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Mi historia (68: Agosto 2006)

en Grandes Series

01. Semana del 7 al 13 de Agosto

El lunes volví a la oficina y no salí de mi despacho en todo el día tras dos semanas fuera. Entre ver informes, contestar emails y hacer llamadas se me echó encima la hora de comer. Ese día comí con Raquel y Rocío. Tras la comida Rocío y yo fuimos a ver a una amiga de mi madre que era diseñadora de interiores. De los tres o cuatro contactos que nos pasó mi madre Rocío había elegido a esta mujer por ser la más moderna. Fuimos a su despacho con planos de la casa y estuvimos charlando, mientras tomábamos un café, sobre lo que buscábamos. La casa estaba en un estado bastante bueno estructuralmente pero desde el punto de vista del diseño y la distribución no estaba tan bien. Con nuestras ideas quedo en mandarnos unos planos con varias propuestas siempre contando con nuestros requisitos que eran mantener un mínimo de cinco habitaciones, un despacho y un salón. Y que la cocina fuera grande. Para el jardín buscábamos tener piscina y una zona grande donde hacer las fiestas con nuestro grupo de amigos. Que era grande. Quedó en presentarnos distintas opciones a lo largo de la siguiente semana o dos semanas. Tras salir del despacho nos fuimos a casa donde Elizabeth estaba con la niña. En agosto cerraba la guardería y pasaba todo el día con ella hasta que volvíamos del trabajo. Salimos a pasear un rato con la niña en cuanto bajó un poco el calor. Tras dar de cenar a la niña Rocío y yo cenamos e hicimos el amor pensando en un niño más. Era poco probable, si no imposible, que Rocío se pudiera quedar embarazada tan pronto tras dejar la píldora pero por nosotros que no fuera.

 

El martes era un día muy importante para mi. Había quedado con Mike para ver como había ido Julio en nuestra empresa de importaciones. Y era nuestro primer día de trabajo tras el tema de los cuernos. No hubo ningún problema. Aunque yo debí parecer tenso al principio.

–    Tío al principio parecía que tenías un palo en el culo – dijo Mike – Te dije que nuestro juego no iba a influir en el curro. Pensaba que confiarías en mi.

–    Confió en ti – dije – Pero aun así estaba algo tenso. Hasta que en el segundo minuto ya estábamos currando como siempre a tope.

–    Ya sabes – dijo – Confía en mi la mitad de lo que yo confío en ti.

–    Lo hago. Tan bien confió en mi esposa y a veces estoy tenso con ella.

Mike se echó a reír. Tras currar un poco más llegó la hora de irnos a casa y yo comí con mi esposa, Marga y Mike. Fue una comida  de amigos. Sin más. Y en esos momentos era maravilloso. Tras la comida volvimos a casa para que Elizabeth ese día pudiera irse antes a casa. Por la tarde y la noche todo bien.

 

Miércoles y jueves fueron días bastante normales. Casi aburridos por ser verano. El miércoles fuimos a ver a la cuñada de Rocío, que ya estaba a puntito de dar a luz, y el jueves a casa de mis padres para cenar con ellos.

 

El viernes tocaba resumen mensual. En esta ocasión sin María y Alberto que estaban de vacaciones. Julio fue el primer mes de normalidad tras la compra de la empresa italiana. Eso significó, lógicamente, récord absoluto tanto de ingresos como de beneficios. No llegamos a los dos millones de beneficios pero fue una subida importante. Igualmente, nuestra caja, empezaba a recuperarse tras  quedar por debajo del millón de euros en efectivo en Junio. En Julio acabó ya por encima de los dos millones y eso siempre da mucha tranquilidad. Tras la reunión me fui a trabajar en un par de temas que tenía pendientes. Tras comer con Raquel fuimos a por Sandra a casa y nos fuimos a casa de mis padres a disfrutar de la piscina. Esa noche dormimos allí.

 

El sábado fuimos con mis padres al club y allí estábamos casi solos. En agosto buena parte de los socios estaban en Marbella, Sotogrande o algún lugar similar. Mi padre y yo charlábamos sobre negocios, principalmente sobre la posible futura compra de la parte de su empresa que no teníamos, mientra cuidábamos a mi hija y veíamos a mi esposa y madre jugar un partido de dobles, de tenis, contra una amiga de mi madre y su nieta. Tras el partido comimos con ellas y con el marido de la amiga de mi madre que había estado echando una partidita de golf. Por la tarde volvimos a casa de mis padres y cenamos allí antes de volver a casa. Esa noche Rocío y yo volvimos a hacer el amor buscando un niño que aun era casi imposible que llegara.

 

El domingo en casa, tras ir a comprar el pan, me encontré con Cristina. Me estuvo contando que su marido estaba en el pueblo con su niña. Tras comer con mi esposa y acostar a la niña para la siesta Rocío me dijo que fuera a ver a Cristina. Cuando llamé a su puerta ella me abrió y me hizo pasar.

–    ¿Porque no me dijiste que vendrías? - dijo – Me habría arreglado

–    Me ha apetecido venir y he bajado – dije – Estas sola y he pensado que no te importaría

–    No me importa – dijo mientras agarraba mi mano y me llevaba al salón – Pero prefería ponerme guapa para ti

La miraba y no iba tan mal. Tenía lo que parecía un pijama de verano con un pequeño pantaloncito estampado y una camiseta de tirantes a juego.

–    Tampoco estás tan mal – dije

–    Estoy bien guapa para mi marido pero no suficientemente bien para mi hombre. Espera aquí.

Se fue unos minutos y cuando volvió estaba con ropa interior roja, muy excitante, y unos zapatos de altísimo y fino tacón negros. Se acercó a mi y se subió sobre mi para besarme con lascivia. Nuestro beso fue aumentando en pasión con los minutos que pasaban y ella llevó su mano al borde del polo que ese día llevaba con mis vaqueros. Parecía que iba a quitármelo pero a mitad de movimiento paró y se levantó.

–    Vamos – dijo dándome la mano – Tu eres mi hombre y mereces que te atienda en mi cama.

Al llegar a la cama ella se subió de rodillas y yo me senté junto a ella. Nos empezamos a besar de nuevo y mientras yo acariciaba todo su cuerpo ella mantenía sus manos en mi cuello acariciando este. Tras un rato bajé un poco las manos y dediqué unos segundos a sus pechos. En cuanto ella gimió por primera vez bajé un poco su sujetador y chupé sus pezones. Mientras lo hacía ella llevó sus manos a la espalda y se quitó el sujetador. Yo me bajé de la cama  e hice que ella también se bajara. La puse de pie, mirando a la cama, con el cuerpo apoyado sobre la cama. En esa posición froté mi polla cubierta por el pantalón con su culo y luego me arrodillé tras ella para, tras bajarla el tanguita rojo, besarla el coño y hacerla una larga comida de coño de más de cinco minutos. Ella cada vez gemía más.

–    ¡Fóllame! ¡Fóllame! - decía inisistentemente

Yo acariciaba su coño y seguía con la mamada. Cuando ella ya parecía que se iba a correr con mi mamada me puse en pie, desabroché mi pantalón y empecé a follarla con fuerza. Ella incorporó su cuerpo y mantuvo un pie en el suelo y el otro en la cama mientras, echando la cabeza hacia atrás, me daba su boca para que la besara. Nos besábamos mientras subía el ritmo de la follada y ella se corrió estrepitosamente quedando exhausta sobre la cama y rendida. No parecía poder seguir follándola de pie y me tumbé en la cama con ella. Nos pusimos de costado conmigo detrás y en esa posición, levantando su pierna derecha, volvía a follarla. Ella al principio parecía ni responder. No se había desmayado pero lo parecía. Al rato empezó a gemir de nuevo y en unos minutos estaba ya ayudándome con la follada y volviendo a buscar mi boca. Tras un rato ella me hizo tumbar y, arrodillándose en la cama y subiéndose sobre mi, empezó a cabalgarme. Tras unos minutos de cabalgada en los que nos besamos intensamente ambos nos corrimos a la vez y caímos rendidos en la cama.

–    Gracias – dijo – Quiero a mi marido pero a ti te idolatro. Es algo distinto.

–    Me gusta tu pasión y que siempre estés disponible

Ella sonrió.

–    Siempre es siempre – dijo ella – Cuando me necesites llámame e iré a tu encuentro

–    ¿Aunque estés con tu marido? - dije

–    Aunque esté follando a mi marido – dijo – Le dejaré e iré a tu encuentro

–    Estás loca

Ella sonrió y nos besamos de nuevo. Tras un rato de beso nos fuimos a la ducha y entre caricias nos aseamos y yo me fui a casa. Rocío al verme me besó.

–    ¿Has dejado algo para mi? - dijo

–    Para ti siempre tengo – dije

Rocío se rió y de la mano me llevó al sofá donde se abrazó a mi mientras veíamos jugar a la niña. Esa noche, ya con la niña en la cama, hicimos el amor.

 

 

02. Semana del 14 al 20 de Agosto

El lunes curraba con María tras su vuelta de vacaciones. Estuvimos viendo los cursos de formación interna que íbamos a tener durante el otoño para nuestros trabajadores. Teníamos cursos de idiomas, principalmente inglés pero también de francés y alemán, informática y contabilidad. Además teníamos algunos cursos de un solo día sobre técnicas de negociación y ventas. No terminamos durante la mañana y decidimos comer juntos y volver tras la comida a terminar el trabajo. A las cinco ya estaba todo listo y María se puso cariñosa. ía una falda larga, hasta algo por debajo de las rodillas, que era entallada hasta un poco por encima de las rodillas y luego salía algo de vuelo. Era de color blanco con rayas azules ni finas ni gruesas. Su atuendo lo completaban una blusa blanca y unas sandalias y un cinturón de color dorado. Estaba maravillosa. La mujer que solo hace unos años vestía como una sosa madre de familia intentando pasar desapercibida era ahora una preciosa y elegante madre de familia que hacía girar cabezas en la calle sin vestir llamativamente. Elegante..

–    Tenemos un ratito para nosotros solos – dijo

–    Lo que tu quieras, cariño – dije

–    Con un ratito me vale – dijo – Se que estas buscando un hermanito para Sandra

Yo la miré a los ojos medio sorprendido

–    No pongas esa cara que sabes que tu mujer, Raquel y yo nos lo contamos todo.

Pensé que justo eso era lo único que no contaba a Raquel y María pero, evidentemente, estaba equivocado. Me sonrió y lentamente se quito la blusa. Quedaron sus senos protegidos por un sujetador azul claro muy bonito. Me agarró de la cabeza y me besó. Tras un rato rompí el beso y besé uno de sus pechos sobre el sujetador. Ella se sacó uno de sus senos del sujetador y lo llevó a mi boca chupándolo yo con dulzura al principio y, tras un rato, gula. Llevé mis manos a su falda y la fui subiendo poco a poco. En cuanto toqué su culo la levanté en volandas y, sin dejar de chupar las tetas, la tumbé sobre la mesa. Tras chupar sus tetas en la mesa durante un ratito saqué su otro pezón y le di un tratamiento similar antes de besar a María con pasión en la boca. Tras el beso llevé mi lengua a su ombligo y fui subiendo poco a poco, dando besitos y lametones, hasta sus tetas. Tras besarlas volví a bajar al ombligo. Repetí esto un par de veces y nos volvimos a unir en un beso con una pasión enorme donde las lenguas no jugaban sino que luchaban. Ella agarraba mi cuello con una mano mientras con la otra terminaba de quitarse el sujetador. Acariciaba todo su cuerpo y la daba besitos. Me arrodillé tras un rato junto a mi mesa y la quité la falda. Ya sin ella acaricié su coñito sobre la braga, también azul claro, que llevaba. Ella inquieta apartaba la braguita y se metía un dedo dándome este a probar. Sus jugos tenían un sabor intenso pero a la vez maravilloso. No me dejaba chuparla el coño y mientras me daba un dedo a probar se metía otro en el coño. Así siempre tenía algo que disfrutar. Tras un rato evité sus dedos y llevé mi boca a la fuente de ese sabor tan intenso pero placentero. No era aun como las otras pero ese día María estaba desatada. Tan pronto mi boca rozó sus labios vaginales ella agarró mi cabeza y la pegó a su coñito. Tras un rato sujetándome la cabeza se echó hacia atrás en la mesa de mi despacho. Con una mano se acariciaba uno de sus pezones y con la otra separaba un poco sus labios vaginales para permitirme un acceso a su coñito mas fácil. Mi lengua penetraba en su coño como si fuera una polla y ella gemía cada vez mas. A mi me excitaba el sonido de sus gemidos y me encantaba notar como estaba cada vez mas húmeda.

–    ¡Fóllame!

Yo no contesté, lo que hice en cambio fue meter mi lengua un poco mas dentro de su coñito. Tras dedicar un buen rato a su coñito me puse de pie y me bajé pantalones y calzoncillos. Mientras lo hacía María no dejaba de masturbarse y gemir. Con la polla en la mano me acerqué a ella y la puse junto a su entrada. Fui un poco malo y no se la metí de entrada. Jugué con ella y la moví arriba y abajo por la raja sin llegar a penetrarla del todo.

–    Por favor – dijo – Métemela. ¡Ya!

Yo me eché sobre ella, la besé y, muy lentamente, fui penetrándola poco a poco. Su coñito iba abriéndose con cada centímetro que la introducía. En todo ese momento no dejé de besarla. Poco a poco fui incrementando el ritmo de la follada y nuestros gemidos eran cada vez mas fuertes. Bajé a María de la mesa y la puse de pie, de espaldas a mi y con las manos en la mesa, para penetrarla desde atrás mientras ella giraba la cara y nos comíamos la boca. Estaba pensando en sentarme en la silla y hacer que ella se sentara sobre mi y me cabalgara pero María movió sus caderas circularmente sobre mi polla de tal manera que termino por excitarme y hacerme explotar dentro de ella. Según explotaba yo ella hizo lo propio. No se si ese movimiento que hizo fue adrede para que nos corriéramos o salió espontaneo ya que estaba ya a punto de correrse pero lo cierto es que fue muy efectivo. Tras el polvo nos arreglamos y nos fuimos a casa de María donde estaba ya Rocío con mi hija, Elizabeth, Mariely y las hijas de María. Casi al momento en que llegamos nosotros llegó Arturo y preparamos una cena tranquilita de amigos con hijas. Las hijas de María siempre se volcaban con Sandra y la trataban como a la cuarta hermana. A mi verlas así me llenaba de ternura. Esa noche la niña se acostó un poco más tarde de lo normal y Rocío y yo no hicimos el amor. Estábamos cansados.

 

El martes era fiesta y día del cumpleaños de Antonio, mi mejor amigo. Llevamos un tiempo sin verlos. Desde que ambos tuvimos a las niñas era más difícil juntarnos pero siempre intentábamos hacerlo una vez al mes. No solo era mi mejor amigo sino que su esposa era la mejor amiga de Rocío. Llegamos lo antes posible a su casa para poder estar con ellos un rato a solas antes de que llegaran los siguientes invitados. Lo pasamos genial con ellos y nuestras hijas jugaban encantadas. Al ser casi de la misma edad estaban predestinadas a ser amigas aunque por haber nacidos en años distintos irían a clases distintas en el cole. Lo pasamos muy bien tanto con ellos a solas como cuando llegaron los demás. Unos de los protagonistas fueron Pablo y Diana pues todos querían saber algo más de su boda que sería al verano siguiente. Aun no tenían la fecha totalmente decidida pero sería seguro en verano 2007. Volvimos tarde esa noche a casa y acostamos a la peque que estaba claramente cansada. Nosotros sacamos fuerzas de donde pudimos para echar un polvo.

 

El miércoles en la oficina fue un día muy normalito. Me fui a comer a casa y lo hice con Rocío, Teresa y Elizabeth. Una vez se fueron Teresa y Elizabeth llamamos a José Carlos, el marido de Raquel, pues era su cumpleaños. Estaban en un Spa de montaña pasando unos días pero el sábado estarían de vuelta para celebrar su cumpleaños. Esa noche estuve jugando toda la tarde con Sandra y lo pasé genial. Tan bien que puse todo de mi mismo para esa noche hacerla un hermanito o hermanita.

 

Jueves y viernes fueron días similares. Sin mucho trabajo en la semana de menos actividad del año y con muchas ganas de disfrutar de mi hija.

 

El sábado era la celebración del cumpleaños de José Carlos. Fuimos los primeros en llegar a casa de ellos y yo me fui con José Carlos ya que tenía que comprar aun algunas cosas para la comida de ese día. Dejé a mi hija Sandra jugando con Juan en el salón mientras Raquel y Rocío charlaban. Al llegar de vuelta estaban ya Mike y Marga. Mike leía el periódico mientras vigilaba a los niños que jugaban en el salón. José Carlos se quedó hablando con ellos y yo me fui a la cocina donde oía como las tres reían. Al llegar las tres se me quedaron mirando.

–    Tres de tres – dijo Raquel – Es un placer no tener que estar ocultando nada de Marga de ahora en adelante. Espera a que se entere María

–    ¿Se enfadará? - dije

Las tres me miraron

–    Se volverá loca – dijo Raquel – Pero para bien. Quiere a Marga y que sea de nuestro club le va a encantar.

Yo me fui de la cocina y las dejé riendo. Casi al llegar al salón estaban llegando María y los suyos.

–    Te esperan en la cocina – dije

Elena se iba con ella pero la paré para preguntarla un par de tonterías sobre el siguiente año en el cole. Cuando la solté fui con ella a la cocina y mientras Elena saludaba a todas las demás María me sonrió y me dio un piquito rápido. Evidentemente también aprobaba que ahora Marga y yo nos acostáramos. No sabía que nivel de detalle conocían de nuestra relación y por tanto en todo el día no mencioné a Mike cuando María o Raquel me encontraban a solas por a casa de esta. Por lo demás un cumpleaños típico entre los nuestros. Mi esposa y yo nos fuimos con la niña hacia las nueve para acostar a la pequeña.

 

El domingo me fui a comprar el periódico y el desayuno y, cuando volví, mi esposa estaba vestida, y la niña vestida y en el carro.

–    ¿Que pasa? - dije

–     Ya ha dado a luz María Rosa – dijo por su cuñada – Vamos al hospital

Yo fui a mi mesilla a por las llaves del coche y nos fuimos al hospital a ver a María Rosa. Al llegar vimos a Nuria. Una preciosa niña que había pesado poco más de tres kilos de media y la madres estaba perfectamente tras un parto relativamente bueno. Pasamos en el hospital casi todo el día. En realidad en el hospital a ratos y el resto del tiempo con el hermano de Rocío, Diana y Pablo y los padres de Rocío. A las ocho nos fuimos a casa y tras bañar a la niña y darla de cenar nos fuimos directos a la cama. Sin cenar. Buscando otro hijo o hija.

 

 

03. Semana del 21 al 27 de Agosto

El lunes con María y Raquel de vacaciones me fui, tras trabajar, a comer con Mike y Marga. Tratamos temas normales. Nada de nuestra situación sexual se comentó. Para mi mejor pues aun estaba asimilando todo. Tras comer con ellos me fui al hospital donde estaba la cuñada de Rocío. Rocío y mi hija ya llevaban allí un rato y estuvimos con ellos una hora o así. Al llegar a casa cenamos con la niña y luego vimos una peli.

 

El martes fue un día muy parecido solo que aproveché para ir a comer con mis padres y luego a recoger a Sandra a casa para llevarla al hospital donde nos esperaba ya su madre viendo a la sobrinita. A la prima de mi hija. Todo iba bastante bien y a pesar de tener la madre una ligera anemia las iban a dar el alta pues no era muy importante. Tendría que cuidarse un poco en casa y punto. Esa noche, tras cenar y acostar a la niña si nos dedicamos a intentar buscar nuestro siguiente vástago.

 

El miércoles no fuimos a ver a la recién nacida y la madre y, por tanto, Rocío y yo quedamos, para comer solos, en un restaurante que nos gustaba y estaba abierto. Una comida de pareja a medio camino entre lo pragmático y romántico. Charlando de nuestras cosas y de futuro. Tras la comida volvimos a casa y dimos la tarde libre a Elizabeth y Teresa. Nos estuvieron contando que Elizabeth iría la semana siguiente al pueblo de Teresa para que familiares y amigos la conocieran pues la relación suya con el hijo de Teresa era ya muy formal. Teresa y Elizabeth tenían vacaciones cuando nosotros teníamos vacaciones y ese viernes volvíamos a Menorca. Una vez nos quedamos solos esperamos a que bajara un poco el calor y nos fuimos a pasear con la niña por el barrio. Nos encontramos con Cristina, su marido y su hija Virginia y los invité a tomar una caña en una terraza mientras charlábamos. El marido de Cristina parecía un buen tío pero no muy espabilado. Sobre todo comparado con su padre y madre, a los que conocí gracias a Rocío, o su esposa. Esa noche tras acostar a la niña volvimos a hacer el amor Rocío y yo. Estábamos muy lanzados en la búsqueda de otro hijo.

 

El jueves tras el día de trabajo Rocío y yo preparamos todo para viajar al día siguiente a Menorca. Al final nos dio tiempo a hacer poco más.

 

Por fin el viernes llegó la hora de irnos una semanita a Menorca. Ese viernes se venían a pasar el fin de semana mis padres, que pasaron por casa a recoger a mi hija, y Alberto y Celia. A las cuatro estábamos todos en el aeropuerto y a las cinco ya embarcados. Antes de las siete ya estábamos en mi casa en nuestras habitaciones. No daba tiempo para ir a la playa y mi padre, Alberto y yo nos fuimos a comprar comida para cenar esa noche y para tener que desayunar la semana siguiente. La cena fue muy agradable y tras acostar a la niña lo pasamos bien charlando mientras tomábamos una copa junto a la piscina.

 

El sábado fue un día de playa total. Ni subimos a casa a comer y lo hicimos en un restaurante para no tener que cocinar y limpiar. Lo pasamos muy bien. Especialmente mis padres jugando con mi hija. Para apenas tener un año y medio mi hija adoraba la playa. Si la dejabas sola corría al agua. Al ser agosto estaban muchos amigos de Menorca que se acercaban para saludarnos y ver a la peque. Esa noche de nuevo una buena charla. Con Alberto era con quien menos pasaba tiempo a solas y tenerle en casa con mis padres sin los demás socios me ayudó a conocerle un poco mejor.

 

El domingo tras una mañana de playita comimos una barbacoa y acompañamos a Alberto y Celia al aeropuerto. Volaron hasta Barcelona pues al día siguiente, el lunes, salían para hacer un crucero de siete días por el mediterráneo. Tras dejarles en el aeropuerto nos fuimos a la playita para disfrutar el resto de la tarde. Era el último día de mis padres en Madrid pues el lunes por la mañana se volverían a Madrid. Mis padres disfrutaron de su nieta esa noche y una vez acostada la pequeña tuvimos una interesante charla al fresquito del jardín.

 

 

04. Semana del 28 de Agosto al 3 de Septiembre

Acompañamos el lunes a mis padres al aeropuerto. A la hora en la que pasaron el control de seguridad aterrizaba el avión que luego les llevaría a Madrid. El avión en el que venían Raquel, José Carlos y sus dos hijos y los padres de Rocío. Cuando recogieron sus maletas cogimos un par de coches de alquiler y nos fuimos para nuestra casa donde se instalaron y luego comimos una ensalada y algo de carne. Por la tarde fuimos todos a la playa. Los padres de Rocío estaban encantados de estar con su hija y nieta pues ese año no habíamos estado en casa de ellos en Cuenca por el embarazo de María Rosa.

 

El martes fue un día de playa total. Comimos en el restaurante más cercano a la cala y no volvimos a casa hasta las ocho. Bañamos a Juan y Sandra y les dimos de cenar antes de meterlos en la cama. Susana, la hija mayor de Raquel, cenó con nosotros antes de llevarla a la cama y luego ya los adultos charlamos a la luz de la luna sobre distintos temas.

 

El miércoles llamaron de la oficina por un pequeño problema con un proovedor de la empresa que estaba pasando problemas financieros y nos iba a dejar colgado casi seguro. Era nuestro proovedor de material de oficina y teníamos que ver si aguantar como nos pedían dos semanas sin suministro o romper el contrato. La persona que estaba llevando ese tema, por la ausencia mía, de Raquel y Alberto, era Marga. Si hubiera estado Alberto lo hubieran llevado entre los dos. Todos se bajaron a la playa y nos dejaron a nosotros haciendo unas llamadas y en constante contacto con Marga. Tras una hora llegamos a un compromiso con ellos. Aguantaríamos una semana sin suministro pero si, ya entrado septiembre, no recibíamos suministro iríamos en busca de una nueva empresa. Ya sin nada que currar íbamos a bajar a la playa con nuestras familias pero Raquel se agarró a mi cuello. La sonreí y la besé. Tras mirarla a los ojos la di una palmadita en el culo.

–    ¡Vamos para arriba! - dije

–    Tus deseos son órdenes – dijo – Necesito pasar un rato a solas con mi hombre

De la mano subimos a una habitación que estaba libre. Mientras subíamos las escaleras no apartaba mi vista de su culo. Iba con un vestido playero, lista para bajar a la playa con el bañador debajo del vestido. En cuanto estuvimos ja la cama no me controlé y lo primero que hice fue quitarla el vestido. Mientras lo hacía ella me quitaba el polo y soltaba un poco el bañador que llevaba dejándome rápidamente en bolas. La besé con pasión y acaricié su coñito sobre el bikini antes de quitárselo y dejarla, como yo, totalmente desnuda. Llevé mi mano a su coñito y Raquel gimió con el contacto de mi mano en su piel desnuda. Seguimos besándonos. Se echó sobre la cama con las piernas abiertas y yo la llevé hasta el borde de la cama dejando su coñito casi fuera de esta.

–    ¡Fóllame! - dijo – Te necesito cariño. Me encanta que Marga sea una de tus chicas pero eso también significa que te tengo que compartir con una más. Prometeme que nunca me abandonaras

–    Nunca – dije - ¿Porque dices eso?

–    Cristina, Ana y Marga son más jóvenes – dijo Raquel

–    Tu cariño – dije – Eres fundamental en mi vida.

–    Gracias – dijo ella

Agarré mi polla y la llevé a su cueva empezando a empujar lentamente. Tras un rato penetrándola ella se bajó de la cama y me empujó sobre esta pasando a darme una pequeña mamada antes de subirse sobre mi para cabalgarme. Ella no paraba de saltar sobre mi y sus tetas, eran una visión maravillosa.

–    Sigue, sigue – dijo

–    Sigue tu – dije – Yo no estoy haciendo nada.

Esto hizo que ella cabalgara aun un poco mas rápido.

–    ¡Me corro! - gritó de repente

Y noté como los músculos de su coño comprimían mi polla y me daban un masaje espectacular. No pude aguantar mas y yo también me corrí llenándola de semen. Nos estuvimos besándonos durante un rato hasta que yo me levanté de la cama.

–    Vamos a asearnos un poco y nos vamos – dije

Ella solo me sonrió desde la cama.

–    Te quiero – dijo

–    Y yo a ti – dije antes de bajar de la cama y alisar esta un poco antes de ducharme.

Nos aseamos bien y bajamos a la playa. Allí empezó un día normal de playa con amigos y familia donde lo único un poco raro podían ser las miradas cómplices entre Rocío y Raquel.

 

El jueves sería mi último día en Menorca con mi familia y decidí aprovecharlo antes de volver solo el viernes a Madrid para ir a la despedida de soltero de Pedro, el novio de la amiga de Rocío, Mónica, y trabajador y amigo mío. Fue un día de playa en el que me centré mucho en aprovechar el tiempo con mi esposa e hija. Me bañé con mi hija en brazos. Ese día el mar estaba muy calmado. Si hubiera una mínima ola no me hubiera dejado Rocío. Tras la playa cena y tras meter a los niños en la cama charla de adultos y luego, en la cama, polvo a mi esposa. Silencioso para que no nos oyeran.

 

El viernes, tras desayunar, me acompañaron mi suegro y José Carlos al aeropuerto. No quería que vinieran todos y prefería que mi hija y los hijos de Raquel fueran a la playa para disfrutar de un buen día. Llegué a Madrid hacia la una del mediodía y pasé por casa para coger una maleta para un par de días y luego irme a la oficina donde habíamos quedado todos para irnos de despedida. Fueron llegando amigos de Pedro y en dos coches, uno de ellos el mío, nos fuimos a Cuenca. Allí dormimos la noche del viernes. Al no estar mis suegros a mi me acogieron en casa de los padres de Raúl.

 

Salimos de despedida el sábado prontito. Primero a echar una partida de paintball y luego a una casa rural donde pasaríamos todo el día entre comida, risas y alcohol. Para pasar la noche, tras una barbacoa de cena, fuimos al pueblo de la casa rural andando. Este estaba a unos 500 metros y nos hicimos grandes en el bar de copas de este. Raúl, Pedro y yo fuimos los últimos en irnos junto a otro amigo de estos en Cuenca. A las ocho de la mañana estábamos entrando, como zombies, por la puerta de la casa rural.

 

El domingo nos levantaron a las dos para la barbacoa de despedida final. Ese día nada de alcohol, refrescos y agua a doquier. A las cinco dejamos la casa rural y nos fuimos de vuelta para nuestras casas. Unos para Cuenca y otros para Madrid. Yo dejé a Pedro y Raúl en sus casas y me fui a la mía llegando pasadas las nueve. Rocío estaba acostando a mi hija de la que me pude despedir. Estuve cenando algo con ella en la cocina mientras la contaba como fue la despedida y, al terminar, nos fuimos para la cama a hacer el amor. Llegamos hasta la cama y yo me puse tras Rocío. Ella me sonrió al notar mi erecto pene dándole la merienda a su culo. En ese momento la hice girar y la besé con fuerza y amor. Ella llevo sus manos a mi cuello acariciándolo con ternura. Tras mirarnos un rato a los ojos volvimos a reanudar el beso con la misma mezcla de pasión, ternura y amor. Y el beso se alargó durante unos cinco minutos más mientras mis ganas de hacer el amor iba caldeándose de manera absoluta.

–    No sabes las ganas que tengo de tener otro hijo contigo – dije

–    Pues ya sabes lo que tienes que hacer – dijo sonriendo

Tras unos minutos más de beso empecé a ir un paso mas allá y la quité su camisa. Acto que fue correspondido por ella quitándome el polo. Una vez sin ellos llevé mi mano a mi cinturón y empecé a desabrochar mi pantalón. Sin romper el beso ella se fue hacia la cama donde se sentó y empezó a quitarse el suyo. Tras un par de minutos estábamos ambos con solo nuestra ropa interior. Se levantó de la cama y llevó sus manos a mi cuello mientras seguíamos besándonos con pasión. Tras seguir un rato con el beso llevé mi mano al cierre de su sujetador y en unos segundos tenía sus erectos pezones al alcance de mi mano y no dudé en tocarlos y acariciarlos. Rápidamente dejé el beso y pasé a chupar uno de sus pezones mezclando succiones con mordisquitos. Mientras dedicaba mi tiempo a darme placer, y dárselo a ella, con su pezón ella llevó su mano a la erección incipiente que tenía en mi calzoncillo. Mientras yo chupaba y mordisqueaba su teta ella frotaba arriba y abajo mi pene. Y no podía aguantar más. De un movimiento certero la subí a mis brazos y rápidamente pero con dulzura la dejé caer sobre nuestra cama. Una vez tumbados volvimos a besarnos y, mientras yo me bajaba el calzoncillo, ella hacía lo propio con su tanga. Tras los  segundos que tardamos en quitarnos la ropa me puse sobre ella y apunté mi pene a su coño donde poco a poco fui perforándola hasta que mi pene estaba totalmente dentro de ella. Tras llegar hasta el fondo empecé a moverme con movimientos a distintas velocidades. Alternando las penetraciones muy rápidas con otras mas calmadas y profundas. Yo no podía aguantar mucho pues ya estaba muy caliente. Ella no parecía estarlo menos. Tras dos minutos de penetración noté como se corría y su coño ejercía una presión enorme sobre mi pene. Esa presión fue suficiente como para que yo eyaculara totalmente dentro de ella. Tras terminar de correrme me deje caer sobre ella y nos besamos. Nos besamos ardientemente y al rato nos quedamos dormidos, desnudos y abrazados.

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