, la dijimos que no hacia falta que se quedara tanto cuando ya estábamos nosotros y que se fuera las tardes con su familia. Ella nos lo agradeció. Esa tarde todo fue bastante normalita pero la normalidad, con un niño pequeño, siempre es agradable.

El martes el día pasó sin muchos problemas. Estuve un rato en el centro comercial para ver la nueva tienda y ya estaba todo controlado. Por la tarde salí con mi esposa e hija a un parque donde habíamos quedado con Raquel y José Carlos para charlar, que Susana jugara y a los peques les diera un poco el aire y no estuvieran toda la tarde en casa. Cenamos en una terraza cercana aunque prontito y luego nos fuimos a casa.

Decidí no ir el miércoles a la nueva tienda pues todo estaba muy avanzado y me centré en otros asuntos que tenía en la oficina. Era agosto y el trabajo bajaba mucho pero aun así había alguna reunión interna a la que me gustaba acudir. Esa tarde comí en casa aunque llegué algo tarde puesto que una reunión se alargó algo más de lo debido. Cuando llegué Teresa, Elizabeth y Rocío tomaban un café tras comer juntas. Yo comí la ensalada de pasta de ese día mientras terminaban el café. Me gustaban, encantaban en realidad, los platos de puchero de Teresa pero agradecía algo más fresquito ese día. Una vez acabaron Teresa se cambió y se fue con Elizabeth pues ya había llegado su hora de salir. Cuando se despertó la peque dimos una vuelta con ella, tras merendar, pero hicimos poco más. Esa noche, cuando acosté a la peque, me junté a Rocío en el sofá y la besé. Nuestras lenguas jugaron durante un rato. Habíamos terminado de cenar, no era tarde y estábamos calientes. Tardamos dos besos en ir, de la mano, a la cama. Allí tumbé a Rocío en la cama y la desnudé lentamente. Hicimos el amor con cariño antes de quedarnos dormidos en los brazos del otro.

El jueves fue un día de lo más normalito. Para ser el día anterior a una apertura no tuvimos ningún problema. Me pasé por la tienda y las trabajadoras ya estaban colocándolo todo. A las tres me fui a casa a comer y se vino conmigo María. Esa semana las niñas estaban en un campamento de ciudad y no volvían a casa hasta las siete. Cuando llegó Rocío comimos los tres juntos pues ese día Elizabeth y Teresa ya habían comido. La comida de ellas estaba muy influenciada por los horarios que marcara la peque. Ese día tenía sueño y la echaron la siesta algo antes.

Al fin llegó el viernes y tocaba la inauguración de la nueva tienda. Fui yo a ver como iba todo las primeras horas de la tienda y, excepto por algo de lentitud a la hora de operar el software y esas cosas, todo iba mas o menos bien. Al final estuve toda la mañana en la tienda y no pasé por el despacho. Al llegar a casa comí y esperé a las siete, hora en la que con la peque nos fuimos Rocío y yo al centro comercial para la inauguración de la nueva tienda. Llegamos algo antes de las ocho. En ese momento solo habían llegado Mike y Marga que ya habían vuelto de vacaciones. Un rato más tarde llegaron María y Raquel con sus familias. Alberto y Celia no volvían hasta el sábado de vacaciones y no podrían ir a la inauguración. A pesar de ello Alberto llamó cuando estábamos allí todos para preguntarnos que tal había ido la apertura. Estuvimos hablando con el Marga y yo. Me molaba mucho que llamara desde Italia Alberto solo para ver como iba todo. Por esas cosas les había convertido en socios. Por eso y por ser ya buenos amigos. Cenamos algo en el centro comercial, en el restaurante que nosotros teníamos en este, y luego nos fuimos a casa. Antes de irnos Mike dijo que ese centro comercial era nuestro. Era una exageración pues era grande con más de cien locales pero nosotros teníamos una tienda de ropa, una de ropa infantil, un restaurante y ahora una de lencería. La verdad es que no estaba mal. Al llegar a casa acostamos a la peque y Rocío y yo vimos una peli antes de irnos a la cama.

El sábado mis padres nos invitaron a su casa para pasar el día en la piscina y para allá fuimos. Comimos un asado que hizo el servicio de ellos y charlamos sobre millones de cosas. Fue un día bastante agradable pero sin ocurriera nada especialmente destacado. Nos fuimos a las nueve para dormir en casa pues al día siguiente teníamos cumpleaños y preferíamos ir desde casa que dormir fuera con la niña y luego ir a casa de Raquel.

El domingo nos levantamos prontito y nos fuimos a casa de Raquel para celebrar el cumpleaños de José Carlos que era el martes de la semana siguiente. Como siempre fue un cumpleaños muy entretenido. Con los más pequeños ya con más de seis meses teníamos más trabajo pero también más diversión Alberto y Celia y Mike y Marga nos contaron sus respectivas vacaciones. Raquel y José Carlos mientras nos contaron que estarían los próximos días en la sierra de Madrid con el padre de Raquel. Estarían en la casa que la hermana de Raquel y su marido tenían allí para veranear y pasar fines de semana. Salían el lunes por la mañana y volvían el jueves por la tarde-noche. Como el lunes era fiesta nos fuimos algo tarde para ser un domingo llegando a casa con la niña aun despierta a eso de las nueve y media. La acostamos en su habitación y Rocío y yo nos fuimos a la habitación a hacer el amor. Que la niña ya estuviera en su habitación nos permitía volver a disfrutar de la intimidad de nuestro dormitorio sin preocuparnos por despertarla.

03. Semana del 15 al 21 de Agosto

El lunes era fiesta en toda España y el día del cumpleaños de Antonio. Así prontito fuimos con la peque a casa de mi mejor amigo y la mejor amiga de Rocío para pasar un rato con ellos y que nuestras hijas jugaran algo juntas. Aun eran muy pequeñas para entender el concepto de amigas pero seguro que lo acababan siendo. Aunque no irían al mismo curso, por haber nacido en años distintos, apenas se llevaban dos meses. Tras un rato con ellos a solas fueron llegando otros invitados. Entre ellos Pablo y mi cuñada. Lo pasamos bastante bien con ellos pero ese día no pudimos irnos como el día anterior hacia las nueve y, a eso de las siete, nos fuimos a descansar con la peque. Tras acostarla cenamos Rocío y yo, poco pues habíamos comido mucho, y vimos un poco la tele antes de irnos a dormir.

El martes era el primer día de trabajo de la semana con, con mucha diferencia, menos trabajo del año. No parecía ocurrir nada y creo que la única llamada del día fue para hablar con José Carlos el día de su cumpleaños. Todo muy parado. Esa tarde con la niña al menos pude hacer algo que me sacara de la monotonía. Con su madre fuimos a El Corte Inglés para comprarla un bañador ya que nos íbamos ese viernes dos semanas a nuestra casa de Menorca. Esa noche hicimos el amor Rocío y yo. Recuerdo que fue otra cosa que me sacó de la monotonía.

El miércoles todo indicaba que iba a ser un día similar al martes pero a media mañana nos llamó Alberto a todos los socios para una reunión urgente. Una reunión urgente un día como ese era desde luego algo no esperado. Al llegar nos contó Alberto una oferta que le había llegado. Nos querían pagar nuestros extrabajadores veinticinco mil euros para que ellos pudieran trabajar desde entonces con las empresas que habían decidido irse con ellos al finalizar el contrato ese año. Era más o menos el beneficio que se esperaba sacar de ellas. Tras charlar un rato sobre el tema y hablar varias veces por teléfono con Raquel decidimos hacer una contraoferta de cincuenta y cinco mil euros. Se iban a ir gratis en Diciembre y era mejor ganar un dinero neto con ellos en ese momento que tenerles cuatro meses con nosotros cabreados. A mi me apetecía no aceptar la oferta por fastidiar pero para la empresa lo mejor era vender esa libertad. Ese día quedamos todos a comer para charlar un poco más sobre el tema y, mientras comíamos, llamaron a Alberto al móvil para aceptar la oferta. Cuando llegué a casa ya estaba Rocío con la niña y Elizabeth y Teresa se habían ido ya a sus casas. Pasamos la tarde tranquilamente en familia sin ningún sobresalto.

El jueves fui cerrando temas en el trabajo puesto que el viernes, tras la reunión mensual, me iba dos semanas de vacaciones. Se me echaron encima las cuatro de la tarde y seguía en el despacho. En ese momento llamaron y tras decir que entraran se abrió la puerta. Ana asomó su cabeza y yo la sonreí. Al entrar vi que llevaba un precioso vestido color azul celeste con un pequeño cinturón marrón, más estético que práctico, y unas sandalias marrones de altísimo tacón. Me levanté según se acercó a mi y nos besamos en la boca durante un rato junto a mi mesa.

–    ¿Que tal cariño? - dije

–    Lista para las vacaciones – dijo

–    Si, ambos nos vamos estas dos semanas – dije - ¿Que haces?

–    Me voy con Rubén a Tailandia. Un poco de Bangkok y luego playita

Nuestras bocas en estos momentos estaban ya pegadas. Nos hablábamos casi besándonos en la boca. Con estas a pocos centímetros una de la otra.

–    Te lo vas a pasar genial. Los hoteles por allí son una pasada

–    Eso me ha dicho María – dijo – Que tu estuviste y encantado. Pero el hotel al que tu fuiste se me escapaba

–    Eso es que no te pagamos lo suficiente. Espero que en unos años puedas

–    Espero  no poder en unos años por tener familia – dijo ella

Yo reí a milímetros ya de su boca.

–    Bueno eso ya es decisión tuya – dije – Pero que por el dinero no sea

Ella sonrió un poco y nuestras bocas se unieron en un nuevo beso de gran pasión. Mientras besaba su boca y a veces su cuello ella acariciaba mi polla por encima del pantalón. Tras un rato más besándonos ella se recostó sobre mi mesa y se sacó las tetas del vestido y el sujetador azul celeste que llevaba. Yo me agaché para besarlas y, a la vez, metía mi mano por debajo de su falda para acariciar su coñito. Tras un rato la hice moverse y fui yo quien me apoyé en mi mesa con ella apoyada luego en mi dándome la espalda. Rodeé su cuerpo para masajear sus pechos. Ella mientras movía sus manos por el costado de mis pantalones y no paraba de, con una voz muy sensual, decirme que me quería y que quería que hiciéramos el amor. Que quería pasar unas noches conmigo como las que pasamos en Salamanca y cosas así. Yo en vez de hablar jugaba con mi lengua en su oreja a la vez que a ratos daba mordisquitos a los lóbulos de su oreja. Movía su culo arriba y abajo sobre mi polla con mucha sensualidad.

–    Ya noto tu polla a punto de estallar – dijo sensualmente

–    Como para no ponerse duro con una mujer como tu restregándose – dije – No soy de hielo

Ella se dio la vuelta y me besó. Tras el beso fue bajando lentamente con las manos por mi cuerpo hasta estar de rodillas en el suelo y desabrochar mis pantalones. Una vez estos estuvieron a la altura de las rodillas ella empezó a masajear mi polla y lentamente se la llevó a la boca. Allí me dio una espectacular y lenta mamada. Estuvo seguro que más de quince minutos con mi polla en su boca o con su lengua jugando. Yo estaba que estallaba y la levanté en volandas depositándola sobre la pequeña mesa de reuniones que tenía. Acerqué su coño al borde de la mesa y puse su falda a la altura de la cintura. Yo me senté en una silla y, durante unos minutos, chupé su coñito. Yo estaba ya hiperexcitado. Me levanté y pegué mi polla a su coñito. Lentamente la penetré hasta que mi polla estuvo totalmente dentro. Una vez ahí la dejé dentro durante unos segundos y empecé un lento vaivén penetrándola con fuerza. Fui acelerando el ritmo hasta que acabé corriéndome en su interior. A la par mía se corrió ella. Nos besamos un rato y nos deseamos unas felices vacaciones. Cuando ella se fue yo me quedé un rato más terminando unos asuntos. Al llegar a casa Rocío y yo hicimos las maletas esa tarde y poco más.

El viernes fue la reunión mensual. Rara vez era tan tarde pero por las vacaciones la pusimos ese día. Raquel solo se había cogido tres días pues ese día volaba con nosotros a Menorca a pasar unos días. Ana nos contó la situación en Julio que fue algo mejor de lo esperado aunque sin batir récords. Era difícil batir récords en Julio con parte de cada equipo de vacaciones. Funcionaron mejor las tiendas que los negocios de distribución lo cual igualmente era normal. No nos apetecía tomar muchas decisiones en agosto y dimos la reunión por terminada tras contarnos Alberto que nuestros antiguos trabajadores habían aceptado la oferta de cincuenta y cinco mil euros. Eso minaría un poco nuestras expectativas de facturación pero tampoco una barbaridad. Tras charlar sobre este tema me despedí de mis amigos y fui a mi casa a por la pequeña mientras Raquel iba a la suya. Con la peque fui al aeropuerto donde nos esperaban Rocío, Raquel y José Carlos con los hijos de ambos. Cogimos el vuelo que salía algo antes de las cinco y poco antes de las seis estábamos aterrizando en Maó. Mientras unos cuidaban de los peques el resto organizábamos las habitaciones. Para Juan montamos una cuna de viaje en la habitación que teníamos para Sandra. Ese día no dio tiempo a bajar a la playa y cenamos con productos que había comprado la mujer que nos cuidaba la casa. Tras acostar a los tres peques nos quedamos charlando un poco antes de irnos a la cama todos a descansar.

El sábado fue nuestro primer día de playa ese verano y el primer día de su vida tanto para Juan como para Sandra. Se nos acercó mucha gente que nos conocía de la pequeña cala a la que íbamos. A esa cala se accedía solo desde nuestra urbanización y casi todos los que nos bañábamos allí éramos conocidos. Subimos a casa a comer y por la tarde, mientras los niños se echaban la siesta los mayores charlábamos junto a la piscina con un café. Por la tarde bajamos un poco más a la playa y a cenar fuimos a un restaurante cercano a nuestra casa. Tras la cena acostamos a los niños y tomamos los padres unas copas juntos antes de irnos a dormir.

El domingo bajamos de nuevo a la playa. A la una estábamos todos disfrutando del día cuando llegaron mis padres. Estos habían cogido el primer vuelo del día y un coche de alquiler. Ya habían dejado sus cosas en casa con la llave que ellos tenían del chalet. El resto del día fue muy similar al sábado.

04. Semana del 22 al 28 de Agosto

El lunes con mis padres y la familia de Raquel decidimos ir por la mañana a ver Maó, la capital de Menorca. Pudimos entrar en dos coches con la familia de Raquel por un lado y mis padres en mi coche con Rocío, Sandra en su sillita y mi madre atrás. Hice bien en coger un coche más grande de alquiler, un VW Passat, pues en el A3 que normalmente alquilaba no hubiéramos entrado tan cómodamente. La visita estuvo bien y comimos en un restaurante de pescado bastante bueno cercano al puerto. Tras la comida volvimos para mi chalet donde los peques se echaron un par de horas de siesta antes de bajar a la playa por la tarde. Tras la playa cenita, charla y a dormir.

El martes según bajábamos a la playa nos llamó Mike. Se disculpó por interrumpir nuestras vacaciones y nos contó un pequeño problema que teníamos para ver si le ayudábamos. Nuestras familias decidieron bajar a la playa mientras nosotros mirábamos el correo. Uno de nuestros proovedores de la empresa que dirigía Mike quería más pasta y ese no era tanto el problema como el tono del correo. Nuestra experiencia nos decía que ese tono se usaba cuando querías romper las negociaciones. No tanto para empezarlas. Raquel y yo estuvimos mirando lo que nos mando Mike por email. El contrato, el mail de ellos y la estrategia que el y su directora de compras iban a llevar. Por suerte ese día ella no estaba de vacaciones. Tras media hora con llamadas y portátil lo dejamos todo en manos de Mike y quedamos libres. Apagamos todo y Raquel y yo nos miramos a los ojos. Nos sonreímos y nos besamos.

–    ¿Aprovechamos que estamos solos? - dijo Raquel

–    Claro – dije yo – No creo que nos esperen hasta dentro de un rato

Nos besamos con pasión en el sofá del salón de mi casa de Menorca pero pronto decidimos subir a la habitación que ella ocupaba con su marido. Lo hizo ella guiándome de la mano. Yo mientras subíamos las escaleras no apartaba mi vista de su culo. Iba con un vestidito veraniego, ya lista para ir a la playa con el bañador debajo. junto a la cama no me controlé y lo primer que hice fue quitarla el vestido. Mientras lo hacía ella me quitaba el polo y desabrochaba el bañador que llevaba dejándome rápidamente totalmente en bolas. La besé un rato con pasión y acaricié su coñito sobre el bikini antes de quitárselo y dejarla, como yo, totalmente desnuda. Llevé mi mano a su coñito y Raquel gimió con el contacto de mi mano en su piel desnuda. Seguimos besándonos. Se echó sobre la cama con las piernas abiertas y yo la llevé hasta el borde de la cama dejando su coñito casi fuera de esta.

–    ¡Fóllame! - dijo – Hace mucho que no lo hacemos en una cama.

Yo agarré mi polla y la llevé a su cueva empezando a empujar lentamente. Tras un rato penetrándola ella se bajó de la cama y me empujó sobre esta pasando a darme una pequeña mamada antes de subirse sobre mi para cabalgarme. Ella no paraba de saltar sobre mi y sus tetas, eran una visión maravillosa. A pesar de haber sido madre hacía unos siete meses sus tetas empezaban a estar duras. Raquel estaba perdiendo casi toda la leche y a Juan apenas le daba una toma de leche materna. Eso hacía que sus tetas estuvieran volviendo a su tamaño normal antes de lo esperado.

–    Sigue, sigue – dijo

–    Sigue tu – dije – Yo no estoy haciendo nada.

Esto hizo que ella cabalgara aun un poco mas rápido.

–    ¡Me corro! - gritó de repente

Y noté como los músculos de su coño comprimían mi polla y me daban un masaje espectacular. No pude aguantar mas y yo también me corrí llenándola de semen. Nos estuvimos besándonos durante un rato hasta que yo me levanté de la cama.

–    Vamos a asearnos un poco y nos vamos – dije

Ella solo me sonrió desde la cama.

–    Te quiero – dijo

–    Y yo a ti – dije antes de bajar de la cama y alisar esta un poco antes de ducharme.

Nos aseamos bien y bajamos a la playa donde disfrutamos del mar, la charla con los adultos y los juegos con los peques. El resto del día fue bastante normalito.

El miércoles era el último día de Raquel y su familia con nosotros ese verano y lo pasamos en la playa toda la mañana y el principio de la tarde. Comimos en el restaurante más cercano a esta. A las siete metimos sus maletas en su coche alquilado y nosotros les acompañamos al aeropuerto de donde su vuelo salía las nueve. Susana estaba triste por irse de la playa pero la prometí que volvería otro año y eso pareció ponerla más contenta. Una vez pasaron el control de seguridad nos fuimos a mi casa donde, tras acostar a la niña, cenamos Rocío y yo con mis padres. Al día siguiente volveríamos al aeropuerto.

El jueves nos levantamos y pasamos la mañana en la piscina antes de irnos a las once de la mañana al aeropuerto. Llegamos algo antes de las doce a este. A esa hora aterrizaba el avión que traía a Menorca a los padres de Rocío y Diana. Ellos cogieron un coche de alquiler mediano y mis padres se fueron con ellos viniendo Diana en mi coche alquilado con la peque. Entre llegar a casa y dejar las cosas en las habitaciones se nos echó encima la hora de comer. Rocío dio de comer a la peque y cuando terminó nos fuimos todos a un restaurante de Ciutadella a comer. Tras la comida volvimos a casa a tomar el café para que la peque se echara la siesta. Cuando se despertó bajamos todos a la playa. Por la noche cena ligera en casa y mucha charla. Mis padres se iban el domingo y los de Rocío el lunes, día en que llegaba María.

–    Menudo ajetreo – dijo la madre de Rocío

–    Nos apetece estar rodeados de familia y amigos cuando estamos aquí y sabemos que a todos os apetece estar con la niña – dijo Rocío

–    Aun así debe ser una paliza – dijo mi madre

–    A nosotros nos gusta – dijo Rocío mirándome

Rocío sabía que a mi me encantaba estar rodeado de mis amigos y que si me molestaba algo es que ese año no pudieran venir ni Antonio y Laura, ni Mike y Marga o Alberto y Celia. Tras un rato más de charla nos fuimos todos a descansar.

Viernes y sábado fueron días normales de playa mañana y noche que es lo que a mis padres y los padres de Rocío más les apetecía. Eso si, todos los días pasábamos un rato en casa por la tarde para que la niña se echara una buena siesta.

El domingo fue igualito solo que por la tarde acompañamos a mis padres al aeropuerto ya que volvían a Madrid. Aprovechamos y esa noche cenamos con los padres de Rocío y Diana en un buen restaurante de Maó. El padre de Rocío quería pagar pero eran mis invitados y al final pude pagar yo. Cuando llegamos a casa eran casi las once de la noche. Tarde para la peque que llevaba ya más de una hora y media durmiendo en su carrito y en el coche. Al subirla a su habitación se despertó pero por suerte no tardó mucho en dormirse. Para cuando lo hizo ya no era plan de ponerse de charla y todos nos fuimos pronto a la cama.

05. Semana del 29 de Agosto al 4 de Septiembre

Pasamos la mañana del lunes en la playa. Volvimos pronto a casa a comer y, justo inmediatamente tras comer, nos fuimos al aeropuerto pues los padres de Rocío cogían un vuelo que salía por la tarde. Era el mismo avión que traía a María, Arturo y sus tres hijas. Ellos aterrizaron a las cuatro y media y a las seis embarcaban los padres. Apenas les dio tiempo a saludarse tras recoger las maletas ya que los padres tuvieron que entrar para embarcar. Arturo tenía reservado otro Passat para que entraran las tres niñas sin problemas. Ya en casa repartimos las habitaciones y bajamos al jardín para preparar una cena algo temprana.

Con la familia de María ya establecida en nuestra casa el martes bajamos a la playa. Era más fácil con Pablo y Diana en la casa. Seis adultos para cuatro niñas. Marta se pegó a mi toda la mañana. Llevábamos más de dos semanas sin vernos y ella al parecer me echaba de menos. Yo también disfrutaba con ella aunque ahora con la niña era distinto. Aunque he de reconocer que a Marta y Elisa las quería mucho. Como Rocío a Elena, más o menos. Supongo que con el tiempo querré a Juan de manera similar. Fue un día de playa de lo más normalito. Por la noche, tras acostar a las niñas, cenamos y planeamos la semana entre los adultos.

El miércoles habíamos decidido ir de turismo por la isla. Visitamos Maó y alguna otra zona turística como algunas de las ruinas megalíticas. Para que no se hiciera muy pesado para las niñas también visitamos algunos talleres de calzado de la zona y las compramos zapatos nuevos de Jaime Mascaró, la marca más famosa de la isla. Las niñas volvían encantadas con sus nuevos zapatos. Además Diana las estuvo contando cosas de moda y como combinar y se sintieron durante un rato como mujeres mayores. Al volver a casa eran ya las siete y media y decidimos cenar en el jardín de casa. Las niñas estaban algo cansadas tras todo el día en coche de un lado para otro y antes de las diez ya estaban dormidas. Elena en una silla, Elisa en brazos de su padre y Marta en los míos. Tras acostarlas charlamos un rato y nosotros también nos fuimos a la cama.

El jueves empezaba septiembre y mi hija cumplía siete meses. Las niñas de María querían celebrarlo con una tarta y a los mayores nos hizo gracia. Así cuando todos subían de la playa a casa para comer Arturo y yo nos fuimos a la pastelería más cercana a mi casa para comprar una tarta. Lo celebramos con la peque y luego esta se fue a echar la siesta mientras las hijas de María, Arturo y yo jugábamos en la piscina. Mientras mi esposa y María charlaban alternando ratos al sol con ratos bajo la sombrilla. La niña durmió bastante y decidimos esa tarde no bajar a la playa. Me gustaba ver como las hijas de María trataban a Sandra. La trataban como una hermana. Elisa jugaba con ella con paciencia impropia de una niña de poco más de tres años que juega con una de siete meses que apenas se entera de nada. Marta, a unos tres meses de cumplir los cinco, siempre estaba pendiente de ayudar a los mayores con Sandra y Elena con sus once años ejercía de hermana mayor. Cuidándola y hasta a veces ayudando a mi esposa a cambiarla el pañal o darla de comer. Esa noche cenamos todos junto a la piscina y lo pasamos fenomenal. Tras acostar a las niñas cenamos las tres parejas con unas copas. Divirtiéndonos pero intentando no hacer mucho ruido para no despertar a las niñas.

El viernes bajamos todos a la playa algo cansados los adultos tras estar la noche anterior hasta las dos de la mañana. Pero las niñas no perdonaba una mañana de playa. Para comer a las tres nos subimos María y yo a mi casa a la una. Ese día comeríamos paella. En casa yo troceaba cebolla y tomate mientras tonteaba con María que organizaba la carne. Con María el tonteo en la cocina eran constante pero no parecía que fuéramos a ir más allá. Tras unos minutos oímos la puerta de la entrada del chalet y unos instantes después Rocío entraba por la puerta de la cocina.

–    Os juro que esperaba encontraros follando sobre la encimera – dijo Rocío sonriendo

–    ¡Que tonta eres! - dijo María acercándose a Rocío y dándola un beso en la mejilla.

Rocío la sonrió y la acarició la cara antes de darla un beso en la boca que tras un par de segundos se convirtió en un beso con lengua de tremenda pasión.

–    No me acostumbro a veros besaros así – dije

–    Ni yo a besarme así con ella – dijo María – Solo lo hacemos para ti. ¿No creerás que siempre estamos así?

–    No me importaría. Mi mujer sabe que es libre de demostrar su amor hacia ti. Los dos te queremos mucho – dije dándole un piquito a María

María me sonrió y miró a Rocío

–    Sabéis que yo también os quiero mucho.

Los dos sonreímos.

–    Dejaos de tonterías. He subido para ayudaros. Bueno, eso les he dicho. Pero en realidad he subido a ver si echábamos un polvito. Esperaba encontraros más acaramelados y no tener que proponerlo.

–    ¿Y si sube alguien? - dijo María

–    Si sube alguien tendrán que llamar porque una llave la tiene Carlos y la otro la tengo yo.

Rocío se acercó a mi a me besó. Ambas iban vestidas con falda y tops playeros y sus bikinis debajo de esta ropa. Rocío me hizo sentar en una silla de la cocina y mientras ella se sentaba en mi regazo y me besaba María, un poco más tímida, me acariciaba todo el cuerpo. Tras dejar de besar a Rocío agarré a María justo por debajo del culo y acaricié su cuerpo para luego besar su barriguita y su coñito por encima de la falda. Volvía a besarme con Rocío mientras María, algo más lanzada ya, acariciaba mi entrepierna. Yo abrí algo mis piernas y quedó sentada en solo una de mis piernas. María llevó sus manos por detrás de mi cuello y me besó mientras se sentaba en mi pierna libre. Con cada una a un lado siempre tenía mi boca unida a la de una de ellas. Mientras, la que no me besaba, comentaba lo que deseaban hacer esto de nuevo. Tras un rato alternando besos con ellas fueron Rocío y María las que besaron quedando yo como observador a unos meros centímetros.

–    Me encanta veros así – dije

Ellas dejaron un momento el beso y ambas me miraron sonriendo para luego volver a besarse. Tras un rato me besé con María y ambas empezaron a acariciar mis piernas desde mi polla hasta la rodilla. Tras un rato dejaron la pierna y ambas manos no salía de la entrepierna. María desabrochó el nudo que tenía en mi bañador Billabong y me hizo levantar un poco el culo para bajarme un poco el bañador. Lo bajaron lo justo para que mi polla estuviera fuera y ambas llevaron una de sus manos a esta. María empezó a pajearme mientras Rocío acariciaba mi cuello y nos mirábamos a la cara a unos centímetros. Pronto nos besamos mientras María seguía con el masaje a mi polla. Tras un rato besándonos Rocío se bajó de mi regazo y se arrodilló en el suelo empezando una pequeña mamada mientras María me besaba antes de bajarse de mi regazo y pasaba a unirse a Rocío en la mamada. Alternaban las mamadas a mi polla con besos entre ellas en la boca. Yo las miraba besarse y me calentaba muchísimo. Mientras Rocío seguía un rato con la mamada María terminó de bajarme el bañador y luego se lanzó de nuevo a mi polla para darme una impresionante mamada.

–    Sigue así preciosa – decía Rocío – Demuéstrale a nuestro hombre cuanto le queremos. Vamos a darle lo que todo hombre sueña. Chúpasela.

–    Sois maravillosas – dije yo

María dejó de mamarme un rato, aunque siguió pajeándome, para mirar a los ojos a Rocío y darla un beso en la boca.

–    Cariño – dijo María – Gracias por compartirlo. Sabes que no es nuestro hombre. Es tuyo. Raquel y yo podemos estar con el por tu generosidad. El haría lo que tu le pidieras.

Volvieron a besarse y mientras lo hacían yo me levanté. Puse a María de pie e hice que se arrodillara en la silla. Levanté su faldita dejando a la vista su bikini y Rocío y ella se besaron. Eché su bikini a un lado y Rocío trajo una silla para sentarse a su lado. Yo dí un par de besos al coñito de María mientras ella acariciaba a Rocío que estaba abierta de piernas en la silla que había traído. Tras lamer un par de veces su coñito acerqué mi polla a este y la penetré sacando de ella un primer gemido. Seguí penetrándola cada vez con más fuerza y ella cada vez gimiendo más. Quería que ambas se corrieran pero tenía que conseguirlo antes de correrme yo pues no tendríamos tiempo para dos corridas mías. Así mientras penetraba a María y besaba a Rocío, me ayude con la mano en el clítoris de María. Lo masajeaba a gran velocidad buscando sacar un orgasmo de ella. Y lo cierto es que el aumento de intensidad de sus gemidos me indicaban que iba por el buen camino. Tras un rato más María se corrió y mi polla notó las contracciones de su coño pero por suerte fui capaz de aguantarlas sin correrme. En parte pensando en Rocío con la que seguía besándome. Cuando María se calmó un poco me salí de ella y dejé la boca de Rocío para incorporar a María y besarla en la boca. Ese momento de ternura lo use para coger algo de aire y relajarme un poco antes de poner a Rocío en la posición en la que antes estaba María. Me acerqué a ella por detrás y la besé

–    Te quiero – dije al oído de Rocío

–    Y yo a ti – susurró ella antes de darme un beso.

Estuvimos besándonos un rato, con su cara girada hacia atrás, mientras yo acercaba mi polla a su coñito. Una vez empecé a penetrarla me aseguré de hacerlo con fuerza y buscando su máxima satisfacción. Principalmente porque yo no iba a aguantar mucho. En vez de besarme yo con María eran Rocío y ella quienes se besaban. Verlas besándose mientras yo follaba a Rocío no hacía más que calentarme. Tras unos minutos más de dura penetración acabé corriéndome en el interior de Rocío y justo tras mi segundo chorro de semen noté como ella se corría y las paredes de su vagina se contraían para masajear mi polla de manera sensacional. Giré a Rocío haciendo que rompiera el beso con María para besarla con pasión. Estuve besándola más de dos minutos. Cuando lo dejamos miramos a María. Esta sonreía.

–    Me encanta veros besaros – dijo María – Nunca he visto a nadie besarse con tanto amor. Esto aun es raro para mi pero me encanta. Soy feliz por ser parte de vuestra vida.

Los dos sonreímos y la miramos a los ojos antes de darla un pico cada uno. Rocío se vistió y se bajó a la playa. María y yo tras asearnos seguimos con la paella que estuvo lista para cuando todos subieron de la playa. Por la tarde todo normal y en la noche como siempre tras acostar a las niñas un rato de charla.

El sábado era nuestro último día en la playa y pasamos mañana y tarde en esta comiendo en el restaurante más cercano. Por la noche los mayores celebramos el final de las vacaciones con unas copas.

Se acababan las vacaciones el domingo y dedicamos toda la mañana a arreglar la casa mientras las niñas de María jugaban en la piscina. Pablo se quedó encargado de vigilarlas y que no las pasara nada. Tras una comida rápida arreglamos un poco la cocina y nos fuimos. Perfecta ya la dejaría la mujer que tenía contratada para cuidarme la casa. Cogimos un vuelo hacia las cuatro y a eso de las seis ya estábamos Rocío y yo en casa. La niña tenía sueño y la dejamos echar una siesta mientras nosotros ordenábamos un poco la ropa de esos días y echábamos lo sucio a lavar. No muy tarde nos fuimos a la cama. Al mes siguiente volvíamos a la rutina de la jornada completa.

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