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Mi historia (37: Enero 2004)

en Grandes Series

01. Semana del 5 al 11 de Enero

Me levanté el lunes con las pilas cargadas pero no pude evitar quedarme un rato en la cama pensando en que empezaba un nuevo año. El año anterior me había casado con la mujer de mi vida, Rocío, pero aun así no dejé de mantener relaciones con otras cuatro mujeres. Dos que me importaban, María y Raquel, y dos pasatiempos, Belén y Ana. Una vez me puse en marcha llegué a la oficina y me puse a trabajar de manera normal. Empezaba un nuevo año y teníamos algún proyecto en mente, como abrir oficina en Barcelona y seguir abriendo nuevas tiendas por Madrid y quizás Barcelona. Además íbamos a tener la nueva empresa que compré al padre de María y con el hermano de esta y con ella, o mas bien con Arturo, tendría que buscar una salida a la parte de logística. No podía dormirme en los laureles. Tras pasar todo el día encerrado en la oficina me fui a comer con Raquel y Alberto. La tarde la dediqué a crear una presentación de la empresa que ahora compartía con María y su hermano para presentársela a Enrique, el accionista mayoritario de la empresa que llevaba la logística de todas nuestras empresas. Me escucharía con atención. Pero no porque yo fuera su mejor cliente sino porque a lo largo del tiempo habíamos desarrollado una confianza mutua en nuestras capacidades empresariales. A las seis, aun sin terminar la presentación, me fui corriendo a toda prisa para poder ir a terminar mis compras de Reyes. Llegué a casa tarde, a las diez y pico. Rocío llegó aun mas tarde y cenamos algo antes de cenar e irnos a la cama esperando que llegara el día de Reyes.

La mañana de Reyes nos levantamos pronto con la ilusión de compartir nuestros regalos. Esta vez no habíamos puesto un máximo de regalos y habíamos decidido ponerlos todos bajo el árbol que adornaba nuestro salón. Nos pusimos un café y un poco de roscón y empezamos a abrir nuestros regalos uno a uno. Yo recibí bastante ropa, un monitor nuevo para mi ordenador de casa y una cafetera espresso para la cocina. La verdad es que era, y soy, muy cafetero. A Rocío la regalé ropa, unas botas, un bolso de Loewe y otra joya de la misma colección que su anillo de pedida, mas concretamente un broche. Tras estos regalos nos besamos un rato.

– Yo tengo otro regalo – dijo Rocío rompiendo el beso

De debajo de un cojín del sofá sacó una especie de pequeña cajita empaquetada y me la dio. La abrí mirando sus ojos pues no sabía porque había roto el protocolo. Al abrirlo vi que eran sus píldoras anticonceptivas. Rápidamente entendí que si me las daba es que pensaba que era el momento de empezar a pensar en niños.

– ¿Esto es lo que creo? - dije

– Si no te gusta se pude devolver – dijo sonriendo

Yo no pude hacer otra cosa que echar a reírme por la metáfora de devolver el regalo significando seguir tomándoselas.

– Me encanta el regalo – dije – Pero deberíamos hablar algo sobre su uso.

– Te entiendo – dijo – Mi idea no es ponernos a buscar nada ahora como locos. No creo que debamos estar midiendo mi época mas fértil. Simplemente dejarnos llevar y que llegue por sorpresa. Si dentro de un año o así no me he quedado embarazada ya podemos buscarlo con mas ganas si queremos. Pero no me importaría quedarme embarazada ya.

– Me parece perfecto – dije – Pero mantengámoslo en secreto. No quiero la presión de amigos y familiares si no vamos a buscarlo intensamente.

Ella me abrazo y me besó. Estaba radiante y hubiera estrenado mi regalo en ese momento pero como me dijo después, hasta dentro de un mes no se iba a poder quedar embarazada pues no había dejado de tomarlas aun y, además, teníamos un día largo por delante. Tras terminar nuestro café y el roscón empezó el maratón. Tras ducharnos nos fuimos a mi coche, que ya había sido cargado de regalos el día anterior, y nos dirigimos a casa de Mike y Marga. Su niño aun no tenía un mes pero a mi me hacía ilusión hacerle el primer regalo. Llegamos y nos recibieron con los brazos abiertos. Nos dijeron que el regalo no era necesario pero era solo un detallito. Un chupete con su sujeta chupetes a juego. Una chorradita. Estuvimos con ellos poco mas de una hora y nos fuimos para seguir con la ronda. A comer fuimos a casa de mis padres. A ellos les regalamos un viaje por Ribera del Duero que incluía cinco noches en hoteles de lujo, Spa y visitas a bodegas de vino. A mi me regalaron unos palos de golf para cuando fuera a jugar con mi padre y a Rocío un cuadro de un artista contemporáneo. Me hizo mucha ilusión el regalo. No me gustaba mucho el golf y no me veía jugando solo pero los ratos que pasaba jugando con Mariano, mi nuevo padre, me encantaban. Obviamente no por el deporte sino por lo que nos unía. Tras la comida con ellos tomamos un poco de café y nos despedimos de ellos para ir a nuestra última etapa. Yo quería ir a casa de María y de Raquel pero como el día no daba para tanto quedé con ellas en que se encargaran de visitar a sus familias hasta la tarde y luego, hacia las seis, fuéramos todos a casa de María para celebrar los reyes con las niñas. A las seis y diez llegamos a casa de María llenos de regalos. Para las peques juegos, para Elena ropa y para las madres y los padres un detallito. Eran especiales para mi y además ese día, gracias al regalo especial de Rocío estaba de muy buen humor.

– Hoy estas de mejor humor de lo que es habitual – dijo José Carlos

– Debe ser por los regalos, estar con vosotros, con Mike esta mañana, con mi familia para comer. Estoy contento. No puedo ocultarlo.

Todos se echaron a reír.

– Pareces medio lelo – dijo Raquel – Y quizás por eso te queramos

Y todos se volvieron a reír. De mi. Me daba igual. Estaba en una nube. No había dejado de pensar todo el día en el regalo de Rocío. No voy a negar que me asustó un poco. Pero estando allí, con todas las niñas, el pavor desapareció y empecé a tener casi necesidad de poder tener un hijo con Rocío. Tras merendar todos juntos algo tarde, de tal manera que casi fue una cena, Rocío y yo volvimos a casa. Al llegar al salón hablamos de su regalo y vi que estábamos en la misma página. Ambos lo queríamos pero no era necesario que nos obsesionáramos con ello. Tras un rato charlando vimos una peli. Cuando acabó, de la mano, fuimos a la cama. Ese día Rocío llevaba un vestido azul oscuro muy cortito que llegaba hasta un palmo por encima de las rodillas. Calzaba unas botas marrones oscuras arrugadas y un pañuelo de Hermès en su cuello que se fue quitando de camino a la cama. Una vez en la habitación Rocío se sentó en la cama e hizo que acercara mi cuerpo a la cama para estar junto a ella. Con sus manos en mi cintura me pegó aun mas a la cama y empezó a tocar mi polla sobre el pantalón. Mientras me la tocaba con una mano con la otra se bajó los tirantes de su vestido dejando que este cayera hasta su cintura y descubriendo un precioso sujetador negro. Con su sujetador ya al descubierto me senté en la cama junto a ella y mirándola a los ojos empecé a acariciar sus pechos a la vez que besaba su boca con mucha pasión. Las manos de ella acariciaban mi pelo y uno de mis muslos. Tras un rato besándonos ella, con su mano izquierda, empujó mi cabeza hacia sus pechos e hizo que mi boca empezara a tomar buena cuenta de ellos. Bajé la copa de su sujetador para liberar sus pezones y empecé a chupar sus senos y sus pezones como si me fueran a dar leche. Para estar mas cómodo haciendo esto me arrodillé junto a la cama. Ella gemía y, tras un rato besando y sobando sus tetas, pasé mis manos por la parte inferior de su vestido subiendo este también hasta la cintura. Mientras lo hacía mi boca no dejaba de centrarse en sus senos. Los gemidos de ella eran muy intensos. Tras un pequeño beso en la boca volví a sus tetas y llevé mi mano izquierda a su entrepierna, sobre la braguita. Con mi mano empecé a masturbarla pero pronto lo dejé para incorporarme, darla un beso y, acto seguido, desabrocharme pantalón y calzoncillos y bajarlos hasta mis tobillos. Ella agarró mi polla y tras darla unos besitos empezó a meterse todo lo que podía de ella en la boca. Entre chupada y chupada a veces nos besábamos y otras veces pasaba su lengua por toda su extensión o besaba mis cojones.

– Esta me va a dar un hijo – dijo

– Esperemos – dije yo sonriendo – No me metas mucha presión.

Ella se echó a reír con mi comentario y le dio unas pocas chupadas mas a mi polla antes de tumbarla boca arriba sobre la cama y llevar mi boca a su braguita negra. Estuve besándola sobre esta y luego, con la boca, se la quite agarrándola con los dientes. Mi lengua ocupó el lugar que ocupaban sus braguitas y jugué a darla besitos, mamadas largas y a hacer como si la penetrara con la lengua. Dejé mi boca y puse en su lugar mis dedos mientras subía hasta su boca para besarla con pasión. Tras darla el beso saqué mi dedo de su coñito y rápidamente puse mi polla junto a la entrada de su tesoro para, abriendo sus piernas, empezar a follármela. Sus tetas se bamboleaban ya que mi follada era bastante energética e incluso la cama se movía de un lado para el otro. Yo estaba de rodillas sobre ella y a veces aprovechaba para tocar sus tetas acariciando sus pezones. Ella me sonreía desde su posición cuando a veces bajaba algo ritmo y yo solo de verla volvía a darla mas fuerte. Sus gemidos y los míos se confundían en una sinfonía de placer. La mitad de mi cerebro estaba penen que ambos disfrutáramos de una maravillosa sesión de sexo con amor pero mi otra mitad en lo que estaba pensando era en dejarla embarazada. Aunque yo supiera que eso era ime. Tras un rato follándola así me salí un momento de ella. Instante que Rocío aprovechó para moverse en la cama, ponerse de rodillas y tumbarme a mi en esta. Conmigo tumbado y ella de rodillas me estuvo chupando un poco la polla antes de, mirándome a mi, empezar a cabalgarme. Mientras me cabalgaba ella se volvió muy vocal y empezó a pedirme que la embarazara. Me encantó pensar en ese momento que no era yo el único obsesionado con el tema. Sus continuas peticiones de embarazo me tranquilizaron por un momento pero también me excitaron más de lo normal y noté que estaba a punto de correrme. Para llevar el control la hice bajar de mi y con un movimiento certero la puse a cuatro piernas sobre la cama y, arrodillándome yo tras ella, inserté mi polla en su coño y empecé a taladrarla. Ella gemía como loca y, tras no mas de unos poco minutos, yo me corrí en su interior haciendo que ella, inmediatamente, se corriera conmigo pidiéndome que la embarazara. Ambos caímos rendidos sobre la cama y, desnudos, nos quedamos dormidos.

El miércoles me levanté tras pasar toda la noche soñando con un embarazo de Rocío y el nacimiento de nuestro de hijo. En mi sueño no me quedó claro si era un niño o una niña pues nunca aparecía. Era lo suficientemente inteligente como para saber que tener un hijo era mucha responsabilidad y que conllevaba días sin apenas dormir y muchas preocupaciones pero lo quería. Lo había querido hacía mucho pero no me atrevía a dar el paso. Tuvo que ser Rocío la que diera ese primer paso. Desayunar con María, comer con Mike y Raquel y no poder decirles nada fue duro pero tampoco horrible. Trabajé normalmente hasta las cuatro y media. A esa hora dejé de lado el trabajo normal y llamé a Enrique para quedar a comer con el al día siguiente. Cuando colgué, a pesar de decirle que no se preocupara, me di cuenta que estaba nervioso. Era lógico, eramos su mejor cliente y los temas de negocio no llegaban ya a mi. Ni siquiera muchas veces a Mike. Antes de irme a casa revisé la presentación que tenía lista. Una vez en casa besé a Rocío y nos fuimos juntos a cenar para celebrar nuestra nueva intención. Al volver a casa fuimos directos a la cama. Aun no la dejaría embarazada pero no era razón para dejar de hacerla el amor.

Durante toda la mañana del jueves estuve preparando, con la ayuda de María, la comida que iba a tener ese día, en Txistu, con Enrique. Al llegar al restaurante estaba claramente nervioso. Le saludé y me senté junto a el.

– Ayer te dije que no tenías porque estar nervioso

– Lo se – dijo – Y también se que en los últimos dos años he hablado contigo pocas veces y por cumpleaños o cosas así.

Yo me eché a reír. Echamos un ojo a la carta y, tras pedir la comida, le conté como había comprado la empresa del padre de María y como estaba buscando compradores para la parte de logística. El me comentó que estudiaría los números y que podría estar interesado. Me preguntó cuanto dinero buscaba y yo le dije que no tenía nada pensado, tenía pensado tres millones para ni ganar ni perder pero no se lo iba a decir. Lo que si le dije es que no tenía porque ser una compra. Que aceptaríamos una absorción si la valuación de la empresa nos parecía adecuada. Tras pasar un buen rato hablando de la empresa del padre de María pasamos a hablar de nuestras vidas. No éramos íntimos, el era veinte años mayor que yo, pero siempre habíamos tenido una buena relación profesional y sabíamos mucho de la vida del otro. Cambiamos el postre por un café y a las cinco estaba de vuelta en la oficina. Le conté a María que ya estaba echado el anzuelo y que ahora solo tocaba negociar. Mi intención no era timar a Enrique. De verdad era una empresa que podía encajarle. No sería inteligente venderle un pufo a tu socio mas importante. Llevaba toda nuestra logística y para una empresa cuyas dos principales ramas de negocio son importaciones eso es mucho. Tras salir de currar a las siete me fui a casa a descansar. Rocío y yo cenamos tranquilos en pareja y tras ver una peli y leer un poco fuimos a la cama a hacer el amor antes de dormir.

El viernes teníamos reunión de nueve de la mañana a dos de la tarde programada. Tocaba la reunión mensual pero esta vez además era reunión anual. Durante la primera hora Ana nos presentó los números del mes anterior que, como solía ocurrir en Diciembre, eran buenos. La verdad es que no entramos en muchos detalles ni nos discutimos mucho sobre ellos. Una vez terminada esa parte entramos en materia. Tocaba ver, empresa a empresa, el resumen anual así como un dibujo final de la situación. Para ello Ana se hizo acompañar de uno de sus trabajadores y es que la presentación fue de casi tres horas. Cuando se fueron Ana y su trabajador tocaba evaluar. Todas las empresas ganaban, operativamente, dinero aunque muchas estaban en números rojos debido a las inversiones que estábamos haciendo. En números rojos acabaron nuestra empresa de restaurantes, aunque por poco, así como las tres empresas que lanzamos ese año: las franquicias de ropa de niños, la empresa de telefonía móvil de empresa y la de parques infantiles. En el histórico de las empresas, incluyendo desde su creación hasta el 31 de Diciembre de 2003 solo estaban ganando la de importación de comida, que llevaba acumulados 9 millones de beneficios, y la inmobiliaria y la de diseño que acumulaban beneficios de casi medio millón cada una. El resto de nuestras empresas tenían números rojos desde su creación pero era, principalmente, por las fuertes inversiones. Operativamente todas iban bastante bien aunque la empresa de telefonía móvil no daba la talla. No perdía dinero, una vez quitada la inversión, pero tampoco es que los beneficios fueran escandalosamente buenos. La mejor noticia fue que todas las empresas, menos quizás la de restaurantes pero casi esta también, estarían ganando dinero en un año si dejáramos de invertir. Pero no íbamos a dejar de invertir. Con un beneficio final del año de casi siete millones y medio de euros y un poco mas en caja decidimos que lo suyo era seguir creciendo. Sin locuras pero sin parar.

– Yo no quiero ser el aguafiestas – dijo Mike – pero en 2002 facturamos un 330% mas que en 2001 y ahora en 2003 solo un 173% mas que en 2002.

– Aguafiestas no se – dije – Pero un poco toca huevos si.

Todos se echaron a reír.

– En 2002 compramos una empresa que facturó cuatro millones – continué - Y los beneficios fueron casi nulos. Hemos crecido menos en facturación pero a cambio tenemos unos beneficios de siete millones en vez de unos beneficios de veintiséis mil euros.

– No si eso tienes razón. La pregunta es: ¿queremos beneficios o crecer?

Todos nos quedamos un poco parados. En eso tenía razón no parecíamos tener un objetivo claro.

– Yo creo – dije - que lo suyo es ir poco a poco, creciendo sin locura y teniendo suficientes beneficios como para ir haciendo caja de tal manera que si se da alguna oportunidad tengamos capacidad de abordarla.

– Me parece bien – dijo Mike

Todos votamos a favor. Y ya solo quedaba el reparto de beneficios. Aprobamos el 10% estipulado en los estatutos y eso supondría que yo me llevaría algo mas de 550.000 euros y Mike y Raquel casi cien mil euros cada uno. Me jodía un poco aprobar estos beneficios con María y Alberto que no se llevaban nada pero bueno, la vida en los negocios es así. No eran socios. Dejamos para el lunes la toma de decisiones concretas para el 2004 en una nueva reunión que tendríamos por la mañana. Cuando acabó la reunión eran las dos y cuarto y yo me fui a mi despacho a contestar mails y llamadas antes de irme a por Rocío. A las tres salí escopetado a por Rocío y junto con Diana nos fuimos a Cuenca. Comimos por el camino y llegamos a casa de los padres cerca de las ocho y media. Esa noche cenamos con ellos y charlamos en familia antes de irnos a la cama.

Nos levantamos relativamente pronto el sábado y nos fuimos a dar una vuelta por Cuenca antes de comer. Íbamos Rocío y yo con Diana y no paraba de pensar en como sería ese paseo con un hijo. Tenía ganas de contárselo a Diana o a quien fuera. Me estaba obsesionando. No ayudaba que cada vez que nos cruzáramos con un carrito Rocío me apretara la mano. Tras tomar un aperitivo por Cuenca nos fuimos a casa de los padres a comer. Tras un poco de relax por la tarde con los padres nos vestimos todos para ir a casa de los padres de Mónica, la amiga de Rocío, ya que era el cumpleaños de esta. La fiesta estuvo genial y lo pasamos estupendamente. A mi me gustó especialmente no ver ni un solo niño por los alrededores. Llegamos a casa de los padres a descansar a eso de las tres de la noche.

El domingo no hicimos nada especial. Nos levantamos tarde, comimos con los padres, volvimos a Madrid y dejamos pasar el tiempo antes de irnos a la cama a hacer el amor.

02. Semana del 12 al 18 de Enero

Nada mas llegar a la oficina el lunes ya me estaban esperando todos para reunirnos e ir viendo cuales iban a ser las lineas maestras para ese año.

– Marga quería venir hoy – dijo Mike

– Y obviamente la has obligado a quedarse en casa – dijo Raquel

– Si – dijo Mike - la dije que Carlos se enfadaría si venía.

– Pues claro que me enfado. Dio a luz hace hoy un mes. No la dejo venir ni de coña. Ella es muy importante para esta empresa pero la quiero entera y quiero que vuestro hijo tenga todo. Y ahora necesita a su madre.

– Pues esta cabezona con volver ya – dijo Mike.

– Ya iré yo a hablar con ella – dije – Vamos a lo nuestro

Y sin discutir mas sobre la cabezonería de Marga, que me encantaba que quisiera ayudar pero no era lógico, nos pusimos a ver que debíamos hacer. Decidimos en principio no obligarnos a abrir un número de nuevos negocios sino trabajar mas en los ya establecidos e ir aprovechando aquellas oportunidades que viéramos que se presentaban. Tras ver números y darle muchas vueltas decidimos que ese año abriríamos dos tiendas de moda, una de moda infantil, una de ropa interior, un restaurante, una zapatería y un segundo parque infantil. En cuanto a nuevos negocios por ahora solo nos planteábamos la entrada de la empresa que compraba yo al padre de María y que se integraría en la empresa que dirigía Mike. Lo que si decidimos es que abriríamos una oficina en Barcelona. Principalmente para aglutinar el esfuerzo comercial de las dos empresas de importaciones en Cataluña, Levante y Baleares pero también para liderar la entrada de nuestras tiendas en Barcelona. De ese proyecto nos encargaríamos Alberto y yo. Lo que implicaba que viajaría a Barcelona bastante durante un par de meses al menos. Cuando terminamos de tratar todos los temas era la hora de comer y fuimos todos juntos. Al volver ya cada uno se dedicó a sus asunto. En mi caso contestar mails y llamadas importantes. Al llegar a casa, de bastante buen humor, me llevé a Rocío a cenar para contarla los planes de ese año. Al llegar a casa no iba a desaprovechar mi buen humor y la llevé directamente a la cama para hacerla el amor.

El martes trabajé de una manera mas normal en la oficina tras dos días de reuniones intensivas. A la hora de comer Mike y yo fuimos a su casa para comer con Marga y ver al pequeño. Aproveché el momento de intimidad con ella para hablar de su incorporación al trabajo.

– Yo quiero volver ya – dijo Marga – Tengo responsabilidades. No soy una trabajadora normal.

– Eres madre. Lo has sido hace un mes. No vuelves y punto. - dije

– ¿Entonces tengo que esperar a principios de abril?

– Raquel casi se hizo la baja entera. María siempre lo hizo. Y hemos conseguido sobrevivir a ello – dije

– Vosotros se que sobreviviréis – dijo – Lo que no se es si yo podré. Quiero a mi hijo y me encanta estar con el pero es la empresa de mi marido y pienso que debería estar allí.

Mike me miraba como diciendo que no sabía que hacer.

– Deberías volver en abril – dije – Pero te ofrezco un trato. Vuelves a media jornada el día uno de marzo y luego el día que te correspondería volver entras a jornada completa.

Mike y Marga se miraron un rato.

– Vale – dijo Marga

Yo sonreí y me acerqué a ella para darla un beso en la mejilla.

– ¿Ahora me das de comer? - dije sacando la risa de Mike y Marga

La comida fue agradable y Marga me preguntó por la empresa del padre de María. Era una trabajadora insaciable. Hasta en lo que era mio y no de la empresa, la parte de logística, quería meter mano. Pero no me molestaba. Es mas, me encantaba que fuera tan trabajadora y siempre dispuesta a ayudar. Tras la comida curré un poco y por la tarde Rocío y yo fuimos a cenar con Mónica, Teresa, Pedro y Raúl ya que ese día era el cumpleaños de Mónica. Llegamos a casa tarde y esa noche no hicimos el amor.

Estaba reunido con Ana el miércoles cuando llegó la hora de comer y me dijo que tenía que irse a la casa en la que iba a vivir con Rubén cuando se casaran, ya vivían juntos pero en una de alquiler, pues le llevaban la cama. Me acordé lo bien que lo pasé con Raquel cuando llevaron la mía a mi casa.

– ¿Te acompaño? - dije

– ¿Quieres? - dijo

– Claro

– Pues vayámonos ya

Y así me encontré en un momento, en mi coche, camino de casa de Ana. Poco después de llegar nosotros a su casa llegaron los de la cama y mientras la subían y montaban Ana me enseñaba su piso. Era un piso reformado en la zona de Tetuán mas cercana al paseo de la Castellana. A solo una manzana de la calle Orense. Era un piso grande de cinco habitaciones originalmente que ellos habían convertido en cuatro habitaciones. Lo habían dejado bastante bien. Tras una media hora los operarios de la tienda de muebles se fueron y nosotros nos quedamos en el piso. Nada mas cerrar la puerta Ana se tiró a mis brazos y nos besamos con pasión. Como ya era normal ella vestía muy sexy. Todos los días me recordaba, cuando me la encontraba a solas por la oficina, que se vestía para mi. No la quería pero cada vez me calentaba mas y ella parecía saber perfectamente que es lo que me gustaba en el vestir. Tampoco es que fuera muy difícil. Ese día iba con una falda que llegaba hasta unos centímetros por encima de la rodilla. Completaba su atuendo con una blusa blanca de manga corta y una cazadora de cuero marrón a juego con su cinturón y unas botas hasta casi la rodilla con tacones de ocho centímetros. Sin dejar de besarla fuimos moviéndonos por el pasillo de su casa hasta llegar a la habitación que compartiría con su futuro marido y donde ya se encontraba la cama montada con un colchón encima. El colchón aun tenía el plástico en el que iba empaquetado. Al llegar junto a la cama dejamos de besarnos unos segundos y Ana se mordió el labio inferior con cara picara. Tras ese gesto me hizo sentar sobre la cama y se empezó a desabrochar la blusa hasta que ambos senos, protegidos por un sujetador blanco, estaban libres. Acercó su cuerpo al mio y pegó sus tetas a mi cara. Con mi boca aparté un poco su sujetador y empecé a disfrutar de la dureza de su seno derecho. Tras juguetear un poco con el llevé mi mano a su sujetador y lo terminé de apartar a la vez que desabrochaba del todo su blusa y se la quitaba.

– No me creo que vaya a estrenar mi cama contigo – dijo

– Si quieres nos vamos y esperamos a que la estrenes con Rubén

– ¡Ni de coña! - dijo – Hoy me tiro a mi jefe casado en mi futura cama de buena esposa como que me llamo Ana

Yo sonreí un poco y la besé. Fui bajando mis manos por su espalda muy lentamente hasta llegar a su culo donde dediqué un buen rato a amasarlo mientras no dejábamos de besarnos. Mientras yo jugaba con su culo ella empezó a desabrochar mi camisa poco a poco. Una vez me desabrochó el último botón me la quitó y la tiró junto a su blusa. Separó sus labios de los míos y empezó a bajar lentamente por mi pecho dando besitos y pequeños lametones, sobre todo a mis pezones. Yo mientras acariciaba su cabello, corto como el de un paje de un rey mago y rubio teñido, ya que su culo ya no estaba a mi alcance. Una vez llegó a mi ombligo dejó de besarme y empezó a desabrochar el cinturón que llevaba ese día. Lo desabrochó muy lentamente mientras seguía besando mi abdomen. Ya sin cinturón ella decidió centrarse en mi pantalón y fue desabrochando los botones de mi vaquero uno a uno. Cuando terminó se levantó y tiró de mis vaqueros y mis calzoncillos hasta quitármelos del todo echándose hacia atrás. Me miraba de pie, a unos metros de mi cuerpo, y empezó a levantarse un poco la falda que llevaba ese día aunque sin llegar a enseñarme su braguita. Poco a poco fue acercándose y cuando ya estaba muy cerca se arrodilló y gateó hasta ponerse entre mis rodillas. Me miró un momento, se medio levantó y me dio un piquito en la boca para, inmediatamente, volver a bajar y meter mi polla en su boca. Empezó a chupármela sin dejar de mirarme a los ojos con una cara de vicio absoluta. Yo la sonreía y acariciaba su cabello. Tras un rato chupándomela se levantó y me miro a los ojos.

– Te voy a follar en mi cama – dijo empujándome para que quedara tumbado con mis piernas colgando de la cama

– No suena mal

Sonriéndome metió su mano bajo la falda y empezó a bajarse el tanga que llevaba ese día. Lo movió un poco y me lo tiró a la cara. Yo lo cogí y me lo llevé a mi nariz. Noté que estaba muy mojado.

– Esta empapado – dije

– Está así desde antes de salir de la oficina. Me pone hipercachonda cuando viendo números nuestras piernas rozan. Aunque sea sin querer

Ante eso solo se me ocurrió sonreír. Ella poco a poco a se subió sobre mi y me besó de nuevo en la boca metiendo su lengua en la mía durante un buen rato. Era solo un beso pero estaba consiguiendo excitarnos a ambos. Mientras nos besábamos llevé mis manos a su falda para empezar a subirla hasta la cintura. Una vez la falda estaba en su cintura ella agarró mi pene, aun sin dejar de besarnos, y la llevó hasta su rajita. Yo moví un poco mi cintura y empecé a penetrarla sacando de ella unos primeros gemidos. Mi penetración fue acompañada de movimientos de su cuerpo de tal manera que la penetración era cada vez mas profunda pero siempre sin dejar de besarnos. Nuestra sincronía en la penetración era cada vez mejor aunque nos costaba mucho mantener el beso y a veces nuestra boca se separaba de la del otro. A veces por el movimiento del polvo pero la mayor parte las veces porque uno de los dos tenía que gemir y quería hacerlo al aire y no en la boca del otro. Tras un rato follando ella empezó a gemir cada vez mas y a moverse no ya solo arriba y abajo sino también rotando un poco sus caderas. Ambos estábamos al borde del orgasmo y no tardamos en explotar casi a la vez en un orgasmo espectacular. Mientras nos corríamos nos besábamos siendo ella muy activa con su lengua en el beso. Una vez nos calmamos ella se tumbo junto a mi. Yo la besé en la mejilla y nos sonreímos.

– Hace nada le decía a mis amigas que nunca me tiraría ni a un jefe ni a un hombre casado. Y aquí estoy, estrenando mi cama contigo que eres ambas cosas.

– ¿Y ahora que las dices?

– Ahora digo lo mismo pero cuando lo digo me pongo cachonda pensando en ti – dijo antes de darme un beso.

Ella se levantó y me dio la mano guiándome hasta su cuarto de baño donde ambos nos quitamos la poca ropa que nos quedaba puesta y nos dimos una ducha juntos. Una ducha que al final se alargó bastante pues Ana me hizo una maravillosa mamada echándose el semen por encima de su cuerpo como si fuera gel de baño. Tras terminar la ducha con caricias mutuas nos vestimos y comimos en un restaurante de comida rápida cercano a su casa. Un rato después, tras dejar a Ana en la oficina, me fui a ver a mi asesor financiero para revisar los números del año anterior. Rubén, que había sido mi asesor, iba a ser ascendido a otra oficina y su segunda, Marta, tomaría mi cuenta con la ayuda de otra chica llamada Sofía. Los tres estuvieron en la reunión. Los números fueron muy buenos y con los mas de ocho millones de euros que tenía invertidos conseguí un retorno de un 17%. Resumiendo, unos beneficios de poco mas de un millón de euros. Buenos números pero por desgracia no pude aprovechar toda la subida de la bolsa que osciló entre el 20% y el 50%. Estábamos en posiciones conservadoras por los malos años anteriores en los que había perdido casi setecientos mil euros. Decidimos tomar algo mas de riesgo para el año siguiente y agradecí su trabajo a Rubén. Me despedí de los tres y me fui a celebrar con Rocío. Ella me dijo que la celebración era una tontería pues yo ya sabía los números aproximados pero aun así salimos a cenar, a tomar una copa y, al llegar a casa, echamos un polvo.

El jueves volví a la normalidad en la oficina y lo agradecí. Apenas recibí un par de visitas de María y Alberto para tratar temas poco importantes. Eso me permitió ir cerrando varios temas que tenía abiertos desde hacía unas semanas. Tanto de mi empresa como de las que compartía con mi padre y Javier. A las seis me fui a por Rocío y de allí fuimos a casa de mi padre pues era su cumpleaños. Le entregamos su regalo, un cuadro que eligió Rocío y cenamos con ellos. A eso de las once nos fuimos a casa. Al llegar hicimos el amor pues ese fin de semana iríamos a casa de mis padres y no lo haríamos.

El viernes en la oficina dedique la mitad de mi tiempo a Mike y su equipo, para ver como integrábamos la empresa del padre de María, que aún no era mía, y la otra mitad a responder llamadas y mails. A las tres y cuarto llegó Rocío a mi oficina y nos fuimos juntos a casa de mis padres para pasar con ellos el fin de semana. Esa noche salimos a cenar a un asador de Alcobendas pero, por lo demás, pasamos el tiempo en casa charlando sobre todo tipo de temas.

El sábado Mariano celebraba su 67 cumpleaños e iba a ser una buena fiesta pero mas pequeña e intima que la que celebraron para el 60 cumpleaños de Manuela. En esta ocasión decidimos no invitar a mis amigos pues éramos un grupo grande e inseparable. Si tuviera que invitar a solo una o dos parejas no podría hacerlo. Antes de la fiesta fuimos al club de ellos. Mariano y yo jugamos al golf estrenando mi regalo de reyes mientras Rocío y Manuela se daban un tratamiento de belleza en el Spa. Tras comer en el restaurante del club nos fuimos a la casa para ayudar al servicio y a la empresa de catering contratada con las preparaciones. A las ocho empezaron a llegar los primeros de los cincuenta invitados que esa noche pasarían por casa de mis padres. Rocío conocía a todos y mantuvimos conversaciones bastante interesantes con todos. La cena, tras unos aperitivos servidos por dos camareros, consistía en un bufett frío y otro caliente de muy buena calidad con unas mesas, sin asientos asignados, para poder comer tranquilos. Aunque la mayor parte de la comida era en pequeñas porciones y se podía comer, si se quería, de pie. Tras la cena tuvimos barra libre y un DJ hasta las tres de la mañana cuando se fueron los invitados. No me cuesta reconocerlo, las fiestas de cumpleaños de mis padres era mas espectaculares que las mías. Pero el era un personaje mas social. A mi me gustaba mas sentirme protegido por mi pequeño círculo. Una vez se fue el último invitado y los trabajadores de la empresa de catering nosotros nos fuimos todos a la cama.

El domingo nos levantamos muy tarde. Comimos con mis padres en su casa y pasamos con ellos toda la tarde hasta después de cenar. A eso de las once volvimos a casa y, directos, fuimos a la casa a dormir después de echar un polvo. Estábamos cansados pero yo el lunes salía de viaje a Barcelona.

03. Semana del 19 al 25 de Enero

Alberto y yo salimos pronto hacia Barcelona el lunes. Llegamos a las diez de la mañana al aeropuerto y solo una hora después ya estábamos dejando nuestras maletas en nuestras habitaciones antes de salir a ver la primera oficina. Volveríamos el miércoles a Madrid con una oficina seleccionada para nosotros. Entre todos habíamos decidido que la oficina tenía que ser céntrica pues casi todos nuestros clientes estaban en Barcelona ciudad. No iríamos a las ciudades del extrarradio sino que sería en Barcelona capital y debía tener un mínimo de trescientos metros cuadrados aunque, al principio, solo usaríamos unos cien. El lunes estuvimos viendo oficinas, muchas, en la zona de Ciutat Bella. A las siete volvimos al hotel para darnos una ducha e irnos a cenar los dos con mi amigo Pablo y posible concuñado. Lo pasamos genial pero a las doce nos volvimos al hotel para descansar.

El martes fue igual al lunes, excepto por la cena con Pablo ya que cenamos en el hotel solos Alberto y yo, solo que vimos oficinas en la zona de Eixample. Estuvimos casi diez horas viendo oficinas. Mientras cenábamos decidimos la oficina que contrataríamos. Al final decidimos una de las que habíamos visto ese día y nos fuimos a dormir.

El miércoles informamos a nuestro asesor inmobiliario de nuestra decisión y empezamos los papeleos antes de salir hacia el aeropuerto. Nuestra idea era inaugurar la oficina de Barcelona en abril oficialmente pero ya tener acceso al inmueble en febrero para amueblarlo e ir moviendo a los primeros trabajadores, como muy tarde, en marzo. Llegamos a Madrid a las cinco de la tarde y fuimos directamente a la oficina, donde llegamos media hora después, a enseñarles a Mike, Raquel y María la oficina que habíamos seleccionado. A las seis y media salí a buscar a Rocío para cenar con ella. Tras la cena volvimos a casa e hicimos el amor tranquilamente antes de irnos a dormir.

Por la mañana el jueves tenía muchas llamadas que hacer y emails que contestar. Pero no podía hacerlo pues tenía que ir al notario. Allí me esperaban María, su padre, su hermano y, dando apoyo, Arturo. Primero entré yo con el padre y le compré el 50% de la empresa por dos millones de euros. Una vez salí yo entraron María y su hermano y el padre les dio la mitad del 50% que le quedaba a cada uno. Tras esa firma entré yo y me quedé con la parte comercial y un tercio de la parte logística. María y su hermano tendrían otro tercio cada uno. Al final salimos del notario casi a la una y media y decidimos ir a comer para celebrarlo. Tras la comida María y yo nos fuimos a la oficina donde yo me puse a contestar emails y hacer unas cuantas llamadas. Eran las siete y seguía en la oficina cuando entró María y cerró la puerta con pestillo

– Ahora si que somos socios – dijo ella

– Ahora lo somos ante notario pero tu eres socia de mi vida desde hace mucho – dije sonriendo

– ¡Que tonto! - dijo acercándose a mi – Las niñas están con Mariely. Tengo tiempo para un polvo rápido o una mamada. Tu eliges

– Lo que tu quieras

– Pues mamada que luego tardo menos en asearme.

Y así sin amor y muy directa, algo raro de verdad en María, se arrodilló delante mía y empezó a desabrochar mi pantalón. Cuando ya estaba desabrochado el pantalón levanté un poco el culo de mi butaca para que ella pudiera bajarme el pantalón hasta la rodilla. Mi polla estaba medio erecta pero antes de metérsela en la boca María la debía querer totalmente empalmada pues empezó a pajearme con fuerza. No tardó mas de un par de minutos en tenerla como la quería y, en ese momento, se la llevó a la boca. Fue una mamada muy normal, a ratos con su lengua chupando toda la extensión de mi polla y otros metiéndose toda la polla que podía en su boca. Tras unos minutos me excite mucho y me corrí en ella. Ella se lo tragó todo y esperaba poder follármela pero lo que hizo fue levantarse. Darme un piquito. Darme las gracias e irse. Una vez se fue María yo me asee un poco y me fui a casa a pasar la noche y cenar con Rocío. Y ya en la cama follármela que María me había dejado a medias.

El viernes tras el viaje y el jueves tan liado tenía mucho trabajo en la oficina y pocas ganas de trabajar. Pero al menos tenía que terminar de ponerme al día con emails y llamadas. A las dos y media estaba ya bastante cansado y me fui a casa. Una vez allí comí y me eché una siesta. Cuando me levanté estaba ya Rocío en casa, comida y leyendo un libro. Esa tarde habíamos quedado con Laura y Antonio pero como sabía que yo estaba tan cansado Rocío movió la cita hasta el domingo. Esa noche Rocío y yo la pasamos en casa viendo una peli. Nos fuimos pronto a dormir aunque si echamos un polvo rapidito antes de caer dormidos.

El sábado tras levantarnos no muy tarde y desayunar tranquilamente nos fuimos al chalet del padre de María, en Las Rozas, donde íbamos a disfrutar de una comida con el hermano, María y sus respectivas familias. El padre de María creo que me apreciaba mucho por todo lo que había hecho por su hija pero parecía idolatrarme tras salvar su empresa. Y no me gustaba porque me hacia sentir incomodo y porque se que ellos hubieran hecho lo mismo por mi si hubieran podido. Tras un rato hablando con el empezó a tratarme de manera mas normal y pude relajarme y disfrutar de una maravillosa comida con mi amiga y su familia. Llegamos a casa tarde y fuimos directamente a la cama donde, tras echar un polvo, fuimos a dormir.

El domingo nos levantamos relativamente tarde, a las once y media, pues habíamos quedado con Laura y Antonio para comer a las dos y media y no necesitábamos madrugar mucho. Rocío estuvo trabajando en la habitación en la que yo tenía el ordenador y mis libros, yo lo llamaba el despacho, pues la semana siguiente tenía una reunión muy importante. A las dos salió para ducharse y vestirse a toda prisa para que nos diera tiempo a llegar a la cita con nuestros amigos. Llegamos solo unos minutos tarde al restaurante asiático en el que habíamos quedado para comer. Tras la agradable comida dimos una vuelta por el centro y fuimos a ver una peli. Al final acabamos cenando los cuatro y no llegamos a casa hasta las once de la noche. Estuvimos ocho horas y media con nuestros amigos y se hizo corto. Así de buena era nuestra relación.

04. Semana del 26 de Enero al 1 de Febrero

Nada siquiera medianamente interesante ocurrió el lunes. Día totalmente normal en el trabajo y día normal en casa con Rocío: cena juntos, peli y polvo.

El martes en la oficina se me acumuló el trabajo. Lo mas interesante que ocurrió fue que recibí una llamad de Enrique, el hombre con el que estaba negociando la compra de la empresa que ahora compartía con María y su hermano. Quería quedar a comer al día siguiente y quería que estuvieran presentes María, su hermano y Arturo. Lógicamente acepté. El resto del día fue mas o menos rutinario pero se me echaron las siete y media y seguía en mi despacho. En parte porque tenía mucho trabajo pero también porque Rocío tenía al día siguiente su reunión importante y tenían que estar trabajando hasta tarde. Al parecer iban a intentar que un multimillonario español invirtiera con ellos una parte de su fortuna y Rocío era una de las encargadas de hacer la propuesta junto a otros dos team leaders. Estaba contestando un email cuando entró Raquel.

– Me tienes abandonada – dijo

– O tu a mi

– No se si fue buena idea ponerte a Ana en bandeja. Ahora tengo que compartirte con otra pedorra. A Rocío seguro que no te la follas menos.

– Pues claro que no me la follo menos. Ella es mi esposa y la mujer a la que amo. Ya lo sabes. No me hagas una escena – dije un poco enfadado

– Si en realidad eso me da igual. Me fastidia compartirte con las pedorras.

– ¿Como María? - dije con retintín

– No, imbécil – dijo riendo – María es mi amiga. No me importa compartirte con ella. Me refiero a Ana y a Belén.

Yo me eché a reír mientras ella se pegaba mas a mi.

– ¿Te parece gracioso?

– La verdad es que si – dije – Ambas me las pusiste tu en bandeja.

Ella me miró un momento y se tiró sobre mi para besarme. Nos estuvimos besando un rato bastante largo y mientras nuestras lenguas jugaban yo iba levantando la corta falda negra que llevaba ese día. En cuanto mis manos tocaron su culo desprotegido fueron sus manos las que empezaron a explorar y lo hicieron alrededor de mi cinturón. No tardó nada en desabrocharme el cinturón y menos aun en hacerlo con mi pantalón. Yo jugaba con su tanguita y acariciaba su culo mientras ella sacaba mi polla de la jaula que era mi calzoncillo. Una vez fuera, y todo esto aun sin dejar de besarnos, la acercó a su rajita. Se levantó un poco y ella se dejó caer sobre mi polla. Tras unos instantes ella estaba totalmente insertada y separó su boca de la mía durante un momento.

– ¡Fóllame! - exigió

– A sus ordenes – dije sonriendo

– ¡Venga! Tengo que volver con mi hija tonto

Volvimos a besarnos y yo a mover un poco mi cintura pero el polvo de verdad empezó cuando ella empezó a cabalgar. Nuestros gemidos, controlados para que no fueran muy altos por si alguien volvía a la oficina, eran cada vez mas frecuentes y ya apenas podíamos besarnos. Estuvo saltando sobre mi polla unos diez minutos y en ese momento yo me corrí. Mi tercer y último chorro de semen fue capaz de sacar su orgasmo. Y ya pensaba que no lo conseguiría. Tras un rato mas besándonos ella se fue porque debía volver con su hija. Yo aun trabajé un poco mas y a las nueve me fui a casa a cenar solo. A las once y media me fui a la cama a leer pues Rocío aun no estaba en casa. Llegó a las doce y cuarto de la noche, destrozada, y se metió conmigo en la cama. Pero solo a descansar.

Tras una mañana de reuniones con Alberto me fui con María a comer. Al llegar al restaurante ya nos esperaban su hermano y Arturo. Enrique llegó a los pocos minutos. Enrique nos dijo que la empresa le interesaba. Que al final dependería del precio que buscáramos pero que en principio si le encajaba. No obstante, puesto que la oferta debía incluir trabajo para todos los trabajadores actuales de la empresa, quería conocer a Arturo y el hermano que eran los líderes de esta. Tras la comida María y volvimos a la oficina mientras su hermano y Arturo se fueron con Enrique para que ellos conocieran la empresa y Enrique los conociera a ellos. Yo estaba tranquilo. Eran buena gente e inteligentes. Causarían buena impresión. Tras trabajar hasta las seis en la oficina me fui a casa. Cuando llegó Rocío la pregunté por su reunión.

– Bien – dijo – Pero un poco rara. A veces no se si ser tu mujer es bueno o malo para mi carrera.

– ¿Y eso?

– Ha sido muy raro. Estábamos haciendo la presentación y el cliente no dejaba de mirarme y mirar la tarjeta que le había dado. Una vez estábamos ya mas relajados, en las preguntas, me ha dicho que le sonaba de algo. Yo he dicho que no creía que nos conociéramos de antes.

– ¿Estaba ligando contigo delante de tus compañeros? - dije con una sonrisita

– ¡No tonto! El caso es que hemos seguido un rato hablando de inversiones hasta que me ha interrumpido para preguntarme si era tu mujer. Me ha roto los esquemas. He dicho que si y todos mis compañeros se han quedado mirándome. Yo roja como un tomate y el contándome que había sido cliente de tu padre en un par de asuntos y que aun hablaba mucho con Mariano y que alguna vez me había visto en el club de tus padres con ellos.

– Bueno, no es para tanto.

– No lo es, está claro – dijo ella – Pero de cara a mis compañeros no se si piensan que estoy ahí por ser una niña pija con contactos. Quiero estar donde estoy por mis méritos.

– Y lo estas cariño. Algún compañero celoso pensará eso pero los demás saben que eres mucho mas lista que todos ellos y además muy trabajadora. Si además tienes contactos mejor.

– Seguro que tienes razón pero ha sido raro. Muy raro.

La besé durante un rato para calmarla y al rato ya estaba mas normal. Cenamos hablando de ella y su carrera. Ella entendía que mi matrimonio con ella no podía ser un impedimento para desarrollar su carrera. Si yo tenía contactos debía usarlos y no avergonzarse de ellos. Era mi mujer para lo bueno y para lo malo. La opción de convertirse en un ama de casa de un hombre forrado no es lo que queríamos ninguno de los dos y, por tanto, tendría que aprender a, poco a poco, asumir que nosotros teníamos muchos contactos. Esa noche en nuestra cama, ya mas tranquilos, hicimos el amor.

El jueves me lo pasé entero ayudando a Alberto con la apertura de nuestra primera tienda de ropa interior. La verdad es que lo llevaba muy avanzado. A pesar de la ausencia de Marga lo llevaba muy bien y es que Raquel y María habían ayudado mucho. María, a pesar de tener ya mas responsabilidades seguía poniendo todo lo que podía de su parte. Esa noche la pasé con Rocío en casa y ni si quiera hicimos el amor.

Inaugurábamos el viernes nuestra primera tienda de ropa interior, sin Marga que seguía de baja maternal, y yo me pasé todo el día en el centro comercial coordinando el trabajo de apertura. Abrimos a las diez de la mañana sin ningún problema y me quedé el resto del día ayudando a las trabajadoras de la tienda a atender a las primeras clientas y a hacernos con el programa informático de ventas. A la hora de comer vino Alberto y fuimos a un restaurante cercano donde pudimos hablar un rato. Tras comer tranquilamente volvimos al centro comercial donde seguimos ayudando, aunque cada vez se nos necesitaba menos, hasta que llegaron nuestros amigos y parejas. Una vez llegaron Raquel y María con sus familias y Rocío y Celia, solo faltaba por llegar Mike. A eso de las siete y media vimos como se acercaba Mike empujando el carrito con Marga de su brazo. Yo sonreí al verla.

– No vengo a trabajar – dijo Marga como justificándose – Vengo a pasar la tarde con mis amigos. Que me viene bien salir de casa.

– Me alegro que estés aquí – dije

Marga se fue a la tienda con el resto de las chicas y Elena. A verla y a comprar. Mientras que los chicos, tras verla un poco por encima, nos fuimos a tomar algo a una cafetería del centro comercial con todas las pequeñas. Una vez salieron, cargadas de bolsas, fuimos todos a cenar y luego cada uno se fue a su casa. Nosotros llegamos a la nuestra a eso de las diez y vimos una peli antes de irnos a la cama a hacer el amor y descansar.

El sábado Rocío y yo fuimos a ver a Marga y Mike pues el día anterior habíamos quedado con ellos en que les visitaríamos. Llegamos a su casa a eso de la una de la tarde y comimos con ellos. Me parecía que les estaba dejando un poco de lado pues les visitaba menos que a María y Raquel cuando para mi Mike era igual de importante que ellas dos y Marga también era importante. Lo pasamos muy bien y pudimos hablar como amigos de futuro. Nosotros tuvimos que esquivar un par de veces las preguntas acerca de cuando íbamos a tener hijos. Tras pasar toda la tarde con ellos y cenar algo prontito nos fuimos a casa a descansar y hacer el amor.

El domingo tras levantarnos pronto leímos un poco la prensa dominical y nos fuimos a casa de Raquel para pasar un rato con ella, José Carlos y su hija. Estuvimos menos tiempo que el día anterior con Mike pero fue igual de agradable. Después de comer nos fuimos para dejarlos descansar. Como era pronto nos fuimos a dar una vuelta por el centro de Madrid y a ver una película al cine. Tras la peli cenamos unas tapas y nos fuimos a dar el fin de semana por terminado. Al llegar a casa Rocío y yo no nos quitábamos las manos de encima. Ella vestía con vaqueros azules, un jersey beige y unas botas marrones por encima de los pantalones. Se protegía del frío con un abrigo corto marrón. Antes de llegar al salón ya nos habíamos quitado ambos el abrigo y estábamos en pantalones y jersey. Nada mas entrar al salón la pegué a la pared y nos besamos con fiereza. Durante el beso nos quitamos mutuamente los jerséis y yo quedé con mi camisa blanca y ella con un top blanco con manchas negras. El top era de tirantes y apenas contenía sus senos sin sujetador. Si hubiera sabido que llevaba ese top me la hubiera llevado a casa mucho antes. Nos separamos de la pared y nos acercamos al borde del sofá donde pasé a acariciar su pelo mientras nuestros ojos se posaban los unos en los del otro. Poco a poco nuestras caras se iban juntando como si fuera la primera vez que nos besábamos. Era algo que hacíamos a menudo. Nos gustaba mantener esa magia del primer beso. Una vez nuestras bocas se juntaron sus manos se lanzaron a mi cuello y me juntaban mas a ella mientras que las mías las lance a cada uno de sus tirantes. La retiré estos de sus hombros y sus perfectos pechos quedaron liberados de la poca tela que los cubrían y acabaron pegados a mi pecho pues Rocío seguía pegando mi cuerpo al suyo con sus manos. Tardamos nada en acabar sentados en el sofá, uno junto al otro y con las bocas unidas. Yo estaba perfectamente sentado mientras que ella estaba de costado a mi izquierda, pegando su cuerpo al mio, con su pierna izquierda sobre mi cuerpo. El beso ya era totalmente pasional y sus manos buscaban mi polla por encima de los vaqueros igual que la mía acariciaba su coño sobre el pantalón. Tras un rato besándonos y sobándonos de esa manera ella se subió sobre mi y yo la agarraba del culo mientras alternaba besos a su boca con chupaditas de sus tetas. Ella terminó de quitarse su top y yo empecé a ayudarla a desabrocharse el cinturón y el pantalón intentando, eso si, no dejar de jugar con sus tetas o besarla. Me levanté con ella en volandas una vez se desabrochó el pantalón y tras besarla un rato la posé en el suelo para arrodillarme y bajarla el pantalón y sus braguitas rosa eléctrico hasta donde las botas permitían. En esa posición la hice ponerse recostada sobre el sofá para proceder a chupar su coñito y meterla un par de dedos. Ella se posiciono todo lo bien que pudo y yo empecé a mamarla el coño con toda la maestría que podía. El trabajo de mi lengua en su coño empezó a sacar de ella los primeros gemidos.

– Quítame el pantalón – dijo

Yo la hice caso y primero desabroché lentamente sus botas marrones, estilo campero, acariciando toda la extensión del cuero de estas. Una vez sin las botas me puse tras ella y tiré del vaquero y las braguitas sacando todo completamente y tirándolo junto a su top.

– ¿Contenta? - dije viendo que ya estaba totalmente desnuda

– Mas lo estaré cuando vuelva a notar tu lengua en mi coñito

Yo sonreí y llevé mi lengua a su coñito, como dijo ella, para chupárselo con verdadera pasión. Ella gemía como una loca y yo aproveché la mamada que la daba para ir desabrochando mi propio pantalón. Una vez estuvo desabrochado me separé de ella y me quité el pantalón para terminar acercándome a ella por detrás con mi polla en la mano. Acerqué mi polla a su coñito desde atrás y se la metí muy lentamente, centímetro a centímetro, mientras al oído la decía que la quería y que deseaba ser el padre de sus hijos, que nada me haría mas feliz. Cada vez que mencionaba el tema de dejarla embarazada ella parecía excitarse mas y a mi me fastidiaba un poco que en ese momento aun no la pudiera dejar embarazada. Una vez toda mi polla estuvo en su interior empecé a follarla con mas fuerza mientras ella no dejaba de pedirme que la diera aun mas fuerte. Tras un rato en esa posición me separé un poco de ella y me quité la camisa, la única prenda que me quedaba puesta, y la hice arrodillarse a lo largo del sofá poniéndome yo tras ella. En vez de estar alineados con el sofá ella levantó su pierna que daba hacia la parte exterior del sofá y la puso sobre lamia que estaba apoyada la planta en este. Con esa posición estábamos medio de lado y apoyábamos nuestra espalda sobre el respaldo del sofá. Ella echaba su cuerpo y cabeza hacia atrás permitiéndome que, a la vez que la follaba, pudiera disfrutar de sus besos. Cuando aceleraba mucho el ritmo no podía besarla pero aprovechaba para decirla al oído que la quería en una especie de dialecto que mezclaba el español con mis gemidos. Tras un rato en esa posición me senté en el sofá he hice que ella se sentara sobre mi para lentamente perforarla. Una vez ensartada fue ella la que tomo las riendas de la cabalgada. A veces echaba su cara hacia atrás para besarme en la boca y, en esos momentos, me tocaba a mi ser el que hiciera el esfuerzo de seguir con el polvo. Tras un rato mas cabalgando ella se empezó a correr y unió sus gemidos estruendosos con las contracciones de su coñito. Fue demasiado para mi y acabé corriéndome en ella cuando su orgasmo parecía acabar. Una vez cogí un poco de aire me levanté con ella aun ensartada y desnudos fuimos a la cama donde cerramos la noche con un segundo polvo.

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