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Mi historia (08: Agosto 2001)

en Grandes Series

01. Semana del 6 al 12 de Agosto

El lunes comenzó tranquilo. Agosto por lo general era, y sigue siendo, un mes tranquilo. Mike estaría de vacaciones hasta el día quince y Raquel del veinte al treinta. María la semana del veinte al veintiseis. Os hacéis una idea. Yo no me iría de vacaciones pero solo pasaría un fin de semana en Madrid ya que iría dos fines de semana a Cuenca y uno a Menorca. Estuve trabajando hasta no muy tarde ya que la tranquilidad imperante era totalmente contagiosa. Por la noche Rocío y yo estábamos demasiado cansados como para salir por ahí y decidimos hacer una noche casera de cena ligera, peli en la tele y a la cama a dormir.

El martes fue similar al lunes en cuanto a trabajo se refiere. Si todo el mes de agosto iba a ser así no aguantaría. Estaba harto de viajar tanto, mas bien quería estar con Rocío pero necesitaba algo de acción y contestar a dos emails y no poder hacer reuniones ya que media plantilla estaba de vacaciones no era precisamente acción. A la hora de comer estaba ya harto y me llevé a María y Raquel al VIPS donde hablamos de nuestras vidas y me contaron las vacaciones que tenían previstas. Por la tarde llegué pronto a casa y estuve leyendo una novela en el sofá junto a Rocío. A las nueves salimos a cenar. Entre la monotonía de la semana salió algo interesante. Estábamos a mitad de la cena en el Pinocchio de Eduardo Dato cuando Rocío dijo:

– Hoy pago yo la cena

– Bueno, no se a que viene pero si te apetece no te voy a quitar la ilusión – dije

– Lo que pasa cariño es que estamos viviendo juntos y tu lo pagas todo. Los gastos de casa, las salidas fuera, los viajes, todo. Yo pago mi ropa y a veces ni eso. Como siga así voy a acabar ahorrando mas de lo que tienes en breve.

– Bueno, te llevaría un tiempo supongo. Yo tengo un sueldo decente, sabes que estoy cerca de los seis mil euros netos y mucha pasta ahorrada con una hipoteca enana. Suficiente para pagar lo que estoy pagando. Sabes que no estoy dilapidando mi dinero. Pero si quieres pagar cosas cada cierto tiempo pagalas. Lo cierto es que no se ni cuanto cobras

– Entre fijos e incentivos ando por los dos mil doscientos euros netos

Y casi escupo la cerveza que estaba bebiendo. Pensaba que con su edad y alrededor de un año de experiencia real estaría cobrando menos.

– He de reconocer que es mas de lo que pensaba.

– Piensa que en mi oficina somos la cantera de los que luego llevaran a las grandes fortunas del banco. No somos la banca privada de una oficina de barrio.

– Me sorprende que estés en ese sueldo. Raquel y Mike están en tres mil ochocientos.

– ¿Estas de coña? - dijo ella

– No. Lo juro.

– Sabes que nunca me he metido en las cosas de tu empresa pero ahora lo voy a hacer. Te apoyo en la expansión que estáis teniendo y en abrir nuevas lineas de negocio y nuevas empresas aunque eso signifique verte menos algunas veces pero Mike y Raquel son fundamentales para ti. Deberían estar cobrando lo mismo que tu. Tu ya ganas mas con el crecimiento de la empresa. Cuanto mas crezca mas pasta te llevaras si vendes la parte o el todo. Pero el sueldo refleja trabajo y ellos trabajan tanto como tu.

– Joder – dije impactado – Tienes razón y ni se me había pasado por la cabeza

– Y además – apostilló – deberíais cobrar mucho mas. Para vosotros un bruto de 200.000 euros al año por persona no es escandaloso con la facturación y beneficios que tenéis.

– Lo cierto es que tienes razón. Siempre dijimos que ganaríamos mas dinero con el reparto de beneficios pero si no lo pulimos en crear nuevas empresas no esta llegando. Cuando vuelva Mike hablare con ello de esto. Gracias, de verdad.

– De nada

– Y la cena la pagas tu – dije riendo

Tras la cena volvimos a casa agarrados dando una pequeña vuelta y, nada mas entrar en casa, fuimos al dormitorio donde la hice al amor durante casi dos horas. Este tipo de cosas eran las que mas me impactaban de ella. No es que subiera estar, no es que fuera guapa. Es que era casi perfecta.

El miércoles, en secreto, me pase toda la mañana haciendo números sobre lo que me dijo el día antes Rocío. Mi recién descubierto Perico Grillo. La voz de mi conciencia. Lo cierto es que me cuadraba todo lo que dijo. No me veía subiendo mi sueldo y el de Mike y Susan a doscientos mil brutos en un mes pero de ese momento a finales de 2002 no veía problema alguno. Y desde luego ellos se lo merecían. En esos momentos me preguntaba como no me lo habían pedido ellos. Esa tarde, a las cuatro, me fui de la oficina y pase rápidamente por casa donde recogí a Rocío y nos fuimos, con bañadores incluidos, a casa de Mariano y Manuela. Cuando llegamos pasamos a cambiarnos y en un cuarto de hora estábamos charlando tranquilamente. Manuela y Mariano desde unas butacas y Rocío y yo desde la piscina apoyados en el borde de esta. La conversación como siempre fue muy agradable. En la cena salió que fuéramos los cuatro a Menorca el fin de semana del 24 de Agosto y a ellos les pareció bien. Igualmente quedé con Mariano en que estudiaría unos documentos que me iba a mandar sobre su empresa de importaciones. Al fin y al cabo era el dueño de un 12% de esa empresa. Serían las doce cuando salimos de vuelta a casa no sin antes caer alguna otra indirecta acerca de cuando nos casábamos. Dábamos tal sensación de estabilidad que parecía que a la gente le costaba entender que solo llevábamos poco mas de tres meses juntos.

El jueves trabajé todo el día en los documentos que me envió por email Mariano a primera hora de la mañana. Se trataba de contratos, cuentas y otros documentos de la empresa que debía entender y controlar de cara a la reunión de la empresa que tendría lugar el 18 de Octubre y se preveía movidita. Entre otras cosas tenía que estudiar todos los contratos de no competencia que se habían firmado. Incluyendo el que yo, voluntariamente, firmé antes de ser socio. Fue pesado de verdad pues no llegué a casa hasta las ocho. Rocío estaba ya un poco aburrida de esperar y salimos al cenar. Cenamos rápido para volver a casa donde hicimos el amor tiernamente pues el fin de semana en Cuenca no esperábamos poder hacerlo.

El viernes me fui pronto a la oficina con la maleta en el coche pues ese fin de semana íbamos a Cuenca a ver a los padres de Rocío. Al llegar aun había poca gente currando y estuve contestando mails hasta que llegó Raquel. La llamé y la dije que fuéramos a desayunar al VIPS. Una vez allí estuvimos charlando de como veía ella la empresa y si le parecía bien la estrategia que estábamos tomando de crear nuevas empresas casi a lo loco. Últimamente, mas exactamente desde el martes cuando Rocío me dijo lo que me dijo, me preguntaba si no era demasiado riesgo y esa mañana, no se porque razón, me preocupó que estuviéramos siempre invirtiendo todo lo que teníamos de beneficio. Ella me dijo que al contrario pensaba que, a largo plazo, tener la empresa diversificada nos podría ayudar. Me pareció un punto de vista lógico y que yo ya me había planteado pero que me lo dijera ella me pareció reconfortante. El resto del día, hasta las tres, pasó como un día de curro normal sin muchas reuniones. Trabajo de despacho. A las tres cogí el coche, recogí a Rocío en su oficina y nos fuimos a Cuenca. Al llegar Diana y los padres de Rocío estaban junto a la piscina. El padre dándose un baño y la madre y hermana leyendo en una tumbona. Todos se acercaron para saludarnos y, sin molestarles mas, fuimos a la habitación a dejar las cosas y cambiarnos para unirnos a ellos en la piscina. Tras un chapuzón y algo de charla al fresco entramos a cambiarnos para cenar algo todos juntos. Rocío estuvo contando a sus padres nuestras vacaciones menorquinas y con Diana hablando sobre como era la casa y esas cosas. Tras la cena nos fuimos a cambiar pues Diana había quedado con las amigas de Rocío para tomar unas copas. Al llegar al bar estaban Mónica y Teresa con sus parejas y otra pareja a los que no conocía que eran amigos de Diana. Estuvimos charlando apartados de la pista de baile del pub. Esa noche no aparecieron las famosas víboras y fue todo muy agradable. A la una ya estábamos Rocío y yo destrozados así que nos fuimos a casa a dormir.

Eran las diez de la mañana del sábado cuando sonó la puerta de la habitación de Rocío despertándonos a ambos. Rocío dijo que pasaran. Al segundo se abrió esta y entro Diana que se acercó a la cama. Sin hacer mucho ruido nos dijo que se iba con sus padres a hacer una compra grande y que ella se encargaría de que tardaran mas de hora y media para que "hiciéramos lo que quisiéramos". Los tres nos echamos a reír y ella salió corriendo. Nosotros aprovechamos para mirarnos, sonreírnos y besarnos con ternura. Menos de un par de minutos después oímos arrancar el coche del padre de Rocío. Hasta ese momento solo nos estábamos besando con ternura pero según se oía al coche alejarse nuestros besos se volvían mas intensos. Rompió el beso Rocío y dijo:

– Aun me da un poco de palo hacerlo en casa de mis padres

– No te voy a violar – dije – Pero podemos hacerlo, levantarnos y ventilar la habitación en el tiempo que tenemos

Se lo pareció pensar un rato y como contestación se tiró encima mía y me dio un sensual beso. Yo llevaba un ligero pijama de verano que no podía ocultar mi incipiente erección. Ella llevaba un camisón corto pero nada erótico. Uno suficientemente discreto como para usar en casa de sus padres. Mientras nos besábamos metí mi mano por entre sus piernas buscando su zona mas privada. Ella no puso ninguna objeción a mi ataque tan directo. Posiblemente porque cuanto antes acabáramos antes estaríamos limpiando las pruebas del delito y parecía estar ciertamente preocupada por la posible aparición de sus padres. Cuando llegué a su braguita ella inmediatamente gimió indicando que, con prisa o no, ya estaba lista para empezar el juego. Mi mano apartó la braguita como pudo y cuando el dedo empezó su primera exploración su mano, cual resorte, bajó a tocar mi pene por encima del pantalón corto del pijama. Mi dedo anular de la mano izquierda siguió con su exploración mientras ella hacía lo posible, entre gemido y gemido por bajarme el pantalón y los calzoncillos. Se lo puse un poco difícil para ver como reaccionaba pero note que se ponía algo nerviosa y, como no quería quedarme así, la ayude a, finalmente, quitarme el pantalón. Una vez con el pantalón y calzoncillo tirado por la habitación ella, de un golpe, me quitó la mano de su conejo y, tumbándome boca arriba, se sentó sobre mi. Una vez en esa posición empezó a frotar su entrepierna con mi cuerpo para, unos instantes después, agarrar mi polla con su mano y, con cierta facilidad, apuntarla a su conejo. Una vez la punta de mi pene estuvo dentro de su conejo ella empezó a subir y bajar. Primero lentamente, luego más rápido y luego, de nuevo, mas lento. Ahora ella llevaba la voz cantante. Cuando yo quería rapidez iba lenta, cuando me acostumbraba a la lentitud aceleraba. Creo que me estaba torturando por no dejarla yo bajar rápido mi pantalón. O quizás solo le apetecía cambiar de ritmo cualquiera sabe. Lo único cierto es que ella subía y bajaba al ritmo de sus gemidos. Pronto empece a disfrutarlo con ella y llevé mis manos a sus glúteos ayudándola a mantener el ritmo. Tras unos minutos de cabalgada yo ya estaba a punto de eyacular y se lo hice saber. Ella me miró con cara de vicio y me sonrió. Entre gemido y gemido pude entenderla que aguantara un poco. E hice lo posible. Tres o cuatro minutos después la dije que no podía aguantar más y exploté en su interior. Cuando yo ya creía que ella no se iba a correr, en el que fue mi último escupitajo e semen, ella dio un fuerte alarido y empezó a correrse salvajemente. Tras unos segundos en los que siguió erguida se desplomó sobre mi. Y empezamos a besarnos. Tras un intenso beso ella lo rompió y dijo que espabiláramos para limpiar todo y ventilar. Solo habían pasado cuarenta y cinco minutos. Si Diana mantenía su palabra teníamos 45 minutos. Al final tardaron casi una hora y cuarto y al filo de las doce llegaron a la casa. Nosotros estábamos desayunando y les ayudamos a meter las bolsas y colocar el contenido. Los padres fueron a su habitación ya que iban a ir a la piscina y Diana se nos acercó y nos dijo:

– Espero que aprovecharais

– Anda tonta, vete – dijo Rocío

– Vamos que has aprovechado – dijo yéndose a ponerse el bañador riendo.

Nosotros terminamos de desayunar y fuimos a cambiarnos para unirnos a los demás en la piscina. Esa noche también teníamos reunión de amigos, como me dijo Rocío eran casi todos los fines de semana, pero esta vez era en casa de unos amigos y en vez de barbacoa harían una paella. De gente joven estaban Teresa, Mónica, sus parejas y, de nuevo, las víboras con sus novios. Cuando nos vieron llegar en mi Audi A4 se quedaron un poco raras pues creo que se esperaban algo peor, un Peugeot 206 o algo del estilo. Ante la divertida mirada de las amigas de Rocío saludé a las víboras haciéndome el interesante y sin dejar de mostrar que Rocío era mi diosa. La abrazaba, le daba la mano, en resumen, estaba cariñoso con ella. Volvieron a intentar sonsacarme cosas pero, de nuevo, volví a hacerme el loco. A las dos de la mañana dimos la noche por finalizada y nos volvimos a la casa de los padres de Rocío.

El domingo nos levantamos relativamente tarde e hicimos la maleta para volver a Madrid. Comimos con los padres en un restaurante de las afueras y, directamente desde el restaurante, salimos para Madrid. Al llegar descansamos un poco y salimos a cenar con Laura y Antonio. Tras la cena, paseo, vuelta a casa, polvo y a dormir.

02. Semana del 13 al 19 de Agosto

Como conté Agosto es generalmente un mes tranquilo. Sin embargo lo de la semana del quince ya es espectacular. Vacío absoluto en Madrid, mas de media oficina de vacaciones, casi todos los clientes cerrados y los que no lo están es como si lo estuvieran.

El lunes y martes lo voy a resumir rápido. Trabajo hasta las tres planificando cosas pues no hay día a día alguno y comida con Rocío. Un día fuimos al cine y otro a dar una vuelta por El Retiro. Por las noches cena en casa tranquilos, peli y a dormir. Bueno, para ser justos también hicimos algo distinto el martes. Pasamos un momento por El Corte Inglés de Goya tras salir de El Retiro para comprar el regalo de Antonio pues al día siguiente era su cumpleaños. Le compramos un reloj pues sabíamos que el suyo estaba bastante cascado.

El miércoles día 15 era el día de fiesta y Antonio celebraba su cumpleaños. Lo celebró en un restaurante céntrico con una comida donde fuimos unas veinticinco personas. Yo lo cierto es que conocía a casi todo el mundo de esa fiesta y a los que no conocía yo los conocía Rocío. Lo pasé bastante bien. Todo lo bien que se puede pasar en una comida con veinticinco personas. Tras la comida fuimos a tomar un café a un irlandés y la gente empezó a irse progresivamente hasta que, a eso de las ocho, ya solo quedábamos los mas cercanos. Decidimos ir a seguir un rato mas de juerga a la casa de Antonio y Laura donde estuvimos tomando unas copas y picando algo hasta las diez de la noche. A esa hora Rocío y yo nos fuimos a casa, en taxi, pues al día siguiente tocaba trabajar. Fue llegar a casa y llevarme a Rocío a la cama. Recuerdo la noche perfectamente porque nos acariciamos, besamos... y nos quedamos dormidos. A lo tonto habíamos bebido bastante. Durante un tiempo, en privado, Rocío y yo bromeábamos sobre esa noche.

El jueves era el cumpleaños de José Carlos, el marido de Raquel, y la vuelta de Mike al trabajo. Eran días de reuniones intensas entre los tres, no necesariamente siempre los tres juntos pero parecía que nos turnábamos para reunirnos, porque el viernes era el último día en la oficina de Raquel antes de irse de vacaciones. Con bastante criterio José Carlos decidió celebrar su cumpleaños el domingo. Aun así esa noche quedamos Rocío, Mike, Susan y yo con ellos parece cenar pero la celebración algo mas grande sería el domingo. Su regalo se lo daría el domingo pero ya lo tenía. A José Carlos, como buen hijo de militar, le encantaba la historia bélica y había encontrado en un coleccionista un libro maravilloso que me costó casi 500 euros pero yo creo que valía mucho mas.

Llego el viernes y era el día de la reunión oficial de cada mes. Comentamos como el negocio en los países en los que estábamos ya parecía estabilizado y teníamos que ampliar a otros países. No pensábamos quedarnos quietos. Tras discutir pros y contras de varios países llegamos a la conclusión que lo mejor sería incluir, de una tacada, Austria y Suiza. Teniendo ya controlado Francia, Alemania e Italia parecía un movimiento lógico. Ahora el equipo de Mike debía buscar proovedores adecuados y el de Raquel a que clientes podría interesarle cada producto que importáramos. Tras tratar ese tema fui al tema de los sueldos

– El otro día cenando con Rocío salio el tema de vuestros sueldos – dije

– ¿Y exactamente que comentasteis? - dijo Mike

– Pues me dijo su sueldo y flipe con que estaba cercano, mas bajo pero interesante. Con respecto a los vuestros. Cuando le dije lo que cobrabais me dijo dos cosas. Una que era muy poco si reinvertíamos beneficios como estamos haciendo ahora pues el margen que queda para el reparto anual de dividendos es muy bajo. Y segundo que los tres debíamos cobrar los mismo.

– ¿Eso te dijo? - dijo Raquel

– Básicamente, me dijo que era gilipollas. Y me dio un sueldo bruto que debíamos estar cobrando con nuestra facturación: 200.000 euros anuales brutos.

– ¿Como? - dijo Mike

– Lo que oyes. Sale un neto de algo mas de 8500. Si lo pensáis son un gasto bruto entre los tres de 50.000 euros al mes. Y nuestra empresa da últimamente cerca de 200.000 euros de beneficio. No me parece mucho. He hecho números y me cuadra que cobremos eso. Y también he pensado en ir subiendo sueldos a esa gente que no queremos perder pase lo que pase. Que no queremos que nos la roben. Alberto (subdirector de compras) y Marga (subdirectora comercial), por ejemplo.

– Yo no me voy a quejar porque me subas el sueldo. ¿Pero cual es el plan? - dijo Mike

– Nos subamos el sueldo. Pareces olvidar que esta empresa también es tuya. Mi plan es ir subiendo el sueldo de los tres progresivamente hasta que en Diciembre de 2002 sea el equivalente a esos 200.000 euros brutos. Y subir el sueldo de Alberto y Marga cada seis meses a importes que decidiremos. Que vean actividad en sus remuneraciones ¿Votos a favor?

Y todos votamos a favor. Con eso se acabó la reunión. La oficina estaba ya vacía y Mike se excuso pues tenía prisa. Cuando Mike se fue pasamos a mi oficina Raquel y yo. Una vez dentro Raquel me dijo que se iba por casi dos semanas y quería follar. Lo cierto es que cualquier romanticismo quedó roto en ese momento pero tampoco pasaba nada. Si tocaba follar, tocaba follar. Para hacer el amor ya tenía a Rocío. Ese día iba vestida bastante informalmente con una falda de cuero clara, justo por encima de la rodilla con una camisa vaquera. Calzaba unas sandalias de cuero marrón oscuro a juego con su cinturón del mismo color que estaba dividido en dos tiras y una unión bastante grande. Me acerqué a ella tras su petición y, cogiéndola por las mejillas la besé con ternura. Tras los primeros instantes ella pasó sus manos por mi cuello y me mantuvo unido a ella mientras mis manos intentaban encontrar un camino a su raja. Lo cierto es que al ser la falda de cuero no era fácil introducir la mano estando ambos de pie y a penas conseguía pasar del borde de esta. Tras unos minutos de beso e intentos infructuosos de acceder a su conejo, decidí que tenía que llegar a su preciado tesoro lo antes posible y, para ello la hice en brazos y, cargándola, la llevé a la pequeña mesa de reuniones que teníamos y la subí ahí junto al borde. En esa posición empecé a subirla la falda mientras acariciaba sus muslos. En poco más de dos minutos tenía su falda alrededor de la cintura y nuestras bocas seguían unidas. Era viernes y era tarde. Rocío y yo habíamos quedado para ir a cenar con Laura y Antonio así que no iba a perder mucho el tiempo. Me desabroché el cinturón y pantalón y, sacando mi polla de mi calzoncillo, apunté a su conejo. En un santiamén tenía la punta de mi pene dentro de ella y, agarrándola de sus glúteos empecé a empujar. Es normal intentar acabar lo mas tarde posible pero ese día tenía tres objetivos: que se corriera ella, correrme yo y hacerlo rápido. Para excitarla al máximo empecé a besar sus senos tras abrirla la camisa. Seguí haciendo eso y penetrándola hasta que vi que se excitaba mucho. Yo ya estaba bastante excitado así que seguí follándomela fuertemente hasta que noté que estaba cerca de correrse. En un minuto estaba gritando como loca y yo eyaculando en su coño que me apretaba fuertemente. Me salí de ella, nos besamos, fuimos a limpiarnos y me fui a por Rocío. La recogí en casa y fuimos a buscar a Laura y Antonio con los que tuvimos una buena velada. Por suerte llegamos muy tarde y Rocío no me pidió sexo. No se si hubiera podido hacerlo.

El sábado fuimos a casa de mis ex suegros. En parte por verlos y en parte por usar la piscina pues eran unos días de tremendo calor en Madrid. Estuvimos allí por la mañana hacía las doce y, tras cambiarnos, fuimos los cuatro a la piscina donde hablamos bajo las sombrillas, tomamos el sol y nos bañamos. A las dos y media salimos de la casa pues Rocío y yo íbamos a invitarles a comer por acogernos en su casa ese día. La comida fue en un restaurante de la plaza de la Moraleja donde degustamos una comida sencillamente espectacular. Además no había mucha gente pues ese fin de semana no encuentras gente en casi ningún sitio. Por la tarde volvimos a la casa, tomamos café junto a la piscina y aguantamos en tan agradable lugar hasta el anochecer cuando pasamos a la casa para una cena ligera. Hacía las doce de la noche salimos de su casa para volver a la mía donde, esa noche si, hicimos el amor.

El domingo celebrábamos el cumpleaños de José Carlos, el marido de Raquel. Rocío y yo nos levantamos hacia las once y nos duchamos antes de ir a casa de nuestros amigos para el cumpleaños. Ella se puso un vestido blanco con motivos florales negros y un pequeño cinturón negro. Calzó unos zapatos blancos y negros con una pequeña apertura en la parte delantera y tacón de ocho centímetros. Yo me puse unos chinos con una camisa de Tommy y una americana de un tejido muy ligero. Cogimos un taxi y llegamos a casa de José Carlos y Raquel cuando ya había llegado Mike pero aún faltaban María y Arturo así como otros invitados amigos de ellos. Mantuvimos una animada charla en su salón mientras hacíamos tiempo a la comida. Cuando pasamos al comedor pudimos disfrutar una maravillosa paella que hizo José Carlos. Yo alguna vez le había llamado "el valenciano" pues, si bien él era madrileño, sus paellas eran excepcionalmente buenas. Tras la paella llegaron los cafés y tras los cafés las copas. A lo tonto se hicieron las cinco cuando fuimos al salón a entregar los regalos. Lo cierto es que el libro que le regalamos Rocío y yo triunfo. Más allá que por el precio que representaba en las mentes de todos por lo original del regalo. Yo era de regalar ropa, chorradas tecnológicas y esas cosas. Nadie esperaba una cosa así. Aun menos cuando Rocío comentó que el regalo lo encontré yo. Para que lo creyeran tuve que indicar que no lo busqué sino que estuvo delante mía y lo compré pero que no era una idea preconcebida. Tras los regalos pasamos a unas copas aunque las parejas con hijos decidieron irse con sus niños. Normal. A las diez de la noche decidimos irnos los pocos que quedamos. Serían poco más de las diez y media de la noche cuando Rocío y yo entramos en casa. En el ascensor la besé ardientemente y ella rió diciendo que se veía que tenía el punto de copas justo. Abrazados entramos en casa y, tirando su bolso por el recibidor, la lleve a la cama. No sin antes recibir la correspondiente bronca por tirar el bolso y poder haber roto algo. Mientras ella me reprochaba la brusquedad con el bolso yo la cargué en mis brazos y la lleve a la cama donde con dulzura la dejé caer sobre la cama cayendo yo encima. Puse mis piernas alrededor de las suyas y la besé con dulzura mientras me quitaba la americana. Una vez la americana estaba fuera pasé a besar su cuello mientras metía sus manos dentro de su vestido. Una vez llegué hasta su cintura levanté sus glúteos y empujé su vestido hasta por encima de la cintura. Una vez pasó la cintura me dejé caer sobre ella y seguí besándola con pasión. Al poco rato noté como ella buscaba mi cinturón. Señal inequívoca de que ya estaba lista. Yo estaba ya muy caliente por lo tanto decidí no ponérselo difícil y la ayudé en la tarea de bajar mis pantalones. Una vez con ellos fuera seguí besándola a la vez que, con mi mano derecha, acercaba mi pene a su raja. Una vez allí moví mi pene a lo largo de su raja hasta que ella me pidió que la follara. Como dije, no estaba por jugar e hice lo que me pedía taladrándola durante unos cuantos minutos. Ella se corrió gritando como loca y, tras un par de minutos penetrándola después de su orgasmo, me corrí en su interior. Tras el maravilloso orgasmo me eché a un lado y, tocando su preciosa cara, procedía a besarla con dulzura. Nos miramos, nos volvimos a besar y, tras abrazarnos, caímos en los brazos de Morfeo.

03. Semana del 20 al 26 de Agosto

Esa semana no estaba Raquel pero además estaba sin María y una de las chicas de recepción la sustituyo.

El lunes y martes decidí que era el momento de repasar números de lo que iba de año. El lunes lo dedique a la empresa de importaciones y el martes a las nuevas empresas. Mi intención era intentar encontrar formas de recortar gastos sin perjudicar los ingresos. Ambos días, tras trabajar toda la mañana, nos íbamos Mike y yo a comentar en algún restaurante las cosas que había apreciado a ver si el también opinaba que eran mejorables esos aspectos.

El miércoles me centré en contestar aquellas cuestiones que se habían ido creando durante los dos días en los que me centré en el seguimiento de nuestras empresas. Siendo Agosto no teníamos muchas cosas pendientes así que a las doce estaba ya todo terminado. Aproveché para buscar información acerca del negocio de las franquicias de restauración, y de las franquicias en general. Igualmente empecé a hojear unos libros que había comprado María tras indicación mía. Cuando me dieron las dos salí corriendo de la oficina a casa para coger el coche e ir a buscar a Rocío a su oficina. Esos días, como estaba seguro que no iba a tener reuniones de ningún tipo, estaba yendo a trabajar andando y me estaba gustando la experiencia pues mi casa distaba no más de quince minutos de agradable paseo. Una vez recogí a Rocío partimos hacia casa de mis Mariano y Manuela pues habíamos quedado para, con la excusa de preparar el viaje de ese fin de semana, pasar la tarde juntos y cenar en su precioso chalet de La Moraleja. Al llegar bajamos nuestra bolsa con los trastos de la piscina y fuimos hacia esta a saludarles pues ya estaban allí. Manuela tomando el sol y Mariano leyendo unos informes. Tras saludarles fuimos a cambiarnos y pronto nos encontrábamos en la piscina disfrutando de la calidez del agua. Tras el baño Rocío hablaba con Manuela mientras tomaban el sol. Yo comentaba con Mariano temas de las empresas y aproveché para contarle lo de los restaurantes. Nos dijo que estábamos locos en el buen sentido de la palabra y que debíamos estar preparados para que alguna de las empresas que creábamos de forma casi compulsiva fuera mal o, en el mejor de los casos, no tan bien. Le comenté que eso era evidente y que, por eso, intentábamos no endeudarnos y solo tirábamos de recursos propios. Tras las respectivas charlas pasamos a cenar donde comentamos como íbamos a quedar el viernes para ir a Menorca. Tras un rico helado al fresco del jardín Rocío y yo nos fuimos pues al día siguiente teníamos que trabajar. Cuando llegamos a casa teníamos ambos ganas de juerga y empezamos a besarnos pero era tan tarde, casi las dos, que decidimos dejarlo para el día siguiente.

El jueves fue un monótono día de curro. Mike y su equipo me pasaron tres hojas excel, la segunda de Raquel otro y la chica que sustituía a María me dio tres contratos para firmar. Y como tengo la, buena, manía de leerme los contratos antes de firmarlos se me hizo el día bastante aburrido. A las dos aun quedaba una hora para que casi todos los trabajadores se fueran Mike y yo nos fuimos comer y hablar sobre la empresa y sobre nosotros mismos. Estuvimos un buen rato y cuando terminamos de comer me fui para casa. Al llegar ya estaba Rocío a la que besé con pasión. Me dijo que esa noche tendríamos fiesta pero que quería salir a cenar y hacerlo después. No me pareció mal así que me cambie y me puse a revisar unos papeles que me había dado Mike en la comida. A las ocho y media Rocío dijo que se iba a duchar y empecé a terminar mi lectura de los documentos de Mike para ducharme inmediatamente después de que ella saliera. Cuando ella salió de la ducha con la toalla alrededor de su cuerpo entré yo a ducharme. Tras la ducha y perfumado pasé al vestidor donde cogí un polo verde pistacho y me puse unos pantalones chinos y unos zapatos saliendo a la habitación. Allí vi a Rocío con su figura de escándalo. Llevaba un simple vestido de tejido polo de Ralph Lauren. Una ropa muy normalita pero en su cuerpo y con tacones de seis centímetros se convertía en ropa sexy y elegante. Me acerqué a ella y la di un beso en la mejilla, cerca de la oreja. Inmediatamente después me acerqué a su oído y la susurre:

– Porque tengo hambre que si no... iba a otro a cenar

– Calla tonto que voy de lo mas normalita

– Ese es el problema. Tu normalita eres como otra arreglada.

Me sonrió, me dio un pico en la boca y nos fuimos a cenar. Cenamos en un chino del barrio y, tras una pequeña vuelta a las once de la noche estábamos en casa camino de la habitación. Llegamos al borde de la cama y ella hizo ademán de ir a tumbarse pero se lo impedí manteniéndola de pie y besándola en la boca. Ella llevó sus manos a mi cuello mientras yo recorría toda su espalda con mis manos. Jugaba a acercarme a su culo y, una vez lo rozaba, apartar las manos de él. Tras un rato con ese juego lleve mis manos a lo largo de todo el vestido hasta el final de este y, levantándolo, toque las tiras de su tanga. Una vez en esa posición empece a bajarlas lentamente mientras me agachaba. Con el objetivo de no dejar el beso ella se agachaba conmigo. Una vez su tanga estaba fuera lo tiré a la cama y, con su ayuda, pasé a quitarme los pantalones y calzoncillos. Estando yo desnudo de cintura para abajo y ella sin tanga y con el vestido en la cintura, volví a besarla y, agarrándola de sus glúteos la subí hasta que estaba algo por encima de mi pene y la deje caer sobre el haciendo que mi polla perforara su coño. Ella intuyo que es lo que yo quería hacer y puso de su parte. Una vez estaba dentro de ella se agarró fuerte a mi cuello, paso sus piernas alrededor de mi cuerpo y me beso con pasión. Yo respondí al beso al tiempo que, con mis manos y balanceando el cuerpo, hacía que ella subiera y bajara de mi pene. Más bien que entrara y saliera. Fue una experiencia increíble al principio. Los diez primeros minutos fueron geniales pero me di cuenta tras estos que cansaba más que hacer lo mismo en el agua. Era lógico. Para poder seguir así la acerqué lentamente a una cómoda que teníamos en la habitación e hice que, sobre ella, reposaran sus nalgas para seguir taladrándola. Ella poco después de apoyarla acabó en un maravilloso orgasmo. Yo aún tenía para un rato pues estaba mas pendiente de mantenerme en pie sin caernos que de disfrutar pero desde que la había apoyado me iba excitando por momentos. Tras su orgasmos seguí taladrándola y ella me pedía mas. Desgraciadamente no tenía mucho más y a los pocos minutos me corrí. Sorpresivamente, cuando ya casi no estaba haciendo fuerza un último chorro de semen acompañado de un movimiento muy profundo la hizo correrse y acabó en un grito tremendo. Tras salirme delicadamente nos besamos y la baje con dulzura al suelo. Nos sonreímos y pasamos a asearnos para irnos a dormir pues, al día siguiente, teníamos trabajo y, por la tarde, volábamos a Menorca con Mariano y Manuela.

El viernes al llegar a la oficina estuve mirando un par de temas importantes con Mike y luego contesté todos los temas que tenía pendientes. A las dos y cuarto cogí un taxi y, tras pasar por la oficina de Rocío, fuimos al aeropuerto. Al llegar a las taquillas de facturación ya nos estaban esperando Mariano y Manuela. Los cuatro cogimos nuestros asientos y fuimos directamente hacia la puerta de embarque pues no teníamos mucho tiempo hasta el despegue del avión. Una vez en el aeropuerto cogimos el coche de alquiler y fuimos a la casa llegando a las seis. Nos instalamos en nuestras respectivas habitaciones y bajamos a la playa. Recibimos el saludo de algunos amigos que se interesaron por mis ex suegros cuando les vieron. Unos buenos amigos de mis padres dijeron "que era genial que se llevaran tan bien con mi nueva novia". Era normal que la gente se extrañara pero Manuela fue rápida y contestó que era imposible no llevarse bien con Rocío. A las diez nos fuimos a la casa de nuevo y tras cenar y charlar nos fuimos a la cama. Ese día no hubo sexo, estábamos demasiado cortados.

El sábado estuvimos de por la mañana de turismo y por la tarde en la playa. No paso nada especial. Podíamos haber salido de juerga con mis amigos pero no lo hicimos pues ambos queríamos quedarnos a hablar con Manuela y Mariano para que Rocío siguiera conociéndolos.

El domingo fuimos a la playa por la mañana y, después de una comida ligera, fuimos al aeropuerto para volver a Madrid. A las ocho estábamos en casa, salimos a cenar y, tras un polvo rutinario, nos fuimos a la cama.

04. Semana del 27 de Agosto al 2 de Septiembre

El lunes en la oficina ya estaba de vuelta María. Raquel no volvería hasta el día treinta. Ese lunes ya se notó bastante mas actividad en la oficina. Más de la mitad de la gente que estaba de vacaciones había vuelto y el nivel de actividad y de llamadas se multiplicó. El ambiente frenético me contagió y estuve viendo todo tipo de números, consultando con los segundos de Mike y Raquel y empapándome sobre los negocios nuevos en los que nos estábamos metiendo. Antes de que se fuera María a casa a las tres la pedí que me subiera un sándwich de un restaurante cercano y seguí trabajando. Cuando me lo trajo me lo comí mientras la preguntaba acerca de sus vacaciones. Tras irse seguí trabajando gracias al subidón que me lleve esa mañana tras un par de semanas de tranquilidad. A las siete me llamó Rocío para decirme que había quedado a cenar con Laura y Antonio y preguntarme si iba a tardar mucho. La dije que salía ya que se me había pasado el tiempo. Cuando llegué me metí en la ducha mientras la contaba, emocionado, el subidón de adrenalina trabajando ese día. Me gustaba estar duchándome y poder compartir con alguien mi día. Me vestí rápido y cogimos mi coche para ir a cenar. La cena fue agradable. Me alegraba ver como Antonio, un gran amigo mio que nunca había tenido suerte encontrando una chica para formalizarse, hubiera encontrado a Laura. Y aun mas me alegraba que ellas fueran mejores amigas. Tras cenar nos fuimos a tomar una copa en una terraza del Barrio de Salamanca y luego a la cama. Esa noche hicimos el amor durante casi una hora. Quizás gastando yo parte de la adrenalina que había generado ese día en el trabajo.

El martes llegué a la oficina con parte del subidón del día anterior. A las once estuve con Mike mirando nuevos proovedores y pensando en posibles futuros países a los que expandir nuestro negocio de importaciones. Fuimos a comer juntos a las dos y hablamos sobre como empezamos seis personas a mediados de 1999 y ahora, solo dos años después eramos 16 y pensando en contratar mas gente. Por no hablar de las nueva empresa que habíamos creado, la que estábamos creando y la inmobiliaria en la que participábamos. A las cuatro terminamos de comer y fui a la oficina. No creía que hubiera nadie pero llamé a María al móvil para ver si estaba allí. Me dijo que se había ido hacía un rato y que cuando se fue ya casi no quedaba nadie. Me metí en la oficina y revisé unas hojas excel que me había mandado Marga, la número dos de Raquel, mientras estaba comiendo. Eran estimaciones de ventas de Agosto a unos días del final del mes. No eran números buenos pero es que en agosto nunca lo eran. Al menos parecía que no íbamos a perder mucho dinero ese mes. Estaba estudiando las cifras cliente a cliente para ver si encontraba algo raro cuando entró María. Llevaba un vestido color khaki como de safari con un cinturón de tela del mismo color. Lleva reloj en la muñeca izquierda y unas pulseras plateadas en la muñeca derecha. En sus pies llevaba unas sandalias de cuña de esparto con las tiras de cuero marrón. Se acercó a mi y me beso en la boca girando mi silla y, a la vez, subiéndose en ella.

– Estamos solos – dijo

– Y eso es genial, ¿verdad?

– Si. Porque hace mucho que no lo hacemos y tengo ganas de sentirte dentro. Debes ser el único jefe del mundo con una secretaria dispuesta que no se la folla una vez a la semana.

– Vaya, no esperaba oírte decir la palabra follar en mi vida. No te follo como dices tu porque además de ser mi secretaria amorosa eres una de mis mejores amigas. Y no voy a usarte como otros usan a sus secretarias.

Tras decir eso se lanzó a besarme y me dijo que me quería. Yo llevé mis manos al lateral de sus muslos y empecé a subir la falda de su vestido hasta llegar al costado de sus bragas que empecé a bajar. Cuando estaban a la altura de sus muslos la hice levantar y, tras agacharme, la saque las bragas del todo. Me levanté y la besé con rudeza respondiendo ella con pasión. Primero llevando sus manos a mi cuello y, posteriormente, a mi cinturón. Ella desabrochaba mi cinturón mientras yo jugaba con mis manos por el interior de su falda. Cuando tenía mi cinturón desabrochado se centró en mis pantalones y los bajo sacando yo mis piernas de ellos como pude pero sin romper el beso. Tras un rato besándonos la agarré por el culo y la levanté. Apunté mi polla a su coño e hice que, poco a poco, fuera penetrándola. No me sentía con fuerzas para hacerlo de pie mucho tiempo así que en esa posición, totalmente penetrada y con ella pidiéndome, ahogadamente, que la follara, la lleve a la mesa de reuniones que tenía en mi despacho tumbándola en ella. Una vez allí la penetré con dureza e intercalaba los besos a su boca con los besos a sus senos. Ella estaba especialmente excitada y me pedía mas. Se corrió como mínimo dos veces antes de explotar en el interior de su coño. Momento en el que se volvió a correr. Me quedé un rato con mi pene dentro de ella y la besé un rato. La levanté y tras besarla recogió su braguita del suelo y me dijo que se iba a asear. Tras unos cinco o diez minutos vino a besarme y me dijo que se iba con sus hijas. Eran las cinco y cuarto y decidí volver a casa donde estaba ya Rocío y pasamos una tarde y noche caseras culminada con un polvo rutinario.

El miércoles pasó rápido en el trabajo. Lo único poco especial fue que visite a Laura para ver mis inversiones y cenamos con Mike y Susan tras el cual echamos un polvo rutinario antes de irnos a la cama.

El jueves llegó Raquel y aprovechamos para reunirnos los tres casi todo el día. Esa noche cenamos Rocío y yo con Mariano y Manuela. Esta vez en nuestro piso. Lo pasamos muy bien y, cuando se fueron eran ya la una y media de la mañana así que nos fuimos directamente a dormir.

El viernes por la mañana nos reunimos Mike, Raquel y yo para tomar las primeras decisiones en cuanto a los restaurantes que íbamos a montar. Desde el principio pusimos el foco en nuevos centros comerciales y empresas de comida casual o fast food. Esta empresa nacía con vocación de tener varios restaurantes aunque empezaría con solo uno. Aun así la estructura estaría desde el principio con un Director General de la empresa, un director de expansión y marketing y dos personas para contabilidad, recursos humanos y esas cosas. No conocíamos mucha gente en el sector pero tiraríamos de contactos y de un head hunter para los dos puestos de responsabilidad. Para los otros puestos dejaríamos a los que contratáramos hacer la búsqueda. Igualmente en ellos recaería hacer la búsqueda de los empleados del primer restaurante para el que teníamos dos posibles localizaciones y tres enseñas a considerar. Con los elegidos tomaríamos una decisión final. Tras la reunión me fui a buscar a Rocío al trabajo para ir a casa de sus padres en Cuenca a pasar el fin de semana. Esa noche cenamos en familia con Diana y los padres y, tras algo de charla hasta las dos de la mañana, nos fuimos a la cama pues ambos estábamos cansados.

El sábado nos levantamos pronto y fuimos a comprar ingredientes para una paella que íbamos a hacer en casa de los padres de Rocío. Ya conocía a casi todos, si no todos, los amigos tanto de las Rocío y Diana como de sus padres. Del hermano me faltaría alguno casi seguro. Sin embargo, no conocía a nadie de la familia de Rocío ya que no vivían en Cuenca. Aprovechando que ese fin de semana estaba yo en Cuenca vino la familia de la madre a comer. Serían las doce cuando llego el hermano de Rocío y su mujer y, una hora después, llegó la familia de la madre, todos los cuales vivían en Toledo. La madre tenía dos hermanos Mercedes, menor que ella y Antonio, mayor que ella. El marido de Mercedes se llamaba Juan y tenían dos hijas: Marta, que en ese momento tenía 22 y Esther que tenía 18. Antonio estaba casado con Isabel y tenían un hijo Roberto que tenía en esos momentos 31 años y una hija, María de 29. Roberto vino con su novia, Irene, con la que se iba a casar el 1 de Junio del año siguiente. Marta y María tenían novio pero no los trajeron pues no estaban las relaciones tan formalizadas. Mientras el padre de Rocío preparaba el fuego para la paella con su hijo yo contaba a la familia de la madre como nos habíamos conocido mientras tomábamos unas cervezas y unos aperitivos. Les conté lo de la muerte de mi padre y como lleve mi dinero a la oficina de Antonio que era mi mejor amigo y ella resultó ser mi gestora y como poco a poco nos enamoramos.

– No tan poco a poco – dijo Diana

– Bueno, pudo ser un flechazo – dije mirándola a los ojos dejándola saber que me estaba poniendo en un aprieto – Pero soy demasiado racional como para creer en flechazos.

– Fue un flechazo cariño – dijo Rocío antes de darme un beso en la mejilla y levantarse para ver como iba la paella.

– Bueno, fue un flechazo – dije

Todos rieron y seguí hablando. Me preguntaron a que me dedicaba y dije que tenía una empresa de dieciseis trabajadores que se dedicaba a la importación de comida.

– No tienes que ser tan modesto – dijo Rocío que ya había vuelto de ver como iba el fuego - ¿Sabéis lo que ocurre? No quería al principio que algunos conocidos supieran mucho de su vida porque las habladurías en Cuenca por la noche pueden llevar a que se diga cualquier burrada. Así que la historia real la saben mis mejores amigas y ellas controlan la historia. El resto saben a que se dedica sin detalles.

– Bueno – dije yo – Pues nada. Tengo una empresa de importaciones que facturó el año pasado dos millones y medio de euros. Cifra que a estas alturas del año ya hemos superado. Además tengo una empresa de diseño web que hemos creado este año y facturará unos ciento cincuenta mil euros y participaciones en una inmobiliaria que facturara algo menos de un millón de euros. Por otro lado de mi padre herede participaciones en su despacho de abogados y en una empresa de importaciones textiles.

Tras soltar la retahíla de mis empresas me sentí raro pues yo no era de contar esas cosas. No me gustaba que la gente supiera que estaba podrido de pasta. Aun siendo pijito me gustaba pasar medianamente desapercibido. Todos se me habían quedado mirando y nadie decía nada así que miré a Rocío y dije:

– ¿Así mejor?

Esto sirvió para romper el momento tenso y todos rieron. Mercedes me dijo que ella ya sabía, sin detalles, que era un empresario exitoso pues se lo había dicho su hermana y a los primos se lo habían dicho, con mas o menos detalle o bien Rocío o una de sus hermanas. El único que no sabía mucho era el tío de Rocío. A la hora la paella estaba lista y la comimos toda la familia juntos. Tras comer nos separamos en padres y primos. Nosotros estuvimos alrededor de la piscina aprovechando para darnos un bañito. Hacia las diez de la noche, tras haber cenado algo ligero, todos se fueron de vuelta para Toledo. Diana dijo que saliéramos pero a Rocío no le apetecía mucho y por tanto llamó a algunos amigos para tomar unas copas en casa de sus padres. Llegaron hacia las once y media y a las dos o tres de la mañana nos fuimos a la cama. Abrazados nos dormimos.

El domingo dormimos hasta muy tarde, casi la una y media y apenas tuvimos tiempo para hacer la maleta y salir a comer. Una vez en el restaurante donde comimos con los padres reímos recordando el episodio del día anterior con el padre de Rocío diciendo que siempre se perdía lo peor. Tras la comida nos volvimos a Madrid esta vez acompañados de Diana ya que volvía para prepararse de cara al comienzo de la universidad. La dejamos en su casa, nos despedimos de ella y volvimos a casa donde echamos un polvo maravilloso para compensar los dos días sin sexo que llevábamos.

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