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Mi historia (09: Septiembre 2001)

en Grandes Series

01. Semana del 3 al 9 de Septiembre

El despertador interrumpió un sueño que no era la primera vez que tenía. Mi boda con Rocío. No me impresionaba pero me sorprendía que no hubiera tenido ese sueño con Lucia. En todo caso no le dí mayor importancia y, cuando salió Rocío de la ducha me metí yo. Esa semana era Mike el que estaba de vacaciones. Al llegar a la oficina Raquel me estaba esperando con los números de facturación de agosto algo preocupada. Habíamos facturado menos de doscientos cincuenta mil euros y eso la preocupaba pues en Junio y Julio habíamos pasado de quinientos mil. Yo la dije que no se preocupara. Que seguro que habíamos perdido dinero ese mes pero que era normal en Agosto que pasaba en la empresa de Mariano, en la que trabajábamos antes, y tenía que ocurrir en esta. Ella pareció quedarse satisfecha y seguimos el día de trabajo de manera normal. Esa noche Diana vino a casa a cenar y, hacia las once, se fue a su casa. La que hasta hace poco compartía con su hermana. Tras irse hicimos el amor y nos fuimos a la cama.

El martes tuve una comida con un buen cliente a la que asistimos Raquel, Marga, que era su subdirectora, y yo. La idea era poco a poco que Marga y Alberto, el subdirector de Mike, fueran cogiendo cada vez más importancia en la compañía pues yo estaba dedicando cada vez mas tiempo a los nuevos negocios. Yo iría solo a ver a ciertos proovedores y clientes y a ciertas ferias pero reduciría mi trabajo directo con ellos en más del setenta por ciento de los casos. La reunión fue bien y Marga estuvo muy inteligente y suelta. Cuando volvimos a la oficina felicité a Raquel por haberla elegido a ella como su número dos. La conocía pero era la primera vez que la veía en el uno contra uno. Con clientes no la había visto nunca. Tras el día de trabajo me fui dando un paseo a casa y a cenar con Rocío.

Llegó el miércoles y, a media mañana, me trajo María un paquete. Se trataba de los CV que la empresa de Head Hunters había seleccionado para nosotros para los puestos de director general y director de expansión y marketing de nuestra empresa de restauración en construcción. Los ojeé y llame de nuevo a María para que hiciera fotocopias y diera una copia a Raquel y otra la guardara para cuando llegara Mike. La dije que las copias tenía que darlas en mano por contener información confidencial. Los candidatos eran cargos medios de empresas con varias franquicias. Principalmente licenciados en marketing y económicas. Tras trabajar me fui con Rocío a comprar algunas cosas que necesitábamos a El Corte Inglés. Después fuimos a cenar y por la noche hicimos el amor con dulzura.

El jueves todo aparentaba un día de oficina normal. La jornada de verano había acabado y ya volvíamos a trabajar hasta las seis de lunes a jueves y hasta las tres los viernes. Estuve mirando informes y hojas excel todo el día excepto por un rato para comer en el que aproveché para ir con Raquel y ver que opinaba ella de los candidatos que habíamos recibido. A las seis y media se había ido todo el mundo aunque yo seguía terminando de leer un documento que me habían mandado a última hora. En ese momento entró María y sonriendo cerro la puerta de mi oficina con pestillo. Iba vestida, como siempre, conservadora. Pantalones khaki y un suéter fino blanco, pero sorprendentemente llevaba unas sandalias doradas de tacón. No recordaba que las llevara cuando la vi durante el día. Es mas, juraría que llevaba unas manoletinas doradas.

– Bonitos zapatos – dije

– Los vi ayer en una zapatería y pensé que te gustarían. Me los acabo de poner para ti. Voy a estrenarlos contigo y luego algún día quizás me los ponga con mi marido en una boda o algo así.

– Ven aquí – dije

Y cuando llegó hasta donde yo estaba nos besamos con mucha pasión. Ella rompió el beso y me hizo sentar en mi butaca poniéndose ella de rodillas entre mis piernas llevando sus manos a mi cinturón. Me lo desabrochó y me bajó los pantalones. Empezó a acariciar mi pene por encima del calzoncillo y en un santiamén estaba totalmente erecto pero no dejo de acariciarlo con el calzoncillo puesto. En ese momento me miró, me sonrió y me dio un beso en mi pene por encima del calzoncillo. Volvió a mirarme y, sin apartar la mirada, empezó a bajarme los calzoncillos. Levanté un poco mi culo del asiento para que saliera bien el calzoncillo y quedé desnudo de cintura para abajo. Una vez sin el calzoncillo me dio un beso en la polla e inmediatamente se levantó y se alejo de mi. Me miró y empezó a, lentamente, desabrocharse el pantalón sin apartar sus ojos de los míos. Me sonreía picaramente. Debió estar unos cinco minutos desabrochándose y bajándose los pantalones. Una vez se los sacó completamente quedó con un pequeño tanga de color blanco. Me sonrió y dijo:

– El tanga también lo compre para ti. Cuando me vaya a casa con mi marido me volveré a poner mi braguita.

Y se acercó a mi colocándose entre mis piernas de espaldas permitiéndome ver como la tira de su tanga se acomodaba entre ambos cachetes.

– ¿Me ayudas con el tanguita? - dijo

– Claro

Y lentamente empecé a bajarlo. Subió su pierna izquierda primeramente y su pierna derecha después quedándome con el tanga en la mano. Lo olí y lo deposité en mi mesa mientras ella se arrodillaba entre mis piernas. Volvió a mirarme un segundo pero rápidamente centró su atención en mi pene el cual estaba ya a punto de reventar. Primero beso mi huevos y con su lengua recorrió mi pene de arriba a abajo. Daría unos cinco lengüetazos completos antes de meterse mi polla en la boca. Empezó a hacerme una mamada profunda y ruidosa ahora si mirándome cada cierto tiempo. Tras unos minutos de mamada se levantó y dijo que ahora le tocaba disfrutar a ella. De rodillas se sentó sobre mi con sus piernas a cada lado de la mía y me beso. Empezamos a frotarnos pero no hubo penetración hasta que la aparté un poco y apuntando empecé a penetrarla. Jugué a hacerlo a distintas velocidades y ella se corrió bastante pronto. Me sorprendió pues pensaba que yo iba a ser el primero en correrme pero ella simplemente estalló. Aun pienso que debió ser por el morbo de haberse vestido para mi y estar follándome en el despacho. Aunque no era nuestro primer polvo en el despacho si era el primero en el que se había vestido para agradarme. A pesar de que se hubiera corrido yo seguí taladrándola y ella, una vez recuperada del orgasmo, me pidió que siguiera y que la diera mas. Cada vez que la penetraba me sorprendía lo que estaba aguantando pues llevaba un buen rato con una erección a ratos hasta dolorosa. Seguí y ella llego al segundo orgasmo de nuevo bastante rápido, tras unos cinco minutos.

– Dos. Llevo dos. Nunca había tenido mas de uno. Con Arturo a veces se corre y no llega ni a uno. Y sin correrte. Sigue por favor.

– Lo intentaré – dije

Y seguí follándomela. Alterné penetraciones mas horizontales con otras en las que ella estaba mas incorporada y eran verticales, en las cuales subía y bajaba. Me veía cercano a correrme y se lo dije. Me pidió que aguantara un minuto y lo intenté. Tras unos cuantos empujones mas ella se volvió a correr. En ese momento me corrí yo y ella casi gritando me dijo que me quería y que había sido el polvo de su vida. Con mi pene aun en su coño nos besamos durante un buen rato. El reloj marcaba las siete y cuarto cuando ella se levantó y me dijo que se iba a acostar a su hija pequeña y pasar algo de tiempo con su hija mayor. Cogió sus sandalias de tacón en la mano y se fue dejándome el tanga para lo que quisiera. Me fui al baño de hombres y me arregle un poco antes de irme a casa con Rocío. Esa noche decidimos cenar en casa viendo una película en la tele. Y por la noche tuve que cumplir. Una cosa tenía meridianamente clara: no iba a permitir que ningún rollo, por mucho que Rocío me dejara tenerlos, interfiriera con la vida que compartía con ella.

El viernes me levanté de muy buen humor con ganas de ir a trabajar. Era uno de esos días en los que poco más de siete horas en la cama sientan como diez. Raquel y yo salimos a desayunar y así ver números de ventas y pedidos en firme que teníamos sin ser molestados. Tras volver a la oficina me encerré hasta las cuatro cuando me fui a casa. Al llegar ya estaba Rocío y comí algo ligero pues ella ya había almorzado. Descansé un poco leyendo un libro sobre franquicias y, llegadas las ocho, me duché para salir a cenar con Laura y Antonio. Fuimos al Tony Roma's de Génova y de ahí a tomar una copa a O'Connors, un Irlandés que está en la calle de Almagro cerca de Alonso Martínez. Esa zona estaba a unos pocos minutos andando de mi casa así que cuando salimos del local nos fuimos a casa tranquilamente dando un paseo Rocío y yo. Al llegar hicimos el amor con pasión y nos fuimos a dormir.

El sábado a las diez nos levantamos pues debíamos ir a El Corte Inglés a comprar el regalo para María pues era su cumpleaños al día siguiente. Rocío recordó que quería un alisador del pelo de una conversación que tuvo con ella así que la compramos eso y un jersey de entretiempo de Levis. Cuando estábamos terminando las compras del regalo se nos unió Diana y las dos hermanas se dedicaron a comprar ropa para ellas y para mi. Posteriormente fuimos a comer y luego a tomar un café y ver una peli en casa. A las ocho y media Diana se duchó en nuestra casa y se cambió a un vestido que había comprado ese día y se fue de marcha con sus amigas dejando el resto de sus compras y su ropa usada en nuestra casa. Nosotros llevábamos toda la tarde acurrucados viendo una película refugiados de los mas de treinta grados de ese día gracias al aire acondicionado. La pregunté si quería hacer algo y dijo que nada en especial. Por tanto, nos quedamos en casa y disfrutamos de la programación que nos ofrecía la televisión por satélite. A la una, tras finalizar la película que estábamos viendo, nos fuimos a la cama.

El domingo me levanté a las nueve de la mañana y es que yo con ocho horas suelo tener mas que suficiente. Rocío seguía durmiendo y bajé a la calle para comprar los periódicos dominicales y unos croissants para hacer a la plancha. A las nueve y media cuando llegue a casa Rocío ya estaba preparando el café con su pijama. Verla en pijama de verano era una imagen de lo mas agradable. Creerme. Hice los croissants a la plancha y los untamos con mantequilla y mermelada para tomarlos leyendo el periódico con el café. En otras familias el periódico dominical tiene para todos los gustos con suplementos, especiales y mucho mas pero era gracioso vernos a nosotros luchar por el suplemento de economía y negocios. Tras leer el periódico entero y relajarnos un poco a las once y media empezamos a prepararnos para el cumpleaños de María. Yo me puse unos pantalones khaki y un polo Ralph Lauren de color naranja. Ella se puso un vestido azul marino con los bordes blancos. Complementaba su atuendo con unas sandalias doradas a juego con las pulseras que llevaba en su muñeca derecha. A la una estábamos ambos llamando a la puerta de la casa de María y Arturo. Además de nosotros asistieron el hermano de María con su mujer e hijo pequeño, Raquel y José Carlos, Mike y Susan y un par de parejas amigas de María y Antonio que tenían dos niños. Contando niños y adultos eramos casi 20. La comida fue muy agradable con unos entrantes bastante elaborados que hizo la misma María y, de plato principal, un asado de cordero muy rico. Tras la comida nos repartimos en grupos, casi todos los hombres hablaban de la liga aun sentados a la mesa y las mujeres de sus cosas en el sofá de la casa. No me preguntéis detalles. No los se. Los niños jugaban delante del sofá. En un momento dado, no se porque, me acerqué a jugar con ellos. Llevaría unos cinco minutos jugando cuando las chicas dejaron de hablar entre ellas y me miraron. Raquel rompió el silencio:

– Rocío a este vas a tener que darle un niño para que se divierta

– Eso parece – dijo Rocío riendo – Pero con un niño en casa ya tengo suficiente.

Todas rieron su comentario y siguieron hablando de que sería un padrazo y esas cosas. Deje de jugar un rato y me senté a mirar como hablaban de mi como si no estuviera presente. Era increíble. Estaban hablando de mi, destripándome entre todas y yo estaba mirándolas a dos metros y las daba igual. Al poco me aburrí de que hablaran de mi y volví a jugar con los niños. Tras un buen rato con ellos volví con los adultos varones. A las ocho María sacó unos sándwiches de merienda cena y, a las diez nos fuimos todos pues al día siguiente ya era día de trabajo y las niñas ya tenían cole. Al llegar a casa Rocío estaba muy cariñosa y tras unos besos en la entrada de la casa me agarró de la mano y me guió hasta la habitación. La besé mientras tocábamos nuestros cuerpos. Me tumbé encima de ella sobre la cama y rápidamente metí mi mano por su vestido hasta bajar su tanga y quitárselo. Rápidamente me levanté, me quité el pantalón y me tumbe encima de ella. Nos besamos otro rato y ella habló:

– ¿No estarás buscando lo que sabemos que no deberías estar buscando?

– No. Se que tomas la píldora. Las veo en el armario del baño – dije

– Ves las cajas. No me ves tomarlas

Lo que dijo me hizo parar de golpe y mirarla con inquietud. Cada vez tenía mas claro que ella era la mujer de mi vida pero quería disfrutar con ella de nuestra vida de solteros y luego de casados sin hijos antes de tener uno. Debió ver mi cara de pavor porque inmediatamente dijo:

– ¡Que no tonto! ¡Que si las tomo!

Y volvimos a besarnos y, tumbándola, la hice el amor un par de veces antes de caer rendidos.

02. Semana del 10 al 16 de Septiembre

El lunes volvía Mike a la oficina aunque ya lo habíamos visto el día anterior en el cumpleaños de María. Usamos el día para ponernos al día de lo que estaba aconteciendo en cada departamento y ver si era necesario hacer algo urgentemente. Las perdidas de agosto a Mike tampoco le parecieron preocupante y eso a Raquel pareció confortarla. Tras el día de trabajo llegué a casa relativamente tarde, serían las ocho de la noche, y tras una ducha revitalizante, nos fuimos Rocío y yo a cenar tranquilamente antes de descansar un poco e irnos a la cama.

El martes por la mañana el trabajo fue bastante normal. Nada destacable. Ese día recuerdo perfectamente que Raquel comió en la oficina un sándwich y Mike y yo nos fuimos al VIPS a comer. Lo recuerdo porque al llegar de la comida vimos como toda la oficina estaba en la sala de reuniones. Entre intrigados y preocupados entramos pero para romper un poco la tensión recuerdo perfectamente mi frase:

– ¿Que es esto? ¿Un golpe de estado?

– Podría ser – dijo Raquel – Mira

Y señaló al monitor de la televisión. Cuando Mike y yo miramos la tele ambas torres gemelas humeaban y un rotulo anunciaba que dos aviones se habían chocado contra las torres gemelas.

– ¿Como es que no nos habéis llamado? - dije

– Llevamos aquí apenas cinco minutos – dijo Raquel - ¿Que hacemos?

– Tendremos que ver como evoluciona pero lo primero será que Mike y Alberto llamen a los proovedores americanos y les digan que estamos con ellos en estos momentos y que no haremos cumplir ninguna clausula que penalice plazos de entrega en estos momentos. Raquel, tu y Marga llamar a los clientes y decirles que intentaremos servir los pedidos lo antes posible pero que esta situación puede retrasar las cosas. El resto mantenerlos informados. Yo voy a llamar a Mariano y otras empresas de importación a ver que opinan.

Y todos nos fuimos a trabajar. Luego se estrelló el avión en el pentágono y el cuarto en un bosque y la incertidumbre se apoderó de todos nosotros. A las seis habíamos conseguido hablar con todos los clientes pero con ningún proovedor. No parecía un buen día para hablar con EEUU así que cerramos la oficina y nos fuimos todos. Invité a Raquel, José Carlos, Mike y Susan a casa para seguir los acontecimientos. Llegaron todos hacia las siete y media. Serían las nueve cuando, comiendo unas pizzas congeladas que hizo Rocío, Mike dijo:

– No me quiero ni imaginar las bolsas

– Tienes razón - dije

E inmediatamente llamé a Laura a la que dije que al día siguiente tendríamos que bajar nuestra exposición a la renta variable y refugiarnos en valores mas seguros. Estuvo de acuerdo. A las once y media se fueron todos y Rocío y yo, tras recoger un poco, nos fuimos a la cama.

El miércoles os podéis imaginar la situación. Mucha inquietud en la empresa. La decisión de abrirnos a otros países que no fueran EEUU nos permitía capear el temporal relativamente bien pero EEUU era casi un tercio de la facturación y era importante que se resintiera lo mínimo posible. Hablar con proovedores y contactos fue imposible durante todo el día once y esa mañana ellos aún dormían. Esa tarde a partir de las tres empezarían Mike y Alberto a retomar las llamadas para ver como quedaban las cosas pero estábamos mas a la expectativa de la reapertura de puertos y aeropuertos en EEUU que a otra cosa. Como tampoco podía hacer mucho y en el despacho me iba a estar mordiendo las uñas, quedé con Antonio y Laura para hablar de mis ahorros. Comida a la que, por supuesto, se unió Rocío. Hablamos sobre como veíamos los meses siguientes y decidimos bajar mi exposición a la renta variable hasta que las cosas se calmaran. Lo cierto es que las bolsas no se estaban comportando muy bien en el 2001 y los ataques en EEUU desde luego no parecía que fueran a ayudar. Todos me preguntaron si pensaba que iba a afectar a la empresa y yo dije que a medio plazo no creía que fuera a afectar pero que en el corto no lo sabíamos. Esa semana sabríamos mas. Tras la comida volví a la oficina diciéndole a Rocío que ya la llamaría pues era probable que estuviéramos hasta tarde ajustando nuestro horario al de EEUU. Al llegar eran las cinco y el equipo de Mike estaba intentando contactar con gente en los distribuidores. Mike y Alberto hacían todo lo posible por llegar a todos los distribuidores pero a las siete de la tarde solo habían llegado a contactar con la mitad de ellos. Tampoco tenía sentido seguir mucho mas allá y les dije que se fueran todos a descansar y entraran tarde al día siguiente para estar a tope a partir de las dos que es cuando los americanos empezaban a trabajar. A las siete y cuarto solo quedábamos Mike, Raquel y yo hablando sobre como había ido el día. Mike dijo que estaba cansado y se iba a ir a casa. El resto podían entrar tarde pero Mike no, ya que por la mañana debíamos reunirnos para ver el tema de los restaurantes. Cuando Mike se fue Raquel se acercó a mi y me comentó que estaba algo inquieta. Que tenía la sensación extraña de los primeros meses de nuestra empresa. Esa sensación que está a medio camino entre la excitación y el miedo. Yo siempre les decía, cuando empezábamos, que así debíamos estar, que es como están los deportistas antes de salir al campo, los actores antes de salir al escenario. Y eso la dije. Que solo tenía que hacer una cosa y eso era trabajar como ella sabe y darlo todo en los momentos de mayor dificultad. A veces pensaba que mi trabajo era más de psicólogo que de director general de una empresa. Tras mi rollo de animador parecía mas tranquila y, acercándose aun más, me dio un beso en la boca. Empezó como un inocente beso y se terminó convirtiendo en una batalla de lenguas sin cuartel. Ese día llevaba un vestido gris que acababa un palmo por encima de sus rodillas. Se asemejaba en el corte a los vestidos tipo polo veraniegos pero el color y el tejido lo hacían mas formal. Calzaba unos zapatos marrones de bastante tacón, unos ocho o diez centímetros, y adornaba su vestido con un cinturón de un marrón similar al de los zapatos. Mis manos pasaron de su espalda a su culo y de ahí a jugar en sus muslos por encima del vestido. Ella alternaba sus manos entre mi pecho y mi cuello mientras el beso aumentaba, progresivamente, de intensidad. En un momento determinado ella dejo el beso y mirándome dijo:

– Si vamos a hacerlo tenemos que hacerlo ya. Es tarde.

Miré el reloj y me di cuenta que eran casi las ocho menos veinte. Debíamos hacerlo ya pues ambos teníamos a nuestras parejas esperándonos en casa. La decisión fue rápida. La cogí la bese y, con ese beso, la dije claramente si íbamos a hacerlo o no. La fui arrinconando contra la mesa de mi despacho a la vez que la besaba y jugaba con sus muslos donde acababa su vestido. Mis manos empezaron a entrar dentro de su vestido en busca de su ropa interior. Nos besábamos con mucha pasión y nuestros ojos estaban fijos en el otro. Ella llevó su mano a mi pantalón y tras desabrocharme el cinturón me ayudó a bajarlo junto los calzoncillos. Teníamos prisa y no podíamos perder mucho el tiempo así que casi al tiempo que ella me ayudaba a bajar el pantalón usé una de mis manos para bajar su tanga. Estando ella sin tanga y yo con mi pantalón a la altura de mis tobillos apunté mi pene a su coño y la penetré hasta el fondo. Una vez en esa posición aguanté un rato mientras la besaba y, sin dejar el beso, empecé a mover mi cuerpo hacia delante y hacia atrás sacando mi pene de su coño. Ella tenía que llevar un movimiento acompasado al mio para que no rompiéramos el beso. No teníamos tiempo para mucha originalidad y seguimos en esa posición hasta que ella se corrió por primera vez siendo el precursor, por segundos, de mi orgasmo. Tras corrernos los dos salí de ella y nos besamos un rato antes de irnos a arreglarnos. Tras arreglarnos llamé a Rocío y la dije que ya iba para allá. Esa noche salimos a cenar por el barrio y al volver a casa pude, amparándome en el cansancio, evitar el sexo.

El jueves por la mañana y tras desayunar los tres juntos nos reunimos en mi oficina para ver los curriculums que nos habían mandado. No sin antes discutir si era prudente meternos en un negocio nuevo cuando el principal estaba pasando un momento duro. Tocaba elegir un Director General y un director de marketing. Teníamos dos montones de unos veinte CV cada unos con unos sueldos mínimos que aceptaba cada candidato. Tocaba encontrar el punto de equilibrio entre buen candidato y coste para nosotros. Marcamos unos sueldos anuales de 68.000 euros para el director general y 60.000 para el de marketing y en ese punto hicimos la primera criba. Tras ver los sueldos requeridos nos quedamos con poco más de la mitad de los candidatos. Tras casi una hora seleccionamos al Director general que resultó ser Directora general. Una chica joven, llamada Nuria, de 28 años con cinco de experiencia en puestos de mediana responsabilidad en una empresa que gestionaba quince franquicias de restauración. Nos gustaba que hubiera tocado muchos palos: marketing, finanzas, recursos humanos,... Para dirigir el departamento de marketing elegimos a un chico, Luis, de 25 años que a pesar de su juventud tenía cuatro años de experiencia. A estas decisiones faltaba pasarlas por el filtro de las entrevistas que indiqué a María que las programara para el jueves 20 por la tarde. A la una nos fuimos a comer los tres juntos para terminar de hablar de esos temas y estar de vuelta a las tres que era la hora en la que empezaríamos a llamar a distribuidores. Todo seguía mas o menos igual. Yo esa noche había quedado con mis suegros a cenar en su casa de La Moraleja. Habíamos quedado antes del 11-S pero ahora mi suegro y yo teníamos que aprovechar la cena. Rocío pasó por la oficina a recogerme en su coche, yo había ido andando esa mañana para relajarme, y fuimos a casa de Mariano y Manuela. Estando la situación como estaba, Mariano y yo pasamos a su despacho mientras Rocío y Manuela hablaban en el porche. Terminamos tarde de hablar intercambiando impresiones acerca de la situación con EEUU. Mariano tenía mas experiencia que nosotros y había vivido ya malas experiencias. El pronosticaba que tendríamos unos meses malos. Que podría oscilar entre quince días y tres meses pero que el para navidad veía todo funcionando de manera normal. A las diez estábamos cenando y esa noche la sobremesa fue mas corta. A las doce nos fuimos de vuelta a casa. Esa noche estaba contento y eché un polvo con Rocío cargado de amor aunque nada imaginativo.

El viernes tuvimos nuestra reunión mensual donde hablamos de como fue el mes anterior, con perdidas por ser Agosto, como creíamos que iba a ir ese mes, los tres pensamos que estaríamos cerca del punto de equilibrio, y sobre el futuro. Decidimos que íbamos a seguir con el plan de tres nuevas empresas al año pasara lo que pasara. Al final la idea era seguir adelante. Seguimos trabajando normalmente y decidimos que la gente se fuera el viernes a mediodía como si fuera un viernes normal. Ya llamaríamos a EEUU la semana siguiente. De todas formas, esa semana no estábamos teniendo mucho éxito hablando con EEUU. A las cuatro estaba en casa descansando con Rocío. Esa noche teníamos planeado cenar solos. A mi se me ocurrió ir a Olsen, el restaurante de nuestra primera cita. Estábamos cenando tranquilamente cuando oigo que dicen mi nombre. Me giro y veo a Juan, el marido de Belén con alguien que no conozco.

– Carlos, hombre, que sorpresa – dijo Juan

– Si, el mundo es un pañuelo

– Carlos es socio de Belén y mió – dijo explicándoselo al hombre con el que estaba

Nos contó que era un buen cliente y que Belén ahora venía. Yo les presenté a Rocío y cuando estábamos en esas apareció Belén. Al verme se alegro mucho y me dio un par de besos seguidos de dos besos a Rocío. Se mostró muy agradable con ella y la dijo que a ver si un día quedaban las chicas para tomar un café. Todo en ese estilo hiperpijo que tiene Belén. Una vez se fueron habló Rocío.

– Cuando he visto al marido me la imaginaba mas vieja y fea pero aunque es mucho mayor que nosotros he de reconocer que es mona. Y parece simpática. - Y bajando el volumen dijo – Si quieres, te la puedes tirar.

– Te lo agradezco – dije - No es mi favorita pero supongo que tenerla contenta con un par de polvos al año no me cuesta nada. Y así mantengo a mi socia contenta

– Como eres – dijo Rocío sonriendo- Hablas de ello como una transacción comercial.

– Con ella medio lo es – dije.

Terminamos de cenar y antes de irnos nos despedimos de ellos. Tras la cena tomamos una copa por la zona y, en taxi, volvimos a casa donde hicimos el amor bastante ardientemente. Conocer a Belén parecía haber vuelto bastante competitiva a Rocío.

El sábado nos levantamos a buena hora y decidimos ir a dar una vuelta por la calle Serrano. Cruzamos hasta la calle por el puente de Juan Bravo y fuimos mirando tiendas de la calle Serrano. Al llegar a El Corte Inglés de Serrano entramos y, tras casi una hora allí, salimos con unos zapatos de tacón para Rocío. Cuando nos dieron las dos fuimos de vuelta a casa y, tras dejar las compras, fuimos a comer algo al VIPS de Zurbano. Tras comer fuimos a casa a descansar viendo una peli. A las siete empezamos a prepararnos porque esa noche habíamos quedado para cenar con Mónica y Pedro y Teresa y Raúl. Además Diana se apuntaba a la cena que iba a ser en el centro. Yo me puse unos vaqueros con una camisa que me había hecho a medida a rayas rosas y blancas. Rocío se puso unos pantalones de napa como indios con flecos a los lados y de color marrón. Acompañaba su atuendo una blusa blanca de manga larga, un cinturón marrón y unos zapatos del mismo marrón un poco mas altos. El cinturón lo llevaba por encima de la camisa. A las ocho y media llegó Diana y, en taxi, nos fuimos a Sol donde habíamos quedado con los cuatro. No tuvimos que esperar mas de cinco minutos y ya estábamos todos dirigiéndonos al restaurante inmediatamente. Estuvimos todos hablando. Era curioso como me llevaba muy bien con ellos pero estábamos en puntos diferentes de la vida. Yo les sacaba, como a Rocío, cuatro años pero Rocío y yo ya eramos profesionales y ellos aun eran estudiantes aunque para Julio de 2003 ya se suponía que habrían acabado todos. El primero en acabar sería Raúl, el novio de Teresa. Lo había hablado con Rocío y Diana y como solo le quedaba una asignatura estaba buscando trabajo. En esa comida le ofrecí un puesto que teníamos libre en el departamento de ventas aunque siempre tendría que dar el visto bueno Raquel. De todas formas estaba convencido que estos cuatro amigos de Rocío, los cuatro, eran el tipo de personas que buscábamos para la empresa, inteligentes, con mundo,... Raúl aceptó entrevistarse con Raquel y el resto de la cena fue muy agradable. Para terminar la noche fuimos a tomar unas pintas a O'Neills, un Irlandés de la calle Principe. Entre la plazas de Santa Ana y Sevilla. Tras las pintas nos separamos quedando con Raúl en que me llamaría el lunes para que le concertara una cita con Raquel. Diana se vino esa noche a dormir a casa. Eso no fue inconveniente para que, al entrar en la habitación y cerrar la puerta, mis manos buscaran los hermosos pechos de Rocío tras desabrochar su cinturón. En un momento tenía su blusa fuera y su sujetador en mis manos con mis labios en su pezón. Mientras mi lengua jugaba con su pezón ella desabrochaba mi camisa y una vez la tuvo sacada la tiró al suelo. Desnudos de cintura para arriba nos tumbamos en la cama y nos besamos llevando nuestras manos a nuestros respectivos pantalones. Me gustaba desabrochar sus pantalones pero ese día creo que ambos teníamos prisa y queríamos acabar lo antes posible los preliminares. En menos de un minuto estaba encima de ella follándomela y ella gritaba de manera ahogada. Tras el primer polvo, bastante rápido y salvaje, nos besamos durante un tiempo y, tras un tiempo de descanso, echamos otro polvo. Este mas romántico.

Tomábamos café el día siguiente en el salón Rocío y yo cuando salió Diana de la habitación de invitados.

– Buena noche. ¿No hermanita?

– Déjame – dijo Rocío con una sonrisa a medio camino entre el pudor y la diversión.

Diana se sirvió un café y acercándose a Rocío la besó en la frente y la dijo:

– Me alegro por ti, tonta

– Dejemos el momento "Mujercitas" y vamos a desayunar que tenemos que ducharnos para ir a casa de vuestro hermano a comer. - dije yo

Ese día comimos con su hermano. Fue un día muy agradable y me permitió conocer mejor a su hermano y la mujer. Sobre todo a María Rosa, la cuñada de Rocío, que siempre me ha parecido un poco mas cortada alrededor de sus suegros. Es curioso pero ella estaba casada con Jorge y aun así siempre parecía mas cortada que yo alrededor de los suegros. Y yo apenas los había visto cuatro veces. Estuvimos en su casa hasta las diez. Esa noche al llegar a casa estábamos cansados y directamente nos fuimos a dormir.

03. Semana del 17 al 23 de Septiembre

El lunes teníamos mucho trabajo. Para empezar preparar un pequeño viaje de una noche en Londres que teníamos Mike y yo. Dormiríamos fuera la noche del martes. Además teníamos que seguir contactando a empresas americanas. Aun así pude atender la llamada de Raúl al que pasé con Raquel para que concertaran una entrevista que, al final, resultó ser el martes cuando yo estaba en Londres. El día pasó rápido y yo aun tenía mucho trabajo. A las ocho de la tarde seguía trabajando cuando ya todos se habían ido hacía mas de media hora. Sono mi movil y era María.

– Hola – dije

– Hola. ¿Sigues en la oficina? He llamado a tu casa para invitaros al cumple de Arturo este sábado y me ha dicho Rocío que sigues currando.

– Si, aquí sigo.

– No te vayas, voy para allá.

No pasaron diez minutos cuando entró por la puerta de mi despacho cerrando con cerrojo. Me hacía gracia que no había nadie ni iba a haber pero aun así echó el cerrojo. Iba con su estilo austero, conservador y poco sexy pero elegante. En esa ocasión tenía puesto un vestido de color negro que llegaba hasta un par de dedos por encima de su rodilla y tenía botones en el canalillo hasta la altura de su ombligo mas o menos. Calzaba unas manoletinas negras. Mientras se acercaba a mi la dije:

– ¿Que haces que no estas con tus hijas?

– Esta Arturo con ellas. Estaba comprando su regalo y cuando Rocío me ha dicho que aun estabas aquí he decidido venir a hacerte una visita.

Y según termino de decir eso se sentó en mis rodillas y me dio un largo beso con lengua y pasión. Desde luego estaba evolucionando de la chica modosita que era antes de que empezáramos nuestra relación. Ahora seguía siendo la misma hasta que cerraba el pestillo de la puerta de mi despacho. Mientras nos besábamos ella movía su culo jugando con mi pene a través del pantalón. Yo empecé a desabrochar los botones de su vestido. Tendría unos cuatro o cinco botones pero una vez desabrochado el segundo ya no necesitaba más ya que mi acceso a sus pechos estaba liberado. La hice arrodillarse encima mía y empecé a jugar con ella mientras desabrochaba mi camisa. Una de mis manos se movía arriba y abajo a lo largo de su muslo mientras, la otra, jugaba con su pezón entrando entre su carne y su sujetador. La mano que estaba en su muslo, de un movimiento certero subió hasta su entrepierna tocando su coño por encima del tanga. Nada mas poner mi mano en su coño un gemido salió de su boca. Y el beso se volvió mas intenso. Tras un minuto de beso se arrodilló delante mio y me bajó rápidamente los pantalones y calzoncillos llevándose mi pene a su boca. Jugó con el durante cerca de cinco minutos con su lengua lamiendo la totalidad de mi pene y su boca abarcando todo mi pene. Tras los cinco minutos se levantó y, metiendo la mano en su vestido, se quitó las bragas. Se sentó encima mía, dispuesta a cabalgarme, y me dijo:

– Fóllame, es tarde. No quiero llegar muy tarde a casa y son las ocho y media.

– Como mandes – dije sonriendo.

Y apuntando mi pene a su raja con la mano empecé a mover mi cuerpo levantándolo todo lo que podía de la silla. Ella en un momento dado me empujó contra la silla y empezó a cabalgar tomando, de ese modo, las riendas de nuestro polvo. Me cabalgaba mientras yo acariciaba sus muslos y mordisqueaba un pezón que había conseguido sacar de su sujetador. Mientras yo estaba con esa labor ella me decía al oído que me quería, que haría todo lo que la pidiera y que no parara de follarla. Creo que lo que no entendía es que me estaba follando ella a mi. En una de esas me dijo que se iba a correr. Deje su pezón y la dije que me diera un minuto y llegábamos juntos. Cuando estaba muy cerca del orgasmo me dijo que se iba a correr. La pedí que, por favor, aguantara un poco y nos correríamos juntos. Me dijo que me diera prisa y empecé acompañar su movimiento con mis caderas para excitarme mas. No debió pasar mas de un minuto cuando la dije que me iba a correr y, tras mi primer chorro, ella explotó en un maravilloso orgasmo que duro los tres o cuatro chorros que la eché acompañados de unos gemidos un poco guturales. Una vez finalizaron nuestros orgasmos ella se quedo sentada sobre mi, aun penetrada, y nos besamos con amor, dejando la pasión para otro momento. Ella miró el reloj y vio que eran mas de las nueve menos cuarto y, dándome un beso, se levantó y se fue a asear y a casa con sus hijas. Llegaría a acostar a la mayor. A mi aun me quedaba trabajo así que llame a Rocío para quedar con ella en el portal de mi oficina a las diez y podíamos ir a cenar juntos. A esa hora baje y me fui con Rocío a cenar. Esa noche llegamos a casa a las once y media y echamos un polvo de despedida pues la noche siguiente no estaría en Madrid sino en Londres.

En la mañana del martes Mike y yo nos reunimos pronto en el aeropuerto y tras recoger nuestras tarjetas de embarque nos fuimos al lobby de business para desayunar algo mientras hablábamos sobre la situación con los distribuidores americanos y las reuniones que íbamos a tener esos dos días. Tras dejar las maletas en nuestras habitaciones nos fuimos a las reuniones que nos tuvieron todo el día ocupado. Eran todas reuniones con proovedores existentes y, por tanto, eran mas fáciles que los primeros contactos. Pero cuatro reuniones en un día, en una ciudad del tamaño de Londres, hacen que acabes a las ocho de la tarde. Llamé a Raquel desde el taxi cuando volvíamos al hotel Mike y yo y me comentó que Raúl la encantó y que le contrataríamos. Tras hablar con ella llamé a Rocío y hablamos de como nos había ido el día. Una vez en el hotel cenamos, preparamos el día siguiente y nos fuimos a dormir.

El miércoles fuimos a visitar una feria en un pueblo cercano a Londres con un coche alquilado. No me gustaba especialmente pero tocaba ir con traje. Cada vez usaba menos la corbata y me sentía apretado. A las diez de la mañana estábamos en la feria donde pequeñas empresas gourmet presentaban sus productos y novedades. Mike y yo visitamos juntos a los que mas nos interesaban. Labor que nos llevó hasta las dos del mediodía. A esa hora aprovechamos para comer un sándwich y, tras media hora de relax, nos dividimos para visitar los stands de los que en principio menos nos interesaban. Tras terminar de visitar la feria, serían las cinco de la tarde, cogimos el coche de alquiler y nos fuimos a Heathrow donde dejamos el coche y facturamos para el último vuelo de la noche. Terminamos de facturar hacia las seis de la tarde mientras que nuestro vuelo no salía hasta las ocho menos veinte. Para hacer algo de tiempo hicimos unas compras de regalos antes de irnos a la sala VIP donde, mientras picábamos algo, comentamos los stands que habíamos visto por separado. La parte positiva es que ambos sacamos dos o tres proovedores con productos interesantes. Lo malos es que para sacar dos o tres tuvimos que oír la charla comercial de mas de veinte proovedores. Muchos de ellos con productos que no daban la talla. A las siete y cuarto fuimos a la puerta de embarque para salir hacia Madrid. Con el cambio horario y la distancia no llegábamos a Madrid hasta el filo de las once de la noche. Por suerte no llevábamos maletas y poco después de las once estábamos cogiendo sendos taxis. A eso de las doce menos cuarto llegué a casa. Rocío vino a la puerta a saludarme y nos besamos apasionadamente. Pasamos al salón y la di su regalo, comprado a última hora en el aeropuerto. Estuvimos un rato hablando de lo que habíamos hecho eso días y al filo de las doce de la noche nos fuimos a la cama donde hicimos el amor ardientemente.

El jueves una vez llegué a la oficina llamé a Raúl para decirle que Raquel me había dicho que le contrataríamos. Le comenté que empezaría el lunes 1 de octubre a las nueve en el departamento comercial. Tras la llamada me puse a contestar algunos mails que no había contestado durante mis dos días en Londres. Ese mediodía Raquel, Mike y yo nos fuimos a comer juntos al VIPS para hablar sobre las entrevistas que ese día tendríamos con los candidatos a Directora General y Director de Marketing de la empresa de restauración. A las cuatro estábamos en mi despacho cuando María hizo entrar a Luis, el candidato a Director de Marketing. A mi me dejó un poco frío. Parecía saber mucho, de eso no me cabía duda, y tenía experiencia pero me dio la impresión de ser un poco cortado y no sabía hasta que punto era compatible con ser Director de Marketing. Un director no es, al fin y al cabo, un técnico sino que ha de ser un líder. Una vez se fue comenté mis inquietudes con ellos y ambos dijeron que estaba algo cortado pero no tanto como yo parecía decir. Según ellos podía estar intimidado ante una gran oportunidad con tres personas escrutándolo pero les dio buena impresión. Ambos me dijeron que, de todas formas, no querían forzarme y que me daban la oportunidad de vetarlo ya que yo era el accionista mayoritario. Les dije que cuatro ojos son mejor que dos y que si a ellos les parecía bien íbamos a ir adelante con él. Poco después de la decisión de dar el OK entró María a preguntar si estábamos listos e hizo pasar a Nuria, la mujer encargada de convertirse en Directora General. En este caso no hubo dudas. Nuria era de mi edad, con experiencia y se mostró con bastante confianza. Tenía buena presencia. No era una diosa pero era de facciones agradables. Una vez se fue el si fue unánime y con eso dimos por terminado el día y me fui para casa a descansar. Cuando llegué Rocío y yo llamamos a Arturo para felicitarle por su cumpleaños. Cuando colgamos salimos a dar una vuelta y cenar y al volver a casa me fui a dormir para descansar pues el viaje fue bastante casado.

El viernes me levanté con las pilas cargadas y me fui a trabajar lleno de energía. Con Raquel estuvimos trabajando en la incorporación de Raúl y otra persona que entraba el lunes como comercial. Habíamos perdido dos comerciales en poco tiempo y ahora estaban Raquel, Marga y un único comercial. Con Mike estuve viendo como iba el tema de los proovedores americanos. Estábamos teniendo retrasos importantes pero parecía que a mediados de Octubre, a mucho tardar, todo estaría estabilizado. Su segundo de a bordo, Alberto, estaba haciendo un gran trabajo. A las tres vino Rocío a recogerme y con Mike y Raquel nos fuimos a comer juntos. Estuvimos hablando de trabajo. A Rocío no la importaba y siempre opinaba con mayor o menor acierto pero su visión externa era importante para nosotros. Y a Mike y Raquel no les importaba. Es algo que había comentado con ellos en privado. Su visión desde el punto de vista de alguien menos comercial y mas financiera pero con un buen conocimiento teórico del mundo de la empresa era distinto al nuestro que, por defecto profesional, primaba en exceso la parte comercial. Tras la comida quedamos en vernos al día siguiente en el cumpleaños de Arturo y Rocío y yo nos fuimos a casa. Una vez en casa nos duchamos y cambiamos para salir con Antonio y Laura para ir al cine y cenar. Cuando volvimos a casa hicimos el amor con tranquilidad durante casi dos horas. Con paciencia y amor. Con delicadeza.

El sábado estábamos a las once en El Corte Ingles de Castellana donde Diana y Rocío habían quedado para comprar un regalo para su padre cuyo cumpleaños era el martes veinticinco y celebraríamos el sábado siguiente. Tras dar mil vueltas al final acabamos comprándole un reloj entre los tres ya que, al parecer y tras varias llamadas a la madre de ellas, el que tenía ya estaba un poco viejo. Tras la compra y como era aun pronto subimos a ver ropa para ellas y para mi y, he de reconocer, algo compramos. A las dos invité a Diana a comer y tras la comida y algo de sobremesa Rocío y yo nos fuimos a casa a descansar antes de irnos a cenar esa noche a casa de María por el cumpleaños de Arturo, su marido. María me dijo que podíamos ir a las seis aunque todo el mundo estaba llamado a las siete. Así yo podía estar con mi ahijada y su otra hija, algo que me gustaba mucho. Mientras las niñas jugaban conmigo ellas hablaban en el sofá de sus cosas y Arturo fue a recoger unos canapés que tenían encargados. Jugando con la mayor, Elena, me dí cuenta la suerte que tenía. Una novia preciosa que me permitía tener algún rollito y que se llevaba estupendamente bien con mis amantes. Claro que Rocío jugaba con ventaja. Ella sabía lo de Raquel y María pero solo Raquel sabía que ella lo sabía. María no estaba al tanto de eso. Según fueron llegando los otros invitados deje de jugar con las niñas para atender a los adultos. Tras una fiesta encantadora, a la una de la noche nos fuimos Rocío y yo a casa. Nada mas llegar, cansados como estábamos nos fuimos a dormir.

El domingo fue un día en pareja muy normalito. No entrare en detalles. Comimos y cenamos fuera y echamos un polvo del montón esa noche.

04. Semana del 24 al 30 de Septiembre

La última semana de vacaciones estaba Raquel de vacaciones y el lunes me centré con Mike en ver si podíamos hacer algo para regularizar el tema de las empresas americanas lo antes posible. Entró en mi despacho a las diez con el portátil, comimos juntos y volvimos a este de donde no salimos hasta las ocho. Un día de curro y muchas llamada. A las nueve estaba en casa y me fui a cenar con Rocío. Pensé que era genial que ella aceptara mi trabajo sin problemas y lo cierto es que cuando ella llegaba a casa, normalmente entre cinco y siete, no sabía a que hora iba a llegar yo. Eso requería que ella tuviera mucha flexibilidad conmigo. Tras la cena la hice el amor pensando en cuanto se sacrificaba por mi.

El martes, día del cumpleaños del padre de Rocío, tenía mi reunión con Laura para ver como iba el dinero. Tras pasar toda la mañana trabajando estuvimos hablando un tiempo y decidimos seguir con nuestra estrategia conservadora. Estaba perdiendo pasta pero eso es normal. Para ganar uno tiene que saber perder. Lo importante es perder cuanto menos mejor. Tras mi reunión pasé al despacho de Rocío desde donde llamamos al padre de ella para felicitarle por su cumpleaños. Tras la llamada fui a ver a Antonio y, como llego la hora de comer, nos fuimos juntos, con Laura y Rocío, a comer. Tras la comida ellos se fueron a la oficina y yo hice lo mismo. Me interesaba ver si evolucionaba el tema de los proovedores americanos. Avanzaba pero muy lentamente. Antes de irme a casa mandé un mail a Marga, la numero de dos de Raquel, para que me enviara una predicción de ventas del mes. Puesto que al día siguiente solo quedaban tres días de trabajo no debería tardar mucho y ser bastante ajustado. Recuerdo que el mes pasado la pedí lo mismo también con Raquel de vacaciones. Me alegré de que Raquel y Mike tuvieran esos segundos tan eficaces. Pensé que teníamos que hacerles sentirse cómodos. Con esto en la cabeza me fui a casa a descansar con Rocío. Cenamos algo ligero frente a la tele y, al filo de la medianoche, hicimos el amor rutinariamente y nos fuimos a dormir pues al día siguiente me iba con Mike a Frankfurt. Estaríamos fuera una única noche. Se suponía que iba a viajar menos pero Alberto debía quedarse cerrando los problemas con EEUU tras el 11-S y me tocó a mi hacer estos viajes.

El miércoles a las ocho habíamos quedado Mike y yo en la sala VIP de Barajas para desayunar algo mientras preparábamos las dos reuniones del día. Ambas eran pronto y, por tanto, tendríamos toda la tarde para hacer compras y preparar la única reunión del día siguiente. Puedo decir que todo fue bastante bien y de regalo compré a Rocío unas nuevas adidas que habían salido para mujer y podría usar cuando iba al gimnasio. Esa noche, en el hotel, tras cenar y trabajar un rato con Mike, llamé a Rocío y hable con ella casi una hora. Barato no iba a salir pero bueno.

El jueves tras una pequeña reunión fuimos al aeropuerto para coger el vuelo de vuelta a Madrid que salía a las doce y media. Estábamos en el taxi cuando recibí una llamada de Antonio.

– Hola – dije – Estoy en Frankfurt. Llegó a Madrid alrededor de las tres y media. ¿Hablamos entonces?

– No, tío, tengo que hablar ahora – dijo

– Dime – contesté con algo de inquietud

– A ver tengo un dilema. Acabo de salir de una reunión en la central. Ha quedado libre un puesto de subdirector en otra oficina. Además quieren que mande a una persona a central y por tiempo en la empresa y números, en parte por tu culpa, Rocío y Laura han sido las elegidas. El problema es que yo tengo que decidir quien va a central y quien es subdirectora. ¿Me ayudarías?

– Joder tío – soy tu mejor amigo – pero me estas pidiendo que decida el futuro de mi novia y tu novia contigo. Me da mal rollo. Ni siquiera se que conlleva cada puesto.

– Resumiendo mucho – dijo – quien se haga subdirectora ganará mas pasta pero lo normal es que quien vaya a central, también con aumento de sueldo, tenga mas oportunidades de escalar o lo haga mas rápido.

– Mira tío, lo siento pero no puedo mojarme. Mi recomendación es esta: díselo como me lo has dicho a mi y que decidan entre ellas. Su amistad es como la nuestra. Hablaran y decidirán entre ellas.

– Tendré que hacerlo. ¿Hablamos luego?

– Quedamos para cenar, dilas eso también

Y tras cambiar algo de tema colgué pues llegábamos al aeropuerto. No teníamos mucho tiempo pero aun así fuimos a la sala VIP a trabajar un poco pues estaba muy cerca de nuestra puerta de embarque. A las doce y media embarcamos y a las tres y media estábamos ya en Madrid. Algo antes de salir del avión encendí mi móvil y, cuando estaba despidiéndome de las azafatas, recibí un mensaje indicándome que Rocío me había llamado. Inmediatamente la llamé mientras nos dirigíamos al taxi Mike y yo.

– Me ha dicho Antonio que sabes lo de los ascensos – contesto sin un hola

– Hola Cariño, yo también te he echado de menos – dije con rintintin – Si lo sabía

– ¿Y tu que le has recomendado?

– Que os diera a elegir. ¿Hizo eso?

– Si lo hizo. Veo que eres otro cobarde.

– No soy cobarde pero tampoco es mi marrón. ¿Estáis enfadadas? - pregunté extrañado por el tono de la llamada

– ¡Que no tonto! Estaba jugando contigo. Casi te diría que nos ha gustado que nos preguntara. Laura y yo fuimos a mi despacho y en tres minutos teníamos la decisión.

– ¿Y es?

– Ella se convierte en subdirectora y yo me voy a central. Ganaré mas que ahora pero menos que Laura. Hemos pensado que ellos necesitaran mas la pasta ahora que se van a casar. De todas formas no creo que tengamos problemas de dinero. ¿Que opinas?

– Me parece genial – dije

– Tema paralelo – dijo – Empiezo el día dos de noviembre en central así que me tengo que coger las vacaciones que me quedan del veintidós de octubre al treinta y uno. ¿Haremos algo?

– Claro, yo me encargo. ¿Cenamos con Antonio y Laura esta noche?

– Si, hemos quedado en el Tony Roma's de Génova a las nueve. ¿Te veré antes?

– Quedamos en casa a las ocho y media, dejo la maleta y vamos dando un paseo, ¿ok?

– OK – dijo

Al colgar se lo conté todo a Mike que se partía con el mal rato que me hizo pasar al principio. A las cuatro y cuarto estábamos entrando en la oficina donde empezamos a trabajar sin dejar pasar un minuto pues a las seis teníamos una reunión sobre nuestro nuevo negocio de restaurantes. A las seis pasamos a la sala de reuniones Mike, Raquel y yo. Estuvimos viendo números hasta que media hora después entraron Nuria y Luis que iban a dirigir la empresa. Con ellos estuvimos viendo las posibilidades en cuanto a franquicias y locales disponibles. Fue fácil gracias al buen trabajo que hicieron los equipos de Mike y Raquel. Una vez ya teníamos un plan dejamos todo en mano de ellos dos que empezaban a trabajar con nosotros el uno de Octubre. A las ocho salí para casa. Cogí un taxi y estaba allí a las ocho y cuarto, un cuarto de hora antes de la hora en la que había quedado con Rocío. Al llegar la besé y la di las adidas que había comprado. Inmediatamente pase a darme una ducha rápida y, tras cambiarme de camisa, nos fuimos a cenar con Antonio y Laura. La cena fue genial. Nos reímos mucho y me contaron detalles de sus nuevos trabajos. Laura se iba de subdirectora a una oficina, también de banca privada, del barrio de Salamanca y Rocío iba como asesora a la central. El trabajo de Laura pasaría a ser mas gestor de equipos, llevando menos clientes y mas asuntos de la oficina mientras que Rocío seguiría haciendo el mismo trabajo pero con mayores fortunas. Ellos me dijeron que yo seguiría en la oficina de Antonio y a mi me pareció lógico pues el fue el que me consiguió. Tras la cena volvimos Rocío y yo a casa dando un paseo. Esa noche hicimos el amor durante mas de una hora y nos fuimos a dormir. Al día siguiente nos íbamos a Cuenca a celebrar el cumpleaños de su padre que, como recordareis, fue el martes.

El viernes trabajé normalmente hasta que a las tres fui a buscar a Rocío a su oficina para irnos juntos a Cuenca. Cuando llegué a la oficina ya estaba Diana pues se venía con nosotros Llegamos a las seis a Cuenca y, tras instalarnos, bajamos al salón a hablar con los padres. Rocío les contó en mas detalles lo de su ascenso a la central y los padres se pusieron muy contentos. Serían las siete y media cuando llegaron el hermano de Rocío y su mujer. En ese momento empezamos todos a prepararnos pues esa noche sería la celebración más íntima del cumpleaños del padre. Fuimos a un restaurante muy bueno en el que aun no había estado con ellos. La carta de vinos era, además, impresionante. Al finalizar la cena les dimos el regalo y, tras unas infusiones, nos fuimos a su casa a tomar alguna copa mientras charlábamos. Llevábamos casi un mes sin ir mientras que el hermano y Diana habían ido mas a menudo. Hablamos, lo que mas, sobre el nuevo puesto en el banco de Rocío pero también hablamos sobre como había afectado el 11-S a mi negocio. Cuando comenté que el accidente había significado que tuve que hacer dos viajes a Londes y Frankfurt me dijeron que no paraba. Yo, entre risas, dije que me gustaría un mes de tranquilidad pero que al final por una cosa u otra pasaba mucho tiempo en aviones y hoteles. No obstante, estaba reduciendo el ritmo ya que con los nuevos negocios estaba menos en el día a día y el equipo que teníamos lo hacía muy bien. Al filo de las dos de la mañana nos fuimos todos a dormir pues al día siguiente teníamos que ayudar a preparar una barbacoa por el cumpleaños del padre de Rocío. Con suerte podríamos hacerla en el jardín pues el viernes llovió algo.

El sábado cuando nos despertamos el día estaba apacible. No hacía una temperatura como para bañarse pero esa noche, con un jersey, se podría estar perfectamente bien en la terraza. Era una suerte pues con unos cincuenta invitados dentro de la casa hubiéramos estado muy apretados. Diana, Rocío y yo nos fuimos a hacer encargos en mi coche. Compramos la bebida, el pan y pasamos por la carnicería a recoger las chuletas que habían encargado los padres de ellas. Entre unas cosas y otras estuvimos fuera casi dos horas, llegando de vuelta a la casa a la una del mediodía. Tras ordenar un poco todo Rocío y yo preparamos un poco de pollo y una ensalada para comer. Tras la comida algunos echaron una siesta pero como Rocío y yo no estábamos cansados nos fuimos a dar una vuelta por el centro de Cuenca. El centro histórico de Cuenca es una de esas ciudades españolas que, como Toledo, Ávila o Segovia y acompañado de la persona ideal, te cubren con un manto de romanticismo y tranquilidad. No obstante, en Cuenca, la magia con Rocío se perdía cada cinco minutos pues alguien se paraba a saludarla. Unas veces, las menos, por interés y amistad y otras, las mas, por cotillear quien era yo que iba con ella. Aun así el paseo fue muy agradable, los momentos de tranquilidad con ella de la mano fueron impagables. A las cinco y media estábamos de vuelta en la casa y empezamos a preparar ciertas cosas de la fiesta pues los invitados llegarían entre siete ocho. A las seis y cuarto Rocío y yo nos fuimos a preparar para la fiesta. Ella se puso un vestido largo estilo ibicenco solo que, en lugar de blanco, era estampado con unas alpargatas con tacón en cuña. Yo por mi parte me puse unos pantalones khakis de Caramelo con una camisa de manga larga de Polo Ralph Lauren. Esa noche la fiesta se diferenció un poco de las que hacían en verano porque, al ser un cumpleaños, había mas amigos del padre y menos de ellas. De tal manera, la media de edad era bastante mas alta. Aun así no lo pasé mal y hable con mucha gente de mi, de negocios y con los hombres, y alguna mujer, de fútbol. Esa noche pude conocer a los padres de Raúl que me agradecieron que le diera trabajo a su hijo. Les dije que no tenían que agradecerme nada pues no era un regalo. Era porque era bueno para el puesto. Esto pareció gustarles y yo creo que les causé buena impresión. Mientras hablaba con ellos estaban Rocío y Diana. Rocío estaba orgullosa de mi y a Diana parecía divertirle. Una vez dejamos de hablar con ellos Diana comentó que iba a ser el ídolo de media fiesta si seguía dándole trabajo a los amigos de Rocío. Todos reímos con su ocurrencia. A la una y media ya se había ido todo el mundo porque refrescaba y, tras ayudar a recoger un poco, nos fuimos todos a dormir.

El domingo Diana tenía que estar pronto en Madrid así que nada mas levantarnos cogimos el coche y fuimos a Madrid donde llegamos poco después de la una. A las cuatro, estando en casa aburridos, Rocío llamó a Laura y , como ella y Antonio tampoco estaban haciendo nada, quedaron para ir al centro a ver una peli y cenar. Nos vestimos para la ocasión y salimos hacia Callao donde habíamos quedado con nuestros amigos. El día era el típico de finales de septiembre en Madrid. Buena temperatura máxima pero, una vez anochecía, se necesitaba un jersey o, como mínimo, manga larga. Yo vestía, como a veces me decía Rocío, el uniforme de Dockers y camisa. En este caso una camisa rosa, hecha a medida, con mis iniciales bordadas en el pecho. Era una camisa que a veces usaba con traje pero que también me gustaba llevarla con pantalones de pinzas y vaqueros. Ella por su lado pareció imitarme y se puso un pantalón vaquero blanco con una camisa azul a rayas blancas de Ralph Lauren. Si no fuera por el corte, el suyo mas femenino, hubiera pensado que me había robado la camisa pues tengo una igual. Llevaba la camisa por fuera con un cinturón marrón oscuro a la altura de sus caderas que iba a juego con sus sandalias de alto tacón. Llegamos algo antes de la hora acordada así que Rocío y yo entramos en la FNAC a comprar algún DVD para mi pequeña colección. A las seis y media, cuando salimos de la FNAC, Laura y Antonio ya nos esperaban y fuimos a comprar las entradas para ver "AI: Inteligencia Artificial". La película era una flipada de mucho cuidado pero se hizo entretenida. Al finalizar esta bajamos a la zona de Huertas donde, en la plaza de Santa Ana y alrededores, fuimos de bar en bar tapeando. A las doce decidimos irnos todos para casa. El mes siguiente sería el último de Laura y Rocío en la oficina en la que empezaron y debían informar a sus sustitutos acerca de cada cliente antes de ir a sus nuevos puestos al mes siguiente. Al llegar a casa y tras un fin de semana sin sexo al lado de Rocío yo estaba con ganas de hacer el amor. En el ascensor me mostré muy cariñoso y ella riéndose me lo hizo saber. La dije que la noche no había acabado. Una vez entramos en casa la fui haciendo cosquillas hasta el salón donde caí encima de ella. Ella quedó totalmente tumbada en el sofá. Quedando encima de ella lo primero que hice fue quitarla su cinturón y empezar a desabrochar su camisa. No sin cierta ansiedad ella intentó hacer lo mismo que yo y empezó a desabrochar mi camisa. Una vez termine con su camisa ella solo llevaba la mitad de la mía. La incorporé un poco de cintura para arriba y la ayude a quitarse la camisa. Manteniéndola en esa posición desabroché su sujetador liberando sus estupendos pechos. Baje mi cabeza a mamar sus perfectas tetas mientras ella acariciaba mi nuca con una mano y desabrochaba, o intentaba desabrochar, mi camisa con la otra. Tras un par de minutos en sus pechos me incorporé un poco, desabroché el único botón que quedaba abrochado en mi camisa y me la quite. Acto seguido dejé caer mi cuerpo sobre el suyo y empecé a besarla con pasión. Mis manos jugaban con su pelo, suave como tela mientras que sus uñas de manicura cara jugaban en mi espalda. Tras un rato besándonos me levanté y ella hizo lo mismo. En ese lugar empecé a quitarme lo pantalones y ella hizo lo mismo. Que nuestras manos estuvieran ocupadas no impidió que nos besáramos. Yo me quité los zapatos para hacerlo mas fácil pero ella consiguió, no sin cierta dificultad, quedarse con los taconazos que llevaba. En calzoncillos, tuve la suficiente clase como para quitarme los calcetines, y ella en tanga y tacones volvimos a besarla. Ella hizo ademán de sentarse en el sofá para avanzar un paso mas allá pero yo se lo impedí y, de un solo movimiento, la levanté y la llevé en mis brazos hasta el dormitorio. Ella se agarró a mi cuello y lo acariciaba. En el camino nos mirábamos. Su cara era de ternura, la mía supongo que sería similar. Al llegar la tumbé en la cama y me puse sobre ella besándola con pasión. Beso que, por supuesto, fue recíproco. Tras un minuto de beso mi pene había alcanzado ya su tamaño máximo y bajé mi mano para intentar liberar el acceso a su coño. En cuanto la yema de mi dedo rozo sus labios para apartar un poco el tanga ella gimió con cierta fuerza.

– Fóllame – dijo

– No lo dudes cariño. Voy a ello.

Y apuntando mi polla a su coño mientras seguía apartando el tanga con un dedo la penetré. En ese instante ambos gemimos. Su coño era perfecto. Al menos para el tamaño de mi polla. Tenía el tamaño perfecto para que entrara sin problemas pero a su vez mi pene sentía todas las paredes de este. Ni muy grande, ni muy pequeño. Una vez mi polla estaba totalmente dentro empece a penetrarla con todas mis fuerzas. Ella gemía como hacía un tiempo que no lo hacía y es que nosotros hacíamos el amor muchas veces pero esta vez follábamos. Y cuando uno folla no busca demostrarle a su pareja que la quiere sino que busca solo placer. Seguí follándomela mientras ambos gemíamos. Creí entender que me decía que me quería y que siguiera pero ni a ella se la entendía ni yo estaba en condiciones de entenderla. De todas formas seguí durante un par de minutos hasta que se corrió. Al correrse, los espasmos de su coño crearon tal presión en mi pene que hizo que este escupiera todo lo que llevaba en su interior. Acabé junto a ella, mirando al techo y exhausto con ella acurrucada junto a mi y su mano derecha acariciando mi pecho. Fue el polvo perfecto para despedir un mes de intenso trabajo en el que no descuidé intentar disfrutar los momentos que tuve con María y Raquel pero sobretodo con Rocío. El nuevo motor de mi vida. La energía que necesitaba para poder seguir con mi vida. Y creerme, la energía la iba a necesitar. Pero eso aún no lo sabía.

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