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Mi historia (23: Noviembre 2002)

en Grandes Series

01. Semana del 4 al 10 de Noviembre

Estaba el lunes en mi despacho, hacia las once o doce de la mañana, cuando entró María a verme. En mi despacho, si no estaba reunido, solo podían entrar cinco personas sin ser anunciados por mi secretaria: Mike, Raquel, Marga, Alberto y María.

– Hola - dije

– Hola cariño. Se han equivocado con mi nómina – dijo María

– Bueno, si te han pagado menos díselo a Ana. Yo no se cuanto deberías haber cobrado este mes con medio mes de baja y medio trabajando.

– Me han pagado de mas

– ¿Como que te han pagado mas?

– Si, mi sueldo es de mil setecientos euros mas o menos. Con medio mes de baja algo menos pero he cobrado dos mil quinientos – dijo Maria

– Pero mujer, como va a ser tu sueldo el mismo de antes. ¿En serio ibas a aceptar mas responsabilidades por el mismo sueldo? Te hemos subido el sueldo a creo que 50.000 euros brutos. Ana te lo podrá decir mejor. Alguien tenía que habértelo dicho. Pero bueno, ya lo sabes

– 1700 no es el mismo sueldo. Voy a tener mas responsabilidad pero trabajar menos horas.

– Claro. Por eso cobras 50.000 otros compañeros tuyos con tanta gente a su cargo esta en 60.000 o 70.000.

– Pues no se que decir – dijo María

– No digas nada y vamos a trabajar. ¿Me acompañas al banco?

Pasé la mañana con María en el banco y la tarde currando. Esa noche salí a cenar con Rocío e hicimos el amor nada mas meternos en la cama.

Nada verdaderamente especial ocurrió el martes. Con Rocío en el masters por la noche pasaba muchas horas en la oficina viendo contratos e informes. No lo pasaba mal pero nada es suficientemente interesante como para narrarlo. Esa noche, como casi todas las del masters acabó con cena en casa, peli en la tele y a la cama sin hacerlo. A descansar.

El miércoles llevé el coche al taller pues me estaba dando algún pequeño problema. No parecía acelerar bien. Una vez en Audi me diagnosticaron un pequeño fallo con el acelerador que no era necesario arreglar (la mayor parte de la gente no hubiera notado el fallo) pero que si quería arreglarlo solo se podía arreglar cambiando la pieza. Volví a la oficina a trabajar. Fui con Mike y Raquel a comer y se reían de mi y me llamaban estirado. Tenía un coche de cuatro años. Nada especialmente viejo pero era cierto que en nuestro mundo estaba bien visto cambiar de coche mas a menudo. Mucha gente de nuestro entorno cambiaba de coche cada dos o tres años. Los pijos insoportables puede que hasta antes. Ellos habían cambiado ambos su coche a los tres años. Tras la comida, mientras trabajaba, pensaba en ello y decidí comprarme un coche. Esa noche salí a cenar con Rocío y tras contala lo del embrague se lo comenté.

– Creo que me voy a comprar un coche nuevo

– Me parece bien, cariño – dijo – Con lo que ganas no te voy a decir que no te compres un coche

– Pero quiero que sea nuestro primer coche en pareja – dije – Quiero que, aunque sea el que yo conduzca mas habitualmente, tu me ayudes a elegirlo y lo consideres nuestro coche familiar

– Lo que tu quieras – dijo sonriendo agradeciendo el gesto – Yo no se nada de coches pero bueno, me fijaré en cuales me parecen mas cómodos y mas bonitos

Yo me eché a reír y nos dimos un piquito. Seguimos cenando hablando de otras cosas. Tras la cena nos fuimos a casa, seguimos hablando en el sofá de casa, acaramelados y, tras besarnos, nos fuimos a la cama donde echamos un par de polvos con la mezcla justa de amor y pasión. Nuestra situación en esos momentos era de cuento de hadas.

El jueves otra vez estaba Rocío en el masters y, de nuevo, se me habían echado las ocho en la oficina. Hacía casi una hora que se habían ido los últimos trabajadores. La hora de salida eran las seis pero siempre alguien tenía que quedarse hasta las siete en la oficina. Hoy alguien fuera de la oficina y vi como mi puerta se abría. En ella aparecía Raquel, vestida con una preciosa camisa negra de seda con una falda negra de tubo hasta mas o menos la altura de las rodillas y unos zapatos negros de tacón. El cinturón, mas decorativo que otra cosa, también era negro. Me sonrió mientras cerraba la puerta. Se acercó sonriendo hasta la mesa de mi despacho y me miró a los ojos. Se subió de rodillas a mi mesa y, gateando sobre esta, se acercó a mi cara dándome un pequeño pico antes de separarse de mi. Sin apartar ni un segundo su mirada de mis ojos empezó a desabrochar su camisa negra. En ese momento se acercó a mi y me dejó acariciar su cuerpo, ella ya sentada al borde de la mesa. Me acerqué a ella y la besé en la boca durante un buen rato antes de pasar a tocar sus tetas por encima del sujetador. Mientras ella se acariciaba las tetas yo empecé a subir su falda. Esta estuvo alrededor de su cintura en un santiamén. Por encima de las bragas que llevaba, totalmente transparentes, la di un beso en su coño pero ella rápido puso su pierna entre su cuerpo y el mio y, clavando la suela de sus zapatos en mi pecho, me empujó hacia atrás haciendo que mi sillón de trabajo se recostara. Yo pasé a acariciar sus piernas y, cuando ya llegué a sus muslos volví a tomar el control retirando su pierna de mi y metiendo un dedo en su boca. Ese dedo lo llevé pronto a su conejo y, apartando la braguita, se lo metí bien hasta el fondo. No tarde mucho en sustituir su dedo por uno mio. Ella empezó a gemir bastante evidentemente y yo lleve mi boca a la suya y nos enganchamos en un beso de lengua muy pasional. La agarré de sus nalgas y la dejé en el suelo de rodillas quedando yo de pie. Ella en ese momento me empezó a bajar los pantalones sin dejar de masajear ni un segundo mi nabo. Ya con el pantalón fuera se dedicó durante un buen rato a mamarme la polla como si no tuviera nada mejor que hacer. Se la metía casi en su totalidad en la boca y, mientras con una mano ayudaba la masturbación, con la otra se tocaba ella en su interior. Metía y sacaba su dedo de su coño mientras no desperdiciaba un segundo para que yo la follara la boca, pues eso es lo que estaba haciendo. Era la primera vez que, en una mamada, yo llevaba el ritmo, la follaba la boca y, la verdad, no me entusiasmaba. Prefería que ella fuera la que marcara el ritmo.

– Lleva tu el ritmo – dije – No quiero follarte la boca, mamamela.

Ella no se hizo de rogar y se puso a besarme toda la extensión, pasar la lengua por ella y jugar con mis testículos con sus manos. Tras un rato en esa posición mamándome la hice levantarse y la apoyé sobre la mesa acercándome yo por detrás. Acaricié un poco su entrepierna y la abrí el coño. Con el coño ya un poco abierto puse el capullo de mi polla y solo tuve que empujar. Fue un empujón pequeño pero llegó hasta lo mas dentro de ella. Ella empezó a gemir cada vez con mayor intensidad y en un momento noté que se corría. Yo estaba aun bastante lejos de correrme y, cuando ella dejó de gemir, saque mi polla y la tumbé sobre la mesa de mi despacho. Me tumbe tras ella y junté mi cuerpo, llevando mi pene a su raja y empezando una penetración constante. No era ni muy profunda ni muy rápida pero si constante. Tras un rato noté como ella volvía a gemir con mayor intensidad y notaba que llegaba poco a poco a mi nivel de excitación. En ese momento seguí unos cinco minutos mas y ya estaba a punto de correrme pero no podía hacerlo sin que ella se corriera también y dejarla ardiendo. Se lo hice saber y me dijo que en cuanto llegara ella también. La hice caso y, tras dos sacudidas mas, deposité en ella unos cuantos chorros de semen que inundaron su coño pues un poco rebasaba junto a mi polla. Mis chorros fueron acompañados por los espasmos de su coño que aun no eran tan cálidos como los de antes pues su cuerpo aun estaba algo dilatado tras haber parido a su hija solo unos meses antes. Tras el polvo ambos nos fuimos a asear. Ya bien vestidos y sin oler a sexo tratamos unos temas que habían quedado pendientes esa mañana. A eso de las nueve y media ambos nos fuimos a casa. Yo a cenar con Rocío y ver un poco la tele antes de irnos a la cama.

El viernes tras trabajar en la oficina hasta mediodía fui a recoger a Rocío a su oficina, donde ya estaba Diana, y nos fuimos a Cuenca a pasar el fin de semana. Llegamos hacía las siete de la tarde y estuvimos charlando con los padres antes de cenar. Ese fin de semana no teníamos muchos preparativos de la boda que requirieran que estuviéramos en pie pronto. Por tanto decidimos salir de copas con los amigos Conquenses de Rocío. Llegamos al bar y estaban Mónica y Pedro. Teresa y Raúl no habían ido ese fin de semana. Pase un buen rato hablando con Pedro mientras Mónica, Rocío y Diana hablaban de sus cosas. Pedro y yo hablamos de la boda pero también de su carrera. Había acabado la carrera superior de informática en junio y estaba haciendo las practicas obligatorias en una consultora. Le pedí que me mandara su curriculum para cuando acabara sus prácticas en Febrero. A las tres y media Rocío y yo nos fuimos a dormir pues no teníamos mucho que hacer al día siguiente pero si teníamos que ir a confirmar el menú final de la boda a la oficina del catering.

El sábado a las once estábamos ya desayunando en casa de los padres para salir hacia la oficina del catering que íbamos a contratar. Llegamos hacia las doce con Diana y los padres. El menú que habíamos elegido iba a costar 180 euros por persona. Si iban todos los invitados nos iríamos por encima de los 75000 euros. La fianza inicial, no reembolsable, era de 5000 euros y lo pague con mi tarjeta de crédito. Tras dejar eso ya cerrado nos fuimos todos a comer. Rocío y yo invitamos a todos. El haber pagado la fianza, que ya no nos devolverían, fue un subidón para mi. De repente la boda me parecía ya mucho mas real. Tras la comida volvimos a casa de los padres y pasamos la tarde y la noche en familia. Rocío y yo en el sofá agarrados constantemente. Esa noche nos fuimos pronto a la cama pues estábamos cansados.

El domingo nos levantamos hacia las diez, tras dormir mucho mas de lo normal en nosotros. El tratamiento de sueño nos vino bien. Pasamos toda la mañana revisando que cosas teníamos y que cosas nos quedaban por hacer. Comimos en casa de los padres y volvimos para Madrid. Una vez en casa descansamos, cenamos y nos fuimos a la cama haciendo el amor durante mas de una hora.

02. Semana del 11 al 17 de Noviembre

El lunes once fue un día bastante aburrido. Estuve con Marga y Alberto viendo el tema de la franquicia de niños. El día 28 de ese mes tendríamos la primera reunión que trataría el tema en profundidad y a partir de ese día Alberto dejaría de trabajar en ese proyecto para centrarse en la comercialización de móviles a empresas. Esa reunión fue lo único interesante. El resto fue ver email y leer reportes. Por la tarde quedé con Rocío para comprarle un regalo a Marta, mi ahijada, cuyo cumpleaños era al día siguiente. Aprovechamos para comprar también el regalo de Celia, la novia de Alberto, que cumplía años el viernes. Cenamos algo fuera y nos fuimos a dormir tras hacer el amor.

El martes tras un día algo mas interesante que el anterior me fui pronto, hacia las seis, a casa de María para pasar un rato con mi ahijada el día de su cumpleaños antes de que se fuera a la cama. La di nuestro regalo pues Rocío llegaría con la niña ya acostada. A las ocho y media acostamos a Marta y nos quedamos Arturo, María, Elena y yo esperando a que llegara Rocío. Ella llegó a las diez y cuarto. Saludó a todos y con María acompaño a Elena a la cama. Generalmente se acostaba hacia las nueve y media pero ese día la dejaron quedarse un poco mas para que pudiera ver a Rocío ya que era amor lo que sentían la una por la otra. Ya con las niñas acostadas cenamos los adultos y a eso de las once y media nos fuimos a casa para irnos a dormir.

El miércoles tuve una comida con un cliente importante de la empresa de importaciones de comida. Yo estaba dedicado ya absolutamente al holding pero seguía yendo a alguna reunión con algunos clientes importantes de los de antaño. El resto del día en la oficina fue bastante normal. Ese día no fui en coche a la oficina y Rocío pasó a buscarme en su coche para ir a ver coches para mi. Decidimos ir cada miércoles durante las siguientes tres semanas a una marca. Empezaríamos por Audi, seguiríamos por Mercedes Benz y acabaríamos con BMW. Entramos en Audi y estuvimos viendo los nuevos modelos de A4 (mi coche en esos momentos) y A6. Cogimos varios catálogos y nos dieron precio para un par de motorizaciones de ambos modelos. En ambos casos con casi todos los extras. Tras visitar el concesionario fuimos a cenar a un restaurante cercano donde hablamos que nos gustaba de cada modelo. Al llegar a casa nos fuimos directamente a la cama a hacer el amor.

El jueves era otro día de trabajo intenso. Me estaba acostumbrando a irme tarde a casa los días que Rocío tenía masters. Por suerte empezaba a ser una costumbre recibir visitas inesperadas. Ese jueves fue María quien vino a visitarme a eso de las ocho menos cuarto. Vestía totalmente de blanco con una falda a la altura de las rodillas y un jersey fino de punto, manga larga y cuello de pico. Estaba hablando por teléfono y la dije que entrara. Mientras terminaba la llamada ella se apoyo en mi mesa y cruzó sus piernas. Una vez terminé la llamada empezó a acariciarme el brazo.

– Hola – dijo sonriente

– Hola guapa

– Tienes un ratito, ¿verdad?

– Para ti siempre.

Mientras manteníamos esa pequeña conversación ella había aumentado sus caricias a mi cuerpo. Tras sobarme bien por encima de la camisa volvió a apoyarse sobre la mesa de mi despacho y lentamente se quitó el jersey y la camiseta que llevaba debajo para mostrarme sus encantos solo tapados por su sujetador. Me acerqué a ella y la besé en la boca bajando rápido a besar la parte de sus senos que el sujetador dejaba visible. Ella se arrodillo delante mía y llevo su boca a mi polla aun con el pantalón puesto. Me tocó arriba y abajo y dio un par de besitos al pantalón. Tras esto me quitó el cinturón y me bajó el pantalón y calzoncillos llevando su boca a mi polla. Jugó con ella chupándola con su lengua por toda su longitud pasando a metérsela en la boca, pajearla y besar el capullo alternativamente. Tras un rato así se la metió todo lo que pudo y empezó una mamada frenética de unos cuantos minutos. Mientras me la chupaba me acariciaba lo huevos y las piernas. Yo no pude aguantar mucho mas. Necesitaba sentir mi polla dentro de ella. No se que me pasaba ese día. El caso es que la levanté y la apoyé sobre la mesa. Subí su falda a su cintura y dejé su coño junto al borde de la mesa tumbándola sobre esta. Yo de pie y ella en la mesa empecé a follara. Ella empezó a gemir mientras yo hacia bastante esfuerzo para penetrarla con violencia. Menos mal que a esa hora no quedaba nadie en la oficina pues, aunque estuvieran en otro ala, estaría oyéndola. Tras unos minutos así la bajé de la mesa y la hice recostar su pecho sobre esta para pasar a penetrarla desde atrás. Esto me recordaba a cuando lo hacíamos durante su embarazo. Ella siguió gimiendo y yo aproveché esa posición para soltar su sujetador. Así, mis penetraciones desde atrás, debido a que eran bastante fuertes, hacían que sus aun lactantes pechos bailaran hacia todos los lados sin orden aparente alguno. Para poder follarla mejor la agarraba del culo. Pasaron solo unos segundos hasta que ella se corrió bastante estruendosamente. Yo aun no me había corrido y de la mano la llevé a una de las sillas de mi despacho donde me senté y, cuando estuvo ya recuperada, se puso sobre mi mirando hacia fuera. Agarró mi polla y la llevó a su conejo dejándose caer sobre esta. En un momento dado la agarré de sus muslos y la ayudé a subir y bajar incrementando el ritmo. Por alguna razón ese día aguantaba mas de lo normal y no iba a desaprovecharlo. Eché su cuerpo hacia atrás y, girando su cabeza, la besé. Mientras nos besábamos manteníamos un ritmo de penetraciones mas lento. Tras unos cinco minutos de penetración mas ya si estaba para correrme. La levanté de mi y la hice sentarse de nuevo sobre mi polla pero esta vez mirando hacia mi. Con ella empalada y saltando como una loca mi orgasmo era inminente y el suyo no podía tardar mucho mas pues sus gemidos eran ya incontrolables. Un minuto o así después me corrí en su interior y mi tercer escupitajo de semen fue recibido por su propio orgasmo y el sensual masaje de su coño que exprimió mi polla un poquito mas. Con ella aun empalada nos besamos durante unos cinco minutos y ella se fue para su casa tras asearse. Yo también me asee pero aun me quede un rato en el despacho hasta que llego la hora de ir a casa a hacer la cena para Rocío y para mi. Tras la cena un poco de tele y a dormir.

El viernes era un día bastante ocupado para todos pero en especial para Rocío. Ese día teníamos el cumpleaños de Celia, la novia de Alberto y ella, además, tenía masters. En la oficina vimos los números de Octubre que fueron muy buenos. En general todas las empresas tuvieron buenas ventas aunque la apertura de nuestra segunda tienda de moda bajo algo nuestros beneficios ya que la inversión fue grande. Aun así el mes fue bueno con beneficios de casi 550.000 euros. Tras trabajar me fui a casa a descansar un poco. A las ocho y media salí a buscar a Rocío y fuimos para la casa de Alberto y Celia. Cuando llegamos ya estaban todos nuestros amigos y varias parejas amigas de Alberto y Celia. La cena y posteriores copas fueron muy agradables pero tuvimos que ser de los primeros en irnos, tras María y Arturo y José Carlos y Raquel por las niñas, ya que Rocío madrugaba al día siguiente. En realidad cuando nos fuimos se fueron todos solo que Rocío y yo nos fuimos a dormir mientras que ellos se iban a tomar copas por alguna de las múltiples zonas de copas de Madrid.

A mediodía del sábado fui a buscar a Rocío y, tras comer fuera, fuimos a casita a pasar toda la tarde. Esos días no paraba de llover en Madrid y, entre la paliza que llevaba Rocío y la lluvia, no apetecía salir. Así pasamos toda la tarde en el salón. Leyendo, viendo pelis siempre acurrucados en el sofá. En definitiva, disfrutando un ratito de la soledad en pareja.

El domingo María celebraba el segundo cumpleaños de mi ahijada Marta. Estaban nuestros amigos y otras parejas amigas de Arturo y María a los que conocíamos bien. Nosotros ya habíamos entregado a Marta el regalo el día de su cumpleaños. Como casi siempre que íbamos a casa de María fuimos de los primeros en llegar para poder disfrutar de las niñas con un poco de tranquilidad. Tras la comida y los cafés la gente se empezó a ir y acabamos quedando solo Raquel, José Carlos y su hija ademá de nosotros y, lógicamente, María y los suyos. La tarde con ellos fue genial y pude estar con las peques y con Marta mucho tiempo. Con Elena estuve poco tiempo pues ella, Rocío, María y Raquel se pasaron toda la tarde hablando. Una buena parte del tiempo de nuestra boda que ya sería en poco menos de seis meses.

03. Semana del 18 al 24 de Noviembre

El lunes tras un día de mucho trabajo fui a recoger a Rocío a su oficina y fuimos a casa de mis nuevos padres, Mariano y Manuela, a cenar. Tras llegar y los saludos de rigor nos sentamos todos en el sofá del salón. Una vez allí Mariano me dio un documento impreso de unas cuatro páginas y me pidieron que lo leyera. No tenía ni idea de que podía ser y cuando empecé a leerlo no podía creerlo. Tres páginas y medias de contrato prematrimonial. Un documento donde, de entrada, se establecía que estaríamos en régimen de separación de bienes y luego detallaba todos mis bienes y los de ella y llegaba incluso a pactar ya importes para la manutención de los niños si, cuando nos divorciáramos, tuviéramos niños. Tras terminar de leerlo me mantuve un rato en silencio.

– ¿Se puede saber de quien ha sido la idea para esta chorrada? - dije con tono de gran cabreo.

Rocío miraba al suelo sin decir nada y Manuela, sentada a su lado, la agarraba la mano. Mariano fue el siguiente en hablar.

– Ha sido idea de Rocío. Nos lo dijo y no nos pareció mal pero nosotros no te obligaríamos jamas a hacer algo así. Es su manera de demostrar su amor. No es una locura que una persona con tu patrimonio firme esto.

– ¿Pero acaso esto es legal en España? - dije yo - ¿No habéis visto demasiadas pelis?

– Si es legal - dijo Mariano - El documento lo ha redactado Javier y está todo acorde a derecho. Los importes que se indican por cada hijo y todos los demás temas están acorde con lo que un juez podría dictar.

Rocío seguía con la cabeza agachada, soltando unas primeras lágrimas, y dándole la mano a Manuela. Parecía evidente que sabía que no me iba a hacer ninguna gracia.

– Tu no tienes nada que decir – dije mirando a Rocío

– Hago esto porque te quiero – dijo Rocío

– Cojonuda manera de demostrar tu amor – dije – Pensando en el divorcio

– ¡Carlos! - dijo Manuela – Ni se te ocurra volver a decir eso. ¿Tu eres tonto? Voy a hacer de madre por primera vez y te exijo que la pidas perdón. No ves que lo hace por amor. Mariano supo que no te iba a gustar pero a mi me pareció muy bonito cuando nos lo planteo. Pídela perdón.

– ¿Que pida perdón porque? Solo digo que demostrar amor pensando en el divorcio no me parece normal.

Manuela y yo seguimos erre que erre durante un rato. Rocío lloraba cada vez mas y Manuela seguía agarrándola de la mano. De repente se hizo un rato el silencio. Y volví a ser yo el que hable ya bastante cabreado.

– No lo había pensado mucho pero yo estaba convencido que nos íbamos a casar en régimen de gananciales. Todo lo que aporto al matrimonio es mio y solo mio y lo que ambos ganemos durante el matrimonio es de los dos. Eso es régimen de gananciales. Me parece lo mas lógico. Lo que yo consiga durante el matrimonio va a ser en parte gracias a ella. A su ayuda y a la felicidad que sea capaz de transmitirme. A menos que no me ayude y solo me torpedee pensando en el divorcio. De este documento no me gusta nada, empezando por la separación de bienes, pero lo que me cabrea son las previsiones de divorcio.

Otro silencio y Rocío lloró con mas fuerza. Tras un rato dijo sus primeras palabras, a parte de su respuesta a mi pregunta anterior.

– ¡Eres gilipollas! Yo te quiero. ¿De verdad crees que estoy pensando en el divorcio? Acaso no se ha divorciado Mike. Todo el mundo se puede divorciar y quiero que veas que yo no me caso por dinero.

– Eso yo lo se sin estas gilipolleces. O lo sabía. Que plantees esto me deja fuera de juego

Rocío volvió a llorar y apoyo su cara sobre el hombro de Manuela. Esta acariciaba su pelo y me miraba con cara de pocos amigos.

– Hijo eres de las personas mas inteligentes que conozco. Pero cada cierto tiempo tienes una tontería de estas que me deja patidifusa. Tu futura mujer, de motu propio, hace lo que tendrías que haber hecho tu. Porque todos adoramos a Rocío. Yo desde luego y Mariano y tus amigos. Y lo sabes. Pero con tu patrimonio esto es casi obligatorio y debía salir de ti. Ella ha hecho lo que tu tenías que hacer. Al menos se un poco razonable y positivo. Di los puntos que no te gustan y negocia el documento pero no seas tan cabezota que te niegas en redondo como un niño pequeño.

– Vamos a cenar algo, iros a casa y pensar esta noche en esto. Os queréis. No podéis pelearos por ver quien quiere mas al otro – dijo Mariano – No tiene ningún sentido. Mañana volvéis y seguimos hablando.

– Mañana Rocío tiene masters – dije

– Pues el miércoles - dijo Manuela

La cena en silencio fue tensa como pocas pero no fue nada comparado con el viaje de vuelta a casa. De casa de mis padres a la mía, a esas horas, no había mas de veinte minutos. Veinte minutos sin decir una palabra. Yo conduciendo y Rocío mirando por la ventana con alguna lágrima escapando de sus mejillas. Sobra decir que esa noche no hicimos el amor. Ni nos dimos un beso en la mejilla ni nos abrazamos. Nos metimos en la cama y cada uno miró hacia su lado de la cama.

El martes fui a trabajar habiendo dormido unas cinco horas máximo. Mi cabeza dio vueltas la noche anterior al tema del acuerdo prematrimonial constantemente. Seguía sin entenderlo. Cuando quiero puedo ser muy cabezota. Al llegar a mi despacho pedí un café y un croissant a mi secretaria. Me puse a trabajar pero no me centraba. A las diez recibí una llamada de Raquel en mi móvil que me citaba en el VIPS media hora después. Llegue a la hora indicada, la besé y me senté.

– Sabes que te quiero - dijo ella - ¿verdad?

– Si, claro.

– Pues una vez queda eso claro quiero decirte una cosa. Eres tonto del culo.

– Menuda manera de demostrar tu amor – dije sonriendo

– Deja las sonrisas para otro momento. He estado con Rocío y no me puedo creer lo que me ha contado. Tus ex suegros te tratan como a un hijo, te acogen en su seno. Te guían hacia una mujer como Rocío, que es un encanto. Esa mujer acepta casarse contigo dándote una libertad de movimientos que debes ser la única persona del mundo que la tiene. Y además esa mujer tiene en cuenta tu situación personal y toma cartas en el asunto presentándote un documento que tu tenías que haber planteado. ¿Y tu reacción es montar en cólera y, entre otras cosas, preguntarte si ella te quiere y dudar si esta contigo por el dinero? ¿De verdad, la acusaste de estar pensando en el divorcio?

– Palabra por palabra no se que dije. Estaba muy cabreado.

– Estabas muy cabreado porque la mujer de tu vida, y esto lo has dicho tu muchas veces y yo lo creo, te da un documento donde deja claro que se casa contigo por amor y no por tu dinero. Y por tu dinero podrías conseguir millones de mujeres. Eres gilipollas. No te digo mas. Y no vamos a discutir. Piensa en ello. Tampoco nadie te ha dicho que firmes eso. Mete tus cambios, quita lo que no te guste y cuando estés convencido firmalo.

– Lo que tu quieras.

Y tras pagar nos fuimos del VIPS. Ella siguió hablándome hasta que llegamos a la oficina. Entró en mi despacho y me dijo

– Por tu bien que no se entere María. Como se entere te vas a cagar porque si yo quiero a Rocío ella probablemente mas.

– No se lo diré – dije

– Piensa en esto. Manuela, Rocío y yo somos tres de las cuatro personas que mas te quieren en este mundo. María es la otra. Las tres que sabemos de que va el tema estamos de acuerdo. ¿Crees que lo haríamos por joderte?

Y tras decir eso, sin darme tiempo a replicar, se fue de mi despacho. Quería mucho a Raquel pero no necesitaba en esos momentos a otra persona comiéndome la cabeza. Ese día no hice nada. Pase todo el tiempo en mi oficina pensando en Rocío. Por un lado entendía cuando comentaban que si me daba eso era por amor. Era capaz de entender que si estaba dispuesta a firmar ese documento es que no quería mi dinero. Pero en cierto modo creo que eso era lo que me jodía. Yo quería que nuestro dinero fuera de los dos, yo me creía en esos momentos dueño y señor de mi dinero y creía que solo yo debía decidir sobre este. Y, por tanto, me tomaba el acuerdo como una estupidez. A las ocho recibí una llamada de Javier, mi abogado y ahora socio en la empresa que fue de mi padre.

– Hola – dije

– Hola Carlos. Te llamo porque he hablado con Mariano y me ha comentado tu reacción al acuerdo de ayer. Yo lo hice para Rocío con la mejor intención. Espero que no te importe que lo hiciera – dijo – Al fin y al cabo somos socios y aunque no te cobre eres mi cliente.

– No me gustó el acuerdo pero fue la idea lo que no me gustó. Agradezco que ayudaras a Rocío, que aun espero que sea mi futura esposa.

– Lo será, seguro que lo arregláis hombre.

– Gracias por llamar. Y no te preocupes. Ahora – dije - si mi novia o esposa te pide ayuda legal y no se la das, entonces preparate.

Ambos nos echamos a reír y nos despedimos. Poco después de colgar fue Diana, la hermana de Rocío, quien me llamó. Pensé en no responder pero no estaba peleado con ella.

– Hola – dije

– Hola – dijo algo inquieta – He hablado con mi hermana

– Ya estarás al tanto entonces. Me puedo imaginar la reprimenda que me vas a echar

– No te voy a echar ninguna reprimenda. Tampoco te engañes, estoy del lado de mi hermana. Ha tenido un gesto muy bonito. Solo te llamo para decirte que sigo pensando que mi hermana no va a encontrar a nadie mejor en su vida y tu tampoco. Estáis echos el uno para el otro. No seáis niños y hablarlo que ya sois mayorcitos. No deberíais llegar así al fin de semana

– Gracias por el apoyo o lo que fuera eso – dije echando una pequeña risa

– Me alegra oír que no estas muy depre. Arreglarlo por favor.

Seguí un rato en la oficina y hacia las nueve me fui para casa. Un día normal hablaba con Rocío un par de veces. Ese día nada. No sabía que hacer al llegar a casa. ¿La esperaba a cenar? ¿Hacia la cena para los dos? Hice una ensalada para ambos y esperé en el sofá a que llegara. A las diez y veinte entro en casa. Me vio en el sofá con la cena para los dos en la mesilla del salón y se acercó a mi. Me dio un beso en la mejilla y me dio las gracias por hacer la cena. Comimos en silencio. Cada cierto tiempo nos mirábamos pero ninguno abría la boca. Tras un rato hablo ella.

– Mañana deberíamos ir a casa de tus padres. He hablado con Manuela y he quedado a las siete. ¿Me pasas a recoger por la oficina?

– Claro – dije yo - ¿Era necesario contárselo a Raquel?

– No se que te ha contado. Se lo he dicho porque es mi amiga igual que se lo he dicho a Laura. Tu se lo habrás dicho a tus amigos. ¿No has dicho nada a Antonio o Mike?

– Pues no. No he dicho nada. Me he pasado todo el día pensando en ti y en lo que me diste a firmar. Pero no he ido contándolo.

– Supongo que somos diferentes. Mañana ya he quedado a desayunar con María. No lo hago para presionarte. Lo hago porque son mis amigas y su opinión es importante para mi.

Y volvió el silencio. Y así seguimos hasta que terminamos de cenar. Rocío cogió sus cosas, las llevo a la cocina y me dio otro beso en la mejilla. Nunca nos besábamos en la mejilla. Siempre lo hacíamos en la boca.

– Me voy a la cama. Estoy muy cansada. Hoy ha sido un día duro para mi. Lo creas o no te quiero mucho - dijo

Y se fue. Lo cierto es que sabía hacerme sentir mal. Me sentía como una mierda. Me quede un rato mirando una foto que teníamos en el salón. Una foto del crucero que habíamos disfrutado ese verano. Ambos vestidos elegantemente. Rocío radiante. Y empecé a llorar. El pudor me impedía llorar a lagrima viva y me contuve como pude. No fue fácil y tuve que ponerme uno de los cojines en la cara para ahogar el llanto. Cuando me calmé un poco fui al baño de invitados y me sequé las lagrimas. Ya mas compuesto fui a la cama. En el baño de nuestra habitación me puse el pijama y me fui a dormir. Rocío de nuevo estaba en su lado de la cama mirando hacia afuera. Yo hice lo mismo e intenté dormir. No fue una noche placida pero fue mejor que la anterior.

Por si tuviera pocos problemas, el miércoles, hacia las once de la mañana, entró María en mi oficina. Sin saludar y nada mas cerrar la puerta dijo:

– No me gusta lo que esta pasando contigo y Rocío. Me he enterado ahora y Rocío y Raquel me han pedido que tenga calma pero te daría una bofetada. Me da igual si me despides. Arreglarlo.

– ¿Crees que a mi me gusta? De repente parece que todos creéis que ya no quiero a Rocío.

– Nadie ha dicho eso

– El problema – dije yo – es que la quiero con locura y no concibo, bajo ningún concepto, firmar un documento que implique que no voy a compartirlo todo con ella. Ella será autorizada en todas mis cuentas al día siguiente de casarnos. Si es que nos casamos porque estos días no están siendo fáciles.

– Ni se te ocurra decir eso. Arreglarlo.

Y se fue. Ya no podía aguantar mas la presión e hice algo inusual. Quedé a comer con Mike y Antonio. Comía con ambos a menudo pero con los dos juntos nunca o casi nunca. Una vez en el restaurante se lo conté a ambos. Ellos ya lo sabían. A Antonio se lo había contado su mujer y a Mike se lo contó Raquel. Tras contarles mi punto de vista habló Mike.

– Yo se lo que es un divorcio. No es agradable. Te aseguro que cuando me casé con Susan ni se me ocurría pensar en un contrato matrimonial. Si me lo hubiera ofrecido ahora tendría mucho mas pero no me puedo quejar de mi acuerdo de divorcio. Para mi Rocío y tu sois la pareja ideal. Lo que tu tienes con ella nunca lo tuve con Susan y aspiro a tenerlo con Marga pero, y que esto te quede claro, no estas inmunizado contra un divorcio.

– Tiene razón – dijo Antonio – Yo no he firmado un acuerdo con Laura y estamos en gananciales pero incluso nosotros, ganando mucho menos que tu, muchísimo menos, nos planteamos en su momento el régimen de separación de bienes. Que tu lo hagas, como jefe de tu asesor fiscal y económico, me parece evidente.

– A ver. Yo la parte racional la entiendo. Pero lo siento, no puedo hacerlo. Así no puedo casarme. Si me caso es por amor. Si no voy a sacrificar nada sigo toda la vida viviendo con ella "en pecado". ¿De que vale comprometerse con una persona a la que amas si no arriesgas nada?

– Estáis compitiendo por ver quien ama mas al otro. Así vais de culo. Yo solo digo eso – dijo Mike.

No es que convenciera a nadie en esa comida pero me sirvió para desahogarme. Mike menos pero Antonio estaba a mi lado. Mike estaba en el proceso de divorcio y entendía perfectamente lo que quería prevenir Rocío. Aun así ambos me dieron su apoyo. Entendían que las chicas, todas, estaban con Rocío y no era el momento para dejarme solo. Lo único que me pidieron es que escuchara todo lo que Rocío, Manuela y las demás tuvieran que contarme. Que, en definitiva, no fuera un cabezota. Tras comer hable con Raquel que me ordenó que no fuera tonto y que por favor pusiera algo de mi parte. Parecía mas positiva que el día anterior. Por la tarde fui a recoger a Rocío y fuimos de camino a casa de mis nuevos padres. En el coche otra vez silencio. A mitad de camino la dije

– Sabes que te quiero, ¿verdad?

– Si. Por eso me duele mas lo que dijiste. No he buscado el divorcio. Lo hice pensando que era lo mejor para los dos. Pero sobre todo para ti.

Y otra vez silencio. Llegamos a casa de Mariano y Manuela unos minutos después y salieron a saludarnos. Yo había hablado con Manuela el día anterior pero no habíamos avanzado mucho y no sabía si estaba muy enfadada. Primero bese a Mariano que, tras los dos besos me miro a los ojos y me dio un pequeño abrazo. Tras mi saludo con el vi que Manuela y Rocío seguían abrazadas. Cuando se separaron me acerqué a Manuela y la miré a los ojos. Me regaló una pequeña sonrisa y nos abrazamos. Fue un abrazo para mi demasiado emotivo. Pasamos al salón y Mariano fue el primero en hablar.

– ¿Habéis avanzado mucho?

– Yo diría que nada la verdad – dije

– Pues eso no puede ser, Carlos cariño. Tu la quieres con locura y ella no te quiere menos. No dejéis que un papel se ponga en vuestro camino. - dijo Manuela mientras agarraba la mano de Rocío – Todos los que te queremos te estamos diciendo que no es mala idea, que ella lo hace por amor. Se un poco razonable. Nadie te pide que firmes ese documento tal y como esta. Ese documento lo hizo Rocío con la colaboración de Javier y nuestro apoyo pero no es para que lo firmes si no te gusta. Cambia todo lo que quieras pero por favor no te niegues en rotundo a firmarlo. Confiamos todos en ti.

Pasé un rato en silencio y dije

– De acuerdo

– ¿Como? - dijo Rocío mirándome con, por primera vez en dos días, una sonrisa en los ojos.

– Prepararé un documento alternativo pero es muy probable que no se parezca en nada o casi nada al tuyo. Espero que sea suficiente.

– Si piensas en los dos lo será – dijo Rocío.

Se quedó un rato mirándome y su cara había cambiado algo. Ya no estaba enfadada y, si bien no era su cara sonriente habitual, era un placer verla algo mas alegre. O menos enfadada. Tras un par de minutos me dio un beso en la mejilla y un pequeño abrazo. Noté tras este momento la sonrisa en la cara de Manuela. La cena esa noche no fue una cena normal pero fue mucho mejor que la del lunes en la que apenas nos hablábamos. En el camino a casa no hablamos. Cada uno iba pensando en lo suyo pero ya no era un silencio tenso, era un silencio reflexivo. Al entrar en casa ambos fuimos a la habitación a cambiarnos. No estaba todo arreglado. Ni mucho menos. Nos metimos en la cama. Yo no sabía como actuar. Quería abrazarla, pero no me atrevía. En esos momentos me arrepentía de haber montado la que había montado pero cuando lo recibí me pilló de improviso y no supe reaccionar. Estaba arrepentido, sobre todo por las formas aunque no tanto por el fondo. No veía realmente necesario firmar nada con ella. Opté por tumbarme en mi lado de la cama mirando al techo. Cuando Rocío entró en la cama hizo lo mismo que yo. Nos deseamos buenas noches y apagamos las luces. Unos pocos minutos después Rocío se acercó a mi. Puso su mano derecha en mi pecho y pegó su cuerpo al mio.

– Te quiero – dijo

– Y yo a ti – dije

Y por primera vez en dos noches dormimos abrazados.

Con mas ánimo me levanté el jueves tras poder pasar la noche abrazado a Rocío. En ese momento no entendía como, por una tontería, habíamos estado dos días verdaderamente enfadados. Tras ducharme llamé a Javier y le pregunté si tenía un rato para mi esa mañana. Me dijo que podíamos vernos en su despacho a las diez de la mañana pues antes tenía un desayuno con un cliente. A la hora señalada estaba esperando a Javier en su despacho. Su secretaria me permitió pasar a esperarlo dentro. No tardó en aparecer y me preguntó que quería.

– Necesito que me ayudes a formular un contra acuerdo matrimonial.

– Vaya, me alegro que estáis avanzando – dijo - ¿Que tienes pensado?

– Quiero hacer cambios. Muchos cambios, pero mantendremos cosas.

– Vete diciéndome – dijo

Le conté los cambios que estimaba oportunos. Para empezar nada de separación de bienes. O nos casábamos por sociedad de gananciales o no nos casábamos. Luego marcaba todos los bienes que tanto ella como yo llevábamos al matrimonio. Los llamado bienes privativos. En caso de divorcio lo mio sería mio y lo suyo de ella. Pero los intereses de esos bienes serían de los dos. También acepté marcar las pensiones que pasaría si tuviéramos niños y el régimen de visitas a estos. No me hacía ninguna gracia tener que estar haciendo eso. Rocío para esas cosas era más racional y si tenía que hacerlas las hacía. Al final el documento básicamente especificaba como repartiríamos los bienes en caso de divorcio, cosa que quería Rocío, y yo me salía con la mía en lo de la sociedad de gananciales. Javier me dio una copia impresa. La firmé y salí del despacho no sin antes darle las gracias. Era el momento de la verdad. Eran las doce y media y me acerqué a una floristería cercana a su trabajo. Compre un ramo de rosas blancas, rojas y rosas y les dí el sobre con el acuerdo. Les indiqué donde entregarlas y las llevaron a su despacho. Yo me fui a una cafetería cercana a tomar un pincho de tortilla mientras esperaba a tener noticias de ella. Media hora después recibí su llamada.

– Hola – dije algo indeciso

– Hola cariño. Muchas gracias las flores son preciosas y con ese documento me vale. No quiero que la gente piense que me caso contigo por la pasta.

– De nada. Pero lo que los demás piensen es problema de ellos. Esto no era necesario. Ni el acuerdo ni la bronca.

– Estoy de acuerdo. Me siento mal por haber provocado esto. Si lo se me callo – dijo echando una risita.

– ¿Quedamos a comer?

– Claro

Quedé con ella en un restaurante cercano a su trabajo una hora después y llamé a Manuela y a Mariano para que ellos también fueran. Llegué algo antes de tiempo y me senté en una mesa para cuatro. Cuando Rocío llegó nos besamos en la boca, un pico casto pero sus ojos ya mostraban que nos estábamos, al menos, acercando a la normalidad.

– ¿Mesa para cuatro? - preguntó Rocío según se sentaba

– Si. Mira – dije señalando a la puerta por donde, en ese momento, entraban Manuela y Mariano

– Piensas en todo – dijo ella sonriendo

Ambos nos levantamos para saludarles y pasamos a comer. Durante la comida Rocío les contó el acuerdo que propuse y, si bien se apartaba mucho del original, dijo que para ella era mas o menos aceptable. Y lo dijo mirándome con una sonrisa y agarrando mi mano.

– Gracias cariño – me dijo Manuela – No ha sido tan difícil, ¿verdad?. Ahora que ya lo has arreglado puedo decirte que si bien heriste mucho a Rocío a ambas nos pareció que tu locura transitoria tenía un trasfondo romántico bastante bonito.

Y las dos se echaron a reír.

– Pues yo lo he pasado de culo estos días. He llegado a pensar que la perdía - dije seriamente

– Cariño, no me ibas a perder – dijo Rocío – Me podía costar mas o menos perdonar que me acusaras de estar pensando ya en el divorcio pero se que lo hacías por amor y no te iba a dejar ir. Presentando este acuerdo aceleras el proceso. Por mi todo esto no ha pasado. No quiero volver a pasar dos noches en la cama a tu lado sin poder abrazarte.

– Ni yo – dije agarrando su mano.

La comida siguió bastante bien. Con el tema peliagudo del dinero, aunque yo hasta ese momento no le había dedicado ni un segundo, fuera del horizonte todo parecía controlado. Rocío se despidió rápido tras el café pues tenía que terminar unas cosas antes de ir al masters. Yo con calma me tomé el café con Mariano y Manuela. Ambos me dieron las gracias por haber actuado así y yo les dije que el problema fue como actué el primer día Tendría que haber tenido un poco mas de sangra fría. Hacia las cuatro llegué a la oficina. Al entrar en mi despacho mi secretaria me dio un buen número de llamadas que había tenido ese día. No pasaron ni cinco minutos cuando entraron Raquel y María en mi despacho. Ambas se sentaron enfrente mía sin decir nada. María no pudo aguantar la presión y habló primera.

– ¿Donde has estado todo el día? Estábamos preocupadas

– ¿No queríais que lo arreglara? Pues ya está arreglado. Ahora ya podéis estar tranquilas vuestro jefe y socio – dije mirando primero a María y luego a Raquel – ya no tiene problemas con vuestra amiguita.

Se quedaron un rato calladas.

– Si no fuera porque se que estas de broma te diría que eres un gilipollas. Tu eres nuestro amigo. Y Rocío también. Si no querías que fuéramos amigas de tu mujer haberte liado con una pija estúpida e insoportable. Si eliges a Rocío apechuga con las consecuencias – dijo Raquel con una sonrisa en la boca

– ¡Que bien! - dijo María – No me podía imaginar el bautizo de la hija de Raquel este domingo con vosotros enfadados.

Pues tranquilas. Ahora tengo que llamar a toda esta gente. Levanté todos los mensajes que me pasó mi secretaria y se fueron para dejarme trabajar un rato. Estuve hasta las nueve trabajando. A esa hora me fui a casa para preparar la cena para Rocío y para mi. Cuando llegó vio la mesa preparada y me besó. Tras tres días, más de 72 horas, nuestras lenguas volvieron a hacer contacto. El beso duro unos segundos, poco menos de un minuto. Tras el beso pasamos a cenar y a comentar lo estúpidos que éramos. Fue una maravillosa cena. Retiré la mesa cuando terminamos de comer y, volviendo de la cocina, me acerqué a ella por detrás. La besé en el cuello y ella giró su cabeza para que nuestras bocas se volvieran a juntar.

– ¿Quieres ver una peli? - dijo ella

– ¿Tu que crees? - contesté

Y levantándose de la mesa del comedor volvimos a besarnos. Nuestras lenguas jugaban mientras íbamos de camino a la cama. Rocío ese día vestía todo de marrón. Vestía un pantalón marrón oscuro con una camiseta a juego del mismo color que, por su tejido, era de vestir. Sus zapatos, de ocho centímetros de tacón, y cinturón eran del mismo color. Una vez llegamos a la habitación me senté en la cama y abrí un poco las piernas situándose ella en ese lugar. Yo vestía ese día pantalones de pinzas y polo. Llevé mis manos a su cintura mientras ella acariciaba mi pelo. Mis manos fueron bajando hacia su culo mientras hablábamos.

– No podemos tener estas discusiones tan tontas – dijo Rocío

– Creo que se a lo que te refieres – dije

– Me refiero a que en la vida tendremos problemas mas grandes. Y si nos ponemos así por una tontería, por ver quien quiere mas al otro, vamos de culo – dijo

– ¿Lo dejamos en que nos queremos igual? - dije

– Acepto – dijo

Y de un movimiento brusco me empujó del pecho a la cama cayendo yo tumbado en esta, aún con las piernas colgando por el borde de la cama. Ella se dejó caer junto a mi en la cama sonriendo y llevando sus manos a mi cabello. Tras acariciarlo un rato se subió encima mio y me besó con pasión en la boca mientras seguía acariciando mi cabello. Sacando fuerzas de algún sitio donde no sabía que las tenía hice una especie de flexión que me volvió a sentar en la cama y manteniendo el beso la agarré por la espalda. Y así recuperé la posición dominante. Ella siguió besándome con pasión hasta que me apartó, me miró a los ojos, y volvió a empujarme hacia atrás. Yo seguía tumbado pero ella estaba aun incorporada y me miraba con ojos de niña traviesa. Tras un rato me sonrió y empezó a quitarse lentamente la camiseta dejando a la vista un precioso sujetador de color rosa palo. Tiró la camiseta al suelo y volvió a echarse sobre mi para besarme mientras yo llevaba mis manos a su precios culo. Tras un rato de beso echó su cuerpo un poco más hacia delante dejando sus pechos a la altura de mi boca y empecé a besarlos. Primeramente por encima del sujetador pero rápidamente saque mi mano de sus glúteos para desabrochar el sujetador y lanzarlo lejos. Así pude acceder a sus tetas libres de la prisión del sujetador y dedicarme a chupar sus pezones y besar y juguetear con el resto de sus tetas. Tras dedicarme un rato a sus tetas ella se apartó de mi y volvió a poner su cara de niña traviesa mientras se movía hacia abajo por mi cuerpo. Cuando sus manos llegaron a mi cintura empezó a desabrochar mi cinturón sin dejar de mirarme a los ojos. Una vez tuvo mi pantalón y mis calzoncillos totalmente fuera de mi cuerpo los lanzó al encuentro del resto de nuestras ropas, en el suelo, y se acercó con su boca a mi falo. Poco a poco empezó a meterse la polla en su boca. Intentaba meter todo lo posible pero se iba endureciendo por segundos y cada vez la costaba mas. Mientras ella me la chupaba yo acariciaba su espalda y jugaba con su cabello. Con mi polla agarrada con la mano se golpeó un poco los pezones y volvió a metérsela en la boca. Se acercó un poco mas a mi y me hizo una micro cubana de dos o tres sacudidas antes de volver a meterse mi polla en la boca. En esos momentos yo ya había abandonado su espalda para pasar a acariciar su culo por encima del pantalón. Y mientras ella seguía lamiéndome la polla yo ya empezaba a gemir a lo bestia. Si seguía mucho así me iba a terminar corriendo en su boca.

– Esto es demasiado – dije – Si sigues me voy a correr.

– Ni se te ocurra – dijo – Aun me tienes que follar. Si te corres tendrás que dar el doble de tu parte.

– Llevo unos días a palo seco – dije – Podré

– Pues si quieres correte

– Prefiero que sea dentro tuya

Y tras un rato mas mamándome la levanté y empecé a besarla las tetas ya incorporado. Ella volvió a tumbarse sobre mi dejando sus tetas a la altura de mi boca. Las besaba y mamaba alternativamente mientras ella acariciaba mi cabello. Tras un rato así ella se levantó con movimientos felinos de la cama y, sin dejar de mirarme ni un segundo con pasión, empezó a desabrocharse el pantalón. En unos segundos su pantalón y sus zapatos ya estaban en el suelo y solo con su tanga se subió a la cama junto a mi pasando a besar y chupar mi polla un par de veces mas. Mientras hacía eso se empezó a bajar el tanga y cuando lo tuvo ya en sus manos me lo puso en la boca para que lo oliera y lo tiró al suelo junto al resto de la ropa. Inmediatamente se subió sobre mi y apoyó sus pies sobre la cama para, cogiendo mi polla, ponerla junto a su coño y empezar a cabalgarme. Se puso a hacer sentadillas sobre mi polla con solo las plantas de sus pies apoyadas sobre la cama. Se notaba que iba al gimnasio pues no es nada fácil. Yo la ayudaba un poco sujetándola de las tetas pero tenía su mérito. Tras un par de minutos asís se arrodilló en la cama, aun con mi polla en su coño, y empezó una follada mucho mas frenética. Ahora si que no aguantaba mas y así se lo hice saber. Llevé mi mano a sus tetas y las acaricié mientras ella me tocaba el pecho y mi polla seguía perforando su coño.

– Aguanta un minuto – dijo

– Lo intentaré

Siguió ese minuto follándome pero, mientras lo hacía, giraba un poco su cuerpo. No pude aguantar mas y, tras avisarla, exploté dentro de ella. Estaba convencido de fallarla tras nuestra pelea. Y quería que disfrutara. Por suerte, tras mi último chorro noté como ella, que se estaba ayudando un poco con los dedos en sus labios vaginales, empezó a correrse masajeando mi polla duramente un rato. Se desplomó junto a mi y tras besarnos un rato nos quedamos dormidos. Creo que ambos hubiéramos echado otro polvo. O dos. Pero el stress de esos días tampoco nos permitían muchos lujos. Estábamos cansados.

El viernes tras trabajar fui a buscar a Rocío y nos fuimos a comer juntos. Tras casi tres días peleados me apetecía recuperar el tiempo con ella. Comimos cerca de su oficina y, tras una larga sobremesa, nos fuimos a ver coches para mi. Deberíamos haber ido el miércoles pero como estábamos enfadados no lo hicimos. Ese día tocaba Mercedes Benz y estuvimos viendo coches de la clase C y de la clase E. Me gustó mucho un clase E. A Rocío también le gustaba pero decía que nos hacía viejos. Nos fuimos a comprar ropa y zapatos por el centro hasta que llegó la hora de cenar y, de nuevo, lo hicimos fuera. Tras tomar una copa en un bar cercano nos fuimos a la cama. A hacer el amor.

El sábado me levanté de muy buen humor. No teníamos planes y me apetecía estar con mis amigos y mi prometida. No podía esperar al día siguiente. Con la excusa del Barça – Madrid que se jugaba esa noche llamé al grupillo mas cercano para invitarles a verlo en casa. No pudieron ir José Carlos, muy a su pesar pues era muy del Madrid, y Raquel ya que al día siguiente bautizaban a la niña y tenían cena con los abuelos de la peque. El resto se apuntaron y por supuesto también vino Diana. Fue una noche genial con pizzas, risas y copas.

El domingo cuando nos levantamos ya íbamos un poco tarde para el bautizo y, a toda prisa, nos vestimos para ir a la iglesia. Yo estaba listo antes que ella pues se estaba maquillando algo mas de lo normal y en cuanto estuvo lista salimos hacia el bautizo. Seríamos unos cuarenta invitados al bautizo que luego fuimos convidados en un restaurante cercano a la iglesia. El restaurante lo habíamos usado mucho en reuniones nuestras y nos trataron muy bien estando todos en un salón aparte. Tras la comida los mas cercanos fuimos a casa de José Carlos y Raquel donde estuvimos tomando café primero y acabamos cenando. A casa no llegamos hasta las once de la noche. Sin pasar por el salón acabamos Rocío y yo en la cama. Estábamos cansados pero eso no nos impidió hacer el amor. Tras unos días de pelea nos teníamos ganas.

04. Semana del 25 de Noviembre al 1 de Diciembre

Tras una semana dura esperaba que esta última semana de Noviembre fuera mejor que la anterior. De entrada en algo se parecía a la anterior. Ese lunes iríamos a casa de los que ya eran mis padres. Por suerte esta vez era por una buena razón. Tras trabajar fui a recoger a Rocío a su trabajo y fuimos a cenar a casa de Mariano y Manuela ya que, ese día, era el cumpleaños de Manuela. La tarde fue genial. Quizás demasiado. Me parecía extraño como una semana antes se levantó la mayor de las tormentas y ese día estábamos como si nada. Lo cierto es que los últimos días habían sido una balsa de aceite en nuestra relación. Manuela solo nos había invitado a nosotros ya que, para ella eramos la familia mas cercana. Al resto de familia y amigos los habían invitado a un cumpleaños multitudinario el domingo con comida informal en plan buffet. Serían, al parecer unos sesenta personas. Tras la cena, ya en el salón, la dimos el regalo. En este caso fue un viaje a París, con vuelo, hotel y entradas para la Ópera. Fue una gran idea de Rocío y la verdad es que triunfó. Esa noche, volviendo a casa en el coche charlando con Rocío, recordé lo tensa que fue la vuelta el lunes anterior y no pude mas que sonreír. Lo había pasado mal pero ya parecía estar todo solucionado. Al llegar a casa eran ya la una de la mañana y nos fuimos a dormir sin hacer el amor.

La monotonía del martes fue algo que agradecí. Tras una semana intensa necesitaba un día en el que poder trabajar a gusto de nueve de la mañana a nueve de la noche sin mucha gente que me distrajera. Por la noche volví a mi rutina de hacer la cena para Rocío y cenar con ella charlando sobre nuestro día en vez de estar tirándonos trastos a la cabeza.

El miércoles el día empezó muy bien pues el divorcio de Mike se hizo efectivo ese día. El divorcio es una mala noticia. Excepto cuando te libras de una pedorra como Susan y te deja vía libre para unir tu vida a una chica maravillosa como Marga. Nos invitó a todos a cenar ese viernes en su casa y así celebrarlo. Sería una cena tranquilita. Esa tarde salí de la oficina hacia las seis y fui a recoger a Rocío a su oficina. Fuimos directamente al concesionario de BMW para ver modelos de las series 3 y 5. Tras ver los coches fuimos a cenar y decidimos que, si bien era un poco demasiado grande para mi y parecía de hombre mayor, compraríamos el Mercedes Benz clase E pues a ambos nos había gustado mucho. Y ya teníamos el coche de Rocío como coche mas informal si alguna vez lo necesitábamos. Al volver a casa fuimos directamente a la habitación donde hicimos el amor durante algo mas de una hora.

El jueves tuvimos la primera reunión formal para la apertura de nuestras tiendas de ropa infantil. Oficializamos que lo llevaría el mismo equipo de nuestras franquicias de moda. Se lo hicimos saber a Marisa y Gloria. Ahora tendrían que llevar dos empresas separadas y las ofrecimos, por llevar esta empresa nueva, un bono pagable una sola vez de diez mil euros. Llevaba implícito un compromiso con la empresa de dos años. Ambas firmaron sin problemas y pasamos a contarles la empresa que queríamos desarrollar. Estuvimos reunidos de once de la mañana a cinco de la tarde Raquel, Marga, Alberto y yo con ellas. Sería el último día de Alberto en este proyecto y empezaría a centrarse en la empresa de telefonía para empresas. Tras la reunión seguí currando hasta las nueve y de nuevo hice cena para Rocío. Aunque ese día estaba tan casado que no pude hacerle el amor a Rocío. Por suerte era comprensiva.

El viernes habíamos quedado todos en casa de Marga, donde vivían Mike y ella, para celebrar el divorcio de el. Gracias a este ellos se casarían a principios de enero. Trabajamos normalmente hasta las tres y me fui con Mike y Marga a ayudarle con algunas cosillas de la fiesta. A eso de las siete fueron llegando nuestros amigos, incluyendo a Rocío que fue de las primeras. La relación de Rocío con Marga era buena pero no tan buena como la que mantenía con María o Raquel que era, directamente, de amistad. Estuvimos todos en la fiesta hasta las doce o así. Lo mejor de la fiesta fue que no era una locura de fiesta diciendo cosas malas de Susan. Era mas una celebración del amor de Mike y Marga. Una especie de despedida de soltero de ambos. Esa noche, al llegar a casa, Rocío y yo hicimos el amor.

El sábado, tras levantarnos, llamamos a Marisa, la prima de Lucía, para felicitarla por su cumpleaños. Era un poco raro estar llamando a la prima de mi exnovia con mi nueva novia y prometida pero ahora que yo era casi un hijo de Mariano y Manuela ella era casi una prima. A mediodía fuimos a comer con el hermano de Rocío y su mujer, Maria Rosa, que estaba, en esos momentos, embarazada de unos seis meses. A la comida se apuntó Diana. Estuvimos hablando de varias cosas pero principalmente de la boda y del embarazo. Acabamos pronto y tras una cena ligera llegamos a casa a las once de la noche. Vimos un poco la tele y nos fuimos a la cama.

Por fin el domingo nos levantamos pronto y, tras desayunar a toda prisa, nos duchamos y vestimos para ir al cumpleaños de Manuela que se celebraría, con una comida bastante grande, en el chalet de ellos. Nuestra intención era llegar los primeros y así fue pues poco antes de las once ya nos estaban abriendo la valla de su casa. Estuvimos ayudando algo aunque la empresa de catering que se encargó de la comida lo tenía casi todo controlado. Lo que si que hicimos fue pasar un rato con ellos. Recordé como el cumpleaños de Manuela del año anterior fue mucho mas pequeño aunque el de Mariano ya fue de este tamaño. Manuela nos comentó que fue así para que poco a poco su circulo nos fuera aceptando. Así ella sabía que, a estas alturas, mucha gente ya estaba acostumbrada a mi presencia, y la de Rocío, en su vida y los mas cercanos no ya solo se habían acostumbrado a que ella me llamara su hijo sino que incluso a veces me nombraban como tal. La comida fue muy rica y la conversación variable. Con tanta gente de pie las conversaciones tocaban todos los temas. Muchos nos preguntaban sobre la boda y con otros tratábamos temas mas generales. Alas ocho de la noche ya solo quedábamos los mas cercanos a Manuela. Cenamos algo y nos fuimos a casa hacia las diez. Nada mas entrar en el salón la abracé por detrás. Ella me apartaba y se daba la vuelta mirándome de manera pícara a las ojos mientras se dirigía al sofá. Rocío se había puesto muy elegante para el cumpleaños de Manuela. Rocío quería agradar a Manuela haciendo que todos sus amigos pensaran que era una mujer elegante, culta y sofisticada. Y lo cierto es que era las tres cosas. Se había puesto una falda color verde oscuro con una camiseta del mismo color y cuello alto. Su atuendo lo completaban unas botas de gamuza color verde y tacón alto, un cinturón negro y unas pulseras doradas en su muñeca izquierda. Se sentó en el sofa y me invito a que lo hiciera a su lado. Una vez amos sentados ella me miraba a los ojos y coqueteaba conmigo. Se movía de tal manera que acentuaba sus curvas. Movía su torso superior para destacar sus tetas y cruzaba sus piernas para que me fijaba en estas. Mientras me impedía que me acercará a ella apartándome con la mano. Tras un rato intentándolo dejó de negarse y pude besarla durante un largo rato mientras ella me agarraba del cuello. El beso duro unos minutos y tras un rato empecé a quitarla la camiseta de cuello alto. Con la camiseta ya fuera de su cuerpo y su precioso sujetador a la vista la quité este mientras no dejaba de besarla. Llevé mi mano a sus tetas antes de romper el beso y bajar hasta sus pechos sin dejar de besarla. Una vez mi boca estuvo en sus tetas pasé a mamarlas como si necesitara la leche de ellas. Ella empezó a lanzar pequeños gemidos. En una de esas, con uno de sus pezones en mi boca, baje mis manos a su cinturón y rápidamente lo desabroché para inmediatamente llevar las manos a su culo y bajar la cremallera de la falda. Mientras no dejaba de mamar una u otra teta la hice levantar un segundo el culo del sofá para poder tirar de la falda hacia abajo. Con la falda en los tobillos ella hizo un movimiento ya la lanzó sobre la mesa de centro del sofá. En esos momentos yo estaba completamente vestido mientras a ella ya solo le quedaban la tanguita, a juego con su sujetador, y las botas. Me aparté un poco de ella y de sus tetas y cogiendo el tanga por los lados empecé a bajárselo. Ella ya desnuda abrió sus piernas al máximo permitiendo a mi boca un acceso perfecto a su coño. Con mi lengua chupaba el exterior del coño haciendo la presión justa para que no entrara pero tampoco fuera del todo superficial. Estas chupadas las alternaba con pequeños besitos tanto en sus labios inferiores como en los alrededores. Cuando empezó a gemir con un poco mas de fuerza empecé a mover la lengua con mayor rapidez y presión de tal manera que esta ya empezaba a acercarse a su clítoris. Me quité la camisa que llevaba ese día y seguí a mi labor jugando con su coño y sacando de ella gemidos cada vez mas altos y constantes. Cuando estos ya eran bastante fuertes apreté mi cara con mayor fuerza y empecé movimientos de cara arriba y abajo y a los lados mientras no dejaba de mover mi lengua. En un momento que subí la cara vi como ella ya estaba a punto de correrse. Lo notaba en sus ojos e incluso en sus manos que no dejaban de pellizcarse los pezones ni un segundo. Tras un rato mas así que no puedo cuantificar se corrió en un maravilloso orgasmo que yo tuve que apagar un poco con un beso mio para no escandalizar a los vecinos. El beso apago su gemido y la dio a probar el sabor de su coño encharcado.

– Gracias – dijo una vez retire mi boca de la suya

– Aun no hemos acabado – dije

Y apartándome de ella me levanté y me quité los pantalones dejándolos tirados en el suelo. Me iba a bajar los calzoncillos pero ella se arrodilló junto a mi y fue la que tiro de ellos hasta que estuvieron en el suelo. Mi polla, totalmente morcillona en esos momentos fue acariciada por ella durante un rato antes de llevársela a la boca y empezar una sensacional mamada en la que alternaba lengüetazos con casi folladas de mi polla en su boca. Si no fuera porque el movimiento era controlado por ella diría que la follaba la boca. Empezó a usar su saliva sobre mi polla y en un momento dado se la metió hasta la campanilla moviendo su boca una vez la tuvo toda dentro. Siguió un rato con la mamada alternando las miradas a la polla con las miradas a mis ojos. Tras un rato me senté en el sofá y ella se tumbó junto a mi para seguir mamándomela.

– Me voy a correr – dije

– No – dijo

Y levantándose se acercó a mi dándome la espalda se sentó sobre mi polla y empezó a cabalgar sus saltos sobre mi polla eran espectaculares y la sensación única. Me encartaría estar horas así pero tras la mamada queme había dado no iba a poder aguantar mucho. La dije que estaba al borde del orgasmo, como pude, y ella solo me pidió que aguantara. Hice lo que pude pero al minuto y medio empecé a escupir en su coño mi lefa. Ella gritaba y me decía que me amaba pero no se corría. No fue hasta el último de mis escupitajos de semen que ella se corrió conmigo. Totalmente exhausta se echó sobre mi hacia atrás, empalada hasta el fondo, y nos besamos. Tras un rato de beso recogimos la ropa del suelo y nos fuimos a la cama. Era hora de echar otro polvo. O quizás tocaba hacer el amor tras la follada.

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