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Mi historia (06: Junio 2001)

en Grandes Series

01. Semana del 4 al 10 de Junio

Tras la comida con la familia de Rocío empezaba una nueva semana. Rocío me llamó por la mañana y me dijo que quería quitarse lo de mis exsuegros lo antes posible. Que yo ya había cumplido. La dije que la llamaría. Hable con Mariano y me dijo que el martes a cenar si me parecía bien. Acepté y llame a Rocío. El resto del día fue muy monótono y no vi a Rocío pues esta paso tarde y noche con su hermana que volvía a Londres al día siguiente.

El martes trabajé todo el día muy intensamente para salir pronto de la oficina. A las cuatro y media estaba en casa que ya era el momento en que volvía Rocío. Nos recibimos con un beso muy intenso y nos empezamos a preparar para estar a las seis y media en casa de mis suegros. Me duche y cambié de camisa y Rocío se duchó y puso ropa nueva. Me preguntó como ir vestida y la dije que informal que no tan formal como para ir a trabajar pero más que para dar una vuelta el sábado por la mañana por el barrio. Al final se decidió por unos pantalones vaqueros elegantes de color negro con una camiseta de un rosa muy llamativo y unas sandalias doradas de 5cm de tacón a juego con el cinturón del mismo color. Me había entendido perfectamente. Informal pero elegante. A las seis y media un poco pasadas estaba llamando a la puerta del chalet de Mariano y Manuela. Al entrar dejé el coche en el parking descubierto y Rocío y yo bajamos. Ambos nos esperaban en la entrada de la casa. En el corto camino del coche a la casa Rocío me dijo que la casa parecía impresionante. Cuando llegamos a ellos saludé a Manuela con un beso y a Mariano con un abrazo y les presenté a Rocío. Manuela dijo que estaba encantadísima de que estuviera allí con ellos. Y fue directa al grano:

– Por favor, no te sientas violenta. Te aseguro que estamos encantados de que nuestro Carlos tenga novia. El te habrá contado que somos como sus padres ahora. Quiero que sepas que es verdad. Queríamos mucho a nuestra hija pero ya se ha ido y nuestras fuerzas están en el bienestar de Carlos. Por cierto, eres preciosa

– Gracias – dijo Rocío – No niego que venía un poco tensa pero estas palabras me tranquilizan.

– Deja a estos que hablen de sus cosas – dijo Manuela – te voy a enseñar la casa.

Y ambas se fueron mientras Mariano y yo nos fuimos hacia el salón. El se sirvió una cerveza y yo me serví una coca cola pues no quería beber nada de alcohol en el aperitivo ya que esa noche beberíamos vino y no quería estar borracho para conducir. Hablamos sobre negocios y me contó como le iba. Yo le conté lo de nuestro nuevo negocio y me dijo que cuando lo tuviéramos bien engrasado le llamara pues ellos también necesitarían una web mejor que la que tenían en esos momentos. Me hablo de como Rodrigo y Marcos seguían tocando la moral en su empresa y le dije que no se preocupara, que era una empresa modélica y teníamos mayoría. A los quince minutos volvieron las mujeres en una conversación aparentemente agradable y se sentaron con nosotros. Estuvimos charlando hasta el filo de las nueve cuando nos fuimos al comedor a cenar. La cocinera de Mariano y Manuela hizo un arroz caldoso con bogavante verdaderamente espectacular que regamos con un Rueda blanco. Tras la cena un poco de café y al filo de las doce nos despedimos. En el coche Rocío me dijo que todo fue genial que no se sintió nada incómoda. Que había sido como si, de verdad, fueran mis padres. La dije que eramos un cuento de princesas. A mi me gustaban sus padres y a ella los míos, aunque fueran de mentira. Al llegar a la casa nos fuimos a la cama sin mucha pasión. Llevábamos varios días sin estar juntos pero el cansancio era grande.

El miércoles trabajé todo el día y ya tarde, cuando todo el mundo se había ido a casa, entro Raquel en la oficina. Vestía unos pantalones negros tipo chinos con una camisa rosa de Benetton y unos zapatos y cinturones marrones. Estuvimos un buen rato hablando de mi comida con los padres de ella y la cena con mis "nuevos padres". Se mostró bastante contenta de que todo fuera tan bien, se levantó y cerro la puerta con el seguro. Tras ello volvió junto a mi y se sentó en mis rodillas. Estuvimos un rato besándonos aunque yo llevé rápidamente mis manos a sus pechos lo que, casi como un resorte, hizo que ella llevara sus manos a mi pene. Estuvimos con el beso y los magreos durante unos minutos hasta que, ella se levantó y me dijo:

– Tengo la regla y no vamos a follar pero te voy a hacer una mamada espectacular

No tenía nada que objetar así que lleve mis manos al cinturón para desabrochármelo a lo que ella respondió con un golpecito en la mano. Ella se arrodillo junto a mi y llevo sus manos a mis pantalones donde desabrochó primero el cinturón y luego el botón y cremallera de mis pantalones. Una vez con pantalones y calzoncillos a la altura de los tobillos ella paso a mamarme la polla con delicadeza. Besaba toda la longitud e introducía mi pene en su boca todo lo que podía haciendo que su lengua jugara con mi capullo. La sensación era tremenda pero rápido me hizo levantar en un momento lo cual me sacó completamente de juego. Una vez de pie ella me giró y se sentó en mi silla. Estando ella sentada y yo de pie mi pene quedaba justo a la altura de su cabeza y empezó a meter y sacar mi pene de su boca a una velocidad brutal. Si no fuera porque todo el movimiento lo estaba haciendo ella creería que la estaba follando la boca en vez de ella estar haciéndome una mamada. Mi pene ya estaba a tope y yo cerca de eyacular. La dije que no fuera tan rápido o podía echarlo todo cuando mi boca estuviera fuera. Sonrió y mirándome a los ojos bajó la velocidad de la mamada de tal manera que mi polla nunca llegaba a salir del todo de su boca. En menos de un minuto estaba eyaculando dentro de su boca. Tras varios días sin correrme lo cierto es que fue una corrida enorme. Tras un par de minutos de charla nos fuimos ambos a casa a descansar. Cuando llegué a casa hacia las nueve estaba ya Rocío. Había preparado una ensalada que cenamos viendo la tele. Una vez nos fuimos a la cama tuve que tirármela. Ya había eyaculado hacía un rato pero tantos días de sequía no me impidieron volver a hacerlo y pude cumplir con ella. Estaba decidido a cumplir con ella siempre que quisiera. No podía poner como excusa haberme tirado a Raquel o María por mucho que ella me dejara.

El jueves llegó y aparecí pronto por la oficina. Ese mes iba a ser muy intenso. Mandábamos el lunes los primeros productos alemanes a las tiendas y teníamos además que preparar el lanzamiento de nuestra nueva empresa de diseño y programación web que empezaría a funcionar el 1 de Julio. Pasé toda la mañana en la oficina viendo números de ventas y pedidos. A mediodía teníamos la cita con Oscar, el marido de la amiga de Raquel. Su CV nos llamaba mucho la atención pero queríamos conocer a la persona. Raquel nos aseguró que nos iba a gustar pero toda comprobación es poca cuando vas a depositar en esa persona tanta responsabilidad. Quedamos con el a comer en Rugantino, un italiano del grupo VIPS que estaba cerca de la oficina. La conversación fue agradable y tenía muchas ideas. El partir con dos clientes fijos (nuestra empresa de importaciones y la inmobiliaria) le daba cierta seguridad al principio para no dilapidar mucho dinero. Acordamos que empezaríamos con seis personas: dos en programación, dos en diseño, una persona en administración y él. Para terminar los detalles fuimos a tomar café a mi despacho. Quedamos que el vendría a la oficina a trabajar desde la semana siguiente para ir buscando el personal y que fuéramos eligiendo oficina con el objetivo de lanzar la empresa lo antes posible. A última hora del jueves, justo antes de irse María entro Mike y dijo que teníamos que volar a Berlín al día siguiente pues una empresa en la que estábamos muy interesados había aceptado la oferta y teníamos que firmar. No podíamos ir la semana siguiente pues ellos no estarían ya que tenían un viaje de negocios. Llame a María y la dije que reservara noche en un hotel y nos comprara vuelos para ir a Berlín por la mañana y volver el sábado a mediodía o así. A Rocío no le hizo mucha ilusión pues el viernes íbamos a ir a cenar con Antonio, Laura y otra pareja. La chica de la pareja era muy amiga de Laura y Rocío y yo aun no los conocía. La dije que lo sentía y lo entendió. Intentaría cambiarlo al sábado. Nos fuimos a dormir y esa noche no hubo sexo. No fue nuestra primera pelea, no llegó a ser pelea pero si fue para ella una decepción.

El viernes ni pasé por la oficina pues había quedado a las nueve en el aeropuerto con Mike. A mediodía estábamos ya en el hotel y nos cambiamos poniéndonos traje, sin corbata, para ir a firmar. Teníamos que estar a las cuatro en las oficinas de los proovedores. Y esas cosas se sabe cuando empiezan pero no cuando acaban. Sabíamos que después de la reunión iríamos a cenar y alguna copa casi seguro que caía. Todo fue muy bien tanto en la firma como en la cena pero los dos socios de la empresa proovedora eran padres de familia y tenían que irse pronto así que acabamos Mike y yo en el hotel a las once de la noche. Decidimos tomarnos una copa en el bar del hotel e irnos a descansar.

Al día siguiente, sábado, nos levantamos pronto y fuimos a comprar algún regalo. A Rocío la compre unos zapatos negros de tacón abiertos por delante que seguro que le entusiasmaban. Eran de Manolo Blahnik. No podían no gustarle. Tras las compras relámpago nos fuimos al aeropuerto y llegamos a casa hacia las cuatro de la tarde. Cuando llegué Rocío no estaba. La llamé al móvil y me comentó que estaba con Laura y Antonio. Laura y ella habían ido de compras y Antonio se apuntó a comer con ellas. Me dijeron que estaban en el postre que ahora irían para casa y tomábamos café. Aproveché el momento para relajarme un poco. No tardaron más de cuarenta y cinco minutos en llegar. Laura y Antonio iban algo más puestos que Rocío que iba en vaqueros y polo. Les pregunté y me dijeron que ya iban directamente a la cena que Rocío había conseguido mover a esa noche. Aproveché el momento para regalarle a Rocío los Manolos. Laura dio un codazo a Antonio y le dijo que aprendiera. Todos reímos y Rocío me dio un beso bastante largo. Mientras dejaba las compras en la habitación yo preparé unos cafés. Estuvimos charlando hasta las siete cuando Rocío y yo nos turnamos para prepararnos de cara a la cena. Yo me puse mi uniforme de Dockers y camisa. En este caso me puse una camisa de Valentino muy agradable al tacto. Ella se puso unos vaqueros con pierna de campana y una camisa blanca con mucho escote. Acompaño el conjunto con un cinturón y bolso marrón oscuro. De zapatos llevaba unas sandalias blancas. Me lo pasé bastante bien durante la cena. Jorge y Marta eran bastante agradables. Ambos trabajaban en el sector de la electricidad como ejecutivos de nivel aún bajo pues se acaban de incorporar. Ella en Iberdrola y el en Repsol. Se conocían pues Marta había estudiado juntas en Londres con Laura y Rocío. Al llegar a casa de vuelta tras la cena Rocío estaba contenta.

– Ha sido una noche genial – dijo – y me he pasado un rato pensando en los zapatos que me has traído. Los estrenaré para ti.

– Genial - dije yo mientras me sentaba en la cama y la acercaba a mi.

– Tienes ganas de juerga – dijo ella haciéndose la dura – Es tarde

Y la besé en su plano vientre tras levantar un poco la camiseta. Pase mis manos por su cuerpo hasta llegar a sus pechos que acaricié con mis manos una vez mas. Cuando ya los tenía bien agarrados la senté sobre mis rodillas y empecé a jugar con su pelo con una mano y con sus senos con la otra. Ella tenía ambas manos alrededor de mi cabeza. No tardé mucho en quitarle su camiseta dejando su suave piel a mi alcance. Ella reacción desabrochando mi camisa quedando ambos sin nada en nuestras parte de arriba. Llevé mi mano a su cinturón mientras las suyas me imitaban. Se levantó y se quitó el pantalón sin necesidad de quitarse las sandalias puesto que sus pantalones eran muy anchos. Yo, mientras ella se quitaba los pantalones, me quité los míos y, una vez acabada la labor, nos lanzamos ambos a la cama. Estuvimos rodando de un lado para otro de la cama (menos mal que esta era de 1,8 metros) y sonriéndonos y besándonos sin parar. Una vez mantuve mi posición sobre ella la besé con ternura y deseo. Llevé mis manos a su entrepierna para apartar su tanga mientras ella me bajaba el calzoncillo. Una vez nos quitamos mutuamente la ropa interior empece a penetrarla con tranquilidad pero sin pausa. Ella cada vez gemía mas y mas yo estaba demasiado concentrado como para gemir pero aun así lo estaba disfrutando, al menos, tanto como Ella. El polvo duró unos 20 minutos sin movernos de esa posición. Simplemente sincronizados y amándonos, diciéndonos cosas bonitas al oído y pidiéndonos más mutuamente. Al correrme lo hice dentro de ella. Tomaba la píldora y, por tanto, un posible embarazo no era un problema. Después de correrme me eché a mi lado de la cama, nos besamos durante quince o veinte minutos y nos fuimos a dormir.

El domingo Rocío y yo teníamos una comida en casa de María solo con ella, Antonio y las niñas. Fue muy informal y tanto Rocío como yo fuimos con vaqueros y polo. Yo llevaba un polo de Gant y ella uno de Ralph Lauren de color naranja. Rocío aun no conocía a Antonio así que fue en cierto modo una presentación. También sirvió para que María y Antonio me pidieran que fuera el padrino en el bautizo de Marta que era el 29 de Julio. Sus hermanos ya lo fueron en el bautizo de su primera hija y habían pensado en mi para esta. Les dije que, obviamente, aceptaba. Al mismo tiempo nos dio la invitación para el bautizo que incluía a Rocío. Rocío riéndose dijo que ahora le tocaba ir a comprar un vestido. María se apuntó y ambas quedaron en hacerlo a finales de mes pues viajaba dos días a Barcelona con Raquel y luego, tras solo una noche en Madrid viajaba seis días a Nueva York y Chicago. Hacia las 8 de la tarde nos fuimos a casa donde cenamos algo ligero y, tras un polvo de rigor, nos fuimos a dormir.

02. Semana del 11 al 17 de Junio

Al llegar a la oficina el lunes trabajé preparando los dos viajes que tenía, uno tras otro, a partir de la semana siguiente. A las 12 y media llamé a María para decirla que me pidiera un sándwich y una ensalada para comer. A las dos y cuarto entró María con mi comida y cerro la puerta con llave. Me extrañó un poco que lo hiciera pero no le di importancia. Me dijo que había pedido comida para ella también y que si no me importaba se quedaría a comer conmigo. La dije que por supuesto. Empezamos a hablar de nuestras cosas y me agradeció que hubiera aceptado ser el padrino de Marta. La dije que era un verdadero honor. Antes de volver a trabajar se levantó, se sentó en mis piernas y me dijo:

– Te quiero

– Sabes que yo a ti también te quiero – dije intentando ser lo más políticamente correcto – pero igualmente sabes que es un amor especial. Quiero a Rocío de otra manera.

– Lo se cariño. No me quiero casar contigo. Pero quiero que sepas que soy tuya siempre que quieras. Quiero ser la amante esposa de mi marido y tu secretaria para todo.

– Lo eres cariño – dije justo antes de darla un beso de casi cinco minutos.

Rompiendo el beso dijo que era hora de volver a su puesto. La di un pequeño pico y la di las gracias por ese momento. Esa noche llegué tarde de trabajar y, tras pasar un rato con Rocío, acabé con ella en la cama haciendo el amor. Lo hicimos dos o tres veces y nos fuimos a dormir.

El martes fue probablemente el día mas monótono de los últimos meses. Un día normal de curro, una comida con Mike de lo más normal, algo mas de curro por la tarde, un paseo y cena con Rocío y a la cama sin sexo. Nada especialmente destacable ocurrió ese día.

El miércoles hubiera sido parecido sino fuera porque tuve la reunión con Laura para manejar mi dinero. Firme papeles para invertir parte del dinero que me había entrado por la venta de mi casa y aproveché para salir a comer con Rocío. Por lo demás fue un día muy parecido al anterior. Pero sorprendí a Rocío con un viaje relámpago ese fin de semana a visitar a su hermana en Londres. Ya había hablado yo con Diana y reservé habitación en el Melia White House. Estuvo encantada.

El jueves por la mañana preparé los viajes de la semana siguiente y por la tarde nos reunimos por la nueva empresa. El lanzamiento de la empresa de diseño y programación estaba cada vez mas cerca y programado para el día 1 del siguiente mes. Ya teníamos todo el personal menos la persona de administración que era la mas fácil de elegir. Ante la cercanía de la nueva empresa mantuvimos una nueva reunión con Oscar. Esta duro toda la tarde desde las 3 a las 8 que salí de la oficina. Primero vimos con Belén la oficina en la que íbamos a instalar la empresa. Era grande pues teníamos idea de crecer y mudarse mucho es una perdida de tiempo productivo. Posteriormente nos presentó a los que iban a dirigir el departamento de diseño y el departamento de programación. Ambos tendrían, de entrada, una sola persona a su cargo pero la idea es que ambos departamentos crecieran rápido así que tener clara la jerarquía desde el principio era bueno. Concretamos algunos otros detalles y ya dejamos todo en manos de Oscar. Tras terminar la reunión me fui a casa a cenar con Rocío y pasar una noche tranquila.

El viernes me iba con Rocío a Londres. Lleve mi maleta a la oficina y ella pasaría por casa a coger su maleta, cambiarse (para no ir con la ropa del trabajo) y me pasaría a recoger en taxi. Llegaría a las 5 y nuestro vuelo salía a las seis y media. Esa mañana tuvimos la reunión mensual. Fue extremadamente corta pues todo fue especialmente bien en Mayo con un mes récord en facturación tanto en nuestra empresa de importaciones como en la inmobiliaria. En parte gracias a la comisión de la venta de mi piso. Terminé hasta las cinco todo lo que tenía pendiente pues el lunes me iba a Barcelona con Raquel volvía el miércoles y el jueves me iba a EEUU con Mike. A las cinco menos cinco recibí una llamada de Rocío que estaba ya en el Taxi y bajé con la maleta para esperar a que llegaran. Nada mas llegar entre el taxi y nos dirigimos al aeropuerto. Rocío llevaba unos pantalones vaqueros blancos con una camiseta tipo túnica blanca por encima. La camisa llegaba hasta medio muslo e iba adornada con un cinturón metálico que hacia juego con sus sandalias de tacón. Estaba radiante. Los billetes eran, como solía viajar yo, de business. No es ya porque te atiendan mejor en el vuelo. Es que te tratan mejor en tierra y en todos sitios. Poco después de sentarnos en el avión nos ofrecieron una bebida. Solicité champán para ambos y nos lo tomamos mientras hablábamos de futuro. Llevábamos casi dos meses de relación desde nuestra primer comida que, ambos, consideramos como nuestra primera cita. Ambos nos confesamos enamoradísimos y ella me dijo que nunca había estado tan a gusto con un hombre. Yo la dije que también. Me comentó que tenía dos semanas en Julio de vacaciones y que le gustaría que hiciéramos algo pero que también le gustaría pasar una semana con sus padres y que no le importaría, que incluso le gustaría, que estuviera toda o parte de esa semana en casa de sus padres con ella. La dije que tenía una idea. El viernes 6 de Julio llevaría a Rocío a Cuenca a casa de sus padres y pasaría allí ella toda la semana. Así el viernes 13 volvería a por ella y pasaría con ella el fin de semana hasta el día 15 que volveríamos a Madrid. Así yo pasaba parte de su semana con sus padres. Luego lo que haríamos era irnos una semana a Menorca, a la casa que heredé de mis padres. Sería de lunes 16 a Domingo 22. A ella le encantó la idea. Estuvimos hablando de otras muchas cosas hasta que aterrizamos en Londres. Al llegar al hotel estaba Diana esperándonos y nos saludó efusivamente. Tras el checkin y dejar las maletas en la Jr. Suite que había reservado María a petición mía (ambas se entusiasmaron con la habitación) nos fuimos a cenar. Tras la cena nos fuimos a un pub y pronto, hacia medianoche ,nos fuimos al hotel pues al día siguiente íbamos a visitar un poco Londres. Yo conocía Londres bien y Rocío aun mejor pues estudió allí la carrera pero siempre es una delicia perderse por sus calles, visitar sus museos, sus parques, sus monumentos y, porque no, hacer compras en Oxford Street y alrededores. Al llegar al hotel subimos a la habitación y, nada mas entrar, llevé a Rocío a la cama en volandas y la tumbé en ella. Justo desde el momento en que la levanté empezó a reírse. Me quité mi camisa y mi pantalón lo antes posible y ella se despojó de su blusa túnica. Tenía un precioso sujetador de encaje y la dije que no se lo quitara. La ayudé a quitarse los pantalones y quedó con su conjunto de lencería que era espectacular. La dije que me hiciera un desfile de modelos y, con unas almohadas apoyadas en la pared me senté en la mesa. El pase de modelos fue espectacular. Me parecía increíble que esta mujer estuviera conmigo y que estuviera colgada de mi. Tras un rato desfilando y riéndose mientras lo hacía se acercó a mi y me bajo el calzoncillo. Aun de pie y agachándose formando un angulo de 90º me empezó a hacer una mamada espectacular. La hacía con tanta fiereza y pasión que yo solo tenía que concentrarme en disfrutar. Y bien que disfruté pues en nada de tiempo estaba gimiendo como loco. Antes de que estuviera cerca de correrme ella me dijo:

– No te vas a correr en mi boca hoy querido

Y se quito la braga a toda velocidad. Se subió a la cama y poniendo un pie a cada uno de los lados de mis piernas enfocó mi pene hacia su tesoro y empezó a cabalgar. Jugaba con la velocidad a veces mas rápido y otras mas lento. Los dos empezamos a gemir bastante y en un momento de lucidez ella dijo que nos iban a llamar la atención. No pudimos mas que reírnos. A los 10 minutos de cabalgar estaba a punto de correrme y se lo hice saber. Estaba a segundos y ella se agachó hasta que su boca estaba en mi oreja. Primero sacó la lengua y jugó con mi oreja unos pocos segundos y luego me dijo:

– Correte dentro cariño

No era una orden. Pero como si lo hubiera sido porque con ese comentario empecé a correrme y, a partir del segundo chorro, ella se unió a la fiesta. Fue un polvo genial y, como decía ella, nuestro primer polvo internacional. Tras el polvo nos besamos un buen rato, nos miramos a los ojos, nos declaramos amor eterno y nos fuimos a dormir.

El sábado desayunamos relativamente pronto en el hotel y hacía la nueve salimos hacía Oxford Circus que es donde había quedado con Diana a las nueve y media. Íbamos bien de tiempo pues ese recorrido andando lleva unos 15 o 20 minutos. Al llegar empezamos un maratón que incluyo una visita relámpago al Museo Británico, una mas pausada a la torre de Londres y, tras una buena comida de pato laqueado en China Town una tarde de compras por Oxford Street y Regent Street. No se si por estar en Londres pero al final solo compramos en Burberry. En la tienda que tienen en Regent Street. Rocío se compró un vestido y una chaqueta de entre tiempo y yo unos pantalones cortos. Tampoco podíamos comprar mucho pues no iban a entrar las compras en la maleta. Tras las compras volvimos al hotel, dejamos las compras y nos aseamos. Diana se había ido igualmente a su casa para cambiarse. A las nueve y media estábamos de nuevo en la zona de Oxford Circus par ir a cenar a un pub británico que a Diana le gustaba mucho. Se apuntó a la cena, muy agradable, la compañera de piso de Diana y tras unas copas acabamos a la una de la mañana en el hotel. Nos fuimos directamente a dormir pues, al día siguiente, queríamos levantarnos pronto.

El domingo tras desayunar estaba ya Diana en el hotel esperándonos y aprovechamos el poco tiempo que teníamos para ir a Camden Market. Mas a ver que a comprar. Habíamos dejado ya la habitación pero en el hotel nos estaban guardando las maletas. Tras una vuelta por el mercado fuimos a comer algo y, tras recoger las maletas, nos fuimos al aeropuerto para volver a Madrid. El viaje de vuelta fue muy agradable y hacia las nueve de la noche estábamos en casa. Cenamos, vimos un poco la tele, echamos un polvo absolutamente mecánico y nos fuimos a dormir.

03. Semana del 18 al 24 de Junio

El lunes empezaba mi maratón fuera de Madrid así que me despedí de Rocío con un largo beso pues no la vería de nuevo hasta el miércoles y solo por la noche pues el jueves me volvía a ir. Llegué a la oficina donde mantuve una corta reunión con Raquel y Mike y, tras ella, Raquel y yo nos fuimos a coger el puente aéreo para ir a Barcelona. A las dos ya estábamos totalmente instalados en el hotel y nos fuimos a comer pues a las seis teníamos la única reunión del día. La reunión era una primera toma de contacto con unos nuevos posibles clientes y fuimos muy preparados. El resultado fue satisfactorio pero la experiencia nos decía que se necesitaban, al menos, dos o tres reuniones mas hasta cerrar un trato con un cliente así. Tras la reunión fuimos a cenar cerca del hotel y, tras llamar a Rocío, me fui a la cama a leer un poco. Eran las diez pero estaba cansado. No pasaron 15 minutos cuando oí que alguien llamaba a mi puerta. Al abrir me empujó Raquel y me dijo, vestida con su albornoz del hotel:

– Hoy me quedo a dormir contigo

– Estoy cansadísimo

– No vamos a follar, eso lo dejo para mañana. Hoy vengo a dormir contigo.

Y se metió en la cama. Cogió ciertos papeles que llevaba yo y se puso a estudiarlos mientras yo leía mi novela. A las once y media apague la luz y nos fuimos a dormir.

El martes nos levantamos juntos y ella se fue a cambiarse a su habitación. Teníamos tres reuniones muy separadas en el tiempo y, por tanto, no tuvimos que estar corriendo de un lado para otro. Las primeras dos no fueron especialmente bien pero la tercera, que acabó con una cena de picoteo con los clientes fue extremadamente bien. La mejor del viaje con mucha diferencia. El jueves Raquel les mandaría un contrato y empezaríamos a trabajar juntos. Llegamos al hotel con un subidón de mucho cuidado y fuimos a mi habitación a tomar algo. Yo me puse un whisky con cola y ella tomó un gin tonic. Ese día ella vestía una falda blanca con vuelo hasta la rodilla, una camiseta fina de tirante ancho y color beige claro. El cinturón era marrón y grueso, a juego con una pulsera gruesa y ancha que adornaba su muñeca derecha. Calzaba unas sandalias muy altas, de unos diez o doce centímetros, doradas. Me senté en la butaca de la habitación y ella en la silla de la mesa de trabajo. Mientras tomaba mi copa ella me comentaba sus notas de las reuniones del día y comentamos como debíamos proceder con cada uno de los posibles clientes en los días futuros. Una vez terminamos de ver las notas se levantó de la silla y se acercó a mi sentándose en mis rodillas. Dejó su copa en la mesilla de la cama que estaba junto a la butaca e hizo lo mismo con la mía. Llevó sus manos a mi nuca y me beso con dulzura al principio pero, según iba yo entrando al juego, convirtiéndose poco a poco en pasión. Yo empecé a mover mi mano a lo largo de su espalda yendo de la nuca hasta su firme culo. Ella empezó a notar que mi pene reaccionaba como debía a su movimiento pues empezó a frotar su cuerpo contra el mío. Lo que consiguió es que este aumentara su posición de firmes y estuviera, rápidamente, en perfecto estado de revista. Cuando vio, mas bien notó, que estaba totalmente empalmado ella se levantó y se quito el top beige dejándome ver un precioso sujetador blanco. Yo no estaba por la labor de esperar así que rápidamente me levanté y me despojé de mi camisa. Vi que ella se quitaba el sujetador y empezaba a desabrocharse la falda así que empece yo a quitarme los pantalones. En menos de un minuto estaba ella en tanga blanco y yo con mis calzoncillos rojos así que opte por volver a sentarme. Poco a poco se acercó a mi y, cuando estaba a pocos centímetros de mi se inclinó para besarme a la vez que se bajaba el tanga. Ya sin tanga se dio la vuelta y se puso sobre mi calzoncillo a frotar mi pene con su culito. Si le faltaba un solo milímetro a mi polla por crecer seguro que lo hizo en ese momento. Los dos estábamos mirando hacia fuera de la silla y la levanté para bajar mi calzoncillo. Una vez sacado volvió a torturarme subiendo y bajando su raja por encima de mi pene sin que me dejara penetrarla. Harto de que estuviera totalmente en control me levanté de la silla con ella agarrada y la tumbé sobre la cama. Empecé a besar sus tetas y poco a poco fui bajando hasta llegar a su coño. Una vez en el empecé a chupar como un loco. Ella empezó a gemir y a pedirme que siguiera. Y seguí. Durante al menos unos diez minutos hasta que estaba a punto de correrse y me pidió que la follara.

– ¿Ahora quieres que te folle? - dije – Llevas un rato calentándome la polla y ahora quieres que te folle. Te voy a dejar seca y luego quizás te folle

– Me vas a dejar seca. Eso no lo dudo. Pero luego me follarás pues no vas a quedarte sin correrte. Sigue, por favor.

La jodida tenía razón. O me la chupaba o me la follaba pero a esas alturas no me iba a quedar sin nada. No pensaba hacerme el duro. Seguí chupando un par de minutos más hasta que estalló en un tremendo orgasmo. Una vez ella termino de orgasmar no perdí ni un segundo y me subí encima de ella a bombear a lo loco. Ella ya había llegado y ahora me tocaba a mi. Noté como puso sus piernas alrededor del cuerpo y sus sandalias a la altura de mi culo lo acariciaban con las tiras de la sandalia haciendo de más fuerza de la que haría un pie desnudo. A los dos minutos estaba cerca de llegar pero me salí de ella. Me preguntó donde iba y simplemente me tumbé al lado suyo. La mire a los ojos y la ordene que me cabalgara. Sin tener que decirle una sola palabra más se colocó mirándome a mi y con un pie a cada lado de mi cuerpo y la suela de la sandalia con su gran tacón apoyada en la colcha empezó a cabalgar. La dije que más rápido y lo hizo. Siguió durante al menos diez minutos en los que intentaba a partes iguales disfrutar y aguantar. Quería que se cansara. Una vez estuve a punto de llegar se lo dije y me dijo que me corriera. Que estaba lista para mi. Me corrí y cuando estaba convencido que ella no se correría en mi cuarto o quinto escupitajo de semen ella se corrió. Se descabalgó y se tumbó a mi lado. Me tocó el cabello mientras me miraba y dijo:

– Cuando me has ordenado que cabalgara me he sentido rara. Te he dicho muchas veces que ambos somos dominantes. Si alguien me pide algo como me lo has pedido tu me cabreo y no lo hago. Pero me lo has pedido con tal confianza. Me he sentido como María – dijo riendo.

– Lo mismo no eres tan dominante como crees.

– Lo que creo es que todo Superman tiene su kriptonita y tu eres la mía

Y me beso. Y la besé. Y descansamos un rato. Y volvimos a hacerlo. Esta vez bastante mas convencional y cuando acabamos nos fuimos a dormir.

El miércoles a primera hora desayunamos y nos fuimos a Madrid en un vuelo de las diez y media. A las doce Raquel y yo ya estábamos en la oficina y me puse a trabajar. Esa tarde a las cinco quería irme con Rocío para pasar la tarde noche con ella pues al día siguiente me iba a EEUU y no llegaba a Madrid hasta el miércoles siguiente. Antes tuve que pasar por la oficina de Rocío pues tenía que firmarle unos papeles a Laura y echarle un vistazo rápido a las inversiones. Con el poco tiempo que tenía ni pude saludar a Rocío que estaba reunida. La comida fue un sándwich y ensalada en el despacho. Al final salí de la oficina a las cinco y media quedando con Mike en el aeropuerto a las diez de la mañana del día siguiente. Cuando llegué a casa ya me estaba esperando Rocío. Nos dimos el beso del año, casi quince minutos de intercambio de saliva y magreo. Tras el beso la dije que se preparaba para irnos a cenar fuera. Yo mientras hice mi maleta. Cuando ella salió de la ducha ya tenía la maleta echa y me metí yo para vestirme. Al salir vi a Rocío vestida con una falda larga verde con adornos dorados, unas sandalias doradas y un top blanco de tirantes. Su cinturón no era tal, era una especie de chal atado de color dorado y unas pulseras de fino grosor dorado adornaban su muñeca derecha. Fuimos a cenar a un local muy de moda en aquel momento, cercano a Sol, que servía tapas y raciones creativas. Era un sitio donde la gente iba los fines de semana a dejarse ver. Los días de diario íbamos a disfrutar de la cocina. Tras la cena dimos un paseo por el centro y, a las diez, decidimos coger un taxi e irnos a casa. Una vez en casa tuvimos que comportarnos en el ascensor pues lo compartimos con nuestros vecinos. Ella no tardó en intentar cotillear y yo solo pensando en llevar a Rocío a la cama. Una vez pasamos el umbral de la puerta y esta estuvo cerrada la levanté y la lleve, entre risas, besos y bromas a la cama. La deposité con ternura en la cama y me quite la camisa mientras ella se quitaba el top. Me tumbé encima de ella a besarla. Ella llevó sus manos a mi paquete para quitarme el cinturón y yo me baje el pantalón. Subí como pude su falda y empece a penetrarla. Ella empezó a gemir y yo también aunque el sonido se confundía con mis gruñidos por el esfuerzo. Lo estaba haciendo con bastante velocidad. No duró ella mas de diez minutos antes de correrse. Yo mientras seguía dándola todo lo fuerte que podía. Ayudaba para no correrme el que lo hubiera echo con Raquel el día antes. Aun así, a los cuatro minutos me corrí en su interior. Creo que ella también se corrió pero no estoy seguro. Nos quedamos juntos abrazados durante media hora hablando antes de levantarnos, cambiarnos e irnos a dormir.

Me desperté el jueves a la vez que Rocío y, mientras ella se duchaba, preparé unas tostadas y café para desayunar. Disfrutó la sorpresa y desayunamos juntos. Íbamos a estar casi una semana entera sin vernos y me apetecía irme a lo grande. Tras desayunar nos dimos un beso bastante largo y se fue. Yo terminé de desayunar y me fui al aeropuerto donde había quedado con Mike. Tras facturar nos fuimos a la sala VIP a terminar ciertas cosas que teníamos pendientes. Iba a ser un viaje intenso. Esa misma tarde al llegar, con Jet lag y todo, teníamos una cena. El viaje en Business es bastante llevadero y echamos una cabezada de dos horas para poder aguantar mejor el Jet lag. Cuando llegamos fuimos a nuestro hotel y desde ahí, tras una ducha reparadora, fuimos a una cena con unos proovedores. Menos mal que en EEUU cenan pronto y a las diez estábamos en el hotel durmiendo.

El viernes quedamos en el hall del hotel a las ocho y media para ir al desayuno. Desayunamos tranquilamente pues teníamos la primera reunión del día a las doce de la mañana. Fuimos a esa reunión y a tres reuniones mas. Dos de ellas fueron bien, una mal y la otra ni fu ni fa. Al final estábamos de vuelta en el hotel a las diez de la noche y muy cansados pero habíamos sido capaces de juntar cinco reuniones en un día entero y el día de llegada. Era un nuevo récord para nosotros. Cenamos en mi habitación. Yo cené una ensalada César y Mike un sándwich club. A las once y media se fue a su habitación y yo me quedé un rato viendo la tele antes de apagarla a las doce e irme a dormir.

El sábado no madrugamos mucho aunque a las diez estábamos desayunando tardíamente, muy tardíamente para los estándares americanos. Tras el desayuno nos fuimos de compra por Nueva York pues ese día solo teníamos que coger un vuelo por la noche a Chicago. Visitamos muchas tiendas de ropa y compre bastantes cosas para Rocío y un regalo para Raquel, otro para María y un par de vestiditos para las hijas de María. A las cinco y media recogimos nuestras maletas del hotel y fuimos hacia el aeropuerto de La Guardia para coger el vuelo a Chicago. Llegamos al aeropuerto de Midway en Chicago y el taxi nos llevó al hotel céntrico. Chicago en junio era muy bonito. Solo había estado una vez antes, en enero, y el frío no me permitió apreciar bien la ciudad. Teníamos todo el domingo para disfrutarla.

El domingo el plan era no desayunar, levantarnos tarde e ir a comer. Y eso hicimos. Cuando me levanté a las once llamé a Rocío y estuve hablando con ella cerca de una hora. En Madrid eran las siete de la tarde y estaba en casa. Me hizo gracia y a la vez me gustó que estuviera en mi casa y la llamara casa en vez de estar en la suya. Me comentó que había estado el sábado de compras con Raquel y habían quedado con María para cenar el lunes las tres. Tras charlar la dije que la quería y me duche y vestí para salir con Mike a comer y conocer la ciudad. Estuvimos todo el día fuera hasta que volvimos a cenar al hotel. Al día siguiente teníamos cuatro reuniones muy importantes y debíamos madrugar.

04. Semana del 25 de Junio al 1 de Julio

El lunes a las ocho estábamos Mike y yo desayunando y hablando acerca de las cuatro empresas con las que nos íbamos a reunir esa semana. La linea de productos americanos fue la primera que lanzamos pero aun así siempre buscábamos nuevos productos que incluir a nuestro catálogo. Entre la segunda y la tercera reunión, a las dos de la tarde que eran las nueve en España, llamé a Rocío y esta me dijo que estaban las tres cenando que ya me contaba cuando volviera. Que me quería. La dije que la quería y seguimos con las reuniones. Me centré en sacar adelante las siguientes dos reuniones y funcionó a la perfección pues las dos fueron increíblemente bien. Las mejores del viaje. Puesto que el martes ya no teníamos reuniones y solo esperaríamos a que saliera el vuelo de vuelta a media tarde Mike y yo nos fuimos a celebrar probando la pizza deep dish típica de Chicago. No estaba mal pero donde esté una pizza en Italia en una pequeña Trattoria en casi cualquier ciudad italiana que se quite la pizza de Chicago. Tras las pizzas nos fuimos a tomar unas copas a un bar cerca del hotel. Nos dieron las dos cuando llegamos al hotel. Era hora de descansar. Lo había pasado bien en el viaje pero estaba cansado.

El martes tras desayunar hicimos el checkout y dejamos la maleta en consigna del hotel mientras dábamos una vuelta por la ciudad y hacíamos unas últimas compras en la Magnificent Mile. Me compré una americana que me encantó en una boutique del centro y a Rocío la compre unos zapatos de tacón que me parecieron muy bonitos. Aproveché para comprar unos libros de economía en una librería del loop y, a la una, fuimos al hotel a por nuestras maletas y nos fuimos al aeropuerto. El vuelo salía hacia las cuatro de la tarde, hora de Chicago, y no llegaba hasta por la mañana del día siguiente, hora de Madrid.

Poco después de las siete de la mañana estaba nuestro avión aterrizando en Barajas. Al aterrizar cogimos taxis separados para ir a casa a dejar las maletas y darnos una ducha antes de pasar por la oficina a ver como iba todo. Tampoco íbamos a currar mucho ese día. Aproveché el trayecto en taxi para hablar un rato con Rocío y a las diez ya estaba en casa y duchándome. A las once salí hacia la oficina donde estuve hasta las dos. A esa hora me fui a hablar con Laura de mis inversiones y ver si debíamos ajustar algo. Decidimos dejarlo como estaba y, a las tres, me fui a comer con ella, Antonio y Rocío. Ese día a las cuatro volvían a la oficina hasta las seis así que comimos cerca de su oficina y quedé con Rocío en casa por la tarde. Aproveché para volver a la oficina pasando antes por casa y les di a María y Raquel sus regalos. Ambas me lo agradecieron con un pico en la boca. A las seis salí para casa y al llegar aun no había llegado Rocío. Tuve que esperar poco más de diez minutos hasta que oí la llave en la puerta. Estaba sentado en el sofá y ella se lanzó a mi corriendo, se subió encima mía con un pierna a cada lado de las mías arrodillada en el sofá y empezamos a besarnos. Iba con un traje de chaqueta y falda negra y zapatos de tacón del mismo color. El top que acompañaba su traje era de color crudo. Rápidamente se quitó la chaqueta y la tiró sobre la mesilla del salón. Tras diez minutos de beso y magreo rompí el beso y con cierta sorna la pregunté:

– ¿No me vas a preguntar que tal el viaje?

– ¿Que tal el viaje? - dijo ella

– Bien

– Tema zanjado – dijo ella sonriendo y volviéndome a besar.

Fue el pistoletazo de salida para el segundo asalto. Nuestras manos siguieron explorando todos los rincones de nuestro cuerpo. Empecé a quitarla el top mientras ella fue desabrochando uno a uno los botones de mi camisa. En nada de tiempo mi camisa y su top se encontraban sobre la mesa camilla. El siguiente punto de encuentro de nuestras manos fue mi cinturón en el que ambos centramos nuestros esfuerzos. Una vez desabrochado el cinturón hice lo propio con el botón del pantalón y baje la cremallera. Ella se levantó un poco para que pudieran salir de la prisión mi pantalón y calzoncillo. Según volvió para apoyarse en mi puse mis manos por el exterior de sus muslos de tal manera que, según bajaba subía su falda. Cuando su cuerpo tocó mi pene ya tenía la falda de cinturón y mi polla estaba en contacto con la tira de su tanga. Movió su cuerpo manteniendo el contacto del pene con su raja apenas protegida por el pequeño tanga. Ese simple movimiento nos dejó a ambos gimiendo en unos segundos. Y seguíamos besándonos. Nos frotamos dos veces mas y ella rompió el beso levantándose un poco, apartando su tanga, mirándome a los ojos, cogiendo mi polla y llevándola a su coño.

– Te necesito dentro – dijo

– Ya me tienes aquí. Te he echado de menos – contesté

– Y yo a ti – dijo ella.

Y se dejo caer sobre mi polla haciendo que esta se abriera camino en su interior. Fue una sensación increíble tras una semana. Pensé que con Lucía los polvos tras los viajes no estaban mal pero no se parecían, ni remotamente, a este. Me había pasado años como novio de Lucía pensando que la amaba y llega una chica nueva tras la catástrofe y me enseña el camino al amor. Y me lo enseña con una mezcla de ternura y pasión. Los movimientos de Rocío me sacaron rápidamente de mis pensamientos y me llevaron a un mundo de placer. Estaba muy cansado y la deje hacer todo el placer. Me dedique a sonreír, besarla y gemir mientras todo el esfuerzo físico lo llevo ella. En estos momentos agradecía que fuera al gimnasio. Ella siguió cabalgando un rato y se echo sobre mi y me dijo al oído que se iba a correr pidiéndome que lo hiciera con ella. La dije que aguantara un minuto. Siguió como pudo y cuando me iba a correr se lo hice saber y casi al instante en que escupí mi primer chorro de semen en su interior ella se corrió. Tras seguir moviéndose y yo escupiendo durante unos segundos se salió de mi y se apoyó en mis rodillas dejando el resto de su cuerpo descansar en mi pecho. Nos mantuvimos en esa posición casi un cuarto de hora hasta que nos levantamos y abrazados nos dirigimos a la habitación para darnos una ducha pues habíamos quedado en cenar fuera juntos. Tras la ducha antes de irnos la di sus regalos. Dos vestidos, los zapatos de Chicago y una camisa a rayas rosas blancas muy de fin de semana. Me lo agradeció con un beso y nos fuimos a cenar. En la cena salió el tema de la cena de chicas. Bueno, lo saque yo. Rocío me dijo que el sábado con Raquel le estuvo Rocío preguntando mucho acerca de María y a Raquel se le ocurrió que era mejor que se conocieran mejor y fueran las tres un día a cenar. Al parecer las tres fueron muy puestas a un restaurante y, según me contó y yo la creo, todos los hombres no paraban de mirarlas. Me dijo que no paso nada en especial solo que se rieron, se conocieron mejor y prepararon un poco mi fiesta de cumpleaños del domingo ya que ese día cumplía 26 años. La dije a Rocío que lo dejaba todo en sus manos pero que el sábado Mariano y Manuela, mis ex suegros, me habían pedido que fuéramos a comer. Rocío dijo que por supuesto. Terminamos de cenar hablando de mi viaje y de su semana y dando un paseo fuimos a casa. Durante el paseo la dije que estaría bien que pronto viniera a vivir a casa oficialmente pues ya estaba siempre en mi casa y a la suya solo iba a por ropa. Al llegar a casa caímos, abrazados, en los brazos de Morfeo.

El jueves fue un día de oficina bastante normalito. Entré algo antes de las nueve y salí a las siete contestando mails que había dejado de contestar por el viaje, firmando algunos papeles y reunido con Mike para ver como proceder con cada proovedor que habíamos visitado. Al salir de la oficina llamé a Rocío y la recogí con el coche para ir al Hipercor del campo de las naciones a comprar cosas para mi fiesta de cumpleaños. Parte de la comida la íbamos a encargar en Mallorca pero las bebidas y los aperitivos tipo patatas fritas teníamos que comprarlos. Al final cuando llegamos a casa eran casi las diez de la noche. Cenamos una ensalada y, tras ver un poco de tele, nos fuimos a la cama. Esa noche no hubo sexo.

El viernes decidí trabajar solo hasta el mediodía, como el resto de los trabajadores, y me planté en la oficina a las ocho de la mañana. Fue un día de mucho trabajo pero a la vez muy entretenido pues llegaron tanto Raquel como Mike con buenas ideas y nos pasamos un rato discutiéndolas. La empresa iba muy bien pero eso solo nos hacía querer mas. Nos considerábamos empresarios pero teníamos ese puntito de innovación y superación que es más característico de los emprendedores que de los empresarios. Me fui a casa a las tres y a las cuatro estaba comiendo algo en un bar cercano. Ese día no iba a comer a casa Rocío pues se iba con Laura de compras. Quede con Antonio a las siete y fuimos a buscarlas. Estaban por el centro. De nuevo no llevaban muchas bolsas lo cual me parecía sorprendente. Eran las ocho y era pronto para cenar así que entramos en un cine de la Gran Vía a ver Beautiful Creatures (Criaturas hermosas). Tras el fin de la película fuimos a cenar al VIPS de Gran Vía y nos recogimos tras la cena. Rocío y yo llegamos a casa a las doce. Nada mas entrar Rocío dejo sus bolsas en el hall de entrada y empezó a besarme. De repente paró y me cogió del mano hasta llevarme a la habitación. Allí me tumbó sobre la cama y escaló junto a mi. Me desabrochó el pantalón y lo bajo junto con los calzoncillos. Se subió su falda hasta por encima de los cachetes y, apartando su tanga, se metió mi pene en su coño. Lo hizo sin miramientos y sin juegos. Sin decir palabra y sin dejar de mirarme. Empezó a cabalgar hasta que me corrí momento en que ella, al notar mi tercer chorro, también se corrió. Una vez acabada su demostración de hípica se bajó de mi, se tumbo a mi lado y me beso. Nos desnudamos y nos abrazamos. En esa posición nos quedamos dormidos.

El sábado habíamos quedado con mis ex suegros en su casa. En principio íbamos a ir a comer pero al final habíamos quedado en ir a pasar el día. Llegaríamos para comer y luego estaríamos en la casa disfrutando de la piscina para posteriormente cenar con mis exsuegros y los mejores amigos de ellos y mis padres. Hace solo unos meses estas reuniones eran de tres parejas pero ahora, tras la muerte de mis padres, eran solo dos y a mi no me habían visto desde entonces. Rocío estaba un poco nerviosa porque apenas conocía a mis exsuegros y ella era la mujer que estaba sustituyendo a su hija en mi corazón. La tranquilice diciendo que la otra vez que fuimos a su casa también estaba nerviosa y todo fue fenomenal. Salimos a las once de casa pero antes de ir a su casa pasamos por El Corte Inglés de Sanchinarro para comprarla un bikini nuevo y así yo aprovechaba para comprarme unos bermudas nuevos. Al final salimos de allí cada uno con tres modelos. Lo cierto es que así no teníamos que volver a comprar pues del dieciséis al veintidós de Julio nos íbamos de vacaciones a la casa de Menorca que heredé de mis padres. A la una y media estaba aparcando el coche en el garaje del chalet y ellos, de nuevo, nos esperaban junto a la puerta. El vestía con un pantalón corto y polo y ella un vestido veraniego. Me hizo cierta gracia pues yo vestía como él y Rocío como ella. Aunque nosotros llevábamos colores más juveniles. Besé a mi exsuegros y me di cuenta que era la primera vez que le besaba como a un padre. Pero no dije nada. No se si alguien también lo notó pero para mi fue a mitad de camino entre lo esperable y lo impactante. Fuimos al porche que tenían cerca de la piscina para disfrutar del esplendido día pero, a la vez, resguardarnos un poco del sol. Tomamos unas cervezas y unos refrescos junto con unos frutos secos mientras el servicio terminaba de preparar la comida. La conversación estaba muy animada cuando el servicio empezó a preparar la mesa más grande del porche. Decidimos dar por terminada la sobremesa y llevar las botellas vacías a la cocina e ir a lavarnos las manos para comer. Comimos una ensalada con cordero asado y, de postre, un helado muy bueno artesanal. Tras el helado los cafés y un par de horas de conversación donde se tocaron todos los temas. Rocío se interesó por ellos y ellos por ella. No se como Rocío podía estar nerviosa. Tiene tablas para estar en cualquier sitio. A las seis propusieron que nos diéramos un baño y aceptamos. Fuimos dentro de la casa y salimos con los bañadores nuevos. Yo un bañador bermudas amarillo de la marca Billabong y ella un bikini blanco de Ralph Lauren con el icono de Polo en distintos colores. Cuando salimos ya estaban Mariano y Manuela en ropa de baño esperándonos. Antes de llegar a las tumbonas una de las chicas del servicio nos dio a cada uno una toalla. Tomamos el sol y nos bañamos disfrutando ambos de la piscina hasta aproximadamente las ocho y media cuando fuimos a ducharnos y cambiarnos para la cena que esa noche tendríamos con los otros amigos de mis padres. A las nueve y media llegaron y les presenté a Rocío. Fue una cena muy agradable y todos disfrutamos mucho. Ellos se fueron al filo de la una de la mañana. Rocío y yo ayudamos un poco a llevar cosas del porche a la cocina y a la una y media nos preparamos para irnos.

– ¿No os queréis quedar a dormir? - preguntó Manuela

– No tenemos pijamas ni nada – contesté yo

– Bueno, la próxima vez que vengáis a una cena os traéis pijamas – dijo Manuela - Te dejo ir porque no has bebido mucho. Pero no quiero perder un segundo hijo.

Estaba empezando a acostumbrarme a que me llamaran hijo y a yo llamarles padres. A las dos y cuarto estábamos en casa yéndonos a dormir. Rocío aprovechó para recordarme una vez más que le gustaban mis exsuegros y padres de sustitución.

El domingo nos levantamos relativamente tarde tras la cena del día anterior con mis exsuegros. Mi relación con ellos era tan buena como siempre con la grata sorpresa de lo bien que se llevaba Rocío con ambos pero especialmente con Manuela. Rocío me dijo que no me daría mi regalo hasta esa noche con los demás. Para desayunar baje a comprar unos croissants mientras Rocío preparaba el café. Tras el desayuno fuimos a dar una vuelta por el barrio y, a las dos, nos acercamos al Mallorca de Bravo Murillo a recoger nuestro pedido para la cena de esa noche. Volvimos a casa a dejarlo todo y nos fuimos juntos a comer para celebrar mi cumpleaños en pareja. Elegimos un restaurante japones que nos gustaba mucho cerca de la Castellana. Hacía las seis de la tarde llegaron los primeros invitados. Como casi siempre eran Mike y Susan. Mike era hiperpuntual. Si decíamos a las seis el llegaba a las seis. El resto entre seis y siete. Las otras tres parejas invitadas eran María y Arturo, Raquel y José Carlos y Laura y Antonio. Estuvimos tomando unas cervezas y unos refrescos hasta las ocho cuando sacamos el cóctel que, como casi siempre, Mallorca hizo de manera estupenda. Serían las diez de la noche cuando tras comer, reírnos y beber algunas copas decidieron sacar los regalos. Laura y Antonio me regalaron un reloj y Raquel, María y sus respectivos maridos me regalaron distintos artículos de ropa. Mike y Susan me regalaron tres DVDs edición de coleccionista. Cuando le tocó a Rocío el turno esta miro a Raquel y ambas dijeron que ahora venían. A los segundos oímos que cerraban la puerta de casa. Yo obviamente no sabía nada así que todos miramos a José Carlos que se limitó a decir que esperáramos. Pasaron algo menos de cinco minutos cuando ambas volvieron a entrar. Esta vez con una caja enorme que me dio Rocío no sin antes darme un beso en la boca. Era un home cinema de los buenos. Un pedazo de regalo. A las once se habían ido ya todos y Rocío se sentó encima mía. Ese día vestía una falda corta, a medio camino entre la falda y la minifalda, con una camiseta azul royal muy elegante y bastante escote y unas sandalias plateadas. Nos levantamos y fuimos junto a la cama quedándome yo sentado y ella de pie. Poco a poco fui quitándola la camiseta hasta que quedó con un sujetador azul celeste. Mis manos jugaron con sus pechos u nos besamos. Abrí un poco mis piernas para que ella también se pudiera sentar en la cama estando ambos mirando hacia afuera. Ella llevó sus manos hacia atás acariciando mi cabello mientras yo metía mi mano por dentro de su falda desde arriba y jugaba con su rajita. Para maniobrar un poco mejor baje un poco la cremallera de la falda que estaba en la parte posterior. Ella se levantó tras un rato jugando y se dio la vuelta. Quedando sus pechos a la altura de mi boca no pude hacer otra cosa que no fuera besarla sus senos. Rápidamente me hizo ponerme en pie y me ayudó a quitarme la camisa mientras yo desabrochaba mi cinturón y pantalón. Me bajó los pantalones y me los quitó y volvimos a sentarnos en la cama pero ahora era ella la que estaba detrás y yo sentado en la cama entre sus piernas. Echando la cabeza hacia un lado la besaba mientras ella, con soltura, me hacía una maravillosa paja y me decía cosas al oído. Besó mi cuello y mi oreja y, saliendo de su posición se acerco al borde de la cama y arrodillándose empezó a besar mis huevos y pasar su lengua por toda la longitud de mi pene. En unos instantes empezó a hacer una mamada cada vez mas fuerte e intensa. Siguió con la mamada alternándola con movimientos de su mano en una paja mas tradicional. Cuando no tenía su boca en mi pene me decía que me quería y que esa noche iba a ser genial. Como no me quería correr aún la levanté y la tumbé en la cama donde, hábilmente, la despojé de su falda y tanga y empece a hacerla una buena comida de coño. Si no recordaba mal era la primera que le hacía y parecía agradecerlo. No se cuanto tiempo estuve con ella pero fu un buen rato. Cuando ya no podía mas me tumbé junto a ella, la besé y apunté mi pene a su conejo. Estuve un rato follándomela con lentitud, sin fuerza y con nuestras caras a pocos centímetros. Nos besábamos y nos decíamos que nos queríamos. Tras un rato así ella se giró y me dejó boca arriba empezando a cabalgarme en pocos segundos. Yo disfruté como un loco. Según me cabalgaba ella empezó a correrse. Yo aguanté como pude y tras su corrida la moví para que volviera a chupármela. Cuando noté que estaba ya demasiado cerca para correrme la di la vuelta y, desde atrás, empece a follarla sin consuelo. En dos minutos exploté en un orgasmo que esta vez se sincronizó con el segundo suyo. Descansamos unos minutos y volvimos a ello. Esa noche estuvimos follando desde las once que se fueron todos hasta las tres de la mañana. Ni que decir cabe que no podía mas y tarde segundos en quedarme dormido abrazado a mi nueva Diosa.

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