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Mi historia (48: Diciembre 2004)

en Grandes Series

01. Semana del 6 al 12 de Diciembre

El lunes era fiesta y llegaron Jorge y su esposa con el pequeño para pasar unos días y celebrar el cumpleaños de Diana. Llegaron a comer. No estaban invitados a la boda de Teresa y María Rosa había tenido que trabajar ese domingo. Trabajaba en una empresa de comunicación empresarial y ese fin de semana se había celebrado un evento de uno de sus clientes y eso hizo que el domingo tuviera que estar trabajando. Tras todo el día anterior currando María Rosa estaba cansada y lo que le apetecía era descansar. Así ella y Rocío se quedaron en casa después de comer mientras los demás nos fuimos a dar una vuelta. El pequeño Jorge con año y diez meses ya andaba bastante bien y podía casi correr. Tras la vuelta cenamos toda la familia junta y luego Diana y Pablo se fueron a tomar una copa mientras los demás charlamos un poco antes de irnos a la cama. Rocío ya tenía una barriga bastante considerable. A mi me parecía increíble que pudieran aun quedar casi dos meses para el parto. Según María Rosa, que para eso había sido madre, que Rocío fuera mas bien delgada hacía que la barriga se notara mucho más pero entre la semana veintiocho y la treinta, nosotros entrábamos en la treinta esos días, es cuando empezaría Rocío a coger mas volumen.

El martes ya estando todos descansados salimos la familia al completo a dar una vuelta por la ciudad. La madre pasó un rato por la farmacia pero como tenía dos jóvenes licenciadas trabajando podía tomarse el día libre. El padre cogió ese día de vacaciones. El paseo por Cuenca fue muy agradable y luego fuimos todos juntos a comer. Tras la comida volvimos a la casa de los padres y descansamos un poco. Esa noche Diana celebraba su cumpleaños con sus amigas y nosotros fuimos a la cena que hizo en un restaurante céntrico. A las once, cuando la fiesta solo empezaba nosotros nos fuimos y dejé a Pablo solo ante el peligro. La mayor parte de las amigas mas cercanas de Diana eran solteras y no tenía muchos chicos con los que hablar. Al llegar a casa de los padres fuimos directos a la cama.

Llegó el día del cumpleaños de Diana y todos estábamos en pie antes de la aparición en escena de Pablo y ella. Cuando se levantaron todos la felicitamos. Estuvimos toda la familia en la casa de los padres antes de irnos a comer. En el restaurante y tras los cafés dimos a Diana sus regalos. Nosotros la compramos, fue Rocío, unas botas de Jaime Mascaró y un vestido de fiesta de Dior. Muy ponible para todo tipo de eventos. Al salir del restaurante todos fuimos a casa de los padres de Rocío, cogimos las maletas y volvimos a Madrid.

Ya en la oficina el jueves estuve toda la mañana ayudando a Ana y su equipo tener los números de Noviembre listos para el día siguiente. A la hora de comer iba a tomarme una ensalada en mi oficina pero María me pidió que fuera a su casa con ella y no me negué. A mediodía la llevaban una vitrocerámica a casa y quería hablar sobre algunos detalles de la cena de navidad. Al llegar a su casa comimos, en una mesa que tenía en la cocina, mientras hablábamos de la cena y los operarios de El Corte Inglés montaban la cocina. Ese año haríamos la fiesta en jueves y daríamos el viernes libre aunque aquellos trabajadores con mayor responsabilidad deberían leer el correo desde casa. Cuando se fueron los operarios María les acompañó hasta la puerta y, cuando volvió, no fue a su sitio sino que se sentó sobre mi. Me miró a los ojos y me besó. Tras el beso se quedó un rato mirándome y pegó su cara a mi pecho. Yo acaricié su cabello.

– Gracias – dijo

– ¿Gracias por?

– Gracias por todo. Por darme un puesto de trabajo que en realidad no me corresponde, por regalarme parte de la empresa, por ayudar a mi padre. Porque gracias a ti he podido cambiar la cocina.

Yo la acaricié el pelo un rato e hice que me mirara a los ojos.

– A ti en realidad el puesto que te corresponde es el mio. Eres el pegamento que nos mantiene unidos. Sin ti no somos nada. Eres inteligente y dulce. Eres la mejor directora de recursos humanos del mundo. Y el trozo de la empresa te lo tuve que dar cuando abandonaste el puesto de trabajo en una empresa consolidada, como la de mi padre, para arriesgarte con nosotros en esta aventura. Debería estar yo pidiéndote perdón por no haberte dado parte de la empresa entonces. Siempre has sido fundamental para mi. Primero como secretaria ahora como socia. Siempre como amiga.

María me sonrió y volvió a pegar su cabeza a mi pecho. Yo la acaricie un poco mas el cabello y volví a hacer que me mirara para besarla con pasión. Vestía ese día una falda azul, amplia y bastante larga, hasta los gemelos, y una camisa del mismo color. En sus pies llevaba unos preciosos zapatos con un tacón fino pero no muy alto. Su falda era tan larga que no hacía fácil el acceso a su cuerpo. Aun así empecé a acariciarla lentamente desde sus tobillos mientras seguía besándola. María se levantó y con cara di niña pícara se fue desabrochando lentamente la camisa, botón a botón, mostrándome un sujetador negro, casi transparente, con detalles en rosa y un lazo del mismo color en el centro. Se dejó la camisa puesta y con movimientos felinos se acercó a mi. Yo empecé a acariciar sus pechos mientras ella tocaba mi entrepierna sobre mis pantalones. Saqué una de sus tetas y empecé a masajear sus senos y darle mordiscos a sus pezones. Ella mientras fue desabrochando mi camisa hasta que tuvo el último botón desabrochado. En ese momento se lanzó a besarme con verdadera pasión mientras retiraba la camisa de mi cuerpo. Subió una de sus piernas por encima de las mías y me besó con fiereza. Tras un rato así se dio la vuelta y frotó su culo contra mi entrepierna. Luego si yo jugaba con el se cabreaba pero no la importaba usarlo para calentarme. Tras un rato así y con la cabeza echada hacia atrás para besarnos ella se arrodilló frente a mi y me empezó a desabrochar el pantalón. Me bajó este y los calzoncillos y llevó su boca a toda la extensión de mi polla chupándola sin despegar ni un segundo sus ojos de los míos. Jugaba a meterse una buena parte de mi polla en la boca y luego sacarla mientras su lengua acariciaba mi polla por la base. En el suelo ahora estaba de cuclillas y seguía con la mamada. A veces acompañaba su boca con la mano y desde luego estaba excitándome muchísimo pues yo ya gemía como loco. Acaricié un poco sus pechos desde mi posición de pie. Tras un rato en que estaba calentándome demasiado la hice levantar y la lleve a la encimera de la cocina. La subí sobre esta y agachándome un poco pasé a besar su coñito y a jugar con el. Primero a través de la braguita y luego apartando esta. Ella pasó a sujetar la braguita por el lado y yo no tuve que preocuparme de esta, solo de chupar. Dediqué un rato a chuparla pero excitado como estaba hice que se pusiera en pie y la llevé junto a la nevera. Pegué su cuerpo junto a esta y desde atrás empecé a lentamente penetrarla mientras ella iba gimiendo poco a poco. Yo estaba muy excitado y conseguí sacar de ella finalmente un primer microorgasmo que hizo que yo pusiera mas énfasis en la follada. Era la primera vez que la follaba de pie y pensaba correrme en ella de esa manera. Seguí dándola con mas fuerza y ella gimiendo más. No tarde mucho, un par de minutos a lo sumo, en correrme en su interior. Pensaba que ella no se iba a correr pero el tercero de mis chorros de semen fue bienvenido en su cuerpo con su propia corrida. Cuando saqué mi polla de su coñito, tras unos minutos besándonos, nos fuimos de la mano a la ducha donde, con algunos besos y caricias, nos limpiamos. De vuelta en la oficina trabajé hasta las seis cuando me fui a por Rocío a su oficina y de ahí fuimos a casa de Antonio y Laura para estar con ellos y la pequeña que ese día cumplía una semana de vida. Tras casi una semana sin verla el cambio en la niña era muy grande. Los bebés los primeros dos o tres días están un poco tocados tras el esfuerzo que hacen por cambiar de habitat y salir del cuerpo de la madre. Tras esta semana se veía a la niña que era una monada. Antonio era guapillo y Laura muy guapa. No podía salir mal. Nos estuvieron contando que los primeros días todo había ido muy bien pero que ahora llevaba un par de días que por lo que fuera dormía un poco peor pero que aun así no se podían quejar. Antonio me estuvo contando su aventura con los papeleos por el nacimiento de la niña y me dijo que me prepara. Tenía que hacerlos el padre en persona, o la madre, y yo la verdad es que no estaba muy acostumbrado a los papeleos pues me lo hacía todo mi secretaria. Cenamos con ellos en un momento en que la niña no tomaba el pecho y nos fuimos hacia las diez para dejarles descansar. Ya en casa nos fuimos directamente a la cama pues al día siguiente teníamos cena del trabajo de Rocío.

El viernes vimos los números del mes de Noviembre. Fueron números similares a los de octubre, como ya predijimos en la anterior reunión, pero con algo menos de beneficio. Aun así de nuevo por encima del millón de euros de beneficio. La facturación fue algo superior a la de Octubre pero el gasto también superior. Ese mes la inmobiliaria no tuvo sus mejores datos de beneficios pues tocaba pagar unos seguros y otros gastos anuales ese mes y bajaron estos bastante. Por lo demás el resto de las empresas estuvieron en la linea de lo acontecido en Octubre. Al final se nos hicieron las tres y nos fuimos los seis a comer juntos. Rocío y Celia se nos unieron a la hora de los cafés y tras tomar estos cada uno nos fuimos a nuestra casa. Rocío descansó en sofá hasta las siete y media en que se puso a arreglarse. Poco después me duché yo y me puse un traje que me regalo ella. Teníamos la cena de navidad del consejo asesor de banca privada del que ella era miembro desde ese mismo año. Llegamos al restaurante hacia las nueve menos diez y Antonio ya estaba allí. Laura, lógicamente, no fue. Me senté al lado suyo y me fueron presentando a la gente que iba llegando uno a uno. Aunque a algunos ya los conocía de haber ido a recoger a Rocío. El último en llegar, parecía todo guionizado, fue el director de banca privada. Era un puestazo. El banco de Rocío es bastante grande y en la estructura del banco el director de banca privada es muy probable que fuera el décimo directivo en importancia o así. Para una empresa de unos tres mil o cuatro mil trabajadores no está mal. Tras la cena tomamos unas copas de pie en el mismo restaurante. El director de banca privada, que se llamaba Julián, se acercó a Antonio, a Rocío y a mi.

– Te has llevado una joya – dijo dirigiéndose a mi

– Lo se – dije sonriendo

– Oía hablar de Rocío mucho antes de incorporarla al consejo. Sus clientes en central están encantados con ella. Luego investigué y me enteré que estaba casada con un cliente. E investigué tu empresa. Estoy muy impresionado con lo que has montado a tu edad.

– Tengo buenos socios – dije

El se rió y pasamos a hablar de otras cosas aunque Magdalena, la hija de Antonio y Laura, y nuestra futura hija fueron temas recurrentes. A la salida del restaurante una parte del consejo iba a ir a tomar una copa en un pub tranquilo pero Antonio decidió irse con su esposa y nosotros aprovechamos para irnos a descansar.

El sábado Rocío y yo fuimos por la mañana a comprar cosas que necesitábamos para la niña cuando naciera. Ya teníamos el carro que lo compramos en una visita a El Corte Inglés y la cuna pero compramos ropa de cama y alguna cosa más. A la hora de comer estuvimos fuera y por la tarde pasamos por casa de Antonio y Laura para ver a esta y a la niña. Estuvimos con ellos solo un par de horas pues ambas Laura y Rocío se querían ver pero no era práctico dar mucho la paliza. Poco después de las ocho estábamos ya en casa y pedimos comida para cenar a un restaurante cercano que hacía reparto a domicilio. Cenamos tranquilamente y a las doce, tras ver una peli, nos fuimos a la cama.

El domingo tocaba cumpleaños. Del pequeño Miguel, hijo de Mike y Marga, que cumplía un año. Fuimos familiares de Marga, una amiga de ella y el grupo del trabajo. Fue divertido aunque el pobre aun no se enteraba de nada. Raquel y Rocío se cansaron pronto y a las seis estábamos de vuelta en casa para descansar de cara a una nueva semana de trabajo.

02. Semana del 13 al 19 de Diciembre

El lunes trece de diciembre ya se notaba que llegaba la navidad y el trabajo había bajado considerablemente. Las dos siguientes semanas estaría casi todo parado. Había bajado en la oficina pues las noticias que llegaban de casi todas las tiendas es que las ventas navideñas iba bastante bien. Ese día comí con Ángel ya que era su cumpleaños. Por la tarde Rocío y yo fuimos de nuevo a casa de Laura y Antonio. A mi no me parecía muy normal pero Laura y Rocío querían estar juntas en estos momentos y a mi no es que me importara sino que pensaba que quizás la niña necesitaba más tranquilidad. Lo cierto es que hasta el domingo ya no íbamos a poder ir a verlos.

– ¿No prefieres más tranquilidad en vez de tenernos aquí todo el día? - dije tras saludar a Laura

Esta me miró con cara rara

– ¿Más tranquilidad que estar todo el día en casa? - dijo Laura – Si viniera alguien que no aguantara o que me tuviera tensa por atenderles. Pero vosotros sois como hermanos. Venir siempre que queráis.

Yo sonreí y dejé a las chicas, mientras Laura daba una toma a la niña, para ayudar a Antonio a hacer la cena. Cenamos tranquilamente con ellos y cuando a Magdalena le tocaba una nueva toma nos fuimos a casa. Esa noche hicimos el amor. Algo que cada vez era menos habitual. No porque Rocío no tuviera ganas sino porque cada vez se notaba más cansada por las noches.

El martes tras un día normal de trabajo nos fuimos, hacia las seis, a una iglesia cercana a la casa de los padres de Raquel para asistir a la misa funeral por la muerte de la madre de Raquel. Allí Rocío y yo estuvimos bastante pendientes de Raquel. Aparte de todo nuestro grupo, bastantes amigos de Raquel y trabajadores de nuestra empresa al funeral vinieron mis padres y Antonio así como los padres de Rocío y Diana.

– No teníais que haber venido – dijo Raquel a los padres de Rocío – Lo agradezco pero es mucha paliza.

– Bueno – dijo la madre – Queríamos estar con la amiga de nuestra hija en este momento y así aprovechamos para verla que como tu en breve vais a dar a luz.

Yo sonreí pensando que en parte venían a cotillear. Algo normal por otra parte. También dio las gracias a mis padres y Antonio por ir aunque esto era mas normal viviendo ambos en Madrid. Con Antonio estuvo un rato hablando acerca de la hija recién nacida de este. Tras el funeral Raquel se fue con su familia y Rocío y yo a cenar con nuestros padres. Estuvimos los seis cenando y charlando animadamente pero pronto nos fuimos a la cama pues al día siguiente los padres de Rocío salían a las siete de la mañana de vuelta a Madrid.

El miércoles era el cumpleaños de Mike y comimos todos los socios con él. Por lo demás fue un día de trabajo de lo mas normalito. Y en casa tampoco nada especial, Rocío ya estaba empezando a notar las primeras contracciones Braxton Hicks, y si bien era normal esto la ponía algo nerviosa pensando que ya quedaba menos para dar a luz. Yo mientras no notaba que su barriga hubiera crecido mucho pero como la veía todos los días era mas difícil notar el cambio hasta que alguien no te lo hacía notar.

El jueves salíamos antes de la oficina puesto que era el día de la cena de navidad. El viernes no se trabajaría aunque los jefes deberían mirar su correo por si hubiera algo importante. Cuando Rocío llegó a casa nos cambiamos y a las ocho salimos hacia el hotel donde María y su equipo habían preparado la fiesta/cena. Para que hubiera mas interacción entre todos los trabajadores la cena era de picar pero había suficiente comida como para hartarse y durante toda la noche. Así era más fácil que no afectara el alcohol. A las tantas, con la fiesta ya un poco en las últimas, acabé sentado en una mesa hablando con Rubén y Ana cuando este se levantó de la mesa y se fue a por una copa. Yo aproveché para pedirle una para mi y me quedé hablando con Ana.

– Te hecho un poco de menos – dijo

– Me ves todos los días – dije sonriendo y ya un poco contento por el alcohol

– Sabes a que me refiero – dijo acariciando mi pierna con su pie – Me he vestido para ti

Miré su indumentaria y me fijé que era la minifalda de cuero y un top que compré para ella en Salamanca. Las botas también eran las que compre allí.

– Desde luego es un bonito conjunto – dije sonriendo - Mañana tengo que ir a currar un rato que mi padre espera que le mire unos papeles. Iré hacia las dos.

– Allí estaré – dijo

Y poco después apareció Rubén con mi copa. Poco a poco se fueron añadiendo algunos a nuestra mesa y pronto además de Rubén y Ana estaban José Carlos, Arturo y Alberto charlando con nosotros. Mike iba y venía entre nuestra mesa y otra en la que estaban sus empleados mas importantes en la empresa que dirigía. En ese momento busqué a mi mujer con la mirada y vi que estaba en una mesa con María, Raquel, Marga y Celia. Su cara de cansancio era enorme. Miré el reloj y eran las dos y media de la mañana.

– Me llevo a mi mujer a casa – dije

José Carlos miró a Raquel y la vio igual de cansada.

– Y yo a la mía – dijo José Carlos

– María y yo nos iremos también que yo trabajo mañana y alguien tiene que llevar a las niñas al cole.

Alberto miró a Rubén y Ana.

– Nosotros nos iremos por ahí, ¿no? - dijo – Celia mañana no trabaja y Mike y Marga fijo que se apuntan que han dejado al peque con los padres de ella.

Rubén miro a Ana y se echaron a reír. José Carlos, Arturo y yo nos miramos, nos reímos y nos fuimos a por nuestras esposas. Ya con ellas nos fuimos no sin antes despedirnos de los demás. Cuando llegamos a casa eran las tres y cuarto y Rocío estaba rota por suerte se había pedido el viernes como día de vacaciones.

El viernes me levanté hacia las once y media y desayuné en el salón mientras leía un poco. Hacia la una menos cuarto se levantó Rocío, casi justo en el momento en que me iba para la oficina.

– ¿Vendrás a comer? - dijo

– Si pero tarde, ¿me esperas?

– Claro

Y tras despedirme de ella con un beso me fui a trabajar. A la una estaba ya mirando los papeles que mi padre me pidió que mirara. Quería comer con Rocío y a Ana la dije que llegaría hacia las dos. A esa hora tendría que estar acabando lo de mi padre. Se me dio mejor de lo que esperaba y a las dos menos cuarto estaba ya todo acabado. Solo unos minutos después llegó Ana. Al entrar en mi despacho cerró con pestillo aunque era poco probable que alguien fuera esa mañana a la oficina.

– Me parece increíble que hayamos quedado hoy para follar – dijo

– Yo no he quedado para follar – dije haciéndome el duro – Yo he venido a trabajar y aprovecharé tu presencia para divertirme un poco.

Ana me miró un poco con cara de mala leche.

– Se que buscas jugar conmigo y que me sienta sucia pero no lo vas a conseguir – dijo – También se que te apetece tanto como a mi

Y cogiéndome del cinturón de mi pantalón me llevó a una de las sillas que tenía junto a la pequeña mesa de reuniones de mi despacho. Pude ver su espectacular figura remarcada por un vestido marrón muy ajustado a su cuerpo. En sus pies unas botas de cuero negras con unos siete centímetros de tacón resaltaban aun mas su cuerpo. Una vez se sentó en la silla me puso frente a ella y me bajó un poco los pantalones para empezar a chuparme la polla con dulzura. Estuvo un rato chupándome hasta que apartó su boca de mi polla y sensualmente se quitó el vestido por la cabeza como si fuera una simple camiseta. Debajo del vestido llevaba un sujetador de un color a medio camino entre el gris y el morado. Quizás un plateado sucio. Su micro tanga era del mismo color, parte de un conjunto. Agarró mi polla mientras chupaba y pude ver su anillo de casada reluciente sobre la carne de mi pene. Con su otra mano ella se tocaba uno de sus senos. Yo pasé a jugar con el otro. Los gemidos que yo emitía debido a su mamada eran secundados por ella en parte gracias a mis caricias sobre sus pechos. Su chupada era acompañada por un movimiento de su mano en forma de paja que me calentaba mucho. Era sin duda una mujer espectacular en lo que a sexo se recibía. Yo me quité mi polo mientras ella desabrochaba su sujetador pero en ningún momento abandono la mamada y mantuvo su boca en mi polla. Tras un pelín mas de mamada me agaché, poniendo una rodilla en el suelo, y pasé a chupar y acariciar sus tetas con ternura. Jugaba con sus pezones e incluso a veces con su canalillo para intentar sacar de ella el máximo de gemidos posibles. Aun revoloteaba por mi mente el día que la dejé a medias y ese día, que la había hecho salir de casa en un día libre, no quería acabar igual. Abandoné un momento sus tetas y subí mi boca a la suya para besarla.

– Eres estupenda – dije – No dejes que juegue contigo. He venido a trabajar pero he venido contento sabiendo que tu ibas a venir.

– Haría cualquier cosa por un polvo contigo – dijo – Sabes que estoy empezando a quererte pero también quiero a mis primas. Lo que me une a ti que es diferente a los demás es la pasión.

Yo volví a besarla.

– Y que a veces te hagas el duro – dijo – Solo aumenta la pasión que podemos sentir.

Me levanté y terminé de bajarme el pantalón. Momento que ella aprovechó para volver a agarrar mi polla y chupármela un poco más. Ya desnudo la hice recostarse sobre la silla y subir una de sus piernas sobre el reposabrazos de la silla para que estas estuvieran bien abiertas. En esa posición su sexo estaba totalmente abierto para mi y de nuevo de rodillas empecé a chupar su coñito. Además de chuparlo empecé a meterla un par de dedos en su coño a toda velocidad sacando de ella una buena cantidad de gemidos. Tras un rato subí a su boca y la besé mientras amasaba sus tetas.

– Amor – dijo rompiendo el beso – Necesito que me folles.

Yo la sonreí y la cogí en volandas llevándola junto a mi mesa del despacho donde la tumbé, dejando su coñito en el borde de la mesa. La di un par de besos mientras apuntaba mi polla a su coño y, lentamente pero hasta el fondo, empecé a penetrarla. Ambos empezamos a gemir y ella ese día estaba mas vocal de lo normal y no paró de pedir más y de decirme que me quería. Ella se incorporó un poco y con sus manos tras su cuerpo estaba medio sentada en la mesa.

– ¡Fóllame amor mío! - dijo – Coge lo que es tuyo. Dame mas duro. Reivindica mi coño como tuyo.

Yo aceleré la follada y ella sus gemidos.

– ¡Fóllame! ¡Más! ¡Hazme tuya!

Seguí dándola duro hasta que ella se empezó a correr a lo bestia. Hasta ahora nunca la había notado tan cachonda.

– ¡Si! - dijo – Eres mi hombre. Mi cuerpo es tuyo para lo que quieras.

Yo la besé y sin sacar mi polla de su coño la cargué en volandas y la llevé a una de las sillas donde hice que me cabalgara. Estuvo un buen rato saltando sobre mi mientras me miraba a los ojos y a ratos me besaba. Tras un rato ella se salió y se dio la vuelta para llevar ella mejor el ritmo. En esa posición mis manos casi siempre se enganchaban a sus pechos. En esa posición llegué yo a mi primer orgasmo sacando de ella su segundo del día. Tras calmarnos se bajó de mi y se dio la vuelta.

– Has estado maravilloso

– Y tu un poco rara – dije

– ¿En que sentido?

Yo no sabía como explicarlo. La acaricié el pelo y la besé.

– Medio sumisa – dije

– De sumisa nada – dijo ella – Pero mi coño es tuyo. Eso es un hecho.

– ¿Y tu marido?

– Mi marido es dueño de mi corazón – dijo

Yo la sonreí y la bese. Ambos nos fuimos vistiendo aunque nos dábamos algún beso cada cierto tiempo. Ya vestidos y tras un largo beso Ana se fue de mi oficina aunque al llegar al marco de la puerta se dio la vuelta.

– Quizás algún día si te lo curras tu también puedas ser dueño de un poquito de esto – dijo dándose unos golpecitos sobre el corazón

Yo sonreí y me senté en mi butaca para apagar el ordenador y volver a casa. Llegué un poco antes de las tres y media y me fui a comer con mi esposa a un restaurante de nuestro barrio que nos gustaba mucho. Esa tarde la teníamos sin nada que hacer y fuimos a El Corte Inglés donde compramos comida, que nos llevarían a casa, e hicimos alguna pequeña compra para la peque que ya tendría que llegar en menos de dos meses. Por la noche cenamos en casa y algo antes de la medianoche nos fuimos a la cama para descansar de cara a un fin de semana relativamente social.

El sábado nos levantamos y desayunamos tranquilamente antes de ir, hacia la una y media a casa de Mike para celebrar su cumpleaños. Cuando llegamos ya estaban allí Raquel, su marido y su hija así como Alberto y Celia. Poco después llegaron una pareja amiga de Mike y Marga y María y los suyos. Con Raquel y Rocío que ya casi en cualquier momento podían dar a luz, pues estaban cerca de los ochos meses, el aperitivo cumpleaños se dividió bastante. Las mujeres por un lado muy pendientes de Rocío y Raquel con Elena, la hija mayor de María con ellas. Los hombres por nuestro lado hablábamos de deportes, cine y negocios. Marta, la mediana de María pasó la mayor parte del tiempo o bien en mi regazo o en el de su padre. Mientras Susana, Elisa y el pequeño Miguel jugaban en el salón con unos juguetes educativos. La comida ya fue en conjunto puesto que en la mesa no estaban mujeres a un lado y hombres a otro. Tras comer los regalos al cumpleañero y relativamente pronto nos fuimos para que descansara Rocío dejando aun a mucha gente en el cumpleaños. Ya en casa descanso frente a la tele viendo cine y poco más. Esa noche hicimos el amor y el que cada vez fuera mas ocasional le daba un punto de emoción.

El domingo bajé a comprar unos croissants para desayunar y hacerlos a la plancha con mermelada. Era uno de los desayunos favoritos de Rocío y me apetecía hacerlo para ella. Tras desayunar estuvimos un rato charlando sobre que necesitábamos y que no para la pequeña. La que iba a ser su habitación ya estaba casi lista. Con más de siete meses y medio de embarazo no pasaba nada por ser precavidos. A la una y media nos fuimos a casa de Antonio y Laura pues habíamos quedado a comer con ellos. Laura y Rocío tenían casi necesidad de verse todos los días pero tampoco era bueno para la niña y Antonio y yo las controlábamos un poco de tal manera que se vieran una vez o dos a la semana y era suficiente. Lo cierto es que a Antonio y a mi nos gustaba vernos tanto como a ellas. Para mi Antonio era el hermano que no tenía. Ese día si pasamos más tiempo con ellos y estuvimos desde las dos hasta casi las nueve de la noche. Comimos e hicimos una merienda cena y entre medias hablamos de nuestras vidas pero, sobre todo, de los niños. A las nueve y media ya estábamos en casa y nos fuimos a descansar para afrontar una semana dura con trabajo y viaje a Cuenca.

03. Semana del 20 al 26 de Diciembre

El lunes veinte puede pasar a la historia como uno de esos días horriblemente aburridos en los que apenas nada ocurre. En los que uno está en la oficina currando porque tiene trabajo atrasado pero en que nadie llama y nada parece ocurrir. Si no fuera porque me reuní con Alberto para ver unas ideas que tenía me hubiera muerto de aburrimiento. Por la noche con Rocío nada especial. Cenita, tele y a la cama.

Pintaba igual el martes. Nada excepcional y mucho trabajo mecánico aburrido. De leer informes y redactar mails comentándolos. Pero algo cambio. Por la tarde, a eso de las ocho estaba en casa con Rocío cuando sonó el telefonillo. Era Raquel. Extrañados la esperamos junto a la puerta y al entrar nos dijo que fuéramos al salón.

– Esto no te va a gustar. He visto a Susan – dijo Raquel refiriéndose a la exmujer de Mike – Estaba en mi clínica donde he ido hoy a una revisión. Esta embarazada. Estará de seis meses o así.

Yo la miré con cara de poker.

– Me da igual – dije – Por lo que a mi respecta hizo un favor a Mike. Desde luego Marga la da mil vueltas.

– Sabía que ibas a decir eso – dijo Raquel – Lo que no te va a gustar es esto. He visto a su pareja. Supongo que será la persona por la que dejó a Mike. Era Ricardo.

– ¿Que Ricardo? - dije esperando que no fuera el primer trabajador que llevamos con nosotros a nuestra empresa.

– El Ricardo en el que estás pensando

– ¡Me cago en su puta madre! - dije

Ambas me miraron. No era yo de soltar tacos así y perder la calma. Pero era como tocar a mi familia. Una cosa es que yo creyera que Mike había salido ganando. Y otra que me gustara que ese tío fuera el otro.

– Vamos que primero nos deja tirados para irse con mis queridos socios en la empresa de mi padre – dije con retintín – y luego le levanta la mujer a uno de mis mejores amigos y socio.

Puse cara de mala leche y no dije nada mas.

– Tranquilo cariño – dijo Rocío – Tu lo has dicho. Que les den. Mike ha salido ganando con Marga y ha vosotros no os va mal aunque el se fuera. Pasa del tema.

– No voy a pasar – dije – Mañana llamo a Rodrigo y Marcos para que me expliquen como pueden trabajar con esa rata de cloaca.

Raquel se quedó un rato e intentaron calmarme. Lo cierto es que en verdad no era tan grave. Casi le hicieron un favor a Mike pero me jodía que mis socios en la empresa de Mariano tuvieran a ese tío en plantilla. En fin que me fui a la cama de mala leche.

El miércoles antes de salir de casa llamé a la empresa de mis socios Rodrigo y Marcos y concerté con la secretaria de Rodrigo una comida. La expliqué un poco por encima el tema y luego me fui a ver a mi padre para que me diera opinión. El como Rocío y Raquel le quitaba hierro al asunto. Para el era grave pero al final todo había salido bien. Me recomendó que comiera tranquilamente con Rodrigo y Marcos y que luego me olvidara del tema. Tras hablar de este tema aprovechamos para ver como iban algunos otros asuntos de nuestra empresa y luego me fui a la oficina a pasar un par de horas antes de irme a comer con Rodrigo y Marcos. Un poco antes de salir a comer entró Mike.

– No hagas el gilipollas – dijo Mike

– ¿Te has enterado?

– Me lo ha dicho Raquel – dijo – Es mi amiga también, ¿recuerdas?

– ¿Y te da igual?

– Cuando me dejó Susan lo hubiera pateado. Ahora casi me dan ganas de mandarle un regalo por navidad dándole las gracias. Tu lo dices siempre. He salido ganando con el cambio.

Yo parecí pensarlo un rato.

– No fastidies más una situación con tus socios que ya es tensa por esta tontería – dijo Mike – Son tus socios y no te conviene que vaya a peor.

No dije nada pero asentí con la cabeza. Mike se fue y pensé que quizás se me estaba yendo un poco la pinza. Pero aun así fui a la comida con mis socios. Tras los saludos protocolarios de rigor pedimos la comida y una vez con los entrantes en la mesa entré en materia.

– Sabéis porque os he llamado – dije

– Si – dijo Rodrigo que siempre llevaba la voz cantante en esa pareja – Te jode que Ricardo le levantara la mujer a uno de tus mejores amigos y se viniera a currar con nosotros.

– Pues si – dije levantando un poco el tono – Me jode

– Mira – dijo Rodrigo – Tu y yo no somos amiguetes. Nuestra relación en la empresa que compartimos es tensa y si, te robamos a Ricardo. Pero... ¿que clase de hijoputas te crees que somos?

Yo no entendía la pregunta.

– Ricardo ya no está con nosotros – dijo Marcos

– Trabajó con nosotros hasta hace un año mas o menos. Hasta que le vimos llegar a la cena de navidad de la empresa con Susan. Nosotros sabíamos que estaba con una mujer que divorciada pero no sabíamos que era ella. Conocíamos a Susan de cuando murió tu padre y de algún otro acto social.

– ¿Le despedisteis?

– No – dijo Rodrigo – Eso no sería legal

– Le invitamos cortésmente a irse de la empresa – dijo Marcos

– Vaya – dije

– Mira – dijo Rodrigo – Una cosa es que le ficháramos para nuestra empresa por su currículo. Y otra que vayamos a dejar que juegue con la vida del socio de nuestro socio. Fue el quien se presentó a la selección. Nosotros no fuimos a buscarle.

– Todo esto no lo sabia – dije

– Ya – dijo Rodrigo – Pero da igual. En el fondo somos muy distintos. Tenemos una participación común en una empresa y poco más.

Todo esto que me contaron me tranquilizó. También me dijeron que ahora Ricardo estaba trabajando en una multinacional y que le iba bastante bien. Tras hablar un poco mas de ese tema acabamos hablando de los negocios de importación de calzado que habíamos lanzado casi conjuntamente. No parecía que les fuera mal pero desde luego a nosotros parecía que nos iba algo mejor. Pero claro ninguno dimos muchos detalles y ellos podían ir de farol. Contento volví a la oficina y se lo conté a Raquel y Mike. Tras contárselo en casa a Rocío llamé a mi padre y se lo conté. Me dijo que Rodrigo y Marcos eran unos animales en los negocios que no dudaban en pisar a nadie pero que, y cito textual, "tienen el mismo extraño sentido de la lealtad que tienes tu". Esa noche cené con Rocío en casa tranquilamente y tras ver un poco la tele nos fuimos a dormir que al día siguiente tocaba trabajo y viaje.

El jueves veintitrés trabajé normalmente hasta las cinco y media y a esa hora me fui a buscar a Rocío a su oficina. Salimos ese día algo antes de lo normal de nuestros trabajos para irnos a Cuenca a pasar la navidad. Estaba frente a la oficina de Rocío antes de las seis y en cuanto ella salió a esa hora pusimos rumbo a Cuenca llegando hacia las nueve y cuarto. Algo antes de lo que esperaba pues yo creía que íbamos a coger mucho atasco y no fue así. El hermano y la hermana de Rocío llegarían al día siguiente, así como la familia de la madre de Rocío, y por tanto estuvimos solo hablando con los padres hasta las once de la noche cuando Rocío decidió irse a la cama y nosotros la imitamos.

Yo ayudé el viernes veinticuatro a los padres de Rocío con las últimas compras de cara a la cena de esa noche y la comida del día siguiente. Rocío mientras se quedó en casa descansando. Cuando volvimos los padres y yo de las compras ya había llegado Diana, que pasaría la navidad sin Pablo, y por la tarde lo haría Jorge y su familia y la familia de Toledo de la madre de Rocío. Comimos ya con Diana y casi a las seis, mientras Rocío se echaba una siesta, llegó en caravana de tres coches la familia de la madre de Rocío. Todos querían ver a la embarazada y como ya llevaba casi dos horas de siesta fui a despertarla. A los quince minutos, una vez se vistió y se lavó un poco la cara, bajó y saludo a su familia que la interrogó sobre como llevaba el embarazo. Había hablado con ellos varias veces por teléfono tras el embarazo pero no era lo mismo que tenerla en carne y hueso. Al rato llegó el hermano de Rocío con su esposa e hijo y todo se revolucionó. Tras un rato mas de charla y saludos nos separamos en equipos y empezó la preparación de la cena pues ya eran las siete y cuarto de la tarde. Empezamos a comer a las diez y a las doce ya tomábamos una copa en el salón mientras hablábamos un poco de todo. Rocío aguantó hasta la una, hora en la que se fue a dormir y el resto seguimos con la charla hasta eso de las dos de la mañana. Rocío no es ya solo que se cansara sino que con la barriga ya tenía cada vez más dificultad para dormir. Hasta que conseguía la posición buena estaba fastidiada.

El día de navidad fuimos despertando poco a poco. Yo fui el primero en bajar hacia las diez y pronto se unió Roberto, el único primo casado de Rocío. Un poco después bajó Rocío. Estuvimos hablando los tres antes de que a eso de las doce bajaran ya casi todos. Una vez estuvieron todos nos estuvieron contando que María, la hermana de Roberto, se casaría en 2006 con su novio de toda la vida. Y en 2006 cumpliría treinta y tres. Yo pregunté a las primas pequeñas de Rocío, las hijas de la madre, que entonces tenían veinticinco y veintiún años pero ambas se hicieron las locas. La madre, probablemente por poner a las hijas en un aprieto, dijo que ambas tenían novio formal pero que no se casarían hasta que no acabaran la carrera y tuvieran trabajo fijo. A la mayor, Marta, solo le quedaba un año para eso. Sin saber muy bien como la charla se convirtió rápidamente en la comida y de la comida pasamos a la charla casi sin notarlo. Al final se hicieron las diez y cenamos todos juntos. Ese día se iba a ir la familia de Rocío pero lo habíamos pasado tan bien que decidieron quedarse. Eso si esa noche, hacía las doce, todos nos fuimos a la cama. Rocío esa noche por primera vez expulsó un poco de lo que yo pensaba era leche, y en realidad era calostro, por uno de sus senos. Yo me puse un poco nervioso. Tonterías mías pues es totalmente normal. Sería casi mas preocupante que no le saliera.

El domingo según nos íbamos levantando íbamos desayunando y abandonando la casa de los padres de Rocío. Nosotros fuimos los primeros, a eso de las once, para llegar tranquilamente a Madrid a la hora de comer. A las tres estábamos ya con las maletas en casa y comiendo en un restaurante. Cuando comíamos Rocío recibió una llamada de Raquel y quedaron en casa. A eso de las cinco sonó el telefonillo y Rocío abrió la puerta a su amiga. Yo estaba en el salón. Cuando ambas entraron de la mano se plantaron frente a mi y se besaron en la boca con pasión. Con sus enormes barrigas. Yo giré la cabeza de una lado para otras.

– Estáis locas – dije

Raquel se acercó a mi y me dio un piqutio en la boca.

– Por ti – dijo Raquel

– Espera aquí – dijo Rocío mientras se iba con Raquel de la mano hacia nuestra habitación.

Esperé un rato y como a los quince minutos oí que me llamaban desde la habitación. Me levanté y rápidamente fui para allá. Quizás lo lógico hubiera sido no mostrar un excesivo entusiasmo por saber que tenían preparado pero no creo que pudiera engañar a nadie. Quería ver que tenían tramado. Al llegar quedé sorprendido y con esas dos creía que ya no sería fácil. Enfocando a la cama un trípode con mi cámara digital. En esta estaban sentadas Rocío y Raquel, mirando a la cámara, con espacio para mi en medio. Estaban desnudas pero se habían escrito en la barriga, con lo que supuse era lápiz de labios, "Papá" y una flecha que apuntaba al espacio vacío que habían dejado para mi. Me hizo gracia, he de reconocerlo, pero intenté ser el único maduro.

– ¿Se os va la pinza?

– Ven aquí cariño – dijo Rocío – Es una tontería, tu no vas a ser el padre del bebé de Raquel pero nos hacía gracia hacernos esta foto. Si te la haces te sabremos recompensar.

Yo me acerque a ellas moviendo la cabeza de lado a lado.

– ¿Y si la foto la ve José Carlos? - dije

– Yo no se la voy a enseñar – dijo Raquel – Ni voy a tener un copia. Solo tendrás tu una que guardarás en tu ordenador protegida por contraseña.

Parecí dudarlo un poco y ambas se levantaron y me llevaron junto a la cama. Ya sentado en mi posición Rocío me besó con pasión mientras vi como Raquel iba a activar el temporizador de la cámara. Volvió rápido y Rocío rompió el beso. Sonreí a la cámara y ellas pegaron su cara a la mía justo cuando se disparó la foto. Rocío y Raquel salieron corriendo para ver la foto. Parecían contentas.

– Ahora el regalito por ser un buen chico – dijo Raquel

Ambas se acercaron a mi y se arrodillaron en el suelo haciendo que me levantara de la cama. Una vez en pie me bajaron la bragueta y sacaron mi polla que empezaron a chupar cada una desde un lado. Desde arriba vi como ambas barrigas eran enormes. Aunque Rocío estuviera de dos semanas menos que Raquel la de Rocío parecía algo mas grande pero si te fijabas bien solo sobresalía mas. Era mas puntiaguda. Ambas tenían las tetas mucho mas grandes de lo habitual. Estaban ya listas para empezar a dar de comer a los bebés. Yo hice que dejaran de chupar un poco para quitarme el pantalón y una vez volvieron a la mamada me quité el polo que llevaba. Como me daba no se que tenerlas embarazas y de rodillas en el suelo las llevé a la cama donde yo me tumbé y ellas se pusieron de rodillas. Estando ya tumbado fue Raquel la primera que llevó su boca a mi polla y empezó a mamármela a la vez que me hacía una maravillosa paja. Yo mientras, con una de mis manos, acariciaba la entrepierna de Rocío. Cuando Rocío empezó a chuparme la polla llevé mi mano a la entrepierna de Raquel para acariciarla a ella.

– No puedo mas – dijo Rocío – Apenas llevó dos minutos con tu polla y lo que quiero es que me folles

– Hazlo – dijo Raquel

Rocío soltó mi polla y se subió sobre mi, haciendo que su cara mirara a la mía, y con la ayuda de Raquel, se insertó mi polla en su coño. Ella se quedó quieta y yo empecé a mover mi cuerpo para follarla sacando, casi de inmediato, suspiros de placer tanto de ella como míos. Raquel acariciaba el culo de Rocío y, cada cierto tiempo, la daba un besito en la boca con un poco de lengua. Tras un rato Rocío empezó a moverse y yo me quedé quieto. Raquel, mientas sobaba su culo la ayudaba a ser penetrada. Tras un rato se salió y se dio la vuelta. Me cabalgaba dándome la espalda y echaba esta sobre mi. Sus gemidos iban cada vez a más y yo tenía poco que ver puesto que todo el ritmo lo llevaba ella. Tras unos minutos noté como se corría y no entiendo bien como pude yo evitar correrme. Rocío se bajó de mi y tras un rato besándose con Raquel se acercó a mi para besarnos con muchísima pasión. Mientras la besaba Raquel llevó su boca a mi polla y empezó a hacerme una mamada. No tardó mucho Raquel en subirse sobre mi dándome la espalda y cayendo hacia mi. En esa posición ella llevó el ritmo mientras Rocío acariciaba a ratos sus tetas y a ratos las de Raquel. Raquel parecía poseída pues su follada era de una intensidad enorme. Cabalgaba como loca pero pronto se cansó. No debía recordar que ya estaba en un estado de gestación muy avanzado. La bajé de mi y la puse a cuatro patas. Llevé mi polla a su coño y la empecé a penetrar. La daba con mucha fuerza y ella gemía cada vez mas. Rocío acariciando su culo ayudaba a la hora de llevar el ritmo y ratos me daba pequeños piquitos. Piquitos que, con el paso de los minutos, se fueron convirtiendo en verdaderos morreos con mucha lengua. Mientras nos besábamos no bajaba el ritmo de la follada y notaba con Raquel cada vez estaba mas cerca del orgasmo. Tras un beso muy intenso con Rocío me tumbé en la cama y puse a Raquel de costado. La penetré y empecé un movimiento pélvico super rapido que pronto consiguió que Raquel se corriera como una loca.

– Me corro – dije

– Hazlo en Raquel amor – dijo Rocío

Y ante eso descargué todo mi deposito en el interior de Raquel. Ambas se tumbaron junto a mi y me estuvieron besando un rato.

– Este era mi último polvo antes de dar a luz – dijo Raquel – Ayer tuve el último con José Carlos pero quería que el definitivo fuera con el padre de la criatura.

Las dos amigas se echaron a reír y tras las carcajadas a comerme a besos. Yo sonreí y volví a mover la cabeza de lado a lado. Ambas estaban piradas. Tras media hora de arrumacos, besos, caricias y charlas Raquel se fue. Nosotros aprovechamos la hora que era para salir a cenar algo y tras un rato viendo la tele irnos a dormir.

04. Semana del 27 de Diciembre al 2 de Enero de 2005

En la oficina ese lunes no tuvimos mucho trabajo y aproveché la mañana para ver con Ana, Marga y Alberto las previsiones que para el año siguiente nos habían mandado los directivos de cada compañía. Tras ver los números con Ana decidimos que los dos días siguientes nos dedicaríamos Marga, Alberto y yo a reunirnos con cada director para comentarlas con ellos y ver que querrían que nosotros hiciéramos por ellos en el año entrante. Comí con Mike y Raquel. Teníamos tres socios más pero a veces no se porque aun acababa comiendo con ellos dos. Por la tarde revisé unos asuntos y a las seis y media me fui a casa para luego ir con Rocío a casa de Antonio y Laura para verlos a ellos y a la niña. Con casi un mes la niña empezaba ya a ser una verdadera preciosidad. Con unos ojazos increíbles. Me gustó sentarme un rato en el sofá y ver a Rocío y Laura intercambiando cosas que habían leído sobre el cuidado del bebé mientras a Antonio se le caía la baba con la niña en brazos. Esperaba pronto ser yo el que babeara con un bebé en brazos. Tras cenar con ellos volvimos a casa y nos fuimos rápido a la cama. Esa noche Rocío y yo hicimos el amor.

El martes y el miércoles pasaron rápido con las reuniones que mantuvimos Marga, Alberto y yo con los directores de cada empresa. A ratos entraba Raquel a ver algunas cosas específicas y María cuando se trataba el tema de los recursos humanos en cada empresa pero generalmente éramos los tres por el lado del holding y los dos principales jefes de cada empresa. Fue bastante entretenido para ser final de año que no había mucho trabajo en lo que a clientes se refiere. El martes por la noche cené con Rocío tranquilamente y el miércoles, con mi madre, fuimos al ginecólogo. Todo iba perfectamente y nos hicieron, bueno a Rocío, una nueva ecografía en la que volvieron a ver que era niña. Nos dijo que ahora si podía asegurarnos que era niña. Vi en mi madre y Rocío una sonrisa de satisfacción. Ambas decían que les daba igual niño o niña pero en su sonrisa vi que, al menos para el primero, preferían una niña. Mas importante que el sexo del bebé fue que nos asegurara que todo iba perfectamente. Nos dijo el médico que ya pesaba mas de dos kilos y debía medir unos cuarenta y cinco centímetros. Cuando salimos del ginecólogo nos fuimos con mi madre y mi padre a comer a un italiano del barrio de Salamanca. Rocío se pasó toda la cena comentando lo que debía ser sacar al niño de dentro y que aun debía crecer mas. Sobre todo en peso bastante mas. Manuela la calmó diciendo que su madre había podido con tres. Que no se preocupara. Pero no se si tuvo mucho éxito. Tras la cena nos fuimos a casa y vimos un poco la tele antes de irnos a dormir.

El jueves a mediodía firmamos ante notario la entrada de María, Alberto y Marga como socios en la empresa. Quería que fuera antes de acabar el año y por un día lo conseguí. En parte gracias al buen hacer del equipo de Ana que prepararon todos los papeles diligentemente. Tras la firma fuimos los seis a comer juntos. Por la tarde ya volvimos a la normalidad y cada uno trabajó en sus proyectos aunque la carga de trabajo ese día no era alta. Esa noche Rocío y yo cenamos en casa de Raquel y José Carlos. Ya se acercaba la época del parto de ambas y las gustaba estar a una con la otra.

El viernes era nochevieja y si bien algunos trabajadores irían a trabajar hasta mediodía yo me cogí el día libre ya que Rocío no trabajaba. Y fue gracias a Mike, Alberto y Marga a los que no les importó pringar ese día. Me encantaba tenerles a ellos a bordo. Con el día libre lo que hicimos fue pasar una mañana tranquila en casa y a la hora de comer irnos a casa de mis padres. Comimos hacia las dos y media con ellos tranquilamente y tras una pequeña siesta, a eso de las seis, empezamos a prepara la cena. Esa noche mi madre dio día libre al servicio y lo haríamos todo nosotros. Como una familia "normal". A las siete y cuarto llegaron Marisa y su marido Juan con la pequeña Cecilia. Aunque ya con cinco años camino de seis no es que fuera tan pequeña. Nos estuvieron ayudando a preparar la comida y yo insistí en que el pescado estuviera bien hecho por Rocío.

– Y por Marina y Ana – dijo Marisa

Marina era prima suya y prima de Lucía y Ana era su cuñada, la mujer de su hermano Carmelo.

– ¿Por Marina y Ana?

– Están embarazadas – dijo - ¿No lo sabías?

– No – dije mirando a Manuela

– Lo siento cariño – dijo – Se me debió olvidar contártelo

– Ahora vamos a quedar como unos maleducados por no llamar a felicitarlos, mamá. Ellos nos llamaron – dije

Marisa se echó a reír y yo la miré pues no me hacía gracia quedar mal con unas personas que en realidad eran primos de mi expareja pero que yo ahora empezaba a considerar como mis primos.

– No me hace gracia Marisa – dije – Quiero que seáis parte de mi familia y no podéis serlo si no me entero de estas cosas.

– No te enfades Carlos – dijo Marisa – Si a mi lo que me hace gracia es que llames a Manuela mamá. Te he visto muchas veces pero no me acostumbro.

Rocío y Manuela se rieron y todas se quedaron mirándome. No sabía como salir de esa. Y lo único que se me ocurrió fue acercarme a Marisa, darla un beso en la mejilla y quedarme un rato mirando a sus ojos.

– Pues acostumbrate primita – dije

Ahora nos reímos los cuatro y en plenas risas entraron Carmelo y Ana a los que había abierto Mariano. Rocío y yo les felicitamos y nos excusamos por no haberlo hecho antes. Una felicitación y excusa que tuve que usar de nuevo con Marina y su marido Mario cuando llegaron solo unos minutos después con el hermano de Marina, Juan Carlos, y la mujer de este, Patricia. Las embarazadas se fueron al salón a hablar de sus embarazos y yo me quedé en la cocina ayudando a Manuela. Los últimos en llegar aunque casi a la vez fueron la hermana de Manuela, Marisol, y su marido José y el hermano Jesús y su mujer Carmen. Ya estando todos dejé la cocina pues había demasiada gente y me fui a hablar con los futuros padres mientras tomábamos una cerveza. A las nueve y media estábamos todos cenando y acabamos a las once y media con el tiempo justo para irnos al salón con las uvas frente a la tele. Tras un rato de post uvas Rocío se fue a la cama. Yo la acompañé y una vez se quedó dormida me bajé de nuevo para estar con mis "primos". Tras un par de horas con ellos, casi a las tres, nos fuimos todos a la cama.

El sábado nos fuimos levantando todos escalonadamente. Cuando yo me desperté Rocío, Marisa, Manuela y Carmen, la madre de Marisa, charlaban en el salón con un café mientras la pequeña Cecilia jugaba en el suelo de este. Me puse un café y me uní a la charla a la que se fueron uniendo los demás y, antes de las doce y media, ya estábamos todos en pie. Ese día, tras comer todos en familia se fueron yendo hacia sus casas. Rocío y yo aun pasaríamos esa noche en casa de mis padres. Ya por la noche en la cama, tras una agradable tarde con mis padres, pensé en todo lo ocurrido el año anterior. Como dejé embarazada a mi mujer y una de mis mejores amigas. Como esta se enfadó y todo por la muerte de su madre y como casi la cago también con mi otra mejor amiga aunque este enfado fue menor. Al fina me alegré ya que todo acabó bien y pude terminar integrando en mi empresa a María, Marga y Alberto.

Tras quedarnos en casa de mis padres hasta las cuatro del domingo nos fuimos a casa para que Rocío descansara antes de volver el lunes a la oficina. Esa noche Rocío estaba muy cariñosa en el sofá y a las diez me pidió que la acompañara a la cama. En clave eso quiere decir es pronto y me quiero ir a la cama pero hazme el amor antes. No tuve que dudar mucho entre ver una película en la tele o follarme a mi preciosa mujer embarazada. Según llegamos a la habitación nos estuvimos besando con mucha pasión. Mientras nos besábamos íbamos poco a poco desnudándonos mutuamente. No creo que tardáramos menos de diez minutos en desnudarnos pero es que dedicamos mucho tiempo a los besos. Ya estando ambos totalmente desnudos tumbé a Rocío en el centro de la cama y, arrodillándome frente a ella, bajé mi boca su coñito y se lo chupé con ganas. Pasé mi lengua por toda su extensión y jugué a ratos a meterla dentro y a ratos a que esta apenas tocara sus labios, casi una caricia. Tras un rato así ella agarró mi cabeza y la pegó a su coño acabándose mi chupada normalita. Casi no podía respirar pero la sensación era espectacular. Me encantaba estar chupándola. Tras un rato noté que mi polla estaba ya muy excitada y ella gemía con locura. Estaba cerca de correrse con mi boca pero lo haría con mi polla. Conseguí separarme de ella y, poniéndola de costado, me puse tras ella y pegué mi polla a su coño. Lentamente fui penetrándola. Las lentas penetraciones fueron acogidas por ella con besos y gemidos. Los gemidos hicieron que estas lentas penetraciones cada vez fueran menos lentas. Tras unos pocos minutos ella se corrió estruendosamente y solo unos segundos después yo me corrí en ella. Ambos nos miramos y nos sonreímos. Nos besamos. Nos acariciamos. Nos queríamos y pronto seríamos uno más.

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