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Mi historia (11: Noviembre 2001)

en Grandes Series

01. Semana del 5 al 11 de Noviembre

Los dos primeros días de esta semana fueron bastante monótonos. Currando hasta tarde en las distintas empresas y sexo a diario con Rocío antes de ir a la cama. Poco más.

El miércoles durante la mañana fue similar. A mediodía salí a comer con un amigo, Pablo, de la universidad que hacía mucho que no veía y vivía en Barcelona. Antonio no pudo venir pero le hubiera gustado. No era tan amigo como Ramón pero si era de nuestro grupito y me gustaba comer con el cuando venía por Madrid o, si tenía tiempo, cuando iba yo por allí. Tras comer volví a la oficina y me dediqué a ver los primeros documentos que los equipos de Mike y Raquel habían preparado sobre las nuevas franquicias de moda. A las siete me fui a casa y al llegar estaba Rocío ya preparándose para darse una ducha pues esa noche teníamos cena en casa de Mike. A las ocho y media salimos de camino a casa de ellos y a las nueve estábamos ya en el salón tomando unos aperitivos. A las nueve y media empezamos a cenar. Estaban Raquel y José Carlos y algunos amigos de ellos. La cena fue muy agradable pero vi algo rara a Susan. Me pareció que estaba mas distante de lo normal. No es que normalmente fuera el alma de la fiesta. Cuando de vuelta a casa se lo dije a Rocío ella dijo que no notó nada raro pero que también era cierto que no la conocía lo suficiente. Llegamos bastante tarde a casa y nos fuimos directos a la cama.

El jueves era el último día de trabajo de la semana pues el viernes era festivo en Madrid. Rocío y yo aprovecharíamos para ir a Cuenca a ver a sus padres aunque debíamos volver el domingo pronto pues María celebraba el cumpleaños de su hija pequeña. Ese día Raquel, Mike y yo nos reunimos para ver lo que habíamos conseguido sacar en claro de la importación de calzado y complementos. Entró María para tomar notas y ver que la mandábamos. Al parecer no existían grandes empresas en el sector. Había mucha empresa pequeña que llevaba tres o cuatro marcas de un sector muy específico. Eran en algunos casos poco mas de dos empleados. Tampoco era plan de joder a esos pequeños empresarios y quitarles sus clientes. Y con nuestra estructura no nos costaría meter mano una vez acabaran sus contratos. Pero esa ya sería la estrategia de Rodrigo y Marcos. Nosotros optaríamos por otra opción, comprar pequeñas empresas e integrarlas en nuestra estructura y crecer con el know how que ellos ya tienen. Puesto que esta empresa queríamos que fuera grande íbamos a reducir el número de nuevas empresas a lanzar en 2002. Lo dejaríamos en una única empresa nueva que lanzaríamos a finales de ese año y nos concentraríamos en esta nueva empresa de importaciones y en consolidar las otras empresas nuevas. Incluyendo la de franquicias de moda que, a pesar de que no facturaría hasta 2002 la considerábamos de 2001. Raquel decidiría que dos empresas tantear primero y si el precio era bueno compraríamos ambas según fuéramos teniendo liquidez. En eso quedamos y a las cinco, cuando llegaron Rocío y Diana, nos fuimos para Cuenca. Llegamos a cenar y a charlar con los padres yéndonos todos a la cama hacia la una de la mañana.

El viernes me levanté pronto, para ser un día de fiesta, a eso de las nueve y media. Los padres de Rocío ya se habían ido a trabajar pues en Cuenca no era festivo. Diana, Rocío y yo aprovechamos, una vez se levantaron ellas, para visitar la Ciudad Encantada que está a unos treinta kilómetros de Cuenca. Pasamos toda la mañana visitando el lugar, que me gustó mucho, y tras la visita fuimos a comer a un restaurante de la zona que nos habían recomendado. Al llegar a Cuenca de vuelta los padres de Rocío ya habían terminado de trabajar. Además ya estaban el hermano y la cuñada de Rocío que habían ido esa mañana pues el día anterior habían salido muy tarde de trabajar. Esa noche cenamos en familia y los cinco jóvenes nos fuimos de copas por Cuenca. Fuimos en mi coche que era el mas grande lo que básicamente significó que no bebí. Estaban Mónica, Teresa, Pedro y Raúl y me fui con ellos directamente mientras Rocío hablaba no se que con su hermana. Al minuto se acercaron las hermanas. El hermano y su mujer ya estaban hablando con amigos de ellos. Esa noche también llegaron las víboras vacilando de novios. Diana, que cuando quiere puede ser muy toca huevos, las estuvo contando que habíamos estado de vacaciones en Phuket. A ambas les cambio la cara. Se veía que empezaban a pensar que quizás se habían equivocado conmigo. Rocío miraba a Diana con cara de cabreo pero yo decidí tomar el guante que me pasó Diana y dejarlas aun mas rayadas. Hablando sobre Phuket se me ocurrió soltar:

– Es que ahora en Octubre en Menorca ya no se está tan bien e ir a mi chalet y no poderse uno bañar en la playa es tontería.

Diana tuvo que irse porque se estaba muriendo risa. Ahora la mirada asesina de Rocío estaba centrada en mi. Quería mantener un poco el velo de misterio así que corte rápido la conversación agarré a Rocío y les dije que ya nos veríamos. Me dirigí a donde estaba Diana con Mónica, Teresa, Raúl y Pedro. Al llegar Diana seguía partiéndose y el resto miraban a Rocío. Se notaba que querían reírse pero no molestar a Rocío que mostraba bastantes signos de enfado. Miré a Rocío y la susurré al oído:

– Dime que no te has querido partir como tu hermana

Me miró cambió la cara y me beso.

– Ha tenido su gracia – dijo

Todos reímos y seguimos con nuestra noche de juerga. A las cuatro, cuando cerraron el bar, decidimos retirarnos.

El sábado nos levantamos tarde y pasamos un día en familia. Todo el día con los padres. A la hora del aperitivo salimos de casa pero el resto del tiempo lo pasamos en la casa hablando, riendo, viendo una película,... En definitiva, un día familiar.

El domingo nos levantamos pronto, a las ocho, y salimos hacia Madrid pues a las dos, como muy tarde, teníamos que estar en casa de María para comer pues era el cumpleaños de mi ahijada Marta. Pasamos primero por casa para vestirnos. Yo me puse unos dockers con una camisa de gemelos, sin los gemelos, y una americana. Ella se puso un vestido largo azul con algo de vuelo a partir de la rodilla y un ancho cinturón marrón. Calzaba unos zapatos marrones bastante abiertos a pesar del frío de ese día en Madrid. No era muy preocupante pues íbamos a ir en taxi y sería de puerta a puerta. Aún así ella cogió una cazadora de cuero marrón de una tonalidad similar al cinturón que llevaba. Además de Mike, Raquel y sus parejas estaban algunos amigos de ellos con sus hijos y familia de ambos padres. En total veinticuatro adultos y cinco niños. Por suerte la casa de Maria y Arturo era muy amplia, heredada de los padres de Arturo. Tenía casi 400 m2 y en el comedor entrabamos los veinticuatro. Algo apretados pero entrabamos. El cumpleaños fue algo masificado pero pude jugar con los niños y sobre todo con mi ahijada. Volvieron a salir las bromas de mi necesidad de tener un hijo pero esta vez les dije que se repetían y cambiaron de tema con mayor rapidez. A eso de las ocho volvimos Rocío y yo a casa. Al llegar a casa Rocío fue a ponerse algo más cómoda para andar por casa. Yo mientras fui a oír el mensaje que tenía en el contestador. Era Manuela, mi exsuegra y casi madre en esos momentos, que nos invitaba a cenar la semana siguiente en su casa. Tras escuchar el mensaje lo borré y pensé que era tan buen momento como cualquier otro para echarle un polvo a Rocío. Corrí a la habitación y ella estaba junto a la cómoda quitándose los pendientes y guardándolos en su joyero. Yo miraba desde el marco de la puerta. Se había quitado ya los taconazos y aun así no era baja. Su cuerpo era de unas proporciones perfectas y algo tan rutinario como quitarse los pendientes, cuando era hecho por ella, era de lo más sensual que uno puede esperar ver en su vida. Ella no era consciente en esos momentos que la observaba y seguía quitándose su bisutería bajo mi escrutinio. Cuando terminó llevó sus manos al cinturón mientras enfilaba el camino al vestidor. Era el momento de actuar. Me acerqué a ella sigilosamente y, agarrándola desde atrás impedí con mis manos que siguiera desabrochando su cinturón. Mientras acerqué mi cuerpo y mi, ya bastante erecto, pene a su espalda mientras besaba su oreja derecha.

– Veo que te alegras de haber vuelto a casa – dijo

– Me alegro de estar contigo a solas tras unos días sin hacerlo. ¿Tu no te alegras?

Se dio la vuelta y me miró a los ojos lanzándose a mis morros. Me besó con fiereza, me agarraba el pelo de mi cuello y tiraba de el. Yo al tiempo tocaba su precioso trasero a la vez que jugaba con su tanguita por encima de la falda. El beso no tenía pinta de acabar pronto y, sin romperlo, nos acercamos a la cama. Junto a ella pero de pie seguimos besándonos con la misma pasión. Pasarían, como mínimo, unos cinco minutos en esa posición hasta que rompí el beso agarrándola de las manos. La miré a los ojos con una mirada de pasión extrema. Mis ojos debían decir te voy a hacer de todo. Los suyos no se apartaron ni un instante y decían que lo hiciera. Acariciaba sus manos sin apartar mis ojos de ella. Ardía por hacerla el amor pero mirarla me daba una sensación muy extraña, a mitad de camino entre la pasión y la ternura, pero muy placentera. La di un piquito y, de un movimiento, la elevé en mis brazos y la deposité en la cama. Me subí en la cama y fui subiéndome sobre ella a la vez que subía su largo vestido. No apartaba ni un segundo mi mirada de sus ojos. Una vez mi cintura estaba a la altura de su tanguita empecé a desabrochar mi camisa con su ayuda. Tras quitármela empecé a desabrochar mi cinturón y levantándome un poco me quité los pantalones. Ella aprovechó para desabrocharse el cinturón y la cremallera del vestido y mientras yo me quitaba el pantalón ella sacaba, con algo de dificultad su vestido. Tras un espectáculo poco erótico de desnudo estaba yo en calzoncillo y ella en tanguita y sujetador. Mi pene, erecto a tope, estaba a la altura de su monte de venus. Y me agaché a besarla. Nuestras lenguas se mezclaron en una batalla por ver quien ocupaba la boca del otro. Tras un buen rato besándonos lleve mi mano a mi calzoncillo y lo baje dejando que mi erecto pene jugara con su rajita que apenas estaba cubierta por el tanga mientras continuaba con el beso. Yo estaba ya que me subía las paredes pero quería seguir con el jugueteo que también tiene su gracia. Por suerte tras un rato habló Rocío rompiendo el beso:

– Fóllame. Te necesito dentro.

– ¿Seguro? ¿Ahora también te alegras tu de haber vuelto a casa? - dije intentando hacerme el duro.

– Estoy encantada de estar contigo en la cama besándonos pero me tienes muy caliente. Fóllame por favor

Y tampoco era plan de hacerme demasiado el duro. Principalmente por que no colaría. Ella sabía, y notaba junto a su raja, que estaba más que listo. Con mi mano derecha aparté la tira de su tanga y con la izquierda apunté mi polla a su desprotegido conejo. Con paciencia empecé a penetrarla y a lo largo de unos cuantos minutos iba aumentando, poco a poco, el ritmo de la penetración. Sus jadeos aumentaban a medida que yo aumentaba el ritmo. Tras unos minutos los jadeos apenas la permitían pedirme que siguiera. Yo por su puesto seguía aunque no pudiera pedírmelo. O lo mismo seguía precisamente porque no podía pedírmelo. Su frecuencia y volumen en los gemidos siguió hasta que termino llegando al clímax de una manera medianamente escandalosa. Yo no me había corrido pero me faltaban segundos así que aprovechando que ella a pesar de no correrse no mostraba signos de querer parar seguí taladrándola. No serían mas de quince penetraciones las que pasaron hasta que me corrí en su vulva. Me quedé dentro de ella y nos besamos durante un rato. Al romper el beso la dije:

– Te han oído todos los vecinos

– Calla tonto. ¡Que vergüenza! - dijo

Seguimos en la cama un rato pero aun eran las diez de la noche así que nos levantamos y fuimos al salón a ver una peli antes de dormir. No acabó mal la primera semana de Noviembre.

02. Semana del 12 al 18 de Noviembre

El lunes fue otro de esos días de trabajo en que no haces nada pero entras a a nueve de la mañana, comes a toda prisa y cuando te das cuenta son las ocho de la noche. Al salir de la oficina llamé a Rocío y quedé con ella en la puerta de casa. La recogí y a las nueve estaba en casa de María. El cumpleaños de Marta lo celebramos el día anterior pero en realidad era ese lunes. Subimos a su casa y felicitamos a la niña justo antes de que la acostaran. Dije a María que quería ir a felicitar a mi ahijada y llegué por los pelos. Cenamos con ellos y a las diez y media nos fuimos a casa donde vimos un poco la tele y nos fuimos inmediatamente a dormir.

El martes estaba trabajando en la oficina y, hacía las diez, me dice María que tengo una llamada de mi asesor. Tras pasármelo me dice que han llegado los 550.000 euros de la empresa de Mariano. Le pregunté cuando podía hacerme un hueco y quedamos para esa misma mañana a las doce y media. Justo el día que cenaba con ellos llegaba el pago. En el taxi de camino a la oficina bancaria hablé con Rocío y la dije que había llegado el pago a ver que pensaba ella que debía hacer. Me recomendó que fuera conservador pues las bolsas no estaban muy bien. Como podéis comprender la hice caso. Ella sabía mucho más de los mercados que yo. De todas formas al llegar con Rubén me hice el loco y el me recomendó lo mismo que Rocío con argumentos similares. Eso me gustó. Aproveché que estaba allí para comer con Antonio. Tras la comida me fui a trabajar un rato mas y a las seis pase por la oficina de Rocío a recogerla para ir a casa de "mis nuevos padres" a cenar. Llegamos a eso de las seis y media y hablamos del negocio de importación que íbamos a montar nosotros. Mariano volvió a pedirme prudencia. A las once, mas pronto de lo habitual nos fuimos a casa. Nada mas llegar fuimos a la habitación, hicimos el amor y nos fuimos a dormir.

Me encontraba el miércoles trabajando por la mañana cuando entró Raquel en mi oficina y me dijo que fuera con ella a un sitio. A un sitio. Sabía que era mejor no preguntar pero fue superior a mis fuerzas:

– ¿A que sitio? - dije

– Ya lo verás

Dije a María que salía con Raquel y nos fuimos a la calle. Paramos un taxi y Raquel dio una dirección. Se puso a hablar de la empresa con total normalidad y yo la seguí la corriente. Al llegar vi que habíamos ido a un concesionario de Audi.

– Me entregan el Audi A3 hoy y José Carlos no puede venir asique te traigo a ti. - dijo

– Pues podíamos habérmelo dicho – dije – No parece un secreto inconfesable.

– No pero podías aducir que estabas hasta arriba de trabajo.

– Que tontería. Si me lo pides vengo.

Entramos y ella hizo el papeleo típico de cuando te entregan un coche y yo mientras eché un ojo al nuevo Audi A4. No tenía pensado cambiar aún pues mi Audi tenía solo tres años y unos 40.000 kilómetros pero siempre es interesante ver que mejoras introducen en el coche que tienes. La verdad es que la gama 2001 era una pasada tanto en sus lineas, completamente renovadas, como en su interior. Además ese olor a coche nuevo... si no le dan a Raquel el coche con la rapidez que se lo dieron me hubiera comprado uno in situ. Nos montamos en el coche y Raquel condujo hasta la oficina dando una vuelta un poco más larga de lo normal para probar el coche. Al llegar a nuestro edificio de oficinas Raquel entró con su coche nuevo y lo aparcó en su plaza.

– Ahora tenemos que estrenar el coche – dijo

– ¿No pretenderás que follemos aquí y a estas horas? Son las doce.

– Probablemente la hora de menos actividad de este garaje. Todo el mundo esta currando. Estamos al fondo del garaje y los coches de alrededor son el tuyo y el de Mike. No va a vernos nadie. Pero no es necesario follar. Además se movería el coche y sería mas cantoso.

– ¿Entonces? - pregunté

Sonrió con cara de niña a punto de hacer una travesura y llevó su mano a mi pantalón tocando la entrepierna que estaba algo dura. No totalmente erecta pero esa conversación la había espabilado. No dejaba de mirarme a los ojos sonriéndome y acariciando mi cada vez mas erecta polla por encima de los pantalones de pinzas que llevaba ese día. Ella vestía elegante pero bastante informal. El abrigo estaba en el asiento de atrás así que solo llevaba un top étnico que apenás estaba sujeto a su cuerpo por un fino cordón dejando parte de su espalda al aire. Era multicolor y podía parecer un dibujo típico de los nativos americanos. El pantalón era de tejido de una tela parecida a los chino's pero algo mas gruesa y de corte pitillo en color beige oscuro. El cinturón y los zapatos de tacón, peep toe, eran de color marrón. Viendo lo que llevaba puesto pensé que lo mejor era jugar con sus pechos pues, si no íbamos a follar quitarla esos pantalones tan apretados no parecía un gasto de energía muy útil. Mientras ella no dejaba de tocarme el pene yo llevé mi mano a sus pechos y empecé a apretarlos, en un principio, por encima de su top. Cuando ella llevó sus segunda mano a mi entrepierna para empezar a desabrochar mi cinturón yo subí mi mano a su cuello e hice que sacara su cabeza del top. Con su top ya por debajo de sus pechos me dí cuenta de lo que intuía. No llevaba sujetador. Juguetee con uno de sus pezones mientras ella ya desabrochaba mi pantalón tras librarse del cinturón. Una vez tenía desabrochado mi pantalón levanté un poco el culo del asiento para que bajara mis pantalones y calzoncillos hasta la altura de mis tobillos. Una mi vez mi culo desnudo estaba sobre el cuero de su A3 nuevo ella llevó su mano a mi polla y empezó a masturbarme lentamente. Yo mientras con mi boca en su pezón me dedique a chuparla los pezones que, la verdad, estaban bastante erectos. Puesto que en el garaje tampoco podíamos estar eternamente solté sus pechos y acariciando su cabello la hice entender que era el momento de empezar con la mamada. Cada minuto en el garaje era un minuto mas de riesgo para que nos descubrieran. Ella lo entendió perfectamente y me dedico una preciosa sonrisa antes de agachar su cuerpo sobre mi pene. No era muy fácil con el volante y volvió a incorporarse para echar su asiento lo mas atrás posible. Ya con mas espacio se echó sobre mi pene y empezó a mamármela a toda velocidad. Con un ansia que no recuerdo haberla visto tener nunca.

– Tenemos prisa pero esto es pasarse – dije entre gemidos

Ella no habló. Solo sonrió y bajó mas lentamente hasta mi pene donde paso su lengua por toda la longitud de este. Bajó hasta mis huevos, los dio un beso y volvió a subir. Llegó a mi capullo y, tras besarlo, volvió a meterse mi pene en su boca. Esta vez la mamada era muy pausada aunque, con cada movimiento iba aumentando la velocidad. Tras unos cuatro o cinco minutos de mamada la informé que me iba a correr. Ella bajo el ritmo y chupó hasta mas al fondo de mi pene y empezó a jugar con su lengua. Sabía lo que significaba. Quería que me corriera en ella y en menos de un minuto estaba corriéndome en ella. Tragó todo lo que tenía que ofrecer y tras darme un par de mamadas mas alcanzó su bolso y me dio un par de kleenex. Con ellos me limpie mientras ella bebía algo de agua y un caramelo. Supongo que para quitarse el sabor y olor a semen de su boca. Nos arreglamos las ropas y notamos que olía a sexo el coche. La dije que me dejara conducirlo un rato y bajaríamos algo las ventanas. Salí del garaje de la oficina en el puesto del conductor. Enfilé Maria de Molina hasta Avenida de América y cogí la A2 en dirección al aeropuerto. Llegué hasta este y dimos la vuelta para volver a la oficina. A esas horas el recorrido se hacía en muy poco tiempo pero el suficiente como para que se aireara algo el coche. Al llegar aparqué el coche en su plaza y subimos. Al llegar a mi despacho María y Mike estaban hablando a las puertas y nos preguntaron donde habíamos estado y la conté lo del coche obviando la mamada.

– Todos trabajando y vosotros jugando – dijo Mike entre risas

– Alguna ventaja debería tener ser el dueño de la empresa – dije

– Yo también soy dueño – dijo Mike haciéndose el ofendido aunque sabíamos perfectamente que estaba de coña

– Pues dile a Raquel que te de una vuelta – dije con una sonrisa en mi cara

– Raquel esta tarde me llevas a casa que hoy he venido en Metro – dijo Mike a medio camino entre la pregunta y la afirmación

– Vale – dijo como resignada – Ahora que ya tengo mi juguete me voy a trabajar que tengo que reunirme con Marga en diez minutos. Nos vemos a las cinco.

Todos nos fuimos a seguir con nuestras actividades cotidianas María, Mike y yo nos fuimos a comer juntos y a las cinco nos reunimos Mike, Raquel y yo para mantener nuestra primera reunión acerca de la empresa de franquicias de moda. La idea en principio era replicarla estructura de nuestra empresa de fast food. Nacía con vocación de tener varias tiendas aunque, como en el caso de la restaurantes, empezaría con solo una. Igual que en la otra empresa la estructura estaría desde el principio formada por un Director General de la empresa, un director de expansión y marketing y dos personas para contabilidad, recursos humanos y esas cosas. Al contrario que en el negocio de la restauración, en este sector si conocíamos gente y para el puesto de Director General teníamos claro a quien queríamos. Para los otros puestos dejaríamos a la directora general que teníamos en mente, si aceptaba el puesto, hacer la búsqueda. Igualmente en ella recaería la responsabilidad de hacer la búsqueda de los empleados de la primera tienda. El tener un background de moda en nuestras carreras nos hacía estar mas cómodos en este sector que en el de la restauración. Marcamos como objetivo salir a principios de febrero. Podía no parecer el mejor momento, pues mucha gente esta pensando en rebajas, pero así estábamos posicionados para la nueva temporada desde el principio. La reunión fue muy productiva pero no llegué a casa hasta las ocho de la noche. Nada mas llegar cené con Rocío y, tras ver un rato la tele, nos fuimos a la cama donde hicimos el amor con bastante pasión para ser una noche normal. Tras el polvo a descansar que había sido un día duro.

El jueves y viernes fueron muy parecidos en el sentido de que no ocurrió nada raro en la oficina y, por la noche, ambos días salí a cenar con Rocío. Al no haber quedado con nadie ese viernes nuestra noche fue bastante íntima y tranquila.

El sábado Rocío y yo nos fuimos a cortar el pelo. Cada uno a nuestro peluquero de confianza. Ya acicalados cogimos su coche, que era mas manejable y fuimos a El Corte Inglés de Nuevos Ministerios. El parking de ese centro comercial es tan estrecho que la pequeñez, comprada con mi A4, de su VW Polo se agradecía mucho. Compramos un regalo para mi exsuegra y casi nueva madre, Manuela, y algo de comida y cosas para la casa. A Manuela la compramos un colgante de Tous y un traje de chaqueta muy elegante. Valía perfectamente para una de sus mayores aficiones que era ir al Auditorio Nacional a oír música clásica. Manuela y unas amigas tenían abono y no perdonaban muchos estrenos. Por la tarde quedamos con Antonio y Laura para cenar e ir a tomar unas copas por el centro. Esa noche decidirnos cenar de tapeo por La Latina y ya nos quedamos por ahí de copas. Antonio y Laura nos contaron detalles sobre la preparación de la boda. Estaban a casi un año y me parecía agobiante. Llevaba un tiempo pensando en pedirle matrimonio a Rocío pero ellos dos estaban consiguiendo que me arrepintiera. A eso de las dos de la mañana nos fuimos a casa y, tras un polvo de rutina nos fuimos a dormir.

El domingo me levanté a eso de las diez y me fui a comprar los periódicos para desayunar con ellos. Tras un desayuno relajado nos vestimos para ir a comer con Raquel y José Carlos. Habíamos quedado en un argentino de las afueras. Estábamos esperando en la puerta cuando llegó Raquel conduciendo su coche nuevo. Tras saludarnos Rocío dijo a Raquel:

– Que coche te has echado. Me gusta

– Dile a tu maridito que te compre uno – dijo Raquel agarrándola de la mano y entrando al restaurante.

José Carlos y yo quedamos justo a sus espaldas mientras ellas entraban en el restaurante.

– ¿No te vas a cansar de llamarme su maridito? – pregunté haciéndome el enfadado

– Me vas a aguantar hasta que no os caséis.

Rocío y Raquel miraron hacia atrás divertidas y cuando volvieron a girar su cabeza al frente mire a José Carlos y este me hizo un gesto con los hombros como queriendo decir que a el no le mirara que era todo cosa de su mujer. La comida fue muy bien. En el escalafón de parejas Laura y Antonio era con quien mejor sintonía teníamos pues Rocío y Laura eran mejores amigas y Antonio era mi mejor amigo pero justo después tenían que ir José Carlos y Raquel. Raquel era mi mejor amiga, junto con María, y su sintonía con Rocío era especialmente buena. Si le añadimos que con José Carlos yo me llevaba bastante bien conseguíamos una compatibilidad muy alta. Tras la comida fuimos a la casa de ellos a tomar café y pasar la tarde. A las diez, tras una cena ligera que sirvió Raquel, nos fuimos a casa. Acabamos directamente en la cama haciendo el amor y hablando sobre lo pesada que estaba Raquel con lo de que nos casáramos. Tras el polvo y la conversación nos fuimos a dormir.

03. Semana del 19 al 25 de Noviembre

El diecinueve de noviembre tuvimos nuestra reunión mensual. Normalmente hubiera sido el viernes anterior pero no pudo ser pues Mike estaba en Suiza negociando con Alberto los nuevos contratos de la empresa que quería lanzar esa linea de negocios a finales de 2001 o principios de 2002. Octubre fue un gran mes para la empresa de importaciones. No tanto por los números absolutos, beneficios de 100.000 euros cuando ya andábamos casi siempre por encima de los 150.000 sino por volver a los números negros tras el 11-S. El objetivo claro era pasar de 200.000 de beneficios los dos siguientes meses. Noviembre y Diciembre eran generalmente buenos meses para nuestra empresa pues las tiendas y cadenas acumulaban productos extra para las ventas de navidad. Además, los productos para cocinar se venden siempre mejor en invierno, cuando la gente está mas en casa, que en verano. La inmobiliaria por su parte tuvo unos beneficios récord de 66.000 euros y eso nos alegró bastante. Lo mejor es que vimos llegar los primeros clientes de la web que habíamos decidido que nuestra empresa de diseño hiciera para la inmobiliaria. La empresa de diseño seguía en perdidas, era de esperar, y la de restaurantes iba avanzando poco a poco en el desarrollo de nuestros restaurantes. El resto del día de trabajo fue bastante normalito. A las siete me fui a casa he hice la maleta pues al día siguiente salía hacia París con Mike. A las ocho, con la maleta ya terminada me metí a duchar pues Rocío y yo íbamos a salir a cenar para despedirme. Al salir de la ducha vi a Rocío ya vestida y, como tantas veces, me entraron ganas de no ir a cenar y quedarnos en casa haciendo el amor pero había prometido que iríamos a cenar y así fue. Vestía un simple vestido blanco de tejido polo de manga larga. Acompañaban el vestido unas botas, un cinturón y un abrigo de cuero marrón oscuro. Las botas eran planas hasta justo antes de las rodillas. Fuimos a cenar a uno de nuestros restaurantes favoritos del barrio donde el pescado era espectacular. Tan fresco que parecía imposible en una ciudad sin mar pero, lo cierto, es que encontrar buen pescado en Madrid no es tan difícil. Al volver a casa íbamos hablando de que íbamos a hacer en Navidad pero nada mas cerrar la puerta la besé, la cogí en brazos y la llevé a la cama. Ella empezó a reírse mientras la llevaba a la cama. Se agarró a mi cuello mientras enfilábamos el pasillo y me besó. Rompí el beso advirtiéndola que debía ver para no chocarnos con las paredes pero una vez dentro de la habitación se tiró a mis labios con toda la intensidad posible. Yo con poca visibilidad la tumbé sobre la cama sin romper el beso en ningún momento. Mientras la besaba me quitaba los pantalones y calzoncillos quedando desnudo de cintura para abajo. Una vez los pantalones estaban fuera me tumbé sobre ella y empecé a lentamente subir su falda hasta la altura de la cadera donde la falda se encontraba con la tira del tanga. Una vez allí dejé de subir la falda para empezar a bajar el tanga. Necesité de su ayuda para quitarla el tanga completamente y, una vez levantó la pierna, pude hacerlo. Dejé que todo mi peso cayera sobre ella y el beso se volviera aun mas, si acaso era posible, ardiente. Bajé una de mis manos a su entrepierna donde jugó con su clítoris y vulva de manera alternativa. Ella empezó a calentarse mucho y rompió el beso:

– No seas malo, fóllame – dijo

– ¿No te gusta lo que estoy haciendo? - pregunté

– Me encanta pero necesito que me folles ¡ya!

La miré a los ojos, la besé y seguí jugando con mi mano. Ella quería mostrar su disconformidad y me mordió el labio a ver si así dejaba de tocarla y la penetraba de una vez. Con los ojos abiertos la miré mientras seguía con sus dientes en mi labio. Tras un rato mirándonos mientras me mordía volvimos a un beso mas convencional yo empecé a acelerar mi movimiento a lo largo de su vulva. Cada cierto tiempo metía un par de dedos en su coño mientras mi otra mano, que ya estaba por allí acariciaba de vez en cuando su clítoris. En pocos minutos empezó a correrse salvajemente gritando como pocas veces y abandonando por completo el beso. Según vi que se empezaba a calmar tras el orgasmo apunté mi polla a su conejo y empecé a penetrarla sin complejos.

– Ahora si, ¿no? - dijo a medio camino entre la excitación y el enfado

– ¿Quieres que pare? - pregunté

– No, sigue

– Menos mal- dije – No sé si podría, la verdad

Y seguí penetrándola durante unos cuantos minutos. Me sorprendía bastante lo que estaba aguantando ese día pues ya cuando la masturbaba estaba muy caliente. La avisé que me iba a correr.

– Ahora espera

Me sorprendió el tono pues era bastante autoritario.

– No puedo, te lo juro – dije

– Un minuto

Hice todo lo posible por aguantar y mientras la penetraba, y loco de excitación, fui contando los segundos para ver si así conseguía retrasar la corrida ya inminente. Cuando iba por cincuenta dí un último arreón y me corrí en su interior. El tercer y último de los chorros de semen que escupí coincidió con su segunda corrida. Esta hizo que se lanzara a mi boca como una loca y me diera un beso con una pasión desenfrenada. Tras un minuto o dos de beso me desplomé junto a ella en la cama y la sonreí. Nos dedicamos pequeños besos y nos preparamos para irnos a dormir.

El martes me encontré con Mike en el aeropuerto a las nueve para coger el vuelo a París. Facturamos la maleta y pasamos a la sala VIP. No volábamos hasta las once pero nos parecía mas practico reunirnos en la sala VIP que pasar un rato por la oficina. Estuvimos desayunando mientras veíamos las reuniones que teníamos. Ese día teníamos dos y luego miércoles y jueves cuatro reuniones cada día. El viernes salíamos a las doce de la mañana. Así podíamos poner una reunión corta hacia las nueve de la mañana si fuera necesario. Antes de las dos estábamos ya establecidos en nuestra habitación del Westin París que era el hotel al que siempre íbamos en París. Tras dejar todo salimos rápido a las oficinas del primer proovedor que queríamos visitar. El día pasó muy rápido y, tras cenar en el restaurante del hotel, nos fuimos a mi habitación a trabajar un poco antes de descansar de cara a los dos siguiente días.

El miércoles y jueves pasamos todo el día a la carrera de una reunión a otra. Por suerte, tras la última reunión del jueves, que salió muy bien, pudimos comprar regalos para nuestras parejas y no tener que hacerlo el viernes a toda prisa.

El viernes nos levantamos a eso de las nueve y tras desayunar en el hotel hicimos el checkout y nos fuimos al aeropuerto. Nuestro vuelo salía a eso de las doce del mediodía y a las dos estábamos ya en Madrid. Llamé a la oficina para hablar con María y me dijeron que no había ido ese día a trabajar pues se sentía un poco revuelta con el embarazo. Le dije a Mike que iría a verla y le dejé a el en su casa antes de ir en el taxi a la mía. Dejé mi maleta y, en otro taxi, me fui a casa de María a ver que tal estaba. Una vez llegué se puso muy contenta de verme y pasamos al salón donde estuvimos hablando. En principio como amigos pero pronto me acerqué a ella y tras darla un beso en la boca nos sentamos juntos con mi brazo alrededor de su cuello. Ella vestía un precioso pijama de camiseta y pantalón largo. Mi mano alrededor de su cuello estaba tocando su erecto pezón pues debajo de la camiseta no llevaba sujetador. Me dijo que esperara un momento y llamó a su marido. Oí que le preguntaba cuanto iba a tardar y le dijo que las niñas estaban con sus padres. Al colgar me dijo:

– Tenemos como mínimo tres horas

– ¿Tu no estabas revuelta?

– Lo estoy y no puedo tomar medicina. Quizás con la tuya me cures.

– ¿Quieres hacerlo en el salón de tu casa? - dije

– No. Quiero hacerlo en la cama que comparto con mi marido

Me dejó a cuadros pues no esperaba eso de ella.

– ¿Estas segura?

– 100%. Es lo que me queda para demostrarte que soy tuya como dijo Raquel que debía ser.

– Vamos – dije

Y de la mano fuimos a su cama donde, tras desnudarse totalmente, me ayudó a desnudarme. Nos besamos y ella se tumbó en la cama con las piernas abiertas para que me la follara. Y es lo que hice. Sin muchas mas complicaciones. Me subí encima y la penetré. Ella se corrió antes que yo, unos minutos y yo seguí follándola tras su orgasmo hasta que no llegué al mio. Me pareció en ese momento un polvo muy raro. Ella estaba totalmente dedicada a el pero a mi me pareció casi artificial. Tanta sumisión me parecía interesante pero no del todo excitante. Y creo que hacerlo en su cama matrimonial no me entusiasmó. Y tras el polvo así se lo dije:

– Espero que lo hayas disfrutado

– Me ha encantado – dijo

– Porque en tu cama no quiero hacerlo mas. Lo he hecho una vez por ti pero quiero que a partir de ahora no volvamos a hacerlo. Esto debería ser territorio solo para ti y tu marido.

– Creía que te haría ilusión – dijo algo triste

– Me hace mas ilusión que me lo ofrezcas que hacerlo. Quiero que tu vida con Arturo sea perfecta – dije – Y este debería ser un santuario de vosotros dos. Si alguna vez volvemos a hacerlo en tu casa que sea en tu salón. ¿Ok?

– Vale – dijo

Y tras besarnos un rato y asearme me fui a casa para ver a Rocío. Esa noche, al parecer, iba a ser para nosotros dos solos y decidimos quedarnos en casa y encargar algo de comida china a domicilio. Cenamos viendo la tele y antes de dormir hicimos el amor.

El sábado Rocío y yo dormimos hasta tarde y desayunamos ligeros para comer no muy tarde. Tras descansar frente a la tele salimos pues había quedado Rocío con Laura para hacer compras y yo aproveché con Antonio y nos fuimos a dar una vuelta por el centro y hablar de nuestras cosas. A eso de las nueve quedamos con nuestras chicas y nos fuimos al cine y a cenar. Tras una agradable noche de parejitas cada uno se fue a su casa. Ese día estábamos cansados y no hicimos el amor.

Llegó el domingo que era el día de cumpleaños de Manuela. Siempre había tenido muy buena relación con mis exsuegros pero, desde la muerte de Lucía, la hija de ellos, y mis padres, cada vez eran mas como unos nuevos padres para mi. Estábamos invitados a comer y Rocío y yo llegamos como a las doce del mediodía. Junto a nosotros estaban invitados a comer tres parejas muy amigas de ellos. Una de las parejas ya conocía a Rocío pero las otras dos aún no. Cuando estábamos con ellos en el salón hablando sobre nuestras cosas Rocío dijo que siempre se ponía nerviosa cuando conocía nuevos amigos de ellos puesto que la preocupaba que pensaran mal de ella por estar conmigo tan pronto.

– No te preocupes – dijo Manuela – Yo ya llevo un tiempo vendiéndote bien.

– De eso doy fe – dijo Mariano – A veces parece obsesivo

Los tres reímos mientras Manuela miraba con falsa cara de enfado a Mariano.

– Para mi Carlos es como mi hijo y si mi hijo se liga a esta belleza pues tengo que ponerla bien

Los tres volvimos a reír y abandonamos el tema. Poco a poco fueron llegando las tres parejas y si bien en un principio el centro de atención era la cumpleañera pronto pasamos a serlo nosotros. Las dos parejas que no la conocían se interesaron mucho por lo típico, a que se dedicaba, como nos conocimos, esas cosas. Parece que todo fue bien. Cosa que no era difícil. Estamos hablando de parejas de altísimo nivel adquisitivo hablando con una persona que esta acostumbrada a hablar con parejas así. Es mas, se pasa el día hablando con parejas así. La comida fue deliciosa y la sobremesa muy agradable. Según avanzaba la tarde se fueron yendo los invitados quedando solos Rocío y yo junto con mis nuevos padres. Manuela preguntó que íbamos a hacer en Navidad. Yo iba a contestar que no sabíamos puesto que no habíamos hablado de ello. Pero Rocío se me adelantó.

– Pensábamos ir a Cuenca para nochebuena y Navidad y preguntaros si podíamos pasar la nochevieja juntos.

– Estaríamos encantados y os quedáis a dormir en casa y pasamos año nuevo juntos también – dijo Manuela

– Perfecto – dijo Rocío

Y así entre ellas dos ya tenía planes para Navidad. Tras una ligera cena nos fuimos a casa. En el camino la dije que menuda manera de llenarme la agenda.

– ¿Estás enfadado? - dijo ella

– No. Es mas, me parece un buen reparto. Solo que me ha sorprendido como has hablado en nombre de los dos.

– Te compensaré.

Y al llegar a casa doy fe que me compensó. Primero con una mamada y luego me montó hasta dejarme exhausto.

04. Semana del 26 de Noviembre al 2 de Diciembre

El lunes el día fue muy normal. Yo curré hasta algo mas tarde de lo normal, las ocho mas o menos, y llegué a casa a eso de las ocho y cuarto. Con Rocío preparamos una ensalada para cenar. Serían las diez menos cinco o así, pues estábamos esperando a que empezara la película de Canal +, cuando sonó el telefonillo. Fui a ver quien llamaba y era Mike. Le abrí y esperé junto a la puerta a que llegara. Rocío me preguntó desde el salón quien era y se lo dije. Algo preocupada se acercó a la puerta. Cuando llamaron al timbre estaba Mike. Y estaba hecho una mierda. No se exactamente como definirlo pero si bien no mostraba signos exteriores de violencia su mirada era como si le hubieran metido una paliza. Desde luego había llorado. Le dije que pasara y junto a él fuimos Rocío y yo al salón. Mike y yo nos sentamos en el tres piezas y Rocío en el de dos. Y ambos miramos a Mike. No queríamos decir nada. Lo mejor, creíamos, es que nos contara cuando quisiera. Pasarían unos cuatro minutos de tenso silencio hasta que habló Mike:

– Susan me ha dejado

– ¿Que? - pregunté

Y se echó a llorar. Yo le abracé hasta que empezó a calmarse y, aun gimoteando un poco, nos contó algo mas:

– He llegado a casa y he visto mis maletas hechas. Y Susan esperándome en el salón. Me ha dicho que tenía que irme de casa que no podíamos seguir juntos. Que ya no me quería y que estaba enamorada de otro hombre.

Rocío se acercó y agarró una de sus manos para darle algo de comfort.

– Me ha dicho que quiere un divorcio lo más rápido posible. Para empezar ya ha puesto a un abogado a solicitar la separación y económicamente propone que cada uno se quede con su coche, ella se queda con la casa y, a cambio, no toca mi participación en la empresa. Y me lo ha dicho tan fríamente. No se desde cuando llevará con el tío ese – dijo volviendo a echarse a llorar.

– Lo siento tío – dije volviéndole a abrazar.

Rocío seguía junto a el agarrando su mano y dando apoyo moral sin decir nada. Apenas habíamos dicho nada y ya eran las diez y cuarto. Llevábamos unos 20 minutos con el. Tras un rato en el que nadie dijo nada pero se fue calmando dijo:

– Siento haber venido a daros la noche pero sois mis mejores amigos. Exceptuando a la gente del curro el resto de nuestros amigos o eran comunes o eran de ella. Bueno, me voy a ir a buscar un hotel para instalarme. Nos vemos mañana en el trabajo.

– Y una mierda – dije – Tu te quedas aquí lo que sea necesario. ¿Has cenado?

– No – dijo – Y no quiero molestar

– No molestas. Te hago una tortilla francesa – dijo Rocío saliendo hacia la cocina

– Deberíamos decírselo a Raquel – dije

– No quiero molestarla a ella también – dijo

– Mira tío sabes también como yo que si no la llamo ahora mañana nos corta las pelotas a los dos.

Rocío me había oído desde la puerta del salón que conecta con la cocina. La hice un gesto y entendió que debía llamar a Raquel. No paso media hora cuando oímos el telefonillo. Fue Rocío a cogerlo y un par de minutos después estaba entrando Raquel a toda prisa en el salón y abrazó a Mike.

– Lo siento – dijo

– Gracias – dijo Mike – Pero no es necesario que vinieras.

– Quizás no lo sea pero aquí estoy – dijo Raquel

Pasamos con el un rato mas y a las once y media o así se fue Raquel. Rocío mientras le consolábamos le preparó la cama de la habitación de invitados. Algo antes de las doce dijo que le apetecía irse a la cama a descansar un rato.

A la mañana siguiente cuando sonó el despertador, a las siete y media, oí ruido en la cocina. Mientras Rocío se duchaba fui y vi a Mike con la ropa del día anterior. Dijo que iba a ir a su coche que allí tenía las maletas y que había hecho café. Le dí una llave del portal y el piso y me metí a la habitación para prepararme. Cuando me terminé de vestir estaba Rocío tomando café y se oía la ducha del baño de la habitación de invitados. A los diez minutos salió Mike. Rocío le dio un beso y le preguntó que tal estaba. Tras contestar Mike que algo mejor que el día anterior se despidió de mi con un piquito y se fue a trabajar. Mike y yo tomamos un café tranquilamente y, en mi coche, nos fuimos a la oficina. Nada mas llegar parecía que nadie supiera nada. Mike no sabía si se había extendido la noticia como la pólvora. Mike y yo nos dirigimos a mi despacho y pude notar en la cara de María que ella si lo sabía. Por suerte no solo era una secretaria perfecta sino una mejor amiga y no había cotilleado nada. Eso era lo mejor de ella. La hice un gesto para que pasara y una vez dentro se acercó a Mike y le dio un abrazo.

– Cualquier cosa que necesites me la pides, ¿ok? - dijo ella

– Claro, gracias.

Se fue porque supo que era un momento en que debíamos estar solos.

– ¿Y ahora? - dije

– No voy a actuar como si no hubiera pasado nada. Voy a contarlo y me lo quito de encima.

– Vale. Es tu decisión. ¿Lo hacemos en la sala de reuniones?

– Mejor aquí.

– De acuerdo.

Llamé a María y la dije que llamara a Marga, Alberto y la secretaria de Mike. Lo primero era informar a los dos subdirectores de sección y a su secretaria. Luego informaríamos a su equipo. Una vez su equipo estuviera dentro Raquel y María informarían al resto de la empresa. No fue tan doloroso como pudiera parecer y todo el mundo se mostró muy comprensivo. Con eso paso media mañana. Ese día curré todo el día con él codo a codo y me fui por la tarde con el a casa. Esa noche salimos a cenar con Rocío, Raquel y José Carlos. En la cena por primera vez desde la noche del domingo empecé a ver un atisbo del Mike vitalista que yo conocía. Raquel y José Carlos se fueron a casa y nosotros con Mike a la nuestra. Rocío y yo habíamos quedado en no echar un polvo hasta que no se fuera Mike. No nos parecía buena terapia que nos oyera hacer el amor.

El miércoles y jueves ya se le veía mucho mejor. Fue al trabajo por su cuenta, se instaló en su despacho y estaba a pleno rendimiento. No obstante por la noche nos lo llevamos de cena de nuevo pues queríamos tenerle ocupado cuanto mas tiempo mejor.

El fin de semana sería su prueba de fuego. María se ofreció a hacer la cena en su casa ya que ella también quería darle ánimos. Tras el día de trabajo intenso estábamos todos cenando en casa de María. A Mike se le veía bastante bien y nos sorprendió a todos a mitad de cena.

– Mañana necesitaré vuestra ayuda – dijo sin un destinatario en concreto

– Lo que quieras – dijo José Carlos

– Mañana es día uno y me dan las llaves de la casa que he alquilado. Necesitaré comprar sábanas, edredón, vajilla, menaje, televisión y todas esas cosas. Estoy harto de tener a Rocío y Carlos a dos velas por estar yo allí.

– ¿Como? - dije yo haciéndome el tonto

– Que no soy tonto hombre, que se que no lo habéis hecho por respeto a mi. Y por eso os quiero pero necesito independizarme ya – dijo haciéndonos reír a todos

– Yo me alegro por ti – dijo Rocío que estaba de pie ayudando a comer a la hija pequeña de María.

– Yo casi me alegro mas por mi – dije bromeando

Rocío se acercó a Mike y le dio un beso en la mejilla mientras me fusilaba con la mirada

– Mañana hacemos equipos y compramos todo – dijo Rocío – El domingo lo organizamos todo y te puedes ir ese día a dormir por primera vez a tu nueva casa

– De acuerdo – dijo Mike

María se levantó y fue a por papel y empezó a hacer una lista de lo que necesitaría y a repartir el trabajo entre todos. A eso de las doce nos fuimos todos a dormir a nuestras respectivas casas.

El sábado nos levantamos a las nueve y media para ayudar a Mike con su nueva casa. Era un apartamento para ejecutivos con un salón, cocina y un dormitorio. Todo el mundo en ese edificio, cercano al IFEMA, era alquilado. A las once estaba todo el mundo ya en la nueva casa. Incluyendo María que había ido con las niñas y muchos juguetes. Ella coordinaría todo desde allí. Los equipos que quedamos al final fueron: Raquel y Rocío, Mike y yo y Arturo y José Carlos. Fue un día intensivo de compras. El apartamento tenía sofá, mesa de salón, cama y mesilla y cocina con electrodomésticos pero nada mas. Recuerdo que Mike y yo estábamos apurando a las diez de la noche las últimas compras en el Hipercor de el Campo de las Naciones que estaba muy cerca de su nueva casa. Cuando a eso de las diez y cuarto llegamos a la casa ya estaban todos y habíamos conseguido comprar todo. Incluso dejar la nevera con algo de comida. Lo celebramos con unas pizzas y unos refrescos y nos fuimos a dormir. Al día siguiente tocaba organizar todo lo comprado.

El domingo, como el día anterior, nos levantamos a las nueve y media de la mañana y fuimos a la nueva casa de Mike. Ese día María, Arturo y las niñas no irían porque era mucha paliza y mas con María de tres meses. Mejor que descansara. Estuvimos trabajando duramente organizando cosas, conectando la tele y el resto de aparatos que habíamos comprado, haciendo camas, colocando su ropa,... lo normal en estos casos. A mediodía fuimos a comer a un asador cercano pues íbamos muy bien de tiempo y a eso de las nueve y media cenamos algo ligero en casa de Mike con ya todo terminado. A las diez y media nos fuimos todos. No eran aun las once cuando Rocío y yo llegamos a casa. En el ascensor me puse detrás de ella y la abrace con ternura. Iba vestida con unos pantalones rojos de estilo que imitaba a los de montar a caballo, un polo blanco de manga larga y una cazadora y cinturón marrón oscuros. Complementaba su atuendo con sus botas marrones sin tacón. Al salir del ascensor rompí el abrazo para abrir la puerta de casa pero una vez dentro empece a besarla con pasión.

– ¿Una semana sin sexo te pone así? - dijo Rocío

– Como si tu no tuvieras ganas – dije yo mirándola a los ojos

Mantuve la mirada unos segundo, profunda y en absoluta quietud. Y ella se lanzó a besarme. Estaba seguro que ella me necesitaba tanto como yo a ella. Y yo a ella la necesitaba mucho. Nos empezamos a desnudar mutuamente mientras seguíamos con el beso. Ella levantó sus piernas y la ayudé, bastante patosamente, a quitarse la botas. No es fácil hacerlo a la vez que besas a una diosa. Una vez ella tuvo las botas fuera se quitó el pantalón y acabamos en ropa interior en el hall de nuestra casa. La ayudé a quitarse el sujetador y mientras yo la quitaba su tanga ella me quitaba el calzoncillo. La subí en mis brazos camino de nuestra habitación pero de camino vi el salón y se me ocurrió que nunca lo había hecho con ella allí. Eché una ojeada rápida y vi como buenos lugares el sofá y la mesa del ambiente de comedor. En el sofá podría cabalgarme y llevar el control. Decidí que ese día debía llevarlo yo y la tumbé sobre la mesa del comedor y puse su coño justo en el borde de esta. Apunté mi pene a su conejo y empecé a taladrarla con paciencia al principio pero, mas bien rápidamente, pasé a follarla a lo bestia. Ella gemía casi manteniendo con sus cuerdas vocales el ritmo que marcaba mi pelvis. Yo estaba demasiado concentrado como para gemir mucho pero si hacía sonidos relativos al esfuerzo de penetrarla con dureza. Una semana sin sexo significó una cosa. Al poco estaba a punto de correrme. Se lo hice saber y ella me dijo que también estaba a punto. Cuando eché todo mi semen en su interior ella se corrió conmigo. El orgasmo simultaneo fue el final ideal a una semana de abstinencia por amistad.

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